La salvación por la parodia: intrusos semióticos en la campaña
Análisis semiótico de la comunicación política. Con el semiólogo Fernando Andacht.
(emitido a las 10.42 hs.)
EMILIANO COTELO:
El título de hoy: "La salvación por la parodia: intrusos semióticos en la campaña".
FERNANDO ANDACHT:
Tal vez si hablo del título alternativo, que no elegí finalmente porque podía tener un sentido muy peyorativo, negativo, que no lo tiene, pero ahí está la jugada…
EC - ¿Cuál era ese título alternativo?
FA - "Signos parásitos de la campaña". En la Grecia antigua había poca comida, no abundaba, entonces en los banquetes había colados, ya existían, y se los descubría porque en lugar de mezclarse con la gente, se colocaban "para" (al lado) "sitos" (el banquete), se paraban al lado de la mesa y comían todo lo que podían hasta que los echaban.
EC - De ahí viene el término "parásito".
FA - Recién en el siglo XVII lo usa la biología, pero mucho antes era el garronero. Por ejemplo una publicidad que parasita, es decir, es intrusa, porque no es política, se presenta como tal y de ese modo se aprovecha. Es aprovecharse del banquete de signos de otro en este caso. Hablo de una campaña cuyo audio vamos a escuchar y que seguramente muchos oyentes la vieron, tanto en la tele como en afiches, porque cubrió bastante la ciudad y generó un efecto sorpresa que vamos a analizar.
EC - Se vio en televisión, se ha visto en afiches, y antes apareció enigmáticamente con pasacalles. Hubo un momento en el que no se sabía qué cosa era eso que se estaba promocionando, quién era ese candidato que anunciaban aquellos pasacalles.
(Audio spot Salvador Amador.)
"Si amás a tu país, ¡amás a… Salvador Amador!
(Canción.)
(Voz de hombre.) Él cuida a nuestros hijos, a todos da cobijo. En su sangre lleva la piel y un futuro esperanzador.
(Voz de mujer.) Salvador ama el amor, lo celebra cada día, lo construye con sus manos, con esfuerzo y alegría.
¡Con Salvador, cinco años de amor!"
(Fin.)
EC - "Con Salvador, cinco años de amor". Está bueno el eslogan.
FA - Vamos a ir de lleno al mecanismo semiótico, que es fascinante. Uno podría decir que la parodia ya existe, es el carnaval. Exactamente, pero en un sentido histórico hay lo que un especialista ruso, Bajtín, llamó la "cultura de la risa". ¿Qué pasaba en el Carnaval medieval? Que todos los valores ideales, altos, superiores eran invertidos, eran burlados, desacralizados, tirados por el piso, a través del disfraz, la máscara, pero sobre todo del contraste brutal. Y este aviso termina con una frenada brutal y aparece la voz grotesca, feroz, áspera, de Darwin Desbocatti diciendo "Este tipo sí que se lanzó en campaña", cuando en una frenada del camión que lo lleva localizadamente la parodia –porque vemos Pocitos, la Rambla, más o menos donde está el Club Banco República– este Salvador vuela por los aires, viene una risotada y el camionero, que está vestido de camionero, y que tiene además arriba de la radio, por donde sale la voz que interviene y tira por tierra todo ese exceso melifluo, empalagoso rosa y lila –hay verdaderamente un derrame cromático, que es muy interesante, porque esa risotada que sigue, la propaganda, es Paso de los Toros–, un pomelo Paso de los Toros que toma como si fuera un antídoto. Y viene el famoso eslogan: "Cortá con tanta dulzura".
EC - Es la continuación de una serie de avisos del mismo producto. Por ejemplo aquel que había tenido como protagonista al Ruso Pérez.
FA - Ese es el primero, después hay uno con alguien del Cuarteto de Nos.
EC - Hay un momento en que se corta, se plantea un freno violento, hay que cortar con tanta dulzura.
FA - Ahí está. Uno podría sobresimplificar la cosa y decir: ridiculiza, se burla. Sí y no, porque hay dos cosas fascinantes que aparecen con la parodia. Primero, toda la palabra nuestra, la que estamos manejando Emiliano y yo, no es nuestra, nuestro discurso es siempre el del otro, nosotros no hablamos español con acento rioplatense por caprichosos, porque no tenemos más remedio, sino porque lo escuchamos desde que nacimos. Por ejemplo, si alguien le dijera a Emiliano "usted dijo en la entrevista a Mujica", él diría celosamente "yo no dije". Sí tiene un copyright sobre ese discurso, pero esas palabras seguramente derivan de personas que él admira cómo hablan, cómo escriben, porque uno siempre va modelando su palabra en la palabra de otro.
La parodia te matiza, hace la réplica de la palabra con una diferencia, típicamente crítica. Entonces no solo se burla, también regenera. Fijate, pensaba en el fin de semana mirando a los candidatos que el único que aparece con corbata es Salvador Amador, la corbata salió.
EC - La corbata ya fue.
FA - Ya fue. Yo pensaba "¡pobres fabricantes de corbatas!", cuando observaba cómo Mujica tal vez deje como uno de los tantos efectos de su estilo la "descorbatización" del político que hoy se siente demasiado Salvador.
EC - Ya venía de antes, pero con Mujica tuvo un impulso fuerte.
FA - Lo que vuelve la parodia interesante es que le da corporalidad al discurso, lo ves y te choca, es un espejo deformante, pero también regenerador. ¿Cuál es el aspecto de Salvador? Es un mesócrata. En mis trabajos retomo un término de Carlos Real de Azúa, la mesocracia es lo que él analiza para el Uruguay de los años 50, 60, es la medianía ideal, la clase media como medida de todo: no sobresalir, no ser porteño, no ser carioca, ser uruguayamente gris, mesurado.
Este hombre es una mezcla de eso, Salvador, el ficticio y paródico candidato Salvador presidente, lleva un traje gris, pero luego tiene en la solapa una escarapela que es un corazoncito, y ese corazón va a derramarse en cada momento, así como los carteles dicen "Parking para enamorados", "Día de San Valentín, feriado nacional", "Descuento de IVA si estás enamorado", "Licencia para enamorados", "Besódromo", etcétera. Todo eso hace una burla que hace conciencia sobre cómo es el lenguaje político. Yo miraba el contraste este fin de semana entre el discurso de Constanza Moreira y el de Tabaré Vázquez en un festejo del Frente Amplio, que fue retomado a su vez inmediatamente por una parodia en un canal uruguayo donde no solo parodian clips, se hacen comentarios burlones de la campaña de la interna, sino que un propio candidato sale de su acto real –Lacalle Pou en el Palacio Peñarol, muy real y tangible– e ingresa a la autoparodia al lado de los conductores de Bendita TV. Es algo muy rápido.
EC - ¡Las puertitas del señor López!
FA - Parece, ¿verdad?
EC - En esta campaña estamos hablando de algo parecido. Porque se puede pensar que es una parodia al candidato o a los candidatos, pero también es una parodia a la publicidad electoral. Publicistas parodiándose a sí mismos, porque ellos bien saben cómo se hace un jingle de un candidato, y el jingle repite muchas de las fórmulas y muchos de los clichés de los jingles que estamos escuchando o que hemos escuchado.
FA - Exactamente, en la primera columna de este año yo decía que hay algo promiscuo e insólito en la convivencia de propaganda y publicidad, porque la publicidad navega como en su propio medio. Ves a Shakira con el yogur, la pancita, etcétera, y al lado aparece Larrañaga invocando la memoria de Wilson, queda todo muy pegoteado. Y ahí se da esta especie de efecto espejo, con una especie de autorreferencialidad máxima, el discurso se empieza a citar a sí mismo, y esa es la parodia. Es un mecanismo semiótico muy lúcido, porque te obliga a reflexionar sobre cómo convencer a la gente de tomar un refresco o de votar a un candidato y la diferencia tal vez no sea tan grande.
***
EC - Como es su costumbre, Fernando se fue a los archivos. Y lo que trajiste no es un aviso.
FA - No, es algo muy curioso…
EC - Una parodia de otro tipo.
FA - Exactamente, una parodia que empieza como un sketch. Empieza en la tele, dentro, intramuros, pero va saliendo de manera espontánea, de dirigida a espontánea, pasa a la plaza de los Treinta y Tres o de los Bomberos, va creciendo en convocatoria y termina igual que el acto por ejemplo de Lacalle Pou ayer en el Palacio Peñarol lleno.
Lo que quizás no recuerden muchos es que el éxito impresionante del Partido Unificado Tradicional, del putismo 777, con su líder Pinchinatti, termina con un velorio, debe enterrar el éxito, porque… hablé de parásitos, ¿se acuerdan?, no fue casual: esa contracampaña irrita tanto –yo lo llamo un candidato transversal, porque toma de cada campaña los tics, el gesto, el ademán, así como Salvador se lleva las manos al pecho como si el corazón se le saliera de tanto amor, de esa cosa empalagosa que es cortada brutalmente al final, Pinchinatti toma un gesto muy similar al de Raúl Alfonsín en su momento, esa cosa electoral de marketing obvio de tener que elegir un gesto, un signo corporal, lo lleva todo a la clave cómica– que tienen que pararlo. La clase política –no hay un nombre que se pueda decir– pone presión en la empresa que respalda todo eso y hacen un velorio interesantísimo en un programa de Decalegrón…
EC - Porque el personaje Pinchinatti había nacido como un sketch dentro de Decalegrón, protagonizado por Ricardo Espalter. Y fue creciendo de esa manera increíble e inesperada que tú recordabas.
FA - Exacto. Año 89, en la columna pasada decíamos cómo la izquierda se rejuvenece con aquella "Anímese" de la 1001. ¿Ves que no es en broma? Solo podés parodiar lo clásico, lo que ya está fosilizado, cristalizado, no podés parodiar una cosa nueva, porque nadie la conoce. Pero (la parodia) está señalando el fin natural, la vida de ese discurso se acaba, y tiene que ser reemplazado por uno más nuevo, que parezca más auténtico.
(Audio Pinchinatti.)
"(Canción.)
Pinchinatti también tiene madre, Pinchinatti también tiene fe, Pinchinatti es un hijo de pueblo, Pinchinatti trepa, yo lo votaré.
Pinchinatti quiere a todo el mundo, las mujeres suspiran por él (mujer que suspira), y los niños, que también lo quieren, dicen (un niño) 'mi papito se parece a él'."
(Fin.)
EC - Tiene puntos de contacto con el jingle de Salvador.
FA - Yo creo. Pero acá viene lo más interesante para el año 2014, no solo para mostrar una publicidad del presente (la de Salvador Paso de los Toros, que se lanzó en febrero de este año), la del 89, la del putismo, sino la presidencia entera de José Mujica.
¿Qué es la parodia? La parodia se define semióticamente como bivocal, tiene dos voces. Tiene la voz que exagera, distorsiona, se ríe, y otra que es muy fuerte –aquello que es parodiado tiene que estar presente–, la ironía.
Hay un par de figuras literarias muy famosas que representan la parodia en el clásico más clásico del español. ¿Qué te parece el Quijote? Yo lo llamaría el Quijosanchotepanza. Eso sería Mujica, por ejemplo. ¿En qué me baso? Espalter, muy amargado cuando tiene que aceptar la consigna de la empresa de matar a Pinchinatti, de no hacer más actos, de no burlarse más de la clase política –como se decía en aquel entonces–, dice (textual): "En los actos me las arreglaba para decir que cuando sea presidente esta plaza –la de los Bomberos– volverá a ser lo que fue, va a estar iluminada, no habrá ladrones", etcétera.
Ahí mete sus propios anhelos, su utopía. Piensen si no hay mucho, en el éxito impresionante del discurso de Mujica en el mundo sobre todo, de esa mezcla sanchopancesca, lo visceral, la risa, el lenguaje inesperado, el aspecto inesperado de él, que no tiene nada del decoro, de la cosa seria. Habría una especie de autoparodia, de un ser campechano, campesino, pero con ideales altísimos (pienso en el discurso en la ONU, etcétera), como de don Quijote, pero reunidos en uno solo.
El anticipo de José Mujica y su discurso –no importa si es intencional o no– está en ese humilde sketch de Ricardo Espalter en Decalegrón llamado Pinchinatti, que lograba mezclar los ideales de la mesocracia, una cosa muy humilde, deseos muy chicos –volver a ese país de los años 50, supongo, a la época de oro del "como el Uruguay no hay"– a través de la risa, de un personaje paródico.
De nuevo, no es algo muy ligero la parodia, porque nos hace conscientes de la renovación del discurso. Después de un discurso como el de Mujica muy difícil vuelva a encorbatarse la palabra electoral. Muy difícil. Ayer veía a Lacalle Pou en Bendita TV, no solo sin corbata, sino riéndose de su baja estatura, de cómo se arreglaba el pelo, del miedo estético. Todo eso era impensable, porque es el cuerpo.
***
EC - Fernando, el tema de la parodia, el tema del humor en la campaña…
FA - … es algo serio.
EC - … es algo serio, y tiene otras puntas posibles. Porque hasta ahora casi no hemos hablado de cómo la campaña también corre en las redes sociales. Allí podemos probablemente encontrar ejemplos bastante más audaces incluso que algunos que los oyentes puedan estar imaginando.
FA - Sí, sobre todo que hay varias clases de parodias: está la parodia positiva que simplemente hace que reflexiones sobre los mecanismos para convencer que tiene hoy todo lo audiovisual. Eso en las redes se hace instantáneamente, sale un video, sobre todo cuando es viral, cuando se vuelve popular, y ¿qué surgen?: parásitos, intrusos, porque lo dan vuelta, le cambian el audio, le ponen otra música, lo cortan en algún sitio, le ponen carteles encima. Hay uno famosísimo de la caída de Hitler que tiene infinitas versiones, del momento en que los generales le avisan que todo se acabó y… no hay entradas para Justin Bieber, por ejemplo. Eso es parodia. Insisto, la parodia es un mecanismo que internet ha horizontalizado.
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Transcripción: María Lila Ltaif