La Celeste en Sudáfrica 2010

Un nuevo sentir uruguayo despertó en el país

Un sentimiento único, irrepetible, nunca visto, invadió a los uruguayos luego del triunfo Celeste.

Por Alejandro Espina, de Espectador.com

Uruguay está en silencio. Abreu está por patear su penal. La confianza que transmite el artillero permite ser optimista. El país aguarda en tensión. El Loco patea con su estilo de siempre. Con el cuerpo amaga a la derecha del arquero de Ghana, Richard Kingson. El guardameta se cree que la pelota irá para allí y se tira. Todo era un engaño, una puesta en escena de Abreu.

En realidad el delantero Celeste tira a pelota para el medio, la hace picar con una curva pequeña y el destino de la misma es uno solo: la red. El arquero ya vencido contempla la derrota desde el suelo.

Lo que pasó después a 14,630 kilómetros de distancia, en Montevideo, resulta indescriptible. No hay analogía posible para explicarlo. No hay adjetivo que pueda definir lo vivido.

Un rugido sacudió la capital del país. Al unísono se sintió en toda la ciudad: "¡Uruguay!". Eran los voces, los gritos de todos. Los edificios vibraron con ese bramido y un sentimiento de felicidad colectiva asaltó la urbe.

Uruguay tiene una nueva historia en el fútbol para contar. Y nuevamente llegó en clave épica, para hacerla más grande, más bella, más heroica. Única.

Uruguay vivió su día más feliz. Ningún uruguayo se olvidará jamás dónde estaba el día que Abreu picó la pelota, convirtió el penal y llevó a la Celeste a ser uno de los cuatro mejores del mundo.

Fotos: EFE