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La ortorexia, cuando la dieta sana puede ser un riesgo

Seguir una dieta sana puede ser peligroso para la salud. En 2000 se popularizó el término "ortorexia", que se define como una obsesión por comer alimentos sanos, situación que puede derivar en una patología. Estos trastornos, en el fondo, no son más que la punta del iceberg de otro tipo de problemas como la inseguridad, la depresión y el déficit afectivo. Informe de Leonel García.

Todos algunas vez escuchamos sobre la bulimia y la anorexia. De alguna forma, son el mascarón de proa de los denominados trastornos de la conducta alimentaria. En Uruguay, según indicó Virgina Vallarino, psiquiatra y coordinadora del Departamento de Trastornos Alimentarios del Hospital de Clínicas, prácticamente el 90% de los casos refieren a una de esas dos patologías.

Pero no son las únicas, en todo el mundo se están dando casos de otro tipos de trastornos alimentarios, algunos de ellos aún no reconocidos como tales, pero que en el universo médico ya son objeto de estudios. Uno de ellos es la ortorexia. Y lo más llamativo es el objeto de esta  patología: la adicción a la comida sana. No es seguir una dieta saludable, directamente es obsesionarse con ella. La diferencia, es muy sutil señaló Vallarino.

"Tenemos que diferenciar entre comer sano y esto (...) Estamos hablando acá de una preocupación excesiva, un límite. Quizá el tiempo que uno le dedica a pensar en estas cosas... Estamos hablando de gente que no puede comer otro alimento, que si lo come se siente  sumamente culpable por hacerlo. Que están planificando y pensando exactamente durante muchas horas al día cuál va a ser su ingesta y cuales alimentos pueden comer", indicó Vallarino.

Esto no sólo se limita a pensar mucho tiempo en la comida, directamente es limitar su vida social, su tiempo libre. La licenciada en nutrición Aurora Vispó, especializada en trastornos alimentarios, recuerda el caso de una joven de 18 años que atendió hace ya varios años, cuando aún no estaba muy extendido el término de ortorexia: "En este caso la persona elegía los lugares donde ir a comer y donde trabajaban con elementos ecológicos. Cuando la familia decidía salir, esta joven decía: `yo voy si van a tal o a tal lado, de lo contrario no voy´", contó.

Al no estar reconocido como trastorno psiquiátrico, aún no se tienen establecido los parámetros que marcarían una diferencia entre la ortoréxica o simplemente si sigue una dieta saludable. Sin embargo, ya existen algunos criterios para determinar, al menos en Estados Unidos, -donde se calcula que unas 5.000 personas son diagnosticadas cada año con ese trastorno- y en España a personas que padecen este problema.

Según el portal especializado Psicocentro, un ortoréxico dedica más de tres horas por día a pensar en su dieta sana, se preocupa más de la calidad de los alimentos que en el placer de consumirlos, planifica excesivamente lo que va a comer al día siguiente y vive un aislamiento social por su tipo severo de alimentación, ya que sus sentimientos de culpabilidad son torturantes cuando no cumple con sus convicciones dietéticas. No comen fuera de su hogar, no se apartan de su dieta y son obsesivos con respecto a los componentes de la comida. El problema no es la cantidad de comida sino la calidad de ella, aclaremos.

Marcelo Bregua, psicólogo clínico y coordinador de Aluba Argentina que también supervisa Aluba Uruguay, comentó sobre la torturante situación en la que pueden caer estos pacientes: "Es bueno comer alimentos correctos -que no contengan pesticidas, que no estén manipulados por la mano del hombre, no trangénicos...- eso es muy bueno, pero si la persona con este tipo de trastornos no consigue este alimento no come. Tenemos datos de gente que no ha comido por tres o cuatro días porque su proveedor de alimentos orgánicos no le podía alcanzar los alimentos. Ahí está el tipo de trastorno", indicó.

Bregua también mencionaba la vigorexia, otra de estas patologías nuevas, también llamada el "complejo de Adonis", es la obsesión por tener un cuerpo musculoso. Como con su hermana mayor, la anorexia una persona siempre se ve gorda, un vigoréxico siempre se ve como un alfeñique, lo que lo lleva a regímenes alimentarios totalmente desbalanceados, con exceso de proteínas y el uso de anabólicos.

El término ortorexia fue utilizado por primera vez en 2000 por el médico estadounidense Steven Bratman en su libro "Health food junkies", algo así como "drogadictos de la comida sana" (junkies no tiene una traducción literal del inglés). Bratman había sido un seguidor del movimiento naturista en su país durante 25 años, incluso llegó a componer su propia dieta basada en alimentos de su propio huerto a los que masticaba 50 veces antes de tragarlos. De esto hay profusa bibliografía en Internet.

La palabra ortorexia viene de dos términos griego: ortos (correcto) y orexis (apetito).

Otros casos, como la mencionada vigorexia, se caracteriza por buscar una musculatura que nunca es suficiente, es de 2001, cuando la describió por primera vez el psiquiatra Harrison Pope, de la Universidad de Harvard. Otro de estos problemas nuevos, el síndrome del "comedor selectivo" –definido en general para personas que en un lapso de dos años tienen un menú inferior a 10 alimentos-, fue definido por primera vez por la doctora británica Darma Nicholls en los ’90. Esto no tiene por que ser una selección de alimentos sanos.

Dentro de otros trastornos alimentarios que han surgido en los últimos tiempos: uno de ellos es el trastorno del "atracón" que consiste en ingerir de forma incontrolada grandes cantidades de comida. A diferencia de la bulimia, acá no hay expulsión posterior, no se vomita. Según Vispó, ataca al 50% de las personas que sufren obesidad. Luego está el "síndrome del comedor nocturno", una especie de anorexia matinal, donde el problema aparece luego de las 10 de la noche. Para Vispó, en estos casos se han constatado deficiencias de hormonas neurotransmisoras como la lectina y cortisona.

Otro de los trastornos que se observan es la "diabulimia", propia de los diabéticos del tipo uno, los insulino dependientes. Lo que hacen estas persona es saltearse inyecciones de insulina como forma de adelgazar.

Es bueno destacar que todos estos trastornos, así como los más conocidos bulimia y anorexia, son multicausales. De esto no podemos excluir los factores genéticos.  En este sentido el especialista argentino indicó que "no se enferma quien quiere, sino quien puede".

Entre las causas también hay que tomar en cuenta lo cultural, toda la importancia que se le da a la imagen. Pero los especialistas dicen que no hay que cargar las tintas sólo en eso, ya que todos estamos bajo la misma presión cultural y -según especificó la Vallarino- sólo entre el 5 y 6% de la población sufre algún tipo de trastornos alimentarios.

También hay un factor comunicacional y esto es común a todos los trastornos de la conducta alimentaria. "Todas estas enfermedades interfieren en lo que es la comunicación familiar, en la interacción. Pero, sobre todo, en la comunicación afectiva", indicó Bregua.

La comunicación, la puesta en contacto con sus emociones, la transmisión de sus emociones es una tarea harto difícil para este tipo de personas. Su relación con la comida, obsesión por la comida sana, selección de un menú muy acotado, restricción feroz de la comida, pérdida de vida social, constituyen, según los especialistas, en un grito desesperado y silencioso de ayuda.

En casi todos estas patologías, la pubertad y la adolescencia es el período de mayor manifestación. Si se discrimina por género, el femenino es, salvo en un caso, el más pasible de ser afectado. En el 90% de los casos, las personas afectadas son mujeres. Esta relación se invierte, en sólo una de estos trastornos: la vigorexia.

 Estos trastornos de la conducta alimentaria son nuevos y aún son pocos estudiados. Todavía no forman parte del DSM-IV, que es el listado de los trastornos mentales utilizados por los psiquiatras en todo el mundo.

Según explicó Vallarino, del Hospital de Clínicas, es de esperarse que a la brevedad ya sean incluidos. En los hechos, estas nuevas definiciones le sirven a estos profesionales para hacer un diagnóstico a partir de síntomas que no estaban incluidos en los trastornos clásicos, la bulimia y la anorexia.

Hay que destacar que en Uruguay –consultamos no sólo a la doctora Vallarino sino a la sede local de Aluba– no hay casos "puros" de ortorexia o cualquiera de estas nuevas patologías aún no reconocidas y sí se los encuentra de manera lateral en cuadros típicos de anorexia y bulimia.

A diferencia de la anorexia y la bulimia, donde el problema es la cantidad de comida (en la bulimia con posterior devolución de la ingesta), en la ortorexia el tema pasa por la calidad: alimentos sanos, correctos, agricultura ecológica. Los primeros en suprimirse son la carne y las grasas. El problema viene cuando no son reemplazados por otros que puedan aportarle los mismos componentes nutricionales.

Entonces en este caso la alimentación se desbalancea. Sin carne, la cantidad de hierro se desploma. Las proteínas que tienen los vegetales son de inferior calidad. La supresión de grasa, puede comprometer la ingesta de vitaminas liposolubles o ácidos grasos que son esenciales. Una obsesión por la comida sana puede ser, paradójicamente, mala para la salud. Hablamos de anemias o también de comportamientos obsesivo-compulsivos, depresión, ansiedad y hipocondría. Y como vimos también se trastorna la vida social: una persona deja de relacionarse, no va a una comida o a un casamiento porque se siente un bicho raro.

Hay que recordar que la amenorrea es una de las consecuencias de los trastornos alimenticios, como la anorexia.

En un artículo publicado en un suplemento del diario El Mundo de Madrid, el 30 de enero de 2005, titulado "Pollo para desayunar, pollo para comer y pollo para cenar", se menciona a otra de estas patologías, el "síndrome del comedor selectivo". Ahí se señala que este problema, básicamente limitar el menú a 10 alimentos, es resultado de problemas psicológicos y carencias afectivas. Pero la diferencia es que puede darse en cualquier edad, no está sólo basado en la adolescencia.

En ese artículo, menciona el caso de Jesús Alvaro, un malagueño de 35 años cuya vida alimenticia se limitaba a comer una pechuga de pollo a media mañana, pollo cocido con arroz al almuerzo, otra pechuga de pollo de merienda y un pollo cocido con pasta para la cena. Este menú fue elegido para participar en una competición de fitness. Según el artículo, físicamente se lo veía muy bien. Pero durante todo ese tiempo estuvo hambriento, irascible, angustiado, agotado y alejado de su pareja y familia. Tras obtener el segundo lugar en esa competencia, decidió sentar cabeza y volver a comer normalmente. Hoy no puede ver el pollo.

Según Bregua el síndrome del comedor selectivo, si es en los niños o los adolescentes, puede significar un pedido de ayuda u otro mensaje silencioso. "el comer selectivo por cantidad, como un plato de ravioles, pero una porción pequeña (...) En el que es de calidad la comida la elijo yo... El tema es que está dirigido a... Es un idioma, es un mensaje", señaló.

Estos problemas pueden tener consecuencias mortales, según indicaron los especialistas consultados. Es igual que en la anorexia y la bulimia, donde ya hubo casos sonados de fallecimiento. Vispó señala que la anorexia tiene hasta un 10% de posibilidades de tener un desenlace fatal si no es tratada a tiempo.

De hecho, Brantman, quien, recordemos, acuñó el término ortorexia, menciona en sus estudios el caso de una "vegana" californiana llamada Kate Finn, quien había fallecido a causa de sus desórdenes y desbalanceos alimenticios. Había consumido muchos carbohidratos y azúcares y muy pocas proteínas y grasas.

Entonces, no se pueden considerar a todos los veganos y a los vegetarianos como una población de riesgo. Aquellos que pueden sustituir las proteínas y minerales que dejan de consumir por no comer carne, no deberían tener riesgos. Pero hay de todo, aseguró Vispó.

En el mismo sentido, Bregua lo define de una forma por demás gráfica: "un vegetariano o vegano hace una opción de vida, un ortoréxico hace una opción de muerte".

En todo caso el tema es cómo se tratan estas patologías. Como el trastorno es multicausal el enfoque debe ser multidisciplinario. Se tiene que trabajar con el entorno familiar por las falencias en los vínculos, y –además de la participación de psiquiatras y psicólogos- también se pone un énfasis nutricional para corregir los hábitos alimenticios.

En el caso de los ortoréxicos, el objetivo final –como en todos estos trastornos- es justamente lograr una dieta sana y equilibrada, sin el aspecto obsesivo que los hizo caer. En la diabulimia, tratar de quitarle el "mito", así lo calificó Vispó, dejar de inyectarse insulina les permite adelgazar. Y en el comedor nocturno, sólo por nombrar otros casos, inculcar el desayuno. A veces las soluciones son más fáciles de lo que se piensa, lo difícil es llevarlas a la práctica.

Finalmente, para todos aquellos que buscan empezar una dieta o es "mañoso" para algunas comidas, vale recordar qué es lo que se pierde si se suprimen ciertos grupos de alimentos, según el mismo artículo de El Mundo de España que mencionábamos antes: "Una dieta baja en frutas y verduras provoca carencias en vitaminas y minerales. El consumo diario de frutas reduce en un 70% el riesgo de padecer cáncer en el aparato digestivo. La carne, el pescado y los huevos son la principal fuente de proteínas, así como los cereales lo son de hidratos de carbono. Incluso, algunos de los alimentos más rechazados, los aceites y las grasas, ayudan a la transmisión de los impulsos en el sistema nervioso. La falta de grasa, además, puede causar agresividad y desequilibrios psicológicos".