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¿Bolivia está en un callejón sin salida?

La crisis de Bolivia no es nueva pero amenaza con agravarse. Si bien está debilitado, el presidente Carlos Mesa no caería, dijo el analista Roberto Laserna, ya que la mayoría de sus opositores no quieren que renuncie. Prefieren un mandatario débil a uno fuerte, para así canalizar mejor sus demandas. Al conflicto por la administración de los hidrocarburos, la principal riqueza del país, se suma la fuerza que han cobrados los reclamos por establecer un régimen autonómico.

(Emitido a las 8.26)

EMILIANO COTELO:
¿Bolivia está al borde de un estallido social que la llevará a la desintegración? Esta pregunta puede sonar dramáticamente realista si observamos el panorama actual de caos político y social que se está viviendo en esa nación tan cercana. Marchas de protesta en La Paz, intentos de tomar los edificios del gobierno y el Parlamento, rutas cortadas, ciudades en paro cívico, regiones enteras que piden autonomía y en las últimas horas algo que muchos temían: un llamado a la renuncia del presidente Carlos Mesa –uno más, deberíamos decir–, esta vez desde sectores militares. No parece exagerada entonces la expresión "callejón sin salida" para intentar calificar la situación que hoy está viviendo Bolivia.

Nos hemos ocupado de ella desde hace mucho tiempo aquí En Perspectiva y por eso nos permitimos apelar al recuerdo, por ejemplo al de la caída del gobierno de Carlos Sánchez de Losada, en el año 2003, en un panorama que se asemejaba mucho al que por estos días vive el país del altiplano.

Para tratar de desentrañar esta encrucijada vamos a conversar directamente con el analista boliviano Roberto Laserna, que se encuentra en La Paz.

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Laserna, hace algunos días, dos semanas si no me equivoco, el Parlamento aprobó la Ley de Hidrocarburos. ¿Por qué esa ley no puso fin a las protestas? Se lo pregunto porque la ley contó con respaldo parlamentario y establece, según lo que sabemos, mayores ganancias para el Estado en ese rubro.

ROBERTO LASERNA:
Porque ese era uno de los varios puntos que los movimientos sociales que han gobernado el país en los últimos meses tenían en su agenda. En segundo lugar porque la ley no satisface plenamente lo que ellos en realidad deseaban. Al final la ley es una especie de remiendo, de collage, muchas demandas, presiones y expresiones, y no ha dejado satisfechos a las empresas petroleras, a quienes tienen interés en una industria petrolera más floreciente y dinámica, ni a quienes tienen esta visión rentista de la economía y de la política.

EC - ¿Los manifestantes reclaman la nacionalización lisa y llana de los hidrocarburos?

RL - Hay algunos sectores de los manifestantes que sí quieren nacionalización, quieren la expulsión de las petroleras y son motivados por un sentimiento nacionalista muy fuerte. Otros quieren una modificación de la ley para aclarar algunos temas, como la resolución de los contratos anteriores, el aumento de las regalías, etcétera.

EC - Los pedidos de renuncia del presidente Carlos Mesa se han ido acumulando en estos últimos días. Entonces, teniendo en cuenta lo que ha ocurrido, desde acá vemos un presidente sin apoyo parlamentario, acorralado por organizaciones sindicales y campesinas, acosado por pedidos de todo tipo. Mi pregunta hace algún tiempo hubiera sido: ¿qué posibilidades tiene Mesa de seguir en la Presidencia? Pero capaz que ahora la pregunta más apropiada es: ¿cómo hace un presidente que se encuentra tan solo para continuar en el poder? Él ha dicho que va a continuar.

RL - Lo que pasa es que una buena parte de los manifestantes, quizás los más organizados, vigorosos y fuertes, no tiene interés en que Mesa se vaya sino al contrario, quisieran que se quedara, porque para ellos es mucho más funcional un presidente débil al que es fácil arrancar promesas y orientaciones de políticas. Es más fácil arrancarle eso a un presidente débil que a un presidente fuerte. Entonces por ejemplo al MAS (Movimiento Al Socialismo, liderado por el diputado Evo Morales) y a quienes lo acompañan no les interesa la caída de Mesa, les interesa más bien su permanencia. Parte de su acción ahora va en busca de neutralizar las presiones de otros grupos, por ejemplo los grupos del Oriente que demandan autonomía o la salida de Mesa.

EC - Pero él mismo, ¿qué está haciendo para mantenerse en el poder? Ha sido muy contundente en sus expresiones. Dijo: "No pasa por mi cabeza renunciar al cargo, porque mi obligación como ciudadano es cumplir el mandato de la Constitución, por difícil que sea el cumplimiento de ese mandato".

RL - Lo que él está haciendo es lo que ha hecho hasta ahora: esperar, esperar que las presiones se neutralicen entre sí, esperar que los marchistas se cansen, esperar que los feriados que ahora estamos teniendo actúen a su favor y tratar de mantenerse aún con esa debilidad.

EC - Otro de los pedidos que se escuchan desde algunos sectores contrarios al gobierno es el de que se convoque a una asamblea constituyente. ¿Qué implica esa propuesta y qué consecuencias podría tener para Bolivia?

RL - Es una demanda que vienen planteando desde hace mucho tiempo los grupos con menor capacidad de movilización electoral en el país, pero con capacidad de movilización en las calles. Su idea es justamente utilizar la asamblea constituyente como un mecanismo primero de ascenso al poder y segundo de transformación y cambio político y estructural. En ese sentido la asamblea constituyente es en este momento la estrategia legítima o legitimada de toma del poder por parte de grupos revolucionarios, si usted quiere utilizar ese término.

EC - Todo esto además condimentado con el pedido de autonomía de la provincia de Santa Cruz, al que se han agregado otras tres: Tarija, Beni y Pando. Incluso han anunciado la realización de un referéndum autonómico el 12 de agosto. ¿Por qué apareció este otro factor sumado a todo este contexto que veníamos comentando?

RL - Es una demanda que tiene largo tiempo, fue aprobada inicialmente en 1931 en un referéndum, se suspendió por la guerra del Chaco que libró Bolivia con Paraguay, pero renació con la recuperación de la democracia en los ochenta. Lleva varios años planteándose de diversa manera.

La autonomía ahora es una expresión radical, la demanda de descentralización político-administrativa, y surge ahora con fuerza como un mecanismo de defensa de los sectores del Oriente frente a esta avalancha populista que utiliza a la constituyente como una estrategia de ascenso al poder. Es un mecanismo de defensa y de oposición a esa demanda.

EC - ¿Qué probabilidades hay de que ese referéndum tenga éxito?

RL - El referéndum es una figura constitucional recientemente ingresada en la nueva Constitución, en la nueva legislación boliviana. Los autonomistas en Santa Cruz han logrado más de 400.000 firmas demandando el referéndum por iniciativa popular, el Parlamento no ha podido convertir eso en una ley de convocatoria, se esperaba que el referéndum fuera convocado para la fecha de elección de prefectos de departamento, el 12 de agosto, no ha sido así, han pasado los días y ya no hay los 90 días que exige la ley, y frente a eso las provincias del Oriente, Santa Cruz y el resto, han decidido la autoconvocatoria al referéndum sustentada en este derecho de la Constitución, con el argumento de que nada constitucional puede dejar de cumplirse simplemente porque no existan leyes reglamentarias, la Constitución está por encima de todo. Incluso han amenazado con enjuiciar al Parlamento por falta de cumplimiento de deberes.

EC - Ese referéndum, en caso de hacerse, ¿sería favorable a la autonomía?

RL - Ellos creen que sí y es probable que así sea, la autonomía goza de un cierto consenso en el país, precisamente porque no se la ha discutido mucho y hay una especie de memoria de que eso puede consolidar y fortalecer la democracia, la participación social, etcétera.

EC - ¿A qué vamos entonces? ¿A una desintegración en Bolivia?

RL - No, el régimen autonómico es un intento de descentralización político-administrativa. El modelo que más toman en cuenta los movimientos autonomistas es el español, que no ha desintegrado a España. Pero yo insisto mucho en que ese modelo sólo tiene razón de ser y funciona cuando al mismo tiempo hay un proceso de integración internacional latinoamericano en nuestro caso. Está visto que no lo hay, Bolivia no es protagonista de un proceso de ese tipo, y el resto de los países de América Latina también están relativamente encerrados en sus fronteras mirando con desconfianza al vecino, entonces no hay la condición básica que creo que es necesaria en este caso, que es esta mezcla de autonomía hacia adentro e integración federal entre los países de América Latina hacia afuera.

EC - El último elemento, muy importante, que se sumó en las últimas horas a este panorama es el apoyo de dos militares de rango medio alto, tenientes coroneles, a una idea que fue barajada por el líder del principal sindicato boliviano, de la central obrera boliviana, Jaime Solares, quien el martes dijo que respaldaría a un presidente militar al estilo de Hugo Chávez. Horas después el teniente coronel Julio Herrera, que se autoproclamó líder del Movimiento Militar Generacional, un grupo que hasta ahora no se conocía y el también teniente coronel Julio César Galindo, se dijeron dispuestos a gobernar el país. ¿Qué ha pasado desde entonces?

RL - Muy poco, porque ambas son fracciones relativamente débiles y frágiles, aunque Jaime Solares ostenta un título vigoroso como el de secretario general de la central obrera boliviana, lo cierto es que ésta es muy débil, está muy dispersa y fragmentada y tiene muchos otros líderes que se disputan el poder. Jaime Solares no tiene prácticamente ninguna legitimidad, el propio Evo Morales lo ha tratado de paramilitar en público, en la plaza San Francisco, entonces su opinión es relativamente débil e irrelevante. Y la de los tenientes coroneles también.

Esto no quiere decir que no sea un momento que haya que tomar en cuenta, porque es muy fuerte la presencia de Chávez en Bolivia, se conocen cada vez más acciones intervencionistas de Venezuela para tratar de debilitar la industria petrolera boliviana y de controlar el mercado petrolero latinoamericano. Es preocupante porque él tiene experiencia en golpes de Estado, movilización de minorías y transformación de las mismas en mayorías a través de la demagogia, el clientelismo y el corporativismo.

EC - Ya se produjo la reacción del ejército aclarando que respetará el orden constitucional.

RL - Sí, es verdad, el ejército ha sido hasta ahora, en los últimos 24 años de vida republicana, uno de los puntales de la democracia, aunque parezca curioso decirlo, sin duda ha actuado con una gran vocación institucional. Hasta ahora lo ha hecho, espero que sea ahora capaz de neutralizar estos elementos en sus filas. Por eso vuelvo a insistir: creo que no hay que menospreciar del todo este tipo de movimientos.

EC - Como observador calificado que es usted, que está siguiendo y viviendo directamente todo este proceso, ¿ve alguna posibilidad de salida en este momento de esta crisis tan compleja?

RL - En este momento el presidente tiene a su favor el hecho de que muchos de los que lo presionan no buscan su salida, los que buscan su salida son grupos fragmentados y dispersos, desde Santa Cruz no tienen una gran capacidad de presión física sobre el presidente, entonces creo que su estrategia de esperar y dejar pasar puede servirle unos días más. Pero lo cierto es que el país se está debilitando, está perdiendo oportunidades y creo que van a crecer en los próximos días las demandas de renuncia del presidente. Habrá que ver si puede recuperar una cierta capacidad de negociación, no lo ha hecho hasta ahora, no ha mostrado ninguna capacidad de negociación con el Parlamento, con partidos ni con nadie, que es lo que lo aislado y debilitado. Pero insisto en que su debilidad en este momento es su fuerza, es eso lo que lo mantiene, resulta funcional para la mayor parte de quienes quisiera transformar el país, ejercer cierto tipo de políticas y poderes.

EC - ¿Podría pensarse en la participación de observadores del exterior para tratar de zanjar todas estas fisuras que se están dando en la sociedad y en el sistema político de Bolivia?

RL - Ojalá fuera posible, pero no veo ninguna chance de que eso ocurra en este momento porque no hay una situación de crisis violenta, que es lo que suele movilizar observadores internacionales. La práctica nos dice que normalmente esos observadores llegan tarde, cuando ya los hechos han ocurrido, porque antes de que ocurran a nadie le interesa prevenirlos, todos creen que pueden prevenirse automáticamente. Es muy difícil, no creo que eso vaya a ocurrir ni que pueda funcionar.

Lo que sí creo que puede ocurrir es que presiones o gestiones informales paradiplomáticas desde afuera puedan contribuir a convencer a las fuerzas en pugna, especialmente las oficiales –el presidente, el Parlamento, los partidos, etcétera–, a buscar una salida negociada. Pero no sé si es posible que eso ocurra ahora. Hay enviados de Argentina y de Brasil en este momento en Bolivia, pero no sé exactamente cuáles son su rol y su papel.

Notas asociadas:

Comentarios del periodista Mauricio Rabuffetti

Bolivia al borde del colapso. (26.05.05)
Mesa se queda; Bolivia se polariza. (10.03.05)
Bolivia: Mesa abrió la puerta de salida. (08.03.05)

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe