La Tertulia de los viernes y su homenaje a uno de sus fundadores.

De nuestro archivo: el festejo de la vida de José Claudio Williman

Así definió Carlos Maggi al homenaje que realizó La Tertulia de los viernes a José Claudio Williman, uno de sus fundadores, fallecido el lunes 7 de agosto a los 81 años. Sin duda fue una vida para festejar. Y de hecho Carmen Tornaría, Mauricio Rosencof, Mariano Arana, Juan Martín Posadas, Alberto Volonté, Jorge Batlle y Javier García siguieron esa premisa.

(Emitido a las 9.39)

EMILIANO COTELO:
Comenzamos esta tertulia desde nuestra fonoplatea en el Café Irazú, Ciudad Vieja, Juan Carlos Gómez casi Buenos Aires.

Carmen Tornaría, buenos días.

CARMEN TORNARIA:
Buen día, Emiliano. ¿Cómo estás?

EC - Carlos Maggi, ¿cómo te va?

CARLOS MAGGI:
¿Qué dices, mi querido?

EC - Mauricio Rosencof, ¿cómo andas?

MAURICIO ROSENCOF:
Lo más bien, acá, con todos.

EC - Â...y José Claudio WillimanÂ... ¿Qué dice?

(Audio)

Â"JOSÉ CLAUDIO WILLIMAN:
Emiliano.Â"

(Fin.)

EC - Como verán, sigue saludando igual. Es que no es tan difícil imaginar que el doctor Williman todavía forma parte de esta tertuliaÂ... Después de todo, últimamente no lo teníamos acá físicamente, en la mesa. Su presencia era por teléfono, sólo su voz, nada más que ese vozarrón que Dios le dio.

Justamente, en esta tertulia de hoy vamos a encargarnos de que la presencia de Williman se note bien fuerte. ¿Cómo podemos definir el encare, Carlos? ¿Cómo lo calificarías tú?

CM - Yo me he negado siempre a hablar de mis amigos muertos, sobre todo de mis amigos ilustres. La emoción es una cuestión de uso interno y mostrarla es un tipo de striptease que no comparto. Pero para esta tertulia hicimos un pacto y lo vamos a poder cumplir: festejar la vida de Williman, que fue preciosa, y no llorar su muerte, que es tan desagradable. Para festejar la vida de Williman voy a hacer de tripas corazón y voy a participar hondamente en esta tertulia.

EC - En los próximos minutos vamos a ir escuchando a varios amigos de José Claudio que hoy nos acompañan en la fonoplatea y que van a ir charlando con Carlos, con Carmen, con Mauricio, con la audiencia. Por ejemplo, con quienes han sido sus compañeros de esta mesa en los últimos tiempos.

MR - Está presente en la actitud que asumimos en cada intervención que hacemos. Es una presencia que en el día de hoy me obliga, por ejemplo, a decir de todo corazón que estamos en el 170 aniversario de la fundación del Partido Nacional, su partido. La gente que hoy percibe a Williman lo ve como un profesor señorial con un don de gentes de principios de siglo, casi un caballero español, pero yo lo vi desmelenado en una tribuna como secretario general de FEUU convocando multitudes. Nunca la FEUU juntó tanta gente como cuando la lucha por la autonomía universitaria, y allí estaba José Claudio cerrando el acto y anunciando algo de lo que yo estaba totalmente en contra en ese momento pero que marcó una línea que cruzó desde esa tribuna hasta Marcha, que decía: Â"Y ahora los invito a desfilar contra los imperialismos yanqui y rusoÂ".

EC - CarmenÂ... Mirá desde cuándo lo conocía Mauricio. ¿Cuál es tu caso? Está claro que trabajaste muy junto a él en el Codicen. ¿Y antes?

CT - Primero voy a decir lo que pensaba. Una vez estábamos en el Codicen en una sesión, y yo, refiriéndome a alguien, dije Â"ese es un pitucoÂ". Y Williman me dice: Â"A ver, a ver, querida, explicame qué quiere decir ‘pituco’. ¿Yo soy un pituco?Â". Â"No, doctor, usted es un patricio.Â" Â"¡Ja ja ja!Â", largó la carcajada.

EC - Largó la carcajadaÂ... ¿y le gustó?

CT - Le gustó, le encantó. Era un patricio y coqueto. Lo conozco a Williman desde que era chico. Era amigo de mi padre, fue compañero de mi padre, trabajó con mi padre, por ejemplo en la defensa de Ferreira Aldunate, y después tuve el honor de que fuera compañero mío, colega, en el Instituto de Profesores Artigas, como docente. No fue profesor mío pero fue profesor de mi marido y de toda la patota de amigos de mi marido, que lo adora. Y después estuve con él en el Codicen en un período precioso, precioso, durante la administración Rama, donde formamos equipo y se sumó como uno más. Y donde no solamente trabajábamos, sino que Williman de noche, a veces –porque trabajábamos hasta de noche tarde–, se iba hasta mi secretaría y ahí con Isabel y Liliana se ponía a cantar ópera, matizábamos cosas. Yo lo quiero. Después fue un honor también compartir esta tertulia con ellos. Realmente, un amigo entrañable, yo lo definiría de esa manera: un amigo entrañable. Con el cual a veces nos peleábamos, como uno hace con los amigos entrañables.

MR - Hay una parte de la intervención de Carmen que es mágica y me recordó a Espínola en el cuento Â"Qué lástimaÂ". Cuando los dos amigos están en un café y uno le ofrece la yegua al otro: Â"Usted va al galpón y se lleva la yegua. Y si no está, se la lleva lo mismoÂ". ¿Me podés explicar, Carmen, ese ternísimo anacronismo que dijiste recién, que conocés a José Claudio desde niño?

CT - Desde niña.

(Risas)

CM - La anécdota más vieja que recuerdo de Claudio, que corresponde perfectamente a su manera de ser, fue cuando vino Juan Ramón Jiménez. Lo recibimos y teníamos un intermediario muy peligroso e íntimo, que era José Bergamín, que había sido su discípulo, con quien se había enemistado y de quien dijo: Â"Cría cuervos y te sacarán los ojosÂ". A lo que Bergamín contestó: Â"Los cuervos sólo les sacan los ojos a los muertosÂ". Así venía la cosa. Entonces Juan Ramón Jiménez daba una conferencia en el Teatro Solís y Bergamín le dijo a Claudio: Â"Dígame una cosa, ¿usted tendría inconveniente, si arreglamos un precio suficiente, de en el momento en que Juan Ramón diga esas cosas serias que dice sobre la poesía, largar una de sus carcajadas?Â". Le duró toda la vida eso a Claudio.

EC - El doctor Williman sigue tan cerca de nosotros que no me cuesta nada pedirle que nos cuente una de sus tantas historias.

Por ejemplo, profesor, podemos situarnos en el 16 de junio de 1984, en aquel legendario viaje del Vapor de la Carrera que trajo a Wilson Ferreira Aldunate de regreso a Uruguay. Wilson volvía del exilio e iba rumbo a la cárcel y en aquel operativo retorno lo acompañaron decenas, centenares de militantes blancos, amigos y periodistas. Por supuesto que usted, José Claudio, era uno de los pasajeros de aquella singular excursión.

EC - ¿Cómo era el ambiente en el barco? En primer lugar, está claro que había demasiada gente. El barco estaba lleno. ¿Alguien pudo dormir aquella noche? ¿Había ansiedad, había temor? ¿Creían que iban a poder llegar al Puerto de Montevideo sin ser interceptados? En fin, ¿cómo lo vivieron quienes iban en el barco?

JCW - Yo tengo que contar que dormí de noche y después de que Wilson bajó dormí la siesta. Lo trajeron a Pivel Devoto para que me viera durmiendo porque el primer momento había terminado y algunos decían: ‘Pero no te duermas, que nos bajamos enseguida’. ¡Qué vamos a bajar! Bajó a las tres y nosotros a las seis; en ese ínterin dormí mi siestaÂ".

EC - Juan Martín Posadas, que está aquí en la fonoplatea, trató muy de cerca a José Claudio en los últimosÂ... ¿cuántos años?

JUAN MARTIN POSADAS:
Unos cuantos años.

EC - Pero en particular en aquel período de la dictadura, con Wilson en el exilio y ustedes haciendo de nexo con Uruguay y con los blancos.

JMP - Lo traté particularmente en dos cosas. Pero antes, si me permiten, voy a decir algo que es lo que más traigo, que es parecido a lo que dijo Carlos Maggi. Cuando uno es invitado, como en este caso, a hacer un homenaje a alguien que es muy amigo y a su vez muy famoso, justamente famoso, se siente muy tironeado por sentimientos contradictorios. La amistad es una cosa muy personal, íntima, de pequeño grupo, que se maneja en otros decibeles, en otros tonos. Y el hombre público, y en este caso Williman, que además de amigo, muy amigo, era hombre público, por otro lado merece, y mucho más, la publicación a los cuatro vientos de lo que fue, de lo que fue para el paísÂ... y de lo que fue para sus amigos. Me cuesta hablar, le digo la verdad.

Yo lo traté mucho en su condición –entre las muchas que tenía– de escritor. Me tocó participar primero en un semanario que se llamaba Opinión Nacionalista, que murió el 27 de junio de 1973. Yo estaba en Treinta y Tres y venía periódicamente a sumarme a ese grupo de gente. Me convocaron, vine una noche, fui a la casa de todavía no sé quién, en bulevar España, donde nos íbamos a juntar –porque era peligroso juntarse– para ver si seguíamos sacando la publicación o no. Y entre los que estaban allí estaba Oliú, estaba Deus, estaba Claudio, y se discutió. Yo era de la opinión de que había que seguir saliendo pero la mayoría era de la opinión de que no y nunca más salió Opinión Nacionalista.

Después me reencontré con él cuando me tocó ser director del semanario La Democracia. Claudio allí, otra vez, participaba, no sólo con su pluma brillante sino con su calor humano y su compañía.

Esos son los dos recuerdos que yo quiero dejarles a ustedes.

EC - Un José Claudio Williman que además de escritor, historiador, político, fue docente. Quizás sea una de las facetas de su personalidad que más gente recuerda, cuántos alumnos pasaron por sus clases, cuántos lo tuvieron integrando tribunales de examen. En especial Williman dejó una huella muy fuerte en la Facultad de Arquitectura, y el arquitecto Mariano Arana, hoy ministro de Vivienda, en esa época lo conoció y lo trató.

MARIANO ARANA:
Es un gusto estar con todos ustedes y con Williman aquí presente. Lo conocimos, como el Ruso Rosencof, como secretario general de la FEUU, con aquel vozarrón que no necesitaba micrófonos para proclamar sus ideas, que yo sí compartía en aquel momento. Y compartimos muchas más, porque llegamos a estar en actos comunes por aquellos años 60 y tanto, 62 me parece, apenas recibido, y él hablando y convocando a una especie de reconciliación más allá de opiniones divergentes. Fue una vocación de toda su vida, más allá de haber abrazado en forma muy categórica, junto a Wilson Ferreira Aldunate, que fue una de esas figuras absolutamente inolvidables en la gestación del pensamiento de una etapa muy dura de nuestro paísÂ... Ese sentimiento fue lo que permitió que Williman, en una facultad muy conflictiva, muy dinámica, ideológicamente muy convulsiva por momentos, ser apreciado prácticamente por todo el mundo. Llegó allí como docente en el 57.

EC - Docente de Economía.

MA - Yo no lo tuve como docente, lo tuve como persona que había conocido en la FEUU apenas y luego muchísimo en la facultad y en muchas cosas que fueron comunes. Como digo, compartiendo aquellas pequeñas reunificaciones iniciales que dieron origen a movimientos como el Fidel, o el nuestro, que estaba con Nuevas Bases, con gente tan diversa hoy como Sarthou, como Real de Azúa, como tu marido, Tornaría, como Lungo de Torres, y con proximidad de pronto con Calitos Real de Azúa, que hacía pegatinas con nosotros convocando a la gente a nuevas formas de organización. No se puede creer que Carlitos Real de Azúa llevara el engrudo en aquel Morris eterno, porque todo lo que tenía y todo lo que ganaba lo gastaba en libros, a tal punto que un día pensé que iba a ser desalojado de su propio apartamento por las compras que hacía y que leía, por cierto. Y con el Tucho Methol, con el que recuerdo una de esas anécdotas divinas de WillimanÂ...

MR - Y Ares Pons.

MA - Y Ares Pons, maravillosa persona, extraordinaria. Y Martínez Seez, que falleció hace un montón de años. Reunificando gente de corrientes batllistas, de corrientes nacionalistas, de corrientes de izquierda de toda la vida, gente independiente. En una de esas charlas de café maravillosas, con Vivian Trías además, otra gran pero gran figura, el que tomaba la palabra y no la largaba era el Tucho Methol. Con ese vozarrón de Williman, Methol sin embargo lograba dominarlo. Y en determinado momento, con las dificultades que entonces tenía y que hoy me parece que ha superado en gran medida, su tartamudez que le impedía hablar por teléfono, odiaba hablar por teléfono en cambio le encantaba hacer los discursos en las mesas de café y en otras mesas también. En determinado momento Tucho empezó a trancarse de una manera impresionante y que nos tenía a todos un poco nervioso. Y Williman, con su bonomía, le dijo: Â"¡Pero Tucho, esta vez te trancaste en la efe!Â".

Miren que tengo anécdotas increíbles... Por primera vez en un Tribunal de Historia del Arte, con una profesora de la que se me escapa ahora el nombre, vi un muchachito y me decían que era un poco tartamudo. Para mi sorpresa, y contrariamente a lo que suele ser la tartamudez en la gente, este hombre empezó a trancarse en las vocales... ¡Nunca lo había visto! Ahora me viene el recuerdo. Y me viene el recuerdo maravilloso de Williman, de su bonomía, de esa amplitud para todo lo que significaba la comprensión del otro que es tan importante para ayer, para hoy y para el futuro.

EC – Rosario, tu sí has contado que lo tuviste como profesor.

ROSARIO CASTELLANOS:
Sí. Siempre digo que para el estudiante de Arquitectura, la materia de Economía era de aquella en las que uno pasa rápidamente tratando de salvar. No era el cuerpo de nuestros intereses mayores. Williman lograba en las clase tal amenidad que terminábamos todos entendiéndolo todo, que ya era un gran cosa, pero además disfrutando de una clase en la cual por supuesto nunca faltaba una broma, una carcajada, una cordialidad muy particular para con los alumnos. Sin embargo, como dije el otro día, nunca me animé, entre todos los contertulios, a tutearlo. No porque él estableciera una distancia. Simplemente porque de hecho, en su condición, en su calidad intelectual, sí la había.

EC – Carlos a tí te entusiasmaron mucho estos cuentos...

CM – Sí, yo tengo una anécdota de él que no presencié pero sí me contó. Dice que estaba examinando con Antonio Grompone, con el gran Grompone, en Facultad de Derecho. Vino a examinarse una muchacha embarazada. Empezó mal la bolilla, no daba pie con bola. El primer examinador era Williman y ella no acertó con ninguna. Williman decía que no había manera, que le tiraba todos los cabos posibles... Con Grompone fue peor... Llegó el momento en que iban a discutir y Williman dijo que no había que discutir, era un desastre. Grompone le dijo que nunca había bochado a una mujer embarazada. Â"Yo quedé impresionadoÂ", recordaba Williman. Â"¿Qué hiciste?Â", le pregunté... Â"¿Y qué iba a hacer...? Era a favor de la estudiante... dije: ‘entonces, regular con dos votos’...Â".

(Risas)

CT – Mucha gente no sabe que Williman empezó su actividad docente junto a Grompone, a los 20 y pocos años, como fundador del Instituto de Profesores Artigas (IPA). Hay una anécdota. Parece que Grompone lo distinguía por la brillantez intelectual de Williman aunque era un chiquilín. Cuando festejamos el aniversario del IPA, alguien se refirió a Grompone y su condición de masón. Williman estaba sentado al lado mío y me dijo: Â"Sabés que hay algo que no le perdono –Williman tenía también esa veta de niño grande-: nunca me invitó a ser masónÂ".

MR – Yo sigo los recuerdos políticos de Carlos. Eran los tiempos en que por CX4 se escuchaba El Pericón y Â"mi saludo habitual de todos los días a los productores rurales de mi país...Â" Eran los tiempos de Â"Chico TazoÂ". Una vuelta, entro al Sportman y recuerdo que en una mesa estaba Â"el gordoÂ" Fierro, el poeta, que se caracterizaba por su talento y además por tener un excesivo... muy grande.

EC – Mauricio hace un gesto con las manos que los oyentes, claro, no ven... como indicando una cabeza un tanto grande.

MR – En la mesa de al lado estaba Claudio. Primero me paro frente a Fierro, lo miro serio y le digo: Â"¡Qué mate pa’ un cabildo abierto!Â" En la mesa de al lado larga la carcajada de Williman. Entonces le digo a Williman lo que realmente me había ocurrido en el plano político con respecto a Benito Nardone. Eran los días en que Reyes Abadie, Â"el tartaÂ" Methol, José Claudio Williman, entran a apuntalar ideológicamente, históricamente, políticamente a Benito Nardone. Entonces, le digo: Â"a partir de tu actitud, empecé a tomar en serio a Benito NardoneÂ".

JCW – Cuando me preguntan que soy en este momento, yo digo que soy docente. Y me preguntan por la tertulia de El Espectador. Yo siempre digo que es docencia, que tratamos de hacer docencia, de darle oportunidades al escuchaÂ".

EC – Interesante. ¿Ustedes se ven haciendo docencia?

CT – La condición de docente me parece que no te la podés sacar ni adentro de tu casa, ni en los espacios de amigos. Es una de esas profesiones que cuando la sentís –el doctor Williman la sentía, yo también porque tuve gente como él que me enseñó a sentirlo- no te podés despojar de ella. Y docencia es comunicación fundamentalmente y esto es comunicación.

MR – Yo ejerzo el aprendizaje.

(Risas)

***

JCW – Yo creo que en este grupo nuestro, contribuimos todos a la rehabilitación del país, a que vuelva a ser aquello que he dicho tantas veces de Renán: ‘La nación es un conjunto de hombres que tienen muchas cosas en común y muchas cosas que olvidar’. Nosotros no contribuimos a recordar las cosas de las cuales podríamos avergonzarnos sino que contribuimos a recordar las cosas que nos unen, que nos acercan. Contribuimos a eso permanentemente en esta tertulia.



EC – Una de las actividades públicas más notorias del doctor Williman en los últimos años fue la participación en la Comisión para la Paz, nombrada por el doctor Jorge Batlle para la primera investigación sobre el destino de los detenidos desaparecidos.

 

Doctor Batlle, ¿por qué lo convocó a Williman para aquel grupo?

JORGE BATLLE:
En primer lugar, escuché con emoción la palabra de José Claudio. Tenía un entrañable cariño y amistad con él, tan antigua como la vida misma, desde nuestra primera juventud hasta siempre. La amistad aunque él no esté con nosotros.

Sentí que José Claudio era un hombre ideal para incorporarse a las tareas tan difíciles que le tocó hacer a la Comisión. No solamente por su representatividad política, quizás ese era el aspecto menos importante y trascendente de su personalidad para determinar su presencia en ese núcleo de ciudadanos. José Claudio era una persona de altos valores morales. De altos valores intelectuales, por cierto, todo el mundo así lo reconoce. Pero tenía altos valores morales. Y los valores morales son más importantes que los valores intelectuales. Hoy más que nunca los valores morales siguen siendo el tema central de la vida de las personas y de las naciones.

Ya los filósofos morales ingleses –Lord Shaftesbury, Hume, Adam Smith- anteriores y a mi juicio más importantes que los filósofos racionalistas franceses, habían señalado el hecho claro y distintivo de la vida de las sociedades y de las personas de la insustituible importancia de los valores morales. Y si hay alguien que lo representaba de una manera arquetípica sin ninguna duda lo fue mi querídisimo amigo José Claudio Williman.

***

EC - En esa época ustedes charlaron mucho con Williman de la Comisión para la Paz, y saben por lo tanto cómo vivió esa tarea, que fue dura.

CM - Lo más formidable fue la discreción de Williman para con los datos internos de esa comisión, de los cuales nunca, en la mayor intimidad, pude enterarme de nada. Con una naturalidad enorme él guardaba un secreto. Cuando hicimos el libro con Di Candia –a Di Candia se le ocurrió que Williman y yo contáramos la historia reciente y nos citó para hacer ese libro que terminó llamándose Â"Tiempos de tolerancia y tiempos de iraÂ"– en las conversaciones –nos reuníamos una vez por semana– salieron muchas veces temas vinculados con la dictadura y con los desaparecidos, con los derechos humanos y con la Comisión para la Paz, y Williman hacía siempre un trazado perfecto pero nunca entraba a lo que importaba, la comisión quedaba apartada. Era encantador, contestaba todo, decía todo pero no decía nada.

Tengo una anécdota muy linda que quiero contar. Trabajamos cerca de un año hace muy poco, fue el año pasado prácticamente. En un momento dado pensamos los tres que habíamos terminado el libro. Entonces releímos lo que estaba escrito y nos reunimos. Yo iba muerto porque el libro era un desastre absoluto y no sabía cómo plantearles a Di Candia y a Williman que era un mamarracho lo que habíamos hecho. Lo habíamos tomado totalmente en serio, habíamos puesto mucho trabajo, hablábamos y Di Candia después desgrababa y corregía. Fui y lo dije y Williman me miró y me dijo: Â"Ah, ¿vos también te diste cuenta?Â". Â"Sí.Â" Â"Hay que hacer todo de nuevo.Â" Di Candia, que era el más perjudicado, quería morirse. Después, con una alegría enorme, hicimos el libro de nuevo. No quedó del todo bien –vamos a no exagerar–, un libro no se puede hacer –una lección muy importante– verbalmente, la cabeza trabaja de una manera cuando habla y de otra manera cuando escribe, y el lector lo siente muchísimo. Quedó como con un intermedio porque corregimos la versión anterior cambiándola toda pero no hablando sino escribiendo. Pero ahora es un documento precioso, a medida que pase el tiempo va a ser documento de época y no un libro contemporáneo. Un clásico.

(Risas)

***

EC - Volviendo a la Comisión para la Paz, al doctor Williman le dolió aquel trabajo.

CM - Sí, de esas cosas me contó muchas. Sobre todo las delicadezas y los secretos con los deudos de los desaparecidos, cada uno con una reacción diferente. Había reacciones de diferente altura moral, desde la venganza hasta el entendimiento, hasta el respeto, hasta las cosas más admirables en los que habían sido víctimas dolorosas de lo que había pasado. Eso sí me lo contaba y era para mí un catálogo de reacciones humanas muy importantes. No predominaba, felizmente, el instinto de venganza, que era lo natural y lo instintivo, sino que había otra cosa, había pasado el tiempo y había gente que reaccionaba de manera formidable. Para mí fue muy hermoso, él lo contaba muy bien.

EC - Ya que estamos hablando de estos temas, puede ser oportuno incorporar uno de los tantos mensajes que han llegado en estos días de oyentes de En Perspectiva y de la tertulia de los viernes en particular. Un mensaje que llegó esta misma mañana y que seleccionamos, pidiendo disculpas a todos los otros que están quedando fuera.

ELISA LIEBER:
Un mensaje del teniente general Ángel Bertolotti, que dice: Â"Deseo unirme al recuerdo del doctor, quien con su honestidad intelectual y su profunda vocación de servicio tuvo siempre un tiempo para compartir sus conocimientos y para brindarme su apoyo cuando recurrí a élÂ".

Muchos mensajes emotivos y de homenaje de alumnos, colegas y oyentes en general. Seleccionamos este, pero han llegado muchísimos mensajes de cariños a todos y a la tertulia en especial.

JCW - ¿Cómo me resulta esto? Asombroso. Confieso que no pensé que tuviéramos este éxito de taquilla, peroÂ...Â"

(Este audio corresponde a la primera tertulia de los viernes que se realizó en fonoplatea. En aquella oportunidad fue en la Confitería Oror del Rihn).

EC – Williman integró el Consejo Directivo Central de la Educación Pública, y antes de eso fue decano, fue el primer decano que tuvo la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Un período de cinco años durante los cuales tuvo como colaborador muy directo al doctor Javier García, hoy diputado, que también está aquí con nosotros en la fonoplatea.

***

Javier, tú fuiste asistente académico. Cuántas historias podrás traer hoyÂ... ¿Por qué no elegimos una?

JAVIER GARCIA:
Muchísimas. Previamente una faceta de José Claudio, algo que sin duda sus hijos y nietos, que están por aquí, recordarán: su carcajada. Incluso en la anécdota del barco de Wilson, si uno escucha las grabaciones, las filmaciones que hay, cuando se comienza a cantar el himno en la cubierta del Ciudad de Mar del Plata, la primera voz que se siente es la de José Claudio.

EC - Es clarísimo, basta escuchar con un poco de atención, es la voz de Williman. Más de una vez pusimos esa grabación al aire y se notaba.

JG - Así como era de carcajada muy ruidosa, muy notable, también era un hombre de lágrimas, muy emotivo. Yo siempre cuento que José Claudio hablaba del tío Alfredo, que había muerto allá por el año 30 o 40 del siglo pasado, lo mencionaba y lloraba como si hubiera muerto hacía 10 minutos. Y así era con todo el mundo, era un hombre de afectos muy profundos.

Pero quería contar una anécdota vinculada con su tarea docente y docente en todos los aspectos de la vida, no sólo en el aula sino en el diario vivir. Yo tenía mi despacho de asistente académico pegado al de José Claudio, trabajábamos con la puerta abierta, él en el suyo y yo en el mío, y hablábamos de todos los temas de la facultad. Una mañana del año 91 me dice: Â"Llamame a fulanoÂ", que era un funcionario administrativo de la Facultad de Ciencias Sociales que se había metido un macanazo terrible, una falta de las graves. Â"Llamámelo y dejame solo con élÂ". Lo llamo y me voy. Al rato, en la escalera de la facultad, allá en el edificio de Emilio Fontana –un edificio de Vilamajó que la facultad tiene gracias a José Claudio, una preciosa obra de arquitectura, por el cual trabajó mucho–, me encuentro con el funcionario que espontáneamente me empieza a hablar muy bien de Williman sin que yo le preguntara nada: Â"Qué tipo bárbaro, qué tipo fenomenalÂ". Sabiendo que algo había habido en el medio y que había habido una reunión en la que seguramente había sido reprendido, me llamó la atención. Voy a mi oficina y le pregunto a José Claudio: Â"¿Cómo anduvo la cosa?Â", y me dice: Â"Le dije de todo y lo sancioné. No llegué al extremo del reglamento pero lo sancionéÂ". Y le digo: Â"Me llama la atención, porque este hombre me acaba de hablar muy bien de ustedÂ". Y ahí me enseñó algo, me dijo: Â"Mirá, Javier: cuando un superior tiene que señalar un error a un dependiente, a un subalterno, siempre lo debe hacer en privado, porque si lo hace en público lo que se percibe que se quiere humillar al que fue corregido, y cuando se hace en privado la persona percibe que lo que se quiere es corregir. Y humillar no corresponde entre seres humanos, pero aparte siempre se pierde porque instantáneamente se va a obtener la venganzaÂ".

Me pareció una enseñanza espectacular, que habla del ser humano pero también del docente, aquel que busca corregir, no hacerle daño al otro.

EC - Además de los datos que ya han ido apareciendo en estos minutos de esta tertulia de hoy, vale la pena recordar que José Claudio Williman nació en Montevideo el 5 de enero de 1925, fue padre de seis hijos, era abogado, graduado de la Universidad de la República y egresado de la ex Sección Agregaturas de Enseñanza Secundaria, con cursos aprobados en Ciencias de la Educación. Fue docente de larga trayectoria, pero además fue escritor, publicó numerosos trabajos, entre ellos, por ejemplo, Â"La historia económica del UruguayÂ" y Â"Santos, la consolidación del EstadoÂ".

JCW - Una vez leí una frase genial, en una obra de filosofía fundamental que es la revista ‘Para ti’, que decía: ‘Hay quien sostiene que el dinero no hace la felicidad, pero ¿quién dice que la ahuyenta?’.

EC - ¡Cuántas anécdotas! Imposible abarcarlas todas. Carmen, contate una.

CT - Yo a veces me peleaba con Williman. Él como un veterano que había crecido en la época en que creció, aunque era un caballero, era un tanto machista. Entonces el tema de la condición de la mujer salía. Incluso empezó a salir porque Mariana –que está hoy acá y que tendría unos 15 años entonces– tenía que hacer un trabajo, entonces estuve hablando con ella, le di unos videos. Al otro día viene Williman y me dice: Â"Che, ahora mi hija se volvió feministaÂ", y yo le dije: Â"Yo no hice nada más que informarÂ".

Pero había un tema muy candente para Williman, que era la despenalización del aborto. Él que era un tipo abierto tuvo que representar a Uruguay en Egipto en el Congreso de Población, e iba con la posición contraria. Siempre era cariñoso igual, quería congeniar, entonces viene a mi escritorio y me dice: Â"Mirá, querida, lo que pasa es que la vidaÂ...Â". Â" No, no, no, no me venga con eso, la despenalización del aborto no obliga a abortar a nadie y es una posibilidad de que haya equidad, las mujeres pobresÂ...Â", empecé a argumentar. Entonces como vio que perdía por ese lado, me dice: Â"Te voy a decir la verdad: yo no puedo aceptar eso porque soy católicoÂ". Y le digo: Â"Pero es católico para lo que le conviene, porque usted es divorciadoÂ". Â"Ah, no, contigo no puedo discutir másÂ...Â"

EC - Uno de sus grandes amigos fue/es el doctor Alberto Volonté, que también está con nosotros esta mañana, y a quien no sé cómo pedirle una historia o un apunte sobre Williman.

ALBERTO VOLONTÉ:
No, no, ninguna historia ni ningún apunte. Como dijo Carlos Maggi, que marcó a todos los que estamos acá, hoy se está festejando una vida. No sé de cuántos compatriotas el día que nos falten podremos decir que vamos a festejar su vida. Por tanto lo que dijo Carlos, como tantas veces en su magisterio, el talento está en decir en una frase o en una palabra todo, entonces todas las risas que escuchéÂ... Escuché muchas risas y vi más caras alegres que caras tristes, aunque me llamó la atención alguien que quiero mucho y a quien no veo emocionarse seguido, que es Juan Martín Posadas: los ojos le brillaron de lágrimas. Quienes conocemos y queremos a Juan Martín sabemos que cuando llega a esoÂ... cuidado. No me pasa a mí, yo soy llorón por naturaleza. En eso como en tantas cosas admiraba a Claudio, en esa proverbial expresión de la risa y de la lágrima, de los sentimientos.

Me gustaría dejar una reflexión. Todos los uruguayos soñamos con la tolerancia, la pluralidad, el entendernos, el espíritu republicano, Â"como nosotros en ese aspecto no hayÂ", y no es tan así. Vivimos desgraciadamente enfrentados, muchas veces equivocadamente enfrentados, a veces veo enfrentados a los que coinciden, no se dan cuenta de que coinciden y se enfrentan igual. Claudio estaba comprometido como pocos seres humanos con todas las cosas de su vida. Estaba comprometido con sus ideas religiosas, con la filosofía en la que él creía, con la política, con la sociedad, no había cosa con la que José Claudio no se comprometiera con esa pasión avasallante. Fue el único caso que conocí de un hombre que ponía tanta pasión en defensa de sus convicciones, y jamás lo vi ofender a quienes piensan absolutamente diferente y están en las antípodas. Por eso lo que nos deja a los hijos, a los nietos, a todos nosotros, a los que nos escuchan, a los uruguayos, es ese maravilloso ejemplo de compromiso con lo que se cree. Pero no tolerancia, aquello de Â"no tengo más remedio que aguantarteÂ"; no, la comprensión apasionada de lo que piensan los demás.

EC - Lo que decía Volonté recién tiene mucho que ver con lo que fue su aporte a la tertulia, el aporte de Williman y el que terminó siendo el clima de esta mesa. Sobre él hablaba hace un rato en una de las grabaciones que escuchábamos.

MR - Ahora tengo que referirme a dos cosas, porque el bloque anterior lo inició Williman con algo que yo quería recalcar y que acaba de recalcar Volonté. Es algo que conversamos mucho en el boliche, desde mucho antes veníamos conversándolo con Maggi: el grado de entendimiento que habíamos logrado en las discrepancias. Habíamos logrado poner cada uno de nosotros lo mejor de sí, poner los pensamientos sobre la mesa respetando el pensamiento del otro y tratando de lograr una conjunción con la esperanza de proyectar ese sentimiento de entendimiento no sólo a nivel de los oyentes sino más allá, al punto que alguna vez pensamos intervenir con algún mensaje con ese espíritu. Tengo la esperanza de que la gente que nos ha llamado, alguna gente que me ha llamado –me acaba de ocurrir recién– y que nos viene a saludar en carácter de deudos, se esté refiriendo a ese espíritu que quisimos trasmitir, al que Williman contribuyó enormemente y definió en su intervención del bloque anterior, para que el entendimiento –aunque es una palabra que a Volonté no le gusta mucho– llegue para que podamos construir un país mejor.

EC - Williman tiene una deuda con nosotros, de la que hablamos más de una vez en estas tertulias. A ver si la podemos refrescar.

JCW - Yo soy un fanático de la ópera, me lo trasmitió mi padre. Llegué a estudiar canto cuando tenía 20 años.

EC - Todavía tiene pendiente cantar un día en este micrófono.

FEDERICO GARCIA VIGIL:
Voz hay de sobra.

EC - Sí, todavía tiene pendiente cantar un día en este micrófono. Porque hubo más de un amague, pero no concretado. Por ejemplo aquella vez que Carlitos y Mauricio se pusieron a cantar murga, ahí le dimos manija a Claudio.

CM - Era género menor, murga, él no está para eso.

CT - El otro día también cantamos, el cumpleaños feliz para el doctor Maggi.

EC - Allí sí cantó, pero no fue en la tertulia, fue en la casa de Maggi el sábado pasado. Tenía pendiente cantar en estos micrófonos. Y creo que va a saldar esa deuda.

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Escuche la grabación de José Claudio Williman cantando el Ave María, de Franz Schubert

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(Aplausos.)

Vea el tributo a José Claudio Williman

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Edición: Mauricio Erramuspe