Entrevistas

Castro: legislación anterior contra el maltrato no era "concreta"

La diputada oficialista Nora Castro explicó que el proyecto que prohíbe los malos tratos a los niños y adolescentes "tiende a cambios culturales que se verán dentro de bastante tiempo y que es absolutamente imprescindible que se vayan implementando en la sociedad". Señaló que el golpe como método correctivo está "incrustado" en la sociedad. "Esa violencia ejercida sobre el niño, la niña o el adolescente plantea que se adopte una conducta por temor. Y eso no lleva a la formación de personalidades autónomas, de moral autónoma", afirmó.

(Emitido a las 8.45)

EMILIANO COTELO:
¿Cómo se responde desde el Frente Amplio (FA) a los argumentos del Partido Nacional (PN), que recién expresaba el diputado Gustravo Borsari?

Estamos con la diputada Nora Castro, del Movimiento de Participación Popular.

Usted escuchó a su colega Gustavo Borsari. ¿Qué dice la defensa del proyecto, sobre todo cuando Borsari dice que este texto sobreabunda, que ya existían normas en esta materia en el Código Civil, en el Código Penal, en el Código de la Niñez y la Adolescencia y en la ley de violencia doméstica?

NORA CASTRO:
Ese argumento de que lo que sobreabunda daña, contrariamente a lo que tenemos implantado, parte de una cultura heredada de varios siglos donde los límites absolutamente imprescindibles que tienen que estar presentes en la formación de todos están asociados al castigo y al trato humillante. Ha sido así históricamente, desde la Edad Media, viene de la disciplina que recibían con látigos los monjes en sus espaldas cuando infringían las normas del dogma. Esa cultura de la disciplina asociada con el castigo, que incluye el castigo físico y el psicológico, porque en lo humillante está toda aquella parte de la teoría del ejemplo, con las asimetrías en los saberes y otras asimetrías que ponen al niño, al joven, al adolescente en situación de exposición para la ridiculización. Eso se entendía y se sigue entendiendo como parte de la formación. Se dice que esto que estaba establecido, corregir moderadamente, era una herramienta útil, y que ahora se va a estar a la discrecionalidad de los jueces a la hora de aplicara la ley. ¿Qué es moderadamente? Porque la moderación va muy atada a la subjetividad.

EC - Usted dice que ya la norma del Código Civil, que invocaba el diputado Borsari, también era ambigua cuando decía que los padres tienen la facultad de corregir moderadamente a sus hijos.

NC - Exactamente, porque el propio término moderación no es concreto, está sujeto a las apreciaciones personales, y lo que puede ser moderado para usted de repente no lo es para mí. Cuando se dice –que se dijo también en sala– todos estamos implicados en este tipo de prácticas, porque damos esa palmada y el ejemplo –que se repitió una y otra vez– cuando el nene pone los dedos en el enchufe o tiende a hacerlo, estamos diciendo y reiterando que el mundo adulto en lugar de prevenir la situación va a este tipo de solución.

Yo voy a poner otro ejemplo clásico: cuando el nene empieza a caminar una quita como madre todos los objetos que están a su alcance, no solo para que no los rompa, sino para que no se lastime. Una previene las situaciones. Con los enchufes se debe operar en forma similar, no es que está la palmada a la mano.

En cómo se construye el vínculo, eso es fundamental. Se manejó un argumento muy fuerte en sala, que atenta contra la soberanía de los legisladores. Se dijo que estábamos haciendo "mandados".

EC - Que se estaban cumpliendo mandados de organizaciones internacionales.

NC - De algunas organizaciones internacionales.

EC - Creo que aludía a UNICEF.

NC - Sí. Al final de su exposición, con ese tono que tiene, Pablo dijo: "Uno estaría esperando que mañana hubiera muros pintados ‘Fuera UNICEF’". UNICEF recoge una serie de recomendaciones, y no es porque UNICEF lo pide que lo hacemos acá. Coincidimos con esas recomendaciones. De otro modo, cada inclusión de recomendaciones de los organismos internacionales o cada una de nuestras ratificaciones de protocolos y convenios internacionales son mandados que le estamos haciendo a alguien. Se dice que en Uruguay no se da la situación que se da "en otras repúblicas bananeras".

EC - Quizás sean recomendaciones para países donde no existe normativa en esta materia, que en Uruguay sí existe.

NC - Pero la normativa por sí no modifica las prácticas. De hecho, eso fue comprobado en sala, varios legisladores reconocieron el valor formativo del golpe, no solo de lo que se puede plantear a través del diálogo. Es una práctica que está incrustada, que está metida en nuestra matriz cultural, y se la valida. Esta norma tiende a cambios culturales que se verán dentro de bastante tiempo y que es absolutamente imprescindible que se vayan implementando en la sociedad. La norma por sí sola no lo va a lograr.

EC - ¿Qué dice usted a propósito del riesgo de que esta ley sirva de instrumento a padres que quieran vengarse de sus parejas?

NC - Si yo pensara así, tendría unas dudas profundísimas acerca de la formación profesional de los integrantes del Poder Judicial. Creo en la profesionalidad de los jueces de familia, en este caso, y no creo para nada que estemos ante ese hecho. Además esta norma tiende a formar y a cambiar nuestras cabezas, la suya, la mía, la de Borsari, las de todos, la cabeza del mundo adulto, que es la que tiene que cambiar para modificar esta matriz cultural que asocia la educación en los más amplios términos –no solo en la escuela, sino también en el hogar, en todos los ámbitos– con el golpe. Lo moderamos, pero para mí la moderación puede ser una cosa y para otro puede ser otra, ya vimos que en sala alguien aceptó que una madre diera un fuerte golpe, era válido porque lo había llevado por el buen camino. Personalmente y como sector político y como partido político entiendo que esa violencia ejercida sobre el niño, la niña o el adolescente plantea que se adopte una conducta por temor. Y eso no lleva a la formación de personalidades autónomas, de moral autónoma, que es lo que este país persigue a través de los principios educativos fundamentales sancionados por toda la sociedad.

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Edición: Mauricio Erramuspe