Movimiento sindical "independiente pero no indiferente" con un gobierno del EP-FA
Dirigente sindical y candidato a diputado por la Lista 1001 (PCU), Juan Castillo: Sólo tener Consejos de Salarios o libertad sindical efectiva será un cambio importantísimo respecto de administraciones previas. Cuando escucho hablar al Cr. Astori de promover la movilidad de los funcionarios públicos "primero me ruborizo y tiemblo, después intento analizar políticamente". Astori tiene derecho a hablar del tema pero tendrá que cumplir con el mandato del programa de gobierno del EP-FA.
(Emitido a las 09.11)
EMILIANO COTELO:
"Se trata de uno de los temas más conflictivos que pueda tener que manejar un gobierno de izquierda en cualquier parte del mundo." ¿Quién dijo esto? El candidato a la Presidencia por el Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), doctor Tabaré Vázquez, el viernes en su disertación en ACDE. ¿Y a propósito de qué tema hizo una afirmación tan categórica? A propósito del relacionamiento de un gobierno de izquierda con los sindicatos.
Un asunto realmente complejo que para la izquierda uruguaya presenta algunas particularidades que lo hacen quizás un poco más entreverado aun. Por ejemplo que algunos importantes dirigentes sindicales de hoy el año que viene van a ser legisladores.
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Con uno de ellos vamos a conversar esta mañana: nos acompaña Juan Castillo. Integra el Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT, es su coordinador general, pero además es dirigente del Partido Comunista (PCU), segundo candidato a diputado por la lista 1001 aquí en Montevideo.
Supongamos que la izquierda gana las próximas elecciones y usted es electo diputado por Montevideo. ¿Dónde lo vamos a ver: dirigiendo el PIT-CNT, integrando la Cámara de Diputados o en la estructura del Ministerio de Trabajo?
JUAN CASTILLO:
Estamos hablando de escenarios probables todos, ¿no? Probablemente gane la izquierda, por lo tanto se transforme en gobierno; y una segunda hipótesis que podemos estar manejando es la posibilidad de que nuestra lista, Democracia Avanzada - 1001, obtenga el caudal de votos que efectivamente nos dé ese cargo de representación.
EC - Sí, ésa era la hipótesis de esta pregunta.
JC - La hipótesis da como resultado que nosotros queremos -políticamente así lo hemos decidido- evaluar el escenario político que quede después del 31 de octubre para ver la composición de lugar de cada uno de sus integrantes. En este caso particular, efectivamente una de las posibilidades es que me mantenga en el movimiento sindical, al menos por el primer período, hasta el próximo congreso de la central sindical; la otra posibilidad que acompaña una parte importante de la opinión de nuestro partido es que asuma directamente el cargo parlamentario. De todas formas, está claro que no cambian la persona y la forma de ser; me parece que lo que más sé hacer, lo que mejor hago es defender a los trabajadores, y lo puedo hacer en el movimiento sindical, en la tarea de la lucha social o, si me tocara, desde la responsabilidad política para defender leyes obreras allí.
EC - Enseguida volvemos sobre eso. Antes, ¿comparte ese juicio del doctor Vázquez que yo citaba recién: "La relación con los sindicatos es uno de los temas más conflictivos que tiene que manejar un gobierno de izquierda en cualquier parte del mundo"?
JC - Sí, lo comparto porque hemos venido discutiendo ese escenario en la central sindical con mucha antelación. Hemos tenido la posibilidad de venir a este programa con otros compañeros del movimiento sindical a discutir la previa del VIII Congreso el año pasado y luego el resultado que emanó de la designación de la nueva dirección del PIT-CNT. Veníamos a hacer el mismo comentario: el principal tema, no el único, pero uno de los temas principales, el que más compañeros delegados llevaron a la comisión, fue discutir un relacionamiento futuro entre gobierno y movimiento sindical en la hipótesis, claro está, de que el próximo fuera un gobierno de izquierda.
El tema no concluyó allí, apenas alcanzamos a elaborar tres o cuatro criterios generales con los que pensábamos movernos y seguir profundizando, cuestión ésta que estamos haciendo a lo largo de todo 2004. Hemos realizado hasta ahora tres seminarios con el apoyo de las centrales españolas que nos han permitido escuchar a dirigentes sindicales y políticos que ya han tenido que transitar ese escenario: cambios políticos que han hecho que dirigentes de izquierda se transformaran en gobierno, tanto de España, de Venezuela, de Brasil, incluso de Argentina, caso que también hemos analizado en profundidad. Hemos ido con una expectativa tremenda, con las orejas bien grandotas, escuchando todo, viendo que hay algunas cosas muy interesantes que han sido positivas, pero también escuchando con más atención y preocupación aquéllas que se han hecho mal o que han resultado negativas. No para imitar ni copiar nada, está claro, pero es bueno contar con otras experiencias.
EC - Sí, un escenario conflictivo, un escenario delicado, pero que parece que presenta algunas facilidades. Por lo menos si nos atenemos al análisis que hacen los politólogos Adolfo Garcé y Jaime Yaffé en el libro "La era progresista", que acaba de ser publicado, en el que se examina la evolución del programa del FA hasta llegar a ser hoy al EP-FA-NM, donde también hay un capítulo para avizorar cómo puede llegar a transcurrir el gobierno del doctor Vázquez, si es que el EP triunfa.
En ese trabajo Garcé y Yaffé sostienen que "las condiciones están dadas para que ese relacionamiento sea auspicioso. (...) Nunca un presidente, ni siquiera Batlle y Ordóñez, pudo negociar con un movimiento sindical políticamente afín. (...) La existencia de una única central que nuclea al conjunto del sindicalismo, el predominio entre sus dirigentes de la filiación frenteamplista y la inexistencia de otras alternativas políticas que disputen con chances la conducción sindical (...) son todos factores que favorecerán el predominio de un esquema de cooperación entre gobierno y sindicatos en la era progresista".
¿Usted comparte ese juicio, esa visión?
JC - Me parece interesante el estudio, la investigación o el análisis y estas conclusiones de estos investigadores. Pero hay una cosa que no oí nombrar -tal vez esté implícita-, que me parece que es el factor fundamental que deberíamos tener en cuenta, que es la madurez del movimiento sindical uruguayo. Conociendo otros movimientos sindicales en el mundo, particularmente en América Latina y fundamentalmente en la región, hay que empezar a decir que estamos ante una experiencia unitaria que no tiene muchos iguales en otras regiones. Hay una central única de trabajadores que respeta y que integramos todas las corrientes políticas, ideológicas, incluso la forma de pensar en materia de política interna. Es decir, a esta central sindical se arriba solamente con la condición de trabajador y con una afiliación voluntaria. Estas dos cuestiones básicas que son el principio de la afiliación sindical en Uruguay no se dan en otras partes del mundo. Uno recorre otros escenarios y hay cinco, seis, ocho centrales, tantas como corrientes políticas existan en el movimiento sindical.
EC - De todos modos estamos hablando -usted no lo objetó en estas consideraciones de Garcé y Yaffé- de una central sindical en la que predomina la filiación frenteamplista.
JC - Sí, entre los dirigentes. No se puede negar lo que es una verdad inobjetable, que rompe los ojos: la inmensa mayoría, no solamente de la actual dirección sino de las distintas direcciones sindicales anteriores, perteneció, fue militante o dirigente de las fuerzas políticas de izquierda. Según una investigación que hizo un medio de prensa hay más de 18 actuales parlamentarios que representan al EP-FA en las bancadas que salieron del movimiento sindical.
EC - Justamente, con esos antecedentes y con lo que ahora estamos viendo en esta campaña electoral, ¿puede hablarse de una central sindical realmente autónoma?
JC - Sí; no autónoma; como a veces hay dobles interpretaciones en cuanto a autonomía, en el movimiento sindical nos gusta hablar de independencia. Desde el punto de vista de los partidos políticos, de los gobiernos y de los empresarios somos independientes a la hora de tener que tomar las resoluciones que más convengan a los trabajadores y al movimiento sindical. De esto hay innumerable cantidad de pruebas. Más allá de nuestra doble faceta de militante, que es eso que muchas veces hemos tenido que salir a contestar preguntas o cuestionamientos, porque una cosa es que alguien pregunte para enterarse de cómo pensamos, cómo razonamos, y otra es que nos cuestione por esa condición. En este caso, al tener que dar respuesta, somos dobles militantes, pero el rol que ocupa cada uno de nosotros en la sociedad y la ubicación que tengamos individualmente como personas es un factor fundamental. Yo no puedo confundirme en mi papel de dirigente sindical en un ámbito orgánico, con la investidura del PIT-CNT, y creer que puedo dictar normas en materia política a cualquier partido político, ni aunque el partido político que yo integro esté en la Presidencia de la República.
EC - Hay algunos factores, algunos datos de la realidad que juegan a favor del relacionamiento eventual gobierno del doctor Vázquez-PIT-CNT. Garcé y Yaffé en este trabajo llegan a prever un esquema de cooperación entre el gobierno y los sindicatos.
Pero por otro lado también es cierto que la crisis económica ha sido muy profunda, sigue siéndolo, se está empezando a salir pero los golpes para una enorme cantidad de empresas -ni que hablar para trabajadores, para desempleados- han sido muy duros y por lo tanto hoy se acumula una serie de demandas que no han tenido eco en los últimos años y que van a caer sobre la administración de izquierda, si es que Vázquez triunfa. ¿Qué impresión tiene usted sobre el tipo de presión que el movimiento sindical le va a poner a un gobierno de Vázquez, si se da?
JC - No sé si ése será el resultado final de un período de tiempo que se viene en Uruguay, que la central sindical termine cooperando con el gobierno. De lo que estoy absolutamente seguro, es de que cuando reafirmamos, prácticamente por la unanimidad del congreso, nuestro carácter de independientes desde el punto de vista de clase, al mismo tiempo afirmamos que no íbamos a ser indiferentes. Para los trabajadores de Uruguay y para la central sindical no es lo mismo cualquier gobierno que venga en el futuro, no es lo mismo un gobierno que otro. Hemos tenido que soportar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y los sectores más explotados y humildes del país, por lo tanto no es lo mismo si hay algún programa o algún gobernante que ofrezca espacios que hoy no tenemos para el movimiento sindical, que se nos tenga en cuenta y no que se nos utilice como ciudadanos de segunda y tercera categoría.
Por lo tanto, al pasar a la segunda hipótesis, en el escenario pasado octubre -y tal vez pasado noviembre-, estamos diciendo que los trabajadores, el movimiento sindical venimos con una pesada mochila sobre los hombros cargada de demandas y reivindicaciones postergadas durante muchísimo tiempo. Es que desde la recuperación de la democracia, salvo los dos primeros años de gobierno, cuando eran tantas las cosas que la dictadura nos había robado, nos había quitado a los trabajadores que no había más remedio, no tenía otra opción el gobierno (además nosotros veníamos con mucha fortaleza, el movimiento sindical tenía mucha más militancia, mucha más participación, mucha más fuerza a la salida de la dictadura que hoy) y allí reconquistamos muchas cosas que nos habían quitado, pero desde la última parte de ese primer gobierno de Sanguinetti, durante todo el gobierno de Lacalle, que instaló por ejemplo el congelamiento a la convocatoria a los consejos de salarios, y desde entonces no tuvimos más negociación colectiva; en el segundo período de gobierno de Sanguinetti empezó esta caída abrupta de los salarios y las jubilaciones de los trabajadores; hasta este período de Batlle, crisis incluida, los trabajadores seguramente el 2 de marzo estaremos con la expectativa de que gran parte de nuestros problemas comience a resolverse.
EC - A eso aludía justamente; ¿con qué tipo de presión?
JC - La presión lógica desde el punto de vista de los trabajadores, que ya vamos a estar planteando y que ya sabe la fuerza política: que se instalen ámbitos tripartitos para la negociación. Queremos y creemos, estamos convencidos de que los derechos democráticos para los trabajadores tienen una expresión clara en la aplicación del tripartismo que Uruguay viola constantemente y no respeta. La libertad sindical no es el pedido del fuero para el dirigente sindical Juan Castillo; a mí el dueño de un supermercado no me puede echar de la puerta porque vaya a organizar al sindicato allí, pero toma represiones con los trabajadores adentro, instala el miedo, despide. Aquí hay listas negras por las cuales a quienes fueron dirigentes sindicales en una u otra actividad después les cuesta bastante o no consiguen más trabajo legal, trabajo formal.
Necesitamos también una ley de negociación colectiva que obligue a todas las partes a negociar, obligue al sector empresarial, al propio gobierno allí sentado y a los trabajadores a sentarse a negociar las condiciones laborales y salariales.
EC - Desde el EP se ha anunciado que eso es viable, que es una de las intenciones, en caso de asumir, para los primeros meses del gobierno.
JC - Si efectivamente logramos que se concrete esa parte del programa, entonces estaremos avizorando un cambio radical entre las condiciones de relaciones con el actual gobierno, por ejemplo, para no irnos más atrás, y un gobierno futuro.
EC - Una señal de ese tipo oficiará como un... ¿amortiguador para esa presión del lado sindical?
JC - Por lo menos va a satisfacer una demanda que estamos planteando desde hace mucho tiempo.
EC - Porque al mismo tiempo resulta que la crisis económica, la propia crisis económica, lleva a que lo que pueden ser demandas más urgentes -aumento de salarios, por mencionar una- no sean fáciles de responder afirmativamente en los primeros tiempos.
JC - Hay prioridades. Veníamos diciendo que hay una larga lista de demandas; el problema es ordenarlas, ver cuáles son prioritarias, cuáles se hacen urgentes. De una lista de demandas para que todos los trabajadores tengamos un justo aumento de salarios porque hemos perdido el 25 por ciento del poder adquisitivo los trabajadores y jubilados del país, obviamente hay que contemplar a los sectores como las mujeres trabajadoras en las empresas de servicios, que están ganando 6,50 pesos la hora, o los trabajadores en la forestación, que cobran 50-60 pesos un jornal de sol a sol sin condiciones de respeto.
Hay un orden de prioridades a la hora de resolver la emergencia social, porque ante un trabajador que está haciendo ocho horas en determinadas condiciones de higiene, con un baño, es preferible que se atiendan las situaciones de esclavitud que existen en varios lugares; por ejemplo las hemos denunciado en la industria cárnica de Uruguay.
A la hora de que los trabajadores podamos elaborar y colocar en una mesa, en una instancia de negociación, nuestra lista de demandas, nos daremos las formas para que lo más importante pase a ser lo más urgente a resolver.
EC - ¿Hay algún tipo de acuerdo tácito o explícito sobre cómo llevar adelante este relacionamiento gobierno-PIT-CNT con el EP?
JC - No hay un acuerdo establecido desde el punto de vista político formal. Hay una coincidencia -no rara sino efectiva- en cuanto a que este año hemos ido trabajando juntos allanando ese camino.
EC - ¿Usted alude a los seminarios, por ejemplo, que mencionó?
JC - A los seminarios; mencionamos tres, pero hoy mismo se está realizando uno con el apoyo de las centrales sindicales italianas, donde vamos a hablar específicamente de la precariedad laboral, las situaciones del mundo del trabajo y las experiencias en materia de elaboración de políticas activas de empleo, que es una materia pendiente de este gobierno y los anteriores. El cambio puede ser fundamental: Sanguinetti se golpeaba el pecho diciendo "yo no perdí ninguna huelga", haciendo un acto de soberbia tremendo. Está bien, no perdió ninguna huelga con los trabajadores, pero así ha quedado el país también. ¿Quiénes se han salvado en este período de gobierno con situaciones que han vaciado al país desde el punto de vista de los sectores financieros, con banqueros que tienen nombre y apellido? ¿Eso es lo que se prefiere? Los trabajadores rotundamente no. Estamos hablando de la posibilidad de que en cualquier cambio que se opere en materia de relaciones laborales o de diseños de reformas estructurales, por ejemplo, que se puedan llegar a plantear desde el programa de gobierno del EP-FA, se involucre a los trabajadores. Nosotros estamos queriendo ser parte, no espectadores, de cualquier tipo de programa que cambie la situación del país. Esto es lo que no han entendido los gobiernos de turno hasta este momento y esperamos que esta parte se contemple.
EC - Usted está hablando en nombre de las mayorías del PIT-CNT; pero también existen las minorías, las más radicales, que casualmente se corresponden con los sectores más radicales de la propia izquierda. Sobre este tema también hablan Garcé y Yaffé en el libro cuando dicen: "Es posible que, en la pugna en torno al contenido de algunas políticas, algunos de los sectores que integran la megacoalición 'progresista' intenten atenuar su debilidad electoral acudiendo a la movilización sindical". ¿Cómo observa concretamente este frente del "problema"?
JC - No lo veo como una preocupación sino como una de las reglas de juego que hemos asumido todos a la hora de construir, defender y profundizar la unidad. Este escenario existe en el movimiento sindical de la misma forma que existe en todos y cada uno de los partidos políticos. Ese problema o ese tema -más que problema- está inserto también en la fuerza política de izquierda, porque las minorías dentro de la central sindical obedecen a las mismas minorías dentro de la fuerza política de izquierda. No le van en zaga los conocidos hasta ahora como partidos políticos tradicionales.
EC - ¿Por qué?
JC - Porque también ellos tienen minorías radicalizadas adentro. No es lo mismo García Pintos que Stirling; no es lo mismo Sanguinetti que Pablo Millor, por lo menos en su discurso y en su práctica me da la impresión de que no son lo mismo, son extremos que se oponen en cada uno de los partidos. No es lo mismo Lacalle que Larrañaga.
EC - Aterricemos en un ejemplo concreto que ha sido objeto de seguimiento, supongo, durante todos estos años: el gobierno de izquierda en la Intendencia de Montevideo.
JC - Sí, es una experiencia que también hemos tenido en cuenta.
EC - La relación se fue volviendo conflictiva porque el control del sindicato fue derivando hacia las corrientes gremiales más radicales. ¿Es un riesgo en un gobierno de izquierda a nivel nacional? Me interesa verlo con usted en su doble condición de dirigente político y dirigente sindical. Si la dirección de los sindicatos es demasiado contemporizadora con el Poder Ejecutivo, ¿hay un riesgo de que vayan ganando posiciones las corrientes gremiales más ligadas a los sectores ultras?
JC - En primer lugar, hablando del escenario del movimiento sindical, nosotros tomamos las resoluciones no por unanimidad... Son muy escasas, y no porque esté prohibido sino que hay que hacerse una composición de lugar: armar consenso entre tantas corrientes de opiniones políticas se hace difícil, pero siempre nos hemos dado nuestros tiempos para el debate, para la discusión, y también hemos puesto punto y aparte, llegó el momento de resolver, y las resoluciones de la central sindical son inviolables, todos tenemos que acatarlas. No es un problema de gusto, ¿cuántas veces me ha pasado a mí venir dar una entrevista a un medio de prensa y afirmar antes de que se resolviera algún tema que mi opinión era tal y después de debatirlo y discutirlo se resolvió una cosa distinta y yo salí a defender esa posición? Y a mí me salían a cuestionar en varios lugares y hasta varios compañeros porque había cambiado de opinión. Yo no cambio de opinión, el tema es que tengo que actuar en función de las resoluciones que tomen las mayorías, y éstas yo entiendo que son colectivas.
En el ámbito político, como militante político, también aquí hay que hacer el ejercicio que he venido anunciando: lo más importante que hay que aprender de este gobierno municipal de Montevideo y su relacionamiento con el sindicato es el tema de lograr el involucramiento. A los trabajadores no nos gusta escuchar resoluciones que tienen que ver con nuestra fuente de trabajo y nuestro salario por la prensa, no nos gusta que se tomen resoluciones y ser los últimos en enterarnos. Precisamos, necesitamos que se establezca un cambio también en materia política de relacionamiento. Esto es, que cualquier cosa se nos convoque. Es más, es inteligente desde el punto de vista político plantear el problema y discutirlo hasta encontrar juntos una solución.
EC - Cuando escucha al contador Danilo Astori, por ejemplo en la conferencia organizada por ACDE, anunciando que un eventual gobierno del EP -en el que él mismo sería el ministro de Economía- deberá agilizar los mecanismos legales y constitucionales para la movilidad de los funcionarios públicos, ¿comparte ese tipo de planteos o de criterios?
JC - Primero me ruborizo y tiemblo, después intento analizar políticamente que, independientemente de la opinión del compañero Danilo Astori, que tiene todo el derecho y objetivamente, al ser el líder, el conductor principal de una de las fuerzas políticas que integran el FA, podrá decir y afirmar lo que su corriente de opinión pueda pensar mejor políticamente antes de ser el ministro de Economía, pero cuando pase a ocupar un cargo de gobierno del EP-FA tendrá que cumplir con el programa de gobierno. Allí hay varios debates, varias resoluciones y elaboraciones que ha hecho el conjunto de los frenteamplistas en instancias orgánicas y en sus congresos; me parece importante precisar unos cuantos temas.
EC - ¿Usted se siente representado por ese tipo de anuncios?
JC - No; yo me siento representado por el acatamiento de las resoluciones del EP-FA. Aquí específicamente en materia del trabajo público, del trabajo estatal y del funcionario público, nuestra fuerza política ha afirmado la dignificación de esa tarea a tal punto que en vez de sentirse el empleado público un ser prácticamente de descarte en nuestra sociedad, pase a ser alguien que efectivamente se sienta un servidor público por sus condiciones de trabajo y salariales. A partir de allí necesitamos estimular ese trabajo y esa función. Hasta ahora el gran problema que hemos padecido los funcionarios públicos (yo trabajo en una empresa pública, en el puerto) ...
EC - Por eso la pregunta era especialmente oportuna en este caso.
JC - Está claro que si las distintas empresas del Estado, ministerios o cualquier ámbito institucional del Estado ahora están engordadas a propósito es por el clientelismo político que han hecho el Partido Nacional y el Partido Colorado. Que de eso no responsabilicen al FA.
EC - Entonces esto que ha dicho Astori, ¿lo dice a título personal?
JC - De hecho si lo ha dicho, lo ha dicho a título personal; a mí, Astori no me consultó para ver si tenía que hacer esa declaración, no creo que lo necesite. Lo que digo es que participamos del mismo congreso, de las mismas resoluciones y en todo caso el camino a seguir es involucrar a esos trabajadores en un proceso de cambio. De que hay que reformar la función pública estamos absolutamente convencidos, para dignificar el papel del trabajador, para que se sienta consciente y mejorar la eficiencia en cada uno de esos lugares.
EC - Es difícil sacarse un sombrero y ponerse el otro en su caso, pero supongamos que es posible. Se lo pregunto como dirigente sindical, como principal vocero del PIT-CNT, que lo ha sido en tantas instancias últimamente. ¿En qué medida el nombre de Danilo Astori como ministro de Economía le lleva tranquilidad o preocupación?
JC - No me importa si se involucran dos roles, ya lo he dicho en más de una oportunidad y no me gusta decir algo en un medio de prensa, por más que haya sido del interior, y otra cosa aquí en la capital. A nosotros no nos consultaron -no sé si tendrían que haberlo hecho- para nombrar a Danilo Astori como ministro de Economía. Efectivamente no nos gustó que se haya hecho fuera del país y por encima de los organismos, hubiésemos preferido que se hiciera en Uruguay y en consulta con los compañeros que después tienen que poner la cara.
EC - Fue muy notorio que en el PCU hubo reacciones de frialdad e incluso de perplejidad por la forma como se hizo el nombramiento.
JC - Pero sin andar escondiendo nuestra opinión, todos los compañeros la saben. Al mismo tiempo dijimos: el compañero -como cualquier compañero o compañera que integra nuestra fuerza política- está capacitado, y obviamente en materia de economía no podíamos haber llevado al compañero Danilo Astori por primera vez al Senado en la lista 1001 tres elecciones atrás y ahora decir que el problema es que no tiene capacidad. No.
EC - En aquel caso fue candidato de todas las listas.
JC - A propuesta de la 1001 - Democracia Avanzada, y la lista que pagó el cargo de senador fue la 1001 - Democracia Avanzada.
EC - ¿Qué significa eso entonces?
JC - Significa que tenemos la misma concepción de la probidad técnica y política del compañero Danilo Astori y no nos queda ninguna duda de que por esa idoneidad y en función de aplicar el programa del FA va a ser un buen ministro de Economía.
EC - ¿Piensa lo mismo cuando habla como dirigente sindical?
JC - Estoy hablando como Juan Castillo, por lo tanto soy las dos cosas a la vez.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
Fotos: Caterina Notargiovanni