Una relación de amor-odio con Twitter en Irán
Lo de predicar con el ejemplo no se cumple a rajatabla en internet en Irán. Los principales dirigentes del país usan la red social Twitter y a su vez bloquean su acceso a la población, aunque muchos esperan que por poco tiempo.
Para acceder a Twitter es necesario emplear programas antifiltros para saltarse las restricciones geográficas pero, pese a estas limitaciones, son numerosos los iraníes que tienen cuenta en esta red social, incluido el presidente del país, el moderado Hasan Rohaní.
Esto ha conducido a un continuo tira y afloja entre los sectores reformistas y conservadores de la República Islámica, preocupados estos últimos por la "infiltración occidental" a través de las redes sociales, lo que ha llevado también al bloqueo de Facebook y Youtube.
Esta disputa, así como la incongruencia entre la censura y su uso por la autoridades, puede que se acerque a su fin gracias a los esfuerzos del nuevo ministro de Comunicación, el joven Mohamad Yavad Yahromí.
Yahromí anunció recientemente negociaciones con Twitter para "resolver los problemas" y desbloquear la red social en Irán, una decisión que, sin embargo, depende del Consejo Supremo para el Ciberespacio, que incluye a miembros del ala más conservadora de la judicatura iraní.
"Twitter no es un ambiente inmoral que necesite ser bloqueado", dijo el ministro, quien justificó que su censura en 2009 vino determinada por la consideración de que la red social había "injerido en asuntos internos del país".
En ese año, redes sociales como Twitter fueron utilizadas en gran medida para convocar las protestas multitudinarias del Movimiento Verde contra la reelección del presidente ultraconservador Mahmud Ahmadineyad.
Pese a su papel en el bloqueo de Twitter, hasta Ahmadineyad se abrió una cuenta en la red social a principios de este año. @Ahmadinejad1956 tiene más de 34.000 seguidores y en ella el expresidente se describe en un estilo muy americano como marido, padre, presidente y alcalde.
Por su parte, Rohaní, con perfiles dirigidos tanto al público nacional como al internacional, tuitea en farsi a través de @Rouhani_ir y, en inglés, con @HassanRouhani.
Ambas cuentas fueron abiertas en 2013, cuando Rohaní fue elegido por primera vez presidente de Irán. Cuatro años después, el resultado son más de 3.000 tuits en cada perfil y 531.000 seguidores en farsi frente a 693.000 en inglés.
El mandatario ha expresado en numerosos de sus discursos su oposición a la censura en internet, aunque a día de hoy no ha podido ganar esta batalla a los sectores conservadores.
Tras tomar posesión del cargo para un segundo mandato en agosto pasado, volvió a insistir en que "no es necesario sacrificar la libertad por la seguridad".
También tienen perfil en Twitter el jefe de la diplomacia iraní, Mohamad Yavad Zarif, que escribe en inglés y cuyo último mensaje hace cinco días advertía a Estados Unidos de que el acuerdo nuclear firmado entre Irán y seis grandes potencias en 2015 "no es (re)negociable".
El mismo líder supremo, Ali Jameneí, posee cuentas en la red social con cientos de miles de seguidores en farsi, inglés, árabe, francés y español, aunque en su caso no llevan la marca de verificación.
Según una activista iraní con más de 8.000 seguidores en Twitter, que prefirió el anonimato, "no tiene sentido ni ninguna justificación" la continuación de la censura en la red social y su uso por los dirigentes.
La joven explicó a Efe que "casi todos ya han aceptado que las redes sociales tienen una fuerte influencia en la población y, por lo tanto, no pueden ser ignoradas".
"Nuestras autoridades las usan tanto para comunicarse con los iraníes que han elegido este medio como para relacionarse con gente de otros países", agregó.
Aunque los dirigentes iraníes no han podido mostrarse indiferentes a Twitter, la activista no quiso valorar si la censura se levantará a corto plazo.
"Se han dicho muchas cosas contradictorias sobre este tema, por lo que de ningún modo se puede prever lo que va a ocurrir", lamentó la joven, consciente de la importancia para algunos sectores de controlar cualquier fuente susceptible de "inmoralidad o subversión". EFE