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Durazno pos inundación

El 4 de mayo amaneció lloviendo en Durazno. Más allá de ser una cortina de agua intensa, ninguno de los habitantes se imaginaba que se convertiría en la mayor inundación de la historia registrada en ese departamento. Inmediatamente se activó el Comité de Emergencia Departamental para ayudar a las más de 7.000 personas evacuadas que perdieron sus viviendas y pertenencias. A un mes de la inundación, Federico Dalmaud recorrió la ciudad.

Un breve repaso de los hechos. Según un informe solicitado por el Comité de Emergencia Departamental al Grupo de Evaluación Inicial de Daños y Análisis de Necesidades (EDAN), las lluvias comenzaron el viernes 4 de mayo con una marca del Río Yí en 3,40 metros. El mismo día a las 21:15 la marca ascendió a 6,30 metros. El 5 de mayo a las 06:00 de la mañana el agua llegó a los 7,9 metros y a las 20:00 a 9,20 por encima de la cota (número que en los mapas indica la altura de un punto sobre el nivel del mar o sobre otro plano de nivel). El 6 apenas dos días después de comenzada la lluvia, a las 02:00 de la mañana, se registró 9,90 metros y a las 23:10,  11,15 metros. El 7 de mayo a las 06:30 estaba en 11,50 metros y a la hora 23:10,  12,30 metros. El 8 de mayo a las 13:00 se dio el pico histórico: 12,56 metros, superando la marca registrada en 1959 de 12 metros. El 10 de mayo a las 21:00 el Río comenzó a descender. Para esa fecha, apenas seis días después, el número de evacuados y auto-evacuados de la ciudad había superado los 7.000, aunque nunca se sabrá a ciencia cierta cuál fue el número final debido a que hubo personas que no se registraron como tales y otras que por ignorancia o por error lo hicieron más de una vez.

La situación actual de Durazno. Esta inundación marcó un antes y un después en los habitantes de la ciudad y hasta sentó un precedente en los propios responsables de la ayuda humanitaria y autoridades locales. Esta experiencia les permitirá organizarse mejor a la hora de tener que enfrentar fenómenos de estas características. Todos los habitantes querían colaborar pero, en muchos casos, no hacían más que dificultar la labor de aquellos que sí tenían la responsabilidad de hacerlo.

El martes fue un día soleado y con temperatura más que agradable para la época del año. Hace más de 20 días que no llueve en el departamento e, incluso, los comentarios de los duraznenses hacían referencia a una posible sequía en los próximos días.

La zona baja de la ciudad y cercana al Río Yi fue la más perjudicada por el efecto devastador del agua que en pocas horas tapó cientos de casas y obligó a la evacuación de millares de personas.

Es realmente muy difícil explicar o simplemente lograr entender lo que sucedió si uno nunca tuvo la posibilidad de observar los lugares a los que ha llegado el agua. Casas destruidas, árboles caídos y hasta algunos parecían adornados a propósito con basura y bolsas de nylon. Pero lo más impactante era la gente evacuados y auto-evacuados.

Sobre las 09.00, recorriendo la ciudad, me encontré con Eva Garro, una funcionaria de la Intendencia Municipal de Durazno encargada del reparto de alimentos a los evacuados.  Ella se encuentra desde el primer día repartiendo cada una de las cuatro comidas a las personas afectadas por la inundación. "Se llevaba la leche con el pan y siempre llegaba caliente. Era para los niños y adolescentes. Al medio día se entregaba el almuerzo, a media tarde se volvía con la leche y en la noche con la cena. Hay gente que a veces se pone un poco nerviosa pero realmente la alimentación llegó a toda la población, que quedó realmente muy conforme", contó.

El martes fue un día muy complicado para Eva, ya que le tocaba la tarea de comunicarle a estas personas que ya no iban a recibir más esas cuatro comidas a domicilio, sino que el número de colaciones a partir de ese día se reduce a la mitad (almuerzo y cena) y la misma debía ser retirada por los evacuados de las instalaciones del Instituto Nacional de Alimentación (INDA). "Como en todos lados sabemos que puede haber dos o tres personas que pueden estar en desacuerdo porque se tienen que trasladar a buscar la comida. Tampoco van a tener que ir a quedarse, sino que van a poder hacerlo en familia con comida caliente y todos sabemos como es atendido el INDA, así que no van a estar desamparados", aseguró.

Cabe destacar que estas personas seguirán recibiendo las canastas con productos y alimentos no perecederos. La Intendencia ya lleva entregadas unas 3.000 canastas, 6.000 frazadas, 2.100 colchones, 30.000 kilos de cal, 9.000 litros de hipoclorito y 5.000 platos de comida diarios en el almuerzo e igual cantidad en la noche.

Los refugios. Después de recorrer la zona afectada y descubrir el panorama desolador llegamos a uno de los refugios. Precisamente un local deportivo que se encuentra en el predio del Estadio Silvestre Landoni de Durazno.

Las familias que allí se encuentran pasan el día entre ronda de mate y charlas. Mientras muchos de ellos esperan que, con la llegada de cada auto municipal, también llegue alguna noticia sobre su nuevo hogar.

Una de las residentes del Estadio desde el 6 de mayo, Ana Cabrera, madres de tres hijos, al igual que otras tantas personas perdió en esta inundación las pocas cosas que tenía: "A las 07:15 nos agarró la inundación. Entonces, comenzamos a juntar las cosas y las llevamos al parador municipal pensando que tampoco iba a agarrar allá arriba y nos llevó la mitad de las cosas. Pero eso no importa, porque lo principal es que uno tiene salud. Perdimos el ropero, la cómoda, ropa de los chiquilines, una cama y un colchón. Pero yo siempre digo que lo material uno hace esfuerzo y lo compra".

Cuando uno escucha las cosas que perdieron los inundados, dichas así por separado, podría llegar a decir que un ropero, una cama, un colchón y alguna que otra cosa, no es tanto. Pero en la mayoría de los casos ese ropero, colchón y esas cosas eran los únicos muebles que estas personas poseían. Otras perdieron documentos y fotos familiares. Algunos dicen que no tienen identidad,  que simplemente pasaron a ser indocumentados.

Otra de las evacuadas Diana Peláez contó: "Ya van a hacer 15 días que estoy acá. Con la creciente saqué las cosas de mi casa las llevé para campaña y luego me refugié en `El Juvenil´. Luego volví a mi casa y me habían puesto un cartel de que no se podía vivir adentro por peligro de derrumbe y ahora me trajeron acá con mis cuatro hijos. Estamos esperando a ver que pasa con el tema vivienda, porque todos queremos volver a nuestras vidas y ver tu casa destruida es muy doloroso".

A la distancia y con el paso del tiempo da la sensación de que todo se solucionó. Pero, si bien se está volviendo a la normalidad, aún se necesitan colchones, camas, roperos, sillas y mesas.

Actualmente está trabajando la Intendencia en la construcción de camas para ayudar a los evacuados que retornaron a sus hogares. Pero el número de camas fabricado es infinitamente menor a la demanda.

Los 2.100 colchones que fueron distribuidos hasta el momento entre la población afectada, ya son propiedad de aquellos que lo recibieron. Sin embrago, hay casos especiales, por ejemplo el de Luis Obelar, un vecino de la zona del Estadio Landoni que también perdió gran parte de sus pertenencias en las inundaciones.

Durante una semana Luis estuvo viviendo en una de las cabinas de prensa del Estadio junto a las otros siete integrantes de su familia. En el momento en que lo encontré hacía apenas algunos minutos que había devuelto los colchones a la Intendencia pensando que eran a préstamo, aunque los necesitaba. Sobre esto y sobre el retorno a su hogar después de varios días Luis comentó: "Cuando entré se me había caído el ánimo y no tenía ganas de nada, porque había perdido toda la parte de cocina, dormitorios... En ese momento me pasó eso, pero después recapacité y creo que la única es recuperar lo poco que nos queda para seguir luchando. Devolví los colchones porque me los habían prestado, creo que es lo más correcto, pero ahora me los voy a llevar porque los necesito para los gurises. Te das cuenta que los junto y hago uno de dos plazas hasta poder comprar uno bueno".

La seguridad durante la inundación. Una de las tantas preocupaciones de las autoridades locales era el tema seguridad, entre otras cosas, para evitar cualquier tipo de hurtos, saqueos y hasta para resguardar la seguridad de los propios damnificados.

El jefe de Policía e integrante del Comité de Emergencia, Miguel Magallanes, comentó: "El comité estaba preparado para las inundaciones habituales y así lo habíamos encarado, pero hay que ver que estas inundaciones comienzan en circunstancias donde todavía teníamos evacuados de una crecida anterior. Sorpresivamente las lluvias importantes de tres días provocaron una rápida crecida y allí nos vimos superados todos. Notamos un problema posterior y es el tema de los datos de las personas evacuadas, es que fue tan rápido que se volvió prácticamente imposible tener en detalle todos los datos de las personas evacuadas. Luego, cuando se hizo la comunicación oficial de los beneficios para los mismos, aquellos que estaban en casas de vecinos y familiares se volcaron a estos lugares llegando a saturar y esas son experiencias que tenemos que tomar en cuenta".

Magallanes hizo referencia al tema de la rapidez con que se dieron las cosas, llegando al punto de saturar gran parte del sistema y de la acción del Comité de Emergencia.

La vigilancia corrió por cuenta de la Policía local y hasta por los propios vecinos que se organizaban para recorrer en bote las calles donde hacía un par de horas circulaban autos, motos y bicicletas. "La gente tiene algunos temores o se van incrementando en virtud de que quedan sus casas solas. Muchos de ellos sacaron sus efectos y los dejaron sobre sus hogares, algunos se quedaban en carpas sobre los techos cuidando sus cosas. Nosotros nos preocupamos mucho por eso y le pedimos apoyo a la Prefectura Nacional Naval que nos mandó una embarcación de poco calado en la que se recorrió parte de la ciudad", explicó Magallanes.

Actualmente siguen patrullando la zona en la que se encuentran las casas de las personas refugiadas, aunque el ritmo es menor y los policías que fueron cedidos por las comisarías regionales de Flores y Florida, ya se encuentran en sus respectivos lugares de trabajo. Incluso, en un momento, se cortaron todas las licencias semanales y no se aceptaron las anuales tratando de poner todo el personal a la orden.

El "Grupo EDAN", coordinado por la doctora Patricia González, elaboró estos datos a los efectos de presentar un informe que fue solicitado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El grupo hizo un relevamiento estadístico en 437 viviendas, de las 1.500 afectadas, representando de esta forma un promedio del 29,1% y luego se hizo una proyección hacia todos los hogares. Se detectó un total de 136 viviendas perdidas, lo que en pesos uruguayos equivale a 6.330.800 pesos, unos 263.783 dólares.

La perdida en vestimenta y ropa de cama ronda los 875.000 pesos o 36.458 dólares. Las perdidas individuales de cada casa indican que se perdieron 305 colchones de una plaza y 118 colchones de dos plazas. 100 heladeras, 88 cocinas, 33 estufas, 117 mesas, 649 sillas, 202 camas de una plaza, 97 camas de dos plazas, 612 frazadas, 286 roperos, 34 televisores y otros tantos muebles. En total se perdieron 4.500.000 pesos, unos 180.000 dólares.  

Las viviendas entregadas a los evacuados. Esas viviendas se encuentran en el barrio "La Higuera", en una de las zonas más altas y alejadas del Río. Allí se pueden encontrar casas muy lindas que van desde, un dormitorio, comedor, cocina y baño, hasta aquellas un poco más grandes que tienen tres dormitorios.

Gran parte de los evacuados que accedieron a estas viviendas ya están disfrutando de las cómodas instalaciones de estas casas. Al llegar me encontré con Manuel Rodríguez, propietario de la vivienda 11 donde vive con su familia integrada por sus dos hijos, -uno de ellos discapacitado- y su esposa.

Para Manuel, al igual que las otras personas que viven en este complejo de viviendas, tener una nueva casa lejos del agua y las inundaciones era una utopía. La mayoría ya se había resignado a vivir el resto de sus días con el corazón en la boca ante cada tormenta.

"Estoy re conforme porque en relación a donde vivía y los problemas de salud que tengo con mi señora, esto es muy lindo. Estamos muy bien. En la inundación faltó unos 20 centímetros para taparme la casa. Lo calculábamos por la hilada de ladrillos. Entonces, cuando sacamos el pretil, nos dimos cuenta de que se nos tapaba la casa. Allá en el barrio anterior cuando llovía no dormíamos pendientes de la crecida del Río", contó Manuel.

Ahora Manuel vive en un lugar alto y lejos de los efectos devastadores del agua. Sin embargo, todavía no están un 100% tranquilos, ya que todavía no ha vuelto a llover y el miedo todavía existe. "Estamos esperando que llueva, porque cambia la tranquilidad de uno al pensar que está lloviendo pero que a su vez está en un lugar seco y que la creciente no lo va a perjudicar nunca más. Antes nos afectaba mucho psicológicamente no se descansaba de noche porque cada vez que llovía yo me levantaba e iba hasta la esquina a ver como estaba el Río y hacía una marca".

Cristina, que hace 15 días que está con los 13 integrantes de su familia en la vivienda número 10 que tiene tres dormitorios, al igual que Manuel está esperando la lluvia para sentirse resguardada. También contó que durante la inundación fue víctima de algún que otro hurto. La situación de la familia es de una pobreza extrema: "Hay que probar primero sí se gotea o llueve para ver qué pasa. Yo tengo sólo una cama de dos plazas y ocho chiquitos y lo que me donaron fueron dos colchones y una frazada. Me robaron los cuadros de mi casa, me queda uno sólo. Porque yo lujos en mi pobreza no tenía, pero algo si. Yo necesito camas de una plaza porque ellos están durmiendo en el suelo, tengo una sola. Necesito camas, colchones y otras cosas porque tengo un hijo que es enfermo y necesita una camita. Vivimos sólo del Plan de Emergencia y la asignación familiar, acá no entra ni un sueldo".

María vive en una de las viviendas junto a dos de sus cuatro hijos y su esposo, porque no tiene espacio para que los más grandes vivan con ella. En el living puso un pequeño almacén para generar un ingreso que le permita comprar y recuperar las cosas perdidas. "Tengo una mesa chiquitita que era de mi abuela con tres sillas y eso es lo que me queda. En el lugar de un ropero tengo una tabla donde apoyo la ropa. En las otras crecientes colgábamos las cosas y después ibas a limpiar y listo. Pero ahora no sabés si llorar o qué. Hay que estar en la persona y saber que es lo que se siente volver y encontrar todas tus cosas destruidas. Yo tenía idea de traer las cosas que tenía para mi nueva casa, pero de lo poco que tenía, ya no tengo nada".

Además de las personas que ya están viviendo en sus nuevos hogares están aquellos que trabajan día a día en la construcción de su nueva casa. Ese es el caso de María Beatriz Videla, que vivió la inundación trabajando: "En toda esa semana tuve recorrida nocturna y la pasé trabajando. Yo no tengo donde vivir y en la inundación estaba en una carpa detrás del estadio con mi hija de tres años. En este momento estoy en una pieza que también se llueve. Ahora la lucho para vivir tranquila y tener mi casa gracias a dios".

El sistema de reparto de alimentos y ropa. Algunos de los vecinos están colaborando con la Intendencia a los efectos de descentralizar los puntos de distribución de alimentos y ropa, de esta forma la ayuda puede estar más enfocada en lo que pasa en cada barrio.

Otra de las víctima de la inundación, de Felix Paz, al igual que muchos otros perdió todas sus pertenencias. Sin embargo, hoy su casa se ha convertido en un puesto de distribución y ayuda a los inundados. "Pusimos esto con otra muchacha vecina para armar una comisión o un grupo para trabajar en el barrio ya que hasta acá también llegó la inundación. En la primera instancia vino ropa, ahora llegó portland, y así van a ir llegando las cosas que vamos a repartir en los tres barrios afectados: Cementerio, Parque del Oeste y La Calera. Lo que hicimos es extender una mano y ayudar a la Intendencia y a aquellos que lo necesitan".

Otro de los encargados de la ayuda al Comité de Emergencia Departamental y la Intendencia fue el Club de Leones local. Miguel Camilo, miembro del Club de Leones, contó: "Colaboramos un poco con el Comité de Emergencia y hemos estado trabajando en algunos barrios de Durazno, viendo las necesidades de cada uno y tratando de solucionarlas, porque hay muchísimas. Nos ofrecimos a la Intendencia y nos dieron un barrio donde notamos que habías muchas necesidades, que no sólo tienen que ver con esta última inundación sino que vienen de antes. Además de que jamás les había llegado el agua".

Balance sanitario de la inundaciones. Cuando uno empieza a hablar con la gente y con las autoridades locales inmediatamente nota que el tema de la salud está en boca de todos. Durante la inundación no se registraron enfermedades comunes en este tipo de desastres naturales como diarrea y enfermedades respiratorias producto de la falta de agua potable, la humedad y el frío. No obstante, también hay riesgo de contraer leptospirosis, hepatitis A y enfermedades de transmisión alimentaria.

"Nosotros ante una inundación de esta magnitud con 6.000 evacuados estabamos expuestos a tres grandes riesgos sanitarios. El primero de ellos es el de los accidentes relacionados con los entornos de la casa. El segundo son las enfermedades hídricas como la hepatitis y la leptospirosis, aunque la gente fue muy sensible a las recomendaciones del Comité de Emergencia para prevenir estas enfermedades. Y, por último, son las enfermedades respiratorias por los lugares húmedos y la exposición innecesaria al frío", explicó el director Departamental de Salud, Anibal Cataldo.

También consultamos al director Departamental de Salud sí aún puede haber riesgo de aparición de enfermedades producto de las inundaciones: "No descartamos que no puedan aparecer todavía algunos casos porque debemos pensar que acá hay unos tiempos biológicos que se deben respetar porque la hepatitis, por ejemplo, lleva un período de incubación y pueden aparecer en el futuro. Los 42 referentes de vigilancia epidemiológica no nos han reportado casos de estas características en estos días".

La Fuerza Aérea y el Ejercito. No nos podíamos ir de Durazno sin tener el balance de los otros integrantes del Comité de Emergencia Departamental. El coronel Morassi de la Brigada Aérea II hizo su balance esta inundación: "Todo el sistema funcionó en forma muy dinámica, contactada, con buenas decisiones y fue eficiente, pero más valido de lo que yo puedo opinar son los hechos que indican que hoy por suerte no tengamos que lamentar víctimas mortales. Y, por otro lado, están los comentarios de la ONU que hizo una crítica muy constructiva sobre el desempeño del Comité de Emergencia del Departamento de Durazno".

Sobre los precedentes y todo lo que esta experiencia va a dejar en el futuro para encarar nuevas inundaciones el teniente coronel Daniel Legnani, jefe del Regimiento de Caballería Blindado N°2 señaló: "Lamentablemente somos los pioneros. Pero quiero dejar en claro una cosa, nosotros tenemos los mecanismos muy aceitados porque estamos acostumbrados a tener tres o cuatro inundaciones en el año. Lo único es que la magnitud de esta inundación rebasó la imaginación que cualquiera de nosotros pudiéramos tener y esa situación hizo que nos viéramos desbordados por la magnitud del mismo y por la cantidad de personas afectadas".

El impacto de la inundación en los comerciantes. Sin dudas que el impacto para los comerciantes de Durazno fue bastante grande, principalmente producto de las perdidas registradas.

Según el informe del "Grupo EDAN," los comercios se vieron afectados de esta manera: un almacén perdió 80.000 pesos en mercadería (cerrado desde el 6 de mayo). Una panadería perdió 30.000 pesos, un taller mecánico 10.000 pesos, otro 15.000, un carro de chorizos registró una perdida de 30.000 pesos, un kiosco cerca de 15.000, entre otros tantos comercios. En total se perdieron 482.500 pesos en mercadería y horas de trabajo.

La industria local también tuvo un fuerte impacto, se perdieron 197 toneladas de leña, dos zapateros locales perdieron cerca de 90.000 pesos en mercadería y 21.000 en maquinaria de trabajo. 30 ladrilleros locales sufrieron perdidas que se estiman en los 338.600 pesos y un aserradero perdió 144.000 pesos en maquinaria, entre otras cosas. Los números indican que la industria duraznense perdió un total de 848.590 pesos.

Otras perdidas y gastos. Los números finales indican que solamente en comida para un promedio de 4.000 personas, comprendiendo desayuno, almuerzo y cena, se gastaron 291.000 pesos por día. Se utilizaron diariamente 200 kilos de carne, 140 de fideos, 12 litros de aceite, ocho kilos de sal, 80 de cebolla, 160 de boniatos, 240 de papas, 40 de zanahoria, 120 de zapallo, 500 de arroz, 96 de polenta y 90 litros de leche, entre otros alimentos que integraban la comida de los evacuados.

Pérdidas en entes e instituciones. Los últimos datos de OSE conocidos este martes indican que los daños se estiman en 300 mil dólares. UTE perdió 254.300 dólares, Antel cerca de 10.000.

Los daños totales en las viviendas se estiman en 27.300.000 pesos. También la infraestructura local se vio afectada en 13.500.000 pesos. A todo esto hay que sumarle los 193.000 del regimiento pesos, 51.000 de la Brigada Aérea II, 53.000 de la Jefatura de Durazno y 309.000 pesos en combustible de la Intendencia de Durazno desde el 4 al 13 de mayo.

Las perdidas totales en el departamento Durazno por las inundaciones, según el informe del "Grupo EDAN", es de 6.265.980 dólares o su equivalente en pesos: 150.383.520 pesos. Esta información se va a cruzar con otros datos relevados por la Intendencia, la Cruz Roja, el Ejercito, la Fuerza Aérea, entre otras instituciones para ser presentado ante la ONU.

Este martes, en el Día Mundial del Medio Ambiente, de forma simbólica se decidió conmemorarlo plantando un árbol en el terreno de una de las casas que fue alcanzada por el agua en el barrio Santa Bernardina.

Finalmente, esa casa que quedó destruida fue derribada con consentimiento de su dueño, Walter Sosa, que hoy mediante el pago de cinco Unidades Reajustables está disfrutando de su nueva casa que tiene un living-comedor, cocina, baño y un dormitorio, además de la posibilidad de ampliar su casa y hacer dos dormitorios más.

"Es algo muy bueno y emocionante porque acá hace menos de un mes estaba mi casa. Pero ahora estamos en una nueva ya que la creciente nos tapó esta que ya no existe. Por suerte logré sacar todo lo principal ya que el agua me la tapó toda", explicó Walter.