El canciller mexicano, Luis Ernesto Derbez, dijo este jueves ante el Pleno del Senado que el gobierno mantiene una "posición inequívoca de rechazo (a la construcción del muro) como una solución al tema, tanto de migración como de seguridad".

Derbez reaccionó así a la ley firmada esta semana por el presidente estadounidense, George Bush, que incluye fondos para construir un muro de 1.200 kilómetros en la frontera con México.

Para el gobierno mexicano, el muro "no aporta elementos para la solución de un problema tan complejo como el migratorio y es una alternativa que agudiza la migración ilegal a través de rutas más complicadas".

El canciller recordó, además, que Estados Unidos tiene esta idea desde el año 1995 cuando a través de otra ley autorizó "la construcción de dos vallas adicionales en el tramo de la Mesa de Otay hasta el océano Pacífico".

Derbez también trató el tema en una conferencia de prensa y dijo que el gobierno presentará una queja formal ante Naciones Unidas y que el equipo jurídico de la Cancillería está examinando cuáles serían las opciones a nivel internacional para adoptar contra Estados Unidos.

Además, destacó un punto clave en esta discusión: que el 50% de los migrantes que están irregulares en Estados Unidos cruzan la frontera con documentos.

Esas personas pasan por los puestos de control con visas de turista y que cuando se vencen se quedan de todas maneras en Estados Unidos.

Por eso, México asegura que la construcción del muro no solucionará el problema de fondo.

De gira por América Latina antes de asumir su cargo en diciembre, el presidente electo mexicano, Felipe Calderón, también rechazó la construcción del muro, según información de la agencia de noticias AFP.

En su escala por Guatemala dijo que la medida resulta "inapropiada para la relación bilateral".

En tanto, el gobierno de Estados Unidos considera que el muro en la frontera es un hecho, sobre todo porque forma parte de los esfuerzos por atajar el problema de la inmigración ilegal, un tema que ha cobrado mayor fuerza conforme se acercan las elecciones legislativas del 7 de noviembre y donde Bush busca mantener el control de las dos cámaras del Congreso.