Mario Bergara: El déficit fiscal "es totalmente manejable" y el nivel actual de inflación "no afecta a las decisiones económicas"
A dos meses de la asunción del nuevo Gobierno, cada uno de los gabinetes planifica la transición. Uno de los ministerios más importantes, el de Economía, volverá a tener a Danilo Astori al frente. ¿Cómo se prepara el actual ministro, Mario Bergara, para el cambio? ¿Qué cargo ocupará en el próximo Gobierno? Estas y otras preguntas respondió Bergara en entrevista con En Perspectiva. Sobre el rumbo de la economía, el titular de la cartera aseguró que la tasa de crecimiento en los próximos años se ubicará entre el 3 y 4%. En cuanto a la inflación, Bergara cree que es un problema si afecta las decisiones económicas, que no es el caso de Uruguay. Sobre el final de la entrevista, reflexionó: "en estos 10 años el Frente Amplio tuvo la capacidad de reordenar la casa macroeconómica".
(emitido a las 8.30 hs.)
EMILIANO COTELO:
El próximo 1.° de marzo, cuando Danilo Astori vuelva a ser ministro de Economía, tendrá ante sí un país que crece en el entorno del 3% anual y con la población en general despreocupada por estos asuntos porque tiene trabajo y porque sus ingresos han venido aumentando en los últimos años.
Pero el contexto internacional presentará algunos cambios sensibles con respecto al pasado reciente. Un dólar que seguirá apreciándose en el mundo debido a la recuperación de la economía de Estados Unidos; tasas de interés más altas que encarecerán el crédito; precios en baja de los commodities que Uruguay exporta, con un ejemplo claro en la soja, que está muy lejos de los 500 dólares a los que llegó en su pico histórico. Y del lado de las buenas noticias, los precios del petróleo en caída libre, que pueden traer un poco de alivio a los balances de Ancap y de UTE, pero hay una tensión porque la población exige que los nuevos valores se trasladen a una reducción clara, fuerte de las tarifas.
¿Cómo analiza el ministro saliente ese escenario que recibirá Astori el año que viene? ¿Qué dice el doctor Mario Bergara?
Vamos a conversarlo con él.
¿Cómo lo lleva la actividad en estos últimos días del año?
MARIO BERGARA:
Seguimos al ritmo razonable del cierre de un año en el que en general la economía se ha comportado decentemente. Las últimas cifras de crecimiento, al tercer trimestre, están en entornos del 3,7% como tasa de crecimiento del PBI, un guarismo más que decente en el contexto global, en el contexto regional y en el contexto histórico del Uruguay. Son tasas un poco menores que las que tuvo el país en la década previa.
EC - En 2013 el crecimiento fue de 4,4% y en 2012 había sido de 3,7%.
MB - Sí, pero en el contexto de una década en la que el promedio había estado por encima del 5%. De todas maneras, es un crecimiento muy apropiado. Hay que tomar en cuenta que el Uruguay lleva por lo menos tres o cuatro años con tasas de desempleo mínimas, llegando prácticamente a la plena utilización de las capacidades productivas, y en todo caso creciendo a partir de mejoras en la productividad y en la eficiencia, porque si bien ha crecido un poco y seguimos en récord en materia de empleo, no ha sido esa ya la principal fuente de crecimiento en los últimos tres o cuatro años.
EC - Entonces, en general, ¿cómo es su evaluación de la salud de la economía uruguaya?
MB - Sin duda la economía uruguaya sigue atravesando un período realmente saludable. El crecimiento es bueno, la estructura de crecimiento es saludable también, porque no es un crecimiento basado exclusivamente en uno de sus componentes, sino que tanto las exportaciones como la inversión, como el consumo muestran un equilibrio en esa contribución al crecimiento. No tenemos variables que desequilibren la estructura, por lo tanto sobre todo el hecho de que la inversión sigue firme nos permite ser relativamente optimistas en cuanto a que en los próximos años vamos a tener también crecimientos adecuados.
EC - Mencionaba recién el dato del crecimiento de la economía en el tercer trimestre, 3,7%. Cuando lo examinábamos hace unos días con los técnicos de Deloitte, ellos señalaban –lo decía Pablo Rosselli– que esa expansión tiene un origen muy fuerte de electricidad, con una incidencia de 0,5 puntos, y sobre todo de la industria manufacturera, que crece 10%, con una incidencia de 1,3 en ese 3,7%.
Y a su vez, la expansión de la industria se explica principalmente porque fue aumentando la producción de celulosa de Montes del Plata, una empresa nueva, hasta llegar casi a la totalidad de su capacidad, y a una mayor producción en la fábrica de concentrados de Pepsi.
¿No hay factores un poco excepcionales en ese 3,7% de crecimiento?
MB - No, porque la operación de Montes del Plata no es algo que se vaya a terminar mañana, va a seguir en el futuro. En los años previos tuvimos una contribución al crecimiento del lado de la inversión en Montes del Plata, y ahora la contribución al crecimiento de esa empresa es por el lado de la producción y la exportación.
Esto de que haya sectores que crecen de manera más rápida en ciertos períodos y más lenta en otros es algo absolutamente natural. Las tasas promedio de crecimiento de la economía son siempre la confluencia de sectores más dinámicos, otros menos dinámicos e incluso alguno que va en declive.
Reitero, hay una cuestión muy equilibrada de crecimiento de la economía, todos los sectores han contribuido al crecimiento, tanto el sector agropecuario como el industrial, como los servicios y otros.
EC - Pero ahora por ejemplo se está dando una retracción en la construcción privada, una caída de la actividad de restaurantes y hoteles, una reducción de las actividades de transporte de mercaderías y también de almacenamiento, por ejemplo en el puerto.
MB - Justamente, en el tema construcción privada es como hacer la consulta de las dos caras de la moneda. Estamos diciendo que Montes del Plata se terminó de construir, por lo tanto es lógico que ese megaemprendimiento incida en la reducción de la construcción. La contracara de eso es que Montes del Plata empezó a producir y por lo tanto hace su contribución por el lado de la producción y la exportación.
Reitero, cuando uno tiene una mirada de estos años, hay un equilibrio razonable. En algunos trimestres hay sectores que contribuyen más, otros que contribuyen menos, pero no vemos situaciones dramáticas de desequilibrio en los componentes del crecimiento.
EC - Pero, como usted mismo decía, parece que estamos dejando atrás aquella época en la que el promedio de crecimiento anual era de 6%...
MB - No hay duda.
EC - … y vamos a instalarnos más cerca del 3, o un poquito menos, en los próximos años. Esa caída del 6 a 3, ¿para usted se debe al marco internacional?
MB - No es una caída, es una desaceleración.
EC - Perdón, sí, esa caída en el ritmo de crecimiento, esa desaceleración, ¿se debe al marco internacional? ¿Es el viento de cola que se atenuó?
MB - No, usted bien sabe que nosotros discrepamos con la explicación de que el crecimiento previo se haya debido al viento de cola. Obviamente hubo factores externos que ayudaron al crecimiento. También hubo factores que perturbaron ese crecimiento. No todo lo que pasó fuera del Uruguay fue favorable. Así como eran favorables los precios de las cosas que vendíamos, nos perjudicaba el aumento del precio del petróleo, y desde el punto de vista de los mercados financieros nos favorecieron tasas de interés bajas en el mundo, pero la alta volatilidad derivada de la crisis de Estados Unidos y la crisis de Europa no contribuyó.
En cuanto al tema regional, hace por lo menos tres años que Argentina y Brasil no son un motor que contribuya al crecimiento en Uruguay.
Por tanto en estos años ha habido factores que contribuyeron y otros que no, y los uruguayos hemos sabido navegar en ese terreno con tasas interesantes.
EC - Pero entonces, ¿por qué se da esa baja en el ritmo de crecimiento?
MB - Obviamente hay factores externos que hacen un poco a la demanda mundial; sobre todo hay mucha incertidumbre. Estados Unidos se está recuperando, se está desarmando un poco la política monetaria expansiva que había echado por el suelo el valor del dólar a nivel global, el dólar se está recuperando. Y las tasas de interés nulas. Por lo tanto en el horizonte tenemos un fortalecimiento del dólar y un crecimiento que va a ser muy gradual de las tasas de interés. Seguramente dentro de poco comenzarán a subir, pero creemos que para que lleguen a niveles históricos de 4% van a pasar todavía unos cuantos años. Vamos a seguir teniendo tasas de interés bajas por un tiempo más.
La contracara del fortalecimiento del dólar también se ve en la caída de los precios de los commodities en dólares. Cuando se nos preguntaban por el problema del dólar débil y los altos precios de los commodities hace unos años, decíamos que un componente que explicaba esos precios altos era la unidad de medida, que era el dólar, que estaba débil. A medida que se fortalece esa unidad de medida, el dólar, los precios expresados en ella necesariamente caen. Hay un efecto ahí de compensación.
Hay que ver si la demanda a escala global de las cosas que nosotros exportamos se sostiene. Da la impresión de que va se va a sostener, porque China, que ha sido el gran motor de demanda de estos años, va a seguir creciendo. Se habla de una desaceleración, pero con que China siga creciendo al 7% es más que suficiente para que los commodities tengan precios adecuados.
Además los chinos, que antes crecían sobre todo a partir de exportaciones, como Europa y Estados Unidos estaban débiles demandando, están haciendo un énfasis en el consumo interno. Los chinos tienen todavía cientos de millones de personas para sacar de la pobreza, para seguir creciendo. Entonces van a seguir demandando alimentos, que son en buena medida las cosas que nosotros exportamos.
Por tanto el panorama externo tiene mucha volatilidad, mucha incertidumbre, y de repente algunos sectores pueden tener no diría grandes dificultades, pero no el mismo escenario favorable que tuvieron. La soja a 500 tampoco es una cuestión histórica y además una cuestión excepcional. Y lo mismo se puede decir de los precios de la leche en su momento, que ahora de repente están más bajos y se acomodarán a niveles intermedios.
O sea que en la exportación, y sobre todo de aquellos productos de base agropecuaria en los que nos focalizamos, el panorama internacional presenta desafíos pero va a seguir siendo razonable.
EC - Pero entonces, ese escalón en el ritmo de crecimiento de 6% de promedio anual a 3% o un poquito menos que tendremos en los próximos años, ¿dónde tiene su origen básicamente?
MB - Tiene los dos componentes, el externo y el doméstico. El externo, porque si bien no se plantean situaciones extremadamente problemáticas y sí un contexto de incertidumbre, está claro que el crecimiento global de la economía se ha desacelerado.
EC - ¿Y en lo doméstico?
MB - En lo doméstico, antes había una contribución al crecimiento por el lado de la inversión, de las mejoras de productividad, pero también de la incorporación de cientos de miles de desocupados al mercado de trabajo, y cuando ya hace tres años que estamos prácticamente en pleno empleo, el crecimiento tiene como principal fuente la productividad y la eficiencia. Por lo tanto es razonable que cuando una economía sale de la crisis y comienza a madurar también con más utilización de las capacidades productivas, sus tasas de crecimiento no puedan seguir en niveles de 5 o 6%. Creo que nadie tenía en la perspectiva que el Uruguay iba a crecer al 6% toda la vida.
EC - Algunos analistas entienden que es sano que Uruguay modere la tasa de crecimiento de la economía hacia guarismos más sostenibles. ¿Qué número maneja usted? ¿Cuál entiende que es la tasa tendencial a la que debería aspirar Uruguay?
MB - En general los análisis de los cambios en la productividad general y las reformas estructurales que se han hecho contribuyen a una tasa de crecimiento de largo plazo sensiblemente mayor que la que tuvimos durante la segunda mitad del siglo XX, que apenas rondaba el 2%. Entre el 3 y el 4% puede ubicarse una tasa de crecimiento de largo plazo. Lo cual no quiere decir el mínimo; la tasa de crecimiento de largo plazo se compone de años de crecimiento mayor y algunos años de crecimiento menor. Pero entre 3 y 4% es lo que en general en la profesión en estos años manejamos como una tasa de crecimiento de largo plazo de la economía uruguaya.
EC - ¿Se debe hacer algún cambio? ¿Hay que implementar algún ajuste para asegurar esa tasa en los próximos años?
MB - Siempre hay que estar atento a los vaivenes tanto en el terreno macroeconómico como en el perfeccionamiento de las reglas de juego microeconómicas. La clave, que fue la clave del crecimiento anterior y que va a seguir siendo la clave del crecimiento futuro, es la inversión. Y se han adecuado tanto las reglas en el panorama macro –aprovechando una tendencia institucional de fortaleza que tiene el Uruguay– como las reglas microeconómicas de promoción de inversiones, y eso ha tenido buenos resultados. Seguramente ahora hay que adecuar esos parámetros de promoción, de repente cuando estamos prácticamente en pleno empleo no hay que premiar tanto algunas variables, como por ejemplo la cantidad de empleo, y premiar más la calidad del empleo, la incorporación tecnológica, las ganancias de productividad. Porque estamos en una situación diferente, no es lo mismo estar con 14, 15% de desempleo que estar en órdenes de 6%.
EC - ¿Eso se está conversando ahora en la transición? ¿Lo está hablando con su colega Danilo Astori, que ahora vuelve a tomar la posta?
MB - Obviamente tenemos una comunidad de visión en todo el equipo en ese terreno. La orientación está fuera de cuestión y esas preocupaciones son comunes. Ya hubo una adecuación de los parámetros de promoción de inversiones en el año 2012 y seguramente habrá que seguir atentos a si es necesario algún tipo de ajuste en ese terreno.
Eso está en el contexto de adecuar y estar siempre atentos a que las variables macroeconómicas estén en orden: la inflación, el manejo de las cuentas públicas…
***
EC - Los analistas coinciden en que, mirando hacia delante, en el frente interno hay dos o tres luces amarillas a manejar con cuidado. Hace pocos días, aquí en EN PERSPECTIVA, la economista Florencia Carriquiry, de Deloitte, ponía el énfasis en la inflación, el déficit fiscal y el déficit de cuenta corriente. Me gustaría ir viéndolos con usted.
En primer lugar, hablemos de inflación. En los últimos años ha estado sistemáticamente por encima del rango meta fijado por el Banco Central del Uruguay (BCU). Por ejemplo, en los últimos 12 meses fue de 8,05%. A esta altura, ¿es razonable mantener un objetivo de inflación de 5% como centro del rango meta?
MB - Sí; si no, sería desconocer el rol que tiene el rango meta en la definición de la orientación de la política y sobre todo en la política monetaria. Si uno, porque la inflación esté un poco más alta que el rango, sube el rango, pierde un poco de sentido el componente de compromiso que este implica.
EC - ¿Subir el rango implicaría darse por derrotado, una cosa así?
MB - Y además tener una perspectiva de qué política hacemos para el futuro. El hecho de sentir la tensión de que estamos un punto por encima del rango meta –tampoco tenemos una inflación descontrolada ni mucho menos–, que además tiene una explicación razonable: una economía casi en pleno empleo con algunas restricciones de oferta y con mucha demanda externa y doméstica es una constelación de factores que presionan los precios al alza. Por lo tanto tiene una explicación el hecho de que la inflación esté un punto por encima de lo que deseamos.
EC - Está un punto por encima del techo del rango.
MB - Sí; el rango es para cumplir como rango.
EC - De acuerdo, pero está tres puntos por encima del centro del rango.
MB - Nuestro objetivo es el rango. Reitero, sigue siendo un "desvío". En primer lugar, cuando estábamos en el BCU fuimos los primeros en plantear la inflación como una preocupación desde el punto de vista de la política económica, mientras que a veces los analistas ponían más el énfasis en los temas cambiarios. En ese sentido nosotros sí resistimos los archivos.
Desde el punto de vista de la visión sobre el tema inflación, insistimos en que llevamos más de una década con una inflación de un dígito, lo cual en un Uruguay que tuvo más de medio siglo inflaciones de dos y tres dígitos de manera ininterrumpida, no deja de ser un mal menor.
Además hay un tema de marco de estabilidad, porque la inflación es un problema cuando su nivel y su volatilidad afectan las decisiones económicas. En Uruguay una inflación en un rango de 5, 6, 7, 8% –obviamente, preferimos una inflación más baja– no afecta sustancialmente las decisiones económicas, como podría pasar en otras economías. Una inflación de 8% en Estados Unidos tiene un significado diferente del que tiene en Uruguay.
Pero hay que seguir trabajando para que la inflación converja al rango meta. La política monetaria en los últimos tiempos ha sido extremadamente contractiva –como debe ser–, la cantidad de dinero que se vuelca a la economía crece a una tasa baja. Y se trata de mantener la consistencia con el conjunto de las políticas macroeconómicas que siempre es el pilar, el sostén de la estabilidad.
EC - En ese sentido, hace poco tiempo existió la inquietud, la preocupación por la posibilidad de que la inflación llegara a los dos dígitos, fue todo un tema. Ahora ese riesgo, pensando en el año que viene, se ha disipado.
MB - Pero no hay que bajar los brazos, porque la inflación baja muy dificultosamente…
EC - Justamente, teniendo en cuenta eso, ¿qué utilidad tiene volver a aplicar el subsidio a la cuota mutual, una medida que tiene un costo fiscal relativamente importante? ¿Por qué se recurre a ella de nuevo?
MB - El costo fiscal de ese subsidio no es tan alto y sí tiene algún impacto en el terreno inflacionario. Porque queremos seguir convergiendo hacia tasas más bajas de inflación, y uno de los componentes, además de esta constelación que decía que dificulta el combate a la inflación –porque cuando la economía crece bastante, la oferta tiene restricciones y la demanda es muy alta, las presiones inflacionarias son evidentes, es un contexto de difícil combate a la inflación– es el que llamamos de las expectativas. Y la experiencia nos muestra que las expectativas de los formadores de precios tienen bastante que ver con las tasas que se ven de inflación, las tasas que efectivamente se van dando. Entonces afectar desde ese punto de vista las tasas de inflación corrientes tiene también un efecto en las expectativas y por lo tanto en la formación de precios en la inflación futura.
EC - Es una herramienta para que baje la inflación anual.
MB - Exacto. La anual y la futura. Porque se internaliza, por todos los mecanismos inerciales y de la formación de precios. Porque la inflación no es una variable que se determine en un escritorio, es el fruto de miles y miles de decisiones descentralizadas de los formadores de precios en el país.
EC - Hay quienes entienden que un instrumento como este, que tiene su costo, también impacta luego a la baja en los ajustes salariales y en especial en los del sector público, y que allí la cuenta da bien…
MB - En los nominales.
EC - … lo que se gasta con este subsidio en la cuota mutual es mucho menos que lo que se ahorra de aumento salarial.
MB - No, eso no es así. Es cierto que bajar la inflación implica ajustes nominales, no reales, un poco más bajos, pero en todo caso igual no compensa la cosa inmediata, en el año siguiente ni nada por el estilo. Sobre todo es una herramienta para incidir en las expectativas, por lo tanto no es una cuenta de almacenero con los números fiscales, sino que es más bien –creemos– una cuestión de buena administración, de buena política. Porque acá nadie toquetea números, se afecta el mercado, sí, pero pagando el costo de esa alteración y bajando efectivamente los precios. No es un toqueteo de números, estamos efectivamente bajando en este caso la cuota mutual como en otros casos se postergaron o retrasaron ajustes tarifarios que nos parecían excesivos y circunstanciales.
EC - Hablando de factores que inciden en la inflación y la política salarial, quiero recodar acá unas declaraciones que usted hizo hace algunos meses en cuanto a que había que repensar la forma de negociación de los salarios y su vinculación automática con la inflación. Eso despertó una tormenta, una polémica dentro del propio Frente Amplio.
MB - Ah, sí, un poquito exagerada.
EC - Concretamente, ¿qué es lo que piensa en esa materia?
MB - Efectivamente, hay una lógica: cuando los salarios cayeron y uno piensa en la recuperación salarial, uno va a mecanismos de ajustes automáticos a la inflación que procuran garantizar el aumento salarial real. Eso fue lo que se dio en estos años en las tres rondas de consejos de salarios que se dieron, en un contexto en que el salario tenía que crecer, tenía que recuperarse y seguir creciendo. La economía crecía, naturalmente los salarios tenían que crecer.
Lo que nos importa es que, en la medida en que la economía crezca, suban los salarios reales. Un aumento de salario real se puede dar en contextos de una inflación de 5, 10, 50 o 100%, pero es mucho más efectivo para los trabajadores si se da con una inflación baja que con una inflación alta, además de evitar cuestiones de espirales. Por lo tanto acá el punto es: la inflación siempre va a ser un componente que esté sobre la mesa a la hora de la negociación salarial, pero creemos que hay que repensar para evitar inercias que hagan que vayamos a un esquema de aumentos de salario real con inflaciones más altas. Es ver cómo contribuimos, con el formato o el mecanismo de negociación, a no generar inercias inflacionarias.
EC - Para usted ese es un asunto importante a los efectos del próximo período de gobierno.
MB - Tenemos tiempo para pensarlo, porque la próxima ronda de consejos de salarios viene dentro de dos años. Y tiene –lo dije también desde el primer momento– un requisito: para que empleadores y trabajadores negocien en esas condiciones hay que tener la inflación ordenada en el rango objetivo. Tenemos que hacer deberes para poder plantearnos esa discusión, y ese deber es que la inflación se estabilice en los rangos deseados. O sea, hay que bajar la inflación para poder discutir y negociar nuevas formas, nuevos mecanismos de ajustes salariales en los consejos de salarios que contribuyan a mantener la inflación bajo control.
EC - Por ejemplo, ha estado el debate a propósito de incorporar en esas negociaciones salariales indicadores de productividad, pero a nivel de ramas eso es complicado…
MB - Sin duda.
EC - … entonces, ¿debería avanzarse hacia un esquema que dejara más espacio a la negociación por empresas?
MB - El marco legal de la ley de negociación colectiva habilita eso en alguna medida, habilita los famosos desenganches. Creo que puede haber una negociación salarial general por rama y tener en todo caso a nivel de empresa márgenes para remuneraciones… Yo no incluiría elementos de productividad para los ajustes permanentes, primero, porque, obviamente, cuando la productividad sube todo el mundo está feliz, pero el día que baje, ¿qué va a pasar? No es fácil eso. Más bien hay que pensarlo en la lógica de medir objetivos en las empresas y remunerar por metas. Pero también para eso hay requisitos que tienen que ver con el tema de la información. Históricamente los trabajadores han reclamado que no siempre las empresas son transparentes a la hora de la negociación salarial con la información imprescindible para medir elementos de producción y productividad.
Por lo tanto hay varios procesos para madurar y todos tenemos deberes para hacer. Lo que está claro es que estamos en una etapa de maduración de la negociación salarial y demás, que creo que es muy saludable, que nos permite plantearnos sofisticar el tema, de manera tal de cumplir objetivos sí de incrementos salariales reales cuando la economía crece, también objetivos desde el punto de vista empresarial de cumplimientos de metas en eficiencia y productividad, y también de contribución a la estabilidad general de precios.
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EC - De la audiencia llegan preguntas también. Intercalo una:
"Consultalo por la deuda de los uruguayos con las financieras", el endeudamiento, que ha sido uno de los motores del aumento del consumo.
MB - Sí, pero no tanto. Cuando uno mira en primer lugar la relación general de crédito sobre producto, que es un indicador bien global, Uruguay tiene un indicador muy bajo, del orden del 25% del producto bruto interno (PBI) de lo que son los stocks de crédito. Ahí se incluyen los créditos bancarios y no bancarios, las financieras, las tarjetas. Lo que el BCU releva, que es todo el esquema financiero en ese terreno, es un indicador bajo.
A su vez, el crédito al consumo está en órdenes de 7% del producto, que es poquito más del 10% del total del consumo. Con crédito la gente está financiando algo más del 10% del total de su consumo; saludablemente los uruguayos están financiando el grueso del consumo con ahorros, con incrementos de sus ingresos. O sea que no vemos una situación a nivel macro, y a nivel grueso, una situación problemática.
Por supuesto, en este terreno las conductas individuales también juegan, las circunstancias de las familias también juegan y nunca está ausente alguna circunstancia problemática para alguna familia en particular. Pero desde el punto de vista global, del crédito en general y de la actitud ante el crédito al consumo y el financiamiento del consumo con crédito tanto de bancos como de financieras, como de tarjetas de crédito, no estamos viendo una situación problemática.
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EC - Pasemos a otro punto sensible: el déficit fiscal. Está en 3,2% del PBI. ¿Cuán manejable es este indicador para el próximo gobierno?
MB - Es totalmente manejable, porque hay una perspectiva de lo que los economistas llamamos de sustentabilidad fiscal, de sustentabilidad de las cuentas públicas. No da para entrar en mucho detalle de lo que son muchas convenciones contables que en el caso actual hacen que el déficit que se muestra sea un poco más inflado de lo que en la perspectiva tiene.
Los economistas analizamos la sustentabilidad de las cuentas públicas en su contracara, que son el financiamiento y la deuda neta. Y la deuda neta hoy por hoy tiene niveles de 23, 24% del producto, un nivel envidiable a nivel internacional. A la salida de la crisis teníamos una deuda neta sobre el producto del orden del 70% y hoy está en órdenes de 23%. Hubo una mejora sustancial, 47-48 puntos de reducción de la deuda neta sobre el producto, que hace que en la perspectiva las cuentas públicas presenten esa línea de sustentabilidad.
Sí es cierto que eso hay que cuidarlo. Y también que la adecuación en el terreno fiscal tiene que hacerse desde el punto de vista de la planificación presupuestal. La situación es absolutamente manejable…
EC - … pero…
MB - … pero siempre hay que mantener la prudencia fiscal.
EC - Por ejemplo, ¿cómo se compatibiliza un número como este con compromisos que el FA hizo en la campaña electoral de incremento de gasto como educación, Sistema Nacional de Cuidados?
MB - Hay situaciones un poco diferentes. Por un lado, hay una historia de estos 10 años en los que el FA tuvo la capacidad de reordenar la casa macroeconómica y a su vez cumplir con los compromisos en el terreno financiero y presupuestal, a tal punto que hoy el 75% del gasto total es gasto público social. Se ha enfatizado el presupuesto en la educación, en la salud, en la vivienda, en las políticas sociales focalizadas. Por lo tanto desde ese punto de vista el FA ha dado muestras de una vocación clara por el cumplimiento de los compromisos.
En el horizonte obviamente siempre hay demandas. Hay demandas crecientes, hay demandas nuevas que de alguna manera se derivan de la nueva situación económica y financiera de la población y del sector productivo. Hay demandas en el terreno de la infraestructura, hay demandas de continuar financiando con más volumen la educación. Se siguen incorporando colectivos al sistema de salud, que también implican un esfuerzo fiscal adicional. El sistema de cuidados…
Lo primero que hay que proteger en la próxima administración, como se ha planteado políticamente, es el Sistema Nacional de Cuidados, que tiene montos absolutamente manejables y que es el compromiso principal.
EC - Pero a esos efectos, ¿también hay que por otro lado recortar?
MB - No.
EC - Se lo pregunto porque parecería que ya se ha estado tomando alguna medida en esa dirección. Según publicó el diario El País el 24 de diciembre, el Ministerio de Economía le comunicó a UTE "la necesidad de promover la mayor racionalización y rebaja" de los gastos operativos y de las inversiones para el próximo año. Un planteo que figura en un informe técnico que fue considerado por el directorio de esa empresa.
¿Se le hizo efectivamente ese pedido a UTE?
MB - No, no, no. Primero, hay una orientación de incrementar eficiencia, eso tiene que ser un leitmotiv de todas las empresas públicas y todos los organismos públicos. Todo lo que se pueda ganar en eficiencia tiene que ser parte de una orientación de gestión sistemática.
Lo que sucedió con UTE no es exactamente eso que está planteado ahí. Estamos en el marco de las conversaciones con UTE y con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), que es su ministerio de referencia, del ajuste tarifario próximo. Y allí está planteada la necesidad de un incremento que va a tener muchos componentes. Algunos de ellos son de mejora de eficiencia y otros –en esto queremos ser transparentes– refieren a la necesidad de una mayor contribución de UTE al resultado fiscal, de transferencias en el terreno fiscal. En años anteriores ese aporte se había reducido porque se habían privilegiado las inversiones. Eso es lo que está hoy sobre la mesa y seguramente va a afectar el ajuste tarifario de UTE para el próximo mes, que, como siempre, va a estar por debajo de la inflación. Vamos a seguir en un proceso de reducción en términos reales de las tarifas de electricidad.
EC - ¿Un planteo similar se les hizo a otras empresas públicas? Se lo pregunto en particular pensando en Ancap, que perdió el año pasado 169 millones de dólares, lo cual ha generado toda una polémica política, económica.
MB - Sin duda. Por eso creo que hay que ser consistentes cuando se plantea eso, porque una parte de ese déficit se debe a que Ancap no ajustó el precio de los combustibles tomando como base los vaivenes del petróleo y del tipo de cambio durante un tiempo. Esa fue una decisión consciente de la política económica, que obviamente se iba a traducir en un déficit financiero del ente.
Ahora que el petróleo ha bajado estamos tratando de recomponer eso. Claro, los mismos que nos decían que era un problema no subir las tarifas por la situación financiera están diciendo que habría que haber bajado los combustibles de manera inmediata y en toda su dimensión. Se está procurando estabilizar.
EC - Lo que es cierto es que hoy Ancap está haciendo un colchón, está aprovechando los precios bajos del petróleo para, con las tarifas sin moverse, recuperar pérdidas.
MB - Está tratando de recuperar un poco. Porque la pérdida se hizo también por eso, por no aumentar tarifas en su momento. Es un tema más bien de lógica de estabilización.
Lo cual no quiere decir que no vaya a haber ajustes tarifarios en breve. Estamos también conversando con Ancap y el MIEM una reducción de las tarifas de combustible. Estamos sopesando todo un conjunto de factores en el terreno de los precios. Es verdad que bajó el petróleo, también es verdad que subió el dólar, pero también es verdad que hoy Ancap tiene algunos costos adicionales asociados a su red de distribución, que en su momento se transfirieron a las estaciones de servicio y demás, que no se habían considerado en las tarifas previas.
Va a haber reducción de tarifas de combustibles. Estamos definiendo el monto justo técnicamente con Ancap y el MIEM.
EC - Pensando en la transición, ¿hacia qué objetivo de resultado fiscal debería apuntar el próximo presupuesto?
MB - Nunca le pusimos número a un objetivo en el terreno fiscal. Nuestro objetivo es la sustentabilidad de las cuentas públicas y eso lo doy por descontado en la administración frenteamplista. Lo cual implica un desafío para la política económica y para la política de gobierno que uno puede centralizar en la discusión presupuestal del año que viene.
La discusión de la ley de presupuesto 2015 va a pautar la conducta fiscal de los próximos cinco años, como toda ley de presupuesto. Por lo tanto es cierto que tenemos una economía que está creciendo, que está creciendo menos que antes, que va a abrir espacio para avanzar por ejemplo en el sistema de cuidados, para avanzar también en fortalecer los presupuestos sobre todo de índole social y de infraestructura, quizás no al ritmo que todo el mundo desearía, como siempre lo hemos planteado. Por lo tanto hay que matizar estas demandas crecientes con un rango de posibilidades en un contexto de sustentabilidad intertemporal de las cuentas públicas.
Desde el punto de vista político la discusión presupuestal del año próximo marca un hito, marca un desafío para el gobierno y para el FA como fuerza política. Y no tengo la más mínima duda de que ese desafío va a ser sorteado políticamente con una visión de responsabilidad fiscal, de sustentabilidad de las cuentas públicas. Porque eso es lo que consolida y garantiza el crecimiento de la economía, la mejora de las condiciones sociales y la posibilidad de que el Uruguay siga avanzando en ese terreno.
EC - Pero no me dio un número. ¿No tiene un número en la cabeza, una referencia para el déficit fiscal?
MB - No; no no no. La referencia es mantener la deuda neta en niveles sustentables.
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EC - ¿En qué cargo se imagina en el próximo período de gobierno? ¿Vuelve al BCU, donde estaba y fue llamado cuando renunció el ministro Fernando Lorenzo?
MB - Hemos hablado con el contador Astori de esa posibilidad, que creo que es bastante firme.
EC - ¿El cargo de presidente del BCU le interesa para retomarlo? Sí.
MB - Es uno de los cargos centrales de la política económica, al cual además le tengo sumo cariño. Yo pertenezco a esa institución. En todo caso habrá que esperar las confirmaciones públicas necesarias. Obviamente es un horizonte de posibilidad y que de alguna manera sigue reafirmando la continuidad de un equipo económico que ha dado su orientación y su contribución en estos años.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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