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06.12.2001














Los anuncios en números



Las políticas del Banco Central del Uruguay

Exposición del presidente de la institución monetaria, César Rodríguez Batlle. Foro organizado por ACDE el jueves 6 de diciembre de 2001.

"Cumplo con darles la bienvenida y agradecer su presencia en esta reunión. Este último año ha sido particularmente intenso desde varios puntos de vista, y aunque todavía le queda casi un mes por transcurrir, de todos modos es una ocasión apropiada para analizar los acontecimientos en perspectiva, repasar nuestras principales líneas de trabajo y plantear el desarrollo futuro de nuestra política.

Dado que compartimos este panel con el Sr. Ministro de Economía y con el Sr. Director de la Oficina de Planeamiento de Presupuesto, trataré de no extenderme innecesariamente, concentrándome en los aspectos más específicamente bancocentralistas. Para ello, dividiré mi exposición en dos partes: en primer lugar, analizaré la política cambiaria, la cual si bien es coordinada con el Ministerio de Economía, su instrumentación es responsabilidad exclusiva de nuestra Institución. Asociado a este tema, discutiré algunos aspectos relacionados al nivel de dolarización de la economía y algunas iniciativas recientes al respecto. En segundo lugar, nos referiremos a la situación del sistema financiero y a algunas propuestas, en la materia, para el futuro inmediato.

La política cambiaria.

Como ustedes saben, para analizar la política cambiaria es necesario situarla en un contexto macroeconómico. Esto es vital para comprender lo que la política cambiaria puede hacer, pero también lo que no puede hacer. Uruguay es un país que en los últimos años sufrió un fuerte shock adverso en sus términos de intercambio, con su consecuente efecto negativo sobre el nivel de ingreso nacional. Eso es algo que la política cambiaria no puede corregir, por la misma razón que no puede corregir el nivel de precios internacionales de la carne, de la lana o del petróleo. En consecuencia, pretender utilizar el tipo de cambio para atacar estos problemas es un ejercicio poco útil. Por otra parte, también se ha dificultado el acceso a los mercados internacionales, pero la política comercial de nuestros socios, o los brotes de aftosa, son algo que normalmente también está más allá de nuestras decisiones soberanas. Por lo menos, en gran medida. A pesar de ello, resulta evidente que la política cambiaria que hemos venido desarrollando ha sido particularmente útil en dos sentidos. El primero, más de largo plazo, ha sido anclar la inflación a niveles bajos, compatibles con estándares internacionales y que respetan el compromiso asumido con la estabilidad. En una economía abierta y pequeña como la nuestra, el nivel de inflación doméstico tiende a converger a la inflación internacional, ajustada por la evolución del tipo de cambio.

El segundo objetivo, más de corto plazo, aunque no menos efectivo, ha sido permitir un fluido ajuste de nuestros precios en dólares y en consecuencia, un mayor ajuste de la competitividad de la economía. Ahora bien, reconocer un rol importante para la política cambiaria en el corto plazo, no significa que pensemos que un manejo activo del tipo de cambio nominal nos permita ganar competitividad per se. En el largo plazo, los determinantes fundamentales del tipo de cambio real, es decir, del nivel de competitividad de la economía con sus socios comerciales, pasan por otro lado: por los diferenciales de productividad, los términos de intercambio, los movimientos de capitales y los cambios en las políticas comerciales.

Como es sabido, durante el mes de junio tomamos la decisión de modificar la tasa de deslizamiento de la banda de flotación del tipo de cambio, pasando del 0.6% al 1.2% mensual, al tiempo que ampliamos el ancho de la banda del 3 al 6%. En ese momento, la economía uruguaya se encontraba en un fuerte contexto deflacionario, principalmente como consecuencia de la fuerte depreciación del Real, la que a su vez deterioró de forma importante nuestra capacidad de competencia con el principal socio comercial. La decisión del gobierno argentino de segmentar de hecho el mercado cambiario, utilizando un factor de empalme para la convertibilidad de modo de alterar el valor de la divisa en las operaciones comerciales, no hizo otra cosa que agravar esta situación.

La decisión de modificar los parámetros de la política cambiaria no fue fácil. Se tuvieron que ponderar muchos factores, entre ellos, los efectos que el aceleramiento del ritmo de devaluación podía provocar sobre el nivel de inflación doméstica y sobre las expectativas de los agentes económicos. No nos podemos olvidar del peso que tiene la larga tradición inflacionaria de Uruguay. También que el éxito del plan de estabilización se basó en una política creíble de descenso paulatino del ritmo devaluatorio a lo largo de toda la década pasada. Los anuncios cambiarios siempre habían sido a la baja y era la primera vez en más de una década que se decidía aumentar el ritmo de devaluación. Era por tanto válido preguntarse cómo iba a ser interpretada esta medida por parte del mercado.

A las naturales alteraciones que se producen en los mercados frente a cambios inesperados de la política económica, se agregó en este caso particular una mayor incertidumbre de los agentes, derivada del deterioro del escenario regional. Si bien la convertibilidad argentina no estaba cuestionada, lo cierto es que la implementación del factor de empalme despertó dudas sobre las subsiguientes medidas cambiarias que en un futuro pudiera tomar el gobierno argentino.

Analizando la situación en perspectiva, creo que todos hemos aprendido algunas lecciones. La primera de ellas, que este cambio fue exitoso en términos de alcanzar su doble objetivo de mejorar la competitividad, respetando nuestro compromiso con el mantenimiento de un nivel de inflación bajo. La segunda, es que luego de un corto y natural período de incertidumbre, donde la cotización de la divisa se mantuvo en el techo de la banda y el Banco Central vendió una limitada cantidad de dólares, los mercados asimilaron el cambio y retomaron su rutina habitual. Hoy en día no se registran signos de nerviosismo en el mercado cambiario ni en el mercado de dinero, a nivel del tipo de cambio o de las tasas de interés. Y esto, permítanme remarcarlo, se logró a pesar de un contexto regional muy desfavorable.

Este hecho es particularmente importante, porque de este modo hemos comprobado que podemos tener un adecuado nivel de flexibilidad del tipo de cambio sin cambiar las reglas de juego básicas del sistema. Los pilares de nuestra política cambiaria son la predictibilidad y la gradualidad, y en ese sentido ha sido anunciada para el año próximo.

Los resultados de esta política son evidentes. El impacto de la aceleración del ritmo de devaluación sobre la inflación ha sido muy reducido. El aumento del Indice de Precios al Consumo en los últimos 4 meses fue de sólo 1.2%, lo que equivale a una tasa anualizada de 3.6%. El año habrá de cerrar, probablemente, con una inflación en el entorno cercano al 3,5%, lo cual es un resultado más que satisfactorio.

Indudablemente, la fase recesiva por la que atraviesa nuestra economía ha contribuido a este proceso: ante una demanda doméstica deprimida, las empresas uruguayas, incluso las firmas importadoras, están siendo muy cuidadosas en sus políticas de fijación de precios y sus márgenes absorben parte del cambio en la nueva pauta. Por otra parte, la política de ajustes salariales y las políticas de tarifas públicas también han contribuido a mantener la inflación en niveles bajos. Todos estos factores, sin excepción, determinan directa o indirectamente el nivel de la competitividad externa del País.

A su vez, el aumento del ritmo devaluatorio, junto al ensanchamiento de la banda -que se ha traducido en un mayor nivel de flotación promedio durante este último período-, nos está permitiendo obtener ganancias significativas en materia de competitividad, que de otro modo se realizarían lenta y dolorosamente, vía deflacionaria.

Así, por ejemplo, si tomamos como punto de partida el mes de Enero de 1999, oportunidad del colapso del Real en Brasil, nuestra devaluación nominal acumulada hasta el mes de Noviembre pasado fue de aproximadamente 27%, mientras que la inflación acumulada en el mismo período fue de sólo 13%, permitiendo así una caída de nuestros precios en dólares de más de 11%.

Nuestra competitividad puede medirse a través de la comparación de los precios en dólares domésticos con los de nuestros socios comerciales. Como consecuencia de su drástico ajuste cambiario, nuestro índice de competitividad con Brasil se había deteriorado aproximadamente 35% entre Enero de 1999 y Octubre de este año. El ajuste de precios en dólares ocurrido en el período evitó que este deterioro en la competitividad bilateral fuera mayor aún. Pero si observamos el comportamiento con los otros socios comerciales en el mismo período, la política actual ha permitido en cambio incrementar nuestra competitividad con Argentina en aproximadamente 10% (sin tener en cuenta el cuestionado factor de empalme), en 25% con los Estados Unidos y en general, en aproximadamente 9% con todo el resto del mundo, fuera de la región. Esto es consistente con la política de diversificación y apertura, desincentivando una excesiva concentración en nuestro acceso a mercados regionales.

Dolarización, desdolarización y Unidad Indexada.

No obstante, debemos ser muy cuidadosos en la administración del ajuste de los precios relativos. No debemos perder de vista que el grado de dolarización de la economía uruguaya se encuentra entre los más elevados del mundo. Como es bien sabido, en economías dolarizadas las devaluaciones abruptas tienen un impacto muy grande sobre la actividad económica e importantes efectos adversos sobre todos aquellos sectores con ingresos en moneda local pero con obligaciones en moneda extranjera. Esto no sólo tiene un efecto directo sobre el nivel de gasto, sino también consecuencias sobre el sistema financiero.

El esfuerzo del Banco Central en materia de regulación del sistema financiero es continuo y nuestro énfasis ha sido y será en la solvencia y la preservación de la cadena de pagos. Pero este problema no debe atacarse simplemente desde un punto de vista regulatorio, sino también a nivel de sus raíces.

La dolarización, como seguramente ustedes no discrepan, se genera en parte como una respuesta a la inflación en un contexto de falta de alternativas de inversión. Pero también es cierto que en otras experiencias se crearon alternativas de indexación en moneda nacional que pudieron competir exitosamente con el dólar, aún en períodos de fuerte inestabilidad cambiaria. En el caso de Chile, la alternativa fue la Unidad de Fomento, una unidad indexada al costo de vida. Como en nuestro país no ofrecimos alternativas adecuadas, la única forma de disminuir la incertidumbre ligada al valor real de nuestros ahorros fue la dolarización. Pero más allá de los motivos que en su momento justificaron esta opción, lo que tratamos de generar ahora son alternativas financieras sin consecuencias en materia de fragilidad y exposición al riesgo cambiario.

Es por eso que, tal como lo anunciamos poco tiempo atrás, estamos trabajando en la introducción de la Unidad Indexada, una unidad de cuenta diaria reajustable de acuerdo con la evolución del Indice de Precios al Consumo, como forma de comenzar a recrear un mercado en moneda nacional que se transforme en una alternativa viable al dólar.

El Banco Central del Uruguay ya completó una propuesta de metodología de cálculo, la cual fue recientemente enviada al Ministerio de Economía y Finanzas junto con un proyecto de decreto orientado a su creación. Pero la creación de la Unidad Indexada es sólo el primer paso: luego deberán venir las emisiones de títulos públicos y privados en esta unidad de cuenta, así como el financiamiento de la vivienda y el ahorro previsional, para el cual esta unidad es la moneda natural. Noten que al día de hoy, los ahorros previsionales no tienen una correlación directa con el poder de compra, que justamente es lo que buscan preservar. La dolarización se convierte en una actividad especulativa, en la cual se puede ganar, pero también se puede perder poder de compra. Una vez más, el riesgo cambiario en escena, sólo que ahora visto a través de los activos que determinarán el nivel de vida de los futuros jubilados.

Indudablemente, la creación de la Unidad Indexada será un requisito indispensable en esta estrategia, porque hoy en día no es razonable pensar que pueda desarrollarse de por sí un mercado en pesos nominales a mediano y largo plazo.

Política de endeudamiento.

Para continuar, no quisiera pasar por alto un aspecto de nuestra gestión como agente financiero del Gobierno, y que se refiere a las condiciones de acceso a los mercados financieros y al modo en que somos evaluados por el resto del mundo. Como ustedes saben, nuestra estrategia de financiamiento se basa sobre dos pilares: la diversificación de las fuentes de financiamiento y la extensión del plazo promedio de la deuda. Evidentemente, a nadie le causa placer endeudarse. Pero la deuda no es sino la distribución intertemporal de la carga determinada por las necesidades de financiamiento. La aguda recesión de estos tres años y su impacto fiscal nos han obligado a incrementar la relación deuda/producto, trayectoria que se revertirá a partir del año subsiguiente una vez que el ajuste se haya completado. Es éste un compromiso asumido de disminuir la referida relación en el futuro atendiendo la natural preocupación que origina su trayectoria actual.

Pero adicionalmente, el aumento de la deuda bruta también ha respondido a una motivación diferente: la decisión de reforzar nuestra posición de reservas internacionales en una coyuntura tan incierta. Nuestra sólida posición financiera y la garantía que ella representa para el normal servicio del endeudamiento y como respaldo del sistema financiero ha sido claramente uno de nuestros rasgos más apreciados y distintivos. El stock de casi 3 mil millones de dólares, equivalente a un 15% del PIB, alcanzaba para cubrir 9 meses de importaciones, respaldaba casi 5 veces la base monetaria y era suficiente para asegurar el servicio de los próximos 18 meses del endeudamiento público.

Luego de dos años en niveles del 4% y con una cifra ligeramente inferior para este año, el nivel de déficit fiscal seguirá bajando hasta ser compatible con una relación deuda/producto decreciente, que es el objetivo. Mientras tanto, es nuestro deber obtener financiamiento en las mejores condiciones posibles. La importancia de este financiamiento y de sus condiciones son autoevidentes: basta echar una mirada por el vecindario en que vivimos. Pero este año hemos hecho emisiones en excelentes condiciones en Japón, en los Estados Unidos, en Europa, en Chile y en un muy receptivo mercado doméstico. No sólo hemos asegurado anticipadamente el financiamiento para este año, sino que también hemos suspendido la emisión de Letras de Tesorería a dos años durante este trimestre, habiendo amortizado aproximadamente el 15% de su stock en el correr del año. Esto no sólo nos permite mejorar el plazo promedio de la deuda, el cual se sitúa actualmente en seis años y medio, sino que también hace que, en este momento, los papeles más cortos que estamos emitiendo sean a un plazo de diez años. En la situación actual de la región, ustedes estarán de acuerdo conmigo que hemos logrado cultivar y preservar un acceso al financiamiento en condiciones muy favorables.

Adicionalmente, hemos adelantado financiamiento correspondiente al año próximo por un monto de 300 millones de dólares, a través de la emisión del Bono Global 2012, con un spread de 310 puntos básicos sobre los Bonos de la Tesorería de los Estados Unidos, en un contexto en el cual los mercados internacionales están directamente cerrados para muchos países de la región. En el mercado local, el spread promedio de la última emisión se situó en los 287 puntos básicos. Mientras tanto, como es usual, los papeles uruguayos se siguen comportando de forma más estable y con un nivel de riesgo sensiblemente más bajo que el promedio de los mercados emergentes, tal como se refleja en el EMBI de JPMorgan.

Con esto no sólo quiero transmitir tranquilidad en el sentido que desde ya nos encontramos asegurando financiamiento por adelantado, tanto a nivel del mercado como de organismos multilaterales, sino también señalar -como resultado de contactos permanentes- que tanto los inversores como los analistas internacionales se sienten cómodos con Uruguay y que nos han diferenciado positivamente de los problemas de la región. En particular, el propio FMI se refirió con elogiosos conceptos al manejo de la política económica del Uruguay en oportunidad de la reciente revisión del acuerdo stand by.

Finalmente y sobre este tema, desde el punto de vista metodológico, como ustedes ya lo han constatado en nuestra página web, hemos procedido también a desarrollar y publicar una nueva metodología de medición del endeudamiento público. Esta metodología, rigurosamente basada sobre estándares internacionales, es sumamente comprensiva y permite además una conciliación con las necesidades de financiamiento que le dan origen. Ello no sólo les transmitirá una mejor información sobre un aspecto muy sensible de las finanzas públicas, sino también la seguridad de que no existen otras obligaciones no computadas.

Prevención del lavado de activos financieros

Permítanme ahora concentrarme sobre el sistema financiero que como Uds. saben tiene al Banco Central del Uruguay como responsable de la supervisión y regulación.

Comencemos primero por un tema importante que ha estado particularmente presente en este año, enfatizando luego de los lamentables sucesos del 11 de Setiembre, y que está referido a la prevención de lavado de activos. Este tema es hoy muy sensible en el ámbito internacional y es nuestra responsabilidad dar respuestas claras a los compromisos asumidos por el País, preservando el prestigio de nuestra plaza financiera. Todos sabemos que parte de ese prestigio se sustenta sobre el principio de la confidencialidad, pero también sabemos que dicho principio debe estar articulado adecuadamente con la responsabilidad del País en cuanto al control de actividades ilícitas que, al amparo de aquélla, pretendan enraizar aquí sus operaciones financieras.

Recordemos, a este respecto, que a fines del año pasado se creó en la órbita del Banco Central la Unidad de Información y Análisis Financiero, quien es la encargada de instrumentar políticas y procedimientos para prevenir y detectar operaciones. En el correr de 2001 se completaron las reglamentaciones de los distintos sectores supervisados por el Banco, estableciéndose los requisitos específicos que deben cumplir los distintos tipos de entidades (Bancos, Casas de Cambios, Empresas de Seguros, Corredores de Bolsa, etc.). En particular, para las empresas de intermediación financiera exigimos la implementación de un Sistema Integral de Prevención que contempla, además de las políticas y procedimientos, el nombramiento de un Oficial de Cumplimiento, funcionario jerárquico que es responsable de la implantación, el seguimiento y el control del buen funcionamiento del sistema. Asimismo, dicho sistema es evaluado anualmente por los auditores externos de la institución. También se avanzó significativamente en la Base de Datos Centralizada de cierto tipo de transacciones de interés para el control del lavado de activos. En efecto, las empresas de intermediación financiera están informando sobre las transacciones de referencia a partir del 1º de Enero de 2001, y otros agentes como las Casas de Cambio y las administradoras de ahorro previo y de crédito están proporcionando información a partir del mes de Setiembre.

Permítanme enfatizar que esta metodología de trabajo pasó su prueba rigurosa a nivel internacional el pasado mes de Junio, momento en el cual nuestro país recibió el informe final del GAFI, aceptando que la plaza uruguaya cumplía con las normas y regulaciones apropiadas para el control y prevención del lavado de dinero.

Regulación del sistema financiero.

Permítanme ahora referirme a las actuaciones del Banco respecto al sector de intermediación financiera. No quisiera comenzar este capítulo sin una breve referencia a la reciente reprivatización del capital accionario del Banco La Caja Obrera. Ésta no es para comunicarles la novedad, porque ustedes ya están en conocimiento de la venta. Pero como esta decisión se enmarca en los compromisos asumidos el año anterior en este mismo foro, es la oportunidad de darlo de baja de la agenda y valorar la oportunidad en el camino de la consolidación del sistema financiero. Constituye la culminación de un largo proceso de 14 años de gestión por el Estado, que incluyó varios intentos anteriores para su venta y que hoy finaliza con éxito.

A su vez deseamos destacar el positivo manejo del proceso de reprivatización que nos ha tocado liderar, a lo largo del cual se mantuvo constantemente informada a la opinión pública sobre las distintas etapas que se iban cumpliendo, tanto a través de la prensa como de nuestro sitio web.

En el plano regulatorio, a pesar de enfrentar un año tan complicado como éste en materia económica, hemos tomado una serie de decisiones destinadas a perfeccionar la solvencia de nuestro sistema financiero que, a la vez, resultan en mayor flexibilidad normativa para enfrentar las dificultades a las que hacíamos referencia. En ese sentido se incluyeron nuevas garantías computables, a los efectos de la determinación de previsiones y se extendieron los plazos de cómputo de las garantías ya admitidas. Asimismo, se flexibilizaron las condiciones establecidas para la reestructuración de deudas, particularmente en el sector agropecuario. Sin embargo, la modificación más importante estuvo referida a la incorporación del régimen de previsiones estadísticas.

Éste tiene por objeto que los bancos previsionen pérdidas por incobrabilidad en función de los riesgos de largo plazo. De ese modo, las pérdidas del ejercicio se logran desvincular del ciclo económico, haciendo que los estados de resultados de los bancos sean más estables a lo largo del tiempo y promoviendo, simultáneamente, una mayor estabilidad en la oferta de crédito al sector privado. De ahí que se acostumbre denominar a este tipo de normas como anticíclicas, pues, de alguna manera, contribuyen a atemperar el natural comportamiento procíclico del crédito. En este plano, como ya lo hemos señalado en alguna oportunidad, nos encontramos en la vanguardia internacional, ya que no muchos países han comenzado a incorporar aún este esquema regulatorio.

Simultáneamente, el Banco Central ha perseverado en normas de prudencia dentro del sistema mediante una mayor información sobre la gestión de los propios bancos, en el convencimiento de que un mercado con mayor información toma mejores decisiones. En este sentido, se creó un Registro de Auditores Externos Habilitados para la emisión de informes que requiere la autoridad monetaria a sus regulados, estableciendo distintas normas y requisitos relativos a la actuación del Auditor y al valor de sus informes.

La otra modificación digna de señalar es la referida a la obligatoriedad de calificación de riesgo para bancos y cooperativas de intermediación financiera. En esta materia, también dentro de la misma filosofía, la obligatoriedad de calificación se hace siguiendo estándares internacionales y por entidades de reconocido prestigio mundial. Este requisito nos parece natural: si queremos tener una plaza financiera con una proyección más que regional, debemos apuntar sin lugar a dudas a este tipo de estándares rigurosos. Para ello, está previsto que la primera calificación deba estar emitida antes del 31 de Marzo de 2002.

También estamos considerando la posibilidad de incluir normas especiales para que los bancos internalicen adecuadamente los costos y riesgos de prestar en dólares a determinados segmentos del mercado que tienen su suerte asociada a la coyuntura doméstica. Como todos sabemos, el alto grado de dolarización de nuestro sistema financiero incorpora al riesgo crediticio un cierto nivel de riesgo cambiario implícito que es necesario gerenciar de un modo adecuado. En su reciente visita, el Prof. Joseph Stiglitz, comentaba que desde su punto de vista la dolarización excesiva debe ser combatida, entre otros medios, a través de normas prudenciales como las que estamos estudiando.

Para completar el marco institucional del sistema financiero, continuamos estudiando con la misma fuerza y el mismo compromiso, la forma jurídica apropiada para poder pasar a un modelo de supervisión financiera sobre una base consolidada, y sobre esta base poder avanzar en acuerdos de cooperación a nivel internacional. Evidentemente, en un mundo en el cual las empresas financieras trabajan internacionalmente y con una lógica de conglomerado, no existe otra aproximación posible a la supervisión que garantice una correcta evaluación y gestión de los riesgos asumidos por las instituciones.

Finalmente, no quisiera terminar este capítulo sin agregar una reflexión sobre el comportamiento reciente de las tasas de interés. Es claro que las tasas de interés integran de modo fundamental el costo financiero de gestión de la empresa, y en consecuencia son parte del costo país. Una baja en estos costos equivale a un aumento en nuestra productividad. Las tasas de interés han estado bajando sensiblemente en el mundo, pero esa baja sólo se reflejó parcialmente en el mercado doméstico. Particularmente han mostrado descensos significativos las tasas de prefinanciación de exportaciones y las vinculadas a los créditos de clientes de primera línea. Pero en otros casos, la evolución desfavorable hace que nuestro costo financiero se encarezca, comparado al resto del mundo en el área dólar. Especialmente en lo que hace al financiamiento en dólares para préstamos y descuento de documentos.

Ustedes son conscientes de que en nuestra gestión hemos buscado contribuir a disminuir estos costos, de modo de alinearlos con los niveles internacionales. También hemos tenido iniciativas en este sentido en las tasas de préstamos al consumo. Y recientemente estamos planteando ajustar la normativa vigente para que los niveles de las tasas máximas de interés de los administradores y tarjetas de créditos y otros operadores financieros se rijan por las disposiciones relativas a las instituciones bancarias. No nos sentimos conformes con los resultados obtenidos ni, en particular, con la evolución reciente de las tasas de interés. En consecuencia, desearía enfatizar que buscaremos la forma y los instrumentos disponibles, de modo de lograr que el mercado financiero doméstico termine de internalizar estas condiciones favorables y ofrezca tasas de interés internacionalmente competitivas.

El Mercado de Valores.

Déjenme cambiar ahora el foco de atención hacia el mercado de valores. Todos sabemos que uno de los sectores de nuestro sistema financiero que tiene mayores perspectivas potenciales de desarrollo es el del mercado de capitales. De hecho, sólo la creciente participación de los Fondos de Ahorro Previsional, ya con unos 600.000 afiliados y más de US$ 1.000 millones bajo administración, están realizando una contribución decisiva en este sentido. Pero el Banco Central está empeñado en fomentar aún más ese desarrollo dentro de su ámbito legal. Los caminos a seguir vienen por el lado de mejorar la estructura institucional que hace al funcionamiento del mercado en sí, mientras que, simultáneamente, se están preparando distintos proyectos de iniciativas legales con el objeto de sustentar jurídicamente actividades que hoy no existen.

En cuanto al fortalecimiento del marco institucional, se inscribe la creación de una Caja de Valores única para el mercado, que cumpla las funciones de compensación, liquidación, custodia y registro de valores. Hemos obtenido dos propuestas que están siendo objeto de análisis, una presentada por la Bolsa de Valores de Montevideo y otra por la Bolsa Electrónica de Valores del Uruguay S.A., al tiempo que estamos invitando a trabajar en conjunto para alcanzar un esquema único.

En materia de desarrollo de mercado se está trabajando en varios proyectos. Uno de ellos está referido a un anteproyecto de Ley sobre Fideicomisos, una modalidad de negocio que ha tenido un significativo desarrollo a nivel internacional, recogiendo y adaptando el instituto del trust propio del derecho anglosajón. Este instrumento resulta particularmente apto para la administración de portafolios, canalización de inversiones públicas y privadas, procesos de concesión de obras y servicios, etc. Este proyecto junto con otros, los venimos discutiendo con el Ministerio de Economía y Finanzas, y tenemos la convicción de que será un buen vehículo para la canalización de inversiones.

También los warrants y los certificados de depósito representan otro de los valiosos aportes que el mercado de capitales puede hacer a las transacciones comerciales. Éstos implican la incorporación de un derecho sobre mercaderías y productos del comercio a un documento y su circulación en el mercado. Facilitan el acceso al crédito financiero otorgando mayor confiabilidad en la garantía prendaria sobre bienes muebles, permitiendo la fácil transmisión de la mercadería y de los derechos reales de garantía que sobre la misma se constituyen.

En nuestra visión, el desarrollo del mercado de valores requiere de una fuerte cooperación entre el sector público y el sector privado. Por tal razón, hemos considerado necesario superar los problemas que se identifican en el mismo a través de un amplio acuerdo con los principales actores, transitando el camino sobre la idea de algo similar a una Comisión de Valores, dentro de las posibilidades normativas de acción del Banco Central. Estos acuerdos deben formarse sobre la base de una agenda que incluya no sólo los temas que hemos enumerado, y muchos otros, sino también la organización bajo una única entidad de todas las actividades del mercado, separando los derechos de propiedad de los derechos de operación, e identificando y reglamentando el papel de los diferentes tipos de intermediarios de valores.

Como ustedes ven, la agenda es amplia. En esta exposición he procurado situar las distintas acciones y responsabilidades de la Institución, en el contexto económico-financiero del año 2001, pero principalmente, he tratado de transmitirles la orientación que inspira nuestra política. Como a esta altura ya puede resultar evidente, las claves para entenderla son la prudencia, la predictibilidad y la búsqueda de la eficiencia, todo ello con una clara orientación hacia el mercado".

Fotos: Robert Mareco

Principal del especial
Conferencia de Ariel Davieux
Conferencia de Alberto Bensión
Preguntas y respuestas

 

 





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