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Brasil y su crecimiento "anémico": un fenómeno de raíces profundas

Detrás del bajo crecimiento económico de Brasil, en una coyuntura internacional que muestra una fuerte expansión, hay muchas y complejas razones. El jefe de Producción de En Perspectiva, Andrés Gil, conversó en San Pablo con el economista jefe del Departamento de Investigación Económica del Banco Itaú, Tomás Málaga, y en el siguiente informe repasa cuál es su perspectiva sobre este fenómeno.

(Emitido a las 8.55)

EMILIANO COTELO:
La marcha de la economía brasileña es motivo de preocupación en la región. Mientras el resto del mundo crece a muy buen ritmo y los países de América Latina hacen lo propio, Brasil no logra despegar. Crece pero a tasas realmente modestas.

¿Qué hay detrás de este fenómeno? Más de lo que aparece a simple vista. 

El miércoles pasado tratamos el tema de la situación de la economía de Brasil en nuestro espacio de análisis con Tea Deloitte & Touche. En un pasaje de su comentario, el economista Pablo Rosselli decía lo siguiente:

(Audio)

"PABLO ROSSELLI:
Si bien Brasil ha sido tomado, en cierta medida, como ejemplo a nivel de los países emergentes en lo que refiere al manejo prudente de la política macroeconómica durante la administración de Lula, en materia de crecimiento económico su desempeño ha sido claramente pobre. Y esta situación responde fundamentalmente a problemas estructurales que persisten debido a la ausencia de reformas microeconómicas. De todas maneras hay que admitir también que en los últimos años se ha aplicado una política monetaria bastante restrictiva que seguramente ha incidido negativamente en el ritmo de crecimiento económico".

Pablo mencionaba la "ausencia de reformas microeconómicas".
Hoy, justamente, vamos a avanzar sobre estos "problemas estructurales" que operan como un lastre para la economía brasileña.
Para eso, el diálogo será con Andrés Gil, Jefe de Producción de En Perspectiva que estuvo a principios de semana en San Pablo, invitado por el Banco Itaú.

***

Andrés, en esta serie de encuentros con autoridades del banco ITAU, hubo tiempo para un poco de análisis económico puro...

ANDRÉS GIL:
Si, el martes tuvimos la oportunidad de entrevistarnos con el economista jefe del departamento de investigación económica del Banco Itaú, Tomás Málaga. Obviamente hablamos sobre la marcha de América Latina, pero nos detuvimos bastante en Brasil en la medida que ha sido su especialidad durante los últimos 20 años.

EC - ¿Y el diagnóstico de Málaga estuvo en línea con el que el miércoles hacía Pablo?

AG - Sin duda. Pero lo positivo de esta charla es que pudimos ir un poco más a fondo en el tema, en la búsqueda de explicaciones más detalladas de este fenómeno, que viene siendo objeto de análisis entre los economistas. Porque está claro, las altas tasas de interés inciden y mucho, la baja en el precio del dólar a sus niveles mínimos en cinco años también, pero hay algunas cuestiones más de base, que llevan a que el crecimiento del producto per cápita en los últimos cinco años, en promedio, apenas alcance al 1%.

EC - Concentrémonos pues en esas cuestiones...

AG - Al momento de analizar los factores que están detrás del escaso crecimiento de la economía brasileña (pese a la excelente coyuntura internacional) Málaga se detuvo mucho en aspectos que hacen a la institucionalidad del país y a la productividad de la mano de obra.

EC - Empecemos, si te parece por este último punto...

AG - Según los datos que manejó Málaga, la productividad de la mano de obra en Brasil está totalmente estancada desde 1997, después de un muy buen desempeño en la primera mitad de los 90 que coincidió con el impulso que por aquel entonces se le dio al proceso de privatizaciones.

EC - ¿Y cómo se explica ese estancamiento?

AG - Málaga decía que generalmente cuando se atiende el tema de la productividad del trabajo, se suele unidimensionalizar la explicación, mirando esencialmente a la falta de incorporación de tecnología.
Y el decía: "Está bien, sin duda hay de por medio un problema tecnológico, pero no sólo tecnológico..."

EC- ¿Qué quería decir?

AG - En su análisis agregaba otros aspectos en los que se mezclan las cuestiones institucionales, las carencias de Brasil en este sentido, con el tema de la productividad del trabajo. Concretamente se detuvo en tres aspectos.

En primer lugar, la "complejidad tributaria" del país. Brasil es un país con muchos impuestos, con diferencias sustanciales en las estructuras tributarias por Estado. Un entramado tan complejo que hace que las empresas que operan a escala nacional deban tener verdaderos planteles de abogados tributarios. Así se distraen los esfuerzos de buena parte de la mano de obra de las empresas, lo que lleva a una mala asignación de recursos. "Si esto fuera más sencillo, seguramente la productividad media de la masa de trabajadores aumentaría significativamente".

EC - Es interesante porque me recuerda uno de los problemas que la reforma tributaria en nuestro país busca resolver, el de la complejidad de la estructura tributaria. Pero, sigamos. ¿Cuál es el segundo aspecto?

AG - El segundo factor que señaló el economista del Itaú tiene que ver con la "legislación laboral" en Brasil. Málaga decía que el Poder Judicial en Brasil suele dedicarse a hacer "justicia social", cuyas derivaciones no siempre se corresponden con los de la "justicia pura y dura".

EC - ¿Podrías explicar eso un poco mejor?

AG - Bueno, Málaga decía que en esa tendencia que él distingue, un proceso laboral a nivel de la Justicia brasileña suele ser bastante imprevisible, lo que a menudo complica las relaciones entre los trabajadores y las empresas. Nuevamente, esto distrae recursos para atender esos procesos judiciales y aumenta los costos de la mano de obra, lo que impacta obviamente en su productividad.

EC - Está claro.  ¿Cuál es el tercer elemento?

AG - Málaga le asignaba una importancia decisiva al freno que se puso en la "era Lula" al proceso de privatizaciones, especialmente en cuanto a servicios públicos y obras de infraestructura.

Y en este sentido, decía, la competencia con los países asiáticos – la referencia en cuanto a mercados emergentes – deja a Brasil muy mal parado. Y agregaba que en esto sí que Lula no tiene margen de maniobra: no puede pasar este período sin que se invierta en carreteras, en trenes, en obras en los puertos. Málaga decía que en el mundo los puertos son la clave, y por ejemplo el de Santos – como ningún otro – tiene colas de barcos, algo que no se ve en ningún lugar.

Si esto no ocurre, los inversores van a empezar a pensar un poco mejor si vale la pena seguir invirtiendo en Brasil.

EC - En resumen, el panorama es complicado...

AG - Sí, a extremo tal que Málaga sostiene que, de no avanzar en las reformas pendientes, crecer al 5% en los próximos años para Brasil, como Lula promete, no va a pasar de ser un sueño.

Nota relacionada:
Itaú se asoma en el sistema financiero uruguayo. Informe de Andrés Gil.


Fotos de Malaga y su conferencia tomadas por Marie Hippenmeyer