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Veterinarias: ¿quién se encarga del control y la autorización de estos centros?

La veterinaria como profesión no está reglamentada, por lo que es frecuente que personas que suelen estar al frente de una clínica nunca pisaron la facultad. Normativas difusas y una reglamentación inexistente genera alarma en la población. El informe de Federico Dalmaud indaga sobre lo que sucede en el mundo de las veterinarias y quién se encarga del control y autorización de estos centros de asistencia médica para mascotas.

En Uruguay existen aproximadamente 600 veterinarias registradas en el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) a través de la División de Laboratorios Veterinarios (Dilave), conocido como el  laboratorio Doctor Miguel C. Rubino, de las cuales 300 están ubicadas en Montevideo y el resto en el interior. 

Este laboratorio es el encargado de realizar los controles correspondientes a una industria que mueve unos 40 millones de dólares. Además, tiene otras funciones: el diagnóstico, prevención y combate de las enfermedades de los animales y zoonosis. El mantenimiento y preservación de la salud animal para alcanzar niveles adecuados de producción, productividad y salvaguardar la Salud Pública. También le compete el desarrollo de la funciones de laboratorio en las actividades que conducen a la obtención de alimentos de origen animal aptos para el consumo humano. Y la evaluación química y biológica de control de productos veterinarios y materias primas utilizadas para su elaboración, entre otras tantas funciones.

Si bien esa son las funciones que le compete al Dilave, hay que tener en cuenta si las lleva a cabo y si controla.

"Yo creo que es un problema en el cual todos somos responsables si somos miembros activos del tema. Yo creo que parte de nuestra condición profesional es ser consientes del tema. Aparte de la normativa y los controles que existen, aunque no sean directas en la veterinaria, sí en los medicamentos", dijo Griselda de Gregorio, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Especialistas en Pequeños Animales (Suvepa).


De Gregorio afirmó que los controles no existen directamente en las veterinarias, pero sí en los medicamentos. Eso abre otra punta interesante en el tema: controlar los medicamentos o a quienes los venden.

"No hay control ninguno. Si vamos más atrás te diría que hubo un esbozo de control por parte del Laboratorio Rubino que salió con un afán recaudatorio. Salió a cobrar una tasa a las veterinarias para brindarles un servicio de control de quiénes vendían... Eso los pagamos muchas veterinarias. Yo estoy entre los bobos que lo pague dos o tres años seguidos... Yo llamé a Rubino para hacer una denuncia, y como no soy partidario de las denuncias anónimas, di mi nombre y dije dónde sucedía en un par de oportunidades y no pasó nada. Ni siquiera mandaron a alguien a  mirar ni nada", explicó Ariel Bola, veterinario que tiene su clínica de atención de mascotas.

El tema de la venta de medicamentos con o sin receta en las veterinarias tuvo su explosión mediática cuando un equipo de periodistas tuvo la brillante idea de demostrar frente a cámaras como preparar ketamina en el microondas, según fuentes.

La ketamina es utilizada como droga disociativa con potencial alucinógeno y que sólo se puede acceder a ella en veterinarias mediante una receta oficial, expedida únicamente por un profesional o -como le pasó a Lorenzo en su veterinaria de la ciudad de Las Piedras-, la misma es robada de las propias veterinarias por medio de boquetes.

La Hacienda es una de las veterinarias más grandes de Uruguay, además de ser distribuidora de medicamentos y de poseer un servicio de compra de productos para mascotas online. Fuimos allí a hablar con uno de los responsables de esta veterinaria, el doctor Facio, quien asegura que allí los controles se realizan periódicamente por parte del Dilave.

"No hay una normativa clara. Pero las distribuidoras están más controladas. Nosotros tenemos que pedir la receta a la veterinaria que le vendemos el medicamento... Todo lo vendemos bajo receta. Porque la Dilave nos controla", dijo Facio.

Los laboratorios, como primer eslabón de la cadena son sometidos a estrictos controles por parte del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y el Ministerio de Salud Pública, siendo éste último quien se ocupa de autorizar la importación de materia prima para los fabricantes en Uruguay, así como los controles a la importación de medicamentos.

El laboratorio Unimedical es una empresa de productos farmacéuticos veterinarios para pequeños animales que elabora, comercializa y exporta sus productos.

Justamente sobre los controles a los que son sometidos los laboratorios hablamos con la doctora Mercedes Echeverry, directora Técnica de Unimedical Uruguay y vicepresidenta de la Cámara de Especialidades Veterinarias: "Nosotros y las veterinarias tenemos un doble control, el del Ministerio de Ganadería, que nos exige que cada vez que nosotros vendamos estos productos se le exija al comercio o al veterinario una receta profesional. Esa receta nosotros la archivamos y en Ministerio la procesa y sigue el control del consumo que pueda tener la veterinaria", señaló.

La ketamina, cuya venta está prohibida sin receta veterinaria, es uno de los productos que también maneja este laboratorio.

Ellos argumentan que la fuga de este anestésico se produce en aquellas veterinarias cuyo personal no tiene conocimiento de lo que está vendiendo según explicó Echeverry.

Respecto a los controles la Dilave, que es una división del Ministerio de Ganadería -a través del Departamento de Control de Productos Veterinarios-, es quien se encarga del registro y control de todos los medicamentos de uso veterinario en el territorio nacional. Además de actuar en base a un decreto de 1997 (160/97), que es el que rige toda la normativa del contralor de registro y control de productos veterinarios, ya sea en aquellos lugares que distribuyen, como en los que venden, fabrican, depositan o importan estos fármacos.

Sin embargo para el uso de psicofármacos hay otro decreto (164/82) que establece que el responsable en ese caso es el Ministerio de Salud Pública. Cuándo se está ante la presencia de un fármaco de estas características, el Dilave lo único que hace es decir si ese medicamento es o no un psicofármaco y, de ser así, es enviado a Salud Pública y el mismo debe ser vendido mediante receta verde.

Por lo que, es responsabilidad absoluta de las autoridades del Ministerio de Salud Pública el control de estas recetas, recordemos que esto se aplica sólo para el contralor de psicofármacos, no así con el registro.

Lo único que le compete a la División de Laboratorios Veterinarios en este caso es el control de la parte del registro, o sea que se encuentre en buen estado, entre otros controles.

Intentamos hablar públicamente con algún integrante del cuerpo de inspección de Dilave, lo cual fue imposible por un tema de permisos y porque las autoridades se encontraban ocupadas con una misión mexicana que estaba visitando los laboratorios de la División.

 

Si hablamos de terrenos vidriosos el tema de quién controla a los que están detrás del mostrador en una veterinaria es uno de los ejemplos más claros. Si una persona quiere incursionar en el mundo de las veterinarias como negocio no tiene impedimento alguno a la hora de hacerlo.

Justamente sobre este tema consultamos a De Gregorio para que vean lo fácil que puede ser trabajar en este rubro: "Desgraciadamente no hay ningún impedimento de normativas... Uno es libre de poner una veterinaria. Es muy triste lo que estoy diciendo pero es una realidad. Es por una de las cosas que luchamos en Suvepa... Yo puedo poner una veterinaria y no es necesario que haya un veterinario al frente, puede ser un particular que pone una veterinaria que la pone como un comercio.... En cuanto a la Dilave hay un decreto que indica que las veterinarias se tienen que  registrar y tienen que tener un director técnico veterinario al frente para la venta de productos veterinarios. La profesión no está reglamentada. Es todo un tema muy importante que tenemos todos los veterinarios... Como tampoco está reglamentada la profesión", explicó.

El tema de los responsables de las veterinarias también es preocupación de la Sociedad Uruguaya de Especialistas en Pequeños Animales, según explicó De Gregorio.

La normativa no es tan flexible como creíamos, sino que la fuga de fármacos sin recetas se debe a que las veterinarias, en algunos casos, son atendidas por personas cuyo conocimiento no es profesional.

La medicina veterinaria, al igual que otras ramas de las ciencias biológicas, es una de las tantas carreras que no está reglamentada, como pasa por ejemplo con los Odontología. Donde la falta evidente de colegios que regulen a los profesionales y a la actividad en general juegan en contra de la profesión.

En este momento la Agrupación Universitaria está exigiendo a nivel del Parlamento la aprobación de la formación de los colegios de las distintas profesiones, además de reglamentar cada una de las carreras no reconocidas.

El doctor Bola es bastante más directo que sus colegas a la hora definir la situación de las veterinarias: "En cualquier lado vos podes conseguir cualquier cosa. Si no lo tienen, te lo traen. Porque la venta de medicamentos funciona a través de  las distribuidoras. Es como si vos vas a la farmacia y le preguntas qué podes tomar... Acá van y le dicen que el perro tiene alergia y te aconsejan y te la venden o la aplican", indicó.

Existen las denuncias en este tipo de casos, un ejemplo claro de las denuncias es la lucha que lleva Bola que junto a otros colegas ha recurrido a la División de Laboratorios Veterinarios, para denunciar a una veterinaria de la zona del Parque Posadas y un comercio a metros de su clínica.

Echeverry, en su condición de vicepresidenta de la Cámara de Especialidades Veterinarias, explicó: "Un individuo se puede pasar por veterinario y no serlo y no va preso. Eso es gracioso pero es así".

Estos proyectos de los que hablaba Echeverry, pasaban por discutir el reglamento del director técnico, que no solamente obligaba a tener un veterinario como responsable, sino que el mismo debía permanecer una cantidad mínima de horas dentro del centro asistencial.

Sin embargo, todos coinciden en una sola cosa, debe ser prioridad de las autoridades de nuestro país reglamentar la medicina veterinaria, según indicó Etcheverry.

No existen recomendaciones para saber si estamos o no frente a una veterinaria "trucha" o poco confiable y mucho menos para saber si quien está al frente de un centro de atención, es profesional o no.

Básicamente deberá tener el título a la vista y recuerde que en este tema juega mucho la confianza y la intuición a la hora de elegir un profesional para el cuidado de su mascota. 

Es que la veterinaria como rama de la medicina, al igual que otras profesiones, está en una nebulosa bastante oscura, cuyo rumbo no parece estar definido.

De aquí en más habrá que esperar una resolución que posicione a la profesión en el lugar que merece y esperar que la normativa sea más precisa a la hora de controlar a las personas que están al frente de una veterinaria.