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¿Cómo vive la comunidad asiática en Uruguay?

Con la llegada de los primeros barcos de inmigrantes al Puerto de Montevideo, Uruguay se fue poblando de inmigrantes de distintas nacionalidades. Siglos más tarde a las tradicionales comunidades española e italiana, se le fueron sumando otras como la boliviana, peruana, paraguaya, chilena y asiáticas. El informe de Federico Dalmaud se centra en una de las corrientes migratorias más recientes: la asiática.

Las corrientes migratorias en Uruguay. En 1830 Uruguay tenía un total de 70.000 habitantes que poblaban los 190.000 kilómetros cuadrados de superficie. En 1875 la población había llegado a los 400.000 habitantes y para principios de 1900 alcanzaba el millón de personas. Ese aumento considerable en el número de habitantes se debió a que la inmigración europea de principios de siglo.

Hasta 1850 los que llegaban eran principalmente españoles, franceses e italianos. Luego factores como la Primera y la Segunda Guerra Mundial o la propia Guerra Civil Española fueron generando nuevas corrientes hacia Sudamérica.

Actualmente conviven en territorio uruguayo varias comunidades. Por un lado, aquellas que ya están instaladas y que forman parte de nuestras raíces culturales como españoles e italianos. Y, por el otro, las nuevas corrientes que provienen de realidades más cercanas como los bolivianos, peruanos, chilenos y paraguayos. También están aquellos que llegan desde Asía (chinos, japoneses y coreanos) que hoy serán el centro de nuestro informe.

La comunidad asiática en Uruguay
La comunidad china. En Uruguay no existe una relación estrecha entre los chinos que viven y trabajan. Cada uno se dedica a lo suyo y a su familia sin tener mucho contacto con sus compatriotas. Por lo menos esto es lo que manifestaron las distintas personas con las que pude hablar en una recorrida por el centro y la Ciudad Vieja de Montevideo.

Según datos de la Embajada de China, en Uruguay hay cerca de 400 ciudadanos registrados, trabajando en diferentes rubros: industria pesquera, gastronomía, comercios de venta de artículos, almacenes, y minimercados.

Esta comunidad, lejos de permanecer unida, parece separarse cada vez más, con esto quiero decir que está muy lejos de convertirse en lo que sucede por ejemplo en Argentina, Brasil o Estados Unidos. Allí se pueden encontrar verdaderos barrios donde se localiza gran parte de la inmigración china y coreana. Hay comida típica y todo está escrito en el idioma de origen (desde los carteles hasta los diarios). Tal es el caso del barrio de Buenos Aires, ubicado en Belgrano, o el barrio Japonés, de Sao Pablo en Brasil (considerado el más grande de Sudamérica).

El Chinatown de Nueva York es el barrio de estas características más grande en los Estados Unidos y, a su vez, está ubicado en uno de barrios más viejos de Manhattan (fundado a finales de 1870 por inmigrantes de esa nacionalidad).

A raíz de eso, las personas argumentan que son muy pocos como para llevar a cabo la construcción de un área metropolitana orientada pura y exclusivamente a levantar un barrio de estas características. Aunque si uno presta atención en los alrededores de Plaza Independencia puede observar que la cartelería está comenzando a presentar cada vez más letras del alfabeto chino intentando captar la atención de un público que va en aumento.

Quan Chin, quien se hace llamar Carlos, es un comerciante establecido hace muchos años en Uruguay, importador de productos chinos y además tiene un local de venta de esos productos, también es vicepresidente de la Asociación China en Uruguay.

Quan Chin contó que "no hay mucha gente, somos más o menos unos 300 chinos. Yo soy importador y también tengo una tienda de regalos chinos".

Sobre cómo encontró en Uruguay para trabajar Quan Chin indicó que "Uruguay es un país muy lindo. Principalmente por el clima. Mucha gente viene, muchos chinos vienen y les gusta. El único problema es que es un país muy chico. Sobre todo para el negocio porque la plaza es chica y hay poca población. Ese es el único problema".

Quan Chin llegó a Uruguay hace más de 10 años como parte de un intercambio y aquí se quedó trabajando en sus negocios. "En Argentina, hace 20 años atrás había la misma población china que en Uruguay. Ahora son casi 100.000 chinos. Allá el mercado es grande, entonces, el chino se viene y sin cultura e idioma se le hace fácil, entonces se pone un comercio. Pero en Uruguay eso es problema, por ejemplo con los restaurantes, no es negocio. Son pocos, muy poco consumidor, ese es el problema".

Tei, el dueño de un local de comida china en la Calle San José, hace 25 años que trabaja Uruguay y al igual que Quan Chin, es bastante critico con el mercado local: "Acá para vivir te da, pero está muy tranquilo. Hay aire puro y todo muy correcto. Hacer plata es medio difícil, solamente da para vivir", dijo. 

Tei, que tuvo que emigrar con sus padres cuando era un adolescente, contó sobre el tema de la discriminación y nos encontramos con una respuesta que traducida al castellano sería algo así como: "de qué me hablan si acá son todos inmigrantes". "Uruguay es un país muy poco de origen. Todo extranjero: italiano, español, alemán. Uruguayo para mi muy poco", aseguró.

Los puntos de encuentro
Los chinos en Uruguay se relacionan entre sí a través de la Asociación China o por intermedio de la Embajada, básicamente hay una actividad que anualmente reúne a la colectividad: la Fiesta de la Primavera (el año nuevo chino). Es el acontecimiento familiar más importante de todos los que se celebran en China.

La Fiesta de la primavera empieza el primer día del primer mes del calendario lunar, generalmente los últimos días de enero y principios de febrero del calendario gregoriano, y dura unos 15 días.

En Uruguay la Embajada ofrece una cena a los miembros de la comunidad y autoridades nacionales en las que se invita con platillos típicos como arroz frito, camarones, mariscos, entre otros, y se cierra con una lluvia de fuegos artificiales. Se estima que anualmente entre 600 y 700 personas concurren a esta celebración en nuestro país.

La señora Hou hace 25 años que llegó con su esposo a Uruguay. Primero vinieron sus suegros y luego invitaron al resto de la familia entre quienes estaban la señora Hou y su esposo que actualmente tienen una casa de revelado de fotos en la calle Florida.

A Hou le preguntamos cómo le está va en Uruguay con su negocio: "Nosotros trabajamos con fotografías. En un momento era muy bueno el negocio. Pero ahora no tanto, no sólo por lo económico, sino por las cámaras digitales, entonces bajó mucho la venta".

El negocio de Hou se está viendo apocado por la llegada de la era digital. De todas formas, anexaron una sección de llamadas internacionales en su local con las que pueden competir en un mercado que está empezando a ver con buenos ojos al cliente oriental.

Hou también es profesora de Chino y enseña el idioma en Uruguay. "Yo era maestra de idioma chino, entonces cuando llegué acá por varios años enseñe el idioma a los hijos de los inmigrantes para que no perdieran el idioma de origen. Y hace un tiempo atrás comencé a enseñar chino a los uruguayos también".

Un curso de Chino con Hou ronda los 600 pesos al mes, en un régimen de una hora y media por semana. También le preguntamos si están en contacto con otros chinos y si siguen sus tradiciones y costumbres como si estuvieran en su país: "No mucho, porque cada uno tiene su trabajo y, además, hay muy poca gente acá. Pero si tenemos contactos. Tratamos de hacer las mismas cosas, nos gusta el asado también. Comida de acá también como el pescado que es muy fresco".

La comunidad japonesa
La comunidad japonesa es de las más antiguas de las comunidades asiáticas en Uruguay. Estamos hablando de segundas y terceras generaciones con una historia que ronda los 100 años de tradición en nuestro país. Actualmente viven 378 japoneses que están registrados en la Embajada.

Existe también una Asociación Japonesa en Colón, con un montón de actividades entre las que se destacan las clases de idioma.

Según informa la embajada la mayor cantidad de japoneses trabaja en el rubro pesquero y en el negocio de las flores, por eso es muy común encontrarse con ellos en el Mercado de las Flores que funciona tres veces a la semana en el Mercado Agrícola. Aunque, ahí trabaja básicamente la tercera generación de japoneses llegados a Uruguay.

Los coreanos en Uruguay
En marzo de 1973 el gobierno uruguayo autorizó la inmigración agrícola de 18 familias coreanas integradas por 82 personas en total. Sólo 10 de éstas 18 familias (45 personas) arribaron a Uruguay en marzo de 1975 y se dedicaron a la producción agrícola por un corto período.

Pero la mayoría de las familias que integraban la comunidad dejaron el Uruguay para luego partir hacia otros países como Argentina y Paraguay en busca de nuevas oportunidades beneficiosas para la familia.

Además, el Puerto de Montevideo sirvió de base para la flota pesquera Ultramar, con la consecuencia de que muchos coreanos trabajando para dicha flota se quedasen en Montevideo por distintos motivos. De esta manera se produjo una fluctuación de gente muy grande, con el resultado de que desde febrero de 2005 a la fecha son aproximadamente 150 coreanos que viven en Uruguay.

Respecto a las actividades que realizan los coreanos en Uruguay se puede decir que la mayor parte se dedica al área pesquera, ya sea como proveedores u ofreciendo talleres marítimos. Otros coreanos trabajan en la agricultura o el rubro textil.

A partir del 30 de noviembre de 2003 los ciudadanos coreanos portadores de pasaporte expedido por la República de Corea que viajan temporalmente a Uruguay con propósitos turísticos o comerciales están eximidos del requisito de visa y pueden permanecer en el país hasta un máximo de 30 días. 

Hasta aquí les mostramos una cara de la Comunidad Asiática en Uruguay. chinos, japoneses y coreanos ya instalados y trabajando.

La otra cara de la comunidad asiática en Uruguay
Hsiao Ma Lai fue candidato del Encuentro Progresista a la diputación por Canelones. Hace 20 años que trabaja en Uruguay y fue vendedor ambulante, importador, tuvo locales comerciales y hasta un restaurante en la calle San José que tuvo que cerrar por motivos económicos. Actualmente trabaja en el negocio pesquero e importación.

Hsiao Ma Lai llegó a Uruguay como marinero mercante, se enamoró de una mujer uruguaya y se quedó. También estuvo involucrado hace un tiempo atrás en un caso de tráfico de ciudadanos chinos y se lo acusó de ser propietario de inmuebles y establecimientos donde se alojaban inmigrantes ilegales que pagaban por venir a trabajar a Sudamérica.                                                            

Hasta el momento en el que se destapó esta red de tráfico ilegal de chinos en Uruguay era muy poca la información o los datos existentes.

Zhen Jian When, de 33 años, denunció en aquel entonces que se había escapado de una granja en Los Cerillos donde estaba sometido a un trabajo de semiesclavitud. Aparentemente, una red organizada, le prometía a los ciudadanos chinos una mejor vida en América Latina y Estados Unidos por la suma de 15.000 dólares por el traslado. Y, quienes no reunían el dinero suficiente, tenían que pagar parte de esa deuda con trabajos en la zona de Los Cerrillos, en Canelones.

Estas personas pagaban el traslado en Uruguay y luego, aparentemente, eran llevadas a Argentina, México, Brasil y Estados Unidos.

Hsiao Ma Lai contó en qué quedó ese tema de las denuncias: "Para mi en aquel momento eso fue un tipo de persecución política, porque no está correcto. Hay chinos que entran al país de esa forma, como por ejemplo el chino continental, con nivel de vida muy bajo, con sueños y que paga por buscar su vida en otro país y me parece razonable. Es como aquel momento en que vino mucho europeo a Sudamérica en busca de su vida. Es razonable y cada uno tiene su derecho a mejorar su vida. Pero hay gente que brinda servicios que no son correctos que engañan a la gente y le prometen trabajar acá por un tiempo y luego llevarlos a Estados Unidos, a esos se los llama "cabeza de culebra" y esa gente no está bien porque normalmente lleva a engaño a la gente. Ha prometido un sueldo y después le paga una chirola o una miseria. Acá jamás ha pasado eso, Uruguay es un país abierto y yo lo vi, donde conviven muchas razas y jamás paso algo como lo que ocurrió hace dos años atrás cuando deportaban a los chinos por el aeropuerto. A mi me parece que está mal eso. Acá lo que necesitamos es gente, entonces, si sabe trabajar, si no es un criminal, que vengan, me parece muy bien, hay que trabajar".

Es muy común observar que en las inmediaciones de Plaza Independencia se formen grupos de asiáticos. Mucho más normal es verlos deambulando por las calles de la Ciudad Vieja, sobre todo en la época de llegada de buques y embarcaciones pesqueras.

Según datos aportados por la Administración Nacional de Puertos (ANP) en este momento hay sólo buques pesqueros con bandera china y se espera que para fines de mayo lleguen aquellos de procedencia coreana. Sobre todo porque se trata de la época de zafra de calamar por lo que pueden llegar a estar por un periodo de seis meses en altamar. Por esta razón llegan al Puerto de Montevideo a recargar combustible, provisiones y agua potable.

Son esos mismos los barcos que estuvieron involucrados con escapes de amoníaco y ese hecho sirve para ilustrar un poco las condiciones en las que viven y viajan estas personas, sobre todo, para ver lo que sucede en Montevideo un sábado a la madrugada cuando llegan estos pesqueros.

Todas las personas con las que hablé indican que son simplemente marineros que intentan divertirse en su día libre y que en muchos de los casos están involucrados en riñas callejeras. Muchos de esos marineros viajan en condiciones infrahumanas y pasan grandes periodos de tiempo trabajando y alimentándose con raciones muy pequeñas de comida (sobre todo de arroz preparado a base de caldo de pescado).

El 13 de febrero de 2007 el pesquero de bandera coreana Sea World 101 solicitó un permiso de permanencia por tres días en el Puerto de Montevideo. Al día siguiente con menos de la mitad de la tripulación en el barco coreano se produjo un escape de gas amoniaco que se cobró la vida de cuatro marineros y causó lesiones graves a otras 25 personas.

Según fuentes de una de las dos empresas vinculadas al negocio pesquero en Uruguay, las condiciones en las que viajan eran infrahumanas, aunque también creen que se exagera un poquito cuando se cuenta la historia. Algo similar fue lo que contó al Semanario Brecha José Pedro Franco, dirigente del Sindicato Unico Nacional del Mar y Afines. Franco también dijo que la mayoría de los tripulantes de estas embarcaciones no son coreanos si no que provienen de Indonesia, China, Sri Lanka o Vietnam y son sometidos a un régimen de esclavitud donde existen malos tratos, gritos y castigos corporales.

Esos marineros a los que se refería Franco cobran entre 150 y 200 dólares al mes, por jornadas que pueden superar las 12 horas. No tienen seguro ni indemnización por accidentes, apenas cuentan con una cobertura mínima de salud.

Según fuentes de la Seccional 1ª, ubicada en la Ciudad Vieja, todos los fines de semana hay un número considerable de denuncias sobre riñas entre personas pertenecientes a estas comunidades. Actualmente esta cifra ha bajado porque la cantidad de buques pesqueros amarrados en el puerto aún no es lo suficientemente intensa debido a la época del año, aunque esperan que la situación cambie a fines del corriente mes. Según esos datos obtenidos, las disputas y riñas se dan entre ellos por un tema de ajustes de cuentas debido a que dentro de la embarcación existen normas mínimas de convivencia y la única forma de solucionarlo es desquitándose de esta forma. Lo que se conoce como "códigos".

Se estima que en una semana de zafra los detenidos en la Seccional 1ª pueden rondar las 15 personas.

En la Seccional 2ª, ubicada en Zelmar Michellini 1176, el número de detenidos no es tan grande. Hace 30 días tuvieron que proceder en una disputa entre siete coreanos y fueron todos detenidos. Y unas dos semanas atrás hubo problemas con un coreano que realizó una llamada desde un local de Antel y no abonó el importe.
 
Además, la mayoría de estos marineros detenidos son indocumentados lo que entorpece la investigación. Desde la comisaría se da parte a la Justicia y ellos definen. Otra de las dificultades es la barrera del idioma.

La lucha de la barrera idiomática
En los casos antes indicados, por ejemplo, la seccional da parte a la Justicia y ésta se comunica con las embajadas. De todas formas, las empresas pesqueras como Cristofersen S.A. tienen a su disposición un equipo de traductores que hacen de intermediario entre el detenido y la Justicia. También, según lo que contaron los vecinos y policías que trabajan en la zona, en muchos casos se generan riñas dentro del propio casino del Hotel Radisson Victoria Plaza.

Hsiao Ma Lai cuenta por qué cree que se generan estas disputas entre marineros: "Cada país cría un carácter distinto. Hablo de italiano, de cualquiera... Por ejemplo, dicen que en Italia hay mucha mafia y eso no es cierto. En cualquier país tiene gente bien y otra no tanto. Si nosotros hablamos de barcos pesqueros y considerando que Uruguay es un país de pesca, entonces va a haber mucho marinero. El marinero que pesca viene de otra cultura con idioma bajo. Entonces, lógicamente, dos por tres se arma lío. Así sea de Corea o China arma lío igual".

Ma Lai coincide con eso de que se trata de un tema cultural. Además, le preguntamos por qué cada vez que hay un asiático involucrado en un asesinato o caso de drogas son todos culpables: "No sé, porque que yo sepa en Uruguay puede pasar un caso aislado, por ejemplo el de un coreano que el otro día estaba envuelto en un tema de droga. Pero yo creo que hay un millón de sudamericanos que están en el tema droga y nadie dice nada. Pero como aparece el caso de un coreano entonces llama la atención. Para mi hay 100 veces más de sudamericanos involucrados en las drogas que asiáticos. Entonces hay cosas que no se justifican y que no son correctas".

En Uruguay hay cerca de 400 chinos, 378 japoneses y 150 coreanos registrados que trabajan en la industria pesquera, restaurantes,  comercios varios, almacenes, minimercados, florerías, karaokes... No viven juntos y cada uno se dedica a su actividad sin molestar al otro. Tres comunidades asiáticas en Uruguay que no tienen relación entre sí, por varias razones, pero la fundamental es la barrera idiomática.