|
Cómo exportar tecnología uruguaya y no morir en el intento
A
partir de los marcapasos, una empresa que nuclea a decenas de
técnicos investiga, diseña y fabrica aplicaciones
médicas. Para vender en la región, debe superar
un engorroso proceso de certificación o validar en Europa.
A veces, el camino más corto a Buenos Aires pasa por
Madrid. Ingeniero Fernando Brum (CCC Uruguay) |
|
EN PERSPECTIVA
Viernes 07.12.01, 09.10.
EMILIANO COTELO:
En estas épocas de crisis y descreimiento, no viene mal conocer
la experiencia de empresas que desde nuestro país han logrado
competir exitosamente con sus productos en el primer mundo. Si además
nos referimos a una empresa que exporta productos tecnológicos
de punta a los mercados más exigentes esto se vuelve todavía
más interesante.
Hoy hablamos del Centro de Construcción de Cardioestimuladores,
CCC Uruguay, una compañía con una capacidad de innovación
sorprendente, que diseña, desarrolla, fabrica y exporta productos
de alta tecnología.
Nos preguntamos cuáles son las claves de esta firma para
competir con productos tecnológicos exitosamente en el mundo
desarrollado. Vamos a conversarlo con el ingeniero Fernando Brum,
gerente de Negocios Internacionales de CCC
Uruguay, esta empresa que a pesar de tener 30 años
de antigüedad todavía es desconocida por muchos uruguayos.
Parece bueno, al comienzo, conocer más acerca de los orígenes
de CCC Uruguay. Yo decía la empresa tiene 30 años;
¿cómo se fundó?
FERNANDO BRUM:
En realidad la historia comienza antes de la empresa. En Uruguay
se implantó el primer marcapasos que funcionó en el
mundo, en 1960; había sido un desarrollo sueco, no uruguayo.
El profesor Fiandra en aquel momento estaba viviendo en Suecia y
fue parte del grupo de desarrollo; se hizo un implante en ese país
1958, que fracasó, y luego el segundo implante en esa línea
se hizo en Uruguay, en febrero de 1960, antes que en Estados Unidos.
Fue el primer marcapasos exitoso que funcionó en el mundo.
En los años 60 la tecnología era muy incipiente y
bastante rudimentaria y las empresas que surgieron -algunas en Suecia
y Estados Unidos- tenían precios muy altos y por otro lado
se generaba una serie de dificultades para acceder a los productos.
El profesor Fiandra, junto con otra gente, en 1969, 1970, decidió
formar una empresa local para abastecer al mercado doméstico
y lograr una baja importante en los precios y acceso a productos
de esa tecnología.
Durante la primera época, la década del 70, CCC diseñó
y fabricó marcapasos cuando éstos eran equipos bastante
primitivos. Hubo una transición tecnológica, la empresa
no siguió el ritmo, y en la década de los 80 CCC comenzó
a ensamblar marcapasos diseñados en el exterior. Compraba
kits y los ensamblaba en Uruguay.
En la década de los 90 hubo un nuevo salto tecnológico,
que consiste en la incorporación de microcomputadores adentro
de los marcapasos. Hoy un marcapasos es un conjunto de circuitería
electrónica comandada por un microprocesador, se llama microcontrolador,
porque los microprocesadores ya son demasiado poderosos, es decir
una minicomputadora que está ahí adentro. La empresa
encaró bien ese nuevo salto tecnológico, y a partir
de principios de los 90 volvió a diseñar marcapasos
localmente, se los empezó a implantar también a principios
de los 90, y hoy hace ya casi 10 años que toda la línea
de marcapasos que nosotros fabricamos en Uruguay ha sido totalmente
diseñada aquí.
EC - Hoy por hoy CCC Uruguay en sus actividades abarca bastante
más que el diseño y la construcción de cardioestimuladores.
FB - Efectivamente. Es una empresa muy orientada a la tecnología;
la gran carencia que tenemos es en distribución. Distribuir
a nivel mundial un producto de estas características no es
nada fácil, se necesitan grandes capitales. A mediados de
los 90 encontramos que teníamos una capacidad de ingeniería
importante que podíamos poner a disposición de demandas
del mercado internacional. Adoptamos una fuerte política
de internacionalización. En tal sentido conseguimos clientes
que son empresas de investigación, básicamente en
Estados Unidos, Israel y alguna en Europa, que nos piden un desarrollo
de ingeniería. Vale decir, cuando un conjunto de médicos
e investigadores tienen una idea existen una serie de alternativas;
una de ellas es tratar de vender la idea a una gran corporación,
otra es tratar de conseguir inversionistas, lograr hacer prototipos
y hacer avanzar esa idea hacia el mercado. Ahí es donde nosotros
jugamos nuestro papel.
EC - ¿De qué manera?
FB - En la cadena de la tecnología está por un lado
la ciencia básica en los orígenes, y hacia el final
está la colocación de los productos en el mercado.
En esa larga cadena en que de ciencia básica pasamos a ciencia
aplicada, a primeras expresiones tecnológicas, a prototipos,
a productos y luego a distribución, estamos ubicados en el
medio, brindamos servicios a empresas de investigación que
nos dicen "Queremos un equipamiento que haga tal y tal cosa".
EC - ¿Por ejemplo?
FB - Un ejemplo importante es una empresa estadounidense, Impulse
Dynamics -que en este momento es uno de nuestros principales clientes--
Ellos diseñaron una nueva terapia para el tratamiento de
la insuficiencia cardíaca. Tomamos contacto con ellos y nos
pidieron que diseñemos un equipo especializado. Incluso en
una primera instancia ni siquiera sabíamos qué hacía
el equipo: firmamos un acuerdo de confidencialidad muy fuerte; sabíamos
qué tipo de onda eléctrica teníamos que generar,
en qué momento, pero no dónde iban colocados los cables
en el implante, ni teníamos conocimiento de las patentes
que estaban protegiendo esa investigación. Desarrollamos
la primera versión del equipo en 1998, luego varias versiones
más; y en este momento, con ese equipo, se está haciendo
ensayos clínicos en humanos en Europa, precisamente en Alemania
e Italia, y se está aplicando para la autorización
para comenzar ensayos clínicos en humanos en Estados Unidos.
Este fue un proceso que nosotros tomamos en 1998. Ellos habían
empezado a trabajar antes; pasamos todas las etapas, desde diseñar
y fabricar un equipo muy grande, que se conectaba externamente a
animales para hacer los experimentos, a tener hoy un equipo implantable,
aplicable para uso humano, que se ha empezado a implantar exitosamente
en Europa y va a continuar en Estados Unidos el año próximo.
EC - Para tener una idea, ¿cuánto cuesta un desarrollo
tecnológico como ése que CCC hizo a pedido de la firma
estadounidense?
FB - Cuesta un millón de dólares por año, eso
es lo que nosotros cobramos. Si a eso le sumamos el costo que ellos
tienen de investigadores, que debe ser unas cinco veces esa cifra,
y lo que pagan por ensayos clínicos en animales, el costo
se dispara varias veces.
En Minneapolis hay una empresa que da servicios para experimentación
aguda en animales; un día animal cuesta U$S 25.000. O sea
que tú llegás de mañana, tenés el animal,
el quirófano, el anestesista, el cirujano, el veterinario
y un día para hacer experimentos; eso cuesta U$S 25.000.
EC - ¿Algún otro ejemplo de desarrollo tecnológico
que haya contratado desde el exterior a CCC Uruguay?
FB - Otro ejemplo es una empresa israelí que se llama BioControl,
que tiene un producto bastante novedoso para el tratamiento de la
incontinencia urinaria. Esa empresa ya tenía su producto
desarrollado, pero no había desarrollado la parte del producto
que era capaz de hablar con el exterior. Es un producto implantable,
bastante sofisticado y programable (se pueden cambiar las características
del dispositivo para daptarlas a cada paciente). Para programarlo,
para cambiarle los parámetros, hay que hablar con el dispositivo
desde afuera; el dispositivo normalmente tiene una bobina y luego
hay una computadora con un conjunto de circuitería especializada
que en la punta tiene otra bobina que establece la posibilidad de
comunicarse. Eso se llama telemetría. A esa empresa le vendimos
el módulo de telemetría: tenemos un protocolo propio
que utilizamos en todos nuestros productos que licenciamos a la
empresa israelí. Eso es típicamente lo que se llama
una venta de IPR, un intellectual property right: nosotros le licenciamos
eso y ellos incorporaron ese pequeño circuito y ese software
que implanta el protocolo a su dispositivo.
***
EC - ¿Por qué una empresa de Estados Unidos o de Israel
viene a encargarles a ustedes un trabajo como ése? Quizás
en el segundo ejemplo, el de la empresa israelí que les compra
una licencia... Pero en el primero, en el que una empresa estadounidense
les pide un desarrollo, ¿por qué a esos ingenieros
uruguayos?
FB - Hay varias etapas. Hoy por hoy nos contrata a nosotros porque
otros antes nos contrataron. La primera pregunta que nos hacen es
qué hemos hecho antes. Hoy tenemos un background, una historia,
vamos a las ferias internacionales con stands, estuvimos en Medical
Devices en Minneapolis el año pasado, estamos tratando de
abrir una empresa en Europa para comercializar este tipo de cosas.
Hoy nos contratan simplemente porque somos pequeños pero
somos un player en ese mundo, en el medio ya nos conocen.
¿Por qué nos contrataron la primera vez? La primera
vez no contrataron un desarrollo muy grande... La anécdota
es interesante: tomaron contacto con nosotros y nos preguntaron
si teníamos algún marcapasos capaz de estimular a
alta frecuencia para utilizar en ensayos con perros. En ese momento
no teníamos y contestamos que no teníamos porque los
marcapasos normales, al contrario, tienen limitada la posibilidad
de ir a alta frecuencia, por definición de diseño,
pero que lo podíamos hacer, que en un par de semanas podíamos
modificar un producto existente y hacerlo. Nos preguntaron el precio
y el plazo; les dimos un muy buen precio y un muy buen plazo. Nos
probaron, nos hicieron un pequeño contrato de algunos miles
de dólares, luego vinieron a visitarnos. Un factor fundamental
en todo este proceso fue que fabricáramos marcapasos, que
pudiéramos mostrar una historia de más de veinte años
para atrás, con un número enorme de pacientes, varios
miles. Podíamos y podemos decir que en nuestra historia tenemos
varios miles de pacientes sin inconvenientes. También fueron
importantísimos el precio y el plazo. Así empezó
el desarrollo, cuando ellos hacen opción por nosotros éramos
muy baratos en el mercado internacional.
EC - ¿Esa era una clave?
FB - Sí.
EC - Si tenían que contratar un equipo de ingenieros en Estados
Unidos o en Europa ¿podían obtener el mismo producto
pero más caro?
FB - Podían obtener el mismo producto. No hay tantas empresas
que se dediquen a lo que nos dedicamos nosotros, estamos en un nicho
muy pequeño. Hay poca oferta y también poca demanda;
no hay muchos grupos de investigación buscando este tipo
de cosas. En esos primeros desarrollos estábamos pagando
el derecho de piso y estábamos dispuestos a pagarlo, por
lo tanto fuimos con precios bajos. Una cosa muy importante fue la
flexibilidad y los plazos. El precio fue importante para que nos
aceptaran la primera prueba: el primer test les salió muy
barato; entonces podían darse el lujo de invertir en unos
tipos desconocidos que tenían un background de un montón
de aparatos implantados. Vinieron a visitarnos, examinaron la fábrica
-nosotros tenemos una política de empresa abierta, en general
a cualquier cliente lo invitamos a visitar la empresa-, vieron que
tenía estándares de calidad adecuados, que había
una historia, un seguimiento, básicamente referido al mercado
local, pero que estaba todo muy prolijamente hecho, y luego tuvimos
plazos muy buenos para la entrega.
EC - ¿Cómo ha pesado la marca Uruguay en ese intento
por salir al mundo? ¿Los ha afectado, positiva o negativamente?
FB - En una primera instancia, negativamente. En el primer contacto
con las dos o tres primeras empresas que tuvieron confianza en nosotros
y nos encargaron los primeros desarrollos, la marca Uruguay era
negativa: teníamos que salir a explicar un montón
de cosas. En este momento la marca Uruguay no nos pesa demasiado
porque tenemos esa historia, no somos "una empresa uruguaya",
somos "aquellos que hicieron el Optimizer para Impulse Dynamics",
los que vendimos el protocolo tal... Tenemos nuestra propia historia.
Una vez que uno pagó el derecho de piso, al inversor global
le importa bastante poco de dónde proviene uno. Hay un fenómeno
muy importante: en el primer mundo se sabe tomar examen. Te toman
el examen, que es muy duro, pero una vez que lo pasas ya está.
Nuestros países no saben tomar exámenes; como en general
no saben tomar examen tecnológico no te lo toman y nunca
lo podés pasar, entonces en lugar de mirar lo que haces miran
de dónde vienes. Al principio parece muy bueno, no me toman
examen, pero si no me lo toman nunca lo paso; en cambio en el primer
mundo te toman exámenes muy fuertes pero, cuando los pasás,
sos uno más.
EC - ¿Usted está diciendo que puede darse el caso
de que a ustedes les resulte más difícil vender aquí
que afuera?
FB - Por supuesto, nosotros no vendemos en Argentina, en Brasil.
Vender en Uruguay nos resulta bastante complicado. Para vender en
Uruguay tenemos que explicar que somos uruguayos, en cambio para
vender en Estados Unidos no. Incluso, para vender en Uruguay nos
resulta un argumento de venta interesante decir que estamos haciendo
estas cosas para empresas de Israel, de Estados Unidos, etcétera.
EC - Además en Uruguay -está implícito en lo
que usted viene diciendo- a la hora de comprar hay una tendencia
a favorecer a una empresa estadounidense o europea por el preconcepto
de que el desarrollo tecnológico está más avanzado
y es más seguro allá.
FB - Por un lado por el preconcepto, y segundo por la incapacidad
y la falta de costumbre de tomar exámenes, de evaluar fuertemente.
No es una cuestión exclusivamente psicológica: tomar
un examen no es fácil, es realmente difícil. Evaluar
a un producto, a una empresa, es realmente difícil; es más
cómodo no evaluarla y decir que si viene de Alemania está
todo bien, pero si viene de Argentina... "están acá,
son latinoamericanos...".
EC - ¿Cómo juegan las certificaciones de calidad en
esto?
FB - La certificación de calidad es un paso importantísimo
para zafar del efecto Uruguay, o el efecto Sur.
EC - ¿Por qué?
FB - Por es una objetivación de la calidad que uno tiene.
Por ejemplo, en este momento no estamos vendiendo en Argentina.
Para lograrlo tenemos que pasar por un engorrosísimo proceso
de certificación en Argentina o validar en Europa. Si conseguimos
la marca CE podemos entrar en Argentina, o sea que el camino más
corto de Montevideo a Buenos Aires pasa por Madrid. En muchos ámbitos
(no en nuestro caso, pero en otras empresas tecnológicas),
el camino más corto de Montevideo a Montevideo pasa por Europa
o Estados Unidos. Si una empresa tecnológica uruguaya logra
colocar un producto en el primer mundo va a estar en mucho mejores
condiciones de colocarlo en el propio Uruguay. Muchas veces se podría
dar la paradoja de que se termine comprando un producto uruguayo
con marca internacional. Cuando en Uruguay se implante el primer
dispositivo de Impulse Dynamics, ese dispositivo va a entrar importado
desde Estados Unidos, pero va a haber sido hecho en Uruguay, como
diseñadores y manufacturadores.
EC - Ustedes no solamente diseñan sino que también
construyen sus productos, y por supuesto los venden o pretenden
venderlos, distribuirlos. ¿Qué es lo más difícil,
lo más complicado de llevar a la práctica: el diseño,
la construcción o la distribución?
FB - Es bastante difícil la pregunta. Supongamos que hay
un equipo de fútbol; si tú le preguntás al
golero qué es lo más difícil probablemente
te diga que es hacer goles, jugar de 9, pero si le preguntas al
9 probablemente te diga que lo más difícil es jugar
de golero. Depende de cómo uno se para en la cancha y de
cuál es el rol. Para nosotros lo más difícil,
por lejos, es la distribución. Tratamos de hacer acuerdos
de distribución con otras empresas. Se necesita un capital
muy importante para montar una red de distribución; es muy
caro en aparatos médicos como en cualquier otra clase de
aparatos. Lo que sabemos hacer es diseñar y construir; entonces
para nosotros eso es lo más simple, sabemos hacerlo, nos
sale bien y nos gusta. Distribuir... no sabemos hacerlo, no tenemos
el capital para montar una red de distribución y casi te
diría que -por lo menos a mí personalmente- no nos
gusta.
EC - ¿Qué planes de trabajo concretos tienen para
seguir creciendo en estas líneas que veníamos viendo?
FB - El primer tema es montar una empresa en Europa, concretamente
en Barcelona. Tenemos un acuerdo con el Centro Nacional de Microelectrónica
de España, que tiene una empresa subsidiaria que se llama
D+T, dedicada a tecnología, propiedad del Centro y en parte
de empresas trasnacionales como Lucent y Alcatel. Estamos firmando
un acuerdo, un joint venture con D+T para instalar una empresa con
sede en Barcelona, que se llama I2M, Innovation Industry Microtechnology.
Tenemos la folletería casi aprobada, estamos firmando los
estatutos y acomodando todo el problema legal, vamos a hacer el
lanzamiento en el mes de enero. La idea es que esa empresa venda
desarrollos hechos por nosotros en cooperación con D+T, que
tiene sus propias áreas de especialización; es una
empresa de comercialización que va a dar servicios a CCC
y D+T para vender proyectos en Europa. En particular, esa nueva
empresa logró la categoría de "Europractice";
ser una empresa "Europractice" tiene algunas ventajas
para la venta de productos en Europa.
La otra línea de trabajo es incrementar nuestra presencia
en Estados Unidos y Canadá. En ese sentido en octubre participamos
en la exposición Medical Design & Manufacturer, donde
pusimos un stand e hicimos nuestra primera experiencia. Aprendimos
muchísimo: teníamos el stand más feo de toda
la exposición, para la próxima aspiramos a tener un
stand normal, estándar, no el más feo. Esas son nuestras
dos líneas de trabajo: ampliar nuestra presencia en Europa
y Estados Unidos.
EC - Más de una vez en la entrevista yo dije "los ingenieros
de CCC"; aclaro que también hay médicos, sobre
todo cardiólogos en el equipo. ¿Cómo está
integrado el equipo de CCC?
FB - En este momento somos 42 personas; en el Departamento de Ingeniería
propiamente hay un equipo de unos 12 ingenieros, más cuatro
técnicos que dan apoyo en la parte electrónica; después
hay un Departamento de Aseguramiento de la Calidad, muy importante;
después están Producción y Administración.
El presidente de la empresa es el profesor Fiandra y tenemos una
relación muy estrecha con el Instituto Nacional de Cirugía
Cardíaca, en general los médicos del instituto nos
dicen qué tipo de producto quieren que desarrollemos.
------------------
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
|
|