El magnate de 73 años "sigue en el hospital recibiendo tratamientos y está en proceso de recuperación gradual", indicó a Efe una portavoz del Grupo Samsung sin ofrecer más detalles, en línea con el secretismo habitual de la compañía acerca del estado de salud de Lee.

El 10 de mayo del año pasado el empresario, considerado el máximo directivo del Grupo Samsung además de presidente de la rama de electrónica, sufrió un infarto y recibió un tratamiento de reanimación cardiopulmonar (RCP).

Después fue reubicado en el Centro Médico Samsung de Seúl, donde se le practicó una operación para ensancharle las arterias y se le sometió a un tratamiento de hipotermia que lo mantuvo inconsciente durante un mes.

Desde su infarto Lee Kun-hee no ha aparecido en público y la multinacional surcoreana apenas ha revelado detalles sobre su estado de salud, aunque se sabe que recuperó el habla y los movimientos -al menos parcialmente- y tiene deterioradas varias funciones cognitivas.

Su único hijo varón, Lee Jae-yong (también conocido como Jay-yong), de 46 años, ha tomado las riendas del grupo y los rumores sobre un relevo definitivo han sido constantes en los medios surcoreanos.

El heredero, discreto en sus apariciones mediáticas al igual que su padre, ha destacado en el último año por dar importantes pasos hacia la reestructuración del Grupo Samsung, como la venta de cuatro de las unidades que habían perdido rentabilidad y la construcción de la que será la mayor planta de semiconductores del mundo.

Además de la electrónica Samsung, el grupo abarca una amplia gama de sectores como el de la industria pesada, el marítimo, el aéreo, el de productos químicos o los de servicios financieros, médicos, de turismo o entretenimiento, y representa aproximadamente un 20 por ciento del PIB de Corea del Sur.

Por otra parte, la etapa de Lee Jae-yong al frente del conglomerado por la ausencia de su padre ha estado marcada por el recorte en los beneficios y ventas de Samsung Electronics, que ha perdido cuota en el mercado de los "smartphones" ante el gigante Apple y los fabricantes chinos. EFE