La inflación de enero fue de 1,9%, la mayor desde enero de 2004. ¿Son necesarias más medidas de política económica?
Análisis del economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
(emitido a las 7.46 Hs.)
EMILIANO COTELO:
Los precios del consumo subieron en enero un 1,9%, el mayor registro mensual desde enero de 2004.
En el Gobierno se esperaba un registro alto de inflación porque en enero se revertía la rebaja de la tarifa eléctrica que se aplicó en diciembre como parte del programa UTE Premia. De todos modos, la inflación de primer mes del año terminó siendo elevada y superó con creces la mediana de la encuesta de expectativas del Banco Central, que era de 1,1%.
Parece que el combate a la inflación será uno de los principales desafíos del Gobierno este año y es tema obligado entonces en nuestro espacio de análisis económico. El diálogo es con el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
¿Cómo vieron el dato de enero? Aunque el Gobierno esperaba un registro alto, tuvimos la mayor inflación mensual desde enero de 2004.
PABLO ROSSELLI:
Es cierto. Nosotros proyectábamos una suba del IPC de 1,7% en enero, que en cualquier caso era uno de los valores más altos en varios años, desde 2007. Como ustedes señalaban recién, sabíamos que en enero tendríamos el impacto de la reversión de la rebaja de la tarifa eléctrica de diciembre y eso de por sí nos ponía, según nuestros cálculos, un piso de inflación de 1%.
Enero además es un mes de inflación estacionalmente alta, en el cual se ajustan muchos precios relevantes, incorporando el efecto en los costos de las empresas del ajuste salarial. Y esta vez también tendíamos alguna incidencia de la finalización de los acuerdos con los supermercados.
El error de predicción finalmente fue de dos décimas, que no es muy importante, y obedeció a dos factores. Por un lado, tuvimos una suba mayor a la prevista en los precios de las frutas y verduras, que son muy volátiles y difíciles de proyectar, ese error nos puso una décima en el IPC. Por otro lado, junto con el aumento de UTE, hubo ajustes de los servicios de salud, patente, boletos, y una baja de combustibles. En todas esas subas y bajas de precios administrados acumulamos otra décima de error.
EC - En definitiva, el dato de enero fue muy alto pero estaba dentro de lo que ustedes esperaban.
PR Sí, no cambia sustancialmente el diagnóstico más allá de la impresión que causa el número. Nuestra medida de inflación subyacente, que excluye frutas, verduras y precios administrados, fue de 0,9%, como preveíamos.
ROMINA ANDRIOLI:
¿Qué evaluación se hace del conjunto de medidas que adoptó el gobierno en los últimos meses del año pasado para frenar la inflación?
PR - Está claro que la inflación cerró el año civil 2012 en un valor circunstancialmente bajo, de 7,5%. En eso fue decisivo la rebaja de la electricidad por el plan UTE Premia. Pero como comentamos varias veces en el programa, las medidas de acuerdos de precios y el control de algunas tarifas públicas no cambian de manera sustantiva la tendencia inflacionaria. En setiembre la inflación anual era de 8,6%, llegó a 9,1% en octubre, cerró el año en 7,5% pero ahora está nuevamente en 8,7%.
RA - Ese cierre de la inflación en diciembre en 7,5% anual despertó mucha polémica, lo hemos comentado. Desde los sindicatos, fundamentalmente del sector público, se señala que ese dato afectó el ajuste de salarios. ¿Cómo ven ese tema? Te lo pregunto porque inclusive luego surgieron opiniones a favor de revisar el cómputo del índice que se utiliza para fijar los aumentos de salarios.
PR - Cuando se analiza la forma en que se fijan los salarios en el sector privado y en el sector público, hay una referencia ineludible a la inflación. Entre un porcentaje de inflación futura y un correctivo, en los hechos, los ajustes arrancan con la inflación pasada, a lo que se suma luego un porcentaje de suba por encima de la inflación. En ese contexto, el Gobierno hizo esfuerzos sobre fines del año pasado (por ejemplo los acuerdos con los supermercados) para que la inflación de los últimos meses fuera más baja, con el objetivo de evitar que niveles más altos de inflación impactaran en las suba de salarios y terminaran dando nuevos impulsos a los precios. Esa estrategia responde a esa realidad de indexación salarial que tenemos.
Luego está el caso particular de la rebaja de la tarifa eléctrica, que tuvo una incidencia muy significativa. Sin atribuir intenciones al Gobierno y al equipo económico, que es algo que no nos corresponde, parece claro que ese episodio afecta la legitimidad que los sindicatos perciben en el marco de negociación salarial. Desde esa perspectiva, este tipo de situaciones no debería repetirse. Sería obviamente conveniente que rebajas de tarifas de ese tipo, por criterios comerciales, no se aplicaran en diciembre o junio, que son cuando ocurren la mayoría de los ajustes salariales, cuando se toma el IPC para fijar los salarios de julio y de enero.
De todos modos, a nuestro juicio, este episodio no nos debería hacer perder el foco sobre los problemas que de verdad tenemos en materia inflacionaria y en materia salarial.
RA - ¿Qué quiere decir eso, Pablo?
PR - Está claro que tenemos una inflación muy elevada. Es necesario buscar niveles más bajos de inflación y en última instancia eso requiere de políticas monetarias más contractivas. El problema es que el Gobierno enfrenta un dilema fuerte entre el objetivo de reducir la inflación y el objetivo de cuidar la competitividad. Tasas de interés más elevadas podrían alentar una mayor caída del tipo de cambio.
Por eso hemos insistido muchas veces en la necesidad de una contención del gasto público , que ayude a moderar la demanda interna; en la necesidad de procurar aumentos mucho más moderados de los salarios reales y en la necesidad de promover una desindexación de los salarios. Centrar la discusión en el episodio de diciembre nos hace perder de vista el punto fundamental: si los salarios se siguen ajustando en función de la inflación pasada más un porcentaje de aumento real significativo, será necesaria una política monetaria mucho más restrictiva para bajar la inflación. Y si no es así, nos deberemos acostumbrar a niveles más altos de inflación.
RA - También se ha planteado que la meta de inflación de 5% que tiene el Gobierno no se va a cumplir y que por lo tanto, los ajustes de salarios también se ven afectados al tomar como inflación futura un porcentaje bajo que no se ajusta a la realidad.
PR - Es claro que nadie piensa que la inflación va a ir al rango meta este año. Parece difícil que baje al rango meta inclusive en un horizonte temporal más largo. Pero de nuevo, si la respuesta ante esa realidad es buscar aumentos todavía más altos de salarios, entonces se agravará el problema inflacionario.
En definitiva, tenemos mucha inflación, un dólar que ya es muy barato, los salarios indexados a una inflación pasada elevada y expectativas de subas de salarios en términos reales que no podrán ser acompasadas por ganancias genuinas de productividad. Esos son los problemas de fondo. Se requiere una readecuación de las políticas macroeconómicas, con contención del gasto público y moderación salarial. Si perdemos eso de vista, creo que vamos por el mal camino.
EC A partir de ese diagnóstico, ¿cómo son las perspectivas de inflación para este año?, ¿qué cálculos manejan ustedes?
PR Recién comenzó el año, tenemos un horizonte relativamente largo de proyección. El desempeño de la inflación dependerá de varios factores: de lo que suceda con los precios internacionales de los alimentos, del ritmo de desaceleración de la actividad económica y la demanda interna y, por supuesto, también de las propias decisiones de política económica. Por el momento no visualizamos señales de moderación del gasto público, aunque este es un tema que empieza a ser motivo de debate en el Gobierno.
Tampoco tenemos claro si habrá un marco de pautas de negociación salarial más restrictivas en las rondas de este año. El economista Andrés Masoller señaló a principios de este año que había que revisar las pautas pero seguimos sin tener claro si esto va a tener alguna consecuencia para esta ronda de negociación que comienza en 2013.
Y en relación a la política monetaria, en los últimos meses de 2012 se observó cierta moderación de la expansión en la cantidad de dinero, que probablemente recoge en alguna medida el impacto de las últimas subas de tasas. Pero seguimos pensando que una reducción sustantiva de la inflación requerirá probablemente de tasas más altas.
Con todos esos elementos, pensamos que la inflación tenderá a cerrar el año en torno de 8% anual.
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