19.12.2001

 



A pesar de su imagen, el Parlamento uruguayo es altamente productivo

El Poder Ejecutivo envía muchos proyectos, pero sería nefasto que el Parlamento fuera una especie de máquina de levantar la mano ante las iniciativas de la coalición de gobierno, como sucede en los regímenes parlamentarios. Politólogos Jorge Lanzaro y Daniel Chasquetti (Instituto de Ciencia Política, Universidad de la República).


EN PERSPECTIVA
Martes 18.12.01, 09.02.


EMILIANO COTELO:
La opinión pública lo critica por su presunta falta de actividad, pero resulta que el Parlamento sale muy bien parado de un estudio sobre la eficiencia de la producción legislativa elaborado por el Instituto de Ciencia Política (ICP) de la Universidad de la República. Un dato, nada más: desde 1985 al 2000, o sea en 15 años, el Poder Legislativo de nuestro país aprobó 1.500 leyes: 100 por año, ocho por mes, una cada cuatro días.

Sobre estas y otras conclusiones les proponemos el diálogo con los politólogos Jorge Lanzaro y Daniel Chasquetti, el primero de ellos coordinador de estos trabajos. Comencemos por ubicar los objetivos y el origen de este estudio.

JORGE LANZARO:
Es un convenio de cooperación entre la Universidad, el ICP, la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes. Es una iniciativa interesante, porque a partir de ella se puede hacer un estudio con la cooperación de los servicios correspondientes del Parlamento de la producción legislativa en el período 1985-2000, que va a ser actualizado periódicamente. De hecho, ya está avanzado el estudio del período 2000-2001, es decir los primeros dos años correspondientes al ejercicio del presidente Batlle, que está cerrando este mes de diciembre y será presentado el año que viene.

Es un estudio que, sin perjuicio de algunos trabajos que hubo en el ICP de avance sobre el tema, es la primera vez que se hace en el país. En otros países hay estudios importantes en la materia, más o menos extensos, más o menos actuales; en los países vecinos ocurre esto en forma consistente. Con este estudio nosotros nos ponemos en carrera con un tema muy importante.

Más allá de las conclusiones concretas que tú destacabas, la primera cosa a mencionar es el hecho de que en el sistema político uruguayo, en la democracia uruguaya, los procesos de gobierno y la producción política pasan por una ecuación de poderes, de relaciones institucionales entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento de manera consistente. Esto ha sido así para los grandes capítulos de la agenda política del país desde 1985 en adelante. En primer lugar, todas las leyes, todos los actos legislativos y de gobierno que requirió la reinstitucionalización de la democracia, la reconsolidación de los procesos democráticos después de 1985, y también -lo que es muy importante- para todos los procesos de reforma estructural que se han venido dando a partir de ese momento. Es una cosa que ocurre en otros países, pero no necesariamente en algunos países de América latina, ni siquiera en todos los países europeos: muchos de los procesos de reforma se han llevado a cabo o bien por decreto, por mecanismos de urgencia o por mecanismos de by-pass del proceso parlamentario, con sufrimiento para la calidad de la democracia y para la calidad de las reformas. Esa famosa eficiencia que se adjudica a la forma relativamente rápida y concentrada en que supuestamente podría actuar el Ejecutivo (aunque no siempre es así).

En cambio, se achaca al Parlamento su lentitud, su morosidad. Esa destilería más pausada, que corresponde a la estructura misma del Parlamento, hace que curiosamente lo que parece "ineficiente" en realidad es más eficiente. Los procesos de reforma estructural, la reforma de las empresas públicas, la reforma del Estado en Uruguay muestran una mayor cautela, un mayor procesamiento, mejores productos desde el punto de vista de la calidad de las reformas y desde el punto de vista de la consistencia política, del margen acotado de discrepancias e importante de consensos que recaban.

Si comparamos, por poner el mal ejemplo de Argentina, las reformas que se hechas en ese país, a veces a los manotazos, no dan este resultado. Este es un balance que hay que tener en cuenta cuando se piensa en el Parlamento como una institución lenta, ineficiente, deliberativa, con mucha gente. En realidad, justamente esa composición plural, su condición de deliberativa, de lugar de debates, de contradicciones, de encuentro de opiniones diferentes y de búsqueda de acuerdo o simplemente de votaciones que reflejen la discrepancia, es una pieza fundamental de la democracia y también una pieza fundamental para los procesos de reforma. Claro que a muchos les gustaría ir más rápido; de ahí la idea de inoperancia, de bloqueo del Parlamento, que este informe contradice bastante.

EC - El trabajo se centra en una de las funciones del Parlamento, la de legislar. No abarca las otras funciones igualmente relevantes y que en conjunto muestran la efectiva densidad del desempeño y la legitimidad de las Cámaras como cuerpos primarios del sistema democrático. El estudio no abarca el control y la fiscalización del Poder Ejecutivo y otros organismos estatales, el debate público, la investigación y pronunciamientos sobre temas de interés general y relevancia social ni la función como representación política. Se concentra en la tarea legislativa.

Daniel Chasquetti, ¿cómo se analizó la producción legislativa?

DANIEL CHASQUETTI:
En primer lugar, hicimos un análisis de tipo cuantitativo para tener una idea aproximada de cuántos proyectos de ley fueron procesadas en estos 15 años de democracia. De allí la cifra que sobrepasa las 1.500 leyes.

En segundo lugar, siendo conscientes de que no todas las leyes tienen el mismo valor para el sistema político, se procedió a aplicar un "índice de importancia política" que ya habíamos estado testeando previamente, y tratamos de determinar cuáles son los niveles de calidad del sistema política, cuáles son los niveles de calidad de la producción legislativa. Tratamos de inferir ciertos patrones de comportamiento, por ejemplo saber si a lo largo de las tres legislaturas existe algún tipo de comportamiento que se vaya reiterando. Y lo encontramos: pudimos observar que el Parlamento uruguayo es bastante más productivo en los primeros años y decrece en las características de las leyes que va aprobando a medida que se acerca el final de los mandatos. Esto no quiere decir que sobre el final de los mandatos no apruebe legislación: aprueba mucha pero de menor importancia política. Si uno toma como importancia política lo que podría ser la agenda del gobierno, aquellos temas ligados al programa de gobierno del presidente electo, lo que se observa es que buena parte de ese paquete se aprueba en los primeros años y luego, a medida que se avanza en el tiempo, ese tipo de legislación cae, se deja de aprobar.

JL - Aquí juegan dos elementos: uno que tiene que ver con el propio ciclo político: la idea de que al principio del período el gobierno trata de aprobar sus grandes productos, sus grandes piezas de gobierno, entre ellos el presupuesto que es el plan de gobierno indicativo del quinquenio, y las piezas más importantes de su programa de trabajo. Luego hay un proceso que se centra más en la implementación, en el procesamiento de las reformas, de las innovaciones, de las propuestas que están sancionadas en ley.

Esto desde el punto de vista de la lógica gubernamental; desde el punto de vista de la lógica parlamentaria y de la lógica de los partidos políticos. De hecho, al principio hay un período de mayor entendimiento entre los partidos, particularmente entre los que han ido formando coaliciones y luego, hacia el final del período, hay una menor confluencia política e incluso una mayor atención de ciertas demandas internas de los propios partidos o que responden a inquietudes de la sociedad civil, de los departamentos del interior, de distintos agentes. Hay una especie de giro hacia otro tipo de productos legales hacia promediar el fin del período. Es interesante porque eso marca una suerte de ciclo de producción que se reitera en cada quinquenio de gobierno.

EC - Ustedes midieron también la efectividad del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo en materia de iniciativas de ley sancionadas en los tres períodos. ¿Cómo es esto? ¿Cómo se mide la efectividad de cada uno de los poderes, cómo se las compara?

DCh - Hay dos formas de medir: una sería tomar el total de las leyes que se aprueba y observar quiénes las iniciaron, qué porcentaje inició el Poder Ejecutivo y qué porcentaje el Poder Legislativo. La otra tiene que ver con lo que podríamos llamar tasa de eficacia en el sentido de que el Poder Ejecutivo puede presentar un número determinado de proyectos, de los cuales solamente una porción es finalmente aprobada o transformada en ley.

O sea que en principio hay dos formas: una es tomar el Poder Ejecutivo, ver cuál es su nivel de incidencia en el total de la legislación aprobada; el segundo es tomar todos los proyectos presentados por el Poder Ejecutivo y ver cuántos finalmente se transformaron en ley. Nosotros desarrollamos los dos cálculos y establecimos un promedio; vemos que el nivel de eficacia del Poder Ejecutivo es bastante superior al del Poder Legislativo.

JL - Aquí hay un punto importante a distinguir. En esta medición hay que tener en cuenta dos cosas: esta mayor iniciativa del Poder Ejecutivo no es para nada un resultado sorpresivo...

EC - Hay numerosas materias en las cuales el Poder Ejecutivo tiene iniciativa privativa.

JL - El primer elemento es constitucional: en un proceso sostenido, la Constitución ha ido haciendo áreas de reserva del Poder Ejecutivo, tanto en lo que tiene que ver con la iniciativa de ciertas propuestas como con la discrecionalidad del Parlamento para modificar las propuestas del Ejecutivo. No es un proceso nuevo, viene de los años 20, 30. Ni es un proceso solamente uruguayo: es universal, general: los Parlamentos han visto restringida su capacidad de iniciativa y su discrecionalidad, sobre todo en materia de gastos, fiscal, impositiva. En el caso uruguayo viene de la Constitución de 1934 y ha sido ampliado permanentemente en las constituciones sucesivas.

El segundo elemento es la asimetría también en cuanto a recursos institucionales efectivos. El Poder Ejecutivo, el Estado, tiene una serie de aparatos de gobierno, una serie de recursos, de acumulaciones técnicas, financieras, de capacidad de gestión, que le permiten ser el centro de proyección gubernamental, el centro del pensum en el gobierno. El Poder Legislativo lo tiene mucho menos, y lamentablemente ha tenido cierta demora en dotarse de recursos más apropiados a las exigencias que hoy se le plantean. Hay una asimetría institucional muy importante, jurídica y de recursos institucionales. Por esa razón hay que hacer la medición tomando en cuenta estos elementos; por eso el informe distingue iniciativa del Poder Ejecutivo en aquellos casos en que ésta efectivamente es privativa de ese poder, e iniciativa en los casos en que podría ser de cualquiera de los poderes.

Lo que interesaría aquí, e incluso en un estudio a más largo plazo, sería estudiar la capacidad proactiva, la capacidad de reacción del Legislativo, las formas en que éste responde a esa lluvia de iniciativas del Poder Ejecutivo. Todavía no hemos hecho ese estudio; lo hemos propuesto al Parlamento como complemento para hacer en el próximo año, pero hay algunos elementos que son indicativos. Una pista puede ser el tiempo de tratamiento de los proyectos. El tiempo de tratamiento de los proyectos ha ido aumentado quinquenio a quinquenio. Eso se da en forma paralela a la construcción de coaliciones de gobierno cada vez más consistentes.

EC - Hay una contradicción.

JL - Hay una especie de contrapunto: a una coalición de gobierno más consistente, a mayor apoyo parlamentario, supuestamente mayor facilidad para la aprobación de leyes. El hecho de que lleve más tiempo puede estar queriendo decir lo que todos sabemos por los medios de prensa y la discusión pública: aun en casos como éste en que hay coalición de gobierno, el proceso parlamentario no es un mero acto de homologación de decisiones tomadas afuera del recinto parlamentario por los líderes partidarios que están afuera, por los propios representantes de los partidos en el Poder Ejecutivo, sino que hay una destilería parlamentaria importante, negociaciones dentro de los partidos...

EC - Tú enfatizas esa característica como un dato saludable.

JL - Absolutamente positivo. Sería pésimo, nefasto que el Parlamento fuera una especie de máquina de levantar la mano ante las iniciativas del Poder Ejecutivo o de la coalición de gobierno, como sucede en los regímenes parlamentarios.

EC - Vamos a los números. El proceso de tramitación de las leyes más importantes aprobadas por el Parlamento en estos 15 años es, en promedio, de 277 días. Estamos hablando de un promedio. ¿Cómo ha ido dándose en el correr de estos períodos?

DCh - Es un promedio global de los 15 años. Sin embargo, tomando legislatura por legislatura, encontramos que en la primera tenía un promedio de 238 días. Estamos midiendo solamente lo que consideramos leyes de alta importancia, que son 111 que fueron aprobadas durante los 15 años. Es algo así como una muestra de los productos legislativos más importantes.

EC - En la primera legislatura, en el período 1985-1990...

DCh - ...el promedio es de 238 días. Luego, ese promedio sube a 254 y en la legislatura 1995-1999 -dominada por la coalición Sanguinetti-Volonté- sube a 351 días. El hecho de que haya coaliciones más sólidas, de que haya alianzas de gobierno más estables no quiere decir que el Parlamento procese con mayor velocidad las iniciativas.

De todas maneras también habría que decir que el promedio de tramitación va creciendo a medida que avanza el período de gobierno. Esto ocurre por una cuestión de organización del trabajo: el primer año es siempre más eficiente, el nuevo Parlamento arranca sin trabajo y entonces comienzan a ser presentados los proyectos, que son aprobados con celeridad. Cada año que va pasando el Parlamento va acumulando un número muy alto de proyectos, lo que dificulta el trabajo y de alguna manera va elevando el número de días que un proyecto tarda en ser tramitado y transformarse definitivamente en ley.

EC - En este estudio del ICP también se midió el desempeño de los partidos en términos de iniciativa legislativa y de disciplina a la hora de votar. ¿Cuáles son las conclusiones?

DCh - El desempeño de los partidos está fuertemente condicionado por el desempeño del Parlamento como cuerpo. Si ya a la hora de analizar, de revisar frente a frente cómo se comportan Poder Legislativo y Poder Ejecutivo, estamos diciendo que el Poder Ejecutivo casi duplica el número de leyes que inicia, los partidos están inmersos en esa situación.

De todas maneras se puede decir que, de los tres grandes partidos, el que tuvo el mejor desempeño en materia de iniciativas de legislación fue el Partido Nacional.

EC - ¿Qué quiere decir esto? ¿Es el que presentó más proyectos?

DCh - En este caso coincide: es el partido que presentó más proyectos, pero también el que logró que más proyectos fueran aprobados. Los estudios sobre la iniciativa legislativa pueden ser un poco arbitrarios: hay que recordar que una cosa es proponer y otra es aprobar. Hay todo un proceso donde opera una serie de variables; podemos tener un partido político que presente muchísimos proyectos pero que finalmente no logre imponer ninguno.

JL - Eso es lo que de alguna manera muestra el ciclo de propuestas del Frente Amplio. Este partido larga en 1985 con una alta tasa de propuestas y luego va bajando muy en picada, lo que creo que tiene que ver con el hecho de que los legisladores del FA se han concentrado en determinados proyectos que pueden tener andamiento y saben que otros, que para ellos pueden tener una importancia grande o una orientación política afín no van a encontrar eco en las bancadas parlamentarias de los otros partidos. Hay una especie de autorregulación, de ahorro de propuestas que parece razonable.

Por otra parte hay que ver los comportamientos que tienen que ver con la capacidad de cada partido en relación con el gobierno y la forma en que se va procesando las leyes. Este es otro capítulo que nos queda pendiente: en algunos casos la iniciativa está formalizada, identificada como propuesta de determinado número de legisladores de tal bancada, de tal partido, pero de ahí en más hay una serie de leyes producto de iniciativas convergentes y de negociaciones previas, incluso en el Ejecutivo y dentro del Parlamento. Eventualmente puede ser muy difícil asignar, a determinada ley, una paternidad tan estricta por parte de uno u otro partido. En todo caso se podría decir que pertenece a la coalición de gobierno o al conjunto de partidos que apoya a la coalición.

Sería muy interesante procesar este elemento con una investigación complementaria en lo que tiene que ver con el comportamiento de las bancadas, con la relación efectiva con el gobierno y con el trabajo en las comisiones, que son laboratorios importantes en este sentido: sin perjuicio de lo que pasa en el recinto parlamentario, hay mucho trabajo en las comisiones. Queda mucho por investigar al respecto, aunque algunos elementos surgen del estudio.

EC - ¿Algún dato en ese sentido?

DCh - Dos datos. Uno es lo que decíamos del Partido Nacional: hay una especie de tendencia sostenida en el tiempo a presentar muchos proyectos de ley, y una buena porción de ellos se transforma finalmente en el ley. Una segunda característica que encontramos que el Partido Colorado se presenta como bastante irregular: cuando está en el gobierno tiene un desempeño bastante más productivo que cuando está en la oposición, lo cual es bien llamativo.

Finalmente tenemos el caso del FA, que tiene una primera legislatura de 1985 a 1990 con muy importante capacidad de presentación de proyectos de ley y de lograr que algunos se transformen en normas. Luego tuvo una caída sostenida en el tiempo. Mientras la bancada de legisladores del FA aumenta con el paso del tiempo, su rendimiento en cuanto a presentación de proyectos va decayendo. Tratamos de buscar algún tipo de respuesta a este fenómeno; hay que investigarlo más, pero puede ser explicado por el hecho de que un partido político que está en la oposición tiene menores posibilidades de imponer sus puntos de vista, sus proyectos de ley. Tal vez sea más beneficioso para los legisladores del FA tratar de modificar pequeños artículos de la legislación propuesta por otros partidos o por el Poder Ejecutivo, que estar presentando sus propios proyectos de ley para que sean desechados de plano. Es el problema de las oposiciones en el mundo. Jorge hablaba hoy de los regímenes parlamentarios, donde la oposición ha dejado prácticamente de presentar proyectos de ley porque la probabilidad de poder imponer alguno...

JL - Espera la propuesta del gobierno y trata de modificarla.

En cuanto al último punto importante que tú señalabas tiene que ver con la disciplina partidaria. Comparando a los partidos uruguayos con otros de América Latina, particularmente del Cono Sur, los tres aparecen en un alto lugar en el ranking. Es un elemento importante que está medido en dos instancias: tanto en lo que respecta a la instancia de sanción de las leyes como a la de comportamiento de los partidos en el momento en el momento de votar los levantamientos de los vetos presidenciales, que son dos disciplinas relativamente diferentes.

Es interesante ver cómo los partidos tienden a votar en bloque (quizás el partido que ha tenido el comportamiento más indisciplinado ha sido el Partido Nacional). También es cierto que eso depende mucho de los márgenes de maniobra; para los partidos tradicionales, en la medida que se ha ido estrechando su representación parlamentaria de manera importante a favor de la representación parlamentaria de la izquierda, los márgenes de disciplina se hacen mucho más exigentes; la posibilidad de que alguien vote por su libre criterio y no se atenga a la rigurosidad de la disciplina parlamentaria se puede llegar a penalizar más, y a considerar en términos mucho más dificultosos, porque los votos se cuentan en forma muy justa, cada vez más justa, y un apartamiento de la disciplina sería flagrante.

Lo mismo ocurre del lado del FA, que ha entrado en experiencias de voto dividido, pero relativamente escuetas. En general, en las grandes instancias, en relación a los productos más importantes tiende a alinearse. No obstante hay algunas excepciones, como en el trámite de la ley de Ancap, donde hubo una notoria diferencia de opinión dentro de la fuerza política que sin embargo no se tradujo en indisciplina parlamentaria, sino que todos votaron de acuerdo a la posición mayoritaria del partido.

Es una cuestión que está planteada de aquí en adelante para las formas que adquieran el gobierno y la oposición, según quién esté en el gobierno y en la oposición; si va a haber intersticios donde se pueda encontrar franjas de indisciplina, como se los encontró en el caso del Partido Nacional durante la presidencia de Lacalle.

EC - Estas son algunas de las conclusiones, repasadas a vuelo de pájaro, del estudio de la producción legislativa en el período 1985-2000. Estamos hablando de una publicación de unas 150 páginas. ¿Es una publicación accesible, puede adquirirse?

FL - Va a haber un banco de datos en el Parlamento, porque esto forma parte de un banco de datos que cargaremos en el Servicio de Informática parlamentario, y por supuesto el documento como tal estará prontamente en el sitio web del Parlamento y en el del ICP.

Nota relacionada:
El desafío de la modernización parlamentaria.
Entrevista con el politólogo Jorge Lanzaro (En Perspectiva, 15.11.01
)

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón






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