Entrevistas

Gobierno busca diversificar producción forestal

Gobierno busca diversificar producción forestal

El director general forestal del MGAP, Andrés Berterreche, dijo que el modelo que el gobierno impulsa para ese sector "va hacia lo que es madera aserrada y valor agregado, producción de piezas y partes de muebles". Sin embargo, aclaró, esto no es contradictorio con las plantas de celulosa. "Estamos apostando a una integración de lo forestal dentro de un marco agrícola-ganadero", definió.

(Emitido a las 9.10)

EMILIANO COTELO:
Volvemos a ocuparnos de esta noticia que cayó sorpresivamente al comienzo de la semana.

La empresa sueco-finlandesa Stora Enso, la mayor productora de papel y cartones del mundo, prevé comprar 100.000 hectáreas de campo en el centro del país y construir para el año 2010 una planta de celulosa sobre el Río Negro de dimensiones similares a la que Botnia construye cerca de Fray Bentos.

Según los datos que publicó ayer el diario El País, antes de fin de año la empresa comprará 50.000 hectáreas a las que se sumarán otras 50.000 el año próximo, con lo que se pretende generar un capital mínimo forestal.

Stora Enso realizará una inversión que inicialmente rondará los 250 millones de dólares y luego crecerá hasta los 1.000 millones de dólares, cuando se instale la planta de celulosa. Se trata de la segunda mayor inversión de esta compañía en América Latina.

Los detalles fueron confirmados por el presidente de Stora Enso para América Latina, Nils Grafström, después de que una delegación de la compañía se reunió el lunes con el vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa.

El ejecutivo de Stora Enso explicó: "Nosotros no hacemos este tipo de inversión para exportar madera. El objetivo es optimizar la madera y por eso queremos colocar una fábrica de pulpa aquí".

Los empresarios decidieron instalarse en Uruguay después de hacer un estudio de factibilidad en 16 países de esta región. "La tierra es muy buena, la productividad de la madera es muy alta y el país tiene todas las condiciones para establecer este tipo de industria, además de que tenemos confianza en Uruguay y fuimos bien recibidos", explicó Grafström.

Esta inversión no figuraba en los libretos y provocó un impacto fuerte cuando está tan caliente la campaña de la provincia de Entre Ríos y del propio gobierno argentino por frenar la construcción de la planta de celulosa que Botnia construye en Fray Bentos, y cuando el grupo español Ence se prepara para emplazar otra fábrica de ese tipo también en el departamento de Río Negro.

En general la novedad fue saludada como una buena noticia, señal de que el país se muestra atractivo para los inversores del exterior. Pero también se alzaron algunas objeciones y dudas, sobre todo debido al golpe de crecimiento que implica para la actividad forestal y especialmente por el vuelco hacia las plantas de celulosa como final del ciclo productivo en este sector.

Ya conversaremos con los voceros de Stora Ence, probablemente mañana, pero hoy nos interesa incorporar otros puntos de vista. Más temprano entrevistamos al ingeniero Óscar Costa, presidente de la Sociedad de Productores Forestales, y hemos tenido una cantidad de mensajes de nuestros oyentes, a quienes les pedimos su opinión a propósito de esta nueva iniciativa. Voy a aprovechar algunos de esos mensajes para las preguntas que quiero hacer en los próximos minutos, cuando averigüemos cómo se analiza este nuevo emprendimiento desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

Estamos en diálogo con Andrés Berterreche, ingeniero agrónomo forestal, máster en tecnología de la madera y titular de la Dirección General Forestal (DGF) del MGAP.

***

Ingeniero Berterreche, ayer en el diario El Observador usted declaró que "este no es el tipo de inversión forestal a la que apunta el gobierno". ¿Qué quiso decir?

ANDRÉS BERTERRECHE:
Yo no declaré eso, eso es lo que aparece en El Observador.

EC – Está entrecomillado.

AB – Es un problema de El Observador, no es un problema mío. Yo dije que el modelo que quiere impulsar el gobierno va más hacia lo que es madera aserrada y valor agregado, producción de piezas y partes de muebles, pero lo que está entrecomillado en El Observador no es estrictamente lo que dije.

EC – Antes que nada, ¿qué papel juega la dirección que usted encabeza cuando se presenta una iniciativa como esta?

AB – En primer lugar recibimos los proyectos. Y quiero aclarar que yo me comuniqué por la prensa, todavía no he tenido ningún contacto con la empresa, la empresa no se ha presentado a la DGF.

EC – O sea que para ustedes también fue una sorpresa.

AB – Más o menos, porque tenemos nuestra capilaridad en el campo y conocemos los movimientos que están pasando en el campo uruguayo vinculados con lo forestal.

EC – Sabían que esto se venía pero no tenían la notificación oficial.

AB – Exactamente, no había –no hay– un relacionamiento oficial de la empresa Stora Enso, que es una empresa muy importante mundialmente, con la DGF. Toda esta presentación en sociedad se hace en un marco externo a la DGF, lo que no significa que la DGF no conozca los movimientos de las empresas porque estamos en el medio forestal realmente, no somos una oficina encerrada en 18 de Julio que no sabe lo que está pasando en el país.

EC – Entonces, ¿qué papel juega esta dependencia cuando se presenta un proyecto como este?

AB – La DGF recibe los proyectos forestales y según las características los califica en bosques de rendimiento generales o protectores, dependiendo de algunos aspectos como especies y suelos utilizados. Eso significa la posibilidad de acceder a determinados beneficios que aún quedan –porque hemos sacado unos cuantos de la Ley Forestal– y, en su defecto, si son bosques denominados generales deben pasar a ser evaluados por la Dirección General de Medio Ambiente para hacer la evaluación de impacto ambiental, siempre y cuando superen las 100 hectáreas. En este momento hay un cambio dentro de la evaluación de impacto ambiental, por el que también los bosques de rendimiento deberían presentarse, pero posiblemente, por procedimiento, va a haber una precalificación nuestra para definir cuáles son los bosques que están en el marco de la ley forestal y en cuáles, aunque no se prohíba plantar, hay que ver las limitantes desde el punto de vista ambiental o productivo.

EC – Aclarado lo que usted piensa sobre un proyecto de este estilo, en cuanto a que el gobierno pretende inversiones que realicen un mayor uso de mano de obra y generación de valor agregado, de todos modos no hay posibilidad de vetar un proyecto así.

AB – En primer lugar, hasta no evaluarlo no vetamos ni dejamos de vetar. En segundo lugar, no hay por qué. Nosotros tenemos un marco jurídico y un marco reglamentario con conceptos técnicos que estamos revisando, y cualquier proyecto que se enmarque dentro de esos regulaciones y principios técnicos y jurídicos que tenemos dentro de la DGF no tiene ningún inconveniente. Además no es la única empresa que está en el sector, hay algunas de perfil más bajo que están con un nivel de actividad y dinamismo igual que el de esta empresa.

EC – Pero casualmente, el dato de las 100.000 hectáreas de nueva forestación que va a implicar este proyecto de Stora Enso, a más de un oyente, quizás alejado de estos temas, puede haberle resultado un poco impactante.

AB – Serían 50.000 en el país y 50.000 en Brasil, según lo que yo leí en la prensa.

EC – Yo leí que a los 100.000 se llegaría en dos etapas pero dentro del propio país. Después vamos a procurar tener más información al respecto, pero supongamos que sea así, que fueran 100.000 hectáreas forestadas más aquí en nuestro país; esto implicaría estar llegando casi a 1.000.000 de hectáreas plantadas con ese fin.

AB – No, estamos todavía por debajo, pero considero que con el dinamismo que hoy tiene el sector vamos a estar acercanos al 1.000.000 de hectáreas en este quinquenio.

EC – Sobre este punto tuvimos más temprano comentarios del presidente de la Sociedad de Productores Forestales, pero usted, desde el MGAP, ¿cómo ve el avance de las tierras forestadas? ¿Es un exceso? ¿No es un exceso?

AB – Estamos redefiniendo los suelos de prioridad forestal. Actualmente, en la legislación actual, que arrastramos desde hace unos cuantos años, hay una definición de unos 3,5 millones de hectáreas de suelos de prioridad forestal. Estamos revisando la clasificación de esos suelos y estamos haciendo tres categorías; una en la que se mantiene la realidad actual, otra que estamos sacando de su calificación de suelo de prioridad de aquí en más –no tiene efecto retroactivo– porque son suelos que pueden tener otro valor desde el punto de vista agrícola o pecuario, entonces nos parece mejor destinarlos a esos fines; y hay un tercer rubro que comprende aquellos suelos que van a estar dentro de los beneficios de la ley, las consideraciones nuestras de apoyarlos, en la medida que el proyecto que vaya implícito sea técnicamente defendible.

En ese marco consideramos bueno que se hagan plantaciones, sobre todo vinculadas con un concepto de ordenamiento territorial, es decir que no se plante exclusivamente alrededor de las posibles plantas industriales, y además que esas plantaciones se hagan en primer lugar buscando valor agregado, buscando principalmente madera en la que el trabajo uruguayo se vea más representado que en otros productos, como puede ser la celulosa, y que haya una buena integración con el sector pecuario tradicional. Estamos apostando a una integración de lo forestal dentro de un marco agrícola-ganadero que tiene el resto del país.

EC – Justamente, más allá de que quiero hacerle alguna pregunta más sobre lo que decía recién, le planteo algunas inquietudes que han llegado desde la audiencia. Por ejemplo este mail de Juana, que plantea: "¿País forestal significa dejar de producir alimentos para producir árboles?". Podemos formular la pregunta en estos otros términos: ¿hasta qué extensión de tierra forestada es razonable que tenga Uruguay? ¿En qué medida no se puede producir un desequilibrio en la matriz productiva del sector agropecuario uruguayo?

AB – Vamos a partir de la base de que esto es más o menos un 4 por ciento del territorio nacional.

EC – Perdón, ¿qué es 4 por ciento?

AB – Lo que se ha plantado hasta el día de hoy. Podríamos decir que un 4 por ciento no es de gran afectación en el conjunto del país. ¿Hasta dónde puede ir? Creemos que lo importante no es la cantidad de superficie sino el buen uso de la forestación para la integración de lo ganadero y lo agrícola también. Hay sistemas silvopastoriles y agropastorales que podrían implicar el uso integrado de la producción agropecuaria y la forestal. Hay modelos que están mucho más cercanos a ese tipo de producción. Es hacia eso que queremos ir, hay que pensar que desde el punto de vista del productor agropecuario hay un tremendo déficit de terreno forestado, porque se calculaba ya por la década de los sesenta que cualquier predio ganadero debería tener un 3 por ciento de su superficie forestado con bosques de abrigo y sombra protectores para la ganadería. Hoy tenemos un 4 por ciento en todo el país, concentrados principalmente en empresas forestales, lo que me está diciendo que sigue habiendo un déficit muy fuerte de lo forestal en los predios agrícola-ganaderos. Es bien interesante pensar integraciones verticales de productores pequeños, medianos, con empresas forestales, que pueden ser de pulpa o no, que pueden ser para madera aserrada, madera de calidad, producción de muebles, casas y cosas con más valor agregado.

EC – Otra de las preguntas que tienen que ver con esto, que escucho reiteradamente, es el riesgo que implica para otras producciones agropecuarias el avance de la forestación, sobre todo de la de eucalipto, por ejemplo por el excesivo consumo de agua que estos árboles implican. También el riesgo de plagas, la cotorra, etcétera. ¿Qué dice sobre este factor?

AB - ¿Cuál de ellos, las plagas o el agua?

EC – Empecemos por el agua.

AB – El agua es un tema que nos preocupa y estamos fomentando el estudio por terceros que no estén en el medio de esta guerra casi de trincheras. A un instituto de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República se le ha encomendado el estudio de estas cuencas y microcuencas vinculadas a lo forestal. De todas maneras nosotros tendemos a planes forestales que respeten condiciones vinculadas con la dinámica hidrológica para minimizar los posibles efectos que tengan sobre el agua, si es que los hay. Eso para dar un marco general.

En cuanto a las plagas, dentro de la ley forestal hay una consideración acerca de cómo se deben controlar las plagas por parte de los productores forestales. Ahí vamos a tener que empezar una discusión para poder reglamentar mejor esto, que la vamos a dar con todo el sector de forestales y agropecuaria tradicional, pero ya estamos haciendo algunas medidas con la participación de todos los involucrados, con un buen nivel de discusión, para ver cómo podemos hacer para que los efectos de plaga, principalmente de aves y zorros, que pueden ser los otros, puedan ser disminuidos. Lo estamos trabajando con la gente de recursos naturales renovables, con el ingeniero Fernando Olmos, y a la brevedad vamos a desarrollar algo para convertir una amenaza en oportunidad, que las plagas puedan ser una oportunidad para el propio país.

EC – A propósito de preguntas que se repiten y riesgos o temores. Jorge, de Pocitos, consulta cómo quedan los suelos después de la forestación; "quedan liquidados, no sirven para otras actividades productivas". ¿Qué responde usted sobre este punto, sobre lo que implica estar dedicando tanta extensión de tierra a ese rubro?

AB – ¿Un 4 por ciento es tanta extensión de tierra?

EC – Ésa es la pregunta de la audiencia.

AB – Hay una valoración en la pregunta en sí misma. Insisto: el problema no es el árbol, no hay árboles demoníacos que hacen mal, lo que hay es un manejo humano que puede ser correcto o incorrecto, puede ser correcta la plantación de soja o puede ser incorrecta, puede ser correcto el pastoreo con ovinos o puede generar una erosión en cárcavas brutal, todo depende del manejo que se haga. Si yo hago un sistema absolutamente extractivo y no hago un manejo integrado del monte artificial, de las plantaciones de árboles, posiblemente genere algún tipo de problema en un recurso natural no renovable como es el suelo; pero si lo hago bien, si integro la corteza, las ramas, si integro ganadería en el transcurso de la vida de ese monte productivo, si no hago grandes masas forestales que van a permanecer, si no trabajo con máquinas que son lesivas para la estructura del suelo, no debería producirse un efecto no sustentable negativo sobre el suelo.

Es un problema de manejo y para eso hay técnicas para disminuir el impacto. Después está el tema de que las empresas deben ser controladas para que eso se haga bien. En la DGF hemos desarrollado un manual de buenas prácticas forestales que incluye un montón de manejos vinculados con ese tipo de situación para integrar estos montes a una producción más dentro de la producción agropecuaria del país.

***

EC – Usted decía, sin que esto implica rechazar el proyecto de Stora Enso, que en los planes del gobierno se prefieren inversiones forestales que impliquen mayor valor agregado, como plantas de conversión mecánica que produzcan tableros, chapas o muebles, porque emprendimientos de ese estilo generan más mano de obra y por lo tanto también a la hora de la exportación mejores valores. Mi pregunta es qué se está haciendo en esa dirección, para fomentar ese tipo de iniciativas.

AB – Tenemos pocas herramientas para hacerlo. Estamos en un Estado que les debe 30 millones de dólares a los productores por haber forestado, entonces no nos quedan muchos grados de libertad para poder apoyar este tipo de empresas. De todas maneras estamos ideando cambiar subsidios por inversiones en producción de madera aserrada, estamos apostando a integrar las diferentes pequeñas unidades de producción para generar clusters de producción de madera, estamos en un proceso de extensión vinculado a esto. Por ejemplo, se habla muchísimo de la planta de pulpa y nadie sabe que desde hace dos meses está exportando tableros contrachapados de una planta que se instaló en Tacuarembó, que con 15.000.000 millones de dólares –80 veces menos que lo que va a invertir la planta de pulpa– genera casi la misma mano de obra directa industrial y mucha más mano de obra en la fase agraria de la producción forestal porque esos montes tienen poda, raleo, etcétera.

EC – Con esa inversión de 15.000.000 de dólares, ¿cuántos puestos de trabajo se generaron?

AB – Alrededor de 200 en una de las plantas, directamente en la planta industrial, con un solo turno que está trabajando hoy día. Eso ya se está exportando y tiene mucho más valor agregado que una fábrica de pulpa. Esto no es ponernos en contra de la producción de pulpa, porque yo escribo sobre papel y si soy coherente tengo que no negarme a la producción de pulpa. Lo que no quiero –y lo dije en mi primera entrevista– es que un país que puede ser maderero se transforme en un país exclusivamente pulpero. Y cuando digo exclusivamente es que no haya otra industria que marque las condiciones del mercado que la fábrica de pulpa. Además ahí estamos yendo hacia un mercado muy manoseado por la empresa privada, que se vuelve muy oligosómico, con muy pocos operadores en la demanda de madera y por lo tanto fijando precios y condiciones. Queremos un mercado que funcione como tal y por lo tanto esté más atomizado en términos de demanda, y que haya una participación de todos, que haya pulpa, que haya producción de energía, que haya producción de tablas y tableros, de casas y de muebles, es decir un sector forestal integrado, también en la fase agraria con el sector pecuario tradicional.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe