Diego "Ruso" Pérez, con 30 años recién cumplidos, es uno de esos jugadores que aparecen cantados en casi cualquier alineación que formule un hincha uruguayo.

Debutó en primera división con Defensor Sporting en 1999, donde pronto dio muestras de las características que hasta ahora lo identifican. Antes y después tuvo su chance de selección, porque en verano de ese año jugó el sudamericano sub 20 y también formó parte del plantel que jugó el mundial de la categoría en Nigeria, donde Uruguay culminó cuarto.

En la peculiar Copa América de Colombia 2001 (a la que renunció Argentina) tuvo oportunidad de jugar por primera vez para la selección absoluta, donde la Celeste alcanzó el cuarto puesto al caer frente a México.

Frente a este mismo rival, pero pocos días atrás, el Ruso debió ausentarse del juego durante ocho minutos, merced a un encuentro con un mexicano donde terminó cortado sobre su ceja derecha y regaló al mundo una escena dramática, cuando apareció en pantalla con su rostro y camiseta celeste bañados en sangre.

"Me parece que no me pegaron, creo que fui yo, que cuando salto, me doy con el codo del rival, así que no sé si el mexicano me pegó el codazo", dijo el Ruso a El País sobre aquella jugada. Hasta su forma de responder lo pinta como jugador, que lo emparenta con la estirpe clásica de número 5, que tanto identifica al fútbol criollo.

La herida mereció tres puntos de sutura durante el entretiempo, como el gran esfuerzo de Diego Pérez en ese juego valió tres puntos para Uruguay, que a su vez significó la primera victoria uruguaya oficial sobre el "Tri" mexicano.

De 2001 hasta ahora han pasado cinco entrenadores al frente de la selección uruguaya, y Diego Pérez, como pocos, ha logrado trascender diferentes ciclos para cimentar una carrera con la Celeste que este sábado, frente a Corea del Sur, llegará a 49 presentaciones.

Todo Uruguay espera que el Ruso alcance y supere los 50, y sin moverse de Sudáfrica.

Foto: Marcelo Singer