19.02.2002

 


LA IZQUIERDA Y LA POLÍTICA ECONÓMICA DEL GOBIERNO

Astori: sería "un tremendo error" solamente esperar a que los vecinos se estabilicen

¿Cómo se para la izquierda frente a un posible acuerdo de libre comercio con Estados Unidos? ¿Cuáles son las alternativas al ajuste fiscal propuesto por el gobierno y criticado por el Frente Amplio que lo acusa de "recesivo"? Danilo Astori, senador de Asamblea Uruguay, compartió la apertura del mercado estadounidense si supone el inicio de una serie de contactos en otras zonas. Además, opinó, no es incompatible con el Mercosur sino que fortalece la posición de Uruguay en la región. El economista sí planteó profundas diferencias con el paquete de políticas internas propuesto por el gobierno. En ese sentido, no ve "posibilidades de abrir la discusión".

EN PERSPECTIVA
Martes 19.02.02, Hora 8.46.

EMILIANO COTELO:
Vamos a dialogar con el senador Danilo Astori, líder de Asamblea Uruguay, integrante del Frente Amplio (FA).

Astori, tenemos unos cuantos temas para conversar con usted porque el arranque de este año ha sido particularmente pautado por lo económico-financiero-empresarial, todo ello con un debate político muy intenso. La situación argentina, que estalló sobre fines del año pasado, tendría este tipo de repercusiones, aunque evidentemente también estamos atravesando problemas exclusivamente nuestros.

Empecemos a recorrerlos desde su óptica. En primer término, ¿cómo observa el paso que dio el presidente Jorge Batlle la semana pasada en Washington, al poner en marcha un proceso que podría conducir a un acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos?

DANILO ASTORI:
Más allá de la forma concreta que asuma en la práctica, que puede ser ésa u otra -me refiero al tratado de libre comercio-, son herramientas concretas y posibilidades de acuerdos comerciales que en este momento considero como una necesidad estratégica del país. Lo considero así porque el bloque regional, al que pertenecemos y tendremos que seguir perteneciendo y defendiendo, que es el Mercosur, atraviesa circunstancias sumamente críticas, que afectan particularmente a las economías pequeñas. La posibilidad de que estas últimas abran nuevas perspectivas comerciales, en este caso en Estados Unidos, pero también en el este asiático, en China, en la Unión Europea, en mercados africanos -por nombrar simplemente otras alternativas- es absolutamente fundamental. Tengo entendido que el presidente proyecta profundizar la presencia del país y sus posibilidades comerciales también en esos otros ámbitos regionales de intercambio comercial, lo que me parece absolutamente fundamental. Creo que el paso que se está dando con relación a Estados Unidos y los mercados del norte será tanto más importante cuanto integre una estrategia de apertura multilateral de posibilidades, de apertura múltiple de posibilidades.

EC - ¿La posición que está expresando es suya o del FA? ¿El FA ha debatido a propósito de estos caminos que ha trazado el presidente Batlle desde la campaña electoral y, sobre todo, desde que asumió como presidente?

DA - Es una buena pregunta. Comienzo por aclarar que es mi opinión personal. En estas circunstancias no hemos tenido un debate para tomar una posición orgánica. En el pasado hubo pronunciamientos ocasionales ante manifestaciones del presidente de la República, hubo manifestaciones parlamentarias. Recuerdo que el año pasado se convocó al canciller para preguntarle acerca de cuál sería el camino que tomaría el país ante a manifestaciones un tanto contradictorias entre la Presidencia de la República y la cancillería. Pero quiero señalar que las circunstancias que se vivían el año pasado son muy distintas de las que se están viviendo hoy, precisamente por los hechos que sobrevinieron en los últimos meses, que agudizaron otros que ya estaban presentes.

EC - Pero falta un debate en el FA sobre este tema, que es polémico.

DA - Sí.

EC - Después le cito algunos comentarios que publicó ayer el economista Daniel Olesker, muy críticos respecto de un eventual acuerdo con Estados Unidos. Ayer, a la salida de la reunión de la Mesa Política, el vicepresidente del FA, Jorge Brovetto, fue consultado sobre este mismo asunto y dijo: "Sobre eso hay una posición clara del Encuentro Progresista-Frente Amplio de apoyo crítico al Mercosur. Todas las medidas que se tome que pongan en peligro el Mercosur, son equivocadas".

DA - Ahí hay dos apreciaciones muy importantes. La primera, correctísima, es que el FA tiene una posición de congreso sobre el Mercosur, una posición elaborada al máximo nivel de decisión interno, y la tiene desde 1991. Es decir que esa postura del FA sobre el Mercosur tiene la misma edad que el Mercosur. Todavía tengo muy presentes los debates, muy profundos, que tuvimos para llegar a esa posición, que no fue unánime, hubo que discutir mucho. De modo que comparto totalmente lo señalado.

El otro tema es discutible. ¿Esto le hace daño al Mercosur o no? Uno tiene que ponerse a pensar y discutir todas las circunstancias que le han hecho daño al Mercosur en los últimos tiempos y si sólo le pueden hacer daño algunas economías y otras no. Podríamos discutir si le han hecho daño las políticas cambiarias brasileña y argentina y la explosión final de esta última. Si le han hecho daño o no todas las medidas de Cavallo de 2001. La discusión es interminable, pero la pregunta es: una economía pequeña y vulnerable como la de Uruguay, que se ha visto notoriamente perjudicada por los avatares que tuvieron que enfrentar las grandes economías, ¿tiene que quedarse pasiva esperando ver lo que ocurre con las economías grandes, mientras el sufrimiento aquí es cada vez mayor y además criticamos al gobierno por las medidas que toma internamente? ¿O, en cambio, salimos a buscar nuevas alternativas de colocación de nuestra producción y de comercio? Para mí hay una sola respuesta a esta pregunta. Además, lejos de perjudicar al Mercosur, estoy convencido de que esto fortalece la posición política de Uruguay en el bloque y le permite defender mejor sus posturas, que han sido siempre de una adhesión total al mismo.

EC - Usted dice que mejora la posición política de Uruguay dentro del Mercosur.

DA - Por supuesto que sí. Lo presenta como una economía pequeña y vulnerable pero con alternativas. Fortalece todas las posturas que Uruguay defienda dentro del Mercosur y al mismo tiempo aligera los lazos de dependencia notorios que tenemos respecto de las economías grandes. Hay que adoptar posturas muy claras: no se puede decir un día que el Mercosur nos trajo dependencia de Argentina y Brasil y luego criticar medidas que tienden a aligerar esa dependencia desde una supuesta postura de defensa del bloque. Es contradictorio.

EC - Desde el punto de vista formal hay un problema, porque existe la resolución número 32 del Mercosur, de junio de 2000, que señala:

"Art. 1 - Reafirmar el compromiso de los Estados Partes del MERCOSUR de negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias.

Art. 2 - A partir del 30 de junio de 2001, los Estados Partes no podrán firmar nuevos acuerdos preferenciales o acordar nuevas preferencias comerciales en acuerdos vigentes en el marco de ALADI, que no hayan sido negociados por el MERCOSUR".

El embajador Botafogo Gonçalves, que ahora es el embajador brasileño en Buenos Aires, recordó esta disposición. Pero usted dice que tantas otras disposiciones del Mercosur han entrado en entredicho últimamente, que ésta puede ser otra.

DA - Vamos a hacer varios comentarios, el primero es precisamente ése y recordar la larga lista de violaciones del espíritu y la letra del Mercosur en que han incurrido Brasil y Argentina durante los últimos años, ya no durante los años de la crisis sino desde muchísimo antes. Recuérdese cuando el presidente Fernando Hernique Cardoso, que ha tenido muchos vaivenes en esto -ahora está fuertemente en contra de cualquier acuerdo con Estados Unidos-, aludía a la necesidad de que Brasil tomara contacto individualmente con los países de la Comunidad Andina, por ejemplo. Pero no vamos a hacer una larga lista porque estoy seguro de todos los oyentes saben que esto es verdad.

El segundo comentario es que si un país, como Uruguay ahora, logra avances y progresos -ojalá los logre- en la apertura de nuevos mercados en otras regiones del mundo eso no es en absoluto incompatible con que en el día de mañana, cuando el Mercosur se estabilice nuevamente, asuma colectivamente la negociación con esos ámbitos. ¿Por qué creer que lo que Uruguay y Chile avancen hoy -queremos a Chile dentro, no fuera del Mercosur, en esto hay una posición unánime- resulta un obstáculo para que luego el bloque colectivamente, con ese mismo ámbito comercial, realice sus acuerdos? Al contrario, creo que desde muchos puntos de vista puede considerarse que estos países que han avanzado, Chile antes y Uruguay un poco atrasado, pueden abrir nuevos senderos de vinculación comercial. No sólo no lo considero incompatible sino que considero que es ganar tiempo. Uruguay no puede bajar los brazos y decir: "Señores, vamos a bajar los brazos y esperar que Brasil y Argentina solucionen todos sus problemas, que Argentina recupere la capacidad de compra que ha perdido respecto de los bienes y servicios uruguayos, que Brasil no nos perjudique más con su inestabilidad cambiaria". Entonces nosotros, en defensa del Mercosur, no hacemos absolutamente nada en espera de lo que pueda venir. Sería un tremendo error nacional.

***

EC - Para redondear este capítulo y recoger el ambiente que hay dentro del propio FA, que tiene visiones distintas en torno a un eventual acuerdo bilateral con Estados Unidos, le cito algunos argumentos que esgrimió ayer, en una columna en el diario La República, el economista Daniel Olesker. Opinó que discrepaba radicalmente con la visión de que Uruguay depende de ese acuerdo y de que habrá más trabajo si el país lo logra. Olesker manejó tres razones básicas: la primera porque un acuerdo de libre comercio con un país externo al Mercosur es incompatible con éste; la segunda "porque un acuerdo de libre comercio supone poner en igualdad de condiciones de competencia los productos de ambos países y entonces los beneficios para un país dependen de su capacidad productiva y a nadie le puede quedar duda de que la productividad es muy superior en Estados Unidos que en Uruguay y de que, por ende, los más beneficiados van a ser los productos norteamericanos para ingresar a Uruguay, que los uruguayos para ingresar en aquel país". Y la tercera: "si es verdad lo anterior, la estrategia de las empresas uruguayas para acceder a esos mercados será reducir costos y como no hay anunciada ninguna medida de reducción de costos financieros o de tarifas, el camino será bajar salarios y flexibilizar derechos laborales".

DA - Recuerdo lo que señalé antes: veremos cuál es la herramienta concreta, a través de la cual se profundiza este acuerdo comercial. Puede ser un tratado de libre comercio o no, puede ser un tratado de libre comercio global o genéricamente considerado, puede ser un tratado de libre comercio sobre algunos rubros previamente elegidos. Se ha designado una comisión de comercio e inversiones para intentar definir los detalles de la herramienta pero el argumento de las diferencias en los niveles de productividad, de que eso beneficia al más productivo, de que no hay una política de disminución de costos, no vale sólo para un intento de apertura comercial con Estados Unidos, vale para el comercio de Uruguay con gran parte del mundo. Entonces ¿qué debemos concluir de este análisis? ¿Que Uruguay sólo debe comerciar con países de bajo nivel de productividad y negarse a comerciar con países de alto nivel? ¿Debemos concluir que hasta que no haya una política económica interna de ayuda a la reducción de costos, Uruguay no tiene que hacer intentos por vender más? En cuanto al hecho de que un aumento comercial no genera mayor cantidad de puestos de trabajo, sinceramente no puedo compartirlo.

Creo que vender más significa producir más, y producir más, dependiendo del sector de la economía de que se trate, significa crear trabajo e inversiones. No se puede producir más sin invertir y sin generar puestos de trabajo. Sencillamente es imposible. Entonces no veo cómo Uruguay podría incrementar su comercio exportador, no sólo con Estados Unidos sino con cualquier otro país, si no invierte, crece y crea puestos de trabajo. Naturalmente, algunos sectores crean más puestos de trabajo que otros, depende de lo que se venda, pero creo que todo incremento de las exportaciones debería en este momento ser absolutamente bienvenido para Uruguay. No desprecio el mercado interno, el pequeño mercado interno que tenemos, pero digo que el sector de crecimiento dinámico para que el país crezca es el exportador. Por otra parte no tenemos un país especializado en rubros de consumo interno y de exportación, el país produce simultáneamente para el mercado interno y para la exportación prácticamente los mismos tipos de bienes. Repasemos todos los rubros de exportación del país, empezando por los principales, a parte de los servicios: carne, arroz, lácteos... Son rubros de consumo interno y de exportación. Enfatizo lo siguiente: ese tipo de argumento no es válido -suponiendo que fuera cierto- sólo para un intercambio comercial con Estados Unidos. De creerse en él, de aplicarse y demostrarse que es cierto, valdría para cualquier intercambio comercial.

EC - De todos modos son argumentos que existen, dentro del propio FA hay reticencias, discrepancias o directamente rechazo a caminos como éste e incluso el del ALCA.

DA - Son argumentos que existen, que respeto mucho, pero que no comparto.

EC - Ayer, cuando entrevistábamos al economista Aldo Lema, uruguayo radicado en Chile que analizaba la forma en que el país trasandino ha negociado su propio acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, destacaba como un factor muy relevante el hecho de que la posición chilena a favor de ese camino es muy sólida y sin fisuras, al punto en la instancia de negociación -realizada en Santiago de Chile- la dirigencia de la Confederación Única de Trabajadores realizaron un fuerte lobby en favor de acuerdo. Además han viajado comisiones de parlamentarios integradas por el oficialismo y la oposición a Washington. ¿No está faltando en Uruguay un debate que lleve a un consenso en torno a estas estrategias?

DA - Es un aspecto absolutamente decisivo, importante, es lo que contribuye a definir un tema como una cuestión de Estado. Esta es una cuestión de Estado. Volviendo al punto anterior, recuerdo que cuando discutimos el Mercosur y al mismo tiempo durante su vigencia, en momentos de crisis del bloque regional como la de agosto de 1994, enfatizamos muchísimo la necesidad de que todo el exterior -en este caso el interior del bloque- nos viera como un país muy unido en la defensa del Mercosur y, sobre todo, de las posturas que Uruguay enarbolaba como parte fundamental del proyecto, enfrentando a veces a Brasil, a veces a Argentina y a veces a los dos juntos, como ocurrió en agosto de 1994.

EC - Esa es una asignatura pendiente en estos nuevos caminos.

DA - En estos nuevos caminos no hemos definido, como país, una postura clara. Vamos a entendernos: la responsabilidad no es sólo de la oposición. Hace un par de minutos recordábamos la convocatoria al canciller Didier Opertti. El motivo de la convocatoria eran declaraciones muy contradictorias del propio presidente de la República, que también tuvo mucho vaivén en todo este tema. Recuerdo que atravesó épocas de apoyo ferviente al Mercosur, luego de apoyo a la negociación unilateral con otros bloques y otros países, luego volvió al tema del Mercosur, pero no había una línea gubernamental clara desde este punto de vista. O sea que también hay responsabilidad del gobierno.

Naturalmente, la oposición no ha discutido como debería, entonces hoy nos está faltando tener una posición como país, tener claro que esto no puede ni debe comprometer al bloque del Mercosur, sino que hay que hacerlo en el sentido de reforzarlo y tener una posición muy unida de respaldo a lo que está intentando el gobierno en un momento muy difícil para Uruguay.

***

EC - Está sobre la mesa el paquete de "responsabilidad fiscal", como lo ha llamado la coalición de gobierno, con detalles que todavía falta definir, porque desde el Partido Nacional se ha planteado una serie de objeciones, sobre todo al capítulo impuestos. Pero lo cierto es que ayer la Mesa Política del FA reafirmó su rechazo a las medidas y llamó a una concertación, con inclusión del Poder Ejecutivo si éste está dispuesto a cambiar la política económica. ¿Cuál debe ser la forma de encarar esta crisis que tiene hoy nuestro país y que en uno de sus componentes más dramáticos incluye el fiscal, aunque no es sólo ése ya que estamos entrando en el cuarto año de recesión?

DA - Creo que todo lo que estuvimos conversando hasta ahora, en esta entrevista, debería ser incluido en esta reflexión. Me parece que desde el punto de vista de la política exterior del país, la estrategia es precisamente intentar abrir nuevas posibilidades.

EC - En eso usted está de acuerdo con el gobierno.

DA - En eso estamos totalmente de acuerdo. Agrego que ya adelanté: no hay que circunscribirse a los mercados del hemisferio norte -Estados Unidos y su entorno comercial-, hay que realizar esta política de apertura intensamente con destinos múltiples. Más allá de las herramientas concretas con que se pueda realizar cada uno de los intentos de apertura en la práctica, Uruguay debe tener hoy una agresiva política de apertura comercial respecto de otras regiones del mundo.

EC - Una precisión: ¿qué dice a propósito de la crítica que señala que estas negociaciones con Estados Unidos son, por ahora, nada más que un globo inflado porque un acuerdo bilateral demora varios años en realizarse y quizás más todavía en producir efectos?

DA - Es muy probable que eso sea cierto. Reitero: depende de la herramienta concreta que se elija. En la medida en que Uruguay concrete, por ejemplo, a partir del mes de agosto, mes en el que se cumple un año de la erradicación de la aftosa con vacunación, y de acuerdo con disposiciones en vigencia en Estados Unidos, un incremento significativo de negocios de carne y lácteos a ese país, podremos ver los resultados este año, en el último trimestre. Eso para Uruguay es vital. Repito lo que dije antes: son puestos de trabajo, mayor ingreso para el país, mayores posibilidades de dinámica económica interna, mayor movimiento en lo que genéricamente llamamos nivel de actividad. Sólo pueden esperarse resultados positivos.

EC - Por un lado usted habla de una política agresiva de comercio exterior y captación de inversiones.

DA - Sin quedarse quieto esperando ver qué pasa en la región, porque a la región pertenecemos, vamos a seguir perteneciendo, nadie es un defensor más convencido del Mercosur que yo en estos 10 años. Estoy absolutamente convencido de que es uno de los mayores aciertos estratégicos de la política exterior uruguaya, pero en este momento tenemos que abrir nuevas posibilidades. Esa es una parte fundamental de la actitud que el gobierno uruguayo debería adoptar ante una situación de crisis como la que vivimos.

EC - ¿Y en lo interno?

DA - Las discrepancias son muy fuertes, comienzan con toda la actitud que alimenta luego las medidas que se toman y las que no se toman. Cuando digo "actitud" me refiero una vez más a este razonamiento: tenemos un problema fiscal grave, estamos ingresando en el cuarto año consecutivo de desequilibrio fuerte en nuestras cuentas, situación absolutamente incomparable en nuestra historia contemporánea, por duración y por intensidad. No tuvimos una situación tan grave en los años de la apertura democrática.

EC - La cosa ha llegado a un punto tal que una calificadora de riesgo, Standard & Poor's (S&P) le quitó a Uruguay el investment grade.

DA - Exactamente, nos bajó un escalón que, sin perjuicio de que es sólo un escalón, va a tener consecuencias en el costo y el acceso al crédito del país.

EC - ¿Cómo hacemos para salir de ese pantano?

DA - Ese problema fiscal tiene causas. Creo que las diferencias con el gobierno comienzan en la identificación de esas causas. Nosotros sostenemos que el factor causal fundamental de ese desequilibrio fiscal es la situación por la que atraviesa la producción nacional. En estas circunstancias, con un desequilibrio fiscal alimentado fundamentalmente por la situación muy depresiva que vive la producción -ya no tenemos que hablar de recesión sino de una profunda depresión, porque el producto ha venido cayendo durante tres años consecutivos y estamos entrando en el cuarto, en el que puede volver a ocurrir eso y seguramente va a ocurrir-, esta situación de efectos negativos tiene como consecuencia una identificación muy clara como el principal factor causal.

EC - Ese es el principal factor, ¿cómo se soluciona?

DA - Si nosotros creemos que con una reducción indiscriminada del gasto, a la que le veo poco nivel de selectividad, y un incremento impositivo más diseñado por las posibilidades de recaudación que por su efecto sobre la economía en su conjunto, en particular sobre la producción, cometeremos un error muy grave.

EC - Es prácticamente lo mismo que dice S&P en su comunicado.

DA - Creo que S&P señala, al menos por el lado de los impuestos, lo mismo que señalamos nosotros. S&P cree que esta propuesta impositiva del gobierno es recesiva. Esto es: profundizará la recesión porque agravará los factores que le quitan dinámica a la economía del país.

EC - ¿Cuál es la alternativa? ¿Se puede ajustar sin aumentar la presión tributaria?

DA - Justamente, la alternativa debería apuntar a incrementar la recaudación sin incrementar la presión fiscal, sin modificar la muy mala estructura tributaria que tenemos, dicho sea de paso. Eso se logra de una sola manera: incrementando el nivel de actividad. No hay otra posibilidad.

EC - Parece claro que el gobierno necesita efectos urgentes, porque van pasando los meses, ya corrió febrero y el ajuste todavía no tiene forma, no ha sido aprobado, ya van dos meses del año y hay que acomodar los números del conjunto de 2002. ¿Se puede tomar medidas que reactiven la producción y tengan efecto suficientemente rápido como para que 2002 termine con un déficit de 2,5% del producto y no de 4%, 4,5%?

DA - Antes quiero decir que también en este caso, sobre todo si se compartiera que el principal factor del déficit fiscal es la situación productiva, deberíamos adoptar una política llamada gradualista comúnmente en el país y no pretender borrar de un plumazo, en un año, el desequilibrio fiscal que hace cuatro está vigente. No lo hicimos antes, creo que se cometió muchos errores en los últimos tres años y medio -algunos de los cuales tuvimos oportunidad de comentar en este lapso en esta mesa-, y no se puede pretender ahora, en seis meses o un año, volver abruptamente al equilibrio fiscal.

EC - ¿Usted no se propondría siquiera llegar al 2,5% del producto?

DA - No creo que sea una cifra inalcanzable ni mucho menos, hago este comentario porque Uruguay ahora tiene que proceder gradualmente, si es que se comparte nuestro diagnóstico.

EC - Proceder gradualmente implica sumar más deuda a la que ya tenemos, que es alta.

DA - Vamos paso a paso. En las propuestas de reducción del gasto que se está terminando de elaborar -tengo entendido que se seguirá "rascando" en la bolsa del gasto para seguir reduciéndolo- hay muchas medidas compartibles. Se puede llegar a un volumen de 200, 250 millones de dólares de reducción. Tengo la impresión de que con un poco más de selectividad se podría seguir logrando un ahorro superior, sobre todo repasando todo el sector público -me refiero al gobierno central, empresas públicas, gobiernos departamentales- y ajustando todo tipo de situaciones que impliquen privilegios, prebendas que aún hay en vigencia en el país. Se ha hablado mucho de la flota de vehículos automotores; hay otros aspectos sobre los que también se puede aplicar la tijera con profundidad. Ese es un primer paso.

EC - Seguramente no va a alcanzar.

DA - Seguramente no va a alcanzar para llegar al 2,5%, pero es un primer paso. Luego hay que aprovechar recursos que puedan quedar liberados con estas medidas de reducción del gasto para arriesgar y poner en prácticas medidas que desde el campo fiscal apuntalen la reactivación productiva, que es lo que el gobierno se niega a hacer.

EC - ¿En qué tipo de medidas está pensando?

DA - Estoy pensando en primer lugar en una que ya mencioné: medidas de reducción del costo que la propia conducción económica implica para la producción: costo fiscal -por ejemplo en tarifas de servicios públicos, renunciar a incrementar la presión impositiva que se está proyectando- y costos financieros -por ejemplo los niveles de algunas tasas de interés. El gobierno señala estar haciendo un esfuerzo en materia de prefinanciación de exportaciones, que yo creo que habría que profundizar. Este es un primer capítulo.

Un segundo capítulo es que Uruguay hoy tiene que poner en práctica un régimen más ambicioso de devolución de impuestos a la exportación, entre otras cosas para hacer posible el acceso a ciertos mercados de Estados Unidos en niveles de competitividad adecuados si se concreta la iniciativa del presidente Batlle. Por ejemplo, en el rubro vestimenta, aun cuando el presidente logre su objetivo de abrir el mercado de Estados Unidos para ese sector, en un primer momento -que puede ser de un par de años- el acceso de este sector al mercado de ese país como lo tuvo antes, va a requerir apoyo. Entre otras cosas para localizar la producción en ese mercado, para instalarla y permitirle que después pelee con sus propias armas. Es también un ejemplo práctico de lo que estoy señalando como medida de estímulo a la producción.

Las medidas de apertura de mercados van a tener que ser complementadas con medidas internas muy firmes de lucha contra la competencia desleal. El gobierno parece decidido incluso a utilizar la herramienta arancelaria para librar esta lucha, que comparto.

Finalmente, no sólo no tenemos que meter tijera, como se está haciendo ahora en forma bastante indiscriminada, sino apuntalar un programa de inversión pública, absolutamente fundamental en el impulso al nivel de actividad.

EC - El Herrerismo le está reclamando al gobierno que deje sin efecto los recortes previstos en las inversiones de Transporte y Obras Públicas y de Vivienda.

DA - Ahí tenemos muchas coincidencias con el Partido Nacional, tendríamos que sentarnos a ver la lista de inversiones. Pero aparte de ésas, con las cuales puedo estar de acuerdo, hay inversiones en infraestructura absolutamente imprescindibles para el país y directamente vinculadas con la reactivación productiva. Por ejemplo: las centrales de generación de energía eléctrica a gas. Aquí podemos trabajar con diversos mecanismos que financien la inversión con recursos privados, no del sector público, a través de dos vías: los mecanismos de concesión de obra pública, que ahora hay que poner en práctica, y la utilización de una parte de los fondos acumulados por las AFAP. Ayer leíamos la cantidad de efectos negativos que se puede producir a partir de la decisión de S&P respecto de los inversores institucionales en bonos uruguayos, que dejen de comprar porque institucionalmente están obligados a tener bonos de un país con grado de inversión. Entre esos inversores institucionales hay muchos fondos de pensión de otros países, de administradoras de ahorro previsional como las uruguayas, que invierten en el exterior y financian, entre otras cosas, inversiones públicas de otros países. La pregunta es por qué nosotros, con nuestros fondos de pensión, que ya han superado los 1.000 millones de dólares, no podemos dedicar, digamos una quinta parte, con las garantías necesarias que haya que tener para que financien un programa de inversión pública absolutamente fundamental. De esto el gobierno no habla, no plantea nada, no sugiere siquiera una discusión. Tenemos entonces un conjunto de ejemplos de medidas alternativas que el gobierno rechaza por incremento del gasto, ése es el argumento.

EC - Algunos de ellos implican incrementar el gasto.

DA - Sin duda. Pero otros no.

EC - ¿Usted ha hecho al menos un número grueso de cuál será el resultado de un mix de medidas como el que ha estado citado? ¿Con qué déficit terminaríamos el año si vamos por el camino que usted propone?

DA - Creo que es absolutamente compatible con una reducción del déficit, incluso al 2,5%.

EC - ¿Usted rechaza todos los impuestos que se están proponiendo o acepta algunos? Por ejemplo, ¿acepta el adicional del IRP a los sueldos públicos más altos?

DA - Por supuesto. Ésa es una herramienta que no sólo deberíamos discutir, sino proyectar con mayor profundidad. Tenemos que considerar la posibilidad de que los altos salarios privados también contribuyan. No comparto la afirmación de que no hay que gravar los altos salarios privados porque el sector privado ya hizo el ajuste.

EC - El argumento básico era que el adicional al IRP de los salarios públicos sería el equivalente a un recorte de sueldos, como hubo en el sector privado. Allí hubo fuertes recortes de sueldos.

DA - Claro. Primero voy a completar la respuesta anterior. Me parece que el sector privado hizo un ajuste importantísimo durante todos estos años y a la fuerza; pero no comparto que los altos sueldos privados signifiquen una situación de ajuste en ese sector, porque me parece absolutamente injusto, e incluso perjudicial para el país, que se grave con mucho peso a los altos salarios públicos, no se haga lo mismo con los privados y el sector público quede en una situación de absoluta falta de competencia en la circunstancia de cuadros profesionales absolutamente fundamentales para su conducción. Si gravamos con mucha intensidad solamente los salarios públicos, la consecuencia será que el sector público perderá sus cuadros más valiosos a manos del sector privado.

EC - ¿Hay margen para discutir estas cosas? Por ahora la negociación es Partido Colorado-Partido Nacional.

DA - Vamos a empezar a verlo en la tarde de hoy, para cuando está citada la Comisión de Hacienda para analizar este tema. No sé con qué posición vendrán los diferentes integrantes de la coalición de gobierno. A partir de allí veremos si se abre posibilidades de negociación.

Tengo claro que con este espíritu todo el planteo merece nuestro rechazo, en el sentido de que no compartimos la visión en la que se asienta. Pero si hubiera una especie de alternativa en la que algunos cambios en la propuesta impositiva y de reducción del gasto se combinaran con medidas de reactivación productiva creo que hay posibilidades de discutir. El problema es que veo al gobierno bastante cerrado, inflexiblemente cerrado en sus posturas, no veo posibilidades de abrir un margen de discusión.

Danilo Astori (AU-EP): la presentación de la política económica del nuevo gobierno fue "bastante decepcionante". Entrevista del 3 de setiembre de 2000.

Senador Danilo Astori: "Los anuncios dan una cifra de unos U$S700 millones. O no piensan cumplirlos y es demagogia, o habrá un panorama fiscal insostenible". Entrevista del 24 de noviembre de 1999.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe



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