La columna de Alfonso Lessa

Valeria Sosa y la protección del Estado que no existió

Con la consigna "Transformemos el dolor en acción" la comparsa Mi Morena convocó a una marcha con tambores en homenaje a Valeria Sosa lamentando la muerte de su bailarina, baleada por su expareja..  Javier Calvelo/adhocFOTOS
Con la consigna "Transformemos el dolor en acción" la comparsa Mi Morena convocó a una marcha con tambores en homenaje a Valeria Sosa lamentando la muerte de su bailarina, baleada por su expareja. Javier Calvelo/adhocFOTOS

El asesinato de la joven Valeria Sosa y todos los hechos que sobrevivieron al homicidio, en particular lo ocurrido respecto a la custodia de sus hijos, dejaron al descubierto una vez más -con una crueldad infrecuente- las enormes fallas que siguen existiendo para evitar estos dramas.

Por Alfonso Lessa

Las fallas impidieron evitar la muerte en manos su esposo policía, en un suceso cuyo impacto se potenció cuando la jueza Alicia Vega decidió por teléfono y sin conocer detalles fundamentales -como ella reconoció- que los dos hijos de la pareja quedaran temporalmente en custodia de sus abuelos paternos, los progenitores del hombre que mató a su mujer con su arma de reglamento.

Es decir que los abuelos maternos recibieron un doble castigo: el homicidio de su hija por la inoperancia del sistema y por eventuales omisiones; y la no tenencia de sus nietos, que fueron a parar donde quería el policía ahora preso. La misma sentencia de la jueza reconoce que el homicida hizo prometer a sus hijos, luego de matar a su madre delante de ellos, que se quedarían con sus abuelos paternos.

"Mi padre, -relató uno de los niños- cuando se fue me dijo: espero que estés bien cuidado y protegido con los abuelos. El tata y la abuela te van a cuidar, como vos tenés que cuidar a ellos, ¿me prometes? Yo le dije que sí". Un condicionamiento terrible para dos pequeños hijos golpeados por la tragedia.

La jueza reconoció en su sentencia que había actuado sin información suficiente y telefónicamente, contrariando las recomendaciones que ha dado la Suprema Corte de Justicia, según declaró su presidente, Jorge Chediak. La jueza ratificó su decisión inicial, pese al pronunciamiento en contrario de los especialistas que fueron consultados.

El impacto de este doloroso suceso y el modo de actuar de la jueza, llevaron a la Suprema Corte de Justicia a solicitar una investigación administrativa, que cuestiona la actuación de la magistrada.

Camino frustrado

El drama había comenzado bastante antes, cuando Valeria Sosa intentó recorrer el camino de la denuncia, sin éxito. Es decir que buscó la protección del Estado y no la tuvo. Su denuncia por violencia doméstica planteada ante la Policía, jamás llegó a las unidades especializadas y el arma de reglamento siguió en poder de quien terminó matando a su compañera.

Seguramente muchas otras mujeres han visto frustradas por diferentes razones sus intenciones de denunciar este tipo de violencia; en este caso, existe el agravante de que su esposo era Policía.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, reconoció de inmediato que existieron graves fallas que de no haber ocurrido, probablemente hubieran impedido que el homicidio se concretara.

Los niños

El drama cobró mayor resonancia cuando se conoció la sentencia de la jueza Vega, ratificando la tenencia de los niños por parte de sus abuelos paternos.

La sentencia, por decir lo menos, es impactante. La jueza ocupa una parte importante de la misma, explicando por qué tomó la decisión en primera instancia y por teléfono. Luego dice que aparecieron elementos nuevos y sin embargo vuelve a entregar a los hijos a la familia del matador.

La jueza responsabiliza a la abuela materna por haber mediatizado el tema, y a los medios y periodistas por haber vulnerado presuntamente los derechos de los niños al haber divulgado el asunto. El asesinato a mansalva de la joven y la violencia que sufrieron los niños por esa muerte de la que fueron testigos, pasaron así a un segundo plano.

Respecto a la abuela materna: ¿qué otra cosa podía esperarse que recurrir a la denuncia pública, después de que su hija fracasara al intentar el apoyo de la Policía y la Justicia y tuviera como destino la muerte? ¿Y cuando en medio de tanto dolor, se entera de que le niegan la custodia de los niños?

Más allá de las críticas de la jueza a la familia de la fallecida, a medios y periodistas y las lecciones que ofrece en su sentencia, el impacto de este episodio, sin embargo, puede explicar por varias razones muy claras, obvias:

1) El hecho en sí mismo: un nuevo asesinato de una mujer joven, a manos de su marido, delante de sus hijos, crimen que se produce en una sociedad que se ha sensibilizado respecto a esta temática. Dicho sea de paso: la divulgación de este tipo de violencia, precisamente, es lo que en buena medida ha animado a muchas mujeres a denunciar un drama que sufren paredes adentro de sus casas.

2) El hecho de que el homicida haya sido un Policía, que asesinó a su esposa con el arma de reglamento.

3) La frustrada intención de la mujer asesinada de recurrir a un Estado que no la auxilió y la dejó en manos de su asesino.

4) La propia y polémica decisión de la jueza, rechazada por la fiscal del caso, sicólogos, siquiatras y otros actores especializados.

El drama se pudo evitar. Y el sufrimiento de los niños se pudo atemperar. Ahora cabe esperar las decisiones definitivas de la Justicia. Eso sí, hay algo que incluye el fallo de la jueza, sobre lo no existen dudas y en lo que está todo el mundo de acuerdo: debe priorizarse el futuro de los hijos de una madre asesinada y un padre preso por haberla matado.