La inseguridad de los adolescentes y los robos en los liceos
Los hurtos en la vía publica avanzan en forma directamente proporcional a la evolución tecnológica. Ultimamente aquellos objetos que facilitan la comunicación como celulares, reproductores de mp3 y mp4 se convirtieron en el blanco de bandas que atormentan a cientos de adolescentes en los alrededores de los centros estudiantiles. El informe de Federico Dalmaud indaga en la inseguridad de los jóvenes.
La polémica en torno a la inseguridad, la delincuencia, los robos y otras tantas cuestiones que hacen el día a día de los uruguayos en general es un tema relativamente viejo y recurrente. Sin embargo, siempre aparecen nuevos datos que no dejan de ser curiosos.
Vamos a comenzar a ejemplificar el tema con la historia de Federico, un joven que vivía en El Parado, hasta que decidió independizarse, y se mudó a Palermo donde en menos de 48 horas fue víctima de un robo y casi de otro. Así fue como de un día para el otro toda la seguridad que Federico había depositado en quienes los rodeaban fue desapareciendo hasta convertirse en una alarma que está encendida las 24 horas del día.
Su vida se vio perjudicada por ese "incidente", devenido en un hurto, ocurrido en la noche víspera del 1º de mayo. En un momento del trayecto hacia a su casa, Federico se vio encerrado por dos adolescentes -menores que él-, que insistieron en recibir una donación económica, donación que se vio frustrada por el hecho de que aún no había cobrado su salario. La insistencia fue tal que, al no tener una respuesta monetaria, decidieron apelar al sistema persuasivo por excelencia de todos los tiempos: el revolver. Resultó que los ladrones pretendieron en todo momento hacerse de su celular y reproductor de mp3 mediante la intimidación por arma de fuego. Sin embargo, los asaltantes se fueron del lugar con 200 pesos y el sabor amargo de no haber obtenido el celular y reproductor de audio.
Apenas dos días después en la explanada de la Intendencia Municipal de Montevideo, a Federico le tocó vivir exactamente la misma experiencia, pero esta vez junto a un amigo. Allí se vieron sorprendidos por la visita de otros dos extraños que, armados con otro revolver, intentaron hacerse de sus celulares. Esta vez con menor suerte ya que las posibles víctimas ofrecieron resistencia. De esta manera, en menos de 48 horas una misma persona fue víctima de un robo y casi de otro.
No es cuestión de pensar: "¡que mala suerte que tiene este muchacho!", ya que sólo fue víctima de esta nueva modalidad de robos. Tenía uno de los elementos necesarios para ser una víctima: un celular.
A Federico le pasó lo mismo que a otras tantas personas en Montevideo, fue víctima de las supuestas "bandas" o "patotas" que buscan este tipo de elementos que son objetos que se colocan rápidamente en el mercado negro o se pueden "transar" con mayor facilidad a los efectos de obtener drogas como marihuana y pasta base.
"En lugar de tomarme el ómnibus con todos mis amigos, demoré y me tomé otro. Por la zona en la que estudio tengo dos opciones de transporte, uno de ellos me deja a una cuadra de mi casa y el otro a dos. El que pasó primero es el que me deja más lejos y me lo tomé. Cuando me bajé caminé por una de las calles en las que no hay mucha gente y cuando estaba llegando a la esquina pasaron cuatro personas en bicicleta. En principio los miré y me pareció que me iban a robar, no sé por qué sentí algo y de un momento para el otro pasó uno a mi lado, se puso atrás, otro en frente y dos al costado y me dijeron que les diera el celular, pero como lo tenía en la mochila se la llevaron, junto con el reloj. Te das cuenta de que ellos tenían mucho más miedo, más miedo que yo... Porque no saben como vas a responder", contó Felipe, un adolescente de 15 años que fue víctima de estos delincuentes cuando volvía de estudiar.
A partir de las historias de Federico y Felipe me preguntaba: ¿qué incidencia puede tener este hecho en el futuro de cada una de estas dos personas? Sobre todo en lo relacionado con los temores y sí ellos, por una cuestión de edad (Federico tiene 23 y Felipe 15 años), se han convertido en uno de los sectores más propensos a ser víctimas de un delito. Para responder esto tomé un fragmento de la nota que hace un mes le hicimos al doctor en sociología, docente de la Universidad General Sarmiento, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y experto en la sociología del miedo, Gabriel Kessler.
"Uno puede decir que la inseguridad es un problema importante en Uruguay o en Argentina pero, al mismo tiempo, decir que no tiene temor y a su vez que puede ser víctima probable de un delito. Los distintos sectores, los distintos sexos y las distintas clases sociales muchas veces varían en esto. Por ejemplo, los jóvenes son los que más tasa de victimización tienen, pero los que tienen menos temor. Los adultos de mayor edad son los que tienen menor tasa de victimización por estar menos tiempo en la calle. Y, al mismo tiempo, son los que por general expresan más temor. Las inseguridad subjetiva tiene una inseguridad interna y también varía por clases. Me preocupan algunas teorías que dicen que el temor es algo únicamente de las clases altas y no es así. Simplemente cruza las clases, cruza los dos sexos, cruza las edades y adopta configuraciones distintas", dijo Kessler.
No sólo en base a una experiencia de estas características uno se puede sentir más inseguro o con miedo, sino que hoy en día el termómetro de la inseguridad ya ha superado varios registros.
Sin embargo, la sensación de inseguridad es muy alta y va en aumento en todo el mundo según Kessler: "La mayor sensibilidad frente al delito es un fenómeno mundial. Más allá de que en algunos países donde se registran muy escasas tasas de delitos violentos, igual la sensación es muy fuerte. Eso quiere decir que las sociedades mientras más seguras se vuelven, más hipersensibles nos volvemos ante la misma. Hay comunas, hay países, hay ciudades donde los delitos son muy raros y la inseguridad es muy alta. Cada pequeño hecho tiene la potencia de trastocar un sentimiento de seguridad existente. En segundo lugar el delito trae a colación el temor a la muerte, el temor al ataque físico, a la violación, todos son totalmente legítimos. Y, en tercer lugar, también es cierto que en los países de América Latina, aún en los países más tranquilos como Argentina, Uruguay y Chile, históricamente han vivido un aumento en los delitos en la última década y media. Entonces esto quiere decir que no solamente la inseguridad subjetiva o el miedo al delito sea una cuestión de fantasmagoría, sino que además también está anclado en un cambio en la realidad".
Si bien hasta el momento no se conocen datos ni cifras oficiales de la cantidad de denuncias por hurtos y rapiñas, se estima que el número estaría superando al del año pasado a igual período. Pero habrá que esperar por los nuevos datos que en este momento están siendo procesados por el Observatorio Nacional de Criminología del Ministerio del Interior y que no serán liberados hasta que no se reúnan los responsables de este departamento y la ministra del Interior, Daisy Tourné.
Agustín, que tiene 12 años, es otro estudiante al que le robaron su celular cuando volvía de estudiar. "Iba caminando por Pilcomayo y justo a unos metros de Concepción del Uruguay aparecieron tres chicos de mayor edad que yo, dos en bicicleta y uno a pie. Me rodearon, me preguntaron si tenía el celular y les dije que no. Luego me lo preguntaron tres veces más, hasta que me pegaron cerca de la mandíbula, me pidieron la mochila y se la llevaron. Después se fueron y me amenazaron diciendo que si se enteraban de que yo hablaba, me pegaban", contó.
Este es otro de los ejemplos de aquellos jóvenes y adolescentes que están siendo víctimas de estas "barras" que roban, golpean y amenazan a los estudiantes para robarle sus celulares y reproductores de mp3.
Según la Jefatura de Policía se trata de casos aislados y, hasta el momento, no reviste una preocupación mayor. Si bien existen algunas denuncias son consientes de que muchos de estos casos no son declarados en la comisaria por lo que es imposible saber el número aproximado de casos.
María estudia en un liceo de la zona de Carrasco y si bien no fue víctima de robos, sabe de la existencia de estas patotas: "Frente al liceo están las viviendas, entonces estos chicos van y se tiran en el pasto, vos los ves e inmediatamente desconfías. Tienen entre 19 y 20 años y son tres o cuatro que van en bicicleta. No sabemos si son ellos los que roban porque a veces van con gurises de nuestra clase y ellos dicen que no. Pero vos quedás desconfiando".
Otra de las zonas afectadas y asechadas por estas "bandas" es la ciudad de Las Piedras, en Canelones. Según lo que pudimos averiguar allí también existe esta problemática relacionada con la inseguridad en los liceos. Por ejemplo, este martes se realizó una reunión de padres sobre la inseguridad en la ciudad junto a la Policía comunitaria para analizar, entre otras cosas, este tema.
La realidad en Las Piedras es similar a la de Montevideo, según algunas autoridades y funcionarios de los liceos locales, allí operan pequeñas "barras" de jóvenes que se disponen alrededor de los centros educativos para cumplir su cometido. En este caso, el robo.
El más afectado de los centros estudiantiles es el Liceo Nº 4, ubicado a dos cuadras de un asentamiento precario. Allí profesores y alumnos son víctimas constantes de robos de todo tipo.
Jhony Scotto, policía comunal de Las Piedras y responsable de velar por la seguridad de los alumnos del Liceo Nº 4, describe la inseguridad que allí se vive: "Es una zona muy complicada, sobre todo la parte que se conoce como barrio "Cofrisa´, donde se encuentra el Liceo Nº 4. Tratamos de hacer la salida y entrada de los chicos para evitar arrebatos, hurtos. Tratamos de controlar todo,. Entonces, cuando vemos una de estas barras que se juntan los dispersamos sin llegar a reprimir. Vamos y hablamos, porque ese es nuestro trabajo".
Mientras tanto, Pocitos, Carrasco y Parque Rodó son algunos de los barrios que durante años han estado en la mira de cientos de "pungas" por el poder adquisitivo de las familias que allí residen.
Según algunos de los adolescentes con los que pude conversar, que no quisieron salir al aire por miedo, los celulares deseados tienen un límite. Esto quiere decir que aquellos aparatos que se han quedado en el tiempo como un Nokia 1100 o cualquier modelo que no presente una pantalla color como mínimo, no les interesa a estos amigos de lo ajeno. Por lo que, según indicaron, no es de esperar que estas bandas actúen únicamente cuando estén casi seguros de que se han encontrado con lo que necesitan. Y pasa lo mismo con los reproductores de mp3 y mp4. Esas son las exigencias de ese "mercado".
Pocitos está bajo la jurisdicción de la Seccional Nº 10 que tiene cerca de 30 centros estudiantiles en la zona. Sin dudas que es extremadamente difícil de cubrir con los cuatro patrulleros con los que hoy dispone la comisaría. Por ejemplo, antes de la crisis económica de 2002, esa misma seccional tenía en su poder ocho autos y ocho motos para cubrir cada una de las regiones y de esta forma garantizar la seguridad de las personas. Actualmente la capacidad y el patrullaje han sido desbordados por la poca cantidad de vehículos, ya que no es suficiente para garantizar el retorno seguro de los estudiantes a sus hogares.
Con esto no estamos hablando de la Seccional Nº 10 en si, sino de algo que lo puede palpar cada uno de nosotros en la calle sobre la inseguridad que hay.
Entonces, la pregunta sería si se puede disminuir la sensación de inseguridad sin creer en el accionar de la Policía. "No hay sociedades seguras si no existe una confianza en la Policía. No hay nada que uno pueda hacer para disminuir aquel temor a la inseguridad que requiere políticas diferenciadas de las políticas que trabajan para la disminución del delito. No hay posibilidad, y eso está demostrado en cualquier parte del mundo, de disminuir la inseguridad si no hay confianza en la Policía", aseguró Kessler.
La directora del Colegio y Liceo Francés está muy preocupada y trabaja mucho con el tema de la seguridad de los alumnos fuera del centro estudiantil. En el colegio hay trabajando un policía que cumple con el servicio 222 todo el día. También los estudiantes tienen complementos dentro de su educación y constantemente se les remarcan los riesgos de la calle mediante talleres de vida social, charlas con psicólogos y siendo muy exigentes en poner límites, indicó.
"Hemos puesto guardias, estamos en la idea de que los chicos cuando salen hacen tonterías. Pero hay padres que no reconocen esto. Hay chicos que hacen cosas en la plaza, por lo que un profesor pasa y lo ve, ese estudiante tiene que venir a hablar conmigo. No podemos dejar a un chico a 20 metros o 100 del liceo como si no pasara nada. Pero cuando se alejan y empiezan a ir hacia el shopping no podemos hacernos responsable de todo. Esos jóvenes son inconscientes a veces, porque nosotros estamos constantemente remarcando que estén juntos, que no puede ir una chica sola a la noche, que no se pueden quedar solas en la rambla. Tenemos la guardia que hace el turno pero los chicos tienen que entender ahora que hay un mínimo de precauciones a tomar y que no pueden venir con un celular de última generación o un mp3 a estudiar".
La directora del Liceo Francés asegura que en muchos casos la solución estaría en el dialogo con los hijos, marcando y dejando en claro los limites, pero siendo muy consientes de los riesgos del mundo y que los padres tengan en cuenta que esta sociedad es muy distinta a la de antes: "La noción del peligro, esa es la cuestión. Porque antes, por ejemplo, en Francia en mi época, yo podía ir al cine cundo tenía 15 años a pie y no pasaba nada. Hasta que empezó a ponerse feo y ahí la gente se comenzó a mover con mucho más cuidado. Darse cuenta de que no podemos hacerlo todo como queremos porque hay otros que van a aprovechar la situación. Y en este momento los uruguayos no lo tienen presente, piensan que no pasa nada, pero no vivimos en un paraíso".
En cuanto al comportamiento de las personas frente a situaciones de estas características, Julio Cesar Lestido (hijo), de la Asociación de Coleccionistas de Armas, quien colabora en forma honoraria con el Ministerio del Interior, explicó: "Tienen que estar más atentos, tratar de caminar en grupo, evitar las salidas o caminatas por calles oscuras, ir acompañados a la parada, si es necesario por un adulto. No es fácil esto, pero es lo que se trata de buscar, se trata de encontrar cosas para evitar enfrentar este tipo de cosas que nos puede tocar vivir".
Según Lestido, otra de las recomendaciones es nunca enfrentar: "Si a mi me viene un grupo de chicos y me amenazan para sacarme el celular o el mp3, lo mejor que hay que hacer es no enfrentar, porque si yo enfrento tal vez puedo salir victorioso pero estaría bajando mi nivel de seguridad y aumentando mi nivel de inseguridad, porque nunca voy a saber el resultado. No quiero decir con esto que regalemos las cosas, yo lo que aconsejo es no enfrentar".
Si alguien ha pasado por una experiencia similar sabrá o se imaginará la sensación de inseguridad que queda en la persona. Y esto trae nuevamente la historia de Federico. Resulta que después del "incidente" Federico tomó las palabras de su abuela, -que a su vez forman parte del repertorio de dichos populares-: "mejor prevenir que curar" y, cansado de caminar con miedo por la vía publica, se fue hasta una armería de la zona. Finalmente llegó a La Casa del Policía, ubicada en la calle San José, donde conversó con uno de los funcionarios para saber qué elemento de defensa no letal podría utilizar para defenderse en la vía pública.
"Lo que más se vende o lo que más salida tiene es el gas paralizante, que en realidad es pimienta roja combinado con gas orgánico y no deja efectos secundarios y es el mismo que utiliza la Policía. En un ataque se lanza a la cara y le deja un efecto que dura unas dos horas", explicó un oficial de La Casa del Policía.
Estos gases de pimienta o gas paralizante, también utilizados por la Policía, son de venta libre. Por ejemplo, un spray chico cuesta 359 pesos, mientras que uno grande vale 600 pesos.
Características de este tipo de gases:
1) No hay daño permanente y el resultado es instantáneo.
2) Provoca una crisis de tipo asmático. Irritación de las vías respiratorias, provocan tos y estornudos incontenibles.
3) Sensación de un impresionante dolor en la piel, particularmente donde la epidermis es más delgada. Opresión de extremidades nerviosas.
4) Ceguera total transitoria. Una capa del producto puede tapar la cornea.
Otra de las opciones que hay es el "electro shock", este aparato es un dispositivo de autodefensa que utiliza alto voltaje para detener al atacante. Al tocar a una persona con las puntas del arma rápidamente se inmoviliza al futuro agresor. Sin embargo, debido al amperaje muy bajo no se infringen heridas serias ni permanentes. Uno de estos aparatos cuesta aproximadamente 2.000 pesos.
También pueden comprar libremente varas extensibles de acero por un valor de 750 pesos.
La pregunta es, ¿cuán seguro se puede sentir este chico comprando uno de estos elementos de defensa?, sobre esto Lestido indicó: "Son todos implementos que ayudan a la seguridad personal, uno no puede pensar o caer en el error de sentirse protegido por comprarse un gas. Lo que usted tiene es un elemento más en el caso de poder usar algo, pero eso no significa que por comprar una póliza de seguros, un gas o uno de estos elementos eléctricos que me permiten generar descargas, que a su vez no hacen daño por tener bajo amperaje, lo único que tienen es un muy alto voltaje que afloja al delincuente sin causarle daños severos. Lo que hay que hacer con esto es una actitud y quiero decir que puedo no tener un instrumento de defensa como un cuchillo y cuando me vienen a atacar yo lo empujo y corro, entonces ahí ya funcionó mi defensa".
Hasta aquí el panorama de esta realidad que viven los adolescentes, la inseguridad en general, la nueva modalidad de robos, los miedos. Tampoco se trata de generar una alarma pública, pero sí estar atentos y alertas de que esto existe, de que hay un mercado negro donde se venden y compran este tipo de productos y que el blanco principal son los jóvenes.