Internacionales

Los combates en la Franja de Gaza no se interrumpieron en las horas de la noche, pese a los intentos por negociar una tregua

Contacto con Carmen Rengel desde la Franja de Gaza, periodista española, colaboradora de En Perspectiva.


(emitido a las 9.02 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Pese a los distintos intentos por negociar una tregua, los combates no se interrumpieron en Oriente Medio durante la noche de ayer, y han continuado a lo largo de las primeras horas de hoy.

Ya nos detuvimos en la noticia más reciente: en Tel Aviv un ómnibus explotó esta mañana dejando entre 10 y 20 heridos. Pero además, durante la noche las milicias palestinas habían lanzado seis cohetes contra Israel, dos de los cuales fueron interceptados por el sistema antimisiles Cúpula de Hierro. Por su lado, el ejército israelí bombardeó en la madrugada alrededor de un centenar de objetivos en la Franja de Gaza, incluido el Ministerio de Seguridad Interna de Hamás.

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EC - En la Franja de Gaza se encuentra la periodista española Carmen Rengel.

Teníamos previsto colocar el contacto contigo en primer lugar, y no pudimos hacerlo, había serias dificultades en la comunicación telefónica con los dos números tuyos que tenemos. Aprovecho para consultarte: ¿qué pasa con la telefonía celular, qué pasa con las otras formas de comunicación en Gaza en este contexto?

CARMEN RENGEL:
Están realmente complicadas. El motivo por el que no nos hemos podido comunicar antes ha sido que yo estaba visitando precisamente uno de esos 100 objetivos que han sido atacados esta noche por el ejército de Israel, específicamente el edificio de la Seguridad Interior. Es una zona muy poblada, rodeada de edificios muy altos, donde Hamás ha estado intentando controlar las comunicaciones. Habían colocado esta mañana un inhibidor de frecuencia, por lo que no funcionaba la telefonía. El motivo es que estas oficinas tenían documentación importante dentro, y de hecho había hordas de funcionarios rebuscando entre los escombros aunque todavía había llamas, intentando apagarlas rápido para llevarse documentación, documentación muy importante para el gobierno de Hamás.

Nosotros aquí para movernos diariamente tenemos a ráfagas cobertura en los teléfonos de compañía israelí, que casi todos los periodistas de la zona que veníamos de Jerusalén portamos. Lo tenemos de forma muy esporádica, solo en algunas zonas. Quizás los mayores problemas son con internet, puesto que como hay muchos cortes de luz, porque muchos de los bombardeos están afectando al tendido eléctrico, es muy difícil mantener la conexión y hay que cruzar los dedos para poder comunicarse.

EC - Si te entendí bien, ustedes utilizan teléfonos de una compañía israelí.

CR - Es el que traemos que habitualmente usamos en Jerusalén, que funciona en partes de la Franja, y después uno local que hemos tenido que adquirir aquí, porque si no, sería imposible. Con este último, con un teléfono israelí, puedo hablar con cierta claridad.

EC - Cuéntanos cómo se han vivido las últimas horas, qué pasó en particular en la noche, mientras se esperaba se concretara esa tregua de la que se tanto habló.

CR - La verdad es que han sido unas horas con un sabor muy, muy amargo. Ayer tuvimos una mañana especialmente tranquila, pudimos ver cómo empezaban a abrirse comercios, cosa que no ocurría desde hacía días, incluso tiendas que no eran de primera necesidad, como una peluquería, por ejemplo. Daba mucha tranquilidad eso. Es que la gente confiaba en que las negociaciones en El Cairo estaban avanzando y que podía retomar ciertas rutinas muy diarias y muy necesarias. Incluso nos encontramos con casos anecdóticos como el de una pareja que nos contaba que no habían podido casarse el día 17, como tenían previsto, dos días después del ataque contra Yabari, el comandante de Hamás, y que estaban intentando hacer los preparativos de nuevo, retomarlo con el salón, porque tenían esperanza de que todo mejorara.

Todo esto cambió radicalmente hacia las 13.30 horas. Naciones Unidas nos envió un mensaje diciendo que por favor nos pusiéramos a resguardo porque Israel iba a iniciar una ofensiva potente inminente por aire. Corrimos a refugiarnos al hotel, que en principio tiene una catalogación de seguridad de Naciones Unidas, está bastante blindado, y fue prácticamente llegar y unos 10 minutos después empezaron a llegar los cohetes. El más cercano estalló a unos 400 metros de nuestro hotel.

El ataque de Israel fue sostenido hasta aproximadamente las 18 horas. Desde ese momento se creó una especie de burbuja sobre Gaza capital que era no sé si infernal, pero para quienes quizás cubrimos, como en mi caso, el primer conflicto fue realmente duro de vivir. Las brigadas de Hamás en paralelo al ataque de Israel comenzaron ellas también a lanzar cohetes como comentaba antes la compañera [Ana Jerozolimski] contra Israel y se creó un ataque doble, el que entraba y el que salía. Eso ocurrió hasta aproximadamente las 22 horas. Así que mientras escuchábamos a los portavoces de Hamás decir que la tregua iba a entrar, lo que realmente podíamos sentir era cómo temblaba el hotel, cómo temblaban los cristales y las paredes del hotel.

La noche fue muy dura, especialmente entre las 3 y las 5 de la mañana, que fue cuando se concentraron estos objetivos. Aparte de ese edificio de seguridad interna que comentábamos y de todos los alrededores –justo enfrente había un concesionario de coches Mitsubishi que ha quedado completamente destrozado y había también una agencia de viajes–, han sido alcanzados algunos objetivos periodísticos. Se ha golpeado el edificio donde está la Agencia France Press directamente en su planta, en la que se supone que había colaboradores de Hamás, no hay heridos entre los compañeros, y también han sido atacadas –en este caso por explosiones cercanas– la televisión Al Jazeera, la agencia Associated Press y también el hotel donde se encuentra la BBC. Con todo esto nos encontramos cuando amanecía por fin y sobre los cielos de Gaza seguían los aviones no tripulados permanentemente, quizás hoy un poco más bajos, el ruido es más insistente, vigilando constantemente nuevos objetivos.

La mañana se ha desarrollado con cierta tranquilidad. Solo hemos escuchado tres explosiones, aunque hace pocos minutos se ha notado el lanzamiento de cuatro Kazan desde la zona del norte de Gaza capital en la que nos encontramos, y el miedo está empezando a tomar la calle, porque la gente tiene cada vez más desesperanza sobre lo que ocurre en El Cairo y más temor a que Israel quiera tomar represalias por el ataque en Tel Aviv y en breve tengamos más misiles.

EC - Tú mencionas la posibilidad de que Israel tome represalias por el ataque en Tel Aviv, te refieres a lo que ocurrió hoy con ese ómnibus que estalló en plena ciudad de Tel Aviv, afortunadamente sin dejar un saldo de fallecidos, pero sí 15 o 20 heridos. Según relataba recién Ana Jerozolimski, el hecho se festejó en la Franja de Gaza. ¿Tú tienes reportes sobre eso?

CR - Sí, yo estaba bajándome de nuestro vehículo en el momento en que la radio de Hamás anunciaba el golpe. En ese momento no especificaban si era un cohete, si era un ataque terrorista, un suicida, todavía no se sabía, pero anunciaban que habían golpeado un autobús en Tel Aviv. Y automáticamente –esto ha sido justo enfrente a esta sede gubernamental que había sido alcanzada esta noche– grupos de afines a Hamás empezaron a cantar "Alá es el más grande, Alá es el más grande", con vítores. Un chico de unos 15 años sacó cohetes y empezó a tirarlos. Es cierto que era un grupo de radicales. Otros vecinos los miraban con caras de temor o incluso con cierto desdén, "están haciendo algo que nos perjudica también a los demás", porque no todo el mundo en la Franja de Gaza sigue a pies juntillas la filosofía, la mentalidad, la ideología de Hamás. Ha habido también alguna frase de reproche, pero el miedo es muy grande, saben el gran control que tienen las milicias palestinas y nadie ha dicho nada, pero sí he visto algún gesto de contrariedad.

Hay que reconocer que sí, las felicitaciones han sido mayores en esa cuadra en la que nos encontrábamos nosotros, y justo después ha habido como una corriente contraria, han empezado a bajar más vecinos para atender a la prensa. La gente que ha sufrido el ataque en las proximidades nos decía: "Tememos lo peor, no queremos festejar nada, para nosotros no es un motivo de fiesta que hayan explotado un autobús en Tel Aviv, sino que es un motivo de preocupación", porque este ataque, que rescata las peores pesadillas del terrorismo de Israel de las intifadas, puede hacer que Israel dé un paso atrás y se retire de las negociaciones. La gente está realmente atemorizada sobre lo que puede venir.

EC - Cuéntanos más a propósito de lo que has visto, de lo que has escuchado, de las conversaciones que has tenido, de los lugares donde has estado, porque te has movido mucho por la Franja en estas horas.

CR - Hemos comenzado la mañana muy temprano en un colegio de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, en el que ahora mismo se encuentran 1.800 personas, que no son los refugiados del campo a los que habitualmente este colegio da servicio, los niños de ese campo de entre 12 y 14 años van a ese colegio a recibir educación. Estamos hablando de personas que ayer, aproximadamente entre las 13 y las 15 horas, empezaron a recibir octavillas que llovían del cielo desde aviones israelíes en la zona del norte de la Franja. Estas personas leyeron esos documentos, que estaban escritos en árabes, en los que les decían: "Abandonad vuestras casas porque empieza inmediatamente una ofensiva terrestre. Si no os marcháis, tendréis los disparos de nuestros tanques y nuestros aviones". Estas personas inmediatamente atemorizadas salieron, puesto que ya tenían experiencia de la operación Plomo Fundido, y en aquel caso, cuando en la Navidad de 2008-2009 se lanzaron ese tipo de mensajes, Israel cumplió su amenaza. Así que ayer las familias recogieron lo poco que tenían y empezaron a bajar hacia la zona centro de la Franja.

Nos cuentan que si había 1.800 personas en ese colegio, hay otras tantas en cada uno de los ocho centros que se han habilitado para acogerlas. Muchas de estas personas se han venido con su pequeño burro, porque no tienen otro medio de desplazamiento, algunas andando, otras, las más afortunadas, en unas pequeñas camionetas de tres ruedas llevadas por motocicletas que son bastante típicas aquí en la Franja de Gaza. Nos hemos encontrado con que había familias enteras. Una familia entera de 45 miembros, que está en este momento cobijada en una de las aulas de este colegio, nos decía que estaban bastante preocupados porque aunque por fin tienen un techo que se supone seguro, en la operación Plomo Fundido también los colegios de Naciones Unidas terminaron siendo objetivo, con lo cual no se sienten con todas las garantías de que puedan estar ahí, y tampoco saben cuánto tiempo podrán estar.

Y está el problema de los suministros. Recién estuvimos en el colegio y han llegado unos bidones enormes de agua enviados por Naciones Unidas, pero no hay comida todavía, y las mantas de que disponen estos refugiados son de los vecinos de los alrededores que por solidaridad se han empezado a acercar. Hemos encontrado el caso de Maia, una señora que llevaba un pack de cuatro yogures, porque no podía aportar más, porque es bastante pobre, pero quería llevarlos para que algunos niños pudieran empezar a comer. Naciones Unidas nos ha garantizado que a lo largo del día llegará el suministro tanto de medicamentos como de comida, de mantas, de agua, de leche infantil, porque hay más de 200 bebés. Esperemos que así sea, porque es una situación bastante dura.

Esa quizás sea la estampa más representativa de lo que es esta mañana Gaza capital, pero en las últimas horas hemos podido asistir a cómo se vive en Rafah, en el sur, una ciudad que es limítrofe con Egipto, que es el único paso abierto que tiene la Franja después del bloqueo que instauró Israel después de la victoria de Hamás y por donde entran mercancías que son vitales para completar el nivel de vida mínimo que tienen en la Franja. Ya no entra absolutamente nada por allí, los túneles han sido bombardeados. Es el único objetivo que sistemáticamente todos los días ha recibido el alcance de las tropas israelíes, y no entra más que un pequeño, pequeño, pequeño hilo de gasolina que ya se está empezando a agotar.

Por otro lado, el lado bueno, el hecho de tener al lado un país con el que hay cierta comunicación sirve para sacar a heridos muy graves que no pueden quedarse en la Franja de Gaza por el colapso de los hospitales, que están llenos con los que necesitan algún tipo de atención muy específica. Se han sacado al menos 15 heridos en el tiempo en que estuvimos nosotros allí. Y también algunas familias que tienen doble pasaporte, el caso de una familia ucraniana-palestina, el padre es palestino, se quedó en la ciudad, y el resto de la familia sale por miedo. No hay una situación de psicosis, la gente ya tiene coraza porque estas operaciones lamentablemente han sido cíclicas, y consideran que lo mejor es quedarse y cuidarse entre todos los familiares.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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