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Biógrafo del Papa Francisco: "Revitalización del mensaje religioso" es "el cambio más importante para la Iglesia"

Biógrafo del Papa Francisco: "Revitalización del mensaje religioso" es "el cambio más importante para la Iglesia"

Todavía no hace seis meses que el cardenal Jorge Mario Bergoglio se transformó en el papa Francisco y en este tiempo su actitud y sus anuncios han despertado grandes expectativas. ¿Cuánto ha hecho para implementar las reformas que muchos reclaman? En Perspectiva conversó con el periodista argentino Sergio Rubín, coautor de "El Jesuita, conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio", un libro editado en 2010 y reeditado este año que se presentará esta tarde en la Universidad Católica. "El mérito impensado del libro es contar sobre ese hombre que hoy el mundo está descubriendo", dijo Rubín, destacando que la imagen austera que proyecta el ahora papa es preexistente a su nombramiento. A su criterio, el replantear la presentación del mensaje religioso desde la "cercanía amorosa con la gente" es "el gran cambio" que está protagonizando Francisco. Este objetivo, junto con la reforma de la curia y el avance "hacia una mayor colegialidad" son las tres "grandes directices" de su pontificado.


(emitido a las 8.49 Hs.)

EMILIANO COTELO:
El 13 de marzo pasado, la Iglesia católica sorprendió al mundo: por primera vez en su historia, el colegio cardenalicio eligió como papa a un jesuita, y además, latinoamericano.

Jorge Mario Bergoglio, el exarzobispo de Buenos Aires, fue designado para liderar la religión que profesan más de 1.200 millones de personas en el mundo. Y esa misma noche, Francisco –como eligió llamarse– daba las primeras señales que auguraban tiempos de cambio en la Iglesia: salió a saludar a los fieles que lo esperaban en la plaza San Pedro vestido de forma austera, solo con su sotana blanca, portando una cruz de plata. Incluso les pidió que rezaran por él.

Cinco meses después de su ordenación, ¿cuánto ha hecho para implementar las reformas que muchos reclaman?

De eso vamos a conversar esta mañana, vamos a tratar de entender mejor al papa Francisco y las acciones que viene llevando a cabo. Para eso vamos a conversar con una de las personas que mejor lo conocen, el argentino Sergio Rubin, periodista especializado en religiones, que escribe en el diario Clarín.

Rubin además es autor, junto con Francesca Ambrogetti, del libro biográfico "El jesuita: conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio", un libro editado hace tres años, que ahora volvió a publicarse con el título "El jesuita: la historia de Francisco, el papa argentino". Un libro que hoy se va a presentar en la Universidad Católica, en una conferencia que tendrá lugar a las 19 horas con entrada libre.

¿Está bien si lo presentamos como el biógrafo del papa Francisco?

SERGIO RUBIN:
Si me quiere presentar de esa manera... Se dio de esa manera. Francesca Ambrogetti, mi querida colega, fue la que tuvo la idea, ya hace unos cuantos años, de hacer algún libro con el cardenal Bergoglio porque le pareció una personalidad muy interesante. Estoy hablando de 2001, yo siempre celebro esto de Francesca, qué olfato, hace 12 años ya vio ahí a una persona muy interesante. Yo coincidí con ella en que era muy interesante esta persona, pero además en el cónclave de 2005 Bergoglio fue el más votado después de Joseph Ratzinger, obtuvo 40 votos, nunca antes un argentino, un latinoamericano, había sacado tantos votos. Con esos dos elementos nos pareció que había que hacer un libro sobre él, y había que hacerlo con él, consultándole cosas de su vida, de su pensamiento, con anécdotas. Francesca me lo propuso, fantástico, pero –le dije– "este hombre nos va a sacar corriendo", porque no le gusta hablar, y mucho menos hablar de él, habla poco con los periodistas, tiene un perfil muy bajo. Entonces lo fuimos a ver, muy atento, y efectivamente, cuando llegamos al punto del libro nos sacó corriendo. Pero Francesca fue muy insistente y creo que la tercera vez lo convencimos y empezamos.

Durante dos años tuvimos una serie de charlas con él que dieron como resultado este libro, que tiene preguntas y respuestas sobre temas puntuales, pero también anécdotas, aspectos de su vida. Y ahí el mérito acaso que tiene el libro –impensado, porque esto era el epílogo de una gran personalidad eclesiástica argentina y se termina convirtiendo sorpresivamente en el prólogo de lo que yo creo un gran papa– es contar sobre ese hombre que hoy el mundo está descubriendo, por tanto abona que lo que está haciendo ahora no es marketing, no es pour la galerie, sino que él siempre fue así.

EC - Esta es la segunda entrevista con Sergio Rubin aquí en En Perspectiva. El 15 de febrero lo llamamos, pero para analizar aquel primer acontecimiento histórico de este año: la renuncia de Benedicto XVI. En aquella charla, usted mencionaba que en cada elección de un nuevo papa crecía la posibilidad de que fuera elegido un cardenal latinoamericano. Pero al pensar en nombres concretos, en el caso de América Latina el que surgía en las especulaciones era el obispo de San Pablo, Odilio Scherer. ¿Cómo reaccionó usted cuando se enteró de que el elegido era justo Jorge Bergoglio, con quien había trabajado tan de cerca?

SR - En primer lugar quiero ser muy claro, a partir de ese recordadísimo 11 de febrero, lunes, 7.30 horas, día de Carnaval, feriado en Argentina, que quedó muy grabado en mi memoria porque me enloquecieron llamándome, todos me pedían primero que evaluara la renuncia de este papa, el primer papa que renuncia en 600 años, y después si Bergoglio iba a ser candidato esta vez, y yo contestaba que no. Quiero ser muy claro, porque todos presumimos de ser supuestos expertos y cosas por el estilo y le erré del principio al fin. Pero al final, cuando faltaban tres días para que entraran los cardenales a votar a la Capilla Sextina, estuve reunido con gente en el Vaticano que me merece muchísimo respeto, y cuando repasábamos los nombres: Scherer el brasileño, Scola el de Milán, este, el otro, el canadiense, el de Boston, al final me dicen: "Poné también en la lista, por las dudas, al cardenal Bergoglio". Yo los miraba como diciéndoles "no me hagan bromas, por favor". Pero salí de la reunión y dije: "No creo que vaya a ser papa, pero esta gente siempre me ha dado muy buena información, así que el domingo lo voy a poner por respeto a ellos".

Hice una nota en la que puse que se volvía a hablar del cardenal Bergoglio como candidato a papa, pero sin estar nada convencido. Y el martes, el día anterior, lo dije por televisión, en Telenoche, en Canal 13, me lo preguntaron: "Sergio, ¿estás diciendo que Bergoglio es candidato?". "Sí." Cuando termino la trasmisión me quedé muy mal, dije: "Hice una argentinada, esto de creerme que porque es argentino, porque yo lo conozco, porque hice un libro con él, puede ser papa". Al día siguiente salió papa, y ahí sí te contesto: la sorpresa mía fue enorme. Quedé medio grogui, como el boxeador que recibe un puñetazo, me costó mucho recomponerme. Y después dos cosas, por un lado una gran alegría, pero por otro lado un temor, porque sabía que él recibía una pesada herencia.

***

EC - A Sergio Rubin le corresponde seguir muy de cerca a los papas, ha tenido trato con varios de ellos, y desde que Jorge Bergoglio asumió como papa, como obispo de Roma, ha cubierto varias de sus actividades. En particular, lo acompañó durante su visita del mes pasado a Brasil, en la Jornada Mundial de la Juventud. ¿Puede decirse que esa semana en Brasil fue la plataforma de lanzamiento del programa de gobierno del papa Francisco?

SR - Está bueno eso, me gusta, creo que sí. No es porque el papa no hubiera ido ya mostrando y señalando el camino, pero si uno lee con atención sus discursos en Brasil, ahí plantea con bastante detalle por dónde quiere que las cosas caminen, por dónde tiene que marchar la Iglesia en esta renovación. Cuando los cardenales se encontraron en los días previos a entrar en la Capilla Sextina –recordemos que hubo 10 días de sesiones de todos los cardenales del mundo, sin importar la edad, porque al cónclave entran los menores de 80, ahí eran como 180– debatieron sobre la situación de la Iglesia, el perfil del nuevo papa, y surgieron tres grandes prioridades: la revitalización del anuncio del Evangelio, el mensaje religioso; avanzar en la reforma de la curia –recordemos la cantidad de problemas que hubo–, y avanzar hacia una mayor colegialidad, una mayor participación en el gobierno de la Iglesia. A partir de estas grandes directrices –hay que ser claro, Francisco no inventa nada– el papa empieza a avanzar.

Por eso habla tanto de esta cuestión de salir al encuentro de la gente, de salir con un mensaje comprensivo, de no tirarle a la gente las normas por la cabeza, que Dios siempre perdona, en fin, toda esta cuestión que él plantea y que en Brasil se expuso con extrema crudeza, la autocrítica que el papa hace en Brasil es descarnada, es tremenda. Dice "la gente no nos entiende, nos ve lejanos", dice cosas muy duras. Independientemente de que puede haber y seguramente hay muchos sacerdotes y laicos que hacen muy bien su trabajo, en general hay una cierta disociación, una percepción de la gente de que la Iglesia habla un idioma que no entiende, que está alejada.

EC - El papa Francisco llegó a decir una frase bastante impresionante: "Quizá la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta". Esa sí que es una duda profunda sobre este cruce de caminos en que se encuentra la Iglesia católica.

SR - Sí, seguramente. El mensaje de la Iglesia tiene 2000 años, evidentemente hay que replantearse el modo de presentarlo. ¿Qué es lo que la gente percibe popularmente de la Iglesia? Que fomenta la culpa, todo lo que está prohibido, todo lo que no se tiene que hacer, que todo es sufrimiento, que todo es dolor, que es una cosa espantosa. Yo digo: con ese programa, ¿qué joven hoy se puede acercar?, en una sociedad también bastante hedonista, ¿qué joven se puede acercar? Si sale corriendo es comprensible, salvo que sea masoquista. No es por negar la cruz, todos tenemos situaciones de dolor y a veces tremendas, por allí encontrarle un sentido, pero como dijo el papa en Brasil: no nos quedemos en los 10 mandamientos, avancemos a las bienaventuranzas, a los felices, a todo lo positivo.

Porque realmente abrazar la fe cristiana implica una gran felicidad, implica darle un sentido aun al dolor, implica pensar en la vida eterna, pensar en el perdón. Pero la sociedad se ha quedado con algo muy negativo, con la parte negativa, esa famosa expresión "vivimos en un valle de lágrimas". Esto es lo que el papa está tratando de cambiar, no por negar las situaciones de dolor, pero el cristiano tiene que vivir esa alegría. En una misa en Santa Marta, tomando una expresión muy castiza, habló de "esos católicos que parecemos con cara de pepinillos en vinagre, no puede ser". Estas son las cosas, los estilos y los modos que quiere que vayan cambiando la Iglesia.

EC - En uno de los últimos artículos de Sergio Rubin en Clarín, a propósito de la Jornada Mundial de la Juventud, hace una especie de balance y termina diciendo: "La clave de la reforma que propone Bergoglio es un cambio de actitud que muestra a la Iglesia más cercana a la gente". ¿Esa es la médula?

SR - Creo que sí, porque lo primero es estar al lado de la gente. Ustedes mismos lo ven, cuando hay un problema, una diferencia, nada reemplaza al contacto personal, como diríamos aquí: "Che, vení, vamos a tomar unos mates, vamos a hablar, vamos a conocernos, a abrir nuestro corazón". Lo primero pasa por ahí. Esto es lo que el papa está pidiendo, salir al encuentro de la gente, y sobre todo, como él dice, de las periferias existenciales, que es todo aquello donde lo religioso está todavía más ausente.

EC - Y aclaremos, esto no es un invento que Bergoglio haya preparado después de que lo nombraron papa. Casualmente es una de sus obsesiones desde hace años, y aparece muy claro, desarrollado muy claramente en este libro "El jesuita: la historia de Francisco, el papa argentino", en aquellas entrevistas que ustedes tuvieron con él hace tres, cuatro, cinco años.

SR - Sí, a lo largo de dos años.

EC - Hay un capítulo titulado "El desafío de salir al encuentro de la gente". Dice Bergoglio: "Es clave que los católicos, tanto los clérigos como los laicos, salgamos al encuentro de la gente. Una vez me decía un sacerdote muy sabio que estamos frente a una situación totalmente opuesta a la que plantea la parábola del pastor, que tenía 99 ovejas en el corral y fue a buscar a la que se perdió. Nosotros tenemos una en el corral y 99 que no vamos a buscar".

SR - Por eso digo, es un cambio de cultura, en una actitud además dialogante. Esto es muy importante, vivimos, gracias a Dios, con sus más y sus menos, en sociedades aquí en América Latina que van buscando la democracia, entonces son sociedades plurales, donde a la gente hay que entusiasmarla. Pero antes de irle recitando un montón de cosas tiene que estar esa cercanía del corazón, esa cercanía amorosa a la gente, afectuosa, esto es lo que él está planteando. Creo que ha habido demasiada teoría, a veces teoría muy buena, pero teoría, y poca humanidad, que me parece que es lo que él está reclamando para lograr esa revitalización. Porque en el fondo ha habido un problema, es evidente que la Iglesia ha ido perdiendo fieles, hay gente que se ha distanciado o gente que sigue declarándose católica pero que no va a la iglesia –está aquella expresión: "Yo creo en Dios pero no creo en los curas"–. Entonces la principal urgencia de la Iglesia es ver de qué manera volver a entusiasmar con la proclamación de su mensaje religioso.

EC - ¿Qué quiso decir, por ejemplo, cuando dirigiéndose a jóvenes argentinos los exhortó a que "hicieran lío en sus parroquias"?

En la segunda parte de la entrevista retomamos con ese punto.

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EC - Todavía no hace seis meses que el cardenal Jorge Mario Bergoglio se transformó en el papa Francisco. ¿Qué ha ocurrido en ese tiempo? ¿Qué anuncios ha hecho? ¿Qué medidas ha tomado? ¿Cuál es el rumbo que cabe esperar?

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EC - De esos temas estamos conversando esta mañana con Sergio Rubin, periodista del diario Clarín de Buenos Aires, autor del libro "El jesuita: la historia de Francisco, el papa argentino". Un libro publicado en el año 2010 y que realizó junto con su colega Francesca Ambrogetti. Un libro que ahora tiene una actualidad y un interés enormes, y que hoy se presenta en Montevideo en la Universidad Católica.

¿Comentarios, preguntas de los oyentes, Romina?

ROMINA ANDRIOLI:
Federico dice: "La Iglesia no tiene que acercarse a la gente, la Iglesia es la gente. Los cristianos tienen que darse cuenta de eso".

SR - Estoy de acuerdo, ese concepto de la Iglesia como pueblo de Dios que subraya tanto el (Concilio) Vaticano II. Estoy totalmente de acuerdo, pero es evidente que hay algunos que están un poquito más alejados, hay otros que no pertenecen a la Iglesia, entonces hay que salir a buscar a esa gente, a los que están más alejados, y a los que no pertenecen llevarles el anuncio. Pero como decíamos, en todo momento, antes que nada, ir a estar cerca de esa gente, tomarle la mano, escucharla, expresar esa cercanía espiritual, afectiva, que es lo que tanto está pidiendo el papa.

EC - Volvemos a Río de Janeiro, a la Jornada Mundial de la Juventud, a uno de los tantos momentos en los que el papa se fue pronunciando, hablando en este caso con jóvenes argentinos.

"Quiero lío en las diócesis, quiero que se salga... quiero que la Iglesia salga a la calle", dijo en ese momento. ¿Qué eso de "quiero lío en las diócesis"?

SR - Creo que está apelando a la creatividad y a la audacia de los jóvenes, que siempre pueden aportar creatividad y audacia. A veces las estructuras se anquilosan, quedan un poco petrificadas y un poco encerradas en la propia parroquia. El joven tiene ese aspecto movilizador, un poco desordenado, pero algo que de pronto le está haciendo un poquito de falta a la Iglesia, como sacudir el polvo, y eso es lo que él está pidiendo.

EC - Hubo distintas interpretaciones a propósito de si también estaba llamando a involucrarse en política, a movilizaciones, a manifestaciones, a planteos políticos.

SR - Yo diría que sí, en el sentido de que la política, como ha dicho algún papa, es una expresión muy noble de la caridad, porque se ocupa del bien de todos. Otra cosa es que ahora se ha manoseado, la práctica concreta, todo lo que ya sabemos de memoria, pero la política por definición es algo muy bueno, y la Iglesia está invitando cada vez más a que la gente se involucre, sobre todo los que tienen vocación política. Recordemos que la Iglesia llamaba a la participación, pero en algún momento –esto pasó en Argentina, y seguramente también aquí en Uruguay–, a fines de los 60, principios de los 70, se presentó una gran batalla ideológica y se terminó en una gran violencia política, entonces la Iglesia tuvo que recoger el barrilete y llamar a lo contrario, a una desmovilización, porque las cosas se habían ido de cauce, se habían ido a la violencia de derecha, a la violencia de izquierda. Este papa está diciendo "espero que hayamos madurado y superado estas cosas, entonces es importante que la gente se involucre". Sobre todo que aquellos que tienen vocación política se involucren en la política, en la cosa pública, es muy importante, sobre todo la gente que tiene más cualidades morales, porque a veces hay una gran deserción de los que tienen condiciones y algunos vivillos se hacen cargo de las cuestiones públicas y después a los pueblos así nos va.

EC - ¿Cuánto incide en este tipo de planteos del papa Francisco la historia de Bergoglio como peronista que es y que no ha ocultado?

SR - No sé si no ha ocultado que es. Yo lo digo de esta manera: creo que Bergoglio no ha sido un "gorila", no ha tenido prejuicios para plantarse frente al peronismo, que es otra cosa diferente. No se ha embanderado políticamente, en esto quiero ser muy claro.

EC - En su juventud militó en el peronismo.

SR - No, en él libro dice claramente que se lo quiso ligar a una agrupación –Guardia de Hierro– y que no quiso, lo negó. Lo que pasa es que en Argentina somos muy extremistas, ustedes lo saben muy bien –uno admira al uruguayo porque por lo menos a la distancia lo ve mucho más moderado–: o se es de River o se es de Boca, o se es peronista o se es antiperonista. Esto dificulta mucho el análisis de las cuestiones. Bergoglio no era antiperonista, claro, "entonces es peronista". Tenía una aproximación no prejuiciosa, lo cual no es poco.

EC - Se lo preguntaba porque hay quienes entienden –y eso surgía en algunas consultas que hacíamos con analistas de la Iglesia antes de esta entrevista– que quizás el papa está abrevando en esa cultura política suya o en esas simpatías políticas suyas para buscar mostrarse fuerte, hacerse fuerte en la base de la Iglesia, para encontrarse mejor plantado a efectos de la pulseada que tiene con los mandos medios.

SR - Esa hipótesis no está mal, no me parece mal si se lo mira con cálculo político, puede ser, no lo descarto. Yo siempre digo que él –lo dije siempre– tiene cabeza política, y esa es una condición que no se aprende en ninguna universidad, eso se trae, es innato. Él tiene registro político, entiende del poder, entiende de cómo manejarse, de los tiempos políticos. A veces me pregunto: si lo saco a Bergoglio del episcopado argentino, de los 100 obispos argentinos, ¿cuántos otros tienen también cabeza política? No tengo una respuesta. En ese sentido tiene una gran capacidad, por eso le auguro posibilidades de hacer cosas, de cambiar cosas en la Iglesia, justamente por esa capacidad de liderazgo que claramente tiene.

***

EC - Seguimos conversando con Sergio Rubin o "Rubín", le dicen de las dos maneras.

SR - "Rubín". Mi abuelo paterno era judío de Smirna, sefardí, pero se casó con una católica, y mi padre también se casó con una católica piamontesa, entonces un poco se perdió esa condición. Yo soy católico, mal católico, pero católico al fin, y celebro estas mezclas, digo que de alguna manera reúno el Antiguo y el Nuevo Testamento.

EC - El libro "El jesuita: la historia de Francisco el papa argentino" tiene una particularidad en ese sentido: está prologado por un rabino.

SR - Eso lo pidió el entonces cardenal Bergoglio. El rabino Skorka, que también hizo un libro con él, son charlas que han tenido mano a mano los dos, es un rabino sumamente prestigioso, sumamente preparado y que recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Católica Argentina el año pasado, fue el primer rabino en América Latina en recibir un Doctorado Honoris Causa de una universidad católica.

EC - Hasta ahora hemos hablado quizás sobre todo de cambios que el papa Francisco propone de la Iglesia hacia fuera. Pero también está embarcado en reformas hacia dentro. Después de que asumió el cargo, comenzó a nombrar comisiones, a tomar determinadas medidas vinculadas con problemas que afectan al Vaticano. Yo he anotado algunas de ellas.

En abril, al cumplirse un mes de su papado, nombró una comisión de ocho cardenales de distintos orígenes para que lo asesora en el gobierno de la Iglesia e iniciara el estudio de una reforma de la curia romana.

Dos meses después, en junio, anunció la integración de una comisión para reformar el Banco del Vaticano, sobre el que hay sospechas de corrupción e, incluso, de lavado de dinero. Esta comisión va a responderle directamente a él.

El 11 de julio, aprobó una reforma del Código Penal de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano que contempla un endurecimiento de las penas y una amplia y mayor definición de los delitos contra menores (como la pornografía infantil y el abuso de menores), la introducción del delito de tortura y la supresión de la cadena perpetua, entre otras medidas.

Unas semanas más tarde, anunció la creación de una comisión investigadora para evaluar, ordenar y racionalizar toda la actividad económica del Vaticano. No solamente del Banco del Vaticano, sino del resto de los departamentos que componen la sede de la Iglesia.

Y más recientemente, este mes, se aprobaron "nuevas medidas para la prevención y lucha contra el blanqueo de capitales, financiación del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva", según informó la Santa Sede en un comunicado.

¿Cuál es el común denominador de estos anuncios y de estas medidas?

SR - Primero quisiera ir un poquitito más atrás, sin tomar demasiada carrera. Cuando se habla de "cambios" en la Iglesia, todos hablamos de cambios, ¿podrá hacer cambios?, la siguiente pregunta es ¿qué cambios? Porque estoy seguro de que si empezara a preguntar aquí, cada uno tendrá una idea de qué cambiar. Hoy hablábamos de las prioridades que se fijaron en las reuniones previas de cardenales: revitalizar el anuncio religioso, reforma de la curia, mayor colegialidad en la Iglesia; el papa ha venido avanzando en primer lugar en revitalizar el anuncio del Evangelio. Me parece que el gran cambio es justamente recrear la presentación del mensaje religioso. Desde la austeridad, desde la sencillez, desde la cercanía, de todo lo que hemos venido hablando esta mañana. Ese es el gran cambio, y es el gran cambio más importante para la Iglesia, porque lo que tiene que hacer la Iglesia es presentar el mensaje religioso, lo demás está bien, pero esa es su razón de ser.

EC - Pero al mismo tiempo están presentes todos estos frentes que probablemente sean los que llevaron a Benedicto XVI a renunciar, los que lo llevaron a decir que no se sentía con fuerzas para seguir adelante.

SR - Sin duda; yo no establezco una relación automática entre los problemas y la renuncia, pero claramente pesaron. Dicho esto, evidentemente hay una serie de cuestiones en el camino que dificultan toda la tarea. Él quiere avanzar en la reforma de la curia, sabe que tiene que avanzar; hay un problema, cuando los vaticanistas hablan de cambios no piensan tanto en el celibato optativo, en el sacerdocio femenino, piensan justamente en que se desarme esa corte europea, esa nomenclatura que se ha hecho del Vaticano. El papa ha dicho que en el Vaticano hay mucha gente santa y también gente complicada, evidentemente hay una demanda muy fuerte de que esas cosas cambien. Cambiar en el sentido además de que esos sacerdotes no se sientan superiores a los laicos, no se sientan en una carrera "soy el sacerdote, monsignorino, obispo, cardenal", lo que se llama el "carrerismo". Todas esas cosas tienen que cambiar. La pregunta que se hacen todos en Europa, en Italia, los vaticanistas, es: ¿podrá cambiar eso?, ¿podrá cambiar esa mentalidad, esa situación?

EC - Esa es la pregunta. Y el hecho, por ejemplo, de formar comisiones, ¿es auspicioso o no en ese sentido?

SR - Creo que sí.

EC - Cuántas veces la comisión es el mejor camino para enterrar un proyecto de cambio.

SR - Eso lo decía Perón: cuando no se quiere que algo funcione se crea una comisión. Creo que hay una vocación de avanzar, pero primero necesita estudiar la situación, porque él tiene que conocer. Si comete un error, después es mucho más complicado volver atrás, entonces tiene que estudiar las cosas, ir madurando, tomándose el tiempo, pero no tengo ninguna duda de que quiere avanzar en estos cambios. ¿Cuánto se logrará? Es una empresa humana.

EC - Le preguntaba por lo de las comisiones porque también es cierto que Bergoglio cuando quiere sabe ser muy ejecutivo y lo es. Lo demostró incluso desde que es papa con alguna destitución que resolvió sobre la marcha entrando en una iglesia.

SR - Una vez que la cosa está clara, que lo tiene totalmente claro y lo siente maduro, avanza. En ese sentido no tengo ninguna duda. Pero hay que tener cuidado, porque son instituciones muy grandes, hay muchas cáscaras de banana, entonces hay que ir con mucho cuidado.

EC - Hay una cantidad de expectativas con respecto al papado de Francisco, hemos ido punteando algunas de las que él decidió encarar, pero hay más. Por ejemplo, la actitud hacia los homosexuales, la eventual abolición del celibato de los sacerdotes, la incorporación de mujeres al sacerdocio, la relación con la teología de la liberación. ¿Qué cabe esperar en estos otros frentes?

SR - Creo que esas cuestiones no están en la primera línea de su pontificado, la primera línea es lo otro, lo que hablábamos antes: revitalizar lo religioso, reformar la curia, dar una mayor participación en el gobierno de la Iglesia. Esto es lo que está en la urgencia de él, lo otro vamos a ver. En cuanto a lo del sacerdocio femenino ha sido muy claro en decir que no, lo dijo en el avión con todas las letras, me parece que es una cosa difícil. Sí dijo que –lo digo con mis palabras– el tema del relegamiento de la mujer en la Iglesia, en las estructuras de la Iglesia, no da para más, es lamentable: la mujer no puede quedarse en llegar a ser presidente de la Caritas parroquial. Dijo en el avión: la virgen María es más importante que los discípulos. Ha dicho cosas muy fuertes, pero eso hay que concretarlo.

EC - Con respecto a los homosexuales, ¿qué significó la frase de Río de Janeiro?

SR - Creo que no cambia nada de la doctrina, pero sí cambia el modo de expresarlo, el estilo, el discurso, que lo diga un papa.

EC - ¿Qué es lo que está diciendo en definitiva?

SR - Dijo: "¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual?", y ha hablado de la no discriminación, de la cercanía. Son cuestiones básicas, pero que a veces en la Iglesia no quedaban suficientemente claras y se las veía en una actitud que lindaba con la homofobia. Por eso cuando le plantean lo del "lobby gay", dice: "El problema no son los gays, el problema es el lobby".

EC - A propósito del Vaticano, si había un lobby gay en el Vaticano.

SR - "El problema no son los gay, el problema es el lobby, y a mí no me gusta ningún lobby, ni político ni empresarial ni sindical, ninguno."

EC - En general, suele describirse a Bergoglio como un conservador. Incluso, como un hombre de derecha. En principio una caracterización así lo situaría lejos de la "teología de la liberación", pero personalidades de la teología de la liberación, como por ejemplo Leonardo Boeff, le han abierto una carta de crédito. Entonces, ¿qué puede esperarse en esta materia?

SR - Creo que hablar de categorías de conservadores y progresistas en 2013, sobre todo para referirse al tema de la Iglesia, no es muy preciso. Él ha tenido respeto por algunas cuestiones por ortodoxia doctrinaria, y hasta por ahí nomás, creo que estaría dispuesto a cambiar algunas cosas. Por ejemplo el tema de la comunión a los divorciados en nueva unión, hoy los católicos divorciados en nueva unión no pueden comulgar. Benedicto nunca cerró totalmente la puerta, pero este papa ha dicho –lo dijo en el avión– que dentro de un estudio de la pastoral familiar que va a empezar en octubre se va a considerar este tema, a ver si por lo menos en algunos casos pueden comulgar. O sea, ortodoxia doctrinaria ma non troppo, porque él quiere cambiar algunas cosas. Claramente no es un setentista revolucionario, pero sí tiene una enorme preocupación social, que es una aproximación a la pobreza no ideológica, sino una aproximación desde el Evangelio.

EC - Algunos sitúan a Bergoglio en una especie de "teología argentina de la religiosidad popular".

SR - Sí, le gusta mucho el tema de la religiosidad popular, es un hombre de esa aproximación al pueblo, una concepción. Insiste mucho en esta concepción de que no es que uno va a llevarle al pueblo, va a desembarcar con la religión, sino que en el pueblo está la religión y que Jesús está ahí en el pobre y en el que sufre, por tanto el que va, el que se aproxima al pobre va a recibir mucho de ese pobre. Es un poco al revés.

EC - Y ahí hay punto de contacto con la teología de la liberación.

SR - Creo que sí, no soy un experto en teología de la liberación, he leído cosas muy elementales de teología de la liberación. Él lo dice en el libro, el Vaticano ha reconocido muchas cosas de la teología de la liberación en cuanto a la preocupación social, la preocupación por el pobre, por las situaciones de injusticia, pero por el otro lado ha criticado la aproximación a esa realidad en un análisis marxista, desde la dialéctica marxista. Me parece que el papa Francisco sigue esta línea pero con una mayor comprensión, tratando de destacar las cosas positivas, lo negativo ya lo sabemos, lo que la Iglesia no quiere. No lo veo condenando, no es una actitud de Bergoglio salir a condenar teólogos; como todo proceso, creo que esa teología de la liberación tuvo cosas muy buenas en cuanto a avanzar en una preocupación social, y cosas complicadas de una ideologización en un momento determinado de América Latina cuando la ideologización era muy fuerte. Entonces el papa dijo en Brasil: ahora se trata de avanzar en una recta preocupación, una preocupación evangélica por la situación de los pobres en el continente.

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EC - El libro "El jesuita: la historia de Francisco, el papa argentino" se presenta hoy en la Universidad Católica, en una charla abierta a las 19 horas, en la que estará también Francesca Ambrogetti.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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