Un oasis en Casavalle
En 2007 el Centro de Apoyo al Desarrollo Integral (CADI) cumple 15 años de trabajo ininterrumpido en beneficio de las familias socialmente vulnerables y lo festeja apostando al crecimiento. "CADI es un oasis", asegura Eddy Facelly, una vecina de la zona. "Allí encontramos todo lo que necesitamos. Crecemos como personas, como familia y aprendemos a ser más solidarios".
El hijo mayor de Eddy que no llega a los 40 años, fue uno de los primeros alumnos de CADI, allá por 1993. La hija adolescente, Estela, comenzó el liceo el año pasado y asiste a Centro Juvenil luego de haber recibido, también en CADI, educación inicial y de haber participado durante toda su etapa escolar del club de niñas. Desde ya Estela se anima a soñar el futuro de la mano de una carrera que elegirá en el flamante Politécnico de Formación Laboral que CADI inaugura este año.
La historia de esta familia puede funcionar como resumen de la labor de este "espacio de dignidad" que funciona desde hace 15 años en la zona de Casavalle, una de las más castigadas en materia de pobreza y exclusión social.
CADI es un centro apoyado, promovido por la organización civil sin fines de lucro Asociación Cultural y Técnica, fundada en 1965, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las familias de allí.
En la esquina de San Martín y Capitán Tula se yergue un edificio que da cabida a más de 350 personas en sus diferentes programas orientados a la inserción educativa, laboral y comunitaria de la mujer, desde la primera hasta la tercera edad.
Programas
El Centro ofrece: Programa de Estimulación Oportuna (50 madres, junto a sus bebés, son orientadas para estimular el desarrollo psicomotriz de sus hijos), Centro CAIF (120 preescolares reciben educación inicial y alimentación), Club de Niños (80 escolares reciben desayuno,merienda, apoyo curricular y diversos talleres de formación), Centro Juvenil (40 liceales de Ciclo Básico reciben apoyo curricular y otros talleres formativos), talleres para padres (sobre temas específicos de salud y relacionamiento vinculados a la educación de sus hijos) y Club de Abuelas (30 señoras comparten un espacio de recreación y práctica de labores manuales).
En ocasión del 15 aniversario de la institución y como respuesta a las urgentes necesidades de inserción en el mundo del trabajo de los jóvenes del barrio se inaugura este año el Politécnico de Formación Laboral, en cooperación técnica y financiera con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Las carreras de tres años a partir del ciclo básico liceal preparan integralmente para el trabajo en acompañamiento en centros de salud y domicilio, educación inicial y atención al público. La innovación consiste en educar a través del arte, apoyar el desarrollo psicosocial de la estudiante y promover el valor del trabajo en el desarrollo personal y comunitario. Esto se complementa con un programa de convenios con empresas para inserción laboral, un centro cultural de integración comunitaria y un programa de inclusión familiar en la educación del adolescente.
Un proyecto en expansión
"El crecimiento de CADI en estos 15 años impacta primero en lo visible, pero hay logros menos fáciles de medir que son los que verdaderamente alientan la promoción del desarrollo humano", afirma la directora del centro, Laura Zanolli.
"Está la cercanía agradecida y llena de afecto de las familias que encontraron en CADI un lugar de referencia, la sonrisa de los niños que el primer día vinieron con lágrimas y aprensión, el ímpetu de esas jóvenes que entendieron cuán suyo es el futuro, el brillo en los ojos de esa abuela pionera en acercarse que hoy afirma que CADI es el corazón del barrio...", sostiene Zanolli.
Desde los inicios de CADI, para impulsar y sostener los programas se ha contado con aportes de diversos actores públicos y privados, que han funcionado también como auditores de esta labor.
Actualmente, se trabaja en convenio con CAIF, INAU, INDA y, a nivel internacional, han desarrollado proyectos en cooperación con el Banco Mundial (Programa de Pequeñas Donaciones 2004) y fundaciones europeas como Manos Unidas (España) o EDA-ODT (Australia), entre otras.
En 2006, casi el 30% del presupuesto fue cubierto por donaciones de actores privados, personas y empresas, que se han comprometido con esta labor de promoción social, motivados también por la permanencia y la probada seriedad del centro en todas las actividades que emprende.
A partir de 2007, las metas de crecimiento incluyen un Aula de Estimulación para el Desarrollo -que aloje actividades de estimulación psicomotriz, musical y de lectura- y la ampliación del edificio actual para albergar a 150 niños y adolescentes que hoy están en lista de espera para los diferentes programas. La motivación es siempre la misma: lograr que este espacio de dignidad construido con tanto esfuerzo abrace mejor y a más personas.
Los protagonistas
"Cuando ingresó a CADI, Evelyn era una niña llena de temores, como a verse rodeada de niños y no ser la única atención. Miedo a las maestras de túnicas blancas, a los juegos y, sobre todo, a estar separada de su mamá aunque sólo fuera un par de horas. Pero al transcurrir los meses, con la ayuda de la psicóloga y la maestra, fue superando muy notoriamente todos esos miedos. Comenzó a integrarse a su grupo de amiguitos y a acercarse al resto de las maestras, al igual que lo hacía con Silvia y en especial con Ana, a la cual le agradecemos tanto amor hacia nuestra hija, sin olvidarnos también de la paciencia de Rosario y todo ese grupo humano que es el CADI", contó Claudia, mamá de Evelyn de dos años.
"Me siento bien viniendo al CADI porque es un lugar digno, limpio, muy educativo y muy respetuoso. Es un lugar seguro y el personal que lo integra es muy bueno, tanto el personal de limpieza como la directora. Me ayudan a trabajar y a lograr cosas", indicó Estrella, 7 años, Club de Niñas.
"Yo vengo a CADI desde los tres años. Toda mi vida estuve acá, mis padres aman que yo venga y a mí también me gusta. En CADI nos apoyan en el estudio, en los problemas que tengamos, si tenemos un problema familiar nos apoyan también en eso y en lo que queremos ser de grandes", explicó Karen, de 15 años, estudiante del Politécnico de Formación Laboral de CADI.
"En Mujeres en Tránsito en CADI tuve una experiencia maravillosa. Aprendí a defender mis derechos como ciudadana y como mujer, a poner en práctica los valores que a veces los seres humanos nos olvidamos, el grupo técnico lo hizo recordar. Y a poder defenderme mejor en esta vida. Así es que se propuso pensar ideas para desarrollarnos en lo laboral y un grupo de mujeres armamos una cooperativa de trabajo para tener una fuente laboral. Hoy esa cooperativa está formada legalmente y somos seis mujeres luchando por un nuevo camino, gracias a CADI", contó Johana, de 23 años, esposa y madre, fundadora junto con su mamá y otras señoras del barrio de la Cooperativa Mujeres Urbanas.
Para comunicarse con CADI por informes o donaciones: teléfono: 222 62 03, mail: cadi1@adinet.com.uy o http://www.centrocadi.org/.