La opinión pública

La votación del EP-FA oscilaría entre 53% y 56%

La votación del EP-FA oscilaría entre 53% y 56%

Director de Factum, Oscar A. Bottinelli: El EP-FA tiene 53% de la intención de voto, pero esa cifra sería el piso de su votación. De la proyección de la encuesta se estima que la votación de la izquierda oscilaría entre 53% y 56%.

(Emitido a las 08.55)

EMILIANO COTELO:
Estamos completando el seguimiento de esta campaña electoral 2004, y completando en particular la difusión de las encuestas de intención de voto. Para eso recibimos al politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum.

Vamos a hacer algunas aclaraciones antes de ir a las cifras.

OSCAR A. BOTTINELLI:
Primero queremos dar un resumen que hemos sintetizado en cinco puntos de nuestros conceptos sobre el trabajo de opinión pública y análisis político.

1. Los estudios de opinión pública son investigaciones científicas sobre el comportamiento de la sociedad, nada tienen que ver con las artes adivinatorias. El análisis de los datos debe hacerse alejado de toda subjetividad.

2. En tanto investigaciones científicas, permiten prever efectos y resultados en determinados rangos y con cierto nivel de confianza, pero no predecir con absoluta exactitud. Las conclusiones de los estudios son estimaciones sobre comportamientos.

3. La finalidad de la divulgación de los estudios de opinión pública es que la gente tenga conocimiento de su propio comportamiento, no es una competencia de aciertos ni apuesta de carreras de caballo.

4. Los análisis políticos son también investigaciones científicas sobre el comportamiento de los actores políticos y sociales. Los análisis pretenden explicar sus lógicas, ideas y valores sin juzgar ni opinar sobre conductas o hechos.

5. La posición del investigador científico debe ser no involucrarse con el objeto de estudio, lo que implica neutralidad, objetividad e imparcialidad, y también significa la absoluta prescindencia de toda actividad política o social.

EC - No es la primera vez que Oscar hace estas puntualizaciones aquí En Perspectiva. Supongo que hoy vuelves a realizarlas teniendo en cuenta la polémica que más de una vez en estas semanas ha estallado en torno a las encuestas.

OAB - Sí, pero esto lo he hecho en el último espacio absolutamente todas las veces que hubo elecciones, y lo reitero cada tanto porque hay oyentes que lo olvidan, hay oyentes nuevos. Esto no tiene que ver con ningún tipo de polémica; sí tiene que ver con polémica lo último que vamos a decir.

EC - Adelante.

OAB - Se ha dicho con mucha imprecisión que, sobre el 27 de junio, "todas las encuestas se equivocaron" diciendo que el Encuentro Progresista - Frente Amplio - Nueva Mayoría (EP-FA-NM) iba a tener entre 48 y 52 por ciento y el Partido Nacional (PN) 30 por ciento. Nosotros dijimos casi exactamente lo mismo aquí, en El Observador y en Montecarlo Televisión (está en el sitio web de Factum y en Espectador.com), en los tres casos casi en la misma secuencia habíamos presentado la encuesta "si hoy hubiera elecciones", que en ese momento daba 49 para el Frente y 30 para el PN, y decíamos que el Frente no tenía una interna competitiva, que el PN tenía la más competitiva y atractiva, y que esa proporción de cinco a tres entre la izquierda y los blancos podía ser mucho menor, bastante menor, y que existía, aunque con menos probabilidades, la posibilidad de que el EP-FA perdiera el primer lugar. No dimos cifras, por supuesto; esto no es apostar a carreras de caballos.

EC - Recordemos que era una elección muy particular porque el voto no era obligatorio, lo cual complicaba el trabajo de las encuestas.

OAB - Además el que tuviera la interna más atractiva convocaba más, y el que no elegía nada convocaba menos. Previmos que el Frente no iba a revalidar el cinco a tres, dijimos que la relación iba a ser bastante menor e incluso -si bien con menores probabilidades- que podría darse el escenario que se dio. Por lo tanto es un error asignarnos (por lo menos a nosotros) ese tema; es una falta de información.

***

EC - ¿Cuándo se cerró la última Encuesta Nacional Factum que ahora vamos a difundir y comentar?

OAB - El domingo 24 de octubre.

EC - Es una encuesta un poco diferente de las anteriores ¿en cuanto a su alcance?
 
OAB - No, en cuanto a la cantidad de gente encuestada. La representatividad es exactamente la misma, pero la muestra es el doble, se relevaron 1.792 casos.

EC - Eso reduce el margen de error.

OAB - De 3,3 a 2,4. En realidad reduce mucho menos que duplicar la muestra, pero reduce, da más confiabilidad y sobre todo va a dar más confiabilidad a las internas -lamentablemente todavía no hemos terminado de procesarlas-al desagregar datos dentro de los partidos; el dato es menos riguroso cuando el margen de error es más alto.

EC - Los números son los siguientes:

- EP-FA-NM: 53%
- Partido Nacional: 30%
- Partido Colorado: 10%
- Partido Independiente: 2%
- En blanco/anulado/otros: 2%
- Últimos indefinidos: 3%

***

EC - Analizamos los números.

OAB - Hay que tener en cuenta que cuando decimos 2 por ciento para votos en blanco, anulados y otros, en realidad el porcentaje puede ser desde 1,50 hasta 2,49; no usamos decimales porque daría una falsa precisión de los números. Cuando decimos los "últimos indefinidos" nos acordamos de los últimos mohicanos, son el último reducto de la indecisión.

Vamos a descomponer un poco los datos.

EC - ¿Qué tenemos con respecto a la medición anterior?

OAB - No olvidemos que en octubre hicimos cuatro encuestas, una por fin de semana. Por lo tanto hay que tener cuidado, a veces se dice "en otra encuesta subió tanto", comparando con setiembre. Vimos el primer salto entre la última semana de setiembre y la primera de octubre, cuando el EP-FA saltó 2 puntos; ahora subió 1 punto más en esta última encuesta, lo demás quedó igual. Este último punto es una baja de indefinidos, quiere decir que captó indefinidos.

EC - Entonces en comparación con la encuesta de la semana pasada, la diferencia es el crecimiento en 1 punto del EP-FA.

OAB - A costo de indefinidos.

Podemos desagregar este voto entre el voto decidido, completamente decidido, y el dudoso, por lo menos el que estaba dudando hasta hace cinco días.

EC - Reitero: en cada uno de los partidos hay una porción de voto decidido y algo de voto dudoso.

OAB - Claro, la suma de los dos compone estos números que acabamos de dar. El voto completamente decidido en el EP-FA es de 51 por ciento. Es un dato importantísimo, quizás sea el cambio más grande de la última semana, más que el paso del 52 al 53 por ciento. El completamente decidido estaba en 49 y ahora pasó la barrera del 50. Es cierto que hay un margen de aproximación, pero hay una tendencia consistente.

El PN sigue con un número bajo de decididos, de 26 por ciento; es el partido que sigue teniendo más dudosos.

El Partido Colorado (PC) tiene 8 por ciento; el Partido Independiente (PI) 1; en blanco y anulados 1; y dudosos más indefinidos son 13 por ciento.

Si vemos cada partido tenemos:

Encuentro Progresista - Frente Amplio:
- Decididos: 51%
- Dudosos: 2%
- Total: 53%

Partido Nacional:
- Decididos: 26%
- Dudosos: 4%
- Total: 30%

Partido Colorado:
- Decididos: 8%
- Dudosos: 2%
- Total: 10%

Partido Independiente:
- Decididos: 1%
- Dudosos: 1%
- Total: 2%

En blanco / anulado / otros:
- Decididos: 1%
- Dudosos: 1%
- Total: 2%

("Otros" son aquellos que marcan niveles no desagregables pero que aparecen. Son la Unión Cívica y el Partido Intransigente; han aparecido esporádicamente el Partido Liberal y en mucho menor dimensión alguna vez el Partido de los Trabajadores.)

Y los indefinidos, estos últimos mohicanos, son el 3%

A esto llegamos como dato de encuesta.

***

EC - ¿Es posible proyectar un resultado?

OAB - Una proyección tiene que tener en cuenta dos elementos. Primero, cuando decimos "proyección" no estamos tratando de ir a artes adivinatorias sino de decir...

EC - ...cómo se van a comportar los dudosos y qué va a pasar con los indefinidos.

OAB - Claro, cuáles son los pisos, en función de muchas preguntas. El encuestado contesta las preguntas clásicas: "En la elección del próximo domingo, ¿a qué partido político votaría?", si no dice partido se le pregunta a qué candidato presidencial, si no contesta se le pregunta con cuál simpatiza más. Lo que pasa es que esta vez, como ocurre siempre cuando llega la elección, entre el voto por partido y el voto personalizado, agregándole al que no dijo qué partido la persona que sí dijo que votaría, agregándole simpatía se mueve apenas algún decimal; cuando se llega a la elección ya no modifica. Esto lo contrastamos con que en un momento preguntábamos a quién votaría entre Larrañaga, Stirling y Vázquez, después entre Larrañaga y Stirling, entre Vázquez y Stirling, entre Vázquez y Larrañaga; ¿de qué partido político se siente más cerca?, ¿de qué partido político está más lejos?; ¿a cuál, entre Larrañaga, Stirling y Vázquez, nunca votaría?; ¿se siente blanco, colorado o frenteamplista?; ¿qué votó en octubre y en noviembre de 1999, en el referéndum de Ancap, en las elecciones de junio?

Es una batería, no es que uno tire números al aire. ¿Para dónde puede ir la cosa con estos datos?

La estimación que hacemos de posible resultado para el domingo 31 es que el EP-FA va a votar en un rango del 53 al 56 por ciento.

EC - O sea que el 53 que da la encuesta última es el piso.

OAB - Aparecería como piso, más allá de errores que puedan haber ocurrido.

EC - Así que el EP votaría el domingo entre el 53 y el 56 por ciento.

OAB - El PN estaría entre el 29 y el 33 por ciento. No vemos como piso el 30 por ciento que aparece hoy porque hay muchos dudosos y entre los últimos dudosos aparece mucha contradicción en cuanto al mantenimiento del voto. Hay que estimar un piso un poco más bajo de lo que está dando lo que llamamos el voto actual, lo ubicamos en el 29. Entonces el abanico del PN estaría entre 29 y 33 por ciento.

EC - ¿En el PC?

OAB - En el PC al revés, vemos que el voto actual estaría por debajo del piso. Hay muchos indicios de que tiene un voto oculto que levantaría el piso a 11, pero el máximo del abanico, que la semana pasada pensamos que podía llegar a 15, hoy no estaría más arriba de 13 por ciento, se detuvo la capacidad de crecimiento del PC.

El PI está entre 2 y 3, lo cual para estas cifras pequeñas es un rango muy amplio porque en definitiva es estar entre 1,5 y 3,5. Aunque no lo parezca es un abanico muy amplio porque aunque sea 1 punto, va de uno a tres diputados, e implica estar o no en el Senado.

EC - Esas son las alternativas planteadas con respecto al PI.

OAB - En blanco, anulado y otros estarían entre 2 y 3 por ciento.

EC - En definitiva a partir de esta proyección de resultado el presidente de la República se define el próximo domingo.

OAB - Obviamente tenemos que tomar algunas precauciones, no está computado el "voto escondido" -expresión que surgió últimamente-. En el año 1999 medimos que el voto oculto y el escondido -oculto es el que no se logra desentrañar en la encuesta y escondido es el que rechaza la encuesta- le dieron 2 puntos porcentuales al PC, fue el único movimiento que hubo en un PC que sacó el 32 por ciento. Pensamos que en esta elección el voto escondido a favor de partidos tradicionales puede darles un plus de 1 por ciento.

No está computado el voto del exterior. Por los datos que manejamos de expedición de vauchers para pasajes rebajados por parte de los partidos políticos, más la comparación con datos de elecciones anteriores, la izquierda podría sacar 1 punto o un poquito más de ventaja sobre los partidos tradicionales -porque también viene gente blanca y colorada a votar-. Groseramente podemos decir que se compensarían el voto oculto y el escondido con los votos del exterior.

Además, la que presentamos ahora es una encuesta al domingo pasado, van a pasar siete días. Por ahora no hemos visto nada que haya cambiado nada. En Madrid ocurrió el 11 de marzo, a veces hay acontecimientos dramáticos; acá no han ocurrido. Cuando hacía esta aclaración unos meses atrás me decían: ¿qué puede ocurrir acá como lo de Atocha? Y yo decía: un desplome argentino, por ejemplo. Ahora quedan pocos días y no está a la vista, pero hace dos o tres meses nadie sabía si la semana antes de las elecciones no tendríamos nuestro Atocha, por supuesto sin muertes ni heridos graves, pero un desplome argentino que podría haber impactado en la elección para un lado o para el otro. Si no hay un Atocha u otros elementos de denuncias impactantes que determinen un cambio, en general las tendencias se mantienen. Son advertencias que hay que hacer frente a algo que tiene sus inexactitudes, no es abrir el paraguas sino ser realista y honesto con lo que estamos haciendo, no vender más de lo que tiene la técnica.

***

EC - Interesa ver cómo se llega al escenario que hemos presentado. Da para tres años de análisis y hemos conversado ya mucho, pero ¿en resumen...?

OAB - Hace dos o tres semanas hicimos un análisis bastante extenso sobre esto. Hay que tener en cuenta que una campaña electoral no es una campaña publicitaria. En un país con actores políticos muy estables (algunos consideran que exageradamente estables) y con partidos muy estables, un país de cambios y procesos graduales prácticamente en todo, cada individuo se forma una opinión sobre los partidos desde que adquiere sentido de las cosas, desde que tiene uso de la razón, a lo largo de toda su vida; en este proceso algunos pueden definir incluso su indiferencia. En este país la pregunta sobre los partidos se hace en forma abierta, no se presenta una tarjeta y alguien contesta "me gusta la Unión Cívica Radical", nadie se equivoca en cuanto a cuáles son los partidos.

Y a los actores políticos la gente los va conociendo a medida que llegan al estrellato, al primer nivel de la vida nacional, en una primera etapa son poco conocidos, pero después la gente va formando opinión. En este país es muy difícil que la gente no tenga opinión sobre Vázquez, Lacalle, Sanguinetti, Batlle. El caso de Larrañaga es distinto porque es más nuevo, está en el firmamento desde que tuvo que asumir el liderazgo del sector no lacallista entre abril y octubre de 1999 en una patriada muy difícil; desde entonces pasó a ser un referente que la gente iba observando, le gustaba más, menos, hasta llegar a este movimiento.

Lo primero, entonces, es tener claro que son procesos de larga duración, sobre todo en relación a los partidos. Y en procesos de larga duración tenemos que hasta 1966 los partidos tradicionales tenían alrededor del 90 por ciento del voto, medidos sobre el total de votantes en 1966 registraron el 88 por ciento; se puede decir que estaban por encima del 97 por ciento en los años 20 y después hubo tres partidos menores desafiantes de porte. Desde entonces hasta aquí (y esta es de las gráficas que a uno como estudioso le llaman la atención) absolutamente en todas las elecciones, sin una sola excepción, cayeron los partidos tradicionales. Cuando menos cayeron fue durante toda la interrupción institucional (después del período en el que estuvieron ahogados emergieron muy fortalecidos todos los partidos); cayeron menos, pero igual cayeron.

Estamos ante un proceso de casi 40 años de caída constante, sistemática y gradual -en ningún momento hubo un escalón al estilo argentino, de esos en que los partidos se desploman, renacen y se vuelven a desplomar- ni vaivenes al estilo brasileño que son ramalazos de opinión. Acá ha sido una cosa gradual, sistemática y consolidada. Un análisis de la línea daba que en esta elección la izquierda pasaba el 50 por ciento por mero envión histórico.

En segundo lugar, la campaña electoral dura por lo menos desde que cambia un gobierno. No porque los políticos estén siempre en campaña sino porque la gente va formando opinión sobre los dirigentes y sobre los partidos en cada acontecimiento que ocurre, cómo se pronuncian sobre el contrabando, la aftosa, el cierre de los bancos, la negociación de la deuda, últimamente el aborto. Sobre todo eso se va formando la opinión, no es porque el jingle sea muy lindo o muy malo; yo diría que lo que menos impacta es la campaña publicitaria. Quizás en otros países, como Estados Unidos, donde las figuras son más cambiantes, donde son muy pocas las figuras de alcance nacional -más bien son grandes popes de los estados que cuesta proyectar en el plano nacional-, sea más fácil el manejo de las campañas, el marketing político. Me viene a la cabeza una serie de libros de Theodore White, "Making the President", es decir se fabrica un presidente; en Uruguay no.

Desde el año 2000 para acá observamos primero un proceso normal, los partidos tradicionales con un poco menos de lo que habían tenido en la elección, la izquierda en el mismo nivel de la elección, a veces apenas subió un poquito, hasta 2002. Desde la devaluación, o previo a la devaluación, cuando ya los retiros de los bancos eran fenomenales, empezamos a ver una fuercita de crecimiento de la izquierda (el EP sumado al Nuevo Espacio, que después terminaron confluyendo, más allá de que ahí se separa otro grupo que termina como Partido Independiente)- que de ahí hasta el cierre de los bancos llegó a tocar, en setiembre, el 53 por ciento. Luego cae y se estabiliza en una línea de 50-49 prácticamente invariable hasta este setiembre, con alguna caída al 48 en marzo cuando aparecen Larrañaga y Stirling que generan alguna incertidumbre -de estabilidad del voto-, alguna caída en la primavera de 2003, y un envión al 53 -otra vez este número que parece medio mágico- como efecto del referéndum de Ancap.

Tenemos entonces que una izquierda en el 50 por ciento no es una novedad en una encuesta, es lo que había más o menos consolidado. Se puede decir que el 50 por ciento del país estaba decidido por el Frente o mirando al Frente como la opción preferida desde julio - agosto de 2002. Son procesos de larga duración, más allá de aciertos y desaciertos de campaña, que los hubo y muchos en esta. El EP-FA tuvo la suerte de que le fue mal en la apuesta que hizo el 27 de junio, cuando nosotros decíamos que se autoderrotó porque notamos que hubo una especie de embriaguez con el resultado de Ancap, se creyó que estaba todo dicho, fue muy desprolijo lo que hizo toda la dirigencia, desde el candidato presidencial hasta los líderes sectoriales, entre febrero y junio, hubo mucha soberbia que llevó al desafío de "vamos a demostrar el 27 de junio lo que somos, la mitad del país". Luego vinieron un rebobinar y una campaña electoral de extrema prolijidad que, dicho en términos ajedrecísticos, tuvo tres grandes cosas: ocupar el centro apenas empezó el juego; mantener permanentemente la iniciativa, lo que implicó entre otras cosas neutralizar todo contraataque; y llevar adelante esa iniciativa con jugadas correctas, lo que en el peor de los casos implicó no dejar ninguna pieza importante suelta como para que se la pudieran comer. Dicho en términos ajedrecísticos eso es lo que uno ve de esta partida.

Del otro lado uno siente que hubo jugadores que entraron sin saber qué estrategia iban a hacer, que iban pensando cada movimiento como un movimiento suelto. Dijimos una vez que el Frente peleaba consigo mismo por saltar una valla, una meta, teníamos la imagen del salto alto. En esta elección más que competir contra otros partidos el Frente competía contra sí mismo, como el competidor de salto alto que viene corriendo, llega a una valla y la pasa o la tira abajo; ganaba o perdía, tenía que llegar al 50 por ciento por su propio esfuerzo. Estando normalmente a la altura de la valla tenía que ver si le daba el esfuerzo para pasarla o si la tiraba abajo en el momento de dar el salto. Estaba claro que no pasaba por debajo.

Esto da para varios años de estudio, como muchos de los fenómenos que han pasado en el país, pero yo diría dos o tres cosas.

Primero, los partidos tradicionales fueron entrando en cierta asintonía con el grueso de la sociedad. Se fue dando una cierta incomunicación y la izquierda fue encontrando esa comunicación, a veces tanteando, a veces no lográndola y otras sí.

Segundo, la gente estaba apostando a la renovación de elencos políticos. La elección interna del PN fue una demostración muy clara de esto, ya no es sólo la votación del Frente, todos los sucesos electorales de este año están marcando que hay una fuerte apuesta a la renovación del elenco político.

Tercero, parece que hay toda una serie de estilos de hacer política de los partidos tradicionales que los agotó mucho.

Cuarto, los partidos tradicionales fueron generando nuevas concepciones políticas en las cuales el Estado empieza a no ser ese Estado omnipresente, omnisapiente y omniprotector de todos los uruguayos, generando una mayor competitividad, un mayor mercado, una mayor apertura al exterior. Y si bien la sociedad se corrió -la sociedad de hoy no es la misma de hace diez ni veinte años en la concepción del mercado, de la competitividad y de la inserción en el mundo-, se corrió menos que los partidos tradicionales, sobre todo cuando la percepción del grueso de la sociedad sobre el año 2002 fue: este cambio fracasó. Si fracasó o no habrá que verlo después, pero en materia de votos lo que importa es lo que cree la sociedad aunque esté equivocada. Entonces el EP-FA apareció como el mayor referente del Uruguay tradicional, lo que algunos llaman el Uruguay batllista, el Uruguay imaginario, esa utopía que surge a mediados de los 50, cuyo símbolo máximo es Maracaná. Es el retorno a ese país de Estado protector.

La izquierda ha sumado cuatro tipos de electorado (hay varias personas que pueden entrar en más de uno): la izquierda clásica, tercermundista o latinoamericanista; segundo, una izquierda más socialdemócrata, de corte europeo, con una visión más abierta a la competitividad; tercero, el voto nostálgico, el cambio hacia atrás -en ese sentido fue muy claro Vázquez cuando en un momento cuestionó el concepto de "nuevo Uruguay" que planteaba Larrañaga, diciendo "No: defendamos este Uruguay"-; y cuarto, aquel para el cual Vázquez es un conductor paternal autoritario, que siempre había quedado reflejado en sectores de partidos tradicionales, a veces mayoritarios y a veces minoritarios: esto fue muy claro cuando en 1999 se empezó a ver en Montevideo el desplazamiento de electorado pachequista hacia el FA y empezó a aparecer con mucha fuerza en el interior.

Cuando decimos "izquierda" estamos usando una comodidad de lenguaje, entre otras cosas porque "Encuentro Progresista - Frente Amplio - Nueva Mayoría" y los que se seguirán agregando es muy largo (ni siquiera componen una sigla descifrable, legible: "EPFA" ya es difícil de manejar, "EPFANM" es impronunciable); entonces uno dice "izquierda" como una comodidad de lenguaje, pero esto no necesariamente entra con absoluta claridad en un concepto de izquierda, por lo menos en la visión latinoamericana.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón