"En la cocina del sentido"

El enigma de la campaña para los meses que vienen será cómo sonar natural

¿Qué rol juegan los signos en la campaña electoral? Eso es lo que se preguntó el semiólogo Fernando Andacht en el ciclo de "Análisis semiótico de la comunicación política" de En Perspectiva, y ahora plantea en su nuevo libro "En la cocina del sentido" que esta semana aparece en librerías. En diálogo con el programa, el semiólogo analizó algunos de los signos que dejó la competencia por las internas y aventuró hipótesis de lo que puede ocurrir en la carrera hacia octubre. Para el experto, el enigma semiótico en esta campaña será el tema de la renovación: "la propia cruzada juvenil puede llegar a resultar contraproducente si es abusada".

(emitido a las 9.02 hs.)

EMILIANO COTELO:
"Un símbolo asedia el escenario electoral uruguayo: el símbolo de la renovación."

La definición pertenece al semiólogo Fernando Andacht y está en su último libro, "En la cocina del sentido", de Editorial Fin de Siglo, que aparece esta semana y que toma como base el ciclo "Análisis semiótico de la comunicación política" que desarrollamos en En Perspectiva, con el que seguimos de cerca el devenir de los signos electorales antes y después de las internas del 1.° de junio.

Pero ese trabajo de Fernando no se queda en lo que pasó. También se aventura en lo que ya se perfila en la campaña hacia las elecciones de octubre y eventualmente noviembre. Por ejemplo, examina las amenazas y los desafíos que encierra ese término al que yo aludía recién: "renovación".

¿Qué estrategias cabe esperar de cada uno de los candidatos en el juego de los significados? ¿Cuán distinta es esta partida de la que se jugó para las primarias?

De todo eso vamos a conversar con Fernando Andacht.

¿Cómo definirías ete libro?

FERNANDO ANDACHT:
Parte del libro, el inicio sobre todo, es una reflexión sobre qué significa un libro que nace en este espacio dialógico. No es una transcripción, si bien están muy buenas las transcripciones que hace la producción de En Perspectiva, que se pueden ver, incluso las de ciclos anteriores, están todas en el sitio web de la radio.

Con el libro me vi enfrentado a que no tenía un oyente. Porque así como Freud hablaba de una escucha flotante del psicoanalista, yo diría que hay una escucha flotante y necesariamente móvil del oyente, ya sea que vaya en el tránsito, que vaya manejando o que esté en la casa moviéndose, no te atrapa como la pantalla de la tele.

Entonces hay toda una reelaboración, primero, porque es otro tipo de acto comunicativo, segundo, porque es imposible tener la perspectiva del después. El libro fue escrito después de la última columna, que fue en la segunda semana de junio, en la que seguíamos haciendo una especie de balance.

En esas últimas columnas hablamos hasta de Suárez, por ejemplo. Y de las repercusiones políticas, por ejemplo de don José "Pepe" Mujica aguardando la salida en el túnel, muy famosa, tanto como el acto inesperado y tan salvajemente castigado por la FIFA de Suárez. A Mujica se le pregunta qué opina de la sanción impuesta por la FIFA y sale con algo muy poderoso comunicacionalmente, muy polémico como siempre. Entonces no podía, en una especie de asepsia, decir "hago de cuenta que esos temas no ocurrieron". Al contrario, me parece que entran perfectamente en varios de los puntos que toca el libro...

EC - ...Pese a que ocurrieron después de las internas... Y pese a que en principio el tema del libro es qué ocurrió desde el punto de vista semiótico en la campaña para las internas...

FA - Exacto, porque yo hablo en un capítulo de la noción –que parece tan arcaica y estamos en el 2014, en el primer tercio del siglo XXI– de lo heroico, y es Luis Suárez versus la selección uruguaya 2014, Brasil, Copa FIFA. Es un ejemplo esplendoroso –también Neymar– del héroe individual. Hablo del héroe individual y el héroe colectivo, del peso que tienen en esta campaña. Y no solo en esta campaña. Piensen en la campaña que quieran, en las dificultades de Dilma Rousseff, Brasil, versus Lula de nuevo, como esa figura solitaria, épica, mítica del héroe.

Entonces hablaba de Suárez, de la enorme concentración de la prensa mundial –no se hablaba de otra cosa en esos días, no solo en Uruguay, no solo en Brasil–, frente a la selección como grupo, como un colectivo. Cuánto más difícil es emocionarse, entusiasmarse para la gente cuando dice "se perdió a Suárez", "perdieron a Neymar". Es el paladín, está en El Cid campeador, está en la Ilíada, y vuelve.

EC - ¿Eso tiene que ver con la campaña, con la semiótica en la política uruguaya?

FA - Sí, porque nosotros analizamos un documental de Mateo Gutiérrez entero, de 24 minutos casi, en internet, luego pasado a un minuto y medio. Los dos son analizados en el libro. Eso también es interesante, no lo podíamos hacer en la columna porque era demasiado.

EC - Te referís a aquel documental sobre Jorge Larrañaga.

FA - Exacto. Y yo diría más concreto: sobre un signo muy interesante que es "el Guapo". Estaba hablando de héroe, ¿y el Guapo, que te llamen el Guapo? No es como que te digan el Ñato. Una es una característica física, la nariz; el Guapo apela a supuestas virtudes que podrían llegar a no ser o ser lo opuesto. Y hablaba del bullying, de alguien que es matón, yo decía que todo ese documental es para recuperar lo mejor del héroe y negar lo peor, que es explicitado en el documental. No tanto en el que pasaba la tele, que era muy cortito, pero en el otro Mateo Gutiérrez le dice: "Vamos a hablar de lo que se dice de vos, de esa infamia", etcétera. Ahí trabajás todo sobre la construcción de una figura admirable. Cuando hablo de lo heroico no me refiero literalmente a un tipo que va a salir a matar a nadie con una armadura o cualquier otro tipo de uniforme castrense, sino de alguien que tiene que recibir una gran admiración.

EC - ¿Para qué es el libro, en definitiva?

FA - Un poco en serio, un poco en broma, hablábamos de "instrucciones de uso". Porque en forma más o menos solapada o explícita, cada vez que introducía un término más o menos técnico, que es el gran desafío que vos te animaste a agarrar hace ya 25 años…

EC - [Se ríe.] Meter la semiótica en radio…

FA - Exactamente. Yo vengo de Brasil ahora, donde di un seminario y una conferencia en la Federal de Río Grande del Sur, en Porto Alegre, que se llamó "Signos externos de las internas". (Ese era el título que yo quería primero para este libro, porque los signos son cosas que vos ves, oís, tocás, como una enorme gigantografía en las calles, de la interna.) Y les contaba: "Miren qué desafío este periodista, cómo se anima a esto que estoy haciendo con ustedes"… Me refería a una platea académica en la que había profesores, doctorandos, estudiantes de comunicación, de filosofía. Allí les hablaba, los miraba y ponía diagramas, en la radio es muy difícil todo esto.

Entonces tenemos que inventar, y creo que hemos ido inventando. Uno tiene ahora el largo plazo de los 25 años y ve que hubo que encontrar un medio, sin perder el rigor –lo digo en la introducción del libro–, porque eso no me gustaría en absoluto, decir cualquier cosa. Sería una falta de respeto, como vos tratás de ser muy minucioso y desmenuzar los datos y ver las contradicciones, qué está pasando en tal problema, social, político. Ese también es mi desafío, no abaratar, no vulgarizar en un sentido negativo, "bueno, más o menos, una cosa, la otra, igual son oyentes". Para mí es como si estuviera en ese seminario, pero no puedo hablarles como si estuviéramos cara a cara en un núcleo tan chiquito y tan específico.

EC - Por ejemplo, al que ya escuchó las columnas, ¿el libro lo va a aburrir?

FA - Creo que no, por muchas razones. Desde el orden… se dice que en el cine el montaje es todo, cómo armás la película. Empiezo por el final, pero con toda una reflexión. Como aquella famosa novela de García Márquez, "Crónica de una muerte anunciada", que empieza diciendo "El día que lo mataron…", y uno se agarra la cabeza como lector, ¡me rompió todo el suspenso! Esa es la maravilla narrativa de esa novela en particular.

Fue una sugerencia del editor de Fin de Siglo, Canalda, que dijo "me gustaría que empieces por el desenlace". Eso me lleva a repensar todo, acá no empezamos por el desenlace, por motivos obvios, empezamos a mitad de marzo cuando muy tímidamente, como ahora otra vez, empezaban a despuntar en el horizonte comunicativo las primeras piezas y todavía no se sabía bien para dónde iban a agarrar. Teníamos todo un enigma, ¿por dónde viene?, ¿cómo están pensando los publicitarios con los políticos?

Empieza por ahí. Tiene el capítulo que mencionaste, el epílogo, en el que, sin pisarles el terreno a mis colegas los sociólogos, no hago predicciones cuantitativas, pero creo que le saco bastante jugo a una suerte de tendencias semióticas, es decir, qué cosas no van a pasar en este octubre o noviembre en vistas de lo que pasó. Sobre todo, ¿qué diablos es eso de la renovación?, pregunto en el capítulo final, porque ha sido el signo desde el 1.° de junio. Y cito una tapa de Brecha del primer viernes pos elecciones internas: "Recalculando".

EC - El término "recalculando" era muy gráfico, porque el triunfo de Lacalle Pou en la interna del Partido Nacional había redefinido el escenario. Era una tapa de Brecha en la que además se mostraba el abrazo entre Vázquez y Constanza Moreira.

FA - A eso le dedico muchas páginas que elaboré muchísimo más que las columnas. Ahí tengo todo ante la vista, es un "tiempo mayor". Porque el tiempo acotado obligaba, por respeto a la estructura del programa, al oyente, a no apurar demasiado, a dar el núcleo duro de cada idea. Ahí lo desarrollo en abundancia.

En resumen, el lector que fue oyente no se va a encontrar con la transcripción de las columnas, que está. Eso sería una falta de respeto, un abuso de confianza de otro acto de comunicación. Hay un desarrollo, hay ese elemento de decir qué cosas no van a pasar, a mi entender, qué cosas tenderían sí a trabajarse, esto de la renovación.

Estaba mirando un programa de esos repartidos por Constanza Moreira –ya no más una combatiente, en lo que viene es solo parte de un partido– y hablaba de innovación, lo de ella era lo innovación. Y tengo acá el programa de Gobierno del Partido Nacional de ahora (lista 71), lo levanté de la rambla ayer.

EC - ¿Qué te llamó la atención de ese folleto?

FA - Habla de los derechos humanos, de políticas sociales, habla del plan Estamos Contigo, de trabajar la violencia doméstica. Del menor no habla nada, creo que todavía es un tema tabú. La baja de la edad de imputabilidad brilla por su ausencia, porque era un tema que dividía las aguas en la interna de ese partido. Ese es otro tema que toco en el libro, cómo va a incidir eso.

***

EC - Yo comenzaba la presentación de esta entrevista con esa frase con la que tú, a tu vez, parafraseás el Manifiesto comunista de Carlos Marx: "Un símbolo asedia el escenario electoral uruguayo: el símbolo de la renovación".

Quizás esa fue una de las primeras consecuencias, uno de los primeros deberes que dejaron los resultados de las internas: resolver el enigma semiótico de la renovación.

FA - Exacto.

EC - … Fue una palabra que, si bien ya se había usado, ya había tenido su protagonismo antes de junio, quedó instalada justo después de la victoria de Lacalle Pou en la interna blanca. Y después de lo bien que votó Raúl Sendic dentro del Frente Amplio. Entonces, ¿qué es renovación desde el punto de vista de la semiótica?

FA - Yo lo tomo muy en serio. Antes de ese resultado Vázquez había manejado nombres en el programa Código país. Le dedicamos todo un rato, porque inauguraba un ciclo, y además Vázquez es más bien reacio a las apariciones públicas que no determina él, que no son un acto electoral puro. Y ahí decía: "el vice va a tener que pasar por mi aprobación", de una manera muy categórica, "me van a sugerir, pero soy yo".

Luego ese "recalculando" de la tapa del semanario pone las cosas mucho más crudas. Vos acabás de mencionar un dato de la realidad: si el tipo (Raúl Sendic) votó muy bien, aunque no es muy joven para Brasil, de donde vengo, para acá sí, como el propio Lacalle Pou (42 creo que tiene ahora), ahí las opciones se te achican, porque tiene que venir lo joven de alguna manera.

Yo hablo de una juventud biológica, y ahí podemos hablar del famoso acto más o menos espontáneo del ganador de la contienda nacionalista, de ese acto atlético-gimnástico que hace en el interior, la "bandera", buenos abdominales mediante, y de una juventud semiótica, que es otra cosa.

La juventud biológica es evidente de qué se trata, es una cronología. Es el accidente, como Bernard Shaw decía "el patriota es aquel que cree que el accidente de nacer en algún lado es lo más importante del mundo", acá podríamos hacer una especie de paráfrasis: el nacer después no es garantía de nada en una democracia, en un sistema político. Podés ser un buen gobernante o no. En cambio la juventud semiótica sí que es interesante…

EC - ¿Qué es la juventud semiótica?

FA - Acá me refiero a una entrevista tuya a Raúl Sendic el 3 de junio. Quedé sorprendido, sinceramente, sin ironía, cuando le preguntás cómo ve la victoria, el nuevo escenario… porque vos estás calculando que va a ganar Larrañaga y gana el otro, el petirrojo, como digo en esta columna, aludiendo a Robin y Batman en una relación jerárquica obvia: el que tiene más experiencia, al que más o menos se apostaba, por poquito, pero gana, Jorge Larrañaga. Y fue al revés.

EC - Lo lógico, decís tú, era que Lacalle Pou hubiese sido el Robin, no el Batman.

FA - Exacto.

EC - Entonces viene Sendic acá…

FA - Viene Sendic, no es muy interesante lo que dice, más o menos previsible, todo muy cauto, como tiene que ser el 3 de junio, es importante la fecha porque todavía está muy agitado el panorama. Están recalculando, es el GPS electoral. Y de golpe sale una pregunta y termina de un modo bien interesante. En esos días creo que Astori había hecho unas declaraciones fuertes, tipo "hay que evitar que Carrasco, Pocitos", algo bastante polémico en su sentido etimológico de guerrero, en alusión a "no se dejen vender cosas, la clase social, ojo al gol", etcétera.

EC - Eran unas declaraciones de Michelini, me parece.

FA - Yo lo vi a Astori.

EC - De ese sector había venido el comentario.

FA - Digamos que era una tendencia oposicional fuerte. Y de repente Sendic, frente a vos acá, seguramente en este lugar donde yo estoy sentado, dice "ah, sí…" y como que quiebra… En francés se llama "lengua de madera" cuando vos tenés gente muy dura, que está en un documental y no está siendo muy espontánea. Estoy hablando de valores no menores, va a depender mucho de esos valores en los meses que vienen de quién logra esa espontaneidad, porque va con credibilidad. Estamos hablando de un ingrediente semiótico fundamental, un discurso que hace verdad.

Sendic está acá, diciendo cosas más o menos previsibles, en un lenguaje formal, de repente vos le preguntás: "¿Cómo ve esto de Lacalle Pou?", y él se ríe, quiebra completamente esa cosa más o menos armada que traía, que no era tan interesante, y dice: "Ah, sí, con Luis… yo lo llamé, él me mandó un tuit, y durante la campaña nos hablábamos, él me decía ‘después de las encuestas tenemos que hacer una terapia de grupo’". Fue como si de golpe hubiera bajado muchos años, no biológicos, porque es un discurso nuevo, que no es confrontacional. Ahí podemos ir a esa frase tan manida de la primera parte, "por la positiva". Ese discurso de Sendic era por la positiva.

O sea, alguien que dice "no me gusta cuando se pelean", en cualquier ámbito, cuando la gente empieza con un grado de agresividad, sea física o verbal, cansa en general, produce una especie de saturación y la tendencia humana es a apartarse. Y ahí de golpe parecían dos muchachos en una de estas publicidades de bebidas, de lo que sea, compartiendo algo. Lo que en rugby se llama el tiempo que viene después del juego, un tiempo en que los dos equipos dejan de ser enconados rivales y hay más bien una confraternización. Ese comentario para mí fue una especie de estallido luminoso. Eso es juventud semiótica.

EC - Eso es juventud semiótica…

FA - Claro, jugar a signos nuevos. El otro ya no es mi enemigo mortal, que voy a tratar de destruir, es uno que está de aquel lado, tiene un montón de diferencias. No es demagógico, me sonó espontáneo, y los colocó a los dos, a Sendic y a Lacalle Pou, en un mismo bando. Y eso parece loco, porque en ese momento (Sendic) ya era el vice, faltaba la confirmación.

EC - Se perfilaba muy claramente como el candidato a vice por el Frente Amplio, pero todavía no estaba resuelto.

FA - Pero no se hablaba más de Mónica Xavier, de distintos nombres que había propuesto Astori.

EC - Mónica Xavier, Lucía Topolansky…

FA - Eso había quedado fuera de la agenda, era cuestión de minutos. ¿Eso qué importancia tiene? Mucha, bastante, porque si hay un discurso viejo ese tiende a no ser renovación. Difícilmente si alguien dice "sí, estos son de Pocitos", no sé cuánto, el propio Mujica había usado esa frase "los cajetillas de Pocitos". En Mujica puede parecer pintoresco, pero cuando yo lo escuché en el final de la campaña y principios del resultado era algo más bien duro para decir "recuerden la clase social, nadie que diga algo de esa clase puede ser valioso". Y en ese micromomento en tu entrevista con Sendic aparece algo novedoso en la política uruguaya. Eso es renovación. Un ejemplo, no digo que sea toda la renovación.

EC - De algún modo fue una excepción en el discurso de Sendic pos 1.° de junio, un bajar las defensas.

FA - Exacto.

EC - Me hace pensar en lo que tú exponés en el libro: la renovación se instaló como un asunto, y Lacalle Pou por ejemplo es un candidato que cabalga arriba de ese concepto. Ahora, ¿qué riesgos implica? ¿Qué riesgos implica la renovación o mantenerse arriba de la renovación?

***

EC - Dice Mónica, de la audiencia: "Ese concepto que acaba de manejar Fernando, el de juventud semiótica, resume en una frase todo lo que siento con respecto a varios actores de esta campaña".
¿Cómo se planta ahora esa idea de la renovación en la campaña rumbo a octubre?

FA - Redondeo esto con un concepto aliado de este de la juventud semiótica. En el libro yo hablo del carisma de Tabaré Vázquez y describo un trabajo anterior, que desarrollé primero aquí, un discurso de Tabaré en el que decía que si ganaba él –que no ganó en esa oportunidad– haría "temblar hasta las raíces de los árboles".

EC - Fue en la campaña electoral del 94.

FA - Del 94, hace 20 años. Luego, 20 años más tarde, va a "Código país" y de vuelta cautiva a los periodistas con una performance más de oncólogo, cirujano, médico que de político, aunque no por ser outsider. Entonces redondeo diciendo que habría un neocarisma de "Lacalle Pop" (eso lo saqué de una hija chica de Susana Mangana, de aquí mismo).

EC - Lo mencionó en una tertulia.

FA - Lo pongo en el libro y le doy su crédito. Hablando muy en serio pongo como ejemplo aquellas conversaciones del futuro de Larrañaga y tres niños sucesivamente, que generaron una suerte de rechazo comunicacional –menciono unos tuits, algo más o menos empírico que encuentro por allí, burlándose–, porque es muy atractivo jugar con lo auténtico, espontáneo, con la niñez, que es menos armada, pero es un arma de doble filo, porque puede parecer libretado, actuado.

EC - Tú decís que el mal resultado que aparentemente tuvieron aquellas piezas de Larrañaga de su diálogo con los niños se debió a que las conversaciones no sonaban espontáneas.

FA - Ahí está. Los niños cuando aparecen siempre tienen un capital semiótico de autenticidad; el libreto que manejaban no. Que se les ocurre esa pregunta, que responden "ay, no me esperaba esa respuesta", etcétera. Se convertían en niños actores, y eso ya no te sirve.

¿Qué pasa con Lacalle Pou? ¿Qué pasa si todo eso que se dio bien, el rap –es muy riesgoso tomar un discurso propio, rapearlo y aparecer casi como un cantante, en el límite, una pieza larga, un discurso de él–, lo que tenía cierta naturalidad, por su edad, su estilo, es sobreexplotado, llevado a los límites? Escuchaba un análisis en una radio universitaria que decía "parece un profesor joven, sin corbata, tranquilamente". Y si un marciano hubiera bajado aquel día del 1.° de junio habría dicho que Tabaré Vázquez era de derecha y Lacalle Pou de izquierda.

Hay un alto riesgo de que eso (de Lacalle Pou) se gaste y se convierta, como aquellos niños que dejaban de serlo porque el discurso era demasiado armado, en un carisma tradicional. Él mismo puede agotar su neocarisma, y ahí rebotaría hacia el carisma tradicional de un Tabaré Vázquez.

EC - Tú decís que se corre el riesgo de que se agote, ¿cuándo? ¿Cuando no suene a algo natural, espontáneo?

FA - Exacto. Parece raro…

EC - … ¿cuando sea la renovación construida, libretada?

FA - Claro, el propio énfasis, algo que va de sí, que va saliendo porque él es más joven y tiene una actitud más bien descontracturada. Pero cuando eso se vuelve el tema y el principal proyectil electoral para octubre y quizás noviembre, ahí empieza a mostrar fatigas, como cuando se habla de la fatiga de los motores, de los metales. Sería una oportunidad muy grande para su principal y obvio rival, que es el Frente Amplio y la dupla Tabaré-Sendic.

Yo digo en el libro que es un discurso muy referido a sí mismo el de Lacalle Pou, como el de Mujica. Solo Mujica se permite las cosas que dice Mujica, son intransferibles. (Cuando hizo la declaración de la FIFA –que analizo en el libro–, sobre qué le parecía la sanción a Suárez, le preguntan enseguida a Astori, que estaba en España: "¿Qué le parece?", y dice: "Yo estoy de acuerdo con eso que dijo", porque no lo puede decir, no caería nada bien, es algo solo de Mujica.) Lacalle Pou tiene referencias a su propio cuerpo, a su nerviosismo, a su baja estatura, a que pierde pelo, qué sé yo. Cosas que tienen un límite importante cuando son usadas de manera explícita.

EC - ¿Y la bandera cómo aparece en ese contexto?

FA - Es un síntoma clave. La incorpora en la pieza que vi en internet, que está rapeada también, es extensa, tiene elementos de eso que él llama "la positiva", aparecen ceibalitas, molinos. Es simpático, porque es como decir "eso lo reconozco", y lo dice la letra, pero también aparece él haciendo la bandera. Hay una caricatura de Hogue que trasmite bien la beligerancia de ese gesto, porque dice "que venga Tabaré, a esta bandera". Es como tirar el guante, no es nada positivo como supuestamente sería su campaña.

Ahí vendría otra vez la renovación, la juventud semiótica, "no vamos a estar atacando, desgastando al otro, sino proponiendo cosas para el país, teniendo una mirada más lejana". Pero eso de la bandera, que aparece fugazmente, está mostrándote otra cosa, algo mucho más factible, que es la necesidad de pegarle al otro. Ahí ves que empieza a desgastarse ese neocarisma de ser simplemente un joven.

Yo lo analizaba acá hace muchos años cuando irrumpió Michelini en el Frente. Yo decía que era un discurso virginal, porque no había antecedentes, no había nada, solo el nombre. Acá también hay un nombre, más que una tarea cumplida; por eso Larrañaga parecía más favorito y Lacalle Pou menos experiente.

Ahí veo el principal riesgo. Así como los niños no resultaron para la campaña de su rival, su propia cruzada juvenil puede llegar a resultar contraproducente si es abusada.

EC - Y ese concepto, renovación, instalado con tanta fuerza en la campaña, ¿cómo lo manejan los otros? ¿Cómo lo maneja Tabaré Vázquez? ¿Cómo lo maneja Pedro Bordaberry?

FA - Creo que no va a haber un hincapié demasiado grande en Tabaré Vázquez, porque él tiene el dilema del "vamos bien". Es gracioso, el "vamos bien" no podía ser más opuesto, más antitético de "somos algo nuevo, vamos a probar esto nuevo", que es el Partido Nacional. El otro dice: "¿Por qué cambiar si estamos yendo bien?", cuando obviamente siempre hay quejas, no hay Gobierno perfecto en la democracia, no sucede. Entonces es difícil que el discurso del Frente dé ese triple salto mortal para decir "hay que cambiar, mover todo". Ya no es más hacer temblar aquellas raíces, porque ahora son raíces plantadas por su propia agrupación partidaria.

Y digo algo más: esa renovación no puede ser solo un look, no puede ser solo cualitativa, poner alguien joven al lado, ese Robin (Sendic) no alcanza. ¿Qué aporta él?, ¿qué es lo que va a traer? Eso va a ser otro elemento.

Con Larrañaga más o menos sabemos, porque tiene una trayectoria, tiene toda una forma de ser, es el Guapo, ya hablamos. Pero Sendic, más allá de su obvio buen aspecto, un tipo telegénico, etcétera, tiene que empezar a generar también él su dosis de juventud semiótica.

EC - ¿El Frente tiene que entrar en esa cancha?

FA - Yo creo que sí, creo que no se lo puede dejar al otro. Ese es el desafío, cómo sonar natural, de vuelta esos términos: espontaneidad, naturalidad. ¿Podrán? Ese es para mí el enigma de los meses que vienen.

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EC - Matamos dos pájaros de un tiro: anunciamos que está el libro, que se viene esta semana "En la cocina del sentido". Y de hecho prologamos el ciclo "Análisis semiótico de la comunicación política" que vamos a reiniciar dentro de unos días.

FA - Ahora sí de las elecciones nacionales, con todas las cartas sobre la mesa. Va a ser muy interesante ver qué cosas de las que aparecen en el libro se van ratificando en lo real y qué cosas, como les pasa a mis colegas los sociólogos, los encuestadores, nos sorprenden. Sería muy raro que en una o muchas cosas la vida no nos dé esos sobresaltos que son tan fascinantes porque también pueden ser analizados. Y eso es lo que estamos haciendo, Emiliano, no equivocarnos, que es algo irreal y tonto, sino tratar de entender más.

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Transcripción: María Lila Ltaif