La Audiencia Opina

DVD falsos

Montevideo, 22 de mayo de 2006

Sr. Director:

En el semanario Búsqueda hay un largo artículo sobre los perjuicios que los DVD falsos están produciendo a la industria legítima, asimismo como la ver-dadera defraudación para los consumidores de estos DVD "truchos", para utilizar el término porteño de moda.

Este tema se vincula, aunque sea indirectamente, a la venta pública de mer-cadería de contrabando o robada, que se sigue haciendo a la vista y pacien-cia de toda la población. Lo mismo sucede, vergonzosamente, con las fotoco- pias de libros que librerías establecidas en Montevideo, venden a la vista y conocimiento de todas las autoridades, y son requeridas por estudiantes, profesores, ciudadanos que al hacerlo, colaboran con un delito que habla muy mal de nuestra moral como país.

No puede comprender cómo no se persigue policialmente este fenómeno; no se puede entender como las autoridades oficiales responsables del área de educación y cultura no efectúan una difusión clara de los principios morales que violan todas estas costumbres entronizadas en nuestra sociedad.

Policialmente no se requiere mucho: hay que dar poder a nuestros represen-tantes del orden para ir a las ferias, a las esquinas donde se venden artícu-los robados, decomisar, y destruir en el acto los artículos falsificados o ro-bados (no hace mucho tiempo, por ejemplo, apareció en la esquina de Cooper y Avda. Italia, un despliegue de tazas de ruedas de automóvil que se venden a la vista y paciencia de cualquiera que pase, y todos sabemos que allí no hay facturas de compra, controles de la DGI, del BPS, ni nada parecido). Además añadir al decomiso a los medios de transporte utilizados para llevar los artículos a los lugares de venta.

Pero esto requiere voluntad, decisión, y de esto, no veo que el actual Ministerio del Interior esté muy preocupado (como tampoco lo estuvieron algunos de los ministros anteriores, si no todos).

Pero algo hay que hacer. No es posible que el producido de los robos o falsi- fijaciones se exhiba en la vía pública, ni tampoco es posible que los ciudada- nos de este país acepten tranquilamente que es su derecho convertirse en reducidores (reaceptadores creo que es el término jurídico correcto) de los mismos.

Sería bueno para el país y la moral de sus habitantes.

Julio A. Esposto Molinari