Carta de José Saramago por la marcha de los varones contra la violencia doméstica
"Estimado Ricardo Ehrlich,
Tomados, uno por uno, los seres humanos no parecen ser capaces de hacer milagros. Pero los pueblos sí. La semilla que ahora se está sembrando en Uruguay puede abrirse mañana en alfombras floridas, levantarse al cielo como una floresta gigantesca, cubrirse de pájaros que entonarán el cante de la más hermosa armonía. Esa que habrá de colocar frente a frente a hombres y a mujeres libres e iguales en derechos y deberes, quienes permanecerán intocables, ojalá, durante todos los tiempos de los tiempos como una moneda de oro que nunca perdiese su valor.
La violencia machista, el maltrato físico y psicológico, la tortura moral y material, la muerte violenta, son cosas de hombres que hombres tienen que resolver.
La impotencia de las leyes es manifiesta por muy generosas que se presenten. Son los hombres, nosotros, los que debemos asumir la responsabilidad de instalar la cordura que siempre debió presidir nuestras vidas.
Cada vez que una mujer muere a manos de un hombre, cada uno de nosotros, los que nos consideramos honestos, pacíficos, buenos debería sentirse injuriado en lo más hondo de su persona. Debería experimentar el peor de los remordimientos porque, pacíficos o criminales, todos hemos sido los herederos de una misma tradición aberrante: la del dominio natural del hombre sobre la mujer.
Ese tiempo ha terminado y no tendrá vuelta atrás. Manifestándonos en las calles, pregonamos con nuestro silencio o con nuestra palabra, si no podemos callarla, esta verdad. El futuro nos lo agradecerá.
¡Adelante pues, Uruguay! ¡Adelante pues, América!
José Saramago"