La discriminación laboral en Uruguay y el mundo
Según un informe de la OIT, las formas más tradicionales de discriminación laboral siguen vigentes en todos los países, pero se han sumado modalidades nuevas como la que se ejerce contra los portadores de HIV. En Uruguay sobresale la discriminación laboral por género. Pese a que la tendencia se viene revirtiendo, las mujeres están en un régimen de desigualdad en relación a los hombres. El informe de Santiago Díaz indaga en el tema de la discriminación laboral en Uruguay y en el mundo.
Cada cuatro años la Organización Internacional del Trabajo (OIT) produce un informe global sobre la situación de algunos de los derechos fundamentales establecidos en la declaración de 1998 sobre principios y derechos fundamentales en el trabajo. Esos derechos fundamentales son: derecho de los niños a no trabajar, derecho a elegir libremente el trabajo, derecho a negociación colectiva y asociación sindical y derecho a la igualdad de oportunidades.
El último derecho es el que se vincula con el tema de este informe, es decir, la eliminación de la discriminación laboral que fue tratado en el informe global de la OIT de este año.
El informe de 2007 es amplísimo a nivel mundial, por lo cual es difícil de resumir. Pero de todas formas podemos repasar algunas de las situaciones más importantes que recalca y prestar especial atención al informe de Uruguay, que se basa en la discriminación de género.
Respecto al informe global, hablamos con Antonio Graziosi, representante de la OIT en Uruguay, quien contó que la discriminación laboral es un fenómeno mundial. Aunque indicó que en algunos lados se da más que en otros, con diferencias en cuanto al tipo de discriminación, pero lo que está claro es que ningún país está exento del tema.
Otra de las cosas destacables del informe es que se trata de una problemática difícil de medir y que, por lo tanto, las encuestas que se realizan no siempre logran identificarla en toda su magnitud. Cada vez existen menos leyes que fomenten la discriminación laboral, pero de todas formas se sigue dando de hecho.
"Esta discriminación no sólo se da en las formas tradicionales entre hombres y mujeres, entre razas y etnias diferentes, por religión o opiniones políticas. También hay formas que son nuevas, sobres las cuales recién se va tomando conciencia. Por ejemplo, contra personas con discapacidades, contra inmigrantes o contra personas que tienen diferente orientación sexual. Y típicamente nuevas son las discriminaciones contra las personas con HIV y contra las personas que tienen estilos de vida diferentes y otros problemas de salud", contó Graziosi.
Además, Graziosi indicó que en algunos países se está extendiendo mucho la discriminación por edad. Es decir, para disminuir la edad promedio de los empleados de las empresas se contrata sólo jóvenes y se elimina la contratación de las personas con más edad.
También nos habló de las llamadas discriminaciones múltiples que es cuando se reúnen dos o más características en una misma persona. Por ejemplo, ser mujer e indígena, ser emigrante y homosexual...
Graziosi considera que en Uruguay no se ven las situaciones extremas que sí se ven en otros lados. De todas formas, considera que si hay discriminación laboral, sobre todo de genero y generacional, y que recién ahora se está tomando conciencia de la problemática.
Graziosi no quiso hacer un ranking de los países más afectados por este fenómeno, pero sí habló de situaciones extremas que se viven alrededor del mundo: "Uno de los problemas típicos de los países industrializados es el fenómeno de las discriminación contra los inmigrantes. En algunos países asiáticos se mantiene una discriminación por el origen social, las castas. En esos casos se impide a los trabajadores de las castas inferiores ejercer ciertos empleos considerados superiores. En América Latina es muy notable el problema de la discriminación étnica, particularmente hacia las poblaciones indígenas y también hacia las minorías afrodescendientes, que en algunos casos no son minoría, como en Brasil. Y el tema de la discriminación por género le toca a todos los países".
Otras formas de discriminación laboral que se van extendiendo, sobre todo en los países más desarrollados, es por ejemplo la discriminación genética de los trabajadores. "En los países más ricos se encuentran nuevas formas de discriminación como, por ejemplo, la discriminación genética de los trabajadores. Algunas empresas exigen algunos análisis genéticos para descubrir si la persona tiene propensión a contraer ciertas enfermedades de carácter genético y en ese caso no la contratan. Esta muy extendido en algunos países la discriminación al que tiene problemas de salud o hábitos que son considerados poco saludables. Por ejemplo, los que tienen problemas de obesidad o hipertensión, o los fumadores empedernidos. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud decidió no contratar a candidatos que sean fumadores", dijo Graziosi.
Uno de los tipos de discriminación laboral que mencionaba Graziosi es el que involucra a los portadores de VIH. En el informe presentado el 10 de mayo la calificó como una nueva forma de discriminación. En realidad, tan nueva no es, porque los primeros casos de HIV aparecieron ya hace más de 20 años y seguro que desde entonces hay discriminación laboral.
Rosario Viana, directora de la Asociación de Ayuda al Cero Positivo (ASEPO), dijo que la discriminación en Uruguay es muy notoria. Tanto es así que el lo más habitual es que el portador de HIV no diga que tiene ese problema en su trabajo por temor a las represalias.
"Es algo en lo que nosotros hacemos mucho hincapié cuando recibimos personas en nuestro servicio de consultas. Si el hecho de comunicar su situación a sus empleadores trae como consecuencia la modificación de las consultas y del vínculo, eso puede llevar a que se les pida la renuncia o que se les despida por cualquier otro causal, porque en realidad ninguna persona con VIH puede ser despedida por eso. Acá lo que está faltando es que se aborde el tema del sida en el lugar del trabajo desde los diferentes actores. Desde los trabajadores, a través de los sindicatos, que también tienen dificultades para hacerse cargo de este tema, los empleadores, que son los grandes ausentes y políticas de estado que protejan de la discriminación", puntulizó Viana.
Según Viana no es necesario legislar especialmente en torno al VIH, sino que lo hay que hacer cumplir con las leyes que ya están vigentes: "El VIH es una enfermedad crónica, que implica que las personas de repente tienen que salir de su trabajo para ir a los médicos, y eso tiene que ser contemplado, porque a veces los médicos son en horarios de trabajo. Puede pasar que las personas con VIH pasen tiempo fuera de su trabajo porque están internado o están enfermos en sus casas. Cuando una persona tiene VIH y está trabajando, tiene que ser tomada como que no tiene ninguna patología. Lo que sí es necesario es que los empleadores, una vez que la persona con VIH tiene deteriorada su salud, le buscan una tarea que pueda seguir desarrollando".
Viana contó que las consultas y demandas por discriminaciones laborales han siendo muchas desde hace varios años. "Es muy difícil también, porque el hecho de que una persona tenga VIH no es un causal de despido, muchas veces la discriminación viene siendo cada vez más solapada. A la persona no se la despide y se le dice que se la despide porque tiene VIH, sino que se busca otro causa y se oculta el verdadero motivo".
Según Viana la discriminación es sólo porque es VIH o porque ya se discrimina a la persona que tiene una enfermedad crónica, sea VIH u otra cualquiera: "Sin ninguna duda sigue pasando que es porque es VIH. Alguna vez nos han consultado empresarios con respecto a personas que se enteraron que tenían VIH porque hay un temor de contraer el virus. Esto habla de la necesidad de recibir la información. Parece mentira que hace 20 años que hay VIH en Uruguay y todavía hay gente que consulta y se preocupa por tomar mate con un compañero que tiene VIH".
Hay que tener en cuenta que para una persona con HIV es muy importante trabajar, porque es clave para su estado de ánimo y entonces también en su sistema inmunológico. También hay que tener en cuenta el tema de los costos, ya que a una persona sin ingresos y desocupada se le complica mucho para sobrellevar los gastos que implica la enfermedad.
También hay que destacar la doble dificultad que pueden tener las mujeres con VIH, que son las que tienen hijos a su cargo, algunos de ellos con VIH, y que tienen que faltar más al trabajo y terminan perdiéndolo.
Viana comentó que la discriminación pasa fundamentalmente en el ámbito privado, pero que también sucede en el público: "Ninguna persona puede ser despedida por tener VIH, pero tampoco a ninguna persona se le puede impedir acceder a un empleo por tener VIH. Sin embargo, hay muchos trabajos en el ámbito privado, pero fundamentalmente te voy a hablar del ámbito público, que piden un VIH para el ingreso. Estos son el Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior. Aún hoy, sabiendo que se está contraviniendo las directrices internacionales y de legislación laboral, se sigue pidiendo el examen de HIV para ingresar a la carrera de policía y de militar".
Además del informe global sobre discriminación en el trabajo, la OIT presentó una separata que habla de la situación en Uruguay, pero enfocando específicamente en la discriminación por género. Esta separata establece que si bien la tendencia discriminatoria se ha revertido, aún sigue existiendo.
Las mujeres encuentran mayores dificultades que los hombres para encontrar un empleo debido, entre otras razones, a las discriminaciones asociadas a sus responsabilidades familiares. Sus tasas de desempleo son más altas y el período de búsqueda de empleo es más largo. A pesar del impacto de la recuperación económica, las mujeres todavía presentan una tasa de desocupación más alta que la que registraban los hombres en los peores años de la crisis.
En 2002 en pleno estallido de la crisis, la tasa de desempleo era de 13,5% para los hombres y de 21,2% para las mujeres. En la actualidad la tasa de desempleo es de 8,8% para el hombre y de 14,4% para la mujer.
Karina Batthiany, doctora en sociología e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales, destacó la tasa de actividad de las mujeres -que es mayor al 50%-. Después habló de esa diferencia que existe en la tasa de desocupación de los hombres y de las mujeres. Dijo que una explicación podría ser que los ingresos de las mujeres a veces son considerados como secundarios y que, por lo tanto, no es tan importante que trabajen porque los hombres son los que mantienen el hogar.
"Una buena parte de los hogares uruguayos están mantenidos por mujeres, el ingreso principal es el de las mujeres. De cada 100 hogares que hay en Uruguay, seis tienen como principal ingreso al de un hombre y cuatro al de una mujer. Ese mito de que el ingreso de la mujer es secundario en el hogar, parecería no confirmarse, al menos en el 40% de los casos", dijo Batthiany.
Otra de las cosas importantes que establece el informe es la segmentación del trabajo femenino. Como el trabajo de las mujeres se concentra en unas pocas actividades específicas. De este tema hablamos con la economista Alma Espino, investigadora de la facultad de Ciencias Económicas e investigadora del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo Uruguay.
"Sabemos que las mujeres se concentran es ciertos tipos de trabajo, considerados femeninos: maestras, enfermeras, peluqueras. Eso es uno de los aspectos más importantes de la discriminación por género, que no tiene un origen exclusivamente en los empleadores, que elijan mujeres sólo para determinados puestos. Aunque esto también se da, sino que también pasa por el lado de la oferta. También pasa por en qué eligen trabajar las mujeres, cuántas horas están dispuestas a trabajar, `dadas sus obligaciones´, y lo digo entre comillas, en los hogares, en el cuidado de la familia y de los hijos".
Una de cada cinco mujeres ocupadas se desempeñan como servicio doméstico. Y, según el informe, ninguna otra actividad expresa tan claramente la discriminación laboral como el servicio doméstico.
"Básicamente el género femenino ha tenido enormes dificultades para acceder a una legislación laboral de un asalariado típico. Es inestable, es el que recibe los menores ingresos mensuales. Hay muy mucho subempleo, ha relaciones laborales que son muy particulares en relación a otras, debido a que se trabaja en el ámbito privado. El empleo doméstico tiende a ser un empleo como de segunda, en casi todas las legislaciones y lo ha sido también en el Uruguay, con dificultades para poner una jornada laboral y para acceder a los beneficios sociales", dijo Batthiany.
Otra de los elementos a destacar en cuanto a la discriminación laboral por género es la brecha salarial, indicó Batthiany: "Y ahí seguimos encontrando diferencias persistentes, esto no es de un año. Si uno mira la evolución de los datos se encuentra que las mujeres, sistemáticamente, en todos los niveles educativos y en todos los niveles de educación, ganamos menos por nuestro trabajo que los varones. Esta brecha es más pronunciada o más grave en las mujeres más educadas. Es decir, en aquellas que tienen 13 años o más de educación parecería que la calificación no es tan redituable en el caso de la mujeres como en el de los varones".
Un dato que aparece en el informe es que en 2005 la remuneración media de las mujeres representaba un 71% de la de los hombres. Buscando mitigar esta situación, el informe dice que la Comisión de Expertos de la OIT solicita la colaboración del gobierno con las organizaciones de empleadores y trabajadores a fin de aplicar el principio de igualdad de remuneración y corregir los decretos de los Consejos de Salarios en que persisten criterios discriminatorios, reparar la subrepresentación de mujeres en los Consejos de Salarios e incluir cláusulas generales de igualdad. Cabe recordar que de 147 acuerdos firmados en la ronda de 2006 sólo 17 contenían cláusulas contra la discriminación por razones de género.
En cuanto a la participación de las mujeres en los puestos de más poder y en la toma de decisiones, en el sistema político se ha venido mejorando, pero la participación sigue siendo minoritaria. El 30% del gabinete son mujeres y el 12,5% en el Parlamento son mujeres, esto es menor al promedio de Latinoamérica. En los Entes Autónomos la cosa no mejora, el 8% en 2005, mientras que en 2001 era de 9,5% .
Batthiany comentó: "Si hay dos áreas en donde las mujeres están especialmente postergadas en el Uruguay es en los puestos más importantes de las distintas empresas, publicas y privadas, cargos de responsabilidad gerencial. Y, por otro lado, la participación política. Es decir la ocupación de cargos de poder en el sistema político. Son los dos indicadores que tienen mayor rezago en nuestro país".
Pese a todo, el propio informe destaca que en Uruguay se están llevando a cabo importantes iniciativas para erradicar la discriminación. El país ha ratificado los Convenios 100 sobre igualdad de remuneración, 103 sobre protección de la maternidad, 111 sobre no discriminación en el empleo y la ocupación y 156 sobre trabajadores con responsabilidades familiares.
Un dato final. Si bien está claro que la discriminación se sigue dando y, esto quedó demostrado por las cifras, también es cierto que la tendencia se viene revirtiendo. En 1985 la brecha de participación por sexo era de 32,6%, mientras que en 2006 fue de 19,9%. O se que la diferencia es bastante menor, lo que da una clara muestra del avance experimentado en los últimos 20 años.