Dos historias de mala praxis
Rodrigo Aguirre, de 23 años, y Emiliano Lima, de seis, murieron luego de salir del block quirúrgico. Lo que tuvieron en común fue al anestesista: Pedro Serra. Cómo es posible que un médico con una muerte en su haber siga operando y otras preguntas se responden en este informe.
El 14 de febrero, Rodrigo Aguirre, de 23 años, tuvo un paro cardíaco y murió en una operación que se suponía sencilla y ambulatoria porque no lo monitorearon bien durante la anestesia. Hace tres años, Emiliano Lima, de seis años, murió en un quirófano porque el equipo médico se dio cuenta tarde que no estaba bien oxigenado. Lo que tuvieron en común fue al anestesista: Pedro Serra. Cómo es posible que un médico con una muerte en su haber siga operando y otras preguntas se responden en este informe.
En Uruguay no existen protocolos para los anestesistas. No hay un protocolo a seguir para una anestesia general o una local. No los hay a nivel nacional pero tampoco existen dentro de cada hospital o sanatorio. Cada equipo médico impone sus propias reglas, o sea, que depende de cada profesional. Y es algo de lo que se queja la propia Sociedad de Anestesiología del Uruguay (SAU).
La SAU quiere que el Ministerio de Salud Pública (MSP) controle que todos los centros asistenciales cuenten con el equipo necesario para monitorear a los pacientes durante las anestesias y que se obligue a los anestesistas a permanecer adentro de la sala de operaciones hasta que termine la intervención. Algo que parece de Perogrullo, pero hasta ahora nadie lo controla.
Estas dos historias de muertes que no tenían que pasar desnudan una realidad muy dura.
Rodrigo Aguirre era el más chico de los hermanos de Diego Aguirre, el ex futbolista de Peñarol y actual director técnico de Wanderers. Tenía 23 años cuando murió. Se había recibido de chef y pasaba la mitad de año trabajando en España, para restoranes de Mallorca y Vigo.
Hace un tiempo, le sacaron un ganglio en España y le dijeron que podía tener algo maligno. Cuando vino a Uruguay se hizo un estudio y le dio normal. De todas formas, por más seguridad, los médicos le recomendaron que se sacara otro ganglio para analizarlo. Así fue que llegó a la Asociación Española, preparado para una cirugía menor. Al poco rato, supuestamente, iba a volver a su casa, ni siquiera se suponía que quedara internado.
El 9 de febrero, Rodrigo llega con sus padres al sanatorio, que esperaban muy tranquilos porque la operación no supone ningún riesgo. Es una cirugía ambulatoria, que no debe demorar más de media hora y una hora después ya se va para la casa. "Lo acompañaron mis padres y se iban. Era una cosa totalmente menor. Vino a Uruguay a pasar las vacaciones y aprovechó para hacérselo pero realmente nadie le dio importancia", contó Diego Aguirre.
El tiempo pasa y no hay novedades de Rodrigo. Al final, aparece el médico. Estaba muy nervioso. Los padres de Rodrigo no pueden creer lo que estaban escuchando. "Demoraron, demoraron y salieron los médicos a decir que había hecho un paro cardíaco. Los médicos muy nerviosos porque obviamente sabían que era un error grave. No existe que pase algo así. Intentaron dar explicaciones pero ahora que entendemos más del tema fueron explicaciones sin sentido, para salir del paso", dijo el ex futbolista.
Con los días se supo que nadie monitoreó a Rodrigo durante su operación. Por eso, se estima que los médicos se dieron cuenta más de media hora después de que dejara de respirar y que recién intentaron reanimarlo cuando vieron que estaba cianótico, tenía los pies y las manos violetas por falta de oxígeno.
"Ahí es que está la negligencia. Nadie lo monitoreó. Es un disparate. Ahí está la responsabilidad del anestesista. Una enfermera se dio cuenta pero ya era tarde porque hacía más de 20 minutos que estaba en paro cardíaco y, por lo tanto, se le produjo la muerte cerebral", recordó Diego.
La reanimación la empezaron demasiado tarde. Rodrigo sufrió muerte cerebral y a los cinco días murió.
Ese ganglio se lo sacaron a Rodrigo por precaución, para estudiarlo y ver si era maligno. El 1º de marzo la familia recibió el resultado de ese examen que le dio totalmente normal.
La Asociación Española tomó cartas en el asunto. Como primera medida separó del cargo al anestesista que hacía 23 años que trabajaba en la Española. Y también hizo público un comunicado en el que se aseguró que se iba a mandar el caso a la Justicia y todos los antecedentes a la Dirección General de la Salud y la Comisión de Salud Pública.
Lo que disparó todavía más las alarmas fue la información que apareció pocos días después. Emiliano Lima que nació con espina bífida y a los seis años lo operan de la vejiga, que no se había desarrollado lo suficiente.
Era una operación con anestesia general y su familia sabía que podía no ser del todo exitosa pero nunca imaginaron un final tan dramático.
En la operación participó como anestesista el mismo que intervino en la operación de Rodrigo Aguirre. Emiliano también murió en el quirófano y todos los dardos apuntaron al anestesista. De hecho, Emiliano se operó a través del Banco de Previsión Social (BPS) y después de que muriera, una auditoría del BPS determinó que cuando hizo el paro cardíaco, el anestesista Pedro Serra estaba afuera del quirófano.
La familia de Emiliano presentó una denuncia penal contra Serra en el 2003. Pero la Justicia todavía no se expidió y, mientras tanto, Serra siguió operando (*).
El 9 de noviembre de 2003, Emiliano entra al block quirúrgico en donde lo espera el equipo médico del BPS que le va a practicar una operación en la vejiga.
Antes de la cuatro de la tarde, el cirujano sale del block y Silvia escucha esas palabras mágicas que la dejan volver a respirar con alivio. El médico le asegura que la operación fue todo un éxito. "Cuando salió el médico de la sala me dijo madre hice todo, la operación fue un éxito total. Incluso me dijo que mi hijo estaba respirando solo", contó Silvia Lemos, la mamá de Emiliano.
Cuatro y cuarto de la tarde. Emiliano sigue sin salir de la sala de operaciones. Una enfermera le dice a Silvia que no se preocupe, que todo va a estar bien, que en pocos minutos van a subir a su hijo.
Los minutos pasan y se convierten en horas. Silvia se pone nerviosa. No entiende qué pasa. Empieza a preguntar y le siguen diciendo lo mismo: todo está bien. Incluso, ve a algunos integrantes del equipo médico que salen a la calle y vuelven con bolsas de comida y refrescos.
"Pasaron las horas. Le preguntaba a un portero que no me dejaba pasar y me decía una y otra vez que estaba todo bien. Después salieron los médicos y fueron a hacer mandados porque volvieron a entrar a la sala con paquetes de comida y Coca Cola", recuerda su madre.
Después de más de tres horas deambulando entre salas de espera Silvia escucha la peor noticia de todas. "En ese interín yo le dije a mi esposo que iba a buscar las cosas de él a la sala. Y ahí viene mi marido y me dice Silvia, Emiliano se va. La médica del CTI me dijo madre estuve 20 minutos para encontrarle un pulso, su hijo vino mal, está en un coma profundo, tiene muerte cerebral. Estuvo mal entubado (...). Alguien tiene que hacer algo porque no es la primera vez que pasa acá. Tenía hasta los piecitos quemados, yo se los vi", contó dolorida.
A Emiliano le queman los pies cuando intentaron reanimarlo. Pero lo intentan demasiado tarde. Emiliano muere porque lo monitorean mal y durante demasiado tiempo sufre falta de oxigenación a la sangre.
Cuando Silvia se enteró de la muerte del hermano de Diego Aguirre sintió una rabia impresionante. Hoy culpa a la Justicia. La denuncia que ella hizo por la muerte de su hijo deambuló tres años en el Poder Judicial. Siente que si hubiesen actuado a tiempo, Rodrigo Aguirre estaría vivo.
"Se me revolvió el hígado. Yo pedí una entrevista hace poco para hablar con el juez y le dije que ya hacía tres años de lo de Emiliano y seguíamos esperando. No entiendo por qué a una persona que roba para comer lo procesan y van preso enseguida y este hombre siguió operando. Yo veo que el sistema funciona muy mal. Si ellos hubieran actuado antes, Rodrigo Aguirre estaría vivo", sostiene Silvia.
El abogado de la familia de Emiliano, Luis Rodríguez Iturrina, aseguró que están llegando a la parte final del proceso. El juez del caso es Pablo Eguren.
¿Son casos aislados de un anestesista en particular o es la punta del iceberg?
Una persona sana que se somete a una anestesia tiene una posibilidad en 8.000 de morir, según estudios internacionales. Uno de los anestesistas consultados para este informe dijo que las cifras por sí solas no dicen nada y que son mucho más claras si uno las compara. "Para que le quede claro a la gente, tiene muchas más chances de salir a la calle y morir en un accidente que de morir en una operación", dijo esta fuente.
Pero lo que es cierto es que la propia SAU, hace dos años, más precisamente el 21 de febrero de 2005, le pidió al MSP que decrete normas nacionales en las que se obligue al anestesista a vigilar al paciente mientras dura todo el procedimiento quirúrgico.
En términos generales se supone que el paciente debe estar vigilado durante una operación, pero no hay controles. El propio vicepresidente de la Sociedad de Anestesiología, Alejandro Corujo, reconoció al diario El Observador que no siempre es así. "No nos consta que ninguno de estos aspectos se cumplan en todos los casos", dijo.
¿No es obligación del anestesista monitorear al paciente todo el tiempo? ¿Puede irse de una operación, como dictaminó el sumario del BPS que pasó en el caso de Emiliano Lima? Es una obligación ética, aunque no está en ningún lado que el anestesista se quede todo el rato en cualquier tipo de anestesia, eso lo remarcan todos los anestesistas consultados.
Jorge Katzenstein, presidente de la SAU, dejó en claro que hace tiempo que existe la preocupación por la falta de un protocolo a nivel nacional.
En ese documento que entregaron hace más de dos años al MSP también pedían que el Estado controle que los centros asistenciales cuenten con el equipamiento adecuado y en buenas condiciones para el monitoreo de pacientes.
Fuentes consultadas reconocieron que carencias de equipos de monitoreo no sólo hay en determinados centros de Salud Pública sino también en algunas instituciones privadas y que este fenómeno se agudizó con la crisis de 2002.
De todas formas existen "estándares básicos para el monitoreo de pacientes", estándares que repiten los protocolos internacionales.
Esos estándares básicos incluyen tres tipos de monitoreo durante cualquier anestesia, sea local o general: el monitoreo debe incluir el control electrocardiográfico, la saturometría de pulso (electrodo que se coloca en el dedo o la oreja y que mide el nivel de oxígeno) y la presión arterial (por lo general no se hace de forma manual sino con aparatos que cada tres, cinco o 10 minutos le toman la presión al paciente).
La SAU y los anestesistas consultados dejan claro un elemento que puede llamar mucho la atención. Esos monitoreos se tienen que hacer para cualquier anestesia, sea local o general.
La anestesia de Rodrigo Aguirre era local potenciada. Es una anestesia que incluye sedación. Anestesistas consultados explicaron que la anestesia local potenciada tiene una barrera muy difusa con la general. Es una "zona gris", porque si el paciente deja de estar consciente, se convierte en una general. Y, por eso, es necesario que lo haga alguien con mucha experiencia porque el paciente no está entubado, en este tipo de anestesia está respirando por sus propios medios.
A pesar de que los protocolos básicos son para todas las anestesias, a Aguirre ni siquiera lo monitorearon en una potenciada, según la información que se hizo pública estos días.
---
(*) Horas más tarde de que este informe fuera emitido, el juez Pablo Eguren entendió que el anestesista Pedro Serra cometió negligencia en el desempeño de sus funciones en el caso de Emiliano Lima y lo procesó con prisión.