Entrevistas

El primer satélite experimental uruguayo puede ser una realidad

El primer satélite experimental uruguayo puede ser una realidad

El Instituto de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República viene dando pasos importantes hacia la concreción de un satélite experimental de fabricación nacional. Hasta el momento, cuatros globos sonda fueron lanzados a unos 34.000 metros de altura, tomando imágenes y recabando información, lo que constituye una manera más económica y menos arriesgada de acercarse a los problemas que plantea la iniciativa. Ahora, el desafío es construir un satélite definitivo. Juan Pechiar, coordinador del proyecto, y José Luis Vila, integrante del equipo, relataron a En Perspectiva los pormenores de esta "carrera espacial" a escala uruguaya.


(emitido a las 8.44 Hs.)

EMILIANO COTELO:
¿Nuestro país puede tener un satélite propio? ¿Uruguay puede tener un satélite desarrollado acá por científicos y técnicos nacionales?

En el Instituto de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (UdelaR) están trabajando en esa dirección y ya han avanzado bastante. Por lo menos eso es lo que se ve si uno recorre el stand que ha montado la Facultad de Ingeniería con la Fundación Ricaldoni acá en la TechDay.

Vale la pena conocer un poco más a propósito de estos trabajos. Para eso estamos con el ingeniero Juan Pechiar, docente y coordinador del proyecto del primer satélite experimental uruguayo. ¿Así se llama, ese es el título?

JUAN PECHIAR:
Sí, satélite experimental, simplemente, para no dar la impresión de que es un satélite de comunicaciones, comercial, sino que es un emprendimiento muy distinto.

EC – ¿Qué es este proyecto?

JP – Antes que nada es un proyecto educativo. Yo soy un apasionado de la educación y hoy en día hay una necesidad de estudiantes que tengan creatividad, que aprendan a resolver problemas. Eso es lo que más se necesita, más que conocimientos, porque los conocimientos en ingeniería cambian todos los días.

Entonces hay que darle algo interesante para hacer a los estudiantes y el camino que surgió fue el de fabricar un satélite. No es un invento nuestro, en muchas universidades lo están haciendo, pero en Uruguay no hay antecedentes.

EC – Tengo acá a la vista una de las tantas imágenes de una presentación que ustedes tienen disponible en la computadora, ese es un satélite.

JP – Ese es uno de los satélites, es de la Kentucky University y está listo para salir en estos momentos. Para que tengan una idea del tamaño de los satélites experimentales, es básicamente un cubo de 10 x 10 centímetros, chiquito, lo tengo en la palma de la mano. Pesa un kilo, es un estándar. Es fabricarlo; la parte difícil, que es el lanzamiento, está bastante resuelta.

EC – ¿El prototipo que ustedes han estado manejando hasta ahora tiene esas dimensiones aproximadamente?

JP – Sí, en este momento tenemos tres grupos de estudiantes haciendo módulos. Hay bastantes restricciones de peso y espacio. Por ejemplo, el módulo de comunicaciones hacia el satélite es del tamaño de una galletita, el tema de la energía también. Entonces para los estudiantes es interesante resolver problemas con todas estas restricciones.

EC - ¿Qué pasos han dado hasta ahora?

JP – Esto empezó hace tres años. Una forma económica y divertida que encontramos de enfrentarnos a estos problemas fue hacer primero lo que se llaman globos sonda, globos estratoféricos. Es un globo lleno de helio que lleva colgando una plataforma desarrollada por los estudiantes, que toma medidas y las envía a Tierra. Tiene los mismos problemas de energía y de temperaturas extremas que un satélite pero es algo mucho más barato.

EC – O sea, en vez de lanzar un cohete desde una plataforma –que no tenemos– para poner en órbita el satélite, ustedes con este prototipo de satélite lo que hacen es elevarlo mediante un globo sonda.

JP – Claro, eso es lo que hicimos en los últimos años, es una etapa ya cumplida, no lo vamos a hacer más. Ahora estamos desarrollando el satélite definitivo. Pero eso nos permitió ponernos en contacto con los problemas. Hay algo importante, uno podría comprar todos los pedazos del satélite, ponerle una calcomanía que diga "Viva Uruguay" y mandarlo, pero como estoy coordinando esto mi decreto es que hay que hacer todo lo que se pueda desde cero para aprenderlo.

EC – ¿En qué ha consistido cada una de esas cuatro experiencias?

JP – Se enviaron cuatro globos sonda, cada uno fue evolucionando respecto al anterior hasta el punto que el último ya casi fue aburrido porque anduvo todo tan bien...

EC - ...Pero contanos qué pasaba en cada una de esas experiencias.

JP – El globo sonda sale de la base de Santa Bernardina en Durazno, que es el lugar del país que tiene más lugar hacia el este –los vientos en altura van hacia el este–. Y eso sube a una altura de hasta 34.000 metros, eso es como el triple de altura de lo que va un avión comercial, es bastante alto. Tenemos imágenes, se nota la curvatura de la tierra, el cielo negro, ya no hay casi atmósfera a esa altura.

EC – Las imágenes que tienen son las que tomó el propio prototipo de satélite, porque incluye una cámara de video.

JP – Exactamente, tenemos filmaciones desde esa altura que son bastante interesantes y además son únicas. Normalmente, Uruguay no tiene imágenes propias desde más altura que la de un avión, y acá tomamos imágenes desde la estratosfera.

EC – Entonces en cada uno de esos casos el globo sonda elevaba esa caja con el prototipo de satélite que después derivaba ¿cuánto tiempo?

JP – Eso depende, básicamente dos, tres horas es lo que demora en subir a su altura máxima. Luego cae con un paracaídas y se recupera.

EC – ¿Qué datos iban recibiendo ustedes on line?

JP – En tiempo real íbamos recibiendo posición, velocidad, altura, humedad, temperatura interna, temperatura externa, presión. Es un ejercicio casi igual al de un satélite sólo que es algo realizable y no tan arriesgado como mandar algo allá arriba.

EC – ¿Cuándo y por qué termina uno de estos vuelos?

JP – A medida que uno sube hay cada vez menos presión atmosférica, porque hay menos atmósfera. Entonces el globo se va hinchando porque hay menos presión afuera. Cuando llega a su altura máxima, que son 34.000 metros, explota. El globo tiene diez metros de diámetro en ese momento; acá abajo son unos dos metros de diámetro pero cuando llega a esas altitudes son unos diez metros, una cosa gigantesca. Ahí explota, porque es un globo de látex, cae en paracaídas y lo recuperamos.

EC – O sea que el aparato se salva...

JP - ...Sí, lo recuperamos siempre.

EC – A ustedes les lleva un rato encontrarlo pero saben exactamente donde cayó.

JP – Siempre sabemos dónde cayó, es cuestión de ir a buscarlo y hacer sociales con el dueño del campo donde cayó, que es la parte más divertida.

EC – Sí, hay unas cuantas fotos a propósito de esas expediciones. ¿Cuántos integrantes tiene el grupo de estudiantes, cuántos van en cada una de estas excursiones?

JP – Involucrados en este proyecto, que ya fueron pasando por la carrera, son unos 20, 25. Son unos cuantos.

EC – Entonces recuperan el prototipo y lo estudian. La información que viene adentro, la que se archivó allí, ¿para qué sirve?

JP – Esa información es la misma que recibimos en tiempo real, que también se guarda ahí adentro por las dudas. Es validar todo el trabajo que se hizo. Hay un trabajo importante que es la logística, asegurarse que todo eso vaya a funcionar bien, que es algo a lo que generalmente los estudiantes no están acostumbrados. Los estudiantes están acostumbrados a algo que tienen arriba de una mesa, si no anda lo apaga y lo prende. En este caso no, en este caso hay un montón de logística, hay que asegurarse, hacer controles de calidad para que eso en el momento que uno lo larga funcione perfectamente hasta que caiga.

EC – Ahora el trabajo ya está prácticamente redondeado, por ejemplo las autoridades de la Fuerza Aérea confían plenamente en ustedes, ya no hay riesgos de que este aparato termine provocando un accidente como al principio. Había recelos cuando ustedes arrancaron, ¿no?

JP – Sí, al principio estaban un poco nerviosos porque era la primera vez que algo sin piloto iba por nuestro espacio aéreo. Pero a medida que fuimos demostrando que les podíamos informar dónde estaba y ellos en consecuencia podían ajustar el tráfico aéreo para evitar cualquier riesgo, quedamos bien.

EC – Ahora ya hay una cooperación entretenida entre las dos partes, ya no hay esa tensión que se dio en los primeros momentos.

JP – Sí, digamos que somos amigos ahora.

EC – ¿Cuándo es que estará Uruguay en condiciones de poner en órbita su propio satélite a partir de los trabajos de ustedes?

JP – Yo perdí todo apuro porque acá lo importante es que esto se ha hecho con estudiantes. No hay ningún profesor, no hay ningún proyecto de investigación establecida, son todos estudiantes de grado que están desarrollando esto y tienen su velocidad.

EC - ¿Pero este proyecto no está coordinando con el gobierno, con el Poder Ejecutivo, con alguna agencia del Estado que pueda ir en busca de la concreción de esto a nivel país? Acá está otro de los integrantes del equipo, José Luis Vila, que mientras planteaba esta pregunta hacía una seña con los dedos como diciendo que lo que falta es la plata.

JOSÉ LUIS VILA:
Exactamente, no tenemos una financiación. No esperamos a tener una financiación para iniciar el proyecto, simplemente decidimos hacerlo, arrancarlo.

EC - Esto es un proyecto académico, un proyecto destinado a entrenar a los estudiantes.

JLV – Y aprender nosotros también. Porque a pesar de que tenemos una trayectoria de seguir satélites y tenemos una trayectoria de balconear tecnología –porque siempre estamos mirando qué es lo que hacen– estamos muy informados de cómo empezó toda la carrera espacial. Fantástico, macanudo, pero ahora es la nuestra. No sé cuánto puede demorar, tal vez nos lleve los 30 años que les tomó a los demás o capaz que podemos aprovechar y partir de pasos ya dados. Pero estamos teniendo que aprender al ritmo de la marcha, eso está claro.

EC – ¿Pero no es momento ahora, con todo lo que ustedes han avanzado en este proyecto, de pensar en llevarlo a la realidad, de hacer los contactos, las coordinaciones necesarias a esos efectos?

JP – En parte por eso estamos acá, el proyecto ya tiene una cierta madurez y ya hay trabajos definitivos para el satélite. Estamos en un momento en que empezamos a necesitar financiación, hay que comprar materiales que son para el espacio y que son caros. Ya no es cuestión de ir a la calle Rondeau y comprar cosas baratas, sino que hay que comprar una celda solar que sale 1.000 euros cada una y hay que poner unas cuántas...

EC - ...Pero a ver, ¿qué tipo de satélite podría tener Uruguay a partir de lo que ustedes ya han investigado?

JP – Un satélite experimental. En la jerga se llama "CubeSat" porque tiene forma de cubo, pesa un kilo, es muy chiquito, entonces la carga científica que se le puede poner adentro tampoco es muy grande. Puede ser algún experimento biológico, una cámara, un espectrómetro, pero no mucho más que eso. Van en órbita baja, entre 200 y 400 kilómetros de altitud, y generalmente toma unos seis meses hasta que entran en la atmósfera y quedan hechos vapor.

EC – ¿Cuánto cuesta dar ese paso?

JP – A grandes rasgos unos 50.000 dólares para la construcción, otros 50.000 para el lanzamiento... no hay como pedir descuento en eso.

EC – Un número del orden de los 100.000 dólares.

JP – En ese entorno.

EC – Suponiendo que llegaran a la etapa del lanzamiento, ¿desde dónde y cómo se haría? Uruguay no puede hacer un lanzamiento, no tenemos el centro armado a esos efectos.

JP – Está organizado a nivel de universidades. Hay una cola de proyectos de este tipo, uno entra en esa cola y ellos organizan las largadas. Generalmente se aprovecha la salida de un satélite comercial y de costado van los satélites experimentales de las universidades

EC - ¿En un mismo paquete se manda un satélite comercial y satélites experimentales?

JP – Sí, porque enviar sólo satélites experimentales es carísimo, la puesta en órbita sale una fortuna. Entonces cuando se envía uno o dos satélites comerciales juntos en órbita se aprovecha y al costado se le pegan los tres, cuatro, cinco satélites experimentales chiquitos.

EC - O sea, hay un artefacto que es lanzado por un cohete y que después va depositando en distintas órbitas distintos satélites.

JP – Exactamente, generalmente se encargan primero de largar los de verdad –los satélites comerciales– y después largan por ahí los satélites experimentales.

EC – ¿Desde dónde se hace eso?

JP – Depende de la coordinación, los centros de salida son las dos bases de la NASA, también hay en India, en Kazajstán, en Rusia. Generalmente en Rusia son los más amigables para llevar esas cosas.

EC – Felicitaciones por el trabajo. Quedamos en contacto por otras novedades.


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