Comercio internacional

Los gobernantes deben ver "la flexibilización del Mercosur no como un fracaso, sino como una adaptación a un nuevo escenario internacional"

Nicolás Albertoni. Archivo
Nicolás Albertoni Archivo

El licenciado en Negocios Internacionales e Integración Nicolás Albertoni presentó en la Universidad de Georgetown, donde realiza una maestría, un informe titulado "El rumbo de América Latina tras la ola electoral. Reflexiones económicas y comerciales sobre el caso de Uruguay". En diálogo con En Perspectiva, Albertoni reflexionó sobre el tema, las alternativas que debe manejar Uruguay en cuanto a su integración al Mercosur y el rol de la Alianza del Pacífico. "Ante economías heterogéneas, la estrategia debe ser diferente, porque si no quedamos muy debilitados cuando salimos a negociar" explicó. "La Alianza del Pacífico nunca se la debe ver como un destino comercial, sino como una lógica de trampolín" agregó.

(emitido a las 8.45 hs.)

EMILIANO COTELO:
Nos moveremos con "pragmatismo responsable"; iremos en busca de un "regionalismo abierto"; pediremos flexibilidad al Mercosur para que Uruguay pueda negociar tratados comerciales con otros países o bloques…

Estos anuncios sobre política exterior y relaciones comerciales fueron enfatizados esta semana por dos figuras del gabinete designado por Tabaré Vázquez: el futuro canciller, Rodolfo Nin Novoa, y el futuro ministro de Economía, Danilo Astori. En distintas apariciones públicas se han preocupado por dar señales que a priori pueden significar un cambio respecto a la situación actual de nuestro país con relación al Mercosur.

¿Qué se puede hacer en ese sentido? ¿Cuáles serían los caminos alternativos? ¿De qué sirve, como referencia, la Alianza del Pacífico, que siempre se menciona?

Vamos a analizarlo con Nicolás Albertoni, licenciado en Negocios Internacionales e Integración, que desde hace años viene trabajando en estos temas. En 2011 su primer libro se titulaba: "Entre el barrio y el mundo. ¿Mercosur o el modelo chileno?".

Hoy se encuentra en Washington, la capital de Estados Unidos, donde está realizando su Maestría en Política Exterior en la Universidad de Georgetown. Allí acaba de presentar un informe sobre Uruguay y su inserción internacional.

¿Cómo fue eso, Nicolás?

NICOLÁS ALBERTONI:
Acá se habla mucho de las mesas redondas, de generar informes, de generar información para analizar la perspectiva internacional. Y aquí en el Departamento de América Latina hay un grupo histórico –fíjense que la Escuela de Política Exterior de Georgetown es la más antigua de Estados Unidos, de hecho se cuenta que nació antes de que existiera el servicio exterior oficialmente, allá por fines de 1700– de política económica que se reúne cada tanto. Me han invitado a sumarme hace unos meses y me tocó salir al ruedo hablando de temas en los que uno se siente seguro y tiene para aportar. Por eso tocó el tema de la integración económica en general en América Latina, cómo está tras las elecciones. Porque ha habido siete elecciones en un año, con lo cual el panorama político, de la política doméstica ha cambiado mucho, pero también de Uruguay, como un actor que a veces en Estados Unidos no se tiene tan en cuenta, razonablemente. Generalmente se habla de Brasil, Argentina, pero Uruguay queda en el medio. Así que ha tenido una linda repercusión, porque se habla mucho, por esas semanas esos grupos están hablando del caso de estudio. Entonces ha sido Uruguay, concretamente su política exterior.

EC - Empecemos por lo más nuevo. ¿Cómo viste estas primeras señales del futuro gobierno en materia de inserción internacional y política comercial? Por ejemplo, lo que dijo Astori el Día del Exportador: "Uruguay no puede ni debe renunciar al Mercosur, sino avanzar a favor de un regionalismo abierto", el próximo gobierno lo impulsará con una "propuesta muy concreta: lograr flexibilidad en los acuerdos que firmamos".

NA - Lo vi muy positivo. Son palabras que ya habíamos escuchado hace bastante tiempo, esa misma intención. Ojalá que se dé. Uno lo ve con buenos ojos. Hoy el mundo en general ya habla más que de regionalismo abierto de algo así como regionalismo posliberal, de ir más allá incluso del regionalismo, integrarnos a lo que está siendo la integración mundial. Solamente en términos conceptuales, en eso de regionalismo abierto en que se ha insistido tanto en América Latina estamos en base a intenciones, la palabra intención está acompañada del querer. Un país se transforma con acciones, que está acompañado de la palabra hacer. Entonces, ojalá que pasemos de esas intenciones al hacer, a las acciones concretas, y felices estaremos todos los que hemos empujado el carro, porque mucha gente ha trabajado estas cosas. Hace tiempo se viene diciendo que hay que flexibilizar, que hay que avanzar hacia delante, que es una de las pocas salidas que tiene Uruguay en materia internacional.

EC - ¿Por qué es importante para Uruguay esta posibilidad de negociar por sí solo acuerdos comerciales (no necesariamente TLC) con terceros países o bloques de países?

NA - Primero, la libertad es buena en cualquier lado. Nadie negaría que tener más margen de maniobra resulte negativo, eso es un término general que cualquiera podría comprender. Cada vez que vamos a tener que hacer algo en materia internacional, de política comercial concreta, que implique un ingreso de mercadería o un acceso a otro mercado exterior, actualmente en términos técnicos hay que consultar al resto de los miembros del Mercosur. Hay una famosa decisión del Mercosur, la 32/00, que dice que si uno quiere negociar con otros países tiene que preguntarles a los demás miembros y tener su consentimiento. Entonces si mañana Uruguay quisiera negociar con otro país, tendría que pedir permiso a otros. Hay un tema de libertad básica que cualquiera comprendería.

Y después hay un tema de diversificación, que es una palabra mágica, pero es tan clara de entender como que uno tiene mayores alternativas hacia delante. Hoy es verdad que nos hemos focalizado mucho en el Mercosur, ha estado arriba del 20%, más o menos, hoy ha crecido aún más, y eso nos genera una dependencia de economías que uno no ve un escenario sumamente positivo hacia delante. Quizás a Brasil lo podamos correr de ese análisis, pero una Argentina, una Venezuela, que hoy integran nuestro top five de exportaciones. El depender en sí mismo es malo, ya sea de Estados Unidos, de China o de quien sea, siempre la diversificación va a ayudar. Y solo se genera en la medida en que nosotros tengamos el volante de nuestra política exterior, que hoy en esencia no lo tenemos; me refiero más a lo comercial. Tenemos que preguntarles a los hermanos mayores a ver si se puede hacer.

EC - Esta semana en la entrevista que hicimos con él, Rodolfo Nin Novoa mencionaba el hecho de que países que son competidores nuestros, por ejemplo en el rubro alimentos, han ido firmando acuerdos preferenciales con mercados a los que nosotros vendemos esos mismos productos. Eso nos hace perder competitividad.

NA - Efectivamente. Y recuerdo tu entrevista con el presidente de Conaprole, que lo resaltaba. Ahí estamos viendo un caso de alguien que está en el terreno, no lo dice el futuro canciller sino alguien que está en el terreno, que necesitamos abrir nuevos mercados. Y ojo que abrir mercados también es abrirnos nosotros como país, porque nadie nos va a dejar ingresar a un mercado si nosotros no abrimos nuestro mercado. Entonces es una negociación complicada que implica también hablar hacia dentro de nuestro país cómo queremos encarar estas cosas. Pero hay muchos estudios que demuestran que la apertura de mercados no radical –porque acá no estoy hablando de abrir el mercado y que compitamos de tú a tú con cualquier producto chino– nos sirve para estar a tono con el mercado. Hay países que han generado que se asocien empresas con empresas internacionales para poder competir en el mercado interno. Hay muchas cosas que muestran que la apertura de mercado es muy importante. Y más para países como los nuestros, como Uruguay, pero también Paraguay; hay un número mágico, menos del 20% debería tener en los destinos. Y Mercosur estará este año 2014 cerca del 28%, siempre oscila entre esos números. No es bueno para un país como el nuestro depender así, por eso coincido en este caso con las palabras del futuro canciller.

EC - En este debate, hace ya unos meses que se ha agregado otro protagonista: la Alianza del Pacífico, integrada por Chile, Colombia, México y Perú. Algunos hablan de ella porque sostienen que Uruguay debería incorporarse. Pero, dejando de lado esa discusión, la Alianza del Pacífico es interesante como modelo de análisis. Y justamente, en tu informe de esta semana en la Universidad de Georgetown, tú hacés una comparación de cómo han venido evolucionando, por un lado el Mercosur (que nació en 1991) y por otro la Alianza del Pacífico (que es más nueva, se fundó en 2011). ¿Qué diferencias destacarías entre uno y otro bloque comercial (o proceso de integración regional)?

NA - Te agradezco el resaltar esa parte del término comparativo, porque siempre se ha insistido mucho en que Uruguay debería sumarse a la Alianza del Pacífico, y eso es inevitablemente rechazado. Porque uno no se imagina rechazando la historia que tenemos ya de más de 20 años con el Mercosur para sumarnos a esto. Es más difícil imaginarlo. Pero sí verlo como algo desafiante que nace muchos años después del Mercosur, por tanto nace mirando una historia, las cosas buenas y malas.

En términos técnicos, el Mercosur busca ser una unión aduanera, es una integración más profunda y por tanto más compleja, y la Alianza del Pacífico es una zona de libre comercio. Una unión aduanera implica tener un arancel externo común, y por tanto una política comercial externa común. Dicho en criollo, si mañana queremos salir a negociar juntos con el mundo, tenemos que salir todos de la mano. Distinto de la Alianza del Pacífico, que dice: "somos un grupo de países, nos mostramos unidos regionalmente, pero cuando hay que comerciar cada uno sigue por su lado". México con sus 40 tratados de libre comercio, Chile con sus 20 y tantos tratados de libre comercio, y cada uno sigue su vida comercial; nos mostramos como bloque fuerte, tenemos una presidencia pro témpore, pero cada uno sigue en su territorio. Confirma algo que ha mostrado la historia de los últimos 20 o 30 años de la integración comercial, si uno ve en la OMC los acuerdos comerciales regionales, hay 500 y tantos inscritos, que son todos estos, zonas de libre comercio, uniones aduaneras, el 90% son zonas de libre comercio, y el 10% son uniones aduaneras.

Esto nos dice que el mundo está yendo hacia otros lados. Primero porque es más fácil, firmar una zona de libre comercio es menos complejo que proponernos hacer una unión aduanera. Y un dato técnico, la Alianza del Pacífico, si uno hace un análisis más riguroso y ve dentro de ese 10% de uniones aduaneras, solo la mitad está funcionando correctamente. Hay algunos en Europa, de hecho la SACU, que es la hermana del Mercosur en África, la Unión Aduanera de África del Sur también ha funcionado interesantemente. Y cuando uno se pregunta por qué funciona, y por qué a nosotros nos está costando tanto funcionar, ahí vemos la diferencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur.

Las economías de uniones aduaneras que han funcionado son homogéneas. Entonces se presta a decir que hacia delante podemos tener una política comercial externa común. Pero no le puedo pedir a Brasil que tenga una misma política comercial externa común que Uruguay. Se merece no pensar igual, porque somos países de escalas diferentes. Solo por poner un dato, en el 90, cuando se estaba pensando el Mercosur, la agricultura representaba casi el 9% del PIB de Brasil, y hoy representa cerca del 5%. Es una economía que cambió, un hermano con el que yo pretendo ir de la mano hacia al mundo que me está diciendo "si querés negociar con China, mirá que para mí es más competidor que complementario". ¿Y yo qué le voy a decir? ¿"Estás mal"? No, está bien que tu economía sea diferente de la mía, ojalá fueran parecidas, pero son diferentes. La Alianza del Pacífico supo leer eso, supo leer que ante economías heterogéneas la estrategia debe ser diferente, porque si no quedamos muy debilitados cuando salimos a negociar.

EC - En ese trabajo que estamos comentando tú utilizás una expresión muy gráfica y podría decirse que provocativa: "Podríamos decir que el Mercosur fue un bloque que prefirió casarse antes de atravesar el noviazgo". ¿A qué viene esa expresión?

NA - En ese tipo de informes se estila mucho decir frases, porque son más bien debates de conversación. Entonces para que se comprenda, porque hay gente que no tiene por qué entender el Mercosur desde acá, yo digo que en el 90 es verdad que había una condición de los países, y señalaba por ejemplo eso, que eran mucho más agropecuarios los cuatro países y que había una lógica de "coincidimos tanto que ya pasemos del noviazgo al casamiento". Mientras que hoy a ningún bloque se le ocurre en este mundo tan dinámico proponerse hacer un mercado común. Cosa que ni siquiera hoy es el Mercosur, a más de 20 años no lo ha cumplido. Esto es una unión aduanera, que es una estación menor, e imperfecta.

Se ha avanzado, Enrique Iglesias incluso lo define perfectamente, la flexibilidad que deben buscar estos bloques es con la conciencia de que pasamos mucho más tiempo pensando en el objetivo final que en el objetivo inicial. Entonces nos proponemos tener un arancel externo común en cinco años, pero es muy difícil complementar todas esas economías. Lo ponía gráficamente para que se entienda, eso del casamiento y el noviazgo es para entenderlo. Pero yo no puedo criticar al Mercosur porque sí, porque no sirve. Nadie es inepto en esto, estoy convencido de que los que lideran esto no sabe. Los cancilleres, creo que hay una intención política clara. El tema es comprender dónde está la base del error y dar elementos para el debate.

EC - Tú no estás demonizando al Mercosur, lo estás ubicando en el contexto de lo que fue su nacimiento, cuando el mundo y la región eran muy diferentes de la realidad de hoy.

NA - Sí, tan diferente y en este caso podría decir tan homogéneo que nos podríamos imaginar en aquel momento. El presidente Lacalle dijo por qué no pensar que los cuatro podemos… Después está la teoría de que al Uruguay no le quedaba otra que sumarse. Es verdad, pero a su vez las economías tenían más sintonía. Hoy el ejemplo de Brasil es clarísimo, Brasil está peleando con los industriales a veces en la OMC. Y en Uruguay tenemos industria vaya que válida e importante, pero estamos peleando por el mercado agropecuario, que vaya si nos ha dado. Entonces las economías son diferentes, y al ser diferentes que cada uno siga su rumbo.

EC - En algunas páginas de tu informe te dedicás a contestar una serie de argumentos que se utilizan con frecuencia para justificar por qué Uruguay no tiene más remedio que tolerar al Mercosur tal cual es. Uno de esos argumentos es: "Los principales destinos de la producción de Uruguay están en el Mercosur".

NA - El contraargumento de eso es decir: ¿cómo no van a estar en el Mercosur si estoy atado a ese bloque? Ese argumento se ha venido diciendo desde hace muchos años, pero lo explico como a veces lo explico en clase: yo tengo una ruta, una muy buena ruta de Montevideo a Salto, y no tengo ruta de Montevideo a Tacuarembó. De Tacuarembó no me pueden decir que yo no voy a Tacuarembó porque quiero más a Salto, no voy porque no puedo ir a Tacuarembó, porque no tengo ruta, y si quiero ir va a ser mucho más complejo. Lo que nos está pasando hoy es que hemos tenido una mayor presencia en el Mercosur porque somos más competitivos –si se puede decir– porque tenemos más beneficios arancelarios. Yo no le puedo pedir al mercado exportador uruguayo que sea competitivo en la Unión Europea porque no tiene un acceso competitivo. Entonces en la medida en que no nos movamos, en que se sigan haciendo las cosas igual, ese argumento siempre va estar sobre la mesa, pero no es porque el Mercosur sea bueno, sino porque el Mercosur es nuestra única ruta para llegar al destino, a un destino específico, pero no nos está dejando llegar a otro.

EC - Otro argumento: "Hay que darle tiempo al Mercosur, porque a la Unión Europea le llevó 50 años ser lo que hoy es".

NA - Ese es quizás el más fácil de contraargumentar. La Unión Europea cuando nace –y de hecho se ha debatido mucho cuándo nace, pero vamos a poner el Tratado de París de 1951– el mundo era otro. Un país como Uruguay pone dentro de su lista de argumentos que va a esperar al Mercosur porque a la Unión europea le costó 50, vamos a poner que a nosotros vamos a esperar 30, pero el mundo es otro. Si vamos a pretender despertarnos dentro de 30 años, cuando nos despertemos ya va a haber un acuerdo transpacífico entre Estados Unidos y China, un acuerdo transatlántico con Europa; el mundo va a estar hablando en un idioma que no vamos a conocer. Y sí, por esperar vamos a poder esperar toda la vida y esto podrá madurar, pero hay un tema de economía actual, cómo nos enfrentamos hoy. Esos son argumentos que caen fácilmente.

EC - Un tercer argumento que se maneja cuando aparece la mención a la Alianza del Pacífico es que a Uruguay no le cambiaría su realidad comercial ser parte de la Alianza del Pacífico, porque en definitiva ya tiene acuerdos comerciales con cada uno de los países miembros de esa alianza.

NA - Yo digo que nunca cuando se ha propuesto la Alianza del Pacífico se la propone como destino comercial, se la propone básicamente como una plataforma para negociar hacia fuera. Entonces yo no quiero ser parte de la Alianza del Pacífico porque me interesa el mercado chileno o el mexicano incluso, con el que es verdad que tenemos un tratado de libre comercio. Yo la necesito porque la Alianza del Pacífico dice ser una lógica regional que da poder de negociar a los países, porque es verdad que los países pequeños, si van a negociar solos con el mundo, y sí, tres millones de habitantes es poca cosa, pero si yo soy presidente pro témpore del Mercosur, como hoy le está tocando a Mujica con la Unasur, ahí es diferente, porque yo estoy negociando teóricamente con la quinta economía del mundo. O sea que nos da un poder negociador. Pero la Alianza del Pacífico nos está diciendo "yo te doy poder negociador, te doy regionalismo, pero flexibilidad". Porque el Mercosur me da ese poder negociador, pero al mismo tiempo me pide que negociemos todos juntos. Y si yo le pido a Brasil mañana para negociar con China o con la Unión Europea, si le pido a la Argentina para negociar con la Unión Europea, no avanza al mismo ritmo que avanza Uruguay. Por eso digo que la Alianza del Pacífico nunca se la debe ver como un destino comercial, sino como una lógica de trampolín.

EC - ¿Trampolín, por ejemplo, hacia qué mercados? ¿Desde la Alianza del Pacífico se podría acceder a qué mercados?

NA - A los mercados que Uruguay crea potenciales. A Uruguay le podría servir hoy en día negociar con cualquier país del mundo, cuantos más mercados, mejor. Pero además de los mercados de destino, es cómo se ve dónde está el final. Yo no quiero a la Alianza del Pacífico como final de esta cadena, la quiero como proceso para que me ayude a llegar a otras cosas mayores, a un mayor acceso a mercados mundiales. Podemos hablar de cualquier mercado relativamente.

EC - En el caso de la Alianza del Pacífico, para empezar, a los mercados del otro lado del Pacífico.

NA - Sí. Pero la Alianza del Pacífico son países –ahora se está por sumar Costa Rica– que han negociado con cualquier país. Porque lo que te propone es: sos parte de esto, que somos hoy en día un acuerdo muy a la asiática a veces, muy confuciano. Entonces, cooperemos, trabajemos juntos y después le vamos buscando formas concretas. No empecemos firmando un gran acuerdo que no sabemos si vamos a cumplir. Empecemos por experimentar juntos. Pero comercialmente cada uno es libre de negociar lo que quiera. No es que si yo estoy en la Alianza del Pacífico debo mirar hacia el Pacífico. Chile tiene un acuerdo de libre comercio con Europa, con la Unión europea, entonces es un regionalismo, pero con flexibilidad y mirar hacia fuera otros mercados.
 
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EC - Pese a este análisis tan crítico sobre los problemas que arrastra el Mercosur hoy, tu planteo no es que Uruguay se vaya del bloque. ¿Cuáles son las alternativas?

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EC - Decíamos que la crítica al Mercosur no implica que haya que irse. ¿Cuáles son las alternativas?

NA - Para definir una estrategia en cualquier ámbito, es bueno ver los escenarios en los que estamos parados. Los escenarios –yo los definía en mi primer libro– en tres opciones: la primera sería aquella lógica de quien va a ser nuevamente el presidente de la República, Vázquez, que decía "más y mejor Mercosur". En ese escenario uno supondría que sería una lógica en la que está hoy Uruguay, que sigue promoviendo, viendo cómo ajusta, que si es bueno esperar al Mercosur, buscando la vuelta para efectivamente tener un más y mejor Mercosur.

Como vemos que eso no está funcionando, pasamos al segundo escenario, que es justamente el de la flexibilidad para negociar. Ya que con esta integración profunda que nos inhabilita a negociar bilateralmente, pidamos flexibilizar las normas.

Y la tercera, por poner una opción que también es válida, es considerar a Uruguay como miembro asociado. Se retira del Mercosur y ahí salta toda una biblioteca de decir que hay un legado histórico, estamos allí, es verdad, entonces es más complicado quizás la primera, el escenario donde estamos, que sabemos que es complejo, y la útílma. Por eso nos focalizamos en la segunda, que flexibilizar el Mercosur. Sobre ese escenario, si ponemos la lupa, también se ha hablado de propuestas. De hecho acá sobre una de las dos econométricamente se ha ajustado un poquito más el análisis. Pero voy con la primera, de un arancel diferencial –esto lo dijo el propio Mujica– para negociar con determinados mercados. Es compleja la explicación porque implica un poco de ingeniería arancelaria, pero implica que si mañana Uruguay quiere negociar con China, por ejemplo, dice "para este mercado voy a negociar con determinado arancel, voy a traerles un producto con un determinado arancel", por eso hay que cuidar las normas de origen, de dónde viene ese producto que fue beneficiado por un tratado de libre comercio, y no va a ir por ejemplo a un mercado argentino, queda en un mercado uruguayo. Goza del acuerdo pero no sigue utilizando el Mercosur como unión aduanera, que tiene una reducción arancelaria para salir a otros mercados internamente. Lo titularía como "arancel diferencial" y se puede ahondar, y de hecho el informe va a ahondar sobre esas cosas también.

Pero el segundo, que es más fácil de explicar en términos generales, es lo de negociaciones a tiempos diferenciales. Y acá me surge el ejemplo de la Unión Europea.

EC - Con la Unión Europea el Mercosur viene negociando un acuerdo de libre comercio desde hace ya no sé cuántos años, y no hay forma, siempre aparecen los obstáculos, algunas veces sobre todo de Argentina, en otras épocas sobre todo de Brasil y así seguimos demorando. Entonces, ¿qué pasaría? ¿Uruguay podría negociar su propio acuerdo con la Unón Europea?

NA - A tiempos diferenciales. Entonces dice: si claramente Argentina o Brasil en este momento no están preparados para negociar, y vaya si se los tiene que entender, son economías, son soberanas, no nos podemos meter en eso, entonces déjenme avanzar como Uruguay a un tiempo diferencial con la Unión Europea, por ejemplo. Eso implica una relación, una diplomacia comercial activa del Uruguay activa. Pero acá se está estudiando algo que, al menos yo no lo había escuchado, la estrategia go back. Uruguay avanza en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, se concreta, pero capaz que dentro de cinco años avanza el Mercosur en general y los cuatro miembros que sobraban se deciden a negociar un acuerdo de libre comercio. Lo que se está estudiando es que Uruguay, como parte de este bloque y comprometido con este bloque, vuelve a lo que se haya negociado en el ámbito Mercosur, que puede ser más de lo que había logrado bilateralmente o en conjunto. Esto se está estudiando econométricamente, porque lo que va a implicar perder algunas condiciones arancelarias o utilizar mejores que hayan podido negociar hipotéticamente el resto de los miembros. Hasta incluso podemos seguir conservando hacia delante el Mercosur. Y ahí lo que pasa es que un país como por ejemplo Uruguay, que se lo quiere ver proactivo en términos diplomático, desafía al resto de los miembros, les dice "yo pude cerrar un acuerdo con la Unión euoprea, ¿por qué no pueden cerrarlo ustedes? Incluso me comprometo a que, si ustedes lo cierran, yo me voy a acoplar a ese macroacuerdo birregional". No es utópico lo que estoy diciendo, porque se está estudiando esta estrategia go back como le hemos llamado, hay mecanismos. Estamos diciendo todo esto porque el Mercosur se ha empecinado en querer ser una integración más profunda, en que queremos ir hacia una unión aduanera. Bien, si quieren eso, busquemos mecanismos para que podamos por lo menos respirar por algún tiempo algunos que creemos que podemos tener tiempos diferentes del resto de los miembros.

Y la otra es decir: señores, si nos damos cuenta de que somos hoy stricto sensu una zona de libre comercio, avancemos cada uno por nuestro lado. Es decir, si es más complejo porque hay un arancel externo común, se ha avanzado en eso, está muy perforado, pero demos un paso atrás. En general, creo que la única chance de sobrevivencia de este proyecto es que los gobiernos que están hoy, pero los que vayan a estar hacia delante, vean la flexibilización del Mercosur no como un fracaso del bloque, sino como una adaptación a un nuevo escenario internacional. Parece que nadie se quisiera quemar a decir "se propuso algo profundo y yo voy como canciller o mañana como presidente no me quiero quedar con la historia de que no cumplí o flexibilicé el Mercosur y fue un fracaso". ¡Al revés, señores! Lo que voy a decirle a la historia comercial del Uruguay es: yo lo adapté al Mercosur a los tiempos de flexibilidad mundial.

EC - Como dice el presidente Mujica a veces: "Yo tengo marcha atrás". Hay que saber aflojar en determinados momentos, salir de un empecinamiento cuando el razonamiento lleva a que esa es la mejor solución.

NA - Me gusta la frase, pero a veces lo de "marcha atrás" no genera eso, parece cercano al fracaso. Yo diría una marcha adelante. Sé que está bueno y es totalmente lógico lo de Mujica, pero una marcha atrás que va a implicar en términos comerciales para Uruguay una marcha hacia delante. Somos parte de algo, nos comprometimos con algo que fundamos, pero lo adaptamos a tiempos modernos, porque a estos tiempos es como caminar a paso de elefante.

EC - Para que esto ocurra necesitamos que nuestros socios estén de acuerdo, nos den ese permiso. Si no logramos esa aprobación, por nuestra cuenta, a los ponchazos no se puede.

NA - no, y siempre como todo en la vida se puede analizar técnicamente, pero el policy maker va a ser la última palabra, porque es el que lleva la intención a la acción. Esto va a terminar en el escenario político, pero no podemos hacer nada si no hay elementos técnicos sobre la mesa. Entonces yo creo que una contribución es poner este tipo de cosas: hay mecanismos, hablemos de esto. Muchas de estas cosas no son la pólvora, no so la rueda, son cosas que se han venido hablando.

EC - ¿Cómo venimos en esta materia? ¿Qué dice la historia reciente? ¿Cuánto hemos podido avanzar -junto al Mercosur- en acuerdos comerciales con terceros?

NA - Poco. El Mercosur hace un año y medio que no se reúne. Supongamos que una zona de libre comercio, como la alianza del Pacífico, hace un año y medio que no se reúne –de hecho se reunió, mientras Mercosur suspendió tres o cuatro cumbres, la alianza del Pacífico se juntó cinco veces. No es un dato a tener en cuenta, pero vaya si importa también.

Pero lo que ha pasado en los útimos años, primero que el Mercosur no se reúne, para que se dimensionee esto, con la complejidad que tiene el Mercosur, imagínese que el directorio de una empresa no se reúna por un año. Hay que operar, hay que ver qué está pasando. Yo creo que es una señal clara de la intención que hay en el Mercosur, al menos de los países que lo integran hoy, y no se ha avanzado mucho.

Yo lo atribuyo a algo –y no lo veo totalmente negativo– que es la diplomacia presidencial, de lo que mucho se ha hablado. Una vez lo conversamos en la Tertulia, no está mal la diplomacia presidencial, y está bueno que se haga, pero como todo exceso, hace mal. Yo creo que la diplomacia comercial, que yo definiría como la constatación en los últimos años de los presidentes principalmente sudamericanos de ver que las cosas se solucionan mejor por teléfono que en las cumbres, ha generado que bloques como el Mercosur lo sufran, porque claramente nos reunimos, parece, si uno ve el nivel de decisiones de las últimas cumbres, ha bajado mucho y los resultados de las cumbres. Al final los presidentes terminan hablando por teléfono. Y eso no le hace bien a la integración, porque en definitiva ¿para qué nos va a interesar seguir avanzando en esto si yo me doy cuenta de que al final del día soluciono los problemas por teléfono? No está mal, pero no estoy generando una lógica de largo plazo en la política exterior, porque mañana puede cambiar el presidente y no puede ser tan amigo como el anterior. Entonces tengo que preparar un escenario que sea con o sin amistad. Creo que esa diplomacia presidencial en exceso –y no me refiero a ningún gobierno específico, pero todos sabemos que ha sido un poco la ola de diplomacia presidencia o amiguismo presidencial ha sido muy en exceso. Y ha generado hasta eso, no necesitamos ni generar las cumbres. Se han suspendido por un Mundial de Fútbol, lo cual no es nada menor, pero hace dos semanas el Parlamento europeo llevó al Papa para que le hable de cuáles son los desafíos del mundo. Y tampoco es la panacea el Parlamento Europeo, pero juntémonos, mostrémonos que queremos hacer algo, y hace un año y medio no se juntan muestra la ineficiencia. Muestra que si queremos todavía hablar de estas cosas es complicado. Y cuesta entonces decir ahora que propusimos toda la idea, al final del día va a seguir todo igual. Y no, porque creo que se debe cambiar el debate, se debe empezar a hablar más técnicamente, incluso del sistema político.

EC - Tú estás diciendo que a partir de esta semana por representantes del gobierno del gobierno electo, es que el debate, a partir de esas intenciones, ahora debería correrse para hablar de instrumentos.

NA - Totalmente. Y yo creo que eso va a cambiar, ni hablar en el debate nacional, eso aporta mucho, que Uruguay está cercano a eso, en generar políticas de consenso en este sentido y ser más proactivos. Y la otra es estar cercanos al tercer escenarios: señores, yo propongo todas las alternativas, si no lo quieren –y ahí me ato a la palabra del futuro canciller de pragmatismo–, si realmente queremos poner esa palabra en la práctica, es decir, si yo ante todos estos instrumentos de flexibilización que estoy poniendo sobre la mesa no se me está haciendo caso, yo voy a tener que explorar un tercer elemento, que va a ser cortarme solo, para decirlo bien gráficamente. Es decir, se me están dando señales claras de poder cerrar un acuerdo no sé si la Unión Europea, un mercado tan grande, pero empezar por otros mercados para mostrar señales que Uruguay tiene una democracia activa y por lo menos movilizar el Mercosur. Nos va a costar una batalla los primeros meses, pero al final del día nos vamos a dar cuenta de si el debate argentino o brasileño es realmente serio y que ese sea el camino real que debe seguir el Mercosur, y no seguir generándoles a los pequeños países una dependencia creciente.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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