Economía de la región

Mario Bergara (MEF): "La relación de Uruguay con el mundo es mucho más amplia; Argentina no debe ser quien nos paute las decisiones macro"

Hace poco más de un mes Mario Bergara asumía como ministro de Economía y Finanzas luego de la renuncia de Lorenzo por su implicación en el caso Pluna. En este primer mes de gestión, Bergara ha tenido que lidiar con varios frentes: inflación, descenso en las cifras de turismo, pérdida de competitividad, el caso Pluna y el impacto de las medidas argentinas en nuestro país. En Perspectiva dialogó sobre estos temas con el ministro, quien, entre otras cosas, manifestó que el principal problema de las decisiones económicas argentinas es que "no está muy claro el rumbo y quién está al mando". Sin embargo no cree que haya que llevar "esta situación al dramatismo" dado que "la relación de Uruguay con el mundo es mucho más amplia y no debe ser Argentina quien nos paute decisiones macro". En cuanto a las cifras de inflación, Bergara dijo que el 9% "no es algo que nos deba dejar satisfechos ni mucho menos, está sensiblemente por encima de lo que las autoridades y la sociedad desean".

(emitido a las 8.45 hs.)

EMILIANO COTELO:
A principios de diciembre, en un momento de su visita a Uruguay, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se encontró con Mario Bergara, lo miró a los ojos y le deseó "suerte". No sé si Bergara imaginaba cuánto iba a necesitar esa suerte para afrontar lo que se le venía. Dos semanas más tarde debió dejar la presidencia del Banco Central del Uruguay (BCU) para asumir como ministro de Economía ante la renuncia de Fernando Lorenzo por el caso Pluna. Y apenas tomó posesión de ese cargo comenzó a recibir noticias complicadas: una caída en la llegada de turistas como hace años no se veía, la fuerte devaluación del peso argentino, un nuevo empuje de la inflación, que llegó a 9,1% en los últimos 12 meses, y una oleada de lluvias y tormentas que se mantienen desde hace 20 días afectando a varios sectores del agro, al turismo, a la infraestructura y a la vida de mucha gente.

Con estos elementos sobre la mesa, el panorama económico ya no parece tan auspicioso como el que teníamos hace unos meses. Y puede dejar de ser un activo como para exhibir con orgullo en la campaña electoral, algo que se daba por descontado poco tiempo atrás.

Vamos a conversar sobre todos estos temas con Mario Bergara, doctor en Economía y ministro de Economía.

Cuando aceptó el nombramiento como ministro, ¿esperaba que su primer mes en el cargo viniera tan movido?

MARIO BERGARA.
Quizás sí, porque ya había unos cuantos indicios. Como usted recién planteaba, el tema de "tener suerte" es siempre importante, aunque obviamente solo con suerte no se logran desarrollar buenas políticas y tener buenos resultados en un período extenso. Me ha tocado participar en distintas instancias de la conducción económica desde el año 2005 y creo que el componente suerte ha estado presente, pero no es el que explica esencialmente que se haya reordenado fundamentalmente la situación macroeconómica en Uruguay y, sobre todo, con una lógica que en su momento llamábamos de mitigar o disminuir las vulnerabilidades de la economía uruguaya, haber construido una plataforma para navegar tiempos complicados.

Los tiempos complicados no empezaron ahora en diciembre. Desde hace más de cinco años convivimos con una situación crítica a nivel financiero en el terreno global, con los países desarrollados realmente deprimidos, Estados Unidos, Europa, Japón. El factor positivo de la emergencia de países emergentes, sobre todo China, compensó en buena medida esa situación. En ese mundo nos ha tocado navegar. Y uno puede navegar en ese mundo complicado porque construyó una plataforma razonable de estabilidad, de credibilidad, que permitió una implementación de montos de inversiones realmente importantes en el país, como en la historia moderna no se había visto. Eso es lo que da el soporte para el crecimiento de la producción, del empleo, de los ingresos de las familias, la mejora en los indicadores sociales.

En ese terreno y en esa perspectiva creemos que tenemos que enfocar toda esta catarata –yo no diría de malas noticias– de circunstancias que nos toca enfrentar, sobre todo vinculadas a la situación regional, confiando en la plataforma que construimos.

EC – Veamos cada uno de los puntos que mencionaba. Apenas había pasado un mes desde su asunción como ministro cuando se encontró con un primer problema serio: la devaluación fuerte de Argentina. Muchos analistas dicen: sorpresa no fue, algo de esto se veía venir. ¿Estaba mentalmente preparado para este momento?

MB - En realidad la situación argentina, desde que existió la dualidad cambiaria -un tipo de cambio oficial y un tipo de cambio al que se le llama "blue" en Argentina- hacía que los negocios en Uruguay se hicieran con relación a ese cambio paralelo. De hecho el peso argentino en las pizarras en Uruguay cambió drásticamente de un día para el otro porque inmediatamente se llevó a la relación con el tipo de cambio paralelo, el tipo de cambio blue. O sea que ya había habido en buena medida, ya hacía un par de años casi, una adecuación de la economía uruguaya, a las relaciones económicas, comerciales, financieras, a una devaluación importante. Buena parte del efecto de lo que podía ser una depreciación de la moneda argentina ya lo habíamos experimentado desde fines de 2011.

EC - Sí, pero ahora vino otro salto, y uno importante.

MB - Sí, y es un salto que está en un contexto que quizás es más importante que el propio valor del tipo de cambio: en un contexto que se ha perdido un poco la previsibilidad o la estabilidad en las principales perspectivas de la economía argentina. Ese es principalmente el problema hoy, que hay muchas decisiones económicas que seguramente están un poco detenidas porque no está claro el rumbo, esto de anunciar una medida un día, desarmarla al día siguiente, no está muy claro quién está al mando ni la lógica de conducción; no las personas sino la orientación de la política económica, las capacidades…

EC - Eso que acaba de decir es muy serio.

MB - Sin duda. Creo que ese es el problema, más allá de hacia dónde van los números, porque en términos de la eventual competitividad, la economía argentina, por el tema devaluatorio o de depreciación –la palabra "devaluación" se asocia mucho a cuando se administraban los tipos de cambio–, también está procesando una más alta inflación. O sea que no está claro cuál es el efecto neto en términos de competitividad. Está claro que hay muchas decisiones, de importación, de hacer turismo, en fin, cosas que efectivamente en el corto plazo nos afectan, que están a la espera de que el oleaje en Argentina descanse en algún punto. No está claro en qué punto va a estabilizarse.

EC - Han transcurrido ya 15 días. ¿Puede sacarse alguna conclusión de por dónde van a estar las afectaciones? Porque obviamente se habló de las exportaciones, aunque cada vez dependemos menos de Argentina en esa materia. Se habló de la actividad turística, se habló del comercio minorista, teniendo en cuenta que previsiblemente los uruguayos van a incrementar su gasto en Argentina, de hecho ya está ocurriendo, por ejemplo en el litoral. Se habló de la construcción, de que una devaluación en Argentina generaría una retracción de las compras provenientes del otro lado del Río de la Plata. Y eso a su vez tendría impacto en el empleo, etcétera. ¿Ustedes qué tienen como seguro a esta altura?

MB - En primer lugar, nunca está de más recordar esa perspectiva de mitigar vulnerabilidades, lo que ha sido el cambio radical de la exposición de la economía uruguaya a la situación de la región y en particular de Argentina. En todo su relato es curioso que no fueran mencionadas las relaciones en el terreno financiero…

EC - No.

MB - … que fueron las que nos barrieron en el año 2002.

EC - Parece claro que ese capítulo no es un problema hoy.

MB - Y no, en absoluto. Tanto por el lado de los depósitos, que en su momento los depósitos argentinos eran el 40% del total en Uruguay y hoy no llegan a órdenes del 9%. O del lado de los créditos, que hace 10, 12 años el 20% de los créditos estaban dados en Argentina y hoy eso es prácticamente cero. O sea que el canal que tradicionalmente ligó en el terreno financiero a Uruguay y Argentina hoy por hoy está absolutamente bajo control. No vemos por ahí un canal de trasmisión de problemas.

En el terreno de las exportaciones de bienes, hace 10, 12 años, la cuarta parte de los bienes que exportaba Uruguay iban para Argentina, y hoy eso está por debajo del 5%. En el terreno macroeconómico, entonces, las exportaciones de bienes no parecen tener una afectación sustancial, sin perjuicio de que hay algún sector puntual que tiene su concentración de exportaciones más importante en Argentina. Pero desde el punto de vista macroeconómico por ahí también hay bastante tranquilidad.

EC - Acá hay un ejemplo, Daniel dice: "Tengo una pequeña fábrica de lácteos y estoy siendo muy afectado por productos argentinos que ingresan legalmente y a muy bajo costo"…

MB - Lo importante es que entran legalmente.

EC - Claro, pero está hablando de una competencia acá…

MB - Ah, sí, claro.

EC - … no de un problema para exportar, sino de la otra cara de este fenómeno, que es la competencia de productos argentinos en el mercado uruguayo. "No hay protección a las empresas nacionales", dice el oyente.

MB - Ahí yo lo ligo tanto al comercio de frontera como el hecho de que los argentinos vienen acá, los uruguayos van allá, lo mismo podríamos decir con los brasileños en su momento. La historia de las relaciones entre Uruguay, Brasil y Argentina es la de los flujos de frontera o los flujos de países limítrofes cuando hay disparidades en el terreno cambiario sobre todo.

Pero así como los argentinos tienen detenidas muchas decisiones porque hay un marco de inestabilidad, de falta de previsibilidad, también esa es la perspectiva que uno tiene desde acá. Obviamente se abren nichos de oportunidad para que vayan uruguayos a comprar, aunque también leía en estos días algunos artículos que decían que también se está encareciendo Argentina, o sea que no es necesariamente obvio que ese sea un proceso sustancial de largo plazo. Pero ¿qué puede hacer uno cuando tiene un vecino grande, importante, con el que se relaciona en este terreno del consumo, que está en situación de tal volatilidad o falta de una perspectiva clara? Difícilmente la solución sea tratar de seguirlo adonde vaya, hay que esperar a que haya una mayor noción de por dónde se va a estabilizar la situación en Argentina para tener clara la toma de decisiones. Porque Argentina no es el principal vínculo comercial que tiene el Uruguay hoy, las definiciones de tipo macroeconómico tienen que afectar al conjunto de las transacciones comerciales y financieras que tiene el Uruguay con el mundo, y Argentina no deja de ser importante, pero tampoco puede ser la que marque las decisiones en el terreno macroeconómico.

EC - ¿Tengo que sacar la conclusión entonces de que no están pensando, por ahora, en tomar medidas paliativas?

MB - No, eso es distinto, justamente eso tiene que estar focalizado en situaciones concretas como decíamos recién. En el terreno comercial es muy focalizada la afectación por el lado de nuestras exportaciones. Ahí ha habido medidas en los últimos años cada vez que han surgido situaciones de esta naturaleza que facilitaron financiamiento, plazos, prefinanciación, etcétera, en condiciones extraordinarias para paliar la situación. En el terreno turístico también ha habido medidas en todos estos años que han tenido sus resultados. En los nueve años de gobierno no creo que haya sector económico que pueda decir que no ha sido atendido razonablemente en los momentos en que fue necesario hacerlo.

Hoy por hoy en el caso turístico es algo que también está analizándose. Aunque, primero, no hay que dramatizar la situación de la temporada turística, obviamente hay una caída con respecto al año anterior y al 2011 y el 2012, que fueron los años récord de turistas en el Uruguay, llegaron 3 millones de turistas. En 2002 –volvamos a esa referencia– había 1.800.000 turistas en Uruguay. O sea que aun cuando este año estemos en órdenes de 2.800.000, estamos en un escalón distinto de los servicios turísticos en el país, 1 millón más de turistas que hace 10, 12 años. Obviamente uno quisiera batir récords todos los años, pero eso no es factible. Además hoy no sabemos bien cuánto impacta la cuestión argentina y cuánto la situación climática.

Por otro lado, en el terreno de los servicios turísticos, algo que ha compensado la situación en buena parte de los balnearios y demás ha sido la visita de uruguayos. Los uruguayos, que han mejorado sus ingresos de manera notoria en la última década, están desarrollando más actividades que les generan bienestar. El turismo es parte de ellas, y una de las cosas que todo el mundo plantea es que en muchos lugares donde antes había más argentinos ahora hay más uruguayos que de alguna manera ayudan a compensar aunque sea parcialmente la situación.

O sea, está bien mantener la atención y la preocupación, atender las cuestiones puntuales que deban atenderse por la situación en Argentina. Pero no hay que llevar esto a una situación de dramatismo, no creemos que corresponda, porque confiamos en la plataforma que hemos construido para navegar estas situaciones. Y una cosa es atender las situaciones puntuales y otra es comenzar a lo loco a tomar medidas en el terreno macroeconómico, porque –reitero– la relación de Uruguay con el mundo es mucho más amplia y no debería ser Argentina la que nos paute decisiones macro.

***

EC - De todos modos, me gustaría que continuáramos hablando de la devaluación argentina, porque esa novedad tensa un poco más un problema con el que ya veníamos: el de la pérdida de competitividad que sufre la economía uruguaya desde hace meses. Lo enfocamos enseguida.

***

EC - Retomamos en En Perspectiva la entrevista con el ministro de Economía, Mario Bergara.

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EC - Esta importante devaluación en Argentina ha agregado otro ingrediente a un problema sobre el cual vienen advirtiendo los analistas económicos y varios sectores empresariales desde hace tiempo: la pérdida de competitividad que sufre la economía de nuestro país en estos últimos años. ¿Cómo analiza este problema?

MB - En principio lo despegaría estrictamente de lo que está sucediendo en Argentina, porque todavía no está muy claro cuál va a ser el impacto en la competitividad, porque así como ha habido una depreciación de la moneda argentina, también está habiendo un recrudecimiento de la inflación en Argentina. Todavía es muy prematuro plantearnos cuál va a ser el punto donde se van a estabilizar las variables y por lo tanto tomar nuevos recaudos al respecto.

El asunto es que Argentina, sobre todo en el terreno de la exportación de bienes, hoy pesa muy poco en la estructura de exportaciones de Uruguay. Uno de los logros en la última década ha sido la enorme diversificación de los mercados de exportación de Uruguay, con una mayor diversificación también de los productos de exportación, por lo tanto hay que ver la competitividad de una manera más global…

EC - Pero los números inquietan. En 2013 la competitividad medida por el tipo de cambio real bajó 9,3% respecto del promedio del año previo. La mayor caída desde el 2005, y van nueve años seguidos de pérdida de competitividad.

MB - Bien. Van nueve años seguidos de récord de exportaciones. Hay que ver también a qué le llamamos competitividad. Nos han escuchado en más de una oportunidad hablar de que la competitividad no es solamente en el terreno cambiario, que incluso el indicador de tipo de cambio real no es un buen indicador de competitividad porque hay muchos factores que no están incorporados en el indicador. Incluso no se ve la capacidad de competencia de los países que efectivamente compiten con nosotros sin ser nuestros socios comerciales. Países que producen lo mismo que Uruguay, básicamente Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda, que están en una latitud similar a la nuestra y ofrecen la misma batería de productos.

EC - ¿Entonces no se entiende necesario tomar medidas para promover una reducción de los costos internos?

MB - Primero, voy a tratar de dar el diagnóstico que tenemos, porque si no estaría comprando estrictamente el diagnóstico que usted hace –cosa que no hago–, antes de hablar de batería de medidas. En primer lugar, reitero, la competitividad es un fenómeno real, no monetario, no solo cambiario, y es bastante lógico que lo que llamamos en economía el tipo de cambio real de equilibrio vaya cayendo cuando un país se fortalece económicamente durante un período importante. Uruguay ha crecido por encima del resto del mundo y por encima de buena parte de sus socios comerciales en los últimos nueve o diez años. Eso le ha permitido el aumento de los ingresos y por lo tanto más decisiones de gasto en la economía doméstica. Son todos factores que en el sector real llevan a un fortalecimiento de la economía uruguaya, de su moneda y de las decisiones de consumo y de inversión de los uruguayos. Por lo tanto es natural que en ese proceso haya una caída del tipo de cambio real de equilibrio que solo es sostenible en la medida en que sea compensada por mejoras en la productividad, en la capacidad productiva del sistema en el país. Y eso también ha sido así.

Eso es lo que ayuda a explicar esa aparente paradoja de que los indicadores de tipo de cambio real muestran pérdidas de competitividad, y sin embargo los resultados en materia de exportaciones han batido récords prácticamente año tras año, con la excepción del año 2009, en que obviamente afectó la crisis financiera de la economía global.

O sea que hay que plantear siempre la atención sobre los temas de la competitividad, que es un fenómeno complejo, que en buena parte tiene una explicación en el crecimiento de la economía uruguaya, el fortalecimiento de su moneda en los últimos años, pero que no plantea una situación de dramatismo a nivel macroeconómico. Desde ese punto de vista la atención para los temas de competitividad puede estar focalizada en aspectos más estructurales de sostener crecimientos de productividad, y ahí hay también un rol muy importante para el sector privado. Los sectores que han generado procesos de inversión importantes, de incorporación tecnológica importantes, que afortunadamente han sido muchos, han mejorado sustancialmente su competitividad y eso les permite seguir teniendo buenos guarismos sector a sector. Y otros no tanto. Además hay sectores que ya tenían un problema de competitividad más estructural, y eso no se arregla con ninguna cuestión cambiaria.

El Uruguay tiene hoy por hoy un mecanismo de tipo de cambio flotante que le ha permitido amortiguar todos los shocks brutales de la economía global en los últimos cinco o seis años. En ese sentido los resultados muestran que se ha navegado razonablemente también en el terreno de las exportaciones de bienes y servicios.

Las cuestiones con Argentina son un poquito diferentes. Pero las afectaciones más importantes que hemos tenido no han estado en general asociadas a cuestiones cambiarias, sino a decisiones de distinta naturaleza, más administrativa o más política, que han dificultado la operativa, las exportaciones de bienes y las exportaciones de servicios, o incluso la venida de turistas o los menores flujos de inversión en materia inmobiliaria, por ejemplo. No es tanto una cuestión cambiaria lo que explica eso, sino medidas de otro tipo, como el cepo cambiario, las decisiones vinculadas a los puertos, la cantidad de dólares que los argentinos pueden manejar cuando salen a hacer turismo, etcétera.

Desde el punto de vista macro los temas de la competitividad son temas de atención permanente y tienen que equilibrar la cuestión cambiaria con otros factores, no solo los estructurales, también los de la estabilidad de precios interna. Más de una vez nos han escuchado hablar de que la política económica tiene que equilibrar sistemáticamente objetivos cual platitos chinos que tienen que seguir girando: la competitividad, la estabilidad financiera, la estabilidad de precios. Y en particular hoy la estabilidad de precios es otro factor que requiere suma atención. Una inflación en el entorno del 9% no es algo que nos deba dejar satisfechos ni mucho menos, está sensiblemente por encima de lo que las autoridades y la sociedad desean en materia inflacionaria.

O sea que hay que seguir con el talante de, primero, no ver una situación dramática donde creemos que no la hay, hay que atender los sectores que se ven afectados por circunstancias también especiales, en particular ahora las asociadas a Argentina, pero no hay una situación dramática en la cuestión macroeconómica. No vamos a seguir creciendo a las tasas de los años anteriores, pero esta es una economía que sigue creciendo y eso va a seguir siendo mostrado con orgullo por el gobierno y por la conducción económica. Y también va a seguir creciendo de manera equilibrada entre sus componentes: las exportaciones, el consumo doméstico, el proceso de inversión, que afortunadamente sigue siendo muy sólido.

***

EC - La semana pasada se conoció el dato de inflación del mes de enero, y por consiguiente el de los últimos 12 meses: 2,44% en el primer mes del año y 9,1% en el año móvil. Eso ha generado preocupación tanto al gobierno como a los analistas privados. Termina siendo la tercera inflación más alta de América Latina. ¿Cómo la examinan ustedes? ¿A qué atribuyen la persistencia de la inflación?

MB - Efectivamente, la inflación está 2 puntos por encima del techo deseado, por lo tanto tiene que generar preocupación y atención. También hemos planteado en alguna oportunidad que bienvenida esta preocupación cuando la disparidad de la inflación con lo deseado es de 2 puntos. Eso muestra dos cosas. Primero, que los uruguayos hemos entendido que la inflación es un proceso muy negativo para la economía y para la sociedad en su conjunto, sobre todo para aquellos que viven de ingresos en moneda doméstica, ingresos fijos. Y segundo, que llevamos ya un tiempo prudencial, una década, con niveles de inflación esencialmente bajos para lo que es la historia inflacionaria en el Uruguay. Completar una década con inflaciones de un dígito no deja de ser una cuestión positiva cuando teníamos 60, 70 años de inflaciones de dos y tres dígitos de manera ininterrumpida. O sea…

EC - … pero es un hecho que al mismo tiempo esa inflación está por encima del rango meta fijado por el BCU…

MB - Exacto, bienvenida, reitero, esa preocupación.

EC - … y está acercándose al 10…

MB - No, no, no.

EC - … y ahí aparece el fantasma de una inflación de dos dígitos.

MB - Exacto.

EC - Entonces, ¿cómo manejan ese problema?

MB - Lo importante es evitar llegar a algún punto en que se genere una espiral que, ahí sí, haga imposible el manejo del proceso inflacionario. No creemos ni por asomo estar en ese riesgo. La idea es entonces cómo procuramos que la inflación converja al rango objetivo. Para eso hay que tener, en lo posible, claridad en el diagnóstico, es decir, por qué la inflación está un poco por encima de lo deseado y por qué está siendo tan persistente, por qué está siendo tan difícil que vuelva a los niveles deseados. Porque en el terreno monetario en particular –es más, hace pocos meses la crítica era que el terreno monetario era demasiado contractivo–, las tasas de interés subieron. O sea que la cuestión fiscal está absolutamente bajo control y no es la generadora de una inflación persistente.

Creemos que la base de la explicación de por qué la inflación está un poco alta y cuesta bajarla tiene que ver con factores relacionados con los precios globales internacionales de los productos que Uruguay comercia. Desde la desvalorización de la unidad de medida, que es el dólar, hasta la mayor demanda de los países emergentes de los productos que exportamos, hacen que precios internacionales altos se trasladen rápidamente, con mecanismos realmente muy rápidos, hacia los precios domésticos. En algún momento también decíamos que la celeridad con que se trasladan las subas a nivel global de los precios de la carne, de las cosas que exportamos, no es la misma que la velocidad con la que se trasladan las bajas a nivel global. Hay un elemento de competencia imperfecta en los mercados uruguayos que hace que haya un sesgo hacia la suba de precios en esa medida de lo que pasa a nivel global.

Pero sobre todo el Uruguay es una economía que lleva una década creciendo fuerte. El desempleo se ha llevado al mínimo y los ingresos de los hogares, por todas las rentas posibles, han aumentado de manera muy significativa en la última década, por lo tanto es razonable que haya una mayor demanda doméstica que tenga un proceso firme, y eso hace más complicada la rebaja de precios.

EC - De todos modos, últimamente estamos en desaceleración. Seguimos creciendo pero a un nivel más bajo.

MB - Así es, pero igual el consumo sigue siendo fuerte. Creo que todos podemos reconocer que el Uruguay se ha encarecido –esa es la contracara de lo que se plantea como la cuestión de la competitividad y de los precios–, y sin embargo uno no ve que el consumo doméstico se esté retrayendo demasiado. Eso es lo que hace que las medidas macroeconómicas que uno procura hacer para que la inflación se retraiga –si bien esas medidas siempre llevan su tiempo para tener impactos– no sean del todo exitosas, porque estamos en un contexto de demanda doméstica firme. Los uruguayos, después de habernos ajustado el cinturón en la crisis, después de haber sido también cautos cuando el Uruguay estaba creciendo pero había problemas a nivel global, 2008, 2009, de 2011, 2012 para acá hemos incrementado el consumo doméstico, el consumo ha comenzado a crecer un poquito por encima del producto y eso genera un escenario en el que el combate a la inflación se hace más complicado. Pero de ninguna manera tenemos una situación que implique un riesgo de descontrol ni nada por el estilo.

EC - Pero por ejemplo, si los salarios suben más de 10% y el dólar, como parece, tiende a subir, ¿cómo va a ocurrir que baje la inflación?

MB - Si el dólar sube a nivel global, eso en alguna manera también se va a expresar en precios internacionales un poco menores. Porque la suba de precios de los commodities y de los precios internacionales tiene básicamente dos componentes. Un componente es la mayor demanda de muchos de estos productos de China, India, Rusia, de los países emergentes. Esa es una cuestión más estructural, y sí, efectivamente, aumenta el valor real de nuestras exportaciones. Pero el aumento de precios tiene que ver también con lo que fue la desvalorización de la unidad de medida, el dólar estadounidense, que es la moneda de referencia a nivel global. Por lo tanto si se fortalece el dólar, eso se va a expresar en el valor de los bienes en una unidad de medida fortalecida en un precio un poco menor. Por ahí va a haber un poquito de compensación del fortalecimiento del dólar con una caída de precios internacionales, por ese componente que antes explicaba la suba de precios por la desvalorización del dólar.

Además nosotros tenemos un mercado flexible en materia cambiaria, tenemos un esquema de flotación cambiaria que nos ha ayudado operando como un buen colchón para esos shocks cambiarios a nivel global tanto cuando sube como cuando baja. Por lo tanto no veo que sea muy relevante o más preocupante la suba del dólar como elemento inflacionario. No es que no exista, no es que haya que soslayarla totalmente, pero es algo manejable.

EC - ¿Y el factor de los costos salariales?

MB - Yo he escuchado en algunas columnas, incluso aquí en la radio, enfatizar el factor de los salarios como componente del costo. Obviamente eso es posicionarse en la perspectiva empresarial. En la perspectiva macro hay que ver los salarios desde el componente costos y desde el componente demanda. Porque si subieran los salarios y los costos de las empresas, y entonces las empresas tuvieran por esa vía que ir a precios más altos, y con precios más altos después la gente no comprara los bienes y servicios correspondientes, esos precios no podrían subir así y en última instancia los salarios no podrían subir así. Desde el punto de vista de los costos es una visión muy parcial del tema salarial, hay que ver también los salarios del lado de la demanda, que es uno de los componentes que financian la demanda de los uruguayos.

Hay que verlo en la perspectiva histórica. Los salarios en la crisis cayeron brutalmente, luego se han recuperado, pero han recuperado no solamente lo que perdieron en la crisis del 2002, sino incluso por encima, porque Uruguay es una economía que ha crecido razonablemente, y el aumento real de los salarios no parece desmedido en la última década comparado con lo que creció la economía. De hecho, si además uno considera que también hubo una recomposición de los salarios, porque cuando hay crisis también son los salarios los que pagan la crisis, no parece que en términos de salario real haya un crecimiento desmedido con relación al crecimiento de la economía. Si la economía crece, también los salarios reales tienen que crecer. Es justo, es razonable, es saludable, y eso es lo que financia en buena medida la demanda doméstica firme de la que hablábamos.

Por supuesto que después está la cuestión sectorial. Hay sectores en que las cosas van un poco más para allá, un poco más para acá, pero eso ya es otra órbita, no es una cuestión estrictamente macroeconómica. O sea que hay que ser cuidadosos con los mecanismos de indexación…

EC - ¿Eso qué implica en términos prácticos ahora?

MB - Porque el salario real puede crecer 2, 3, 4% en todo este tiempo, o 4 o 5, en términos reales, por encima de la inflación. Eso puede pasar con una inflación del 5, del 10, del 50 o del 100. Lo importante es que se mantenga un proceso saludable de crecimiento del salario real si la economía está creciendo, pero con niveles de inflación más bajos, que no comencemos una espiral de indexación.

EC - Está bien, ¿pero eso qué implica en cuanto a medidas del gobierno?

MB - Ahora se ha negociado, ya prácticamente ha finalizado la ronda de negociación en los consejos de salarios, y creo que la mayor parte de los sectores ya tienen la negociación salarial hecha para un horizonte de dos y tres años. En esa perspectiva lo importante es seguir trabajando para bajar la inflación, eso va a permitir que las ganancias salariales que están previstas y acordadas entre trabajadores y empresarios para este horizonte puedan implementarse sin que eso implique ninguna alteración en el proceso macroeconómico.

***

EC - Una de las primeras decisiones que usted tomó apenas lo nombraron en el cargo en el mes de diciembre fue sacar el tema Pluna de la órbita del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). ¿Por qué?

MB - En realidad fueron las circunstancias, no fue tanto una decisión personal. El fideicomiso había sido creado para la administración de los famosos siete aviones, pero al caer la ley los aviones debían ir a la masa concursal, al conjunto de activos que se manejan en el proceso concursal, por lo tanto ese fideicomiso perdía objeto y tiene que ir camino a cerrarse. Y era a través de la administración de ese fideicomiso que el MEF tenía un rol más relevante en las decisiones acerca de qué hacer con los aviones…

EC - ¿Ese fue el único motivo de su decisión?

MB - … Permítame cerrar la repuesta. El ser el primer día y el andar mal de la garganta se ve que generan un poco de ansiedad. … La órbita natural de decisión sobre el tema son el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), porque es quien tiene el vínculo contractual con Pluna SA, y, asociado a la garantía para el pago de la deuda al banco canadiense por los aviones, Pluna Ente, y el ministerio de referencia de Pluna Ente es el MTOP. Este análisis fue hecho…

EC - Sin embargo cuando se concretó la asociación con Leadgate el MEF jugó un papel protagónico. Entonces el ministro era Astori y usted era el subsecretario, o sea que vivió muy de cerca ese fenómeno, fueron MEF y MTOP.

MB - Sin duda. Pero el asunto no es que el MEF se desentienda de nada, el asunto es quién es el que tiene la batuta en el tema. Este es un análisis que hicimos además en total acuerdo con el ministro de Transporte y Obras Públicas, los dos tenemos esta visión de que una vez que el fideicomiso pierde objeto el eje de decisiones pasa nuevamente al lugar institucional que corresponde, que son el MTOP y Pluna Ente, y eso no genera absolutamente ninguna interrupción del proceso. Es más, el 18 de febrero vence una nueva cuota que hay que pagar al banco canadiense por la deuda de los aviones, sin ningún problema Pluna Ente plantea la necesidad de seguir pagando, cosa en la que estamos todos de acuerdo, y le solicita la asistencia financiera al gobierno, al fisco, al MEF, y esa asistencia financiera se está otorgando. O sea que el hecho de que el eje de decisiones vuelva al lugar que institucionalmente corresponde, como también lo estuvo en aquel proceso de selección del socio en 2007, no quiere decir que Economía se desentienda.

EC - Se lo pregunto teniendo en cuenta el costo político que significó para el ministro anterior, Fernando Lorenzo, ese protagonismo del MEF en el tema Pluna. Pesa sobre él incluso ahora un pedido de procesamiento en la Justicia.

MB - En la clara intencionalidad de resolver rápidamente la situación de la aerolínea, de la conectividad, la sensibilidad que había también con los 600 y pico puestos de trabajo que estaban sobre la mesa, en fin… Creo que la intencionalidad era clara, positiva, pero eso llevó a una ingeniería que después no dio los resultados esperados. Eso no quita que, una vez que institucionalmente la ley cae y el fideicomiso va camino a cerrarse, el eje de las decisiones pasa claramente al MTOP. Reitero: así lo acordamos con el ministro de Transporte, pero el proceso sigue con total normalidad desde ese punto de vista.

EC - Una de las especulaciones que existieron fue: Bergara asume en el MEF, pero dice: ¡por favor, dolores de cabeza con el caso Pluna no!

MB - Si vamos a responder todas las especulaciones que rodean la actividad ministerial… no hay programa En Perspectiva que alcance.

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EC - No pudimos abordar todos los temas que teníamos previstos. Su agenda está bastante cargada en estos primeros tiempos.

MB - Sí, hay que ganarse el sueldito.

Un solo comentario, si me permite, asociado a temas que íbamos a tocar, que es la situación que está viviendo mucha gente hoy con motivo de las inundaciones, las lluvias y demás.
    
EC - ¿Cómo lee el MEF en cuanto a mayores gastos que se van a necesitar, en cuanto a menor recaudación que probablemente también ocurra?

MB - Ya veremos cuáles son los impactos, en el terreno más macroeconómico, puede haber gastos por un lado e ingresos por otro desde ese punto de vista. Pero hoy la prioridad está en atender, a partir del trabajo de los sistemas de emergencia y los comités de emergencia, la situación de la gente que está viviendo momentos complicados, ya sea por evacuación, por pérdida de bienes básicos, en fin. No solo por una lógica de solidaridad, sino también por una lógica de responsabilidad institucional que tiene el MEF junto con otras instancias de gobierno, son cosas que van a ser atendidas de la manera más amplia posible y a la mayor brevedad posible porque hay que ayudar en los momentos en que se necesita.

Después desde el punto de vista macroeconómico hay que tomarse el tiempo para ver cuáles son los impactos. Sin duda está afectando la temporada turística, sin duda puede afectar algunos sectores en el sector agropecuario. Por otro lado las aguas a veces no vienen mal por el lado energético. Habrá que sopesar con más detenimiento después los impactos más macroeconómicos. Hoy por hoy lo más importante es atender lo antes posible la situación de mucha gente de afectación por el exceso de lluvias.

EC - ¿Se ha previsto alguna partida presupuestal o extra a estos efectos?

MB - Estamos a la espera de que el sistema de emergencia haga la evaluación. Hay un presupuesto más o menos predeterminado que el sistema maneja, tanto a nivel nacional como departamental; entiendo que estos días está habiendo también reuniones con los intendentes de los departamentos más afectados. Una vez que haya una evaluación y se sopesen las posibilidades, se evaluará, pero reitero, estas cosas hay que manejarlas con mucha solidaridad.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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