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IMM no fiscaliza que se cumplan las normas para pasear mascotas

Desde setiembre de 2004, en Montevideo todo el que pasee perros debe hacerlo con correa y bolsas para recoger las deposiciones del animal. Después de un férreo control implementado al comienzo, lentamente la fiscalización fue disminuyendo hasta ser inexistente en estos días. Informe de Mauricio Erramuspe

Joan Manuel Serrat insiste en una de sus canciones que trae buena suerte. Pero nadie que vaya apurado a una reunión o al trabajo se acordará de los versos de "Toca madera..." si se demora para limpiarse la suela del zapato tras pisar lo que "dejó" un perro y su dueño no levantó.

Este tema, básicamente, se concentra en lo que para la Intendencia es la Zona 5 de Montevideo, es decir: Pocitos, Punta Carretas y Parque Rodó. Cualquiera que viva por allí o camine de mañana o de tardecita verá amos y perros paseando por doquier. Supongo que muchos de los que escuchan están esa situación y pueden contarnos qué han visto. Ya sea para hacer por primera vez en el día o para irse a dormir sin urgencias, muchas mascotas recorren los parques, las plazas o la rambla en compañía de sus dueños.

Yilú, una perrita negra y blanca, muy mansa y muy mimosa, hace siete años que vive con Lidia. Tres veces al día sale al Parque de Villa Biarritz a pasear, correr un poco y, obviamente, cumplir -como buena perra de apartamento- con sus "bien administradas" necesidades fisiológicas.

"De mañana, al mediodía, a la tarde. Básicamente... (No se puede quejar? Sale tres veces al día, no se puede quejar...) Yo digo, no? (risas) (Y con el invierno se complica un poco más por el frío o no?) No... ella cuando es invierno sale y ligerito para casa otra vez. Busca la casa enseguida. Y cuando hace mucho calor, igual", señaló Lidia.

Lidia cuenta que desde que comenzó a regir el decreto del que hablamos siempre sale con una bolsa. Pero no usa correa para pasear a Yilú: "Yo a mi perra la tengo sin correa porque ella no se separa de mí. Usted vio... está sentadita ahí y anda siempre al paso mío. Por eso no tiene correa. No ataca a nadie, no joroba a nadie. (...) Y en cuanto a la caca lo mismo y deposito allí".

Es muy difícil que alguien reconozca que no junta lo que hace su perro... da un poco de vergüenza. Además, estas "sorpresas" siguen siendo muy frecuentes en las calles de Montevideo. La mayoría de quienes pasean perros, según Lidia y todas otras personas con las que hablé, cumple con recoger las deposiciones de sus mascotas. Pero las veredas, calles, plazas y parques indican lo contrario. Es muy común encontrarse con la sorpresa de la que hablábamos en la introducción y tener que correr a buscar pasto para limpiarse la suela del zapato.

Vaso térmico con tapa en mano, Pablo toma café y pasea a su enorme pastor inglés en la zona de Punta Carretas. Si bien lleva bolsas, dice, muchas veces se queda corto. En el momento en que conversábamos, al Gordo –así se llama el perro- se le ocurrió hacer.

"Yo nunca sé cuántas veces va a hacer caca. A veces lo saco media hora y hace una, dos o tres. A veces hace diez. Ahí tenés... Yo ya me usé las dos bolsas que traje (risas) ¿Entendés lo que te digo? No tengo cómo levantar. Está bien, yo capaz que puedo salir con 10 bolsas pero ta... un poco me descuido", indicó Pablo.

La médica veterinaria Gabriela Wilat tiene un consultorio en Pocitos, además de ser directora de Zoonosis en el Ministerio de Salud Pública. Ella dice que vio un cambio inmediato en sus clientes una vez que entró a regir la medida. Pero ahora ya no se respeta tanto.

"En realidad el cambio se vio enseguida que salió la medida, seguramente por el tema de que había multas y había inspectores. Entonces la gente vio y todo el mundo venía y comentaba que habían multado a fulano y sultano. Entonces, como que se dieron cuenta que la medida venía en serio y que había multas para el que no cumplía. (...) Después fue declinando hacia fines del año pasado y ahora se ve algo... De todas formas la medida en el fondo sirvió porque algo, algunas personas adquirieron el hábito y siguen haciéndolo. Pero se ve mucha menos gente recogiendo que en ese momento, ¿no? (...) Yo creo que está directamente relacionado con la falta de inspectores y de multas. O sea, acá en la veterinaria prácticamente no han venido a comentarnos que los han multado y en su momento cuando la medida recién salió y había inspectores sí vinieron varias personas a comentarnos que los habían multado".

La especialista comentó que la sanción económica –al menos al comienzo- es indispensable: "Me parece perfecta la medida, me parece perfecto que se multe si no se cumple. Lamentablemente somos todos hijos del rigor y hasta que no... Cuando sale una medida nueva si no se multa y si la gente no percibe que hay realmente una penitencia por no cumplirla, sobre todo si esa penitencia es económica, la gente no la cumple".

Eso se dio, como nos comentaba, hasta finales del año pasado. La profesional recuerda que muchas personas llegaban asombradas a su negocio porque las multaban, incluso, en horas de la noche y en lugares bastante desolados. Los cuentos, más que nada, hablaban de multas por no llevar al perro atado. Es que es más duro reconocer la sanción por la otra falta, la de no recoger las heces.

"Supongo que también hay un tema de pudor de comentar que a uno lo multaron por el hecho de no haber juntado las deposiciones. Sí, en cambio uno no tiene problemas en comentar que era porque el animal estaba suelto porque normalmente el público no lo percibe como una falta grave. (...) Eso me parece que es evidentemente que es muy mal hecho. En cambio el animal suelto está muy difundido que hay que darle más libertad y que el perro está educado y que mi perro nunca va a cruzar y nunca va a atacar a nadie... Como que está mejor visto", indicó.

Sin duda, los numerosos paseadores que hay en esta zona son actores fundamentales en el cumplimiento de esta norma. Sebastián es uno de ellos y dice que antes no era tan estricto para juntar lo que hacían los casi 30 perros que pasea en distintos turnos. Hoy sí lo hace. En un comienzo era difícil cumplir pero ahora se acostumbró.

"Es todo acostumbramiento. Si bien al principio no te adaptás bien porque de repente llevás muchos perros, justo te hicieron en un lugar donde pasa mucha gente y la gente te dice ‘ay, que no dejás pasar con los perros...’ entonces, la gente se fue adaptando un poco más también. Como que si bien te miran a ver si levantás también no te están señalando. Cuando recién empezó la ley de repente yo paraba, me acomodaba con los perros para poder sacar una bolsa y antes sacar una bolsa ya me estaban diciendo. ‘Ah mirá, que juntá la caca porque que no sé qué...’ Pero bueno ahora como que la gente salió un poco de esa sensibilidad y está un poco más armonizado, digamos", explicó Sebastián.

Es interesante el caso de Diana, una empleada doméstica que todas las mañanas pasea a Maggie por el Parque de Villa Biarritz. Ella comenzó a respetar la medida desde un inicio. Cuando me la encontré, si bien la perra estaba suelta –extremo que en los hechos se contempla en las áreas verdes donde no haya aglomeración de personas-, Diana tenía una correa y una bolsa en la mano.

"En cuanto se puso la norma empecé porque es vergonzoso también ver que los demás lo hacen y que uno no lo haga. (ah, vos ves que lo hacen...) Acá se hace, sí. (Antes me decías que no lo hacías...) No, no lo hacía... Una es que soy bastante floja de estómago y me produce malestar. Cuando se colocó la norma digo sí... bueno, aguanto, aguanto y ta y lo hago. Una porque es feo, yo caminaba por acá y era feo, bastante feo, el estar mirando dónde uno pisaba y ahora está más limpito y eso da gusto. (Igual hay...) Sí un poquito, siempre hay alguno que no lo hace pero ta... la gran mayoría sí", señaló Diana.

En cuanto al cumplimiento de la obligación de usar correa, como con el otro aspecto de la normativa el cumplimiento es azaroso, por describirlo de alguna manera. Sin embargo, observar esta parte del decreto parece hasta más importante que la otra, ya que puede comprometer la seguridad de las personas que comparten el paseo público en el que esté el perro. Pero también la medida protege a los propios animales.

"De hecho atendemos a diario o muy seguido animales que nunca cruzaban y que justo ese día cruzaron y que los atropella un auto. O que nunca habían mordido y que justo mordieron porque no iban atados. (...) Es mucho más seguro para ellos, o sea no les va a cambiar demasiado el hecho de que tengan algún... Pueden ir atados y tener más metros de cuerda. Existen correas extensibles. No necesariamente tienen que andar sueltos. Sí, de repente, llevarlos a algún lugar seguro, alejados del tránsito donde se puedan soltar. Eso me parece correcto pero no que anden cruzando calles", señaló Gabriela Wilat, médica veterinaria.

Esta obligación de usar correa, incluso, no sólo se establece en este decreto municipal al que nos referimos. También está contemplada en varias resoluciones del Ministerio de Salud Pública que, por ende, rigen para todo el país. Esas disposiciones, sin embargo, no incorporan sanciones lo que se suma a que la Secretaría de Estado no dispone de un cuerpo inspectivo con esta finalidad. En definitiva, es letra muerta y no se cumple.

Como en todos estos temas que hacen al comportamiento, más allá de las disposiciones legales se hacen necesarias las campañas educativas, según sostuvo la médica veterinaria: "Tampoco me parece bien que la persona reaccione a la multa. Sería maravilloso que fuera conciencia o sea que hubiera una campaña educativa que llegase y que lograse efectos sólo por el hecho de educar. Entonces, a pesar de que las multas se retiraran y que ya no hubiera inspectores, al haber inculcado otra cultura como que todo sería más fácil".

En lo que refiere a la comuna capitalina, la idea del director de la Región Centro de la Intendencia Municipal de Montevideo, Nelson Trías, parece encaminada a la educación.

Esta disposición surgió como decíamos en 2004 para reglamentar un decreto anterior, de 1997, que establecía las obligaciones pero no disponía sanción. En este caso, las multas rondaban los 700 pesos. A impulso de quien entonces ocupaba la Dirección de la Región Centro, Jaime Igorra, ahora subsecretario del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.

Entrevistado por Emiliano Cotelo, en octubre de ese año, Igorra describía que cada Centro Comunal Zonal tiene entre cuatro y seis inspectores que, junto a la centena de funcionarios de Inspección General de la IMM, serían los encargados de controlar el cumplimiento de esta disposición junto al resto de los decretos municipales.

De hecho se controló y se multó. Pero luego los controles fueron disminuyendo. Y ahora nadie observa el cumplimiento de este decreto.

La Región Centro de la Intendencia es de hecho quien debe controlar. No porque lo establezca el decreto sino por las características de esa zona que incluye Pocitos, Punta Carretas y Parque Rodó. En esos barrios es donde se hace más visible los problemas originados en la tenencia de mascotas, explicó Trías. El funcionario dijo que este tema tiene que ser trabajado por los gobiernos zonales de Montevideo y como recién se instalaron las juntas locales aún no se ha comenzado a coordinarlo, explicó.

"En este momento no estamos aplicando multas porque tenemos alguna dificultad inspectiva y bueno... cuando uno sale a multar uno tiene que tratar de no ser arbitrario. Entonces, o salimos aplicarlo porque tenemos capacidad de hacerlo parejo o si no... ta, no se hace", señaló Trías.

A la espera de esa coordinación, que es raro que se haya interrumpido ya que la disposición sigue vigente y por tanto debería vigilarse su cumplimiento, Trías dijo que piensa trabajar en planes de educación: "Pienso que tiene que ser acompañado con algún tipo de campaña porque es un tema cultural fundamental y que debe ser manejado de esa forma. Vos tenés que dar elementos como para que la gente asuma, entienda lo que se pretende y sea la misma gente la que actúe en consecuencia. ¿No?".

Con su experiencia de cinco años en el tema, Sebastián, el paseador de perros da en la tecla en cuanto a dónde comienza la responsabilidad del control en este tema: "El control es de cada uno, de cada uno. De la gente mismo que camina todos los días por la calle hasta el que pasa en un auto y te ve y si no levantaste te dice algo. Yo sé lo mío. Yo sé que lo mío lo hago y tampoco me pongo a fijar mucho si aquel colega lo hizo o no. Yo lo hago por mí porque me quedo tranquilo y camino tranquilo y nadie me jode".

Claro, ese control ciudadano debería complementarse con un trabajo de las autoridades en el mismo sentido. Para algo está el decreto...