Entrevistas

Estrategia económica y equidad (I)

Estrategia económica y equidad (I)

Disertación del ministro de Economía, Fernando Lorenzo, en el Foro Económico de ACDE.


Vea la presentación realizada por el equipo económico de Gobierno en el Foro de ACDE


FERNANDO LORENZO:
Buenos días a todas y todos los que nos acompañan.

El agradecimiento a ACDE, al presidente Carriquiry, por invitarnos a participar nuevamente en este evento que ya es un clásico en el cierre del año.

Este año se hizo un poco más tarde que en otras oportunidades y eso trae cambios de programación, dificultades de agenda. Recibimos muchas excusas de colegas del Gobierno y parlamentarios que pensaban acompañarnos y en este momento están sesionado. Son fechas muy especiales, así que además de realizar la presentación todos queremos saludarlos y desearles el mejor de los años, que terminen muy bien este y que empiecen mucho mejor el año próximo.

El objetivo de esta presentación es vincular dos aspectos que se encuentran estrechamente vinculados. En estos últimos años Uruguay asiste a un período de prosperidad económica que está contribuyendo decididamente a mejorar el nivel de vida de nuestra población. Un país como Uruguay no puede pensar hacia el futuro, en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, si no ocurre, y de manera muy duradera, la prosperidad económica, el crecimiento económico.

El tema es que, en muchas oportunidades, en el debate público y en la agenda de discusión ha estado la necesaria compatibilidad entre prosperidad económica y avances sociales, pero sobre todo vinculada a la equidad y a la justicia distributiva.

Y aquí hay conceptos muy distintos. Una sociedad puede estar mejorando de manera generalizada los niveles de vida de su población, pero puede ocurrir que esa mejora generalizada no sea compatible con mejoras en la distribución del ingreso. Entonces, distinguir los conceptos que están detrás de estos dilemas de la prosperidad y el crecimiento, que tienen que ver con los frutos del crecimiento y con los conceptos más básicos de justicia distributiva, nos parecieron, en esta oportunidad, nuestra mejor contribución a encarar una etapa en la que todos nosotros estamos seguros que Uruguay tiene una ventana de oportunidad muy importante. Es nuestro trabajo aprovecharla. Y para aprovecharla tenemos que asegurar durabilidad y permanencia en el progreso económico, y además tenemos que ocuparnos de algo que es muy caro para todos los uruguayos, que es la equidad y la justicia distributiva.

Y es en el eje de esta compatibilidad entre prosperidad duradera, equidad duradera y justicia distributiva que se va a articular todo lo que pretendemos compartir con ustedes en esta instancia.

La primera parte de la presentación que vamos a compartir con Andrés [Masoller] tiene que ver con sistematizar algunos elementos que son claves para entender de qué manera las políticas públicas en nuestro país son capaces de hacer una contribución simultáneamente a la prosperidad económica y a la justicia distributiva.

En ese sentido, pretendemos abordar cinco temas, cada uno de los cuales sienta las bases para definir algunos aspectos que son a nuestro entender cruciales para entender la forma en que las políticas públicas son capaces de hacer su contribución útil a la consecución de estos dos objetivos. Por otro lugar, querríamos detenernos en algunos avances que ha tenido nuestro país en materia de desarrollo humano en los últimos años. Después quisiéramos hacer algunas precisiones conceptuales sobre dónde, en qué condiciones y de qué manera se juegan las cartas fundamentales de lo que llamamos distribución del ingreso en una sociedad. Y que esos elementos, tanto los avances recientes que nos califican dónde nos encontramos y en qué trayectoria vamos, como la caracterización de cuáles son las determinantes fundamentales de la distribución del ingreso, van a dar lugar al análisis específico de políticas públicas, de qué manera las políticas públicas son capaces de hacer una contribución útil y relevante en esta materia.

En este caso, cuando llegamos al papel de las políticas públicas nuestro propósito no es manejarnos en la abstracción, no es ningún propósito académico el que está detrás de esta presentación y sobre todo de esta parte. El papel de las políticas públicas lo pondremos en clave de lo que se está haciendo hoy en Uruguay en materia de políticas económicas y políticas sociales, para hacer una contribución relevante a este eje de compatibilidad entre prosperidad económica y equidad.

Y no podemos evitar, al hablar de las políticas públicas, hablar de algunos aspectos que tienen que ver con el contenido del Presupuesto nacional y de qué manera el contenido del Presupuesto que acaba de ser aprobado por el Parlamento de la República dota al Poder Ejecutivo de las herramientas necesarias para poder emprender acciones que sean capaces de hacer esa contribución de la que estábamos hablando, hacia la compatibilidad de crecimiento económico y prosperidad.

Y un último punto, que va a desarrollar Andrés, con el que vamos a cerrar nuestra presentación y que surge como corolario de muchas de las consideraciones que vamos a haber hecho antes, son algunas reflexiones sobre la calidad del gasto público y los desafíos que tiene el país en esta materia, para ser una contribución útil a la consecución de estos objetivos.

En primer lugar, empecemos por los hechos de la realidad. En estos últimos años Uruguay ha dado pasos muy significativos en materia de reducción de la pobreza y la indigencia. Ustedes conocen bien lo que ha sido la trayectoria durante estos últimos cinco o seis años en materia de pobreza. Los niveles de pobreza habían alcanzado con posterioridad a la crisis del 2002 niveles muy elevados –insólitamente elevados– desde el restablecimiento de la democracia a la fecha, y hemos estado en una trayectoria francamente descendente de estos indicadores.

Nosotros nos tomamos el trabajo de procesar los últimos datos disponibles de la Encuesta Nacional de Hogares correspondientes al año 2010, tenemos nueve meses de datos, faltan todavía tres observaciones para completar el año y para poder dar información definitiva. Pero el procesamiento de esta información nos da noticias muy alentadoras en lo que se refiere a indicadores que tienen que ver con la equidad, con la justicia distributiva y con los niveles de exclusión en el país.

El año 2010 marca una continuidad muy importante y ratificatoria en lo que refiere a reducciones de los niveles de pobreza e indigencia de los hogares. En el año 2010 se reducen en más de dos puntos porcentuales los niveles de pobreza; el nivel de pobreza –no por hogares sino por número de personas– ya se encuentra por debajo del 20%, en niveles algo superiores a 18%. Téngase en cuenta que no hace mucho, unos seis, siete años atrás, estos niveles de pobreza eran más del doble de lo que estamos observando en este momento.

Son muy alentadores también los indicadores en materia de la proporción de personas y hogares que se encuentra en situación de indigencia –aquí estamos aportándoles información específica sobre el número de personas–. Y los niveles de indigencia en el país ya se encuentran en un nivel mínimo histórico desde que se lleva este tipo de estadísticas de manera sistemática, hay un 1,2% de los ciudadanos y ciudadanas de este país que están en situación de pobreza extrema. Desde niveles de hace cinco, seis, siete años atrás eso es una reducción del orden de 4,5%.

La caída de la pobreza ha continuado a pesar de la crisis internacional. Uruguay es de las raras excepciones en que la crisis económica no afectó los niveles de producción pero además no afectó los indicadores de pobreza ni los indicadores de indigencia. Es más, no afectó la trayectoria descendente de estos dos fenómenos sociales en nuestro país.

Quizás el dato más importante que tenemos para compartir con ustedes tiene que ver con el indicador sintético de la distribución del ingreso que más se utiliza en la práctica, que es el Índice de Gini. En el año 2010 –con el procesamiento de la misma información que les comentaba, de la que surgieron los indicadores de pobreza e indigencia– se produce una mejora significativa muy importante del Índice de Gini. Prácticamente estamos asistiendo a un nuevo fenómeno de proceso de prosperidad económica, capacidad de enfrentar la crisis con unas condiciones de mejora de las condiciones distributivas que no conocíamos en el país desde hace muchísimas décadas.

Este es un hecho mayor, es la expresión más clara de que es posible que la prosperidad económica, unida a un conjunto de elementos que trataremos de repasar con ustedes, sea capaz de contribuir de manera decisiva a las mejoras distributivas en el  país.

Resta mucho por hacer en materia distributiva, por la sencilla razón de que estamos muy bien posicionados en nuestra región latinoamericana y todavía tenemos mucho camino por recorrer para aproximarnos a los niveles distributivos de los países que han alcanzado mayor desarrollo humano. Esa es la tarea a la cual estamos abocados: no a ponernos a la cabeza de un continente desigual, sino a tratar de avanzar hacia quienes tienen mejores estándares que nosotros y que deben ser quienes de alguna manera marquen el rumbo de nuestra trayectoria.

Nosotros estamos mejor posicionados que muchos países de la región, que la totalidad de los países de la región latinoamericana, pero todavía nuestros niveles de desigualdad son incompatibles con el nivel de desarrollo humano que tiene nuestro país. Este es un dato relevante y que tiene que interpelarnos de manera muy cruda a los uruguayos, en términos de lo que significa la agenda por delante en materia de prosperidad.

Para nuestro nivel de desarrollo humano nuestros indicadores de desigualdad son excesivamente elevados. Ahora, en estos últimos cinco años –comparando el año 2010 con el 2005– Uruguay ha realizado importantes avances en el Índice de Desarrollo Humano que publica y construye el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En estos últimos cinco años nos ubicamos en el lugar 24 entre 169 países. Y esto contrasta con períodos anteriores. Si tomamos los 14 años anteriores, los que van de 2004 hasta 1990, la misma información nos ubicaba en el nivel 71 de progreso de desarrollo humano entre 118 países. Nuestra ubicación mejora, pero hay mucho camino todavía por recorrer.

Estos son los datos que queríamos compartir sobre aspectos que hoy están marcando la realidad, y las trayectorias más importantes en materia distributiva y de desarrollo humano.

Ahora bien, ¿cuáles son las determinantes de la distribución del ingreso? Aquí los conceptos, como decíamos en la introducción, importan. Importan porque la distribución del ingreso a la que queremos hacer referencia implica hacer distinciones entre distintas instancias en las que ocurren acciones relevantes en materia de distribución del ingreso. Obviamente hay una distribución inicial resultante de lo que ocurre en los mercados, en las retribuciones de los factores de producción, que determinan el primer juego distributivo, que es aquel que ocurre en las remuneraciones de los factores de producción. Esto evidentemente es un componente esencial, por eso el vínculo entre el funcionamiento de la economía y la distribución del ingreso. Porque la primera instancia, en la que se define los indicadores y las formas de distribución del ingreso, se juega en la producción. Y por eso la producción no es irrelevante de ninguna manera, la forma en que se produce no es irrelevante para definir de qué manera se distribuye en una sociedad.

Esa distribución inicial depende, por suerte, de otros factores que son extraños a los mercados y a las retribuciones y que tienen que ver con la composición de los hogares, con elementos demográficos, e incluso con otros ingresos que no se definen en los mercados, como las pasividades o las remesas, que están fuera de la lógica de definición de mercado a la que hacíamos referencia.

Esos elementos determinan la distribución personal del ingreso. Esa distribución personal del ingreso define el primer indicador, de qué manera los ingresos sirven para atender las necesidades de vida y para delimitar la posición de cada familia y cada individuo en la distribución del ingreso. Sobre esa distribución personal influyen, evidentemente, los impuestos y transferencias que se realizan desde las políticas públicas.

Pero no alcanza con introducir los aspectos vinculados a impuestos y transferencias que definen la distribución del ingreso disponible. Para computar los efectos globales distributivos que ocurren en una sociedad, hay que agregar además los aspectos que tienen que ver con la forma en que la provisión de bienes públicos y servicios públicos llegan a la población. Quiénes son los beneficiarios del gasto público, quiénes son los beneficiarios de los egresos que realiza el Estado y de qué manera se apropia cada miembro de la sociedad de ese esfuerzo colectivo.

Y eso es lo que da los datos de distribución final del ingreso. Por eso, aquí importan tanto los aspectos vinculados a la producción, las políticas públicas que determinan impuestos y transferencias y las políticas públicas que definen el conjunto de aspectos involucrados en la provisión de bienes públicos.

Claramente, para caracterizar la distribución del ingreso en una sociedad hay que tener en cuenta las dotaciones de los recursos naturales. En nuestro país, la dotación de la tierra es esencial para entender algunos aspectos de la distribución del ingreso. Es importantísimo tener en cuenta la dotación y rentabilidad del capital físico, pero mucho más importante es lo que tiene que ver con la dotación de capital humano y con la forma en que las remuneraciones están vinculadas a las dotaciones de capital humano de los individuos.

Y eso es lo que define finalmente. Estas dotaciones, unidas a las remuneraciones de estos factores, son las que determinan la distribución del ingreso y son en lo que se apoya la existencia de disparidades importantes, o no, entre los individuos, entre las familias, entre los sectores de la sociedad.

En definitiva, tanto la concentración en la propiedad de estas formas de capital como las remuneraciones que están en juego de cada uno de esos factores de producción son los que determinan en última instancia los ingresos de las familias y las personas. Y son esas desigualdades las que definen la desigualdad a la que miramos como indicador de justicia distributiva en nuestro país. Obviamente esto está vinculado al crecimiento económico, porque la forma en que ocurra el crecimiento económico es absolutamente crucial para determinar qué sectores son los que están generando el dinamismo económico y quiénes son los que en esos sectores están recibiendo los frutos de ese crecimiento económico. Si no entendemos esta lógica entre prosperidad económica, crecimiento económico y efectos distributivos difícilmente podamos dar una discusión seria acerca de cuáles son los factores que están actuando decididamente sobre uno y otro de estos fenómenos.

Déjenme darles alguna información muy importante a nivel internacional para tener como referencia. Aquí estamos presentándoles datos de los años 80 y de los años 2000 sobre la situación en materia de concentración del ingreso, en la distribución primaria del ingreso, la que se juega en los mercados, a nivel de los principales países industrializados. Quiero que observen que la tendencia a la concentración primaria del ingreso desde los años 80 al 2000 es una tendencia generalizada a nivel internacional. Este es un fenómeno que tiene escala global a esta altura de los acontecimientos. Estamos asistiendo a un proceso de expansión económica que está generando concentración primaria en la distribución del ingreso. ¿De qué depende el incremento de la desigualdad primaria? Se puede citar algunos factores muy rápidamente: la globalización, la presión competitiva de los mercados, la concentración del capital físico y humano, la desregulación de mercados laborales, o la aparición de nuevos actores en el escenario internacional, como China e India, cuya forma de producción y su forma de especialización están presionando a la baja los salarios en muchos lugares del planeta. Estos podrían ser algunos de los factores que estén explicando eso que son datos que nosotros no hemos producido, que no son elementos que hayan sido elaborados por nosotros sino que pertenecen a indicadores internacionales disponibles.

En Uruguay, estas tendencias globales que acabamos de mencionar tienen su propia especificidad. Una parte de esta especificidad tiene que ver con la importancia que tiene la utilización de recursos naturales en la estructura de oferta de bienes exportables u oferta competitiva exterior. Este es un elemento decisivo si entendemos la lógica en la que se determina la primera instancia de la distribución del ingreso.

En definitiva, Uruguay en los últimos 20 años ha visto incrementado el papel de los recursos naturales en la estructura competitiva, en la estructura de nuestras exportaciones y en la forma en que nos insertamos en el mundo.

Y esto marca claramente el dinamismo de las exportaciones, estamos asistiendo a exportaciones de bienes y servicios a máximos históricos, desconocidos en la historia del país. Estamos además asistiendo a un proceso –que por cierto está por detrás del crecimiento de las exportaciones– de mejoras de los precios que nos pagan por nuestras exportaciones, sobre todo por las agrícolas ganaderas, en los mercados internacionales. Hoy, según los últimos datos disponibles, ya hemos superado el pico de precios del año 2008, que parecía impulsado por circunstancias muy puntuales y difícilmente sustentables. Vemos que la trayectoria que estamos observando es más suave, más consistente y probablemente tiene mejores fundamentos que nunca. Lo que está en el telón de fondo como elemento distributivo fundamental, detrás de estas trayectorias, de nuestro sector competitivo vinculados los recursos naturales, es que todo este efecto positivo que estamos observando ha provocado un aumento espectacular en el precio de la tierra y del valor de los arrendamientos. Estamos asistiendo probablemente al hecho económico de más significación desde el punto de vista de la producción y desde el punto de vista de la distribución del ingreso en nuestro país.

Este es un hecho sustantivo, pasamos de niveles promedio de precios a principios del siglo XXI cercanos a los 500 dólares a niveles hoy ya superiores a los 2.500 dólares promedio. Probablemente este es uno de los aspectos que tiene más significación hoy –y va a tener más aún en el futuro– para entender la lógica de la prosperidad y la compatibilidad que ella debe tener con la distribución del ingreso.

Este aumento del precio de la tierra ha redefinido necesariamente la estructura de la producción en el sector agropecuario. Ese aumento de la rentabilidad agropecuaria está asociado a aumentos vertiginosos de la productividad, ¿por qué? Porque hay nuevas formas de gestión, un modelo de agricultura continua ya introducido, siembra directa, ganadería con suplementación, ganadería de feedlots, mucha mayor inversión, mayor escala de producción, alta capacidad de adaptación a condiciones de los mercados, mayor flexibilidad en la forma de tenencia de la tierra con arrendamientos a mucho menores plazos que en el pasado, nuevas modalidades de contratación de servicios tercerizados, nuevos instrumentos de financiamiento. Esto define una nueva organización de la producción, nuevos vínculos del sector competitivo basado en recursos naturales con el resto de la economía.

Y plantea necesariamente una redefinición de los contenidos tecnológicos a los cuales nos vamos a enfrentar hacia el futuro. Un incremento del precio de la tierra, además de tener impactos significativos en materia de distribución del ingreso en el país, tiene un segundo elemento: vuelve mucho más atractivo y mucho más rentable hacer inversiones en tecnología, en innovación, en incorporación de biotecnologías, en incorporación de recursos humanos altamente calificados, en la transformación de la lógica productiva que se encuentra por detrás de esta valorización del recurso natural. Es algo que hay que poner en paralelo con el liderazgo que puede tener ese sector hacia el futuro en materia de generar prosperidad y que ella pueda derramar sobre la sociedad.

La tierra es en Uruguay un factor mucho más desigualmente distribuido que ningún otro factor de producción en nuestro país. Y nosotros debemos tener eso en cuenta, tanto para entender la lógica productiva que está impulsando el crecimiento del sector como los efectos distributivos que tiene esto a mediano y a largo plazo.

En materia de concentración del ingreso primario hay un factor de agudización que tiene que ver con la posibilidad de que las diferenciales salariales sean también un factor muy importante que agudicen las desigualdades.

Nosotros aquí presentamos información sobre la comparación de los ingresos de nivel educativo comparando universidad completa con primaria. Obsérvese que nosotros tenemos una trayectoria creciente de este indicador hasta el año 2007-2008. Nosotros atribuimos que la reversión de eso, que tiene un efecto positivo en términos distributivos a corto plazo, tiene que ver básicamente con factores vinculados a la introducción de la reforma tributaria en el país.

En Uruguay existe una muy elevada concentración en la dotación de capital humano. Acá les estamos presentando información de los distintos deciles ordenados por nivel de ingreso de nuestra población. La información es elocuente en términos de dónde están radicadas las dotaciones de capital humano en nuestra sociedad. En los dos o tres deciles de mejores ingresos de nuestra población es donde está concentrada la dotación de capital humano. Son ellos los que tienen mejores dotación de capital para enfrentarse al proceso distributivo y para contribuir de manera positiva en los procesos productivos.

Y sin lugar a dudas la acumulación de conocimiento en gran medida está vinculada al nivel socioeconómico. Aquí están los datos de las pruebas PISA –tan comentadas estos últimos días– y que muestran claramente que, por ejemplo, en el desempeño de lectura por nivel sociocultural las diferenciales de aprovechamiento de la educación son muy diferentes, según el contexto socioeconómico en el que viven los estudiantes.

Este aumento de las diferenciales salariales se explica por un fuerte aumento de la demanda de trabajadores calificados. Este es un hecho significativo, que probablemente la inmensa mayoría de ustedes esté enfrentando como uno de los problemas para la expansión de las contrataciones en determinados sectores y para determinadas actividades. Tenemos una fuerte demanda por trabajadores calificados. Y un hecho absolutamente importante para entender lo que está pasando con otra parte de la producción internacionalizable del país es que los servicios internacionalmente transables tienen muy elevada necesidades de capital humano y de trabajadores altamente calificados. El crecimiento de este sector de servicios es un elemento fundamental para entender la forma en que nos estamos internacionalizando y la forma en que la distribución del ingreso está actuando sobre nuestra realidad económica.

Estas tendencias no están acompañadas por la oferta de trabajadores altamente calificados. Nosotros tenemos magros resultados en materia de graduación en nivel secundario y tenemos niveles muy bajos de graduación en matrícula terciaria. Estos son hechos fundamentales para discutir sobre las características de nuestra distribución del ingreso y para ver cuáles son las perspectivas de nuestra distribución del ingreso en el futuro. Es impensable que con resultados de estas características podamos acompañar la prosperidad sumándole cada vez más uruguayos y uruguayas que sean capaces de beneficiarse de los frutos del crecimiento económico.

Y este es uno de los elementos más importantes. Uruguay se ha rezagado en estas materias respecto a la región. Aquí estamos presentando información del resto de los países del Mercosur donde queda claro que tanto la proporción de personas en enseñanza media completa como la proporción de personas en enseñanza terciaria completa en los últimos 12 años muestra que Uruguay ha progresado menos que Argentina, que Brasil y que Paraguay. Estos son datos de nuestra realidad, es así como están las cosas.

En síntesis, en las últimas décadas hemos registrado a nivel mundial una tendencia hacia el aumento de la desigualdad en la distribución factorial o del mercado de los ingresos. En el caso de Uruguay, esta tendencia global se ve reforzada por un patrón de crecimiento sesgado hacia la utilización intensiva de recursos naturales, que se valoriza fuertemente, y por el aumento de diferenciales entre trabajadores calificados y no calificados. Son los dos hechos más importantes para entender las trayectorias recientes y los desafíos futuros que tenemos.

Ambos fenómenos son reflejo de cambios tecnológicos que se encuentran en la base del dinamismo, y su obstrucción difícilmente está en nuestras manos a no ser que cometamos el error de enfrentar la prosperidad a la justicia distributiva.

Esto está y seguirá estando en la base del dinamismo económico. Y el desafío de nuestra sociedad es compatilizar esto, pero no negar estas tendencias y ponerse en contra de ellas. Obviamente, estas tendencias impactan de forma negativa sobre la distribución primaria, la primera vuelta de la distribución del ingreso, y en ausencia de medidas de política provocarán incrementos de la desigualdad. La actitud pasiva ante esta realidad puede volver incompatible esa lógica de convivencia de prosperidad económica y justicia distributiva en nuestro país. Solo un papel activo de la sociedad y de las políticas públicas puede permitir la compatibilidad ante esto.

¿Cuál es el papel de las políticas públicas entonces? Muy sintéticamente, nosotros hemos decidido dividirlas en dos partes fundamentalmente. Una parte que se juega en la distribución primaria del mercado y otra que se juega en instancias posteriores. Yo me voy a dedicar exclusivamente a la primera parte, que es la distribución primaria del ingreso, y ahí vamos a hacer referencia a aspectos que tienen que ver con las políticas macroeconómicas, la estabilidad y el crecimiento y a políticas de regulación de mercado, fundamentalmente en algunos aspectos vinculados a políticas sectoriales y políticas de empleo. Después le voy a ceder la palabra a Andrés para que continúe con esto.

Sobre las políticas macroeconómicas hay un estudio muy interesante, realizado por Cepal hace no mucho tiempo, que muestra que la inestabilidad macroeconómica en general provoca incrementos de la desigualdad, y que esos incrementos de desigualdad obviamente están vinculados a que la volatilidad macroeconómica influye mucho más sobre el nivel de vida de los pobres y de los segmentos más pobres de la población que de los segmentos más ricos.

Es más, los indicadores muestran que los sectores más favorecidos pueden ganar con la volatilidad macroeconómica. La estabilidad macroeconómica es probablemente una de las anclas más importantes para la convivencia de la prosperidad económica y la justicia distributiva. Y de ahí la necesidad de preservar equilibrios, equilibrios fiscales en la cuenta corriente, inflación baja como un elemento esencial. Quizás los peores episodios de injusticia distributiva en nuestro país y en el continente están vinculados a la inestabilidad de los precios, que es donde finalmente se juega la realización de los ingresos en términos de poder de compra.

Y aquí, vinculado a las políticas macroeconómicas, hay algo muy importante que tiene que estar en el telón de fondo en toda la discusión sobre el papel del tipo de cambio real en la producción y en la distribución. Si uno aceptara pasivamente la apreciación del tipo de cambio real en nuestro país, podría mejorar la distribución del ingreso a corto plazo. Aquí tienen información sobre salario real y tipo de cambio real, una serie de los últimos 16, 17 años. La información es elocuente, el tipo de cambio real es una especie de espejo en sentido contrario de la evolución del salario real. Si nosotros quisiéramos obtener logros a corto plazo, podríamos ¿pero a costa de qué? A costa de un país que necesita proyectarse en inserción internacional hacia los mercados externos, y eso pondría en juego la compatibilidad entre prosperidad económica y distribución del ingreso. Ese es un tipo de dilema que no podemos plantearlo como un dilema, hay un necesario equilibrio entre uno y otro para entender que entre el corto plazo y el largo plazo el único vínculo es la prudencia, el cuidado y la seriedad, no hay otra forma de actuar sobre esto.

En la distribución primaria del ingreso juega de manera decisiva, desde el punto de vista global, la negociación laboral, la negociación colectiva. Porque hoy en día ampara a la totalidad de los trabajadores por primera vez en la historia. Hoy se extiende la negociación colectiva al sector rural, al servicio doméstico, al sector público. Esta negociación ha contribuido a la mejora en la calidad del empleo, además se concretaron importantes avances en la reducción de la informalidad, aspecto esencial para entender la forma en que todas las políticas públicas actúan sobre la justicia distributiva, y permite la participación social en los frutos de crecimiento. Sin lugar a dudas la negociación colectiva es la herramienta más importante que tienen los actores vinculados al mundo del trabajo para defender en la primera instancia la distribución del ingreso. Si no existiera una herramienta como la negociación colectiva, los resultados distributivos que tendríamos serían mucho más pobres y mucho más descalificantes que lo que pueden ser los resultados que hayamos observado en años anteriores.

Y esto es algo imprescindible, porque la negociación colectiva sobre todo lo que asegura es el ejercicio de derechos laborales, y el ejercicio de derechos es la base del funcionamiento democrático de una sociedad. Además, desde el punto de vista de las políticas públicas lo que se ha estado impulsando en materia de mejoras de salario mínimo también tiene un efecto relevante en materia distributiva. Porque el salario mínimo –y las mejoras que han ocurrido en estos últimos años han sido muy significativas– es lo que está presionando sobre los niveles más bajos de remuneraciones, a nivel de todos los sectores, para propiciar que los sectores que están vinculados a esa formas ocupacionales peor remuneradas sean las que participen también de manera diferencial y creciente de los frutos del crecimiento económico. Esta es parte de la compatibilidad entre prosperidad y equidad. Esta es parte esencial y estos son los instrumentos de las políticas públicas para poder actuar sobre eso.

Obviamente las políticas activas de empleo tienen un papel fundamental. Porque esas políticas son las que van a permitir una mejor adecuación de oferta y demanda en el mundo del trabajo, bajar y solventar los costos de búsqueda de empleo, que son tan importantes, mejorar las habilidades de los desempleados. Estas políticas apoyan, además, directa o indirectamente la creación de empleo para trabajadores de baja calificación. Hay programas como Uruguay Trabaja y Objetivo Empleo que están directamente vinculados a esta lógica.

Obviamente en el mundo rural, que es uno de los ámbitos en los cuales las tensiones distributivas son más significativas, también las políticas públicas y sobre todo las que tienen vinculación con el desarrollo rural y la preservación del medio ambiente tienen más significación. Más significación distributiva y más significación estratégica para el futuro, porque atienden a situaciones de pobreza rural extrema. Porque en un contexto de un agro extremadamente dinámico y próspero la pobreza rural todavía existe y en algunos sectores no sólo persiste sino que puede ser agudizado por alguna de las tendencias de mercado que estamos observando. Esas políticas que estamos mencionado de desarrollo rural y preservación del medio ambiente contribuyen a dotar de nuevas capacidades a trabajadores rurales y a los productores familiares porque incentivan la permanencia en el campo, porque mejoran las prácticas de manejo de suelos y sus impactos medioambientales y apuntan a incorporar tecnologías en el proceso productivo que posibiliten la adaptación al cambio climático, desafío fundamental que tiene Uruguay para preservar esa compatibilidad entre prosperidad económica y oportunidades para todos en nuestro país.

Obviamente las políticas industriales y de fomento de las Pymes también tienen un papel muy importante. Los instrumentos disponibles permiten fortalecer encadenamientos, generar cadenas de valor que se desarrollen, que apunten a una mayor incorporación de valor agregado en sectores en los que esto es posible –ya que estimular la creación de valor agregado nacional es un objetivo fundamental de las políticas aplicadas–, promover a los pequeños emprendimientos, lograr procesos de innovación de las políticas aplicadas y facilitar el acceso al crédito de las pequeñas y medianas empresas.

Y a esto súmesele lo que va a ser uno de los proyectos más importantes de la política económica a partir del año 2011: las políticas de inclusión financiera.

Todo esto determina de qué manera algunas de las políticas macroeconómicas y macrosectoriales son capaces de influir sobre la actividad económica, pero sobre todo la forma en que la distribución del ingreso ocurre a nivel primario.

Yo dejo por aquí y le paso la palabra a Andrés Masoller, que va a referirse al resto de las políticas públicas que están involucradas en estos temas.


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Vea la presentación realizada por el equipo económico de Gobierno en el Foro de ACDE (PDF)