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La Unidad de Distrés Funcional del Hospital Policial

Sueldos muy bajos, horarios extensos, contacto cotidiano con todo tipo de riesgos; es la realidad de los 27.000 funcionarios policiales de todo Uruguay. Una resolución de 2002 del Ministerio del Interior creó la Unidad de Distrés Funcional, en el Hospital Policial, para la evaluación y tratamiento de eventos traumáticos a estos funcionarios. Es un primer paso, tal vez incompleto, pero hasta ahora el único para atender a aquellos que todos los días se enfrentan a tiroteos, incendios, copamientos, motines y homicidios. Informe de Leonel García

"Cuidar a los que nos cuidan". Así reza un folleto de la Unidad de Distrés Funcional del Hospital Policial a la vista de todos los que se acercan. La unidad está ubicada en el sexto piso del hospital y ocupa dos oficinas, espacialmente iluminadas, incluso "lindas" para el  Hospital Policial.

Un pequeño escritorio, ubicado en la parte anterior de la oficina principal, es donde se hacen las entrevistas y los contactos con los funcionarios que van a pedir ayuda. En los casos más complejos, no tienen más remedio que apelar a la contigua sala de comisiones. A falta de un diván, bien sirven las sillas de plástico.
 
Cada vez son más los funcionarios policiales que se acercan a esta unidad. El año pasado asistieron unos 150 funcionarios. En 2004, no habían superado los 80. Y en los primeros seis meses de este año ya fueron atendidos 90 policías y bomberos. Si continuara la proporción, el porcentaje de pacientes aumentaría un 20%, indicó la coordinadora de la Unidad, la psiquiatra e inspectora principal Susana Escames.

Los que se acercan a esa unidad son los que sufren un estrés postraumático. O sea, luego de sufrir una situación en que una persona vio comprometida su integridad física o eventualmente la vida, algo potencialmente cotidiano para los funcionarios policiales.

La unidad está destinada a los policías que han sufrido ataques personales violentos o aquellos que fueron tomados como rehenes. Para aquellos que fueron heridos de gravedad o sufrieron alguna amputación. También es para los que presenciaron la muerte de compañeros de trabajo o los que mataron a una persona durante su trabajo y hasta aquellos que experimentaron accidentes de tránsito grave en el desempeño de su función.

Luego de una experiencia de esas, de acuerdo con la personalidad de cada uno, se puede padecer una sintomatología variada. Desde depresión hasta respuestas fisiológicas vinculadas al recuerdo del acontecimiento, pasando por insomnio, irritabilidad, pánico o evitar siquiera pasar por el lugar en cuestión. Todo eso repercute en su trabajo, en su entorno familiar y en sus ya de por sí menguados ingresos económicos.

La unidad está compuesta por psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales e integrantes de las demás dependencias del Hospital Policial, según indicó Escames.

Además, Escames señala el "temor al perder el 222", se trata de "el tema" que produce resquemores entre los funcionarios policiales que tienen que ir hacia esta unidad. Es que si tienen que ser sometidos a un tratamiento psiquiátrico, con psicofármacos, o si tiene un cuadro de depresión, no tendrían que portar armas. Un policía ejecutivo –el que está en primera línea de combate- puede pasar a realizar tareas administrativas o de apoyo. Pero no puede hacer el servicio 222, de custodia en locales, y eso le afecta enormemente el ingreso familiar.

Más que resquemores, son tabúes para nada fáciles de cruzar. Es difícil que un policía o un bombero, por las características de su función, acepten que sienta miedo, por ejemplo. Pero cada vez son más los que se están acercando a la unidad, señaló Escames.

Del total de pacientes, los más comunes son funcionarios de radiopatrulla, seguridad o coraceros. La gran mayoría es personal subalterno, a veces enviado por los oficiales o superiores a su cargo. En este sentido, Escames destacó como hecho positivo que cada vez son más los que llegan por su propia cuenta.

Esta unidad ha hecho esfuerzos por darse a conocer, a partir de 2005. Durante la última semana de clases de los cadetes han realizado una presentación en "sociedad", tanto para ellos como para el personal subalterno que tengan a su cargo en el futuro.

Respecto a las características que tiene un funcionario que se acerca a la unidad que coordina, Escames señaló que no hay un parámetro ni época de "zafra" particular. Sí mencionó que tuvo mucha afluencia de bomberos luego del incendio en el barco ucraniano del año pasado y que una población especialmente sensible son los guardia carcelarios, "sobre todo luego de motines que los puedan incluir como rehenes", explicó.

Un tema importante es cuando los funcionarios no pueden hacer el servicio 222, dado que es una cuestión fundamental para muchos de los que se acercan a esta unidad. "Ese es el punto que más temor provoca entre los pacientes", reconoció  Escames.

Respecto a qué ocurre cuando el trastorno psicológico es tal que requiere asistencia psiquiátrica y el diagnóstico indica que se le deje de permitir el porte de armas. Según indicó Escames, esto ha ocurrido en pocos casos. Entre el 5 y el 8% del total de pacientes consultados.

Según datos aportados del Ministerio del Interior, un agente de segunda, el escalafón más bajo, percibe, sin tomar en cuenta los descuentos, 5.516 pesos. Un administrativo, 4.260. El grado siguiente, agente de primera, tiene sueldos de 5.962 y 4.623 pesos, respectivamente. Hacer el servicio 222 le puede significar a los policías duplicar sus ingresos. Representa más de 40 pesos la hora. Y no poder hacerlo es un golpe tremendo a la economía familiar.

Más allá de ese problema puntual, esta unidad sólo actúa en casos de eventos traumáticos. Además está la realidad que viven los policías. Porque a los bajos sueldos se le suma el hecho que muchas veces viven en asentamientos y que más allá que no estén en medio de un tiroteo, viven una realidad muy dura. Esa es una carencia que reconocen desde la propia unidad.

La unidad cuenta con tres secretarias, dos psiquiatras, un asesor honorario y apoyo de los diferentes sectores del Hospital Policial, como ser de psiquiatría, servicios sociales o la especialidad médica que haga falta. "Son pocos y por ahora sólo están abocados a los problemas surgidos luego de una operativa a causa de la función", informó Escames.

El proyecto para elevar el número de funcionarios en esa unidad ya está en conocimiento de las autoridades. Pero aún no se sabe cuándo se podría concretar, según comentó Escames. Además, la doctora indicó que "la respuesta no tiene la celeridad que uno desearía".

Juan M. y José S. son dos agentes del primera aún en actividad, que no conocían a ciencia cierta la existencia de esta unidad, pero que creen que es necesaria, aunque con mayor amplitud que lo que ofrece.

Otros, como el secretario del Sindicato Policial, Alvaro Sosa, y el presidente del gremio de Bomberos, Rodrigo Gómez, son mucho más escépticos sobre la utilidad de esta unidad. Ellos sobre todo resaltan su carencia principal, que solamente apunta al estrés post-traumático.

Entonces, cuando ingresa el funcionario a la unidad y se le pregunta, según el formulario, si presenció o experimentó el evento, y cómo respondió. Luego cómo revive la experiencia (mediante sueños, flash-backs, recuerdos permanentes, malestares físicos), qué síntomas siente, si se sobresalta, está irritable, tiene problemas para dormir... Finalmente, cómo está repercutiendo en su vida social, laboral o familiar. En la unidad tratan de darle al tema un enfoque multidisciplinario, según indicó de esa misma unidad del Hospital Policial la asistente social Mary Teresita Peña.

Peña señaló que su rol, la de asistente social, es especialmente importante en el caso más temido por los pacientes: cuando su estado es tal que se recomienda que no se porte armas. Esto, sin tomar en cuenta las veces que intervienen ya que el trauma requiere una internación, ya sea en el hospital o domiciliaria.

Tanto Peña como Escames destacan el vínculo que tienen con la Caja Policial para paliar, en lo posible, el perjuicio económico que le representa una internación o si el funcionario no está en las condiciones de portar un arma. Eso sí, esta ayuda no es suficiente y ni siquiera se da en todos los casos.

Cabe destacar que un policía que está descompensado y necesita elementos psicoactivos para tratarse no puede portar un arma. A eso se le suma la situación familiar, muchas veces precaria, y la cantidad de horas que trabaja. Un bombero tiene un régimen de 24 por 24 horas, un policía en Montevideo hace turnos de ocho a 12 horas, y luego están los artículos 222 y 272 (bomberos). Esto implica una sobrecarga horaria "demencial" y puede "explotar" en algún momento. Sólo hace falta recordar el caso de Euskalerría, de noviembre de 2004, se cree que una situación de estrés estuvo sobrevolando esa tragedia que terminó con un adolescente muerto y un policía procesado.

Respecto a cómo actúa la Caja Policial en esos casos, la directora de la institución, Isabel Rodríguez, señaló que cuando se le acercan los funcionarios con estos problemas se analiza el riesgo social al que está sometido el funcionario. Una vez hecho eso, se le hace un respaldo limitado sobre lo que no cobraría por concepto de horas extras.

No es una solución perfecta, de alguna manera refleja el temor de los policías a pasar por la Unidad de Distrés Funcional, que es algo sin dudas necesario. "Luego de calcular un promedio se le asiste con hasta un 70% de lo que dejaría de percibir por concepto de horas extras por un máximo de seis meses. No más de eso", indicó la directora de la institución.

También, señaló Rodríguez que se busca una manera de respaldo más genérico, otras maneras de soportes sociales tales como apoyo alimentario. Esta práctica comenzó en marzo de 2005. Es importante señalar que se aplica sólo en las enfermedades o traumas vinculadas al ejercicio propio de la profesión y no otras situaciones más generales.

Si la lesión o el trauma motiva que el funcionario quede lesionado de por vida, ahí entran a articularse otros instrumentos. Instrumentos jubilatorios, explicó Rodríguez.

En cuanto a la cantidad de casos que han analizado, según indicó Rodríguez desde marzo de 2005, cuando comenzaron a implementar este sistema, al que llamó "Plan de Asistencia Integral", han analizado un total de 219 expedientes. Desde la Unidad de Distrés Funcional llegó un 10% de esa cifra, unos 22.

Según los policías consultados, cada vez están yendo más usuarios a la unidad y eso es un buen indicador. Pero casi todos los consultados no tenían noción concreta de la existencia de la Unidad de Distrés Funcional.

Cuando preguntamos sobre las cosas que les generaban estrés, mencionaban los hechos traumáticos pero también ponían énfasis sobre la realidad cotidiana, aquella que no tiene relación con la muerte de un compañero o los momentos posteriores a un tiroteo. Realidad cotidiana que es su precaria situación salarial y social, según indicó Rodrigo Gómez, presidente del sindicato de Bomberos.

Las situaciones son muy delicadas y saben en la Unidad de Distrés Funcional que no se soluciona con unas sesiones de terapia, ni con  psicofármacos.