LA
IZQUIERDA Y LA POLÍTICA ECONÓMICA
DEL GOBIERNO
Astori:
sería "un tremendo error"
solamente esperar a que los vecinos se estabilicen
¿Cómo
se para la izquierda frente a un posible acuerdo
de libre comercio con Estados Unidos? ¿Cuáles
son las alternativas al ajuste fiscal propuesto
por el gobierno y criticado por el Frente Amplio
que lo acusa de "recesivo"? Danilo
Astori, senador de Asamblea Uruguay, compartió
la apertura del mercado estadounidense si supone
el inicio de una serie de contactos en otras
zonas. Además, opinó, no es incompatible
con el Mercosur sino que fortalece la posición
de Uruguay en la región. El economista
sí planteó profundas diferencias
con el paquete de políticas internas
propuesto por el gobierno. En ese sentido,
no ve "posibilidades de abrir la discusión".
EN PERSPECTIVA
Martes 19.02.02, Hora 8.46.
EMILIANO COTELO:
Vamos a dialogar con el senador Danilo Astori,
líder de Asamblea Uruguay, integrante
del Frente Amplio (FA).
Astori, tenemos unos cuantos temas para conversar
con usted porque el arranque de este año
ha sido particularmente pautado por lo económico-financiero-empresarial,
todo ello con un debate político muy
intenso. La situación argentina, que
estalló sobre fines del año pasado,
tendría este tipo de repercusiones,
aunque evidentemente también estamos
atravesando problemas exclusivamente nuestros.
Empecemos a recorrerlos desde su óptica.
En primer término, ¿cómo
observa el paso que dio el presidente Jorge
Batlle la semana pasada en Washington, al poner
en marcha un proceso que podría conducir
a un acuerdo bilateral de libre comercio con
Estados Unidos?
DANILO ASTORI:
Más allá de la forma concreta
que asuma en la práctica, que puede
ser ésa u otra -me refiero al tratado
de libre comercio-, son herramientas concretas
y posibilidades de acuerdos comerciales que
en este momento considero como una necesidad
estratégica del país. Lo considero
así porque el bloque regional, al que
pertenecemos y tendremos que seguir perteneciendo
y defendiendo, que es el Mercosur, atraviesa
circunstancias sumamente críticas, que
afectan particularmente a las economías
pequeñas. La posibilidad de que estas
últimas abran nuevas perspectivas comerciales,
en este caso en Estados Unidos, pero también
en el este asiático, en China, en la
Unión Europea, en mercados africanos
-por nombrar simplemente otras alternativas-
es absolutamente fundamental. Tengo entendido
que el presidente proyecta profundizar la presencia
del país y sus posibilidades comerciales
también en esos otros ámbitos
regionales de intercambio comercial, lo que
me parece absolutamente fundamental. Creo que
el paso que se está dando con relación
a Estados Unidos y los mercados del norte será
tanto más importante cuanto integre
una estrategia de apertura multilateral de
posibilidades, de apertura múltiple
de posibilidades.
EC - ¿La posición que está
expresando es suya o del FA? ¿El FA
ha debatido a propósito de estos caminos
que ha trazado el presidente Batlle desde la
campaña electoral y, sobre todo, desde
que asumió como presidente?
DA
- Es una buena pregunta. Comienzo por aclarar
que es mi opinión personal. En estas
circunstancias no hemos tenido un debate para
tomar una posición orgánica.
En el pasado hubo pronunciamientos ocasionales
ante manifestaciones del presidente de la República,
hubo manifestaciones parlamentarias. Recuerdo
que el año pasado se convocó
al canciller para preguntarle acerca de cuál
sería el camino que tomaría el
país ante a manifestaciones un tanto
contradictorias entre la Presidencia de la
República y la cancillería. Pero
quiero señalar que las circunstancias
que se vivían el año pasado son
muy distintas de las que se están viviendo
hoy, precisamente por los hechos que sobrevinieron
en los últimos meses, que agudizaron
otros que ya estaban presentes.
EC - Pero falta un debate en el FA sobre este
tema, que es polémico.
DA - Sí.
EC - Después le cito algunos comentarios
que publicó ayer el economista Daniel
Olesker, muy críticos respecto de un
eventual acuerdo con Estados Unidos. Ayer,
a la salida de la reunión de la Mesa
Política, el vicepresidente del FA,
Jorge Brovetto, fue consultado sobre este mismo
asunto y dijo: "Sobre eso hay una posición
clara del Encuentro Progresista-Frente Amplio
de apoyo crítico al Mercosur. Todas
las medidas que se tome que pongan en peligro
el Mercosur, son equivocadas".
DA - Ahí hay dos apreciaciones muy importantes.
La primera, correctísima, es que el
FA tiene una posición de congreso sobre
el Mercosur, una posición elaborada
al máximo nivel de decisión interno,
y la tiene desde 1991. Es decir que esa postura
del FA sobre el Mercosur tiene la misma edad
que el Mercosur. Todavía tengo muy presentes
los debates, muy profundos, que tuvimos para
llegar a esa posición, que no fue unánime,
hubo que discutir mucho. De modo que comparto
totalmente lo señalado.
El otro tema es discutible. ¿Esto le hace
daño al Mercosur o no? Uno tiene que
ponerse a pensar y discutir todas las circunstancias
que le han hecho daño al Mercosur en
los últimos tiempos y si sólo
le pueden hacer daño algunas economías
y otras no. Podríamos discutir si le
han hecho daño las políticas
cambiarias brasileña y argentina y la
explosión final de esta última.
Si le han hecho daño o no todas las
medidas de Cavallo de 2001. La discusión
es interminable, pero la pregunta es: una economía
pequeña y vulnerable como la de Uruguay,
que se ha visto notoriamente perjudicada por
los avatares que tuvieron que enfrentar las
grandes economías, ¿tiene que
quedarse pasiva esperando ver lo que ocurre
con las economías grandes, mientras
el sufrimiento aquí es cada vez mayor
y además criticamos al gobierno por
las medidas que toma internamente? ¿O,
en cambio, salimos a buscar nuevas alternativas
de colocación de nuestra producción
y de comercio? Para mí hay una sola
respuesta a esta pregunta. Además, lejos
de perjudicar al Mercosur, estoy convencido
de que esto fortalece la posición política
de Uruguay en el bloque y le permite defender
mejor sus posturas, que han sido siempre de
una adhesión total al mismo.
EC - Usted dice que mejora la posición
política de Uruguay dentro del Mercosur.
DA - Por supuesto que sí. Lo presenta
como una economía pequeña y vulnerable
pero con alternativas. Fortalece todas las
posturas que Uruguay defienda dentro del Mercosur
y al mismo tiempo aligera los lazos de dependencia
notorios que tenemos respecto de las economías
grandes. Hay que adoptar posturas muy claras:
no se puede decir un día que el Mercosur
nos trajo dependencia de Argentina y Brasil
y luego criticar medidas que tienden a aligerar
esa dependencia desde una supuesta postura
de defensa del bloque. Es contradictorio.
EC - Desde el punto de vista formal hay un problema,
porque existe la resolución
número 32 del Mercosur, de
junio de 2000, que señala:
"Art. 1 - Reafirmar el compromiso
de los Estados Partes del MERCOSUR de negociar
en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial
con terceros países o agrupaciones de
países extrazona en los cuales se otorguen
preferencias arancelarias.
Art. 2 - A partir del 30 de junio
de 2001, los Estados Partes no podrán
firmar nuevos acuerdos preferenciales o acordar
nuevas preferencias comerciales en acuerdos
vigentes en el marco de ALADI, que no hayan
sido negociados por el MERCOSUR".
El embajador Botafogo Gonçalves, que ahora
es el embajador brasileño en Buenos
Aires, recordó esta disposición.
Pero usted dice que tantas otras disposiciones
del Mercosur han entrado en entredicho últimamente,
que ésta puede ser otra.
DA - Vamos a hacer varios comentarios, el primero
es precisamente ése y recordar la larga
lista de violaciones del espíritu y
la letra del Mercosur en que han incurrido
Brasil y Argentina durante los últimos
años, ya no durante los años
de la crisis sino desde muchísimo antes.
Recuérdese cuando el presidente Fernando
Hernique Cardoso, que ha tenido muchos vaivenes
en esto -ahora está fuertemente en contra
de cualquier acuerdo con Estados Unidos-, aludía
a la necesidad de que Brasil tomara contacto
individualmente con los países de la
Comunidad Andina, por ejemplo. Pero no vamos
a hacer una larga lista porque estoy seguro
de todos los oyentes saben que esto es verdad.
El segundo comentario es que si un país,
como Uruguay ahora, logra avances y progresos
-ojalá los logre- en la apertura de
nuevos mercados en otras regiones del mundo
eso no es en absoluto incompatible con que
en el día de mañana, cuando el
Mercosur se estabilice nuevamente, asuma colectivamente
la negociación con esos ámbitos.
¿Por qué creer que lo que Uruguay
y Chile avancen hoy -queremos a Chile dentro,
no fuera del Mercosur, en esto hay una posición
unánime- resulta un obstáculo
para que luego el bloque colectivamente, con
ese mismo ámbito comercial, realice
sus acuerdos? Al contrario, creo que desde
muchos puntos de vista puede considerarse que
estos países que han avanzado, Chile
antes y Uruguay un poco atrasado, pueden abrir
nuevos senderos de vinculación comercial.
No sólo no lo considero incompatible
sino que considero que es ganar tiempo. Uruguay
no puede bajar los brazos y decir: "Señores,
vamos a bajar los brazos y esperar que Brasil
y Argentina solucionen todos sus problemas,
que Argentina recupere la capacidad de compra
que ha perdido respecto de los bienes y servicios
uruguayos, que Brasil no nos perjudique más
con su inestabilidad cambiaria". Entonces
nosotros, en defensa del Mercosur, no hacemos
absolutamente nada en espera de lo que pueda
venir. Sería un tremendo error nacional.
***
EC - Para redondear este capítulo y recoger
el ambiente que hay dentro del propio FA, que
tiene visiones distintas en torno a un eventual
acuerdo bilateral con Estados Unidos, le cito
algunos argumentos que esgrimió ayer,
en una columna en el diario La República,
el economista Daniel Olesker. Opinó
que discrepaba radicalmente con la visión
de que Uruguay depende de ese acuerdo y de
que habrá más trabajo si el país
lo logra. Olesker manejó tres razones
básicas: la primera porque un acuerdo
de libre comercio con un país externo
al Mercosur es incompatible con éste;
la segunda "porque un acuerdo de libre
comercio supone poner en igualdad de condiciones
de competencia los productos de ambos países
y entonces los beneficios para un país
dependen de su capacidad productiva y a nadie
le puede quedar duda de que la productividad
es muy superior en Estados Unidos que en Uruguay
y de que, por ende, los más beneficiados
van a ser los productos norteamericanos para
ingresar a Uruguay, que los uruguayos para
ingresar en aquel país". Y la tercera:
"si es verdad lo anterior, la estrategia
de las empresas uruguayas para acceder a esos
mercados será reducir costos y como
no hay anunciada ninguna medida de reducción
de costos financieros o de tarifas, el camino
será bajar salarios y flexibilizar derechos
laborales".
DA - Recuerdo lo que señalé antes:
veremos cuál es la herramienta concreta,
a través de la cual se profundiza este
acuerdo comercial. Puede ser un tratado de
libre comercio o no, puede ser un tratado de
libre comercio global o genéricamente
considerado, puede ser un tratado de libre
comercio sobre algunos rubros previamente elegidos.
Se ha designado una comisión de comercio
e inversiones para intentar definir los detalles
de la herramienta pero el argumento de las
diferencias en los niveles de productividad,
de que eso beneficia al más productivo,
de que no hay una política de disminución
de costos, no vale sólo para un intento
de apertura comercial con Estados Unidos, vale
para el comercio de Uruguay con gran parte
del mundo. Entonces ¿qué debemos
concluir de este análisis? ¿Que
Uruguay sólo debe comerciar con países
de bajo nivel de productividad y negarse a
comerciar con países de alto nivel?
¿Debemos concluir que hasta que no haya
una política económica interna
de ayuda a la reducción de costos, Uruguay
no tiene que hacer intentos por vender más?
En cuanto al hecho de que un aumento comercial
no genera mayor cantidad de puestos de trabajo,
sinceramente no puedo compartirlo.
Creo que vender más significa producir
más, y producir más, dependiendo
del sector de la economía de que se
trate, significa crear trabajo e inversiones.
No se puede producir más sin invertir
y sin generar puestos de trabajo. Sencillamente
es imposible. Entonces no veo cómo Uruguay
podría incrementar su comercio exportador,
no sólo con Estados Unidos sino con
cualquier otro país, si no invierte,
crece y crea puestos de trabajo. Naturalmente,
algunos sectores crean más puestos de
trabajo que otros, depende de lo que se venda,
pero creo que todo incremento de las exportaciones
debería en este momento ser absolutamente
bienvenido para Uruguay. No desprecio el mercado
interno, el pequeño mercado interno
que tenemos, pero digo que el sector de crecimiento
dinámico para que el país crezca
es el exportador. Por otra parte no tenemos
un país especializado en rubros de consumo
interno y de exportación, el país
produce simultáneamente para el mercado
interno y para la exportación prácticamente
los mismos tipos de bienes. Repasemos todos
los rubros de exportación del país,
empezando por los principales, a parte de los
servicios: carne, arroz, lácteos...
Son rubros de consumo interno y de exportación.
Enfatizo lo siguiente: ese tipo de argumento
no es válido -suponiendo que fuera cierto-
sólo para un intercambio comercial con
Estados Unidos. De creerse en él, de
aplicarse y demostrarse que es cierto, valdría
para cualquier intercambio comercial.
EC - De todos modos son argumentos que existen,
dentro del propio FA hay reticencias, discrepancias
o directamente rechazo a caminos como éste
e incluso el del ALCA.
DA - Son argumentos que existen, que respeto
mucho, pero que no comparto.
EC - Ayer, cuando entrevistábamos
al economista Aldo Lema, uruguayo radicado en Chile que
analizaba la forma en que el país trasandino ha negociado
su propio acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, destacaba
como un factor muy relevante el hecho de que la posición
chilena a favor de ese camino es muy sólida y sin fisuras,
al punto en la instancia de negociación -realizada en Santiago
de Chile- la dirigencia de la Confederación Única
de Trabajadores realizaron un fuerte lobby en favor de acuerdo.
Además han viajado comisiones de parlamentarios integradas
por el oficialismo y la oposición a Washington. ¿No
está faltando en Uruguay un debate que lleve a un consenso
en torno a estas estrategias?
DA - Es un aspecto absolutamente decisivo, importante,
es lo que contribuye a definir un tema como
una cuestión de Estado. Esta es una
cuestión de Estado. Volviendo al punto
anterior, recuerdo que cuando discutimos el
Mercosur y al mismo tiempo durante su vigencia,
en momentos de crisis del bloque regional como
la de agosto de 1994, enfatizamos muchísimo
la necesidad de que todo el exterior -en este
caso el interior del bloque- nos viera como
un país muy unido en la defensa del
Mercosur y, sobre todo, de las posturas que
Uruguay enarbolaba como parte fundamental del
proyecto, enfrentando a veces a Brasil, a veces
a Argentina y a veces a los dos juntos, como
ocurrió en agosto de 1994.
EC - Esa es una asignatura pendiente en estos
nuevos caminos.
DA
- En estos nuevos caminos no hemos definido,
como país, una postura clara. Vamos
a entendernos: la responsabilidad no es sólo
de la oposición. Hace un par de minutos
recordábamos la convocatoria al canciller
Didier Opertti. El motivo de la convocatoria
eran declaraciones muy contradictorias del
propio presidente de la República, que
también tuvo mucho vaivén en
todo este tema. Recuerdo que atravesó
épocas de apoyo ferviente al Mercosur,
luego de apoyo a la negociación unilateral
con otros bloques y otros países, luego
volvió al tema del Mercosur, pero no
había una línea gubernamental
clara desde este punto de vista. O sea que
también hay responsabilidad del gobierno.
Naturalmente, la oposición no ha discutido
como debería, entonces hoy nos está
faltando tener una posición como país,
tener claro que esto no puede ni debe comprometer
al bloque del Mercosur, sino que hay que hacerlo
en el sentido de reforzarlo y tener una posición
muy unida de respaldo a lo que está
intentando el gobierno en un momento muy difícil
para Uruguay.
***
EC - Está sobre la mesa el paquete de
"responsabilidad fiscal", como lo
ha llamado la coalición de gobierno,
con detalles que todavía falta definir,
porque desde el Partido Nacional se ha planteado
una serie de objeciones, sobre todo al capítulo
impuestos. Pero lo cierto es que ayer la Mesa
Política del FA reafirmó su rechazo
a las medidas y llamó a una concertación,
con inclusión del Poder Ejecutivo si
éste está dispuesto a cambiar
la política económica. ¿Cuál
debe ser la forma de encarar esta crisis que
tiene hoy nuestro país y que en uno
de sus componentes más dramáticos
incluye el fiscal, aunque no es sólo
ése ya que estamos entrando en el cuarto
año de recesión?
DA - Creo que todo lo que estuvimos conversando
hasta ahora, en esta entrevista, debería
ser incluido en esta reflexión. Me parece
que desde el punto de vista de la política
exterior del país, la estrategia es
precisamente intentar abrir nuevas posibilidades.
EC - En eso usted está de acuerdo con
el gobierno.
DA - En eso estamos totalmente de acuerdo. Agrego
que ya adelanté: no hay que circunscribirse
a los mercados del hemisferio norte -Estados
Unidos y su entorno comercial-, hay que realizar
esta política de apertura intensamente
con destinos múltiples. Más allá
de las herramientas concretas con que se pueda
realizar cada uno de los intentos de apertura
en la práctica, Uruguay debe tener hoy
una agresiva política de apertura comercial
respecto de otras regiones del mundo.
EC - Una precisión: ¿qué
dice a propósito de la crítica
que señala que estas negociaciones con
Estados Unidos son, por ahora, nada más
que un globo inflado porque un acuerdo bilateral
demora varios años en realizarse y quizás
más todavía en producir efectos?
DA - Es muy probable que eso sea cierto. Reitero:
depende de la herramienta concreta que se elija.
En la medida en que Uruguay concrete, por ejemplo,
a partir del mes de agosto, mes en el que se
cumple un año de la erradicación
de la aftosa con vacunación, y de acuerdo
con disposiciones en vigencia en Estados Unidos,
un incremento significativo de negocios de
carne y lácteos a ese país, podremos
ver los resultados este año, en el último
trimestre. Eso para Uruguay es vital. Repito
lo que dije antes: son puestos de trabajo,
mayor ingreso para el país, mayores
posibilidades de dinámica económica
interna, mayor movimiento en lo que genéricamente
llamamos nivel de actividad. Sólo pueden
esperarse resultados positivos.
EC - Por un lado usted habla de una política
agresiva de comercio exterior y captación
de inversiones.
DA - Sin quedarse quieto esperando ver qué
pasa en la región, porque a la región
pertenecemos, vamos a seguir perteneciendo,
nadie es un defensor más convencido
del Mercosur que yo en estos 10 años.
Estoy absolutamente convencido de que es uno
de los mayores aciertos estratégicos
de la política exterior uruguaya, pero
en este momento tenemos que abrir nuevas posibilidades.
Esa es una parte fundamental de la actitud
que el gobierno uruguayo debería adoptar
ante una situación de crisis como la
que vivimos.
EC - ¿Y en lo interno?
DA - Las discrepancias son muy fuertes, comienzan
con toda la actitud que alimenta luego las
medidas que se toman y las que no se toman.
Cuando digo "actitud" me refiero
una vez más a este razonamiento: tenemos
un problema fiscal grave, estamos ingresando
en el cuarto año consecutivo de desequilibrio
fuerte en nuestras cuentas, situación
absolutamente incomparable en nuestra historia
contemporánea, por duración y
por intensidad. No tuvimos una situación
tan grave en los años de la apertura
democrática.
EC - La cosa ha llegado a un punto tal que una
calificadora de riesgo, Standard & Poor's
(S&P) le quitó a Uruguay el investment
grade.
DA - Exactamente, nos bajó un escalón
que, sin perjuicio de que es sólo un
escalón, va a tener consecuencias en
el costo y el acceso al crédito del
país.
EC - ¿Cómo hacemos para salir de
ese pantano?
DA - Ese problema fiscal tiene causas. Creo que
las diferencias con el gobierno comienzan en
la identificación de esas causas. Nosotros
sostenemos que el factor causal fundamental
de ese desequilibrio fiscal es la situación
por la que atraviesa la producción nacional.
En estas circunstancias, con un desequilibrio
fiscal alimentado fundamentalmente por la situación
muy depresiva que vive la producción
-ya no tenemos que hablar de recesión
sino de una profunda depresión, porque
el producto ha venido cayendo durante tres
años consecutivos y estamos entrando
en el cuarto, en el que puede volver a ocurrir
eso y seguramente va a ocurrir-, esta situación
de efectos negativos tiene como consecuencia
una identificación muy clara como el
principal factor causal.
EC - Ese es el principal factor, ¿cómo
se soluciona?
DA - Si nosotros creemos que con una reducción
indiscriminada del gasto, a la que le veo poco
nivel de selectividad, y un incremento impositivo
más diseñado por las posibilidades
de recaudación que por su efecto sobre
la economía en su conjunto, en particular
sobre la producción, cometeremos un
error muy grave.
EC - Es prácticamente lo mismo que dice
S&P en su comunicado.
DA - Creo que S&P señala, al menos
por el lado de los impuestos, lo mismo que
señalamos nosotros. S&P cree que
esta propuesta impositiva del gobierno es recesiva.
Esto es: profundizará la recesión
porque agravará los factores que le
quitan dinámica a la economía
del país.
EC - ¿Cuál es la alternativa? ¿Se
puede ajustar sin aumentar la presión
tributaria?
DA - Justamente, la alternativa debería
apuntar a incrementar la recaudación
sin incrementar la presión fiscal, sin
modificar la muy mala estructura tributaria
que tenemos, dicho sea de paso. Eso se logra
de una sola manera: incrementando el nivel
de actividad. No hay otra posibilidad.
EC - Parece claro que el gobierno necesita efectos
urgentes, porque van pasando los meses, ya
corrió febrero y el ajuste todavía
no tiene forma, no ha sido aprobado, ya van
dos meses del año y hay que acomodar
los números del conjunto de 2002. ¿Se
puede tomar medidas que reactiven la producción
y tengan efecto suficientemente rápido
como para que 2002 termine con un déficit
de 2,5% del producto y no de 4%, 4,5%?
DA - Antes quiero decir que también en
este caso, sobre todo si se compartiera que
el principal factor del déficit fiscal
es la situación productiva, deberíamos
adoptar una política llamada gradualista
comúnmente en el país y no pretender
borrar de un plumazo, en un año, el
desequilibrio fiscal que hace cuatro está
vigente. No lo hicimos antes, creo que se cometió
muchos errores en los últimos tres años
y medio -algunos
de los cuales tuvimos oportunidad de comentar
en este lapso en esta mesa-, y no
se puede pretender ahora, en seis meses o un
año, volver abruptamente al equilibrio
fiscal.
EC - ¿Usted no se propondría siquiera
llegar al 2,5% del producto?
DA - No creo que sea una cifra inalcanzable ni
mucho menos, hago este comentario porque Uruguay
ahora tiene que proceder gradualmente, si es
que se comparte nuestro diagnóstico.
EC - Proceder gradualmente implica sumar más
deuda a la que ya tenemos, que es alta.
DA - Vamos paso a paso. En las propuestas de
reducción del gasto que se está
terminando de elaborar -tengo entendido que
se seguirá "rascando" en la
bolsa del gasto para seguir reduciéndolo-
hay muchas medidas compartibles. Se puede llegar
a un volumen de 200, 250 millones de dólares
de reducción. Tengo la impresión
de que con un poco más de selectividad
se podría seguir logrando un ahorro
superior, sobre todo repasando todo el sector
público -me refiero al gobierno central,
empresas públicas, gobiernos departamentales-
y ajustando todo tipo de situaciones que impliquen
privilegios, prebendas que aún hay en
vigencia en el país. Se ha hablado mucho
de la flota de vehículos automotores;
hay otros aspectos sobre los que también
se puede aplicar la tijera con profundidad.
Ese es un primer paso.
EC - Seguramente no va a alcanzar.
DA - Seguramente no va a alcanzar para llegar
al 2,5%, pero es un primer paso. Luego hay
que aprovechar recursos que puedan quedar liberados
con estas medidas de reducción del gasto
para arriesgar y poner en prácticas
medidas que desde el campo fiscal apuntalen
la reactivación productiva, que es lo
que el gobierno se niega a hacer.
EC - ¿En qué tipo de medidas está
pensando?
DA - Estoy pensando en primer lugar en una que
ya mencioné: medidas de reducción
del costo que la propia conducción económica
implica para la producción: costo fiscal
-por ejemplo en tarifas de servicios públicos,
renunciar a incrementar la presión impositiva
que se está proyectando- y costos financieros
-por ejemplo los niveles de algunas tasas de
interés. El gobierno señala estar
haciendo un esfuerzo en materia de prefinanciación
de exportaciones, que yo creo que habría
que profundizar. Este es un primer capítulo.
Un segundo capítulo es que Uruguay hoy
tiene que poner en práctica un régimen
más ambicioso de devolución de
impuestos a la exportación, entre otras
cosas para hacer posible el acceso a ciertos
mercados de Estados Unidos en niveles de competitividad
adecuados si se concreta la iniciativa del
presidente Batlle. Por ejemplo, en el rubro
vestimenta, aun cuando el presidente logre
su objetivo de abrir el mercado de Estados
Unidos para ese sector, en un primer momento
-que puede ser de un par de años- el
acceso de este sector al mercado de ese país
como lo tuvo antes, va a requerir apoyo. Entre
otras cosas para localizar la producción
en ese mercado, para instalarla y permitirle
que después pelee con sus propias armas.
Es también un ejemplo práctico
de lo que estoy señalando como medida
de estímulo a la producción.
Las medidas de apertura de mercados van a tener
que ser complementadas con medidas internas
muy firmes de lucha contra la competencia desleal.
El gobierno parece decidido incluso a utilizar
la herramienta arancelaria para librar esta
lucha, que comparto.
Finalmente, no sólo no tenemos que meter
tijera, como se está haciendo ahora
en forma bastante indiscriminada, sino apuntalar
un programa de inversión pública,
absolutamente fundamental en el impulso al
nivel de actividad.
EC - El Herrerismo le está reclamando
al gobierno que deje sin efecto los recortes
previstos en las inversiones de Transporte
y Obras Públicas y de Vivienda.
DA - Ahí tenemos muchas coincidencias
con el Partido Nacional, tendríamos
que sentarnos a ver la lista de inversiones.
Pero aparte de ésas, con las cuales
puedo estar de acuerdo, hay inversiones en
infraestructura absolutamente imprescindibles
para el país y directamente vinculadas
con la reactivación productiva. Por
ejemplo: las centrales de generación
de energía eléctrica a gas. Aquí
podemos trabajar con diversos mecanismos que
financien la inversión con recursos
privados, no del sector público, a través
de dos vías: los mecanismos de concesión
de obra pública, que ahora hay que poner
en práctica, y la utilización
de una parte de los fondos acumulados por las
AFAP. Ayer leíamos la cantidad de efectos
negativos que se puede producir a partir de
la decisión de S&P respecto de los
inversores institucionales en bonos uruguayos,
que dejen de comprar porque institucionalmente
están obligados a tener bonos de un
país con grado de inversión.
Entre esos inversores institucionales hay muchos
fondos de pensión de otros países,
de administradoras de ahorro previsional como
las uruguayas, que invierten en el exterior
y financian, entre otras cosas, inversiones
públicas de otros países. La
pregunta es por qué nosotros, con nuestros
fondos de pensión, que ya han superado
los 1.000 millones de dólares, no podemos
dedicar, digamos una quinta parte, con las
garantías necesarias que haya que tener
para que financien un programa de inversión
pública absolutamente fundamental. De
esto el gobierno no habla, no plantea nada,
no sugiere siquiera una discusión. Tenemos
entonces un conjunto de ejemplos de medidas
alternativas que el gobierno rechaza por incremento
del gasto, ése es el argumento.
EC - Algunos de ellos implican incrementar el
gasto.
DA - Sin duda. Pero otros no.
EC - ¿Usted ha hecho al menos un número
grueso de cuál será el resultado
de un mix de medidas como el que ha estado
citado? ¿Con qué déficit
terminaríamos el año si vamos
por el camino que usted propone?
DA - Creo que es absolutamente compatible con
una reducción del déficit, incluso
al 2,5%.
EC - ¿Usted rechaza todos los impuestos
que se están proponiendo o acepta algunos?
Por ejemplo, ¿acepta el adicional del
IRP a los sueldos públicos más
altos?
DA - Por supuesto. Ésa es una herramienta
que no sólo deberíamos discutir,
sino proyectar con mayor profundidad. Tenemos
que considerar la posibilidad de que los altos
salarios privados también contribuyan.
No comparto la afirmación de que no
hay que gravar los altos salarios privados
porque el sector privado ya hizo el ajuste.
EC - El argumento básico era que el adicional
al IRP de los salarios públicos sería
el equivalente a un recorte de sueldos, como
hubo en el sector privado. Allí hubo
fuertes recortes de sueldos.
DA - Claro. Primero voy a completar la respuesta
anterior. Me parece que el sector privado hizo
un ajuste importantísimo durante todos
estos años y a la fuerza; pero no comparto
que los altos sueldos privados signifiquen
una situación de ajuste en ese sector,
porque me parece absolutamente injusto, e incluso
perjudicial para el país, que se grave
con mucho peso a los altos salarios públicos,
no se haga lo mismo con los privados y el sector
público quede en una situación
de absoluta falta de competencia en la circunstancia
de cuadros profesionales absolutamente fundamentales
para su conducción. Si gravamos con
mucha intensidad solamente los salarios públicos,
la consecuencia será que el sector público
perderá sus cuadros más valiosos
a manos del sector privado.
EC - ¿Hay margen para discutir estas cosas?
Por ahora la negociación es Partido
Colorado-Partido Nacional.
DA - Vamos a empezar a verlo en la tarde de hoy,
para cuando está citada la Comisión
de Hacienda para analizar este tema. No sé
con qué posición vendrán
los diferentes integrantes de la coalición
de gobierno. A partir de allí veremos
si se abre posibilidades de negociación.
Tengo claro que con este espíritu todo
el planteo merece nuestro rechazo, en el sentido
de que no compartimos la visión en la
que se asienta. Pero si hubiera una especie
de alternativa en la que algunos cambios en
la propuesta impositiva y de reducción
del gasto se combinaran con medidas de reactivación
productiva creo que hay posibilidades de discutir.
El problema es que veo al gobierno bastante
cerrado, inflexiblemente cerrado en sus posturas,
no veo posibilidades de abrir un margen de
discusión.
Danilo
Astori (AU-EP): la presentación de la
política económica del nuevo
gobierno fue "bastante decepcionante".
Entrevista del 3 de setiembre de 2000.
Senador
Danilo Astori: "Los anuncios dan una cifra
de unos U$S700 millones. O no piensan cumplirlos
y es demagogia, o habrá un panorama
fiscal insostenible".
Entrevista del 24 de noviembre de 1999.
------------------
Transcripción: María Lila Ltaif
Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
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