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30.08.2000















La reforma del Estado: el caso Uruguay

Conferencia de la doctora Ruth Richardson
en el foro organizado por ACDE

EN PERSPECTIVA
Miércoles 30.08.00 - Hora 09.05



EMILIANO COTELO:
Es un gusto recibirlos en este nuevo foro organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) para reflexionar sobre el Uruguay del siglo XXI, qué país queremos y cómo lograrlo.

Hoy, para concentrarnos en uno de los temas clave que según los empresarios uruguayos hay que encarar en el futuro inmediato, la reforma del Estado, escucharemos una propuesta elaborada por la doctora Ruth Richardson.

Nuestra conferencista fue ministra de Finanzas en Nueva Zelanda entre 1990 y 1993, y desde esa posición se convirtió en artífice principal de las transformaciones estructurales que su país ha venido desarrollando en la última década. Tiene 49 años, es doctora en leyes y se enorgullece de su origen granjero. Es todo un personaje cuyas charlas resultan siempre interesantes pero además entretenidas, gracias a su manera de ser enérgica, amena y punzante. Hoy se desempeña como directora del Banco Central de Nueva Zelanda e integra los directorios de 10 empresas privadas en su país, en Australia, en Estados Unidos y el Pacífico. Pasa buena parte de su tiempo viajando por el mundo como consultora del Banco Mundial, de Naciones Unidas y del Secretariado del Commonwealth.

Desde la última vez que la escuchamos en este salón, hace 13 meses, estuvo en México para asesorar a quien entonces era candidato presidencial y hoy es el presidente electo de ese país, Vicente Fox. Llegó a Sudáfrica invitada por el sector privado para trabajar en la mejora de la competitividad. Fue consultora para la reforma del Estado en las Antillas Holandesas. La convocaron también en estos meses de Jordania y Vietnam para contar con sus aportes en reformas presupuestales. Y volviendo a América Latina fue a Perú, donde trabajó junto al sector privado y también con el ministro de Economía del nuevo gobierno de Alberto Fujimori. También visitó Uruguay, porque en mayo pasado expuso en el congreso organizado por el Consejo de Entidades Agropecuarias para el Desarrollo (CEAD).

En cada uno de esos destinos la doctora Richardson no se limitó a plantear su experiencia y sus ideas. Ha recorrido cada país, ha recogido información y ha dialogado con los principales actores políticos, empresariales y sociales.

Eso mismo está haciendo en estos días aquí en Uruguay. Ahora va a ofrecer una propuesta de reforma del Estado para nuestro país. Su aporte para la reflexión es un ejercicio nada abstracto; la doctora Richardson lo preparó en base a su conocimiento de la realidad nacional. De todos modos, su propuesta es todavía preliminar, porque durante esta semana la doctora Richardson está enriqueciendo, mejorando su información sobre nuestro país en una intensa agenda de reuniones de intercambio. Ya fue recibida por el presidente de la República, ya se reunió con autoridades del Partido Nacional, también con dirigentes del Foro Batllista; tuvo un encuentro con senadores y diputados integrantes de las comisiones de Hacienda y Presupuesto del Parlamento; se reunió con un primer grupo de formadores de opinión. Y todavía le quedan otras audiencias por delante, por ejemplo con el Congreso Nacional de Intendentes esta misma tarde, con el presidente de la Suprema Corte de Justicia, con periodistas vinculados a estos temas, con economistas, con líderes sindicales, con el Nuevo Espacio, con el Encuentro Progresista-Frente Amplio, con otro grupo de analistas económicos y también con la directiva de la Asociación Rural, oportunidad que aprovechará para recorrer la exposición del Prado.


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RUTH RICHARDSON:
Hace un año hablamos del caso de la transformación de Uruguay. Ha pasado un año desde mi última visita y ahora no vamos a hablar; es el momento de actuar. Así que no les va a sorprender que mi presentación de hoy sea concreta, que refleje las realidades que Uruguay enfrenta, y espero que los inspire para seguir adelante, para pasar de los sueños que tienen para Uruguay a la acción que se requiere para poder traducir esos sueños en una realidad concreta para todos.

Esta es la tercera visita que hago a Uruguay en los últimos 12 meses. Es la primera vez que visito Punta del Este. Pensé que sería mejor ir a Punta del Este primero, antes de empezar a trabajar esta semana. Y lo más sorprendente de mi visita a Punta del Este el domingo pasado fue la visita a Casa Pueblo, que es algo extraordinario, hecho por un destacado uruguayo, Carlos Páez Vilaró. El soñó pintar el mundo, pero esa extraordinaria Casapueblo no es sólo un sueño, es un sueño en acción. El construyó ese tributo extraordinario a su sueño.

El lunes visité otro lugar extraordinario, la Asociación (Cristiana de Dirigentes de Empresa) y me entrevisté con el señor (Juan Carlos) Deicas. Allí vi el sueño de otro uruguayo que soñó no con pintar el mundo. Visité una bodega, Juanicó; ahí el sueño era hacer un brindis con el mundo. Fue una inspiración para los uruguayos con respecto a qué se puede lograr. Si ustedes pueden hacer una reforma tan maravillosamente como han hecho el vino Tannat, les va a ir muy bien.

Estoy usando ejemplos concretos para demostrar lo que intento presentarles en el día de hoy. No se trata de un sueño para ustedes, los uruguayos del siglo XXI. Esto puede convertirse en su realidad. Quiero enfatizar nuevamente esto: hoy es el momento de actuar, no hay que perder un solo minuto. Mientras estuve en otros países, todo el mundo hablaba acerca de cómo podía hacer realidad sus sueños. Ha ocurrido mucho desde que estuve aquí la última vez. Ustedes ahora tienen un nuevo presidente. Desde mi última visita, hace tres meses, en el CEAD, han sufrido una recesión bastante seria con respecto a lo que ocurría hace tres años.

Menciono estos dos temas solamente porque mientras una recesión significa una amenaza, la elección de un nuevo presidente y la oportunidad que esto representa es de hecho algo positivo para ustedes. Por eso tienen una amenaza y a la vez una oportunidad. De más está decir que debemos concentrarnos en lograr lo máximo de la oportunidad para sobreponernos a la amenaza.

He estudiado la realidad de Uruguay. Ustedes saben cuál es esa realidad, pero permítanme por algunos minutos presentarles este panorama. Ustedes tienen una alta tasa de desempleo. Las tasas oficiales están en el orden de 12%, 13%, 14%, pero todos sabemos que la realidad es que existe una gran cantidad de trabajo informal, subempleo, que no está siendo declarada. Sabemos que en Uruguay para muchas personas hay poco trabajo y que el desempleo es una realidad que debemos enfrentar. Hay mucho para hacer con respecto a esa realidad, pero debemos encarar el hecho de que sí existe.

Es claro, también, que la segunda realidad que enfrenta Uruguay es una recesión grave, que se intensifica y que mientras existen influencias externas, como las del Estado argentino, la situación de recuperación en Brasil, el precio del petróleo. Esas influencias externas existen, pero muchas de esas influencias recesivas son el resultado de factores internos. Si me fijo en el principal culpable de la recesión interna, es el estado de las finanzas públicas. El presidente ha dicho a otros líderes de los partidos políticos que el presupuesto es peor de lo que imaginan. Sabemos que las finanzas públicas se encuentran en mal estado. No es nuevo que el costo Uruguay es un handicap para todos los sectores. Todos los sectores sufren las consecuencias del costo Uruguay. No es el costo Brasil ni el costo Argentina o el eurocosto; es el costo Uruguay. Es lo que debemos enfrentar.

Hay un tema que requiere atención de la manera más fundamental: tenemos una falta de transparencia, una falta de información... Cuando el presidente, por ejemplo, dice que el presupuesto es mucho peor de lo que imaginamos, ¿por qué debería ser sólo el presidente quien conoce el verdadero estado del presupuesto? Es un tema que todos nosotros deberíamos conocer. La transparencia por la que yo abogo nos llevaría a una mayor comprensión y a una información de mayor calidad sobre el estado de las finanzas nacionales. Porque sólo cuando conozcamos la dimensión del problema vamos a poder entender dónde está la solución.

Yo no he venido aquí a ser negativa. He venido a ser realista. Como dijo el presidente en su discurso inaugural, la realidad debe estar en la cabeza de la mesa, sentada cuando tomamos nuestras decisiones. Yo estoy de acuerdo con él. Entonces, ésa es la realidad de Uruguay. ¿Qué es lo que específicamente representa el obstáculo para ese progreso que debemos hacer para llegar al sueño de un Uruguay mejor? ¿Qué es lo que se interpone entre Uruguay y su sueño?

Estos son los obstáculos específicos que yo veo. En Uruguay hay monopolios o comportamientos monopólicos. Somos un país con muchas regulaciones y reglamentaciones, el proteccionismo se ha convertido en una forma de vida. Y también ha habido mucha falta de competitividad que nos ha llevado a tener una vida económica especial. En lo que tiene que ver con fútbol, ustedes ya saben qué significa ser competitivo, pero en muchos de los arreglos internos ésa no ha sido la realidad. Ha sido la realidad de una gran cantidad de reglamentaciones a nivel gubernamental y un comportamiento de estilo monopólico. Ese ha sido el "statu quo" hasta ahora.

El segundo obstáculo es el Estado. Se ve claramente que el Estado es demasiado grande en este país. Y -lo que es peor aún- el Estado no sólo es grande, sino que es altamente intervencionista. No podemos movernos sin referencias del Estado diciéndonos "sí, siga adelante", "no, no siga adelante". El Estado es altamente ineficiente. Les voy a dar algunos ejemplos que encontré en el transcurso de esta semana. El Estado es parte del problema y debería ser parte de la solución. En la forma en que está ahora es grande, es intervencionista y es ineficiente.

El tercer obstáculo es que hay un muy mal hábito, compartido con muchos otros países -no es único ni exclusivo de Uruguay-: el alto nivel de deuda pública y déficit. Cuando estuve aquí el año pasado se suponía que el déficit era del 1% o 2% del PBI. Ahora claramente está en un 4% a 5% del PBI una vez hechos todos los cálculos. Así que tenemos una deuda y un déficit enormes. Esos son obstáculos significativos.

El cuarto obstáculo que identifico es la falta de un buen sistema educativo y de un mercado laboral que funcione adecuadamente. Vamos a ver las realidades del mundo en el que vivimos, pero diría que los países modernos que desean tener salarios más altos y mayores niveles de empleo deben abordar el tema del sistema educativo y deben asegurarse que el mercado laboral funcione de manera que la gente tenga empleos seguros.

Eso es lo que tiene que ver con mi diagnóstico. Creo que es suficientemente claro que Uruguay es excelente en su análisis, que ustedes saben hacer un muy buen diagnóstico, pero ahora debemos concentrarnos en el remedio, así que pasemos de la etapa del diagnóstico a una agenda de acciones.

¿Cuáles son las oportunidades para Uruguay? Creo que son muy claras. Las oportunidades para Uruguay son temas que abordamos, no en el contexto de los límites de Uruguay puesto que cada país debe abordar sus oportunidades con una nueva realidad que es que hay dos fuerzas en juego: las fuerzas de globalización y las de tecnología, que ofrecen fantásticas oportunidades. No hay forma de ocultarse de esas fuerzas, Uruguay no puede decir "yo no creo en la globalización", "yo no voy a ser parte de esas influencias". Tampoco puede decir "preferimos estar fuera de la era de Internet", puesto que éstas son fuerzas extraordinarias que ya están en juego y dimensionan las decisiones que podamos tomar. Debemos asegurarnos de que Uruguay pueda desempeñarse y ajustarse de tal manera de aprovechar las oportunidades extraordinarias que conllevan la globalización y la tecnología, para que éstas no dominen ni dicten nuestras decisiones, ya sea que nos guste o no. Sé que hay gente a la que no le gusta esta idea, pero ésta es la realidad, éste es el mundo en el que vivimos.

Además, queremos asegurarnos de que podemos aumentar el desempeño de nuestra economía y crear nuevas fuentes de trabajo en este nuevo mundo. Una de las cosas que necesitamos para aprovechar mejor estas oportunidades es el crecimiento del sector privado, que va a ser el motor del crecimiento. Tenemos que concentrarnos en aquellas políticas que hagan que el sector privado sea más competitivo, porque si le negamos un entorno competitivo no vamos a poder deshacernos del dolor de cabeza que significan la recesión y el desempleo. Hay una cura para ese dolor de cabeza que comienza con abordar sin miedos, sin favores, la competitividad del sector privado. Necesitamos asegurarnos de que el Estado desempeñe su papel. No podemos por un lado pedir "apresuren al sector privado" y por otro que el sector público vaya más lento. Debemos asegurarnos de que el Estado sea capaz de contribuir a nuestras ambiciones de mayor crecimiento, mejores sueldos y mejores oportunidades de trabajo. Para lograrlo, un Estado moderno debe ser reducido y modernizado. Debe ser un pequeño Estado inteligente. Eso es lo que buscamos en este mundo moderno.

Queremos asegurarnos de que las finanzas públicas sean sólidas y sanas. Si los balances bancarios no dan buenos resultados no podremos funcionar bien. Y los balances de las finanzas públicas, cuando están en mal estado, representan un handicap, un obstáculo. Debemos asegurarnos de que las buenas finanzas públicas sean parte de un Uruguay moderno.

Por último, debemos asegurarnos de tener un sistema educativo que funcione bien y un mercado laboral eficiente. Para mí, ésa es la agenda de acción. No nos sorprende, es ortodoxa, pero la realidad que veo en Uruguay es que el sector privado no es competitivo por culpa de las reglamentaciones y el control. Tenemos un Estado sobredimensionado, ineficiente, tenemos finanzas públicas en mal estado, veo un sistema educativo que no les está dando el equipo necesario para convertirse en una economía con conocimientos sólidos y veo un mercado laboral que impide a muchos uruguayos su acceso al trabajo.

Para mí eso nos lleva a una agenda de acción. ¿Qué podemos hacer para transformar nuestro desempeño? Es fácil decir "creo en el sueño"; lo difícil es hacerlo realidad. ¿Cuáles son las cosas más importantes si queremos lograr esta transformación de Uruguay? Lo he dicho muchas veces y lo repito. Hace un año dije: "Ustedes tienen que darle sentido de urgencia a estos temas". Desde que hice esa exhortación ha bajado el crecimiento, ha aumentado el desempleo, la deuda pública se ha vuelto más grave y las finanzas públicas han empeorado. El nuevo presidente está ahora en proceso de finalizar su presupuesto y ésa es la plataforma desde la cual tenemos que partir para demostrar ese sentido de urgencia.

Resulta crítico que empecemos a cambiar las reglas de juego moviéndonos hacia una competitividad, un Estado moderno, un buen mercado de trabajo y un buen sistema educativo.

En segundo lugar debemos asegurarnos de que se dé una reforma amplia. Ustedes lo van a hacer a su manera. Como me dijo el presidente el lunes: "Yo soy Frank Sinatra, lo voy a hacer a mi manera". Lo comparo con Ronald Reagan: no sé si él estaría contento con esa descripción, pero cualquiera sea "su" manera, la manera que funcione para ustedes será la manera que tenga en cuenta que hay que hacer mucho. No se trata de abordar un presupuesto para mejorar las finanzas públicas. No se trata de empezar un proceso de modernización del Estado. No es simplemente cuestión de presentar nuevas legislaciones acerca de privatización de Ancel.

Esto requiere una acción sobre una base mucho más amplia. Tenemos problemas muy amplios, por lo tanto necesitamos acciones amplias. Esto es un desafío a la manera tradicional en que las políticas se han manejado aquí. Uruguay ha tenido más bien una tradición de reformas incrementales; es decir, paso a paso. Esa puede ser una forma que nos lleve para adelante, pero lo mejor es entender que no se trata de un paso y otro paso, se trata de un proceso de cambio continuo pero que requiere una base amplia de acción. Para que esto ocurra, para marcar una diferencia, cada uno de los actores va a tener que aceptar su responsabilidad.

Específicamente voy a dedicar la mayor parte de mi presentación a hablar de la responsabilidad que ustedes, presentes en esta sala, deben asumir, porque no es simplemente cuestión de un presidente y su presupuesto. Esto requiere liderazgo en una base muy amplia y todos los actores tienen una responsabilidad de actuar. Necesitamos asegurarnos de que exista un alto nivel de compromiso para la transparencia. Esa va a ser una manera diferente de actuar en Uruguay, una mejor manera de actuar. Ahora es el momento de pasar de las palabras a la acción.

¿Cuál es, entonces, mi agenda de acciones para Uruguay? Mi agenda para la acción es que ustedes tienen que asegurarse de que continúan apuntando a una meta de baja inflación. Soy consciente de que tenemos gobernadores del Banco Central entre el público asistente. Baja inflación no es tener 8%, ni 7% ni 5%; una baja inflación debe estar por debajo del 3%. ¿Por qué digo esto? Porque hay que comerciar en un mundo donde característicamente la inflación máxima está en el 1% o 2%. Si uno pregunta a los exportadores que tienen que comerciar en ese mundo teniendo un 10% de inflación en lo interno es una gran desventaja para ellos al armar un presupuesto. Una inflación alta desarma totalmente el presupuesto. Existe la indexación, o sea que permanentemente uno está caminando sin llegar a ningún lado, empujando los salarios y los precios.

Vamos a hacer algo con respecto al problema en sus propias fuentes, continuar apuntando hacia una baja inflación como parte de la agenda para la acción. Claramente la política fiscal es una parte crítica de la agenda para la acción. Es necesario romper con los malos hábitos del déficit. Lo hace a uno tan vulnerable que cuando a uno lo golpean los grandes vecinos, cuando Argentina otra vez tiene un problema político y cuando Brasil otra vez vive una crisis económica ustedes son muy vulnerables. Son doblemente vulnerables si las finanzas públicas no están en buen estado.

Es necesario tener políticas que aseguren que el mercado de trabajo funcione. La forma en que yo pongo a prueba el funcionamiento del mercado laboral es la capacidad de lograr pleno empleo. Se habla mucho acerca de la flexibilidad del mercado laboral, entonces voy a usar la palabra. Un mercado laboral que funcione, que puede emplear a las personas que buscan trabajo. Debemos asegurarnos de que en la agenda para la acción hayamos incluido un ambiente que permita que el empresario y las empresas sean competitivas. Esto va a requerir que se haga algo con respecto a la carga, no sólo la carga fiscal sino también la carga de la regulación y de los aranceles. Yo sé que el Mercosur les tiene atadas las manos con respecto a terceros países. Voy a volver a hablar de una estrategia que pueden usar para arriesgar, pero tienen que tener claro que estas cargas constituyen una gran porción del costo Uruguay.

Ustedes pueden hacer mucho para eliminar esas cargas, tienen que asegurarse de que el tema educativo funcione y cumpla con lo que debe. No estoy hablando simplemente de tirarle con más dinero; el sistema educativo uruguayo es monopólico, es del Estado y funciona como tal. No hay quien asuma responsabilidad, no hay ningún punto de referencia para medir el desempeño. El acceso es desigual y el resultado es menor de aquel al que ustedes deberían apuntar. Tienen que apuntar a una reforma sistemática de la educación.

Finalmente está la reforma del Estado, que sin duda tiene mucho que ver con la reforma educativa y con todos los demás temas. La reforma del Estado es central ante las otras agendas para la acción.

Yo hice metas para la acción y después hice un supuesto: que cada uno de los actores iba a estar analizando, salvando sus responsabilidades, e iba a lograr progresar en su agenda para la acción. He aprendido que tengo que hacerlo mucho más concreto para ustedes, así que voy a hacerlo bien concreto. Aquí tenemos el diagrama, si quieren llamarlo así, que van a recibir en el repartido impreso, que menciona la necesidad de lograr avances en distintos frentes. Esto es lo que la figura intenta ilustrar. Si ustedes deciden avanzar un paso a la vez no olviden que los demás pasos también requieren que se les preste atención. Así que vamos a ver esta agenda para la acción, vamos a analizar individualmente a los distintos actores y a plantear un desafío para que estos asuman su responsabilidad.

Cuando veo la política monetaria, lo primero que tengo para decir es: no sigan por el rumbo de no encontrar una solución o de tener una antisolución. Esto es una devaluación competitiva. Estuve con la Asociación Rural en Florida; leo los periódicos y oigo a mucha gente decir que la respuesta a todos los problemas es una devaluación competitiva. Tengo que decir, con la mayor fuerza que pueda, y en base a gran experiencia, que ésa no es ni será nunca la solución a los temas de la competitividad. Estas son las soluciones reales, que van a funcionar.

En primer lugar necesitamos asegurarnos de que el Banco Central sea realmente autónomo. Mientras la Carta Orgánica del Banco Central deja bien claro que tiene lo que se llama independencia y autonomía en cuanto a los instrumentos, en mi opinión la forma, la metodología para operar es tal que hay mucha conciencia del Banco Central con respecto al entorno político en el que tiene que funcionar. Esa ha sido la forma tradicional en que funcionan los bancos centrales. Lo que sabemos ahora en todo el mundo es que si ustedes quieren tener un Banco Central con mucha credibilidad, que pueda realmente combatir la inflación, tiene que ser realmente independiente. Los políticos tienen que saber que el Banco Central no va a ayudar con la inflación a salir de los problemas. Los políticos tienen que saber que el Banco Central va a ser sólido como una roca en su compromiso para reducir la inflación y que los políticos a su vez tienen que ser sólidos como una roca en su compromiso frente a finanzas públicas sólidas. O sea que la solución verdadera es apuntar hacia una autonomía más auténtica del Banco Central.

En segundo lugar, tenemos que asegurarnos de que la política fiscal preste el apoyo necesario a la política monetaria. En este momento no lo hace, en este momento la política fiscal es una influencia totalmente perjudicial en este país, está socavando la competitividad del país, los está haciendo más vulnerables. El lunes se me expresó una preocupación por parte de alguien que pertenece al sector privado, que dijo que si seguimos como estamos aquí en Uruguay existe el riesgo de que el país pierda su suscripción soberana de los préstamos. Si eso ocurre, cuidado: ustedes son un país más pobre en este caso, van a pagar un precio mayor para tener acceso a dinero en los mercados del mundo, van a tener que pagar más como empresas en Uruguay. No lo hagan; lo pueden evitar asegurándose de que haya finanzas públicas sólidas que apoyen este entorno de inversiones.

Si ustedes quieren tener una competitividad real, en eso sí estoy de acuerdo con los productores agropecuarios. Queremos verdadera competitividad, pero ataquemos al verdadero culpable de la carga a que están sometidos los agricultores y los exportadores, el monopolio, la regulación, las prácticas que han provocado la falta de competitividad. Me siento muy alentada al ver que los dirigentes oficiales del país, de muchos partidos políticos, de la Asociación Rural, de la Federación Rural, del sector empresarial, saben que esto es cierto.

Pero es importante que yo refuerce lo que dije con respecto a esta realidad, persigan a quienes son realmente responsables y la causa de los problemas. No opten por la antisolución. Buscar una devaluación, como dije el año pasado, es actuar igual que un alcohólico que ve que la solución a su problema es tomar esa última copa, ese último trago. Eso no es así. Entonces mi remedio, mi medida correctiva, es atacar el problema en sus propias raíces y tomar nada más que agua con gas.

Ahora vamos a pasar a la responsabilidad que existe en lo que se refiere a la política fiscal. Ayer hablé con las comisiones conjuntas en el Parlamento, las de Presupuesto y Hacienda. Fue una oportunidad fantástica para mí, especialmente al comienzo del debate sobre la parte presupuestaria, poder hablar con los actores que van a tener la responsabilidad de hacer un escrutinio, un análisis meticuloso del presupuesto. Gran parte de los logros en cuanto a la política fiscal van a quedar en sus manos. Pero debo decir que los actores deben aceptar su responsabilidad.

Lo que yo estoy diciendo es cuáles son los actores que tengo en mente. Claramente debo empezar con el presidente, que dice que no a más gastos y que no a mayores impuestos. Esto es excelente; es muy difícil, lo sé. Esta tarde me voy a reunir con los intendentes y quiero que el presidente diga sí a más gastos. Me voy a reunir con la comisión judicial mañana y ellos también quieren que el presidente diga sí a más gastos. Y él, al decir eso, no está diciendo lo correcto. Les voy a decir a los intendentes y a la comisión judicial que eso es lo que ustedes necesitan como guía, como liderazgo desde arriba. Necesitan alguien que diga: "Yo voy a presidir sobre un programa que va a ver que se logre finanzas públicas sólidas". Para comenzar, (hay que) decir no a mayores gastos y no a impuestos más elevados.

El ministro de Economía también tiene responsabilidad. El va a elevar el presupuesto al Parlamento esta semana. Y si el ministro de Economía no está dispuesto a argumentar a favor de un cambio en las reglas de juego, en la forma como se debate y se desarrolla el presupuesto y un cambio en el sistema como se gerencian las finanzas públicas, simplemente va a ser la misma discusión de siempre y nada va a cambiar. Van a pasar cuatro meses dando vueltas, llenando compromisos para terminar sin presupuesto. O sea que no se ha logrado progreso alguno en el tema. Yo quiero que los parlamentarios los próximos meses no dediquen su tiempo a esfuerzos que no sirven para nada, que hagan un trabajo intelectual inútil este año y que se repita el año que viene. Les dije a los parlamentarios ayer, tanto a diputados como a senadores, que ellos están buscando tener mejores herramientas para hacer su trabajo. Y es responsabilidad del ministro de Economía y Finanzas comenzar a pensar acerca de cuáles son las herramientas para hacer un mejor presupuesto y cómo administrar mejor esos fondos.

El Parlamento también tiene una responsabilidad muy seria de analizar, observar la realidad con que se enfrenta Uruguay y sancionar un presupuesto que implique una responsabilidad fiscal. Tiene responsabilidad de argumentar a favor de un sistema que permita adecuar mejor los recursos que están gastando con los resultados que se está logrando.

Les voy a dar un ejemplo muy práctico para que vean de qué estoy hablando. Les queda claro a ustedes que mi español no es muy bueno, entonces necesito, como tengo hoy, un intérprete. Ustedes tienen un Parlamento que tiene un sistema, un equipo de interpretación que hace posible que los parlamentarios se sienten a escuchar durante dos horas gracias a este equipo, a este sistema. Entonces voy al Parlamento, donde se me ha dicho que estaba eso, y había unos 30 diputados y senadores acompañados de seis o siete personas que andaban recorriendo por ahí, trayendo agua, un poco más de agua, dando más vueltas, pero no había interpretación. ¿Dónde está ese equipo, tan sofisticado, tan de última generación? "No, no lo tenemos". Está cerrado bajo llave, nadie tiene las llaves, nadie las consiguió para poder tener la interpretación simultánea. Andaba toda esa gente dando vueltas por ahí y había seis mujeres fantásticas sentadas adelante, que una y otra tomaban todas taquigrafía. ¿Qué pasa con un grabador? No, todo taquigrafía. La taquigrafía es fantástica, hay mucha gente haciendo esto, pero los resultados que deseábamos era un equipo de interpretación que funcionara. Como media hora después dijeron: "Tenemos el equipo de interpretación". Mucha gente corriendo por ahí, agarró los auriculares, pero no funcionaban. Yo grité en el micrófono, no funcionaba...

Aquí está el tema, esto es lo que quiero decir. No quiero ser crítica, pero ese Parlamento es el que va a estar votando a favor de muchos insumos para asegurarse de que toda esa gente que está ahí se quede ahí.

¿Qué pasa con los productos, entonces? ¿Qué pasa con los resultados? El producto que yo quería era un equipo de interpretación que funcionara, y los resultados que deseaba era que los senadores y diputados entendieran que sí podían hacer un presupuesto de mejor manera y cuál fue la experiencia de los sistemas más modernos para analizar las finanzas públicas. Pero ellos van a tener un debate acerca de los insumos y no van a hacer conexión ni asociación ninguna con los productos ni con los resultados. Esto es algo que tiene que cambiar si ustedes saben que es así.

Vamos a pasar a cómo funciona el mercado laboral. Yo sé que entre los invitados aquí hoy hay gente de los sindicatos. Sean bienvenidos, espero que algunos de ustedes estén aquí porque ustedes también tienen que asumir responsabilidad en forma muy considerable. Si yo observo a los dirigentes sindicales y me refiero a ellos, estoy hablando de llegar a un entendimiento, de que se comprenda que al final los salarios tienen que estar vinculados a la productividad. Las únicas razones por las cuales se va a contratar a alguien es porque alguien más va a querer comprar lo que uno va a producir. Si esto está a un precio que haga que esos bienes y servicios sean demasiado caros, nadie los va a comprar y por lo tanto se va a perder el puesto de trabajo. Entonces el desafío, el reto, es ir más allá del hábito que tienen muchos países, no sólo Uruguay. Lo mismo ocurría en mi país: tenemos el hábito de pensar que los salarios deberían ser fijados por políticas y que los sueldos se fijaban gracias a protestas.

No, en este mundo los salarios deben fijarse en base a la productividad, incluso dentro del Parlamento. Esto es un cambio muy grande. Cuando el Estado es el empleador, un empleador enorme en Uruguay, no puede comprar ni pagar, por eso tiene un problema con el presupuesto y el régimen de austeridad de que se está hablando. A la larga, incluso, el Estado tiene que asegurarse de que cuando haga adquisiciones o compras o se le pague a la gente esto debe estar vinculado a la productividad. Esa es una de las nuevas reglas del tráfico en todo el mundo. Quienes ignoren esas reglas van a quedarse fuera del negocio si trabajan en el sector privado, y van a ir a la quiebra y van a tener finanzas públicas malas si esto ocurre en el sector público. Entonces no hay forma de esconderse de eso. El nexo entre la paga, la remuneración y la productividad es así.

Pero no me estoy dirigiendo sólo a los dirigentes sindicales, sino a ustedes, a los empresarios, los que dirigen los negocios. Es necesario que tengan excelentes relaciones industriales, tienen que tener una relación de alta calidad con la fuerza de trabajo, tienen que prestar gran atención a las habilidades que ellos tienen, a sus capacidades, por qué se estresan, porque ésa es la clave de la productividad. No es cuestión de decir "bueno, el sindicato me dijo que tenía que hacer esto y el gobierno me dijo que tenía que hacer aquello". Ustedes, como quienes están a cargo de las empresas, tienen la responsabilidad de hablar con su fuerza de trabajo, sin ningún intermediario, con su propia fuerza de trabajo, y ayudarla a que comprenda la necesidad de la competitividad que existe en este mundo donde comercializan y trabajan. Entonces los dirigentes, los que están a la cabeza de las empresas, son tan importantes como los dirigentes sindicales.

El gobierno también tiene una responsabilidad cuando estamos hablando de un mercado laboral que funcione, porque es el que debe asegurarse de que las reglas del juego sean tales que se pueda de hecho asegurar que el mercado laboral funcione. He escuchado lo que muchos de ustedes tenían para decir. Yo entiendo que el mercado laboral no es todo el problema, pero es buena parte del problema. Si no hay un mercado laboral que funcione bien, inevitablemente habrá una alta tasa de desempleo, al igual que la noche sigue al día. Para mí el escándalo del desempleo es el escándalo de que cada uno de estos actores se niega a aceptar su responsabilidad. Estas cosas no ocurren por accidente, no se baja el desempleo por accidente.

La buena noticia es que se puede lograr y asegurar el pleno empleo si cada uno acepta las responsabilidades que acabo de mencionar. Veamos cuál es un mercado competitivo como debe ser. Esto significa no más privilegios ni proteccionismo. Si ustedes durante muchísimos años han disfrutado del beneficio del proteccionismo no les va a gustar nada lo que les digo, van a tratar de convencer al gobierno de que no desregule, de que no salga del monopolio. Pero eso no es un mundo en el que se pueda seguir existiendo, eso se terminó, ya pasó.

El nuevo juego es ser abiertos y competitivos, y eso significa decir "no" en términos políticos y en términos prácticos, tanto a los privilegios como al proteccionismo. No más monopolios cómodos. Los monopolios que aumentan los precios y bajan la calidad de los servicios empobrecen a todos ustedes. Ustedes no pueden marchar para adelante en un ambiente monopolista. Esto significa que las empresas tienen que cambiar, que hacer un giro, no mirar al gobierno sino al mercado. Esto es un enorme cambio cultural de dirección. Lo he visto en mi país y en otros países que se han visto forzados a abrir y quebrar una costumbre de toda una vida.

Solíamos ir al palacio presidencial para conseguir lo que necesitábamos, pero ahora esto lo define lo bien que se funciona en el negocio. El gobierno tiene su función que cumplir al crear el ambiente, la atmósfera apropiada, pero de ustedes depende promover la mejor forma para ser competitivos en el ambiente en que deben funcionar. Hay un comportamiento que dice que "ustedes deben ser competitivos, que van a estar desregulados y su monopolio va a funcionar y el mío no. Yo estoy aquí, en este filo, a mí no me van a tocar. Yo me quedo en mi patio trasero, hagan lo que quieran con los demás pero no me toquen a mí". Si eso subsiste, no va a haber ningún progreso.

Ya sé que ACDE está dedicando mucho tiempo a armar este programa esta semana entre tantos dirigentes. Ellos están haciendo su trabajo y argumentando a favor de este tipo de transformación para Uruguay y sus dirigentes, al estar dispuestos a poner el dinero donde se necesita, armando programas como éste, trayendo gente para que abogue a favor de los cambios, dar confianza a los cambios y crear una excusa para que se haga los cambios; ése es el liderazgo que hay que mostrar en muchos frentes. Ricardo Shaw está haciendo lo mismo hace unos meses con CEAD. Ese es el liderazgo que realmente va a estar a la vanguardia y una revolución en la mente que es la que se necesita para funcionar bien en un mundo competitivo y abierto.

La política educativa es muy sensible y delicada, pero también hay responsabilidades en esto. Creo que lo primero es lo primero, entonces tenemos que ver que hay una falla en el sistema. ¿Qué es lo que ustedes esperan cuando tienen un monopolio del Estado? Eso es lo que caracteriza a la educación. Es tan destructivo de la educación en sí el tener un monopolio como en los teléfonos, aeropuertos o sistemas de petróleo. Es el mismo tema, es lo mismo lo que está en juego. No es sólo cuestión de tirar más dinero al sistema tal cual existe como he visto en la protesta de las universidades que dicen simplemente "más dinero". Lo que tendrían que pedir es un mejor sistema, porque si se le sigue tirando más dinero al sistema tal cual está lo están desperdiciando, están gastando aún más dinero.

Debemos asegurarnos de que el poder de la educación, de hacer elecciones en lo que se refiere a la educación, de controlar las finanzas, los fondos que se da a la educación, debería estar en manos de los padres y los alumnos y no de los políticos. Sólo cuando los padres sean los responsables de la educación se podrá estar seguro de tener un buen desempeño por parte de ellos. Al pasar la responsabilidad del productor al consumidor, en este nuevo mundo de la tecnología tiene que haber una nueva educación.

Finalmente, tenemos la reforma del Estado. ¿Quién tiene que ser el responsable de la reforma del Estado? Necesitamos antes que nada aceptar que no se puede simplemente dar un pequeño paso adelante que haga que el sector privado sea más competitivo sin hacer lo propio a nivel del sector público. Es necesario asegurarse de que tenemos un Estado donde existen las mismas disciplinas en base al desempeño que se ve en el sector privado. Por ejemplo, tenemos que asegurarnos, al igual que lo hacemos en el mundo de los negocios, en las empresas, de que el Estado sea del tamaño apropiado. Esto queda bien claro en el ejemplo que les di antes, cuando hablé sobre el Parlamento. Hay un gran sobreempleo en el sector público. Se hace por motivos políticos, no son puestos de trabajo reales. Esos taquígrafos trabajando en forma sensacional... Pero imagínense a esa misma gente trabajando en una gran empresa de software, de informática, donde se los puede emplear en forma productiva y donde pueden utilizar las destrezas auténticas que tienen para innovar en un sector que puede ganar dólares verdaderos para ustedes y no simplemente gastarlos. Es necesario que el sector público sea del tamaño apropiado, con la cantidad de puestos de trabajo necesarios y no más.

Tenemos que asegurarnos de que tenemos el tipo de gente que se necesita, la apropiada. Esto es muy distinto a la tradición que ustedes solían tener de inamovilidad, de trabajo de por vida, un sistema por el cual no se pensaba "ésta es la destreza que necesitamos y esta persona la puede dar". No. Es totalmente crítico comprender que lo único real que se puede hacer al sector público lo puede hacer una persona que está equipada apropiadamente para ese trabajo, en el que hay una referencia contra la cual se pueda medir, una persona que sea responsable de lo que hace ante quien sea. Por ejemplo, el que hace el vino. El bodeguero en la bodega de Juan Carlos tiene que saber hacer su trabajo; lo mismo tiene que hacer alguien que trabaja en el Poder Judicial, que la justicia llegue a tiempo. Alguien que trabaje para la DGI también tiene que saber que la política fiscal sea la buena, que la recaudación sea la que corresponde. Y alguien en el Ministerio de Economía se tiene que asegurar de que la política sobre el presupuesto sea la apropiada. Todo esto se aplica tanto al sector público como al privado que mencionamos antes.

Esto no es un tema que afecte sólo a Uruguay. La reforma del Estado es un tema que está en las mentes y en las agendas de los gobiernos de todo el mundo, en Europa, Asia, América Latina, en el Oriente Medio. He trabajado en muchos de estos países y esto es una búsqueda que se está dando a nivel mundial. Es una búsqueda mundial, porque todo el mundo sabe que tenemos que tener un Estado donde el gobierno pueda funcionar en forma estratégica, donde podamos asegurarnos de que tenemos puntos de referencia para medir el desempeño, que hay una institución de la transparencia y la responsabilidad y tener finanzas públicas sólidas. Todos los gobiernos modernos quieren poder superar y sobreponerse a este tipo de dificultades. Entonces en todo el mundo hay una redefinición acerca de lo que el Estado debería hacer y de lo que no debería hacer.

Hoy de mañana se preguntaban si el Estado uruguayo debe ser propietario de una empresa de telefonía celular. Mi respuesta es que no. Si ustedes quieren telecomunicaciones competitivas a nivel mundial no traten de encontrarlas en el Estado, no es su rol, no es su perfil. El Estado tiene un papel muy importante que cumplir y tenemos que asegurarnos de que en aquellos espacios donde tiene un papel que cumplir lo haga en forma muy eficiente.

Si analizamos otras cosas que el Estado debe hacer hay que repensar acerca de qué bienes deben ser propiedad del Estado. Hace dos noches recibí una propuesta del gobierno de Nueva Guinea, un país pobre, con problemas de déficit presupuestal, con problemas de desempeño. Su primer ministro, que era presidente del Banco Central, está haciendo un llamamiento para privatizar las telecomunicaciones, la electricidad, los caminos. No lo está haciendo por motivos ideológicos, simplemente está tomando las medidas prácticas.

Si yo quiero que mi país funcione bien, que sea eficiente, que sea competitivo en un entorno global, voy a buscar en el sector privado quién pueda prestar los servicios que mi país necesita. En todo el mundo hay un debate acerca de la calidad del gasto del Estado, cuánto está gastando, si está obteniendo el valor que pagó. El problema en lo que se refiere a la regulación es hacer que los países sean más competitivos, más transparentes y más responsables en el sentido contable.

¿Qué hay que hacer? Una vez más, un programa de reformas radicales de la administración pública. Hay que especificar el desempeño: si ustedes continúan haciendo lo que han venido haciendo hasta ahora, están pagando por una gran cantidad de insumos y no tienen ni idea de lo que están recibiendo, no hay ningún punto de referencia para medir el desempeño. Sabemos que se desperdicia cosas, y ustedes no tienen esos pesos para desperdiciar, nadie los tiene. Entonces hay que buscar cómo especificar este desempeño, hay que hacer contratos por resultados. A mí me encanta hacer el presupuesto para el Parlamento y asegurarnos de que el mercado laboral funcione en forma flexible tanto en el sector público así como en el privado; o sea, deshacerse del puesto de trabajo de por vida.

Hay una tendencia hacia una descentralización de la administración. Eso está bien, pero también hay que ver si el tipo de estilos de contabilidad que se usa en el sector privado es el mismo que se debería usar en el sector público. El Estado debería poder tomar la decisión estratégica en lo que se refiere a la ejecución de la decisión a nivel gerencial. Hay que hacer una distinción entre los resultados, que es lo que los políticos deberían estar buscando, debería haber un presupuesto en base a productos y deben asegurarse que los directores, los que ejecuten eso, tengan la responsabilidad de utilizar los insumos consiguiendo el valor que corresponde por lo que se gasta. Hay que integrar el gerenciamiento estratégico en base al desempeño y al presupuesto. Queremos tener una visión que no sea sólo para el presupuesto, sino para la transformación social. Tenemos que asegurarnos de que esa visión sea traducida en áreas concretas. Entre tres y cinco años es el período en que se está en el cargo y estos son los plazos ideales para conseguir los resultados que la coalición trata de conseguir. Queremos una definición clara del desempeño y que la responsabilidad no sea ambigua. Hay contratos en base a desempeño y contratos de adquisición especificando los resultados esperados.

Este es el tipo de cosas que estamos buscando. Cuando argumentamos a favor de un régimen presupuestario yo, obviamente, me (pronuncio) a favor de una de las innovaciones que hicimos en Nueva Zelanda, que es el acta de responsabilidad fiscal. En Nueva Zelanda fue en 1994; en Argentina y Perú se está adoptando ahora. Hay que asegurarse de que la política fiscal esté guiada por buenos principios y buenas prácticas. Hay que asegurarse de que hay una forma estratégica de abordar la gestión del presupuesto, que el presupuesto se haga en base a los productos y que se utilice las prácticas generalmente aceptadas que se utiliza en el sector privado, también para el sector público.

Aquí están los principios de la reforma del sector público. Cuando vemos la reforma del sector público tenemos una serie de objetivos que tienen que estar claros: dar a quienes dirigen el poder de dirigir, asegurar que haya una responsabilidad y transparencia genuinas, que haya un buen flujo de información y que exista un proceso a nivel del Parlamento y del presidente para evaluar si ese desempeño se ha adquirido o no.

En la práctica debemos pensar en reformas de empresas del Estado. Luego de reunirme con el presidente el lunes, todas estas empresas se reunieron con él. Necesitaban recibir el mensaje directamente de él. Eso es importante si estamos hablando de privatización. ¿Por qué condenarnos a ofrecer servicios costosos e ineficientes? Debemos asegurarnos de que el Estado esté bien organizado para cumplir con las necesidades modernas, que el gerenciamiento se haga en base a resultados y, como ha dicho el presidente, debemos reducir el gasto público. Esa es la práctica en cuanto a la reforma del Estado.

Finalmente llegamos al tema de liderazgo, de visión; es algo que representa un gran desafío. Yo los estoy desafiando, estoy desafiando aquellas ideas sagradas que se tiene aquí, en Uruguay. Esas creencias han sido muy importantes para ustedes en el pasado, pero no se dejen engañar, no se queden atrapados en el pasado porque hay nuevas creencias, nuevos desafíos. Deben enamorarse del futuro así como están tan enamorados del pasado. Por lo tanto, vean que éste es un enfoque desafiante, que debe ser comprendido por todos. Todos; la persona que me ayuda a traducir estas transparencias, que las pasa por Internet, esa persona debe entender tanto como ustedes, los que están aquí reunidos. No es algo para una élite, para los que están organizados. Esta es la oportunidad que tiene Uruguay de decir: "Seamos dueños de nuestro futuro, seamos parte del proceso de cambio". Debemos estar bien enfocados, como país tenemos una cierta cantidad de energía, hay que saber usarla y hay que tener un sentido de urgencia.

Quiero concluir con la siguiente idea. Aquí están los principios universales. Las circunstancias de los países varían: lo que ocurre en Jordania es diferente de Perú, de Argentina. Brasil es diferente de Uruguay, y Nueva Zelanda es diferente de Uruguay. Pero a pesar del hecho de que hablamos de distintas circunstancias en distintos países voy a ser lo suficientemente atrevida como para decir que existen principios universales. Creo que en el caso de la reforma del Estado modernizarlo no tiene nada que ver con la derecha o la izquierda; tiene que ver con movernos hacia adelante, no hacia la derecha ni hacia la izquierda. Y no importa de dónde provengan los políticos, todos deben ir hacia adelante. No conozco a nadie de la izquierda que piense que vale la pena perder el dinero público. No conozco a nadie de la izquierda que piense que es inteligente quedarse fuera de Internet, si es que tenemos precios buenos y servicios buenos. No tiene nada que ver con derecha o izquierda; tiene que ver con ir hacia adelante, con asegurarnos de que a nuestra manera crearemos el entorno que nos discipline, que discipline la conducta en política, en política pública, puesto que los dos ingredientes necesarios para ir hacia adelante son las cualidades de un buen gobierno y las cualidades de buenas políticas. No se puede ir hacia adelante sin estos dos requisitos.

Como dije antes, la reforma que realmente ocurre, que marca una diferencia, requiere de un liderazgo especial por parte de los políticos, de la política pública, de ustedes. Por lo tanto, para mí es un privilegio estar aquí hablando con ustedes para enfatizar estos mensajes, para hacerlos más concretos. Y son dos cosas: el disco duro que tenemos en la cabeza, que se llama actitud Uruguay, y el software que tengo en mi computadora. Si queremos marcar la diferencia, aquí tenemos una oportunidad.


Panel de preguntas y respuestas

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo (*)
Edición: Julieta Sokolowicz


(*) Tomada de la traducción simultánea realizada por Isabel Scarzolo y Matilde Prieto

 





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