Vaillant afirma que no canjeó la entrega de armas con un preso
"Un recluso que había entregado esas armas y además había dado el nombre de un integrante de la guardia acusándolo de habérselas vendido no podía quedar recluido en el propio penal, por su seguridad", dijo el senador Víctor Vaillant al explicar su participación en un incidente ocurrido este jueves. El legislador recibió una llamada de un preso que decía tener armas de grueso calibre y acordó su entrega en el propio penal. "No se trató de un canje de mejores condiciones de reclusión a cambio de una información o de las armas", afirmó.
(Emitido a las 8.47)
JOSÉ IRAZÁBAL:
Dos presos negociaron con un senador de la República la entrega de armas de fuego por un traslado. Esto pasó en el Penal de Libertad.
Se trató del senador del MPP Víctor Vaillant, y también estuvo presente en esta negociación el comisionado parlamentario para las Cárceles, Álvaro Garcé, que hablaron con estos dos reclusos considerados peligrosos que están en el Penal de Libertad, Luis Alberto Suárez Correa, alias "el Betito", y su hermano, que entregaron un revólver y una pistola que tenían en su poder a cambio del compromiso de ser trasladados a otro centro de reclusión.
ANDRÉS GIL:
Según dice la nota que publica hoy el diario El País, del periodista Eduardo Barreneche, "la alarma se encendió por la tarde de ayer, sobre las 16.30 Garcé y Vaillant salieron raudos desde el Palacio Legislativo hacia el penal de máxima seguridad: tenían información de que había un recluso armado. Una vez allí, se reunieron con las autoridades del penal y se dirigieron al celdario para dialogar con los presos. Aunque el miércoles se había realizado una requisa en el penal, los dos delincuentes aún tenían armas de fuego en su poder".
JI - Vaillant y Garcé recibieron un revólver y una pistola nueve milímetros y dejaron a los reclusos el compromiso de ampararlos en un régimen especial de protección y de que serían trasladados a otra cárcel.
Estamos en contacto con el senador Víctor Vaillant.
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Senador Vaillant, ¿cómo se enteraron de que estaba pasando esto en el penal y decidieron ir a negociar directamente?
VÍCTOR VAILLANT:
Voy a informar y voy a hacer algunas aclaraciones en cuanto a la interpretación de los hechos.
Efectivamente, esto comenzó en horas de la tarde, cuando recibí en mi despacho la llamada de quien decía ser un recluso y que decía tener armas de grueso calibre en su poder y que quería entregarlas, pero para eso exigía que fuera personalmente al establecimiento a buscarlas.
Una llamada telefónica podía ser un simple bolazo, hasta una tomadura de pelo, pero por nuestra responsabilidad no podíamos quedar con la duda, por lo grave que era el hecho de que dentro de un penal existieran armas de fuego, grave para los otros reclusos, porque normalmente se utilizan para matar a otros reclusos, y grave para los propios funcionarios, porque las guardias dentro de los penales están sin armas de fuego, por lo tanto a merced de presos armados. Frente a esa circunstancia, conversé con el comisionado parlamentario, compartí la información con él y le pedí que me acompañara al penal de Libertad a comprobar en primer lugar si la denuncia era correcta.
JI - ¿Usted no chequeó por teléfono con el penal si había alguna situación rara, si estaba pasando algo?
VV - No, no chequeé absolutamente nada, porque además en el penal no había ninguna situación rara, era un preso que me estaba llamando por teléfono para decirme que él tenía esas armas en su poder y quería entregarlas. Fuimos hasta el penal, pedimos para hablar con el preso, que se había identificado con nombre y apellido, y cuando estuvimos frente a frente tratamos de ratificar lo que nos había dicho. Y lo confirmó, lo ratificó, y no solo nos manifestó que tenía las armas y que quería entregarlas, sino que además, cuando le preguntamos cómo las había obtenido, nos dijo que se las había comprado a un funcionario, a un guardia, y que estaba dispuesto a dar el nombre. Ante esa circunstancia, de inmediato, habiendo confirmado que el hecho era real, nos comunicamos con la ministra y la impusimos en el asunto para que las propias autoridades carcelarias actuaran.
Finalmente se concretó la entrega de las armas, el director del penal personalmente las fue a buscar al lugar donde estaban, que era el celdario, recibió las dos armas con sus correspondientes cargadores completos, y se identificó con nombre y apellido a la persona que el preso denunció como la que le había entregado las armas a cambio de dinero.
JI - ¿Es un policía de la guardia del penal?
VV - Veremos si eso se comprueba, no lo estoy afirmando, eso fue lo que dijo el recluso, que aportó los datos. Consta en la dirección del establecimiento el nombre del funcionario que sería acusado por esto, veremos luego qué determinan la Justicia y la investigación administrativa. Coincidimos, y la ministra también, en que un recluso que había entregado esas armas y además había dado el nombre de un integrante de la guardia acusándolo de habérselas vendido no podía quedar recluido en el propio penal, por su seguridad, entonces se adoptó la medida de que esos dos reclusos fueran trasladados a distintos establecimientos carcelarios, no para estar en mejores condiciones sino simplemente por seguridad. Eso es lo que quería aclarar, no se trató de un canje de mejores condiciones de reclusión a cambio de una información o de las armas. Podría haber sido así pero no fue.
JI - El recluso lo llamó, usted concurrió a dialogar con el comisionado parlamentario para temas carcelarios, pero el recluso nunca amenazó ni utilizó las armas en ningún momento para amenazar a nadie, simplemente fue un llamado directo "vengan, que tenemos las armas y queremos denunciar esto".
VV - Para nada, no corrimos el más mínimo riesgo. Hace dos días, públicamente algunos otros reclusos dijeron que al penal de Libertad estaban entrando armas y otras cosas, lo escuchamos todos. Dos días después llama un recluso y dice "tengo armas en mi poder y quiero entregarlas, pero usted tiene que venir". Uno puede pensar que es un bolazo, que es cualquier cosa, pero también puede pensar que es cierto y no puede tener la irresponsabilidad de no tener en cuenta esta última alternativa. Había que comprobarla, yo no me habría ido tranquilo para mi casa sabiendo que existía la posibilidad de que lo que me estaba diciendo fuera cierto, como después comprobamos que era.
AG - ¿Es frecuente que legisladores reciban este tipo de comunicaciones?
VV - Comunicaciones como esta no... esta no fue la primera pero no. Que los reclusos y sus familiares se comuniquen permanentemente con nosotros sí, en mi caso porque soy el presidente de la Comisión de Seguimiento de la Situación Carcelaria, entonces estas denuncias y las cosas que suceden en las cárceles las recibe por un lado el comisionado parlamentario, que tiene la función específica, pero también las recibimos los legisladores, los senadores y los diputados que integramos esta comisión, y en mi caso particularmente porque por ahora me toca presidirla.
La respuesta en lo que me es personal es que sí, a mi despacho diariamente ingresan temas que tienen que ver con la situación de las cárceles, si bien no con situaciones específicas como esta, que es excepcional.
AG - Usted decía que no hubo una negociación de por medio, pero finalmente fueron trasladados a otra cárcel. Si bien entiendo, no hubo una negociación explícita, lo cierto es que el plan para estos reclusos fue perfecto: consiguieron dinero, compraron un arma, involucraron a un funcionario de la cárcel y lograron el traslado a otro centro penitenciario, eventualmente con medidas especiales de protección. No hay una negociación pero es un mecanismo coercitivo bastante eficiente.
VV - Puede llegar a serlo.
AG - En este caso lo fue.
VV - En este caso no lo fue, porque la responsabilidad del traslado o los traslados está en las autoridades carcelarias (yo no tengo ninguna autoridad para nada). Por supuesto, en cualquier circunstancia el sentido común aconseja, indica, obliga a pensar que cualquier recluso que aporte elementos y haga denuncias concretas que involucran a funcionarios que están en la guardia que los vigila automáticamente queda en condiciones de inseguridad. Eso es fácilmente comprobable.
AG - Es un hecho, por eso se lo decía.
VV - Las alternativas eran hacer caso omiso a eso o tomar las medidas para preservar la seguridad del recluso. En este caso, en la medida que el recluso no solo estaba aportando las armas sino que además estaba indicando con nombre y apellido al funcionario que presunto se las había entregado, las autoridades no tuvieron ninguna duda. Cuando digo las autoridades me refiero a las autoridades ministeriales y carcelarias, ni yo ni el comisionado parlamentario podemos disponer ningún traslado a ningún lado.
AG - Uno no es experto en temas carcelarios, pero ha escuchado que en la cárcel el tema del canje, de obtener ciertos activos para a través de ellos obtener otros...
VV - El canje al que usted se refiere es distinto.
AG - Pero es una lógica que está instalada en la cárcel.
VV - Es correcto lo que usted dice, pero refiere normalmente a otros hechos, a que los presos por distintas vías intentan comprar sus traslados. En este caso el problema es distinto.
AG - Es un mecanismo más sofisticado.
VV - Si bien terminó en un traslado, es distinto, porque la principal preocupación (por lo menos la mía, y supongo que la suya) no debe consistir en que el preso sea trasladado o no después de entregar las armas, sino en cómo es posible que entren armas a un establecimiento penitenciario. Allí está el centro de la cosa, porque el problema central no es que después canjee las armas (mejor que las canjee y que las use) sino cómo es posible que ingresen armas.
AG - Sin duda, pero esa no es una pregunta nueva. En este caso la pregunta nueva es cómo es posible que las armas, al mismo tiempo de ser una amenaza dentro del establecimiento, se constituyan en un elemento de negociación.
VV - No se constituyen en un elemento de negociación. Es muy simple, las autoridades, si quieren, pueden hacer caso omiso, no recuperar las armas y no negociar nada. Además, insisto, no se trata de una negociación sino, desde mi punto de vista, de un acto de responsabilidad. Si yo estuviera o si usted estuviera al frente de un establecimiento carcelario y un recluso hiciera una denuncia, la que fuera, esta u otra, que involucrara a funcionarios que están en la propia guardia, y comprueba que la denuncia es correcta, como en este caso (me refiero a que entrega uno de los elementos probatorios, que es la posesión de las armas que había denunciado), tiene dos disyuntivas, o se va y que el recluso se quede, se arregle como sea y veremos lo que le pasa, o se siente responsable de la seguridad del individuo. Entonces no le hace un canje para que mejore nada, sino que lo pone en otro establecimiento de reclusión, que puede ser igual o peor que aquel en el que está, con las mismas o peores condiciones, pero tiene la certeza de que no va a haber represalias con él. Eso es lo que normalmente sucede en las cárceles.
Frente a cada hecho que sucede, frente a cada actitud que uno toma siempre puede haber opiniones distintas, puede haber quien piense que si hubiese estado en ese caso habría hecho otra cosa. Sí, lo acepto, el problema no es sencillo, pero en lo que me es personal no tengo ninguna duda de que se hizo lo correcto, las armas con sus respectivos cargadores, que nunca debieron estar en el penal pero que estaban y no habían sido encontradas en las requisas que se hicieron, fueron recuperadas, se tiene una denuncia concreta como pocas veces en cuanto a indicio de cómo pudieron haber ingresado, y los reclusos que dieron esa información no corren riesgo.
JI - ¿Cuánto tiene que ver esto con la situación de la cárcel? Porque si se hizo una requisa hace pocos días y no aparecieron las armas eso habla de una falla o por lo menos de que los controles no se hicieron como era debido.
VV - A eso me refería cuando decía que el problema central no era si hubo negociación sino cómo llegaron las armas a estar en poder y mantenerse en poder de esos reclusos. Aunque debo decir también, porque no sería totalmente honesto si no lo dijera, que me consta que las condiciones en que están los reclusos son monstruosas y que las condiciones en las que trabajan los funcionarios también son espantosas y es muy difícil por un lado rehabilitar a los presos y por el otro que se cumpla con la mínima esencia de las funciones que cumplen los funcionarios de los establecimientos penitenciarios. Es realmente caótica la situación en que hemos heredado el sistema carcelario, aunque eso no nos excluye de la responsabilidad que tenemos por delante de transformarla.
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Edición: Mauricio Erramuspe