La Celeste en Sudáfrica 2010

Con la garra de "Cacha"

Con la garra de "Cacha"

El volante celeste Egidio Arévalo Ríos hace al fútbol como aquellos técnicos y asistentes casi anónimos que las estrellas del espectáculo mencionan entre los agradecimientos cuando reciben premios.

Guerrero en las sombras, Arévalo Ríos es el hombre a quienes pocos recuerdan después de que quitó un balón y pudo cedérselo a Diego Forlán y a Luis Suárez para que los aficionados celebren sus goles y se asombren con su magia.

"Yo tengo claro cuál es mi papel en este equipo. Es el de cortar juego, recuperar y dársela a los de arriba", declaró el centrocampista, quien demostró en Sudáfrica 2010 la regularidad de un motorcito de esos que nunca fallan ni traicionan cuando las papas queman.

De baja estatura, 1,68 metros, pero con una capacidad de lucha en el medio juego que emociona, el mediocampista que juega en Peñarol será una pieza estratégica en un lance histórico como el que disputará el martes la Celeste contra la Naranja en Ciudad del Cabo, en el monumental Green Point.

Integrará allí una línea retrasada de volantes junto con 'El Ruso' Diego Pérez, es decir los que tienen la responsabilidad de 'entregar heridos', en el buen sentido de la frase, los delanteros adversarios a los defensores.

Penúltima barrera antes de la retaguardia, Arévalo Ríos cumple una función que no luce, que suele reconocer todo hincha futbolero de ley, conocedor del paño, que valora tanto a los Diego Lugano o Jorge Fucile, por su jerarquía, como al que planta batalla sin que lo sigan las cámaras o los flashes.

"Hay veces que se puede jugar bien a la pelota y otras que poner la pierna firme", admitió el futbolista, nacido hace 28 años en la localidad de Paysandú, en el Uruguay rural.

Arévalo Ríos surgió de las honduras de ese país al cual el escritor Eduardo Galeano definió como un lugar donde "los hombres tienen palabra y los perros ladran sentados".

Jugador carbonero, el mediocampista pasó por Rayados de Monterrey y San Luis, ambos de México, pondrá en su radar los nombres de Arjen Robben, Wesley Sneijder, Dirk Kuyt y Robin van Persie, las cuatro figuras del equipo.

Tarea algo antipática la de los jugadores como Arévalo Ríos, porque se ocupan de intentar el fracaso de los genios y de los creativos, se empeñan en anular a los que hacen del fútbol un espectáculo que produce placer y excitación.

Pero su labor sacrificada, afuera de las marquesinas, también permite que otras estrellas de la fantasía, compañeros suyo, reciban la pelota para construir su arte.

"Tanto el 'Ruso' Pérez como yo queremos que los delanteros estén tranquilos sabiendo que tienen las espaldas cubiertas. Porque ellos son los que definen la cosa", subrayó.

Como si fuera un Bernardo para El Zorro o un Robin para Batman, ese trabajo de auxiliar, de segundo, de ayudante, debe haber alguien que lo pueda hacer y con eficacia.

"Estamos felices porque hemos logrado algo tan importante para cada uno de nosotros individualmente como para todo el grupo, aunque todavía no nos hemos dado cuenta del logro real", dijo Arévalo Ríos al portal FIFA.com después de clasificarse para los cuartos de final.

Ahora está Uruguay en el umbral de la hazaña y seguramente alguien se lo agradecerá y dirá qué nada fue posible sin su aporte de luchador en las sombras.

Fuente: AFP
Foto: Facebook Arévalo Ríos