En Primera Persona

De la permisividad al drama y al golpe de timón

Por Emiliano Cotelo


(emitido a las 10.50 Hs.)

Ayer algunos oyentes nos cuestionaban a Rosario y a mí por la forma como habíamos entrevistado a la ministra de Desarrollo Social, Ana Vignoli a raíz de la nueva forma de trabajo para llevar a la gente en situación de calle a los refugios en las noches de invierno. "¿Qué se creen ustedes, la inquisición?", nos increpaba uno. "No les sirve nada, siempre están criticando", se quejaba otro.

Esas críticas se amontonaron sobre todo cuando, después de preguntarle sobre los cambios que se instrumentaron el lunes luego de la reacción indignada del presidente José Mujica al conocer la quinta muerte por hipotermia, pasamos a preguntarle qué se hará, más allá del frío polar y cuando hayan pasado estos rigores, para sacar efectivamente a estas personas de esa intemperie en la que han decidido vivir. "¿Por qué insisten y dan vueltas con eso, si el tema era el nuevo plan para enfrentar la ola de frío polar de estos días?", nos interpelaban algunos de los mensajes que llegaban de la audiencia.

En realidad, en esa parte del reportaje estábamos retomando un tema que ya hemos tratado en numerosas ocasiones En Perspectiva.

Yo creo –y Rosario también lo ha dicho- que con la gente en situación de calle se viene siguiendo una política demasiado tolerante. Está claro que la actitud de estas personas no es algo sencillo de manejar. Pero es un hecho que en los últimos años el fenómeno ha venido creciendo a ojos de todos nosotros, y que las autoridades nacionales y municipales lo enfrentan con un sistema que, por lo menos, es muy lento, aunque yo creo que el calificativo que habría que utilizar es el de "ineficiente", deliberadamente ineficiente.
Se esgrime permanentemente la necesidad de respetar libertad de esas personas. Se enfatiza en sus derechos. Y no se habla de sus obligaciones, ni se valora ni se tiene en cuenta los derechos de los demás, que estas personas violan de manera sistemática. Para empezar el derecho de propiedad (pública o privada), porque estas personas se apropian de lugares que no les pertenecen, como bancos de plaza, canteros de plazas, puentes y otros espacios públicos, o la entrada de un edificio privado, las escaleras de un cine, un terreno vacío, etc.  Y luego, el derecho de todos nosotros a caminar por espacios limpios, higiénicos, sanos y seguros. Por ejemplo, el derecho a llevar a los niños a un parque o una plaza sin que tengan que estar eludiendo a seres humanos despatarrados, semidesnudos, borrachos o drogados, que hacen sus necesidades encima o en el piso alrededor de ellos, y que, por si eso fuera poco, muchas veces son, además, agresivos, soeces, invasivos, insultan y/o faltan el respeto a quienes pasan cerca de ellos.

Esa tolerancia, esa permisividad con que desde el Estado se enfrenta estas situaciones, se contradice por completo con la apelación que las mismas autoridades del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y de la Intendencia de Montevideo (IM) hacían en estos días para que la población no colaborara con estas personas acercándoles ropa, comida u otros elementos. ¿Cómo se entiende esa exhortación, cuando al mismo tiempo el Mides y la IM son los principales responsables de que esta gente se vaya consolidando en los lugares que ha elegido a la intemperie? ¿Cuántas veces hemos sabido de reclamos muy fundados realizados por vecinos para que se sacara a una persona o a un grupo de personas de un cierto lugar, pese a lo cual pasan meses y meses sin que se haga nada al respecto?

Hay leyes vigentes que permitirían retirar a la gran mayoría de las personas que han decidido vivir en situación de calle, cuando tienen disponibles refugios y otros lugares de acogida instalados por el gobierno nacional y las intendencias. La ley de vagancia es una de las normas que se podría esgrimir. La ley de enfermos siquiátricos es otra. Sin embargo, se ha optado por no recurrir a esas herramientas, con lo cual lo que se ha logrado es que el problema creciera y las personas se afirmaran cada vez más en su forma de vida a la intemperie.

Repaso toda esta historia porque creo que tiene mucho que ver con esta crisis que ahora estalla a raíz de los fríos del invierno. Algunos oyentes decían en estos días: "¿Acaso ustedes creen que los muertos por frío polar no existían antes de la llegada del Frente Amplio al poder?" Y yo contesto: sin duda que existían antes. Pero estoy convencido de que ese drama tiene hoy una dimensión mayor. Si la izquierda hubiese sido capaz de controlar sus prejuicios y hubiera adoptado otra actitud, más enérgica y creativa, frente al problema de la gente en situación de calle, el drama al que estamos asistiendo en estos días sería mucho menor y mucho más manejable.

Lamentablemente, no es el único ejemplo de estas políticas de permisividad fuera de lugar. Podríamos mencionar, como otro caso, la forma como se tolera a los hurgadores, con la suciedad que suelen generar en torno a los contenedores, y en particular la permisividad que se tiene con los carros de hurgadores tirados por caballos, muchas veces a cargo de  niños, que no deberían estar trabajando y mucho menos conduciendo un vehículo en medio del tránsito de la ciudad.

Cuando finalmente ocurren las tragedias, entonces se sale desesperadamente de un día para el otro a cambiar criterios y se adoptan medidas severas. Pero...¿era necesario llegar a ese extremo? ¿No debió haberse cortado antes la lógica perversa que se dejó crecer bajo las anteojeras de la indulgencia y la piedad exacerbadas?

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