Conflictos en África

Lejos de cualquier acuerdo político, los Hermanos Musulmanes son calificados como organización terrorista en Egipto

Contacto con Susana Mangana, doctora en Estudios Árabes e Islámicos y colaboradora de En Perspectiva.

(emitido a las 8.36 Hs.)

EMILIANO COTELO:
En Egipto, lejos de estabilizarse, la situación de crisis que se vive desde el derrocamiento del Gobierno islamista se agrava cada vez más.

El domingo el régimen militar que dirige Egipto calificó oficialmente como organización terrorista a los Hermanos Musulmanes, lo que parece alejar de manera definitiva cualquier posibilidad de una solución política en ese país. Se trata de una declaración de guerra total contra la cofradía a la que pertenece el derrocado presidente Mohamed Mursi, a la que se acusa de estar detrás de uno de los más sangrientos atentados de los últimos años, perpetrado la semana pasada.

Egipto es uno de los centros políticos y culturales más importantes de Medio Oriente. Lo que allí ocurre repercute en la zona, países árabes, países islámicos, con consecuencias también para los intereses occidentales. Vale la pena no perder la pista a esta serie de hechos. Volvemos al diálogo con Susana Mangana esta mañana.

SUSANA MANGANA:
Como ves, Egipto y Oriente Medio no me dan tregua aunque sea Navidad.

EC – ¿Cómo observaste esta resolución que declara terrorista a la organización de los Hermanos Musulmanes?

SM – Era algo que si recuerdas el inicio de aquello que algunos llamaron quiebre institucional -creo que tenía el comportamiento de un golpe de Estado- el 3 de julio pasado en una entrevista larga yo dije que esto eran malas noticias porque se acercaba una etapa de clandestinizacion de la organización, y es lo que está ocurriendo ahora. No solo la han ilegalizado sino que la han designado banda armada, la califican como una organización terrorista, con lo cual el Gobierno se arroga derechos para poder perseguir no solo a sus integrantes sino también a sus simpatizantes o a aquellos que financien o participen de manifestaciones. Es decir: todo aquel que ampare o tenga simpatía por esta organización puede acabar con su cuerpo en la cárcel durante mínimo cinco años.

Creo que esto es un hecho muy grave, marca un antes y un después en una sociedad que ya está muy dividida políticamente hablando, hay una fractura no solo social sino también política que demuestra que la revolución que acabó con el régimen de [Hosni] Mubarak todavía va a tener muchos estertores antes de terminar en una liberalización o democratización política. Porque Egipto, como tu bien decías, era un faro de luz, un punto de equilibrio en Oriente Medio, pero además es un país espejo para otros más chicos donde por estas horas también los gobernantes estarán viendo qué hacer con la organización de los Hermanos Musulmanes. La cofradía existe desde 1929, nace en Egipto, pero después irradió a todo el mundo árabe-islámico y tiene presencia prácticamente en todo el mundo musulmán, estamos hablando de 54 ó 55 países. En el caso de Marruecos o de Jordania, por ejemplo, que han sabido campear el temporal y -como suelo decir yo- nadar y guardar la ropa, porque no se han visto tan afectados por el capítulo de la primavera árabe, tienen a integrantes de sus parlamentos que son miembros de la Hermandad Musulmana.

Creo que es una medida y una designación peligrosa porque esto solo puede enfrentar a las partes y llamar a más violencia. Porque vamos a encontrar rechazo, no solo de los Hermanos Musulmanes sino también por estas horas de otros grupos y bandas armadas extremadamente radicales que van a utilizar este pretexto para seguir organizando ataques terroristas en Egipto y quizás en otros países vecinos.

EC – Esta medida la tomó el régimen militar que conduce el país de forma interina después del derrocamiento de Mohamed Mursi. Subrayo lo de que el Gobierno es interino, ¿qué se supone que está pasando, qué procesos está siguiendo o no siguiendo en torno a una redemocratización?

SM – Lo estás diciendo tú cuando dices que "se supone"; que este es un proceso de transición. Llevamos una transición muy larga, prácticamente desde el 2011, porque recordemos que la Junta Militar gobernó ese país tras la caída de Mubarak durante más de un año y medio hasta que se celebraron elecciones presidenciales. Comicios que fueron ganados por un miembro de la Hermandad Musulmana, el ex presidente Mohamad Mursi, pero que hoy está en la cárcel. Tenemos a un presidente interino como es un juez Adli Mansur que diseñó una hoja de ruta con dos pasos: el primero elecciones legislativas y presidenciales a celebrarse en el 2014, no tenemos todavía una fecha concreta, y el segundo una consulta también en 2014 para ratificar una nueva carta magna, algo que se le criticaba al presidente Mursi de haber elaborado una Constitución que favorecía la implementación progresiva de la sharia, la ley islámica.

Creo que en Egipto los militares nunca abandonaron el poder y el hombre fuerte allí es el general [Abdul Fatah] al-Sisi, por más que exista un magistrado que ocupe el cargo de presidente, es el que toma las decisiones con sus fieles y sus seguidores dentro de la institución castrense. Por tanto me parece que tenemos un statu quo de vuelta a lo que eran los años duros de Mubarak y de [Anwar el-] Sadat. Además tenemos a Egipto como importante aliado de Estados Unidos quien le ha hecho ver su preocupación para que comprenda que esto incomoda a Estados Unidos, que en su momento se negó a calificar de golpe de Estado lo ocurrido en julio pasado y que continúa volcando más de 1.300 millones de dólares en ayuda militar sobre todo a Egipto. Con lo cual yo creo que es una situación compleja porque si bien antes hablábamos de Sudán del Sur, y es un país importante en lo que hace al conjunto de naciones africanas, Egipto desde luego tiene otro peso geopolítico. Recordemos que el 4% del tráfico de petróleo cruza por el canal de Suez pero también el 8% del tráfico marítimo con lo cual si realmente se afectase la vía, ese paso cuello de botella, se afectaría al bolsillo de muchísimos millones, no solo de estadounidenses sino de ciudadanos en el mundo por lo que implica repercusiones en el precio del petróleo.

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