Entrevistas

Mississippi y la tragedia del Katrina

El uruguayo Enrique Cotelo vive en Mississipi, Estados Unidos, desde 2001. Este estado, junto a Louisiana, es el más pobre de la primera potencia mundial. Fue allí donde golpeó el Huracán Katrina. Al desastre humanitario, con miles de muertos, amenazas de epidemias y pérdidas culturales insalvables, se suma la profunda crisis económica tras esta catástrofe climática.

(Emitido a las 8.48)

EMILIANO COTELO:
"Nueva Orleáns. Su nombre evoca los conmovedores gemidos de la trompeta de Louis Armstrong y el encanto del barrio francés. Evoca también el famoso carnaval Mardi Gras y el sabor de la comida típica. Pero la mística de Nueva Orleáns, la capital del jazz de Estados Unidos, corre riesgo de ser historia después del azote del huracán Katrina.

El lunes pasado el paso del ciclón por Louisiana provocó un fuerte oleaje que abrió una brecha en los diques de la ciudad, edificada 60 centímetros debajo del nivel del mar. Eso cambió el misterioso atractivo de la cultura créole por la fetidez de la muerte y la destrucción.

Apodada Big Easy y conocida por sus calles empedradas y sus casas adornadas con elegantes rejas, Nueva Orleáns es la cuna del jazz, una meca del arte y la bohemia, sinónimo de autores como Tennessee Williams, Truman Capote y referencia mundial por su festival Mardi Gras.

Hace sólo diez días turistas de todo el mundo abarrotaban las calles bulliciosas del barrio francés para asistir a conciertos de jazz, tomar un trago en sus múltiples bares y visitar, cual peregrinos, la casa donde Tennessee Williams escribió su clásica obra 'Un tranvía llamado deseo'", afirma hoy un artículo de AFP.

Hoy las autoridades advierten a la población que se prepare para lo peor, porque cuando baje el agua podrán brotar las enfermedades. "Serán escenas horribles nunca antes vistas en ese país; quizás la excepción sean los atentados del 11 de setiembre", dijo el secretario de Seguridad Interior, Michel Chestov, respecto de las tareas de rescate que están en marcha.

La falta de agua potable, la descomposición de cadáveres insepultos en las zonas inundadas y entre los escombros de casas derrumbadas y la acumulación de excrementos humanos en las calles de Nueva Orleáns pueden desatar varias enfermedades infecciosas como cólera, fiebre tifoidea, malaria y virus del Nilo, según explicó el secretario del Departamento de Salud y Recursos Humanos de Estados Unidos, Michel Lev.

Estados Unidos y buena parte del mundo están conmovidos por lo que está sucediendo en Nueva Orleáns y zonas cercanas. Y digo zonas cercanas porque el foco está puesto en Nueva Orleáns, pero los coletazos del Katrina han abracado bastante más allá de esa ciudad.

Justamente, nos interesa tener una visión de primera mano de cómo están viviendo los estadounidenses estos días que los han colocado en el foco de la angustia, la preocupación y hasta la cooperación internacionales. No es un dato menor que Estados Unidos esté aceptando, por ejemplo, ayuda humanitaria procedente de la Unión Europea; no es un dato menor que Cuba y Venezuela, por ejemplo, estén enviando sus colaboraciones.

Por eso vamos a conversar hoy con mi hermano, Enrique Cotelo, que es profesor en la Universidad de Mississippi, en Oxford, se encuentra en Estados Unidos desde el año 2001 y vive en esta ciudad que se encuentra a cinco horas y media de Nueva Orleáns.

***

Enrique, cuéntanos en primer lugar cómo le ha pegado al Estado de Mississipi el Katrina. Le ha pegado directa e indirectamente, ¿verdad?

ENRIQUE COTELO:
Sí, le pegó directo como una paliza de la cual difícilmente se va a poder recuperar. Directamente porque el huracán Katrina, el ojo de la tormenta, no pasó por Nueva Orleáns, pasó por el Sur, por los condados al sur de Nueva Orleáns, y después pasó derechito y afectó a Mississippi. Hoy se habla muchísimo de Nueva Orleáns –y no es porque yo esté en Mississippi que quiera hablar de Mississippi, evidentemente la atención está en Nueva Orleáns porque es una ciudad y un centro urbano–, pero le pegó derecho a la costa de Mississippi, una costa que conocemos mucho y que había levantado, que ayudaba tanto a la economía de este estado, y también de Louisiana, porque hay que considerar que Mississippi y Louisiana son dos de los estados más pobres de Estados Unidos, pero que con mucho esfuerzo, con cambios de mentalidad, como por ejemplo la gestación de casinos en una región de Estados Unidos que es bastante conservadora, habían logrado que entrara muchísimo dinero a la economía. Hoy se abre muchísima incertidumbre.

EC - ¿Qué ocurrió con los casinos?

EnC – No queda nada, las imágenes que ustedes estarán viendo –aunque quizás menos que nosotros– no mienten en absoluto, los casinos desaparecieron, creo que quedan uno o dos de los que estaban sobre la costa, que se piensa que de acá a un año tal vez puedan volver a abrir, pero todo lo demás desapareció. Y no solamente desaparecieron los casinos sino también los hoteles.

Por una ley bastante extraña y quizás un poco ingenua, Mississippi no acepta tener casinos sobre el territorio del estado, entonces los casinos están en las reservaciones indígenas –que todavía hay– o sobre balsas en el río Mississippi o en el golfo de México. Por eso el hotel está construido sobre las rocas, en las puntas –como en Montevideo Punta Carretas, Punta Gorda–, y amarrada al hotel hay una balsa. Originalmente eran aquellos famosos barcos a paleta; hoy por hoy no había la menor distinción aparente entre el hotel y el casino, pero evidentemente el casino estaba sobre el agua y sobre una balsa flotando, y cuando llegó el huracán Katrina, categoría 4 o 5, según dicen, golpeó los hoteles, muchas veces los arrastró, y arrastró la propia balsa del casino y terminó cuadras adentro.

EC – Eso tiene una repercusión en la economía del Estado.

EnC – Muchísima, se habla no sólo de entre 0,5 y 1.000.000 de dólares por día que se está perdiendo y se va a seguir perdiendo hasta que no se reconstruyan los hoteles, sino de la entrada de impuestos al Estado de Mississippi.

EC – Y eso va a afectar a la propia universidad de Mississippi en la que tú trabajas, por mencionar nada más que un ejemplito.

EnC – Nos va a afectar a todos. Desde que yo estoy, en el año 2001, no había habido ningún reajuste por inflación y se estaba esperando uno para enero. Con suerte vamos a tener trabajo en enero, porque esto ha sido un golpe muy grande para la economía. Además por el río Mississippi pasa prácticamente toda la producción de cereales de Estados Unidos y en toda la zona del Sur del estado, no solamente en Nueva Orleáns, están todas las plataformas petroleras y las destilerías que hoy están paradas. Hoy por hoy no solamente la gasolina subió al doble de precio –porque acá el precio es libre–, es más barata en comparación que en Uruguay pero es absolutamente necesaria, acá la gente no tiene ómnibus, no tiene transporte público, entonces depende de la nafta que le pone a su auto o su camioneta para trabajar. La nafta aumentó al doble, pero además no hay, las estaciones de servicio tienen las mangas con una bolsa de nylon. Hoy es feriado acá, es el Día del Trabajo –no el día de los trabajadores, es un dato interesante–, pero mañana empieza la gente a trabajar y la incertidumbre es cómo va a llegar a su trabajo.

EC – En Oxford mismo, donde tú vives, esa pequeña ciudad, ¿de cuántos habitantes?

EnC – 15.000 habitantes más 15.000 estudiantes durante la época de estudios.

EC – Allí, más allá de lo que fue el efecto directo del temporal, ustedes están teniendo también repercusiones por el lado de los refugiados. Tú mismo has tenido en tu casa una uruguaya, Marcela, que logró evacuarse a tiempo, autoevacuarse de Nueva Orleáns.

EnC – Sí, tuvo la suerte de evacuarse el sábado, cuando la evacuación era recomendada pero no mandataria. Si lo hubiera hecho el día siguiente, el domingo, cuando era obligatoria, hubiera tenido mucho más problemas para llegar acá. Llegó el sábado y ahora ya se fue a reunirse con su familia en otro lado de Estados Unidos, pero su casa, que estaba entre la rotura de dos diques, está absolutamente sumergida, perdió todo. La gente tiene una falsa esperanza aquí mismo en Mississippi y en Nueva Orleáns, pero esto no se cubre con seguros, las compañías de seguro están bastante tranquilas porque van a tener pérdidas, pero la mayoría de los seguros de casas no cubre los daños de inundación. Si el daño del viento fue primero que el daño del agua, ahí sí se cubre, pero eso va a ser muy difícil de demostrar en el caso de Nueva Orleáns, porque pasó el huracán y recién después comenzaron a subir las aguas y la destrucción fue prácticamente toda por el agua misma.

EC – Los oyentes seguramente conocen la peripecia de Marcela, una peripecia durísima, porque en el segundo movimiento de En Perspectiva conversamos con ella la semana pasada el jueves, cuando todavía se encontraba en tu casa. Estuvo una semana y ahora ha ido en busca de su familia en otro estado de Estados Unidos. Pero en Oxford todavía hay muchos otros refugiados; ¿qué cantidad estiman ustedes?

EnC – La cantidad es menor pero la proporción es muy grande, y esto te lo tenés que imaginar en todas las ciudades, sobre todo en el Sur de Estados Unidos. Se habla de Houston, de Austin, de Dallas en Texas; en Louisiana se habla de Bâton Rouge, que era una ciudad de 500 mil habitantes, que hoy por hoy tiene 1.000.000 de habitantes; en Memphis hay muchos evacuados. Y en el caso de este microcosmos de Oxford-Mississippi, que son 15.000 habitantes, simplemente en los hoteles hay 700 personas, se piensa que esta semana los evacuados van a llegar a ser 3.000 aquí, en esta ciudad que tiene 15.000. Con nosotros se han quedado familiares, prácticamente todas las familias tienen algún evacuado o refugiado. Incluso está el caso de una familia que tiene 30 familiares viviendo con ella.

El Estadio de básquetbol de la universidad se transformó en un centro de evacuación donde se recibe a los evacuados, donde está la Cruz Roja, donde se hace comida, se ofrece agua, se ofrece atención médica, están los representantes del Departamento de Recursos Humanos. Esto es muy importante porque son los que tramitan el seguro social de la gente, las estampillas de comida, el seguro de desempleo –toda esta gente quedó sin trabajo–; allí están las compañías de seguro para tratar de hacer esos trámites, hay computadoras y teléfonos para que intenten comunicarse y ubicar a las familias que quedaron desplazadas y repartidas en diferentes partes de Estados Unidos sin comunicarse unos con otros, el drama es brutal.

Pero a su vez hay un refugio de la Cruz Roja que está en la Primera Iglesia Bautista, que es la más grande de las iglesias en el Sur de Estados Unidos, es una de las iglesias blancas. Hay niños, hay más de 100 niños que ya han sido admitidos en las escuelas y no se sabe cuántos pero seguramente cerca de 1.000 estudiantes universitarios se van a transferir de otras universidades que quedaron de las zonas afectadas, de la Universidad de Nueva Orleáns, incluso de la Universidad del Sur de Mississippi, que no está sobre la costa, que está a una hora y media de la costa, pero que el huracán también pasó por encima y todavía no se sabe cuándo van a empezar las clases.

EC – Y la gente allí en Oxford muy conmovida y muy dispuesta a colaborar.

EnC – Hay muchísima solidaridad, sabemos que Marcela, que ahora está camino a reunirse con su familia, quería pasar por la casa de Elvis en Memphis, pasar por Graceland, y cuando vieron que era de Louisiana no le cobraron la entrada, no le estaban cobrando entrada a la gente de Nueva Orleáns ni del Sur de Mississippi.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe