La violencia racial vuelve a conmover a Francia
Un joven judío fue brutalmente agredido en París por un grupo de personas en su mayoría de origen árabe. Luego murió a causa de las diversas torturas que sufrió. Tanto su familia como la Justicia sostienen que el asesinato tiene el antisemitismo como su principal causante. Y los franceses y europeos vuelven a enfrentarse a hechos originados en el choque cultural que se vive en sus ciudades. Contacto con Rafael Mandressi, corresponsal en Francia.
(Emitido a las 8.26)
EMILIANO COTELO:
"El pasado 21 de enero Ilan Halimi, un joven judío de 23 años, se encontraba en su tienda de telefonía móvil del centro de París cuando entró al establecimiento una atractiva mujer y lo sedujo. Era en realidad un señuelo. Ilan la siguió ingenuamente y terminó secuestrado por la banda de los bárbaros, un grupo así bautizado por su jefe, Isuf Bufana, de 25 años, un tipo extremadamente peligroso originario de Costa de Marfil.
Tres semanas más tarde, el pasado día 13, Halimi fue hallado en la localidad de Saint Geneviève des Bois, en las afueras de París. Estaba atado, con una venda en los ojos, con quemaduras en el 80 por ciento del cuerpo y con claros signos de haber sido salvajemente torturado. Murió antes de llegar al hospital. La jueza que lleva el caso considera que en el crimen existe el agravante del antisemitismo".
Así comienza un reportaje publicado por el diario El País de Madrid el 22 de febrero, un informe sobre un asesinato que conmovió a Francia y que fue el centro de una manifestación de repudio que tuvo lugar el domingo pasado en pleno París.
Justamente, hacia allí nos trasladamos para comprender el contexto en el que se produce ese crimen. Estamos en diálogo con Rafael Mandressi, colaborador de En Perspectiva en Francia.
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Rafael, ayer habíamos estado en conversación contigo a propósito de la gripe aviar. Hoy nos interesa poner la atención en estos otros hechos, que también han sacudido a los franceses, ¿no?
RAFAEL MANDRESSI:
Sí, muchísimo. Alcanza con escuchar el relato que hacías recién para comprender lo grave y profundamente desagradable de todo este episodio oscuro todavía.
EC - ¿Qué otros datos se conocen, qué otros elementos se conocen de lo que ocurrió?
RM - Poco más; se conoce bastante más acerca de los integrantes de esta banda, de su composición, del papel que jugó cada uno y de otros hechos delictivos cometidos por el grupo antes, de distinta naturaleza. Lo que permanece todavía confuso es precisamente el carácter antisemita de la agresión, más allá de que la jueza tipificó ese agravante en la acusación y en el mandato de captura internacional contra Bufana, que está en Costa de Marfil en este momento, preso por un pedido de captura y de extradición, pero todavía en Costa de Marfil porque es ciudadano de ese país también.
EC - Y Bufana negó cualquier tinte antisemita en los hechos.
RM - Exactamente, lo negó. El primer elemento en torno a eso surgió no tanto porque Halami fuera judío sino porque en otros casos en los cuales la banda intentó sin éxito raptos del mismo tipo las víctimas elegidas también eran judías, no todas pero varias de ellas. Ese fue el primer elemento que apareció que desató la hipótesis del móvil antisemita detrás de esto. Pero el principal involucrado, el jefe de la banda, lo niega, aunque dando un argumento que terminaría, según algunos de los responsables de las organizaciones antirracistas que, entre otros, estuvieron en el origen de la marcha realizada ayer, siendo antisemita en la medida que habría dicho que no lo eligieron a Halami por ser judío sino porque como era judío seguramente tenía plata.
EC - La familia ha insistido en que los secuestradores, que pedían un rescate de 450.000 euros, habían hecho referencia a la condición judía de la víctima, insistiendo incluso en que pidieran el dinero a las sinagogas. La madre del joven, Ruth, hablando con el diario Haaretz, de Tel Aviv, dijo: "Si mi hijo no hubiese sido judío no habría sido asesinado, la policía esconde los motivos antisemitas porque teme reavivar la confrontación con los musulmanes".
RM - Sí, ese es otro de los elementos que no están del todo claros. La policía también, se puede presumir y de hecho es lo que argumenta, no tiene elementos suficientes como para pronunciarse categóricamente al respecto y, en todo caso, no es tarea de ellos sino de la justicia. Y de hecho la jueza se ha pronunciado en el mismo sentido no sólo que la madre de Halimi sino prácticamente el resto de las organizaciones e incluso los partidos políticos que han tomado partido y se han expresado en este asunto.
EC - Cuéntanos a propósito de la manifestación del domingo. Según los reportes de las agencias internacionales participaron unas 200.000 personas, entre ellas el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, y el canciller Philip Deuste-Blazy, de centroderecha. ¿Cómo fue la movilización?
RM - Las cifras varían, 200.000 personas es la estimación de los organizadores, la policía dice que fueron 33.000 y fuentes más imparciales estiman que fueron entre 60.000 y 70.000. En todo caso fue una concurrencia bastante menor de lo que esperaban los organizadores.
EC - ¿Cómo se planteaba la manifestación? ¿Qué era exactamente?
RM - Se planteaba como una manifestación de repudio frente a los hechos y al antisemitismo y al racismo en general, como una manifestación de repudio más genérica en torno a todo lo que pudieran ser actos de violencia física, verbal o cualquier manifestación racista en homenaje a este muchacho asesinado. Y efectivamente participaron varios ministros, pero además prácticamente todo el arco político francés, con dirigentes de primera línea de todos los partidos.
EC - No todos, ¿no? Al político de ultraderecha Philip de Villiers se le impidió asistir a la manifestación. ¿Por qué?
RM - Por las ideas que profesa. Fue realmente, lo que terminó en cierta medida ensuciando un poco el clima previo y la manifestación. La ultraderecha francesa tenía la decisión de manifestar, tanto el partido más conocido y más clásico, el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, como la nueva formación dirigida por Philip de Villiers, que es la persona a la que finalmente se le impidió participar, no en la manifestación, se le impidió formar parte del grupo de cabecera, que era donde pretendía ir. El problema es que tanto un partido como el otro son relativamente paradójicos en una manifestación antirracista.
EC - La extrema derecha francesa tradicionalmente ha sido acusada de antisemitismo.
RM - Exactamente, pero ha habido un viraje en ese sentido.
EC - ¿Cómo se percibe ese cambio?
RM - Muy mal, primero no se acepta la presencia de estos partidos en la medida en que se considera que más allá del discurso siguen siendo racistas en buena medida en cuanto a sus actividades y sus ideas políticas. Pero es un racismo que ya no es el tradicional de la ultraderecha francesa, el de muchos años de Jean-Marie Le Pen y su partido, que comprendía a los judíos, era incluso fundamentalmente antisemita. Esto no es así desde hace unos cuantos años y en particular no es así en el caso de Philip de Villiers; en realidad estos dos partidos y Philip de Villiers el que fue echado no sólo comparten esta marcha tal vez por sus motivaciones profundas, sino porque además es una manera de denunciar la "islamización" de la sociedad francesa, es decir que lo que hay allí es un repudio al antisemitismo para manifestar de otra manera su rechazo a la presencia árabe-musulmana en suelo francés. Y este tipo de posturas no es ni mucho menos del agrado de los organizadores de la marcha.
EC - ¿Cómo se hace para contemplar a la comunidad judía francesa, que está compuesta por unas 600.000 personas, sin simultáneamente terminar culpabilizando a la musulmana, que es de unos 5.000.000 en Francia?
RM - Creo que hay más fantasmas que realidades.
EC - A eso voy.
RM - Ni la colectividad judía francesa ni los musulmanes franceses perciben al otro como enemigo en su enorme mayoría. Hay sí grupos radicalizados en ambas comunidades, grupos radicalizados de origen musulmán y también, por supuesto, grupos radicalizados judíos que incluso podrían llegar a emprender algún tipo de represalia de acción directa en caso de ser agredidos. Pero son minorías ínfimas, no hay ningún peligro en defender los derechos de todos y de cada uno y que eso signifique reacciones por parte de los demás.
EC - Hay que recordar que hace muy poco un pequeño grupo de la comunidad musulmana terminó paralizando varias ciudades de Francia con manifestaciones violentas que se dispararon después de la muerte accidental de dos jóvenes provenientes del África subsahariana. ¿Puede haber alguna vinculación entre aquellos hechos y estos que ahora alimentan la preocupación?
RM - Sí, pero esa vinculación no viene por el lado de la religión. Yo no calificaría los hechos de fines del año pasado como protagonizados por la comunidad musulmana, de hecho no se sabe muy bien cuál es la religión de la gente que participó en aquellos episodios, así como tampoco todos los integrantes de la banda delictiva que asesinó a Halimi son musulmanes. La relación que hay entre ambos hechos está en que tanto los que protagonizaron los disturbios de fines de 2005 como los de esta banda provienen de sectores sociales que tienen rasgos comunes en cuanto a los lugares donde viven y la situación en la que se encuentran. Lo que el ministro del Interior llamó en su momento la "escoria de la banlieu", de las periferias urbanas. Allí sí hay un problema, pero ese problema no tiene un fondo religioso, no tiene una motivación religiosa ni étnica, a mi juicio sigue siendo un problema fundamentalmente social.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe