Conflicto Medio Oriente

¿Cómo se preparan israelíes y palestinos para recuperar la paz?

Jerusalén. EFE
Jerusalén EFE

El alto al fuego en Medio Oriente se vive distinto en cada una de las partes. En Perspectiva se propuso conversar con ambas para ver cómo viven los ciudadanos y cómo se preparan para rearmar su vida. Para conocer el lado israelí, En Perspectiva contactó a su corresponsal en Jerusalén, Ana Jerozolimski. Mientras que en Franja de Gaza, conversó con Talal Okal, analista político palestino.

(emitido a las 8.36 hs.)

EMILIANO COTELO:
El martes de la semana pasada, israelíes y palestinos alcanzaron un alto al fuego permanente, después de 50 días de conflicto armado. El acuerdo consistió principalmente en un cese de hostilidades recíproco pero dejó sin resolver algunos de los asuntos más acuciantes de la discordia. En definitiva, falta negociar ahora cómo se alcanzará una paz y una seguridad que sean permanentes en esa región tan castigada.

Esta mañana, En Perspectiva, vamos a volver a la zona, para analizar cómo es la situación y conocer qué sentimientos y expectativas se viven de un lado y del otro.

Dentro de unos minutos, en la segunda parte de este reportaje, estaremos en comunicación con el periodista palestino Talal Okal, que vive en la ciudad de Gaza. Y en el comienzo, ahora mismo, conversaremos con nuestra correponsal en Israel, Ana Jerosolimsky, retomando los contactos con ella después de varias semanas. La última vez que la llamamos fue el 11 de julio pasado.

Y este último es un detalle que merece algunas comentarios de mi parte antes de seguir adelante con nuestro abordaje de hoy.

En los últimos dos meses aquí En Perspectiva hemos ido actualizando lo más relevante del conflicto en Medio Oriente a través de nuestro panorama de titulares. Y tambien hemos abordado el tema en varias ocasiones en La Tertulia. Pero han faltado los informes en directo desde el lugar. En particular han estado ausentes las crónicas y los análisis de Ana Jersolimsky. "¿Por qué?", pueden haberse preguntado nuestros oyentes más atentos.

"La verdad, al parecer, es un lujo al que no tienen derecho los ciudadanos en tiempos de guerra", dijo alguna vez Jesús Silva, un importante ensayista mexicano. Es que las guerras, que son, por supuesto, una tragedia para los pueblos involucrados en ellas, terminan siendo también un problema para los medios de comunicación, para el periodismo y para los periodistas. ¿Cómo se informa sobre una guerra?

Un conflicto bélico como el que protagonizan desde hace décadas palestinos e israelíes supone una serie de desafíos a la ética periodística, nada sencillos de resolver, sobre todo con los tiempos y los recursos con que se maneja el periodismo uruguayo. O al menos, con los que se maneja un medio como Radio El Espectador.

A mediados de julio, después de horas de discusión con el equipo de En Perspectiva, yo, como director del programa, resolví que debíamos suspender los contactos con Ana Jerozolimski hasta que pudiéramos contar, en la Franja de Gaza, con otro periodista que hablara español, que trabajara con criterios profesionales igual que Ana, y que nos aportara el otro lado de ese enfrentamiento.

Esa carencia no era nueva. La arrastrábamos desde hacía años. Y tampoco era algo que nos resultara indiferente. Habíamos hecho todo tipo de gestiones en procura de esa otra voz periodística, palestina, profesional y en español. Pero pasaba el tiempo y no la conseguíamos. Y así llegó un momento en que yo entendí que, teniendo en cuenta la gravedad y la complejidad de la guerra que estaba en curso, no debíamos seguir con aquella cobertura en la cual los informes propios llegaban sólo desde una de las dos partes enfrentadas en el conflicto. En este asunto tan delicado nuestro abordaje periodístico había perdido el equilibrio y la equidistancia, que son principios básicos que caracterizan a En Perspectiva y que, creo, nuestros oyentes conocen y valoran.

Fue una decisión muy difícil y seguramente discutible. Como muchas que otros colegas y medios de comunicación han debido adoptar en épocas de guerra. Los libros sobre periodismo están llenos de ejemplos apasionantes de esos dilemas éticos a los que nos empuja muchas veces un enfrentamiento armado.

Pero quiero ser muy claro. Suspender excepcionalmente los contactos con Ana no significaba que yo hubiera perdido la confianza en ella. Yo conozo y valoro la seriedad y el rigor con que Ana ha encarado su trabajo desde hace más de diez años para En Perspectiva y para muchos otros medios en otras partes del mundo. La "culpa" no era de ella, sino nuestra, que no lográbamos incorporar esa otra "corresponsalía" en Gaza. Es más: este asunto lo habíamos conversado varias veces con la propia Ana fuera de micrófonos; ella entendía el problema y, como no podía ser de otra manera, apoyaba la idea de que incorporáramos a ese otro periodista, del lado palestino. Hasta llegó a sugerirnos algún nombre. Pero, por distintas razones (por ejemplo, por la existencia de contratos de exclusividad) nuestros esfuerzos no llegaban a buen puerto. Recuerdo que en determinado momento habíamos probado con un periodista palestino que hablaba perfecto español, pero que en realidad era secretario de comunicación de la Autoridad Nacional Palestina. Era muy claro y salía muy bien al aire, tuvimos dos o tres entrevistas con él, pero no era lo que precisábamos porque, de hecho, trabajaba como funcionario y vocero de un gobierno.

Por último, quiero detenerme en un punto que mencioné al pasar dos veces: ese periodista del lado palestino debía ser, para mí, profesional pero además hispanoparlante. Yo creo que en radio, donde toda la comunicación se juega a través de la voz, para el oyente no resulta "amigable" una nota con alguien que habla ingles (o francés o italiano), al que hay que grabar previamente, traducirlo y pasarlo por un doblaje.

En fin. Esa es, a grandes rasgos, la historia de este "problema" de ética periodística que hemos enfrentado aquí En Perspectiva y que, me parece, ustedes, los oyentes, deben conocer para que no proliferen especulaciones equivocadas o deformadas sobre lo que sucedió.

Hoy, cuando los cañones llevan una semana en silencio, es un buen momento para hacer con ustedes este ejercicio de transparencia y, al mismo tiempo, retomar el contacto directo con Medio Oriente. Un contacto que procuraremos que de ahora en adelante sea a dos puntas, aunque -desde ya lo aclaro- para eso yo hemos tenido que flexibilizar uno de los criterios que manejábamos y que, justamente, yo fundamentaba recién. Todavía no hemos obtenido un acuerdo con un periodista profesional que reporte desde la Franja de Gaza y hable español. El reporte de Talal Okal, que ustedes van a escuchar dentro de un rato, fue posible gracias a la paciencia y el empeño de María Eugenia Dupin, que realizó múltiples gestiones durante varios días, encontró a este analista, grabó la llamada en inglés y luego dobló las respuestas al español con la colaboración de Nicolás Batalla. No es lo ideal –para mí- como producto radiofónico, aunque espero que, de todos modos, resulte interesante y útil para nuestros oyentes.
Ahora, en primer lugar, vamos a reencontrarnos con Ana Jerozolimski.

Me gustaría empezar con algunos comentarios tuyos sobre lo que yo consignaba recién. El último contacto contigo fue el 11 de julio. En las semanas siguientes intercambiamos varios mails a propósito de ese conflicto ético que se nos había planteado. Fue una discusión muy enriquecedora. Pero llegó un momento, un mes después, el 11 de agosto, en que tú decidiste renunciar…

ANA JEROZOLIMSKI:
Así es. Yo presenté mi renuncia, te mandé un mail, justo cuando estuviste fuera de la radio unos días. Decidí renunciar no con placer y no sin dolor, en lo personal y en lo profesional, porque sentí que, si en el momento más álgido de la situación relacionada con el conflicto entre Israel y Hamás (quiero destacar eso, entre Israel y Hamás, no entre Israel y los palestinos) mi voz no se había escuchado por la decisión que tú habías tomado, sería ilógico, antinatural, volver a la rutina cuando se hubieran calmado los cañones como si aquí no hubiera pasado nada. Sin duda muchos oyentes se habrían dado cuenta de que mi voz estaba ausente y se habrían preguntado qué pasaba, algunos contentos y otros descontentos, cada uno según su lectura de la corresponsalía que hace quien está en el micrófono. Se habrían percatado de que mi voz estaba ausente, entonces me parecía que volver después como si aquí no hubiera pasado nada iba a ser muy extraño y que era una cuestión de dignidad profesional, que si alguno había interpretado como falta de confianza en mi trabajo –lo cual tú aclaraste que no era tu pensamiento ni tu enfoque– el que yo no pudiera cubrir esa guerra, entonces era mejor dejar la corresponsalía del todo.

Pero –como planteaste en lo que antes describiste como este ejercicio de transparencia– como me dabas la oportunidad de que yo también hiciera algunas aclaraciones y que tú digas todo lo que has dicho, me pareció que eso dejaba abierta la puerta a la posibilidad de cambiar de posición, retirar mi renuncia y volver a la corresponsalía. Lo hice por supuesto con gusto. No es secreto –lo discutimos nosotros y lo digo al aire– que yo discrepé con tu decisión, no porque me pareciera exenta de lógica totalmente. Tú bien explicaste que yo apoyaba el hecho de que tuvieras alguien en Gaza, incluso no solo en un momento tan álgido del conflicto, es bueno siempre, no solo en guerra, uno de cada lado.

EC - No, esta es una vieja conversación contigo.

AJ - Sí, este tema lo venimos hablando desde hace mucho tiempo. A mí me pareció por supuesto que es bueno que haya un colega palestino en Gaza, con o sin guerra, ojalá fuera sin guerra. A Gaza no voy desde que Hamás tomó el poder, dado que yo no solo soy uruguaya, sino también ciudadana israelí. A los otros territorios controlados por la Autoridad Nacional Palestina sí; entrevisto por teléfono a Gaza, y voy a Cisjordania, Belén, Ramala, Naplusa, Yenín sin problema, pero evidentemente en el momento de una guerra tener alguien en el terreno es otra cosa, siempre me pareció que era importante. Pero discrepaba porque consideré que se podía encontrar un equilibrio intermedio, algo que no hiciera desaparecer mi voz totalmente. Aunque con tardanza, cuando esperemos que podamos decir que realmente terminó la guerra, que no vaya a quedar en el alto al fuego, creo que esto es mejor que haber dejado el tema en el vacío, sin explicaciones, y por eso volvemos.

EC - Una puntualización: nunca fue mi intención que esto quedara en la nada, que no tuviera sus explicaciones. Si no las dimos en el momento en que lo resolvimos fue porque en ese instante y en los días posteriores todavía alentábamos la esperanza de que las gestiones que estábamos desarrollando en busca de ese otro periodista rindieran sus frutos. Y seguimos trabajando en esa dirección.

En determinado momento había pasado demasiado tiempo y comprendí que una de las consecuencias posibles era que tú te sintieras afectada y optaras por renunciar. Sabía que corríamos ese riesgo, por eso digo que fue una decisión muy difícil de tomar y en la que tuvimos que sopesar muchos factores. Llegamos a esta decisión con la esperanza de tu comprensión, pero sabiendo que esta otra alternativa existía.

También es cierto que no nos quedamos cruzados de brazos después de que tú tomaste la resolución de apartarte. Por eso con el correr de los días, y sobre todo al encontrarse este período de tregua, nos pareció que había llegado el momento de charlar todo esto e intentar el retorno de tus crónicas.

AJ - Sí, evidentemente ese riesgo desde tu punto de vista de perder una corresponsal existía. Y reitero que yo también entendía en parte tu lógica, no es que cuando me dijiste qué decisión habías tomado yo pensé "es una locura total", no discrepamos en esos términos. Te dejé bien en claro por qué tenía mis diferencias, más que nada porque yo también soy desde hace muchos años corresponsal tanto de radios de España, de México, como de medios escritos, y no todos mis otros medios tienen un corresponsal en Gaza. Es más, creo que ni Onda Cero de España ni la radio MVS de México lo tienen, y sin embargo yo salía todos los días en todos los medios, aparte de la prensa escrita por cierto, varias veces al día. Pero es legítimo que haya diferentes encares acerca de cómo abordar una situación.

A mí me parecía que había que encontrar un término medio. Puede haber una diferencia en un análisis informativo, lo que yo suelo llamar el periodismo más "frío" –en un análisis uno siempre pone lo que considera más relevante y otros pueden considerar que otras deberían ser las más relevantes–, pero acá no es trasmitir poniéndome la camiseta o pasando las cosas por la visión declaradamente subjetiva que pueda tener, como sí ocurre en una columna de opinión. En Montevideo Portal, por ejemplo, me permito abrir juicios de valor de otra forma porque son columnas de opinión. Es muy diferente del informe llamémosle "frío", aunque no sé si ese es el adjetivo.

Y yo sé que traigo la verdad desde el terreno tal cual la veo. Incluso te diré, aunque suena muy dramático, que el martes último, el día en que se logró por suerte el alto al fuego que debía entrar en vigencia a las siete de la noche, yo estuve absolutamente todo el día –como muchos otros días de esta guerra– en el sur, en la frontera con Gaza, en las localidades civiles israelíes, en los kibutzin, que son el blanco de los cohetes disparados desde la Franja de Gaza.

Cuando entré a la zona en la que se está al alcance de los morteros –esos proyectiles que se disparan y como vuelan a baja altura no detonan el sistema de alarmas– paré el coche al lado del kibutz Bror Jail, un kibutz lleno de brasileños, me puse el chaleco antibalas –que no usaba desde la guerra de Líbano– y seguí con el corazón en la boca, tratando de maniobrar entre la radio prendida, porque por ahí avisan de las alarmas, y la ventana medio abierta para oír las alarmas por si en la radio fallaba algo, y diciendo todo el tiempo "cuándo me caerá algo en la cabeza".

Suena un poco dramático, pero quiero compartir esa sensación de que yo en cierto modo también arriesgaba mi vida –peleas en mi casa con mis hijos: "Mamá, ¿para qué vas ahí otra vez, si caen cohetes?", y "Sí, por eso voy, si no ¿qué tengo que hacer ahí?"– para tratar de trasmitir la situación desde el terreno. Y me parecía equivocado no poder trasmitir todo eso al aire a la audiencia.

EC - La pregunta que está de telón de fondo quizás de todo este debate es: ¿es posible la ecuanimidad de una periodista judía y radicada en Israel a la hora de cubrir un conflicto tan complejo como este? ¿Cómo lo has reflexionado tú?

AJ - Hace ya muchos años, nuestro colega Alfonso Lessa me entrevistó en televisión y me hizo una pregunta muy similar, algo así como en qué se manifiesta mi condición judía radicada en Israel en la cobertura de un conflicto en el cual de hecho, aunque como civil, soy parte de una de las partes. Yo vivo en Israel y soy no solo uruguaya sino también ciudadana israelí. Y le dije que por supuesto cada oyente, cada lector juzga según su enfoque de vida, de mundo, según la posición política, pero que había solo un aspecto puntual en el cual yo puedo decir que conscientemente incide mi condición judía y de radicada en Israel en mi cobertura. Al cubrir sea una situación álgida como la guerra o quizás simplemente las diferentes instancias de discrepancia entre las partes, mi condición judía se manifiesta a sabiendas en el hecho de que no me voy a olvidar nunca de que existe también un lado israelí de las cosas, una versión israelí de las cosas es parte de la verdad de la cobertura. La verdad de la cobertura no es trasmitir solo lo que sale del lado palestino.

En ese sentido creo que es importante trasmitir también lo que se ve en la calle israelí, lo que dicen las autoridades, con las cuales aparte como ciudadana podré a veces discrepar, quizás muchas veces concordar y muchas más discrepar pero hay que traer también el lado israelí de la ecuación. Eso es parte de la verdad de la cobertura del conflicto.

La ecuanimidad tiene que existir, por supuesto. Yo lo llevaría de la mano de la honestidad intelectual. O sea, no contar algo a la audiencia porque como judía pienso tal y tal cosa, sino porque es la verdad que yo como periodista recabo en el terreno yendo, no me basto con un comunicado que alguien me manda por mail. Pero aparte, a nivel casi filosófico, creo que la objetividad absoluta no existe por el hecho de que los periodistas (ni tú ni yo ni ningún otro colega, ni (Talal) Okal que va a trasmitir desde Gaza) somos máquinas. Por más "objetivo" que uno quiera ser, uno tiene una visión de mundo, un encare desde el punto de vista humano. Pero sin duda hay que ser ecuánime, está prohibido mentir, y la verdad que trasmito tiene que ser la que yo recabo como periodista en el terreno y no lo que pienso porque soy judía o porque soy ciudadana israelí.

EC - En eso estamos completamente de acuerdo, vale incluso para la forma como trabajamos en general en este programa. Nosotros nos hemos propuesto la equidistancia, el equilibrio; por ejemplo, en los temas de política nacional, ser plurales, darles el micrófono a todos, no tomar posición. Esos son los objetivos. Que lo logremos totalmente… estoy seguro que es muy difícil. La clave es trabajar seria y honestamente en esa dirección. Después siempre van a existir desajustes, desvíos, sobre los cuales al mismo tiempo hay que trabajar, hay que ser consciente y hay que volver a empezar.

AJ - Un pequeño comentario al respecto. Puede haber gente que me diga "ah, estás a favor de Netanyahu". Y no estoy a favor de Netanyahu, pero eso no quita que cuando hago un reporte diga si considero que actuó bien, por ejemplo en esta guerra, donde actuó con criterio muy responsable frenando a los ministros de su gobierno que querían declarar que había que tirar a Hamás, "matar a todos", cosas por el estilo. Las cuestiones políticas de cada uno son una cosa, y otra aparte es mostrar las diferentes facetas del tema, las diferentes posiciones políticas. Sin perder de vista el hecho que lo tengo que ver directamente en el terreno, lo tengo que recabar con honestidad profesional, sabiendo que hay oyentes que pueden concordar y oyentes que van a discrepar, cada uno según su visión del mundo.

Es legítimo traer también lo que quizás –acostumbrados a lo que sale en los cables internacionales, a los mayores titulares de la prensa– no parece lo más políticamente correcto. Creo que es mi deber como corresponsal, cuando veo las cosas y las conozco a fondo, entrevistar a un lado y al otro y a expertos y a altos oficiales, a diferentes actores de lo que conforma este cuadro profesional de la cobertura, para dar el material más valioso que pueda recabar en el terreno, compartirlo con los oyentes haciendo mi análisis. La clave siempre es hacerlo con honestidad intelectual.

***

EC - Vamos a la situación actual en la región. ¿Cuál es el ambiente dentro de Israel cuando corre este alto el fuego con plazo indefinido que lleva una semana y algunas horas más?

AJ - En el corto plazo inmediato, ante todo mayor tranquilidad en la zona afectada. Anteayer estuve todo el día en varios kibutzim en la zona pegada a la frontera con la Franja de Gaza, y ante todo la tranquilidad de que estos días están más calmos. Me decía una mujer oriunda de Argentina –donde murieron dos miembros una hora antes de que entrara en vigencia la tregua–: "Estamos acostumbrados a una situación tan terrible de vivir bajo las alarmas –y eso quiere decir 15 segundos para resguardarse en esa zona más cercana a la frontera– que si está todo tranquilo pensamos que algo está mal". La anormalidad de esa situación.

Por un lado ahora sí tranquilos de que no tienen que correr cada pocos minutos con 15 segundos de margen para protegerse. Pero quizás lo principal es un gran escepticismo. Si tengo que elegir un concepto para compartir con los oyentes para describir lo que se siente, es un gran escepticismo. De toda la gente con la que hablé –por supuesto no es una estadística científica– anteayer en diferentes kibutzim de la zona del sur, muy cerca de la frontera con Gaza, el más optimista me dijo que cree que en un año, un año y medio va a haber otra guerra. Los más pesimistas creen que antes de que se termine este plazo de 30 días que se dio para volver a las negociaciones de El Cairo va a haber algo.

El problema del fondo es la falta de confianza que hay entre las partes. Del lado israelí, quizás lo más interesante es que gran parte de la población de los kibutzin aledaños a la frontera con Gaza –quizás un poco menos en la ciudad de Sderot, pero sin duda–, en estas comunidades agrícolas, industriales, que en general es una población de tendencia de centro, centroizquierda –muchos fueron a instalarse allí en el marco de grupos que llegaron o de América Latina o de diferentes partes de Israel, grupos de movimientos sionistas de izquierda, gente que casi por definición sigue convencida de que la única opción es la paz–, cuando preguntás: "¿Y ahora se puede?", te dicen: "Ah, con Hamás no". O sea que gente que ideológicamente está a favor de un diálogo, de concesiones en un término medio, dada la situación que vive desde hace muchos años no cree que eso sea duradero.

En resumen, en el mejor de los casos piensan que esto durará por un lapso relativamente corto de un año, un año y medio. Los más pesimistas piensan que en pocas semanas se reanuda el fuego, aunque no necesariamente como preludio de otra guerra intensa como esta. Hay una gran desconfianza.

EC - Para llevarlo a términos bien concretos, en una jornada de este jueves, ¿en qué has estado trabajando, en qué te toca trabajar?

AJ - Por suerte a veces hay respuestas lindas. Vine corriendo porque habíamos pactado que me ibas a llamar y había prometido estar en un teléfono fijo, no en el celular, que a veces nos traiciona. Vine de un hospital de Holón, no de una nota científica sino de una nota humana.

En Israel funciona desde hace ya muchos años una organización humanitaria que se llama Save a Child’s Heart (‘salvar el corazón de un niño’). Es una organización que, con la ayuda de voluntarios cristianos de otro grupo denominado "la tribu de los hermanos" (destacando el tema de la hermandad y la cercanía) trae niños de países en los cuales el nivel de la medicina no es suficientemente alto –en muchos casos países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel– para realizarles operaciones del corazón cuando tienen un problema cardíaco.

Yo muchas veces fui y cubrí ese tema. Hace unas dos semanas entrevisté allí a un muchacho de la comunidad yazidí de Irak, estos que están siendo masacrados por los psicópatas (perdón) del Estado Islámico. Él salió una semana antes de que comenzara todo eso. Llegó con su chiquito de año y medio para una operación. Yo lo vi cuando ese bebé divino por suerte ya estaba a salvo, había pasado la operación. Y me contaba que estando acá se enteró de que su mujer y sus otros cinco hijos habían tenido que escaparse a las montañas de Sinjar, que estuvieron días sin comer ni beber porque estaban estos yihadistas en la zona donde ellos vivían cerca de Mosul, masacrando y decapitando.

Hoy fui nuevamente. Entrevisté a un hombre de 40 años de Siria que vino aquí hace casi dos meses porque su chiquito, que nació en un campamento de refugiados en Jordania, nació con un problema cardíaco. Por suerte lo salvaron, ahora está fuera de peligro. Lo entrevisté a él; en las fotos está de espalda, de costado para que no se vea su rostro.

Entrevisté también a un muchacho palestino de Gaza cuya hija –una belleza, una bebita divina–, de un año aproximadamente, también pasó una operación del corazón. Fue interesante hablar con él, lo que aceptó decir al micrófono y lo que aceptó decir cuando apagué el grabador, respecto a la situación en Gaza.

Y entrevisté a una abuela palestina de Gaza que vino con su trigesimoséptima nieta, una bebita de 10 días, para operarla. Por suerte ya salió, yo estaba ahí hoy con ella cuando salió de los cuidados intensivos. Ella y el muchacho palestino llegaron en medio de la guerra, cada uno por su lado.

Esa situación surrealista, hay guerra, ahora alto al fuego, a nivel humano te abrazás, te besás, y hablás con la gente y cada uno dice: "Ojalá esto se mantenga, que haya paz, porque con la guerra no podemos más". Cada uno tendrá sus posturas políticas, pero ves que esto es posible.

Cuando estaba terminando de entrevistar al sirio, y el palestino que hablaba perfecto hebreo me ayudaba con la traducción –porque mi árabe es suficiente para darme cuenta cuando no me traducen todo, pero no para hacer una entrevista yo sola–, viene otro hombre con cara tensa y el palestino de 35 años me dice: "Él es de Irak", se ríe porque yo abrí los ojos bien grandes, y me dice: "Hoy no te vas de acá, tenés mucho trabajo". Y: "no, me están esperando en la radio en Uruguay".

Esos temas hacen bien al corazón y lo principal es que todos estos chiquitos estén bien.

***

EMILIANO COTELO: 
A través del contacto con Ana Jerozolimski supimos recién cómo se vive el alto al fuego en Israel. Ahora vamos a conocer qué es lo que está ocurriendo en la franja de Gaza.

Talal Okal es un analista político palestino al que llegamos a través de colegas de la BBC de Londres. Nos contó que en las últimas semanas se ha pasado dando entrevistas a medios regionales desde su casa, ubicada en el noroeste de la ciudad de Gaza. Ayer, por lo visto, fue nuestro turno.

Con él estuvo conversando, en inglés, María Eugenia Dupin.

MARIA EUGENIA DUPIN:
¿Cómo describiría la situación en Gaza estos días?

TALAL OKAL:
Por el momento la situación en Gaza es horrible… La gente está desesperada porque nada ocurre. Está recibiendo alguna ayuda humanitaria, como comida, frazadas y eso, pero nada más. La gente está preocupada por que los israelíes vuelvan con una nueva agresión. La reconciliación no marcha bien, las acusaciones se cruzan entre Al-Fatah y Hamás. Sobre todo, la gente tiene la sensación de que no se va a ningún lado. Por eso se siente miserable, no sabe qué va a pasar mañana. Claro que un motivo central de su preocupación es la destrucción de los edificios y los establecimientos… Y mientras tanto las conversaciones a nivel político no marchan bien. La conferencia que iba a tener lugar esta semana se postergó y no le han puesto nueva fecha.

MED - ¿Qué está ocurriendo en las fronteras? ¿El bloqueo ha aflojado? ¿Están ingresando insumos desde Israel?

TO - La cosa en las fronteras está igual. El bloqueo sigue en pie, tanto en el paso de Rafah hacia Egipto como en los pasos de Gaza y Cisjordania hacia Israel. Todo sigue tal cual estaba antes. La única excepción es la ayuda humanitaria que sí está ingresando. Pero eso es todo. Nada más.

MED - Parte del acuerdo era que el bloqueo se iba a aflojar. ¿Esto no está funcionando, entonces?

TO - No, no hay ninguna novedad al respecto. Todo está bloqueado. Nadie puede cruzar las fronteras para llegar a Cisjordania. Y los productos tampoco llegan desde Cisjordania hacia la Franja para importar y exportar. Ni siquiera están dejando entrar materiales para la reconstrucción. De forma que todo sigue igual.

MED - ¿Está respetándose el cese el fuego? ¿Qué perspectivas tiene de ser efectivamente indefinido?

TO - El alto el fuego se mantiene estable en las fronteras, pero en el mar Israel ha disparado contra barcos de pescadores. Pero solo desde el mar. En las fronteras todo está calmo, hasta ahora.

MED - ¿Hamás se está reorganizando y recuperando fuerzas? ¿Han disparado cohetes desde que entró en vigor el cese el fuego?

TO - No, Hamás y las otras facciones se han mantenido tranquilas, no quieren dar excusas a Israel para una nueva agresión. Están aguardando los resultados de las negociaciones en El Cairo para completar la segunda fase del acuerdo, es decir, el futuro del aeropuerto, el puerto y los prisioneros.

MED - ¿Cómo interpretan en Gaza el acuerdo firmado hace poco más de una semana? ¿Lo ven como una victoria política?

TO - La gente aquí está feliz porque el alto el fuego está en vigencia. Porque están vivos. No se escucha más de muertes ni de bombardeos. Claro que de alguna manera se sienten victoriosos, pero están desesperados por que este conflicto concluya, por saber qué va a ocurrir. Porque desde hace más de una semana todo está quieto, no se ha logrado nada. Apenas pescar algunos peces del mar. Eso es todo.

MED - ¿Cuáles son las preocupaciones inmediatas hoy por hoy? ¿Está llegando ayuda humanitaria para los heridos, comida, agua?

TO - La gente ahora está esperando avances en el proceso hacia la reconciliación (interna). Están esperando que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina venga a Gaza [N. de R.: Gobernada por Hamás]. Y están esperando que llegue ayuda para reconstruir sus casas, sus refugios. Esa es la prioridad número uno. Y después, claro, hay muchos otros problemas; está el problema de la electricidad, el de la escasez de agua, de la restricción de movimientos. Pero la prioridad es encontrar algún organismo, algún país, alguna organización que diga "vamos a ayudar a los palestinos a reconstruir sus casas";.

MED - Se calcula que unas 100.000 personas perdieron sus casas durante los 50 días que duró la guerra. ¿Cómo enfrentan estas personas la reconstrucción de sus viviendas? ¿De dónde sacarán los materiales y el dinero?

TO - La gente sabe que la Autoridad Nacional Palestina no puede cubrir estas necesidades. De forma que esperan que decida la comunidad internacional que va a mantener una conferencia en El Cairo. Porque, como sabes, el costo es demasiado alto. Son al menos 5.000 millones. Ni Hamás ni la Autoridad Nacional Palestina ni los árabes pueden cubrir esos montos.

MED - Algunos líderes de Hamás son particularmente ricos, tienen mucho dinero. ¿No van a participar en la reconstrucción de Gaza?

TO - Sí, bueno… Eso sería un esfuerzo personal. Ya sabemos que hay muchos palestinos ricos, dentro y fuera de Palestina, pero esto es responsabilidad de la comunidad internacional, que permitió a Israel coordinar esta agresión y arruinar la mayor parte de la Franja. Esta es la tercera guerra en ocho años. ¿Qué pasa si Israel vuelve con una nueva agresión dentro de un año o dos? Nosotros no podemos hacer frente a estos costos. Esto es una responsabilidad moral, política y legal de la comunidad internacional.

MED - En Israel los niños retomaron las clases esta semana. ¿Cuándo estima que podrán hacerlo también en Gaza?

TO - Están organizando… Las autoridades están planeando que el año lectivo se retome en un par de semanas. Pero quizás se posponga un poco para dar tiempo a que los alumnos se recuperen de estas semanas de agresión. Porque están deprimidos, de mal humor y no pueden continuar sus estudios si están enfermos.