Análisis semiótico

Viaje radiofónico y nostálgico hacia un futuro neobatllista

Análisis semiótico de la comunicación política. Con el semiólogo Fernando Andacht.

(emitido a las 10.35 hs.)

EMILIANO COTELO:
Hoy nos propones como título: "Viaje radiofónico y nostálgico hacia un futuro neobatllista".

El oyente que ha seguido el desembarco de toda la propaganda electoral en la televisión, en la radio, puede imaginarse a propósito de qué viene esto. Esta semana el análisis que propone Fernando es acerca de un spot de la lista 10 del Partido Colorado, la lista que encabeza el propio candidato presidencial del partido, Pedro Bordaberry. El título de esta pieza es "La voz de Pedro", y está circulando tanto en televisión abierta como en internet.

La voz de Pedro

EC - El spot muestra a varias personas, comunes y corrientes, que mientras trabajan, en distintas situaciones, están escuchando al candidato en una intervención a través de la radio. También se ve a un grupo de niños yendo a la escuela y a una familia reunida en el frente de la casa.

Todo se vincula a los "valores" que procura recuperar el Partido Colorado, fundamentalmente a través de la educación.

La pieza evoluciona, y en el clímax, cuando se habla de "futuro", todos salen a festejar con banderas coloradas y el pabellón patrio. Y suena este jingle, ese que anuncia "vamos a vivir en paz, vamos a soñar despiertos".

(Sigue audio.)

Pedro Bordaberry - "Vamos a soñar despiertos, vamos todos juntos que el futuro es nuestro.

Otra voz en off - Experiencia para gobernar. Pedro presidente. Compromiso de cambio."

(Fin.)

EC - ¿Por dónde empezamos?

FA - Tiene tantas cosas interesantes para analizar esta pieza… Yo empezaría llamándolo "el video tuteador de la Lista 10".

EC - Ya veo por dónde vas.

FA - Qué curioso que este candidato elija para este aviso, que lo lanza hacia octubre, no hacer una alocución directa. Coloca literalmente la voz de Pedro. La semana pasada hablábamos de "está en tus manos", de otra lista, de otro aviso, de la sinécdoque, la parte por el todo. Aquí la voz de él literalmente hace de narrador –lo que en cine se llama la "voz en off"– que va comentando al propio Bordaberry, que aparece en varios momentos, en el momento de euforia, sobre todo, y en el medio aparece reunido con su comando, con su vice y todo eso.

¿Por qué elige eso, en vez de hablar directamente encarando la primera persona directa del singular, de sí mismo? Creo que toda la pieza apunta a una proximidad afectiva con el otro, ese voseo, que es más natural en el Río de la Plata. Si fuera en otras márgenes de América Latina sería seguramente un "tú". Pero aquí ese "vos" es algo para eliminar verticalidad, para encarar un mano a mano. Se insiste con ese signo, que yo llamé un signo huérfano de identidad.

Me refiero a la ausencia flagrante, notoria del apellido. Cuando tú mismo te referís a este candidato, a este político, decís "Bordaberry", yo por lo menos lo escuchaba así en todos los informativos cuando estaba en Uruguay. Es la manera natural de hablar, por su identidad completa, o "Pedro Bordaberry" o "Bordaberry". Pero aquí se insiste con eso. ¿Para qué?

Hay una búsqueda de un efecto intimista, de un acerco afectuoso a ese otro. Y eso lo logra comentándose a sí mismo, aparecen imágenes de ese Pedro reunido en la segunda mitad, vamos a ver incluso tomas de las internas, de aquellos avisos en los que aparecía con jóvenes de Vamos Uruguay. Empieza con ese uso curioso de esa segunda persona. Elige un mix de presentarse a sí mismo como otro, lo vemos como político, en campaña, reunido, en el back stage de la campaña. Y todo eso está dominado por ese voseo, casi tuteo.

EC - Esa intervención que es por radio y que según la escena que se vea incluso tiene sonido distinto, va sonando distinto de acuerdo al receptor de radio que esa persona está utilizando.

FA - La radiofonización es otro elemento. ¿Por qué no habla con una calidad pareja? Yo me imagino que cualquier técnico diría "no está saliendo tan bien". Es obviamente adrede. Es un efecto de los distintos aparatos de radio.

EC - Tú me comentabas fuera de micrófonos que observando esta pieza te resultó curiosa una coincidencia con una discusión que está dándose en Canadá en este mismo momento en materia política.

FA - Me pareció una coincidencia extraordinaria y feliz lo que aparece en un ensayo que publica una revista de actualidad que se llama MacLean’s –algo así como la Veja en Brasil–, de un columnista con bastante sentido del humor y una aguda visión de la realidad política. Porque en Canadá se vienen las elecciones federales en el 2015. Canadá es un Estado federado, estas elecciones son muy importantes tanto las provinciales, que es el mundo de cada día, como las grandes, que van hacia el primer ministro.

Hablando del tercer partido, que se llama el New Democratic Party (Nuevo Partido Democrático, Nueva Democracia), de su líder y candidato a primer ministro, Thomas Mulcair, que es un señor de barba, muy serio, que es un político pero viene del mundo académico, el columnista ironiza que en la estrategia electoral de ese partido –un partido social demócrata canadiense– lo nombran todo el tiempo con el diminutivo. Se llama Thomas Mulcair y lo nombran "Tom". Y hace un chiste, dice: "Dentro de poco nos quieren meter Tommy", que es como Tomasito. Como llamarlo a Pedro "Pedrito". Y ahí viene la frase más graciosa para mí, dice: "Un momento, él no es para nada un Tom".

EC - ¿Por qué? ¿Porque es alguien muy formal?

FA - Muy formal, viene de la academia, muy serio. Dice el ensayo "tiene una barba de un profesor universitario de música". Y yo hablaría de la tentativa consistente, insistente desde las internas y desde antes seguro, de "pedrificar" a Bordaberry. De sacarle cierto envaramiento, cierta imagen de verticalidad, cierta dureza temperamental, además del hecho biográfico histórico de lo que acompaña al signo Bordaberry. Y la forma que encontraron en esta pieza, "La voz de Pedro", es ese voseo, ese acercamiento, hasta que en el remate, donde dice "Pedro presidente. La lista de Pedro" –lo dice dos veces gráficamente, "Pedro presidente" bien grande, y abajo "Lista 10, la lista de Pedro"–, Bordaberry desapareció por completo.

EC - Vamos a poner el link a ese artículo que estabas comentando para que los oyentes, si quieren sumergirse en la política canadiense, tengan todos los elementos.

Volvemos a la pieza publicitaria de la lista 10 con las otras puntas que decías que tenía. Por ejemplo, ¿a quién va destinado un discurso como este?

FA - Muy buena pregunta, porque eso es de vida o muerte para una pieza electoral cualquiera, en cualquier país, Canadá, Uruguay: ¿a quién le habla? O, mejor, ¿a quién pretende hablarle?

En primer lugar va al prodestinatario –como dice la semiótica– natural, el adherente, el colorado, principalmente al afiliado o simpatizante de Bordaberry o de los batllistas, de Amorín. Iría obviamente para ellos. Hay banderas coloradas, está la lista 10 por allí, hay banderas nacionales, hay mucha euforia de colorados. Pero creo que la red que se arroja al mar electoral con este aviso es de mayor alcance. Hablo del paradestinatario. ¿Quién esa criatura? Es el indeciso. En este caso un indeciso no completo. Lo imagino, lo interpreto semióticamente como afín a los partidos tradicionales, o nacionalista o colorado, y dubitativo entre votar estratégicamente o votar a ganador.

EC - ¿Por qué decís que hay ese segundo destinatario, este paradestinatario? ¿Dónde notás eso?

FA - Desarrollando lo que dije antes, al ser una voz que más que ensalzar elementos tan explícitamente partidarios, sin mostrarlos de manera tan evidente, se apela a una educación mejor, a una seguridad mayor. Hay una frase que dice: "ese Uruguay que dejaba la puerta de casa abierta", en un momento de su alocución, de la voz en off de Pedro Bordaberry.

Entonces entiendo que no solo es una adhesión del convencido, sino que también está invitando, diciendo: "¿Quién es el candidato que apuesta más a la seguridad?". Dijiste algo muy bueno, que habla de los valores. ¿Qué valores representa esa campaña por encima de todo? Yo diría que, si se hiciera una encuesta de asociación nombre-campaña-valor, seguramente va a dar: seguridad. No en vano se habla de la baja de la edad de imputabilidad, etcétera, asociada sobre todo –no es el único– al Partido Colorado y concretamente a Pedro Bordaberry.

EC - Hablemos de la estética de esta pieza publicitaria.

FA - Es una estética retrobatllista. Hay dos mitades perfectas en este aviso, es tan simétricamente bimembre que en el segundo 42, si uno quiere ser fastidiosamente exacto, en la mitad de la trama, se corta.

Empieza todo no solo radiofónicamente. Hay una especie de travesía de la uruguayez en labores, momentos de ocio, momentos infantiles, de enseñanza, todo pautado por aparatos de radio. Hasta una Spika hace su pintoresca aparición en la feria. Hay un feriante. Hay un reparador de bandoneón. Por eso si uno dice que hay una cosa nostálgica y de rezongo de bandoneón, es literalmente, hay un señor veterano que está escuchando una vieja radio, me parece que es de aquellas radios Philips, esas macizas que había en las casas. Y no casualmente está reparando un bandoneón.

¿Qué tienen en común estos instantes? Todo eso tiene una cosa de nostalgia tanguera, una cosa de un dolor difuso. ¿Qué quiere decir "nostalgue" en griego? Es el dolor por la patria perdida, el dolor del exilio. En este caso es un exilio de un tiempo que se presenta como la edad de oro Uruguaya. ¿Cuál es ese momento? El del "batllismo ambiental", como lo llamé en algún libro. Un batllismo difuso, que ni quiera tiene por qué ser del Partido Colorado, ni siquiera conscientemente se piensa en la figura de José Batlle y Ordóñez (a él me refiero).

Sería aquel Estado de bienestar de la primera mitad del siglo XX, con aquellas conquistas de una educación pública, muchos empleos públicos, una cierta seguridad. Todo esto es recreado en la primera mitad. Y mencionabas esa familia de clase media. Todo es clase media, clase media baja, algo de clase obrera. Se habla del valor de la honestidad, de la laboriosidad. ¿Y cómo aparece esa familia de clase media? Es el momento climático de la primera mitad que nos prepara para la euforia de la segunda.

EC - Se ve a la familia reunida en el jardín de la casa. Están todos, padre, madre, algunos con tareas vinculadas con el jardín, están los abuelos sentados, los niños que corren totalmente tranquilos en dirección a la vereda. Ahí decís que está el clímax.

FA - Ese es el clímax, porque ahí está la familia dorada, el sueño de la casa propia. El tener una casa propia era un sueño muy fuerte de aquella uruguayez mesocrática, como la llamó Real de Azúa en "El impulso y su freno", una reflexión brillantísima, no superada aún, sobre esa edad batllista. Por eso lo llamo "un viaje retro con una estética batllista". En ese momento están las puertas abiertas, como dice la canción, es casi una ilustración del jingle, porque no hay miedo, los niños se vuelcan, se derraman, la puerta de la casa está abierta –que no es una casa de Carrasco, me la imagino en el Buceo, en un barrio de clase media–, y salen corriendo a la vereda y ahí se convierten en blancas palomitas.

EC - Ahí aparecen los escolares con sus mochilas al hombro entrando a una escuela, etcétera.

FA - El toque vareliano, van hacia una educación mejor. Y en ese momento esa voz en off, ese comentarista que es el propio Pedro Bordaberry, dice una frase muy curiosa. Entonces vemos que allí cambia el clima y se empieza a pintar cómo sería un futuro, en una forma coloquial siempre, pero ya no tanguero, ya no de rezongo de bandoneón, sino un futuro eufórico, e irrumpen imágenes electorales.

Están en un boliche mirando la tele y viendo la trasmisión. Lo radiofónico se convierte más en televisivo, va llegando esa voz y vamos viendo trozos de campaña del Partido Colorado. Casi no aparece el petirrojo, Coutinho, solo un instante se lo ve. Está muy dedicado a la figura del candidato, evidentemente a ensalzar esa figura. Y lo tanguero melancólico se transfigura, gracias al jingle. Pasemos al jingle "Volvamos a vivir en paz".

EC - Tú decías que cuando ingresa ese jingle hay una frase de ese discurso de Pedro Bordaberry que llama mucho la atención. Supongo que es esa que dice: "Mi mochila no viene cargada de pasado, viene cargada de futuro".

FA - Exactamente. ¿No es curioso? ¿Te das cuenta de que, por una especie de vergüenza propia, los políticos cuando aparecen en una pieza electoral hacen de cuenta que no es una pieza electoral, como que fueron capturados en plena acción en la campaña, como que alguien los filmó, los fotografió, o como que están hablando muy convencidos con su discurso?

Pero esta pieza, "La voz de Pedro", muy curiosa, va a decir esa frase, como diciendo: "Miren que no es un bajón lo que propongo, no es esa nostalgia de la edad perdida que es gratuita". Porque, ¿cómo volvés a ese batllismo dorado? La respuesta es que no volvés, porque era otra época, era otro tiempo, no estamos ya más en esos años de la maracanización del mundo que llega a ese clímax máximo histórico de David y Goliat en aquel estadio carioca. Entonces él va a decir: "Ojo que lo mío no es el bajón, yo vengo cargado de futuro".

¿Y qué dice ahí, que es tan curioso? El propio candidato alude al jingle, dice: "Como dice la canción, vamos a vivir en paz". Eso se llama en semiótica autorreferencialidad, cuando aludís a tu propio discurso. O sea, deja explícito que se trata de una pieza electoral. Eso lo encontré curioso, muy moderno, porque disipa cualquier ilusión de que lo agarraron distraído, de que él en verdad está haciendo un discurso, está en campaña y lo filmaron, o que de cualquier manera hubiera dicho, como dice por ejemplo Lacalle Pou, "me repito, soy aburrido", como que está siendo él mismo.

EC - Me hace acordar a aquella película de Woody Allen en la que los protagonistas, en la sala de cine, de repente salen de la pantalla, bajan, intercambian con el público.

FA - Exactamente, "La rosa púrpura de El Cairo". La comparación es muy buena, es como que él saliese de esa radio y se pone a mirarla también. Y dice: "Qué bueno este jingle", lo reconoce como jingle. Eso es muy posmoderno, no trata de hacerlo pasar como: "Es una emoción que me derrama el corazón y bueno, salió así". No, dice: "Como dice esa canción", y repite incluso: "Vamos a soñar despiertos", de nuevo haciéndose eco de lo que está diciendo el jingle. Es la mitad final, donde cambia el clima emotivo, emocional, y pasa a la euforia, a una alegría desatada.

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EC - Hemos recorrido un punteo extenso, detallado, a propósito de esta pieza de la lista 10 del Partido Colorado. ¿En resumen, entonces?

FA - Ya que el comienzo es tan tanguero y tiene hasta el protagonismo de un bandoneón, quería citar a aquel genial Piazzolla en una de sus más conocidas creaciones, con el uruguayo Horacio Ferrer. Diría que esta pieza es una mezcla rara de nostalgia radiofónica tanguera y primer abanderado en el viaje a un futuro seguro. ¿Te acordás de "Balada para un loco"?

Porque ese mix de emociones es muy extraordinario, son varias cosas fuera de lo común. Hablábamos del señalar que es solo una pieza, o que en verdad se trata de una pieza de propaganda, y también ese corte, ese antes y después, que obviamente apela a un paradestinatario. No me llamaría la atención que capture algunos votos del Partido Nacional, algo que ya pasó antes, cuando empiezan las críticas un poco duras de Bordaberry hacia Lacalle Pou, que parecen haberse calmado un poco últimamente. Se da la insistencia en darle carnadura a ese Pedro, que siempre hace un poco de ruido, por eso citaba ese ejemplo canadiense tan sorprendente con Thomas Mulcair, el candidato del Nuevo Partido Democrático canadiense, que quiere pasarse por un Tom –que sería algo así como el apodo de Tomás–, ni siquiera Mulcair, que es como el ensayista lo quiere llamar, y dice: "No, pero este no es un Tom".

Yo diría que este no es un Pedro. Es curioso y paradójico que quien encarna el valor de la seguridad, que quiere trasmitir esa cosa que fatalmente es algo paternalista, algo muy de fortaleza moral, "les quiero dar la seguridad", elija presentarse con un signo de identidad huérfano, incompleto, que es "les habla Pedro". "Pedro" no es como "Constanza", no es como "Tabaré", no tiene esa fuerza semiótica de esos nombres poco comunes, pesados, en el sentido de que no son tan de cada día. Es normal decir: "Ah, sí, votó a Constanza", nadie va a preguntar: "Constanza ¿qué?". Moreira es más común. Lo mismo Tabaré. Y pasa también con Sendic, la fuerza está en el apellido, pero no en "Raúl". Si dijeran "vote a Raúl", Raúl ¿qué? Es una nueva tentativa de humanizar, de afectivizar ese signo "Pedro" y asociarlo a ese valor "la seguridad".

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Transcripción: María Lila Ltaif