"Era una aspiración de más de una década que teníamos una parte importante de la comunidad científica", afirmó en el programa En Perspectiva, Rafael Radi, médico, Profesor de Bioquímica en la Facultad de Medicina, director de un equipo que investiga sobre radicales libres y óxido nítrico, investigador grado 5 en el Pedeciba e integrante de la Asociación para la Ciencia y la Tecnología en el Uruguay.  El doctor Radi es, además, miembro de las academias de ciencias de Brasil, Argentina, América Latina, y de la TWAS, que agrupa a las organizaciones que funcionan en los países en vías de desarrollo.

"Es muy importante para un país que se internacionaliza en cuanto al intercambio de conocimiento y los flujos de científicos tanto a nivel regional como internacional, tener una institucionalidad en donde exista una Academia de Ciencias porque funciona como el primer punto claro de reconocimiento para otras academias de ciencias y otras instituciones a nivel regional internacional como el primer interlocutor validado a nivel nacional para hablar sobre determinados temas".

"Prácticamente todos los países de América Latina tienen su academia de ciencias. Uruguay no la tenía y eso nos dejaba en una situación algo incomoda en foros internacionales y teníamos que buscar, dependiendo de la etapa histórica, cuáles podrían ser los interlocutores a nivel nacional", agregó Radi.

"La creación de la Academia de Ciencias logra cerrar el aparato de instrumentos más allá de que hay programas específicos que hay que seguir creando pero la institucionalidad tal cual quedaría conformada daría esa flexibilidad para, en la medida que se necesite, se vayan creando nuevas herramientas. Uruguay hoy logra completar una primera batería de organizaciones e instituciones que, obviamente incluye a las universidades. La ciencia es una actividad de características de integración e interacción internacional", informó el académico.