Para el senador Ruperto Long "no hay más tiempo que perder" para debatir sobre una central de energía nuclear en Uruguay.

Long llama a eliminar el "tabú" de la energía nuclear

Para el senador Ruperto Long "no hay más tiempo que perder" para debatir sobre una central de energía nuclear en Uruguay. Asegura que su funcionamiento es de bajo costo, que no es contaminante y que además reduciría la dependencia actual, que hace que el país pueda perder 100 millones de dólares de la noche a la mañana. "No cerremos los ojos a las otras alternativas, analicémoslas en profundidad y sin prejuicios", propuso.

(Emitido a las 9.11)

EMILIANO COTELO:
Energía nuclear: basta que alguien hable de esta posibilidad para Uruguay para que la polémica estalle de inmediato.

Entre los uruguayos existe cierto consenso en cuanto a que nuestra matriz energética es muy frágil y puede sostenerse poco tiempo más. También coincidimos en que si no se toman medidas de fondo para reformular el parque generador, el riesgo de que el sistema colapse está latente.

Hasta ahí vamos bien. Pero el consenso se despatarra si nos ponemos a discutir cuáles son los nuevos caminos a transitar: algunos insisten con las energías renovables. Otros, en cambio, se animan a proponer alternativas que seguramente no tienen tan buena "imagen de marca". Por ejemplo, la energía nuclear.

Desde el Partido Nacional (PN) se está reclamando que se discuta esa posibilidad. Pero el asunto es un poco más amplio y nos parece que vale la pena conocerlo.

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EC - Estamos en diálogo con el ingeniero Ruperto Long, senador por Alianza Nacional, PN.

Ustedes reclaman que Uruguay discuta y construya una política energética nacional. ¿Por qué es necesaria una política energética nacional?

RUPERTO LONG:
Porque estamos en un momento crítico en el mundo en el campo de la energía. Está terminando una era. Tal vez no nos hemos dado cuenta, pero la era del petróleo definitivamente llega a su fin. Asoma un nuevo porvenir que no sabemos exactamente cómo va a ser. Y todos aquellos que no hagamos nada por anticiparnos a los sucesos, que no veamos el futuro con una cierta antelación –y en energía antelación son cinco, 10, 20 o 30 años, no es mañana- vamos a sufrir mucho, vamos a tener muchos problemas. Es necesario pensar ese plan energético nacional desde ya. No hay más tiempo que perder. Estamos en una situación que puede ser de colapso en relativamente poco tiempo, y creemos que eso excede la labor de un solo partido político, aún del que está en el gobierno.

EC - Algo se ha avanzado en esta materia. En los últimos tiempos el tema de la energía ha sido objeto de discusión intensa a nivel público. El gobierno se ha mostrado bastante activo en este frente. Por ejemplo, en estos días se están inaugurando plantas generadoras por 250 megavatios en San José, Ancap sigue abriendo frentes de negocios y buscando alternativas para reducir su dependencia del petróleo importado, Petrobras ha hecho público su interés por producir energía eléctrica en Uruguay. ¿Esto no es suficiente para usted?

RL - No. Estas acciones en general reflejan la preocupación por el corto plazo, que es real. Este año estuvimos a punto de tener apagones; cosa que es el síntoma de un país que no se desarrolla sino al revés...Sus dificultades se incrementan. Además, esas decisiones hay que enmarcarlas en un plan general de mediano y largo plazo. Tomadas de a una y por separado, una acción de Ancap, una de UTE, alguna del Ministerio, alguna de los actores privados...No sabemos a dónde vamos a llegar, si es que llegamos a algún lado. El objetivo acá es pensar las cosas en conjunto, involucrando a los principales partidos políticos, a los principales actores económicos y sociales, algo que no es fácil en Uruguay: tratar de construir en conjunto es casi una tarea de romanos. Pero creemos que es indispensable y así lo hacen los países en serio. Si queremos serlo algún día por algún lado tenemos que empezar.

EC - Ustedes reclaman la conformación de una mesa de trabajo.

RL – Efectivamente. Una mesa de trabajo que no sea multitudinaria, que reúna a los principales actores, a los cinco partidos principales de nuestro país y algunas organizaciones representativas de la actividad económica, como la Cámara de Industrias, la Cámara de Comercio y las asociaciones rurales, y de la parte social como el PIT-CNT. Una mesa de ese tipo luego consultará a las universidades, a los organismos tecnológicos, a las asociaciones profesionales. Y a lo largo de un tiempo, en forma continua, tendrá que ir produciendo grandes líneas. No el detalle, la acción de cada día (que eso es propio del gobierno, del Poder Ejecutivo) pero sí las grandes líneas para saber si estas alternativas que usted mencionaba - y otras- valen la pena.

EC - En ese debate en torno a la política energética hay un concepto clave que es el de la dependencia del país. ¿Qué margen creen que hay para rebajar ese grado de dependencia que hoy es enorme en Uruguay en esta materia? Dependemos del clima, pero también dependemos de Argentina, de Brasil, de los países que nos venden petróleo, y de sus precios en función de los avatares de cuestiones geopolíticas como las que estamos viviendo en estos días. Por todos lados dependemos.

RL - Podemos buscar alternativas varias: la energía eólica, la energía solar (en las cuales Uruguay está bien dotado), las bioenergías (en las que Uruguay tiene un gran camino para recorrer, que puede además sacudir su producción agropecuaria). Pero al final del día, cuando llegamos a la hora de la verdad, en eso que usted dice, si podemos ganar o no independencia, hasta ahora en el mundo hay sólo tres grandes fuentes masivas de energía: la hidráulica, que ya está topeada y en Uruguay estamos muy cerca del máximo...Algo se puede hacer y hay que hacerlo pero es poquito. La de origen fósil, de la cual el petróleo y el gas natural ingresan en su fase final –estamos hablando de 20 o 30 años, los precios lo están reflejando–. Y el carbón tiene un futuro mayor, pero todo el mundo le ha disparado por una cantidad de razones. Y la tercera hoy disponible es la energía nuclear. Son las tres fuentes masivas. Una está topeada, la otra se nos vuelve cada vez más difícil de alcanzar. Y la otra es la única que nos está quedando por explorar en el momento para tratar de tener energía suficiente a precios razonables y reducir en lo posible la dependencia. Dependencia en este campo, un país como Uruguay siempre va a tener. Pero una cosa es el nivel de dependencia actual y otra que lo podamos disminuir en alguna medida.

EC - Ustedes proponen que en esa mesa de trabajo a propósito de una política energética nacional se considere en particular la posibilidad de apelar a la energía nuclear.

RL - No tiene que haber ningún tema tabú. Lo hemos hablado con toda franqueza con todos los interlocutores, y hasta ahora todos han tomado de muy buena medida la iniciativa. Venimos caminando lindo en ese sentido.

EC - En Uruguay es un tema tabú, al punto que está prohibido por ley.

RL - Está prohibido por ley.

EC - Eso es un tabú.

RL - Vaya si eso es un tabú.

EC - ¿Entonces? ¿Cómo convence a la gente? ¿Cómo empieza a discutirse esta posibilidad? Hablemos de las ventajas de la energía nuclear.

RL - Es la de más bajo costo sin ser la energía hidráulica. En un sistema entra primero la energía hidráulica, segundo la energía nuclear, tercero la energía a partir de combustibles fósiles, las centrales térmicas, por ejemplo, y finalmente las energías más atractivas por ser renovables pero de mayores costos como la solar y la eólica.

EC - Usted dice que la energía nuclear es de las de menor costo.

RL - Efectivamente.

EC - Pero requiere una inversión inicial muy importante.

RL - Cuando hablamos de costos estamos tomando el conjunto, la amortización de la inversión y el costo de operación. El costo de operación es decididamente bajo. El costo importante está en la inversión inicial. Por lo tanto, hay que ver cómo se realiza esa inversión...Si es por parte de una empresa estatal, si va a ser una inversión privada, por concesión por ejemplo, o un sistema mixto. De todas maneras, como todo el mundo está preocupado por lo mismo, las novedades están a la orden del día. Un tema muy importante es que antes cuando se hablaba de una central nuclear no se hablaba nunca de menos de 1.000 megavatios, pero hoy hay cada vez más de mucho menos, de 600, de 500, de 300 megavatios, y los costos, que antes andaban en los 2.000 dólares por kilovatio, ahora están en 1.500 o aún menos. Estamos bajando los costos. Entonces, una central de 500 megavatios podría costar 750 millones de dólares. Pero tendríamos una respuesta de fondo, a largo plazo y de bajo costo que vale la pena explorar.

EC - ¿Qué otras ventajas tiene, además del costo?

RL - La otra gran ventaja es la no contaminación. El gran problema ambiental del mundo ahora es el calentamiento global, un problema grave-grave. Todavía nos cuesta tomar conciencia, pero estamos en un camino sin salida originado fundamentalmente por las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles, el consumo de gasolina, de todos los combustibles derivados del petróleo, que provocan estas emisiones en las fábricas, en los automóviles, que van provocando el efecto calentamiento global. Esa es la segunda ventaja.

EC - ¿Usted dice que con la energía atómica no hay contaminación?

RL - No, no hay contaminación. Vamos a ser claros. No hay contaminación en la operación de la misma. Puede haberla (y muy grave), mucho más que contaminación, en el caso de una catástrofe, como pasó en Chernobyl hace 20 años.

EC - Estoy seguro de que a muchos de nuestros oyentes les habrá resultado una sorpresa escucharlo decir que la energía atómica no contamina. Porque para muchos, en el imaginario, energía atómica es igual a Chernobyl, es sinónimo de un riesgo de una tragedia espantosa, de gran contaminación. ¿Cómo combate ese temor, ese tipo de preocupaciones muy extendidas con respecto a la energía atómica?

RL - Diciendo en primer lugar que en la operación normal de una usina nuclear no hay contaminación. No hay problema de lluvia ácida, no hay problema de calentamiento global, que sí hay en el uso normal de los combustibles fósiles. El otro tema importante es cuál es el riesgo de que exista una falla, una catástrofe como la de Chernobyl. Esa es la única catástrofe que ha sucedido hasta ahora, pero por cierto que nos sacude a todos y es un hecho altamente grave. El argumento a tener en cuenta es que en este momento hay operando aproximadamente 450 centrales en todo el mundo, que entre los países que las tienen están muchos de los primeros en cuanto a defensa del ambiente, por ejemplo Suecia, Finlandia, Suiza, Canadá, Estados Unidos, Japón, muchos de los países que están rankeados en los primeros lugares en la defensa del ambiente utilizan energía nuclear.

Hoy no estoy abogando por eso, estoy abogando por poner el gato arriba de la mesa, cosa que ya nos cuesta bastante a los uruguayos. Una vez puesto el gato arriba de la mesa, hagámonos las preguntas que realmente importan: ¿podemos controlar, manejar, tenemos los recursos humanos para poder controlar esta fuente de energía como lo pueden hacer los más de 30 países que en este momento la están utilizando, entre los cuales muchos muy exigentes en cuanto al ambiente? Esa es la pregunta importante, cómo calificamos los recursos humanos, cómo establecemos una legislación que se adelante a los posibles problemas, cómo hacemos controles efectivos periódicos para tener todas las garantías, todos los ciudadanos al respecto. Esos son los temas, más que adoptar por razones fundamentalistas, un sí o un no a priori. Es un recurso técnico como tantos. Todos los recursos técnicos tienen sus pro y sus contras. Pero además en esta época nos estamos quedando sin respuestas posibles. Yo soy un gran hincha de las energías alternativas desde hace años y he estado muy cerca del tema, pero todavía no ha llegado el punto en que las mismas estén en condiciones de competir en volumen y en precio. Entonces, no cerremos los ojos a las otras alternativas que tenemos, analicémoslas en profundidad y sin prejuicios.

EC - Hablando de los prejuicios que hay que tirar abajo, una observación interesante que escuché en estos días a propósito de los riesgos de una catástrofe es que, por más que nosotros sigamos sin tener una central de energía atómica, los riesgos los cargamos igual. Porque muy cerca de nosotros existe una: la central de Atucha, en la provincia de Córdoba, que está a 100 kilómetros de la frontera uruguaya.

RL - Es verdad. Está sobre el Río Paraná, bien cerca, a 100 kilómetros y a 100 y pico de Montevideo y de otras ciudades importantes.

EC - Si una catástrofe como la de Chernobyl ocurriera en Atucha nos pegaría sin ninguna duda.

RL - Sin ninguna duda.

EC - O sea que teniendo o no nosotros nuestra central atómica, riesgos estamos corriendo igual.

RL - Estamos tomando todos los problemas, los inconvenientes y los riesgos pero no tenemos las ventajas, porque no la controlamos nosotros. No es energía propia. Al contrario, le compramos energía a Argentina todos los años en cantidades importantes. Nuestra ley dice que no podemos comercializar energía nuclear o algo por el estilo.

EC - La tengo acá. El artículo 27 de la ley 16.832, la de marco regulatorio, señala: "Prohíbese el uso de energía de origen nuclear en el territorio nacional. Ningún agente del mercado mayorista de energía eléctrica podrá realizar contratos de abastecimiento de energía eléctrica con generadores nucleares ni con generadores extranjeros cuyas plantas contaminen el territorio nacional".

RL - ¿Eso es verdad hoy? No lo sabemos. Estamos comprando energía argentina que puede provenir perfectamente de Atucha. Estamos comprando energía a Brasil, que perfectamente puede provenir de Angra dos Reis, aunque es más difícil porque es más lejos. Pero en los dos casos seguramente estamos comprando energía de origen nuclear. Estamos incrementando nuestra dependencia en este aspecto también y no tenemos ninguna de las ventajas. No podemos controlarla, no podemos comercializarla, no podemos ser productores o exportadores nosotros mismos, aunque tenemos todos los riesgos. En el caso de Atucha claramente, en el caso de Angra, que está al sur de Río de Janeiro estamos a más de 2.000 kilómetros, pero sin duda, en caso de un problema, también seríamos afectados. De modo que tenemos todas las desventajas y ninguna ventaja.

EC - Esta parte de la conversación empezó cuando hablábamos de la dependencia que Uruguay tiene en cuanto a los insumos para la generación de energía, en este caso energía eléctrica. Entonces, la energía nuclear, ¿nos daría esa ansiada independencia? Porque los insumos, de nuevo, serían extranjeros, uranio no tenemos...

RL - En rigor todavía no sabemos si tenemos o no. Pero admitamos que no lo tenemos...Hay algunas diferencias sustanciales. En primer lugar estamos hablando de un combustible que todavía no ha sido explorado en el mundo y cuyas reservas hoy determinadas nos están hablando de unos 200 años. De modo que no estamos bajo la presión que tenemos con el petróleo, de la suba de todos los días. Estaríamos hablando de un combustible a precios bajos y estables por lo menos hasta donde nos da la vista. Las soluciones nunca van a ser eternas pero tendríamos una gran diferencia.

El otro aspecto que tiene que ver con la dependencia es que una vez realizada la inversión inicial precisamos cantidades de combustible sumamente pequeñas para mantenerla funcionando, simplificando la explicación. De modo que no eliminaríamos la dependencia, pero sí la reduciríamos. Tengamos en cuenta que el precio del petróleo se ha triplicado en los últimos cinco o seis años, que la incidencia del petróleo en la economía uruguaya ya anda en el orden de los 1.000 millones de dólares por año. Cuando escuchamos en un informativo que el petróleo sube de 67 a 73 dólares como quien no quiere la cosa, es un 10%. Son 100 millones de dólares más que tiene que pagar Uruguay de la noche a la mañana o de una semana para otra. Y eso es nada al lado de lo que vamos a ver en los próximos años. Eso sí es dependencia, feroz dependencia. Obviamente esta otra alternativa disminuye esa dependencia. No la elimina, pero la ubica en un entorno más manejable.

EC - Pero no estamos hablando de una solución rápida.

RL - No, 10 años es el tiempo que va entre lo que estamos ahora, un poco de voluntad de analizar el tema, y el día en que la central esté operando. La construcción lleva unos cinco, seis, siete años. Y luego hay un período previo de varios años de estudios para estar seguros de que el camino que se está tomando es el adecuado. O sea que tenemos que pensar en ese horizonte. Dentro de 10 años Uruguay va a estar en una situación muy crítica, ya hoy es severa. Generalmente pensamos que la crisis nos viene por el lado de la electricidad (como fue el año pasado y ha sido este año) porque no llueve. Pero ojo, la crisis también está viniendo por el altísimo valor de los combustibles para los vehículos, por ejemplo, para el transporte, para las maquinarias, para las fábricas. De modo que buscar alternativas de otro tipo repercute en toda la matriz energética del país.