Las
políticas del Banco Central del Uruguay
Exposición
del presidente de la institución monetaria, César
Rodríguez Batlle. Foro organizado por ACDE el jueves 6 de
diciembre de 2001.
"Cumplo
con darles la bienvenida y agradecer su presencia en esta reunión.
Este último año ha sido particularmente intenso desde
varios puntos de vista, y aunque todavía le queda casi un
mes por transcurrir, de todos modos es una ocasión apropiada
para analizar los acontecimientos en perspectiva, repasar nuestras
principales líneas de trabajo y plantear el desarrollo futuro
de nuestra política.
Dado que compartimos
este panel con el Sr. Ministro de Economía y con el Sr. Director
de la Oficina de Planeamiento de Presupuesto, trataré de
no extenderme innecesariamente, concentrándome en los aspectos
más específicamente bancocentralistas. Para ello,
dividiré mi exposición en dos partes: en primer lugar,
analizaré la política cambiaria, la cual si bien es
coordinada con el Ministerio de Economía, su instrumentación
es responsabilidad exclusiva de nuestra Institución. Asociado
a este tema, discutiré algunos aspectos relacionados al nivel
de dolarización de la economía y algunas iniciativas
recientes al respecto. En segundo lugar, nos referiremos a la situación
del sistema financiero y a algunas propuestas, en la materia, para
el futuro inmediato.
La política
cambiaria.
Como ustedes
saben, para analizar la política cambiaria es necesario situarla
en un contexto macroeconómico. Esto es vital para comprender
lo que la política cambiaria puede hacer, pero también
lo que no puede hacer. Uruguay es un país que en los últimos
años sufrió un fuerte shock adverso en sus términos
de intercambio, con su consecuente efecto negativo sobre el nivel
de ingreso nacional. Eso es algo que la política cambiaria
no puede corregir, por la misma razón que no puede corregir
el nivel de precios internacionales de la carne, de la lana o del
petróleo. En consecuencia, pretender utilizar el tipo de
cambio para atacar estos problemas es un ejercicio poco útil.
Por otra parte, también se ha dificultado el acceso a los
mercados internacionales, pero la política comercial de nuestros
socios, o los brotes de aftosa, son algo que normalmente también
está más allá de nuestras decisiones soberanas.
Por lo menos, en gran medida. A pesar de ello, resulta evidente
que la política cambiaria que hemos venido desarrollando
ha sido particularmente útil en dos sentidos. El primero,
más de largo plazo, ha sido anclar la inflación a
niveles bajos, compatibles con estándares internacionales
y que respetan el compromiso asumido con la estabilidad. En una
economía abierta y pequeña como la nuestra, el nivel
de inflación doméstico tiende a converger a la inflación
internacional, ajustada por la evolución del tipo de cambio.
El segundo objetivo,
más de corto plazo, aunque no menos efectivo, ha sido permitir
un fluido ajuste de nuestros precios en dólares y en consecuencia,
un mayor ajuste de la competitividad de la economía. Ahora
bien, reconocer un rol importante para la política cambiaria
en el corto plazo, no significa que pensemos que un manejo activo
del tipo de cambio nominal nos permita ganar competitividad per
se. En el largo plazo, los determinantes fundamentales del tipo
de cambio real, es decir, del nivel de competitividad de la economía
con sus socios comerciales, pasan por otro lado: por los diferenciales
de productividad, los términos de intercambio, los movimientos
de capitales y los cambios en las políticas comerciales.
Como es sabido,
durante el mes de junio tomamos la decisión de modificar
la tasa de deslizamiento de la banda de flotación del tipo
de cambio, pasando del 0.6% al 1.2% mensual, al tiempo que ampliamos
el ancho de la banda del 3 al 6%. En ese momento, la economía
uruguaya se encontraba en un fuerte contexto deflacionario, principalmente
como consecuencia de la fuerte depreciación del Real, la
que a su vez deterioró de forma importante nuestra capacidad
de competencia con el principal socio comercial. La decisión
del gobierno argentino de segmentar de hecho el mercado cambiario,
utilizando un factor de empalme para la convertibilidad de modo
de alterar el valor de la divisa en las operaciones comerciales,
no hizo otra cosa que agravar esta situación.
La decisión
de modificar los parámetros de la política cambiaria
no fue fácil. Se tuvieron que ponderar muchos factores, entre
ellos, los efectos que el aceleramiento del ritmo de devaluación
podía provocar sobre el nivel de inflación doméstica
y sobre las expectativas de los agentes económicos. No nos
podemos olvidar del peso que tiene la larga tradición inflacionaria
de Uruguay. También que el éxito del plan de estabilización
se basó en una política creíble de descenso
paulatino del ritmo devaluatorio a lo largo de toda la década
pasada. Los anuncios cambiarios siempre habían sido a la
baja y era la primera vez en más de una década que
se decidía aumentar el ritmo de devaluación. Era por
tanto válido preguntarse cómo iba a ser interpretada
esta medida por parte del mercado.
A las naturales
alteraciones que se producen en los mercados frente a cambios inesperados
de la política económica, se agregó en este
caso particular una mayor incertidumbre de los agentes, derivada
del deterioro del escenario regional. Si bien la convertibilidad
argentina no estaba cuestionada, lo cierto es que la implementación
del factor de empalme despertó dudas sobre las subsiguientes
medidas cambiarias que en un futuro pudiera tomar el gobierno argentino.
Analizando la
situación en perspectiva, creo que todos hemos aprendido
algunas lecciones. La primera de ellas, que este cambio fue exitoso
en términos de alcanzar su doble objetivo de mejorar la competitividad,
respetando nuestro compromiso con el mantenimiento de un nivel de
inflación bajo. La segunda, es que luego de un corto y natural
período de incertidumbre, donde la cotización de la
divisa se mantuvo en el techo de la banda y el Banco Central vendió
una limitada cantidad de dólares, los mercados asimilaron
el cambio y retomaron su rutina habitual. Hoy en día no se
registran signos de nerviosismo en el mercado cambiario ni en el
mercado de dinero, a nivel del tipo de cambio o de las tasas de
interés. Y esto, permítanme remarcarlo, se logró
a pesar de un contexto regional muy desfavorable.
Este hecho es
particularmente importante, porque de este modo hemos comprobado
que podemos tener un adecuado nivel de flexibilidad del tipo de
cambio sin cambiar las reglas de juego básicas del sistema.
Los pilares de nuestra política cambiaria son la predictibilidad
y la gradualidad, y en ese sentido ha sido anunciada para el año
próximo.
Los resultados
de esta política son evidentes. El impacto de la aceleración
del ritmo de devaluación sobre la inflación ha sido
muy reducido. El aumento del Indice de Precios al Consumo en los
últimos 4 meses fue de sólo 1.2%, lo que equivale
a una tasa anualizada de 3.6%. El año habrá de cerrar,
probablemente, con una inflación en el entorno cercano al
3,5%, lo cual es un resultado más que satisfactorio.
Indudablemente,
la fase recesiva por la que atraviesa nuestra economía ha
contribuido a este proceso: ante una demanda doméstica deprimida,
las empresas uruguayas, incluso las firmas importadoras, están
siendo muy cuidadosas en sus políticas de fijación
de precios y sus márgenes absorben parte del cambio en la
nueva pauta. Por otra parte, la política de ajustes salariales
y las políticas de tarifas públicas también
han contribuido a mantener la inflación en niveles bajos.
Todos estos factores, sin excepción, determinan directa o
indirectamente el nivel de la competitividad externa del País.
A su vez, el
aumento del ritmo devaluatorio, junto al ensanchamiento de la banda
-que se ha traducido en un mayor nivel de flotación promedio
durante este último período-, nos está permitiendo
obtener ganancias significativas en materia de competitividad, que
de otro modo se realizarían lenta y dolorosamente, vía
deflacionaria.
Así,
por ejemplo, si tomamos como punto de partida el mes de Enero de
1999, oportunidad del colapso del Real en Brasil, nuestra devaluación
nominal acumulada hasta el mes de Noviembre pasado fue de aproximadamente
27%, mientras que la inflación acumulada en el mismo período
fue de sólo 13%, permitiendo así una caída
de nuestros precios en dólares de más de 11%.
Nuestra competitividad
puede medirse a través de la comparación de los precios
en dólares domésticos con los de nuestros socios comerciales.
Como consecuencia de su drástico ajuste cambiario, nuestro
índice de competitividad con Brasil se había deteriorado
aproximadamente 35% entre Enero de 1999 y Octubre de este año.
El ajuste de precios en dólares ocurrido en el período
evitó que este deterioro en la competitividad bilateral fuera
mayor aún. Pero si observamos el comportamiento con los otros
socios comerciales en el mismo período, la política
actual ha permitido en cambio incrementar nuestra competitividad
con Argentina en aproximadamente 10% (sin tener en cuenta el cuestionado
factor de empalme), en 25% con los Estados Unidos y en general,
en aproximadamente 9% con todo el resto del mundo, fuera de la región.
Esto es consistente con la política de diversificación
y apertura, desincentivando una excesiva concentración en
nuestro acceso a mercados regionales.
Dolarización,
desdolarización y Unidad Indexada.
No obstante,
debemos ser muy cuidadosos en la administración del ajuste
de los precios relativos. No debemos perder de vista que el grado
de dolarización de la economía uruguaya se encuentra
entre los más elevados del mundo. Como es bien sabido, en
economías dolarizadas las devaluaciones abruptas tienen un
impacto muy grande sobre la actividad económica e importantes
efectos adversos sobre todos aquellos sectores con ingresos en moneda
local pero con obligaciones en moneda extranjera. Esto no sólo
tiene un efecto directo sobre el nivel de gasto, sino también
consecuencias sobre el sistema financiero.
El esfuerzo
del Banco Central en materia de regulación del sistema financiero
es continuo y nuestro énfasis ha sido y será en la
solvencia y la preservación de la cadena de pagos. Pero este
problema no debe atacarse simplemente desde un punto de vista regulatorio,
sino también a nivel de sus raíces.
La dolarización,
como seguramente ustedes no discrepan, se genera en parte como una
respuesta a la inflación en un contexto de falta de alternativas
de inversión. Pero también es cierto que en otras
experiencias se crearon alternativas de indexación en moneda
nacional que pudieron competir exitosamente con el dólar,
aún en períodos de fuerte inestabilidad cambiaria.
En el caso de Chile, la alternativa fue la Unidad de Fomento, una
unidad indexada al costo de vida. Como en nuestro país no
ofrecimos alternativas adecuadas, la única forma de disminuir
la incertidumbre ligada al valor real de nuestros ahorros fue la
dolarización. Pero más allá de los motivos
que en su momento justificaron esta opción, lo que tratamos
de generar ahora son alternativas financieras sin consecuencias
en materia de fragilidad y exposición al riesgo cambiario.
Es por eso que, tal como lo anunciamos poco tiempo atrás,
estamos trabajando en la introducción de la Unidad Indexada,
una unidad de cuenta diaria reajustable de acuerdo con la evolución
del Indice de Precios al Consumo, como forma de comenzar a recrear
un mercado en moneda nacional que se transforme en una alternativa
viable al dólar.
El Banco Central
del Uruguay ya completó una propuesta de metodología
de cálculo, la cual fue recientemente enviada al Ministerio
de Economía y Finanzas junto con un proyecto de decreto orientado
a su creación. Pero la creación de la Unidad Indexada
es sólo el primer paso: luego deberán venir las emisiones
de títulos públicos y privados en esta unidad de cuenta,
así como el financiamiento de la vivienda y el ahorro previsional,
para el cual esta unidad es la moneda natural. Noten que al día
de hoy, los ahorros previsionales no tienen una correlación
directa con el poder de compra, que justamente es lo que buscan
preservar. La dolarización se convierte en una actividad
especulativa, en la cual se puede ganar, pero también se
puede perder poder de compra. Una vez más, el riesgo cambiario
en escena, sólo que ahora visto a través de los activos
que determinarán el nivel de vida de los futuros jubilados.
Indudablemente,
la creación de la Unidad Indexada será un requisito
indispensable en esta estrategia, porque hoy en día no es
razonable pensar que pueda desarrollarse de por sí un mercado
en pesos nominales a mediano y largo plazo.
Política
de endeudamiento.
Para continuar,
no quisiera pasar por alto un aspecto de nuestra gestión
como agente financiero del Gobierno, y que se refiere a las condiciones
de acceso a los mercados financieros y al modo en que somos evaluados
por el resto del mundo. Como ustedes saben, nuestra estrategia de
financiamiento se basa sobre dos pilares: la diversificación
de las fuentes de financiamiento y la extensión del plazo
promedio de la deuda. Evidentemente, a nadie le causa placer endeudarse.
Pero la deuda no es sino la distribución intertemporal de
la carga determinada por las necesidades de financiamiento. La aguda
recesión de estos tres años y su impacto fiscal nos
han obligado a incrementar la relación deuda/producto, trayectoria
que se revertirá a partir del año subsiguiente una
vez que el ajuste se haya completado. Es éste un compromiso
asumido de disminuir la referida relación en el futuro atendiendo
la natural preocupación que origina su trayectoria actual.
Pero adicionalmente,
el aumento de la deuda bruta también ha respondido a una
motivación diferente: la decisión de reforzar nuestra
posición de reservas internacionales en una coyuntura tan
incierta. Nuestra sólida posición financiera y la
garantía que ella representa para el normal servicio del
endeudamiento y como respaldo del sistema financiero ha sido claramente
uno de nuestros rasgos más apreciados y distintivos. El stock
de casi 3 mil millones de dólares, equivalente a un 15% del
PIB, alcanzaba para cubrir 9 meses de importaciones, respaldaba
casi 5 veces la base monetaria y era suficiente para asegurar el
servicio de los próximos 18 meses del endeudamiento público.
Luego de dos
años en niveles del 4% y con una cifra ligeramente inferior
para este año, el nivel de déficit fiscal seguirá
bajando hasta ser compatible con una relación deuda/producto
decreciente, que es el objetivo. Mientras tanto, es nuestro deber
obtener financiamiento en las mejores condiciones posibles. La importancia
de este financiamiento y de sus condiciones son autoevidentes: basta
echar una mirada por el vecindario en que vivimos. Pero este año
hemos hecho emisiones en excelentes condiciones en Japón,
en los Estados Unidos, en Europa, en Chile y en un muy receptivo
mercado doméstico. No sólo hemos asegurado anticipadamente
el financiamiento para este año, sino que también
hemos suspendido la emisión de Letras de Tesorería
a dos años durante este trimestre, habiendo amortizado aproximadamente
el 15% de su stock en el correr del año. Esto no sólo
nos permite mejorar el plazo promedio de la deuda, el cual se sitúa
actualmente en seis años y medio, sino que también
hace que, en este momento, los papeles más cortos que estamos
emitiendo sean a un plazo de diez años. En la situación
actual de la región, ustedes estarán de acuerdo conmigo
que hemos logrado cultivar y preservar un acceso al financiamiento
en condiciones muy favorables.
Adicionalmente,
hemos adelantado financiamiento correspondiente al año próximo
por un monto de 300 millones de dólares, a través
de la emisión del Bono Global 2012, con un spread de 310
puntos básicos sobre los Bonos de la Tesorería de
los Estados Unidos, en un contexto en el cual los mercados internacionales
están directamente cerrados para muchos países de
la región. En el mercado local, el spread promedio de la
última emisión se situó en los 287 puntos básicos.
Mientras tanto, como es usual, los papeles uruguayos se siguen comportando
de forma más estable y con un nivel de riesgo sensiblemente
más bajo que el promedio de los mercados emergentes, tal
como se refleja en el EMBI de JPMorgan.
Con esto no
sólo quiero transmitir tranquilidad en el sentido que desde
ya nos encontramos asegurando financiamiento por adelantado, tanto
a nivel del mercado como de organismos multilaterales, sino también
señalar -como resultado de contactos permanentes- que tanto
los inversores como los analistas internacionales se sienten cómodos
con Uruguay y que nos han diferenciado positivamente de los problemas
de la región. En particular, el propio FMI se refirió
con elogiosos conceptos al manejo de la política económica
del Uruguay en oportunidad de la reciente revisión del acuerdo
stand by.
Finalmente y
sobre este tema, desde el punto de vista metodológico, como
ustedes ya lo han constatado en nuestra página web, hemos
procedido también a desarrollar y publicar una nueva metodología
de medición del endeudamiento público. Esta metodología,
rigurosamente basada sobre estándares internacionales, es
sumamente comprensiva y permite además una conciliación
con las necesidades de financiamiento que le dan origen. Ello no
sólo les transmitirá una mejor información
sobre un aspecto muy sensible de las finanzas públicas, sino
también la seguridad de que no existen otras obligaciones
no computadas.
Prevención
del lavado de activos financieros
Permítanme
ahora concentrarme sobre el sistema financiero que como Uds. saben
tiene al Banco Central del Uruguay como responsable de la supervisión
y regulación.
Comencemos primero
por un tema importante que ha estado particularmente presente en
este año, enfatizando luego de los lamentables sucesos del
11 de Setiembre, y que está referido a la prevención
de lavado de activos. Este tema es hoy muy sensible en el ámbito
internacional y es nuestra responsabilidad dar respuestas claras
a los compromisos asumidos por el País, preservando el prestigio
de nuestra plaza financiera. Todos sabemos que parte de ese prestigio
se sustenta sobre el principio de la confidencialidad, pero también
sabemos que dicho principio debe estar articulado adecuadamente
con la responsabilidad del País en cuanto al control de actividades
ilícitas que, al amparo de aquélla, pretendan enraizar
aquí sus operaciones financieras.
Recordemos,
a este respecto, que a fines del año pasado se creó
en la órbita del Banco Central la Unidad de Información
y Análisis Financiero, quien es la encargada de instrumentar
políticas y procedimientos para prevenir y detectar operaciones.
En el correr de 2001 se completaron las reglamentaciones de los
distintos sectores supervisados por el Banco, estableciéndose
los requisitos específicos que deben cumplir los distintos
tipos de entidades (Bancos, Casas de Cambios, Empresas de Seguros,
Corredores de Bolsa, etc.). En particular, para las empresas de
intermediación financiera exigimos la implementación
de un Sistema Integral de Prevención que contempla, además
de las políticas y procedimientos, el nombramiento de un
Oficial de Cumplimiento, funcionario jerárquico que es responsable
de la implantación, el seguimiento y el control del buen
funcionamiento del sistema. Asimismo, dicho sistema es evaluado
anualmente por los auditores externos de la institución.
También se avanzó significativamente en la Base de
Datos Centralizada de cierto tipo de transacciones de interés
para el control del lavado de activos. En efecto, las empresas de
intermediación financiera están informando sobre las
transacciones de referencia a partir del 1º de Enero de 2001,
y otros agentes como las Casas de Cambio y las administradoras de
ahorro previo y de crédito están proporcionando información
a partir del mes de Setiembre.
Permítanme
enfatizar que esta metodología de trabajo pasó su
prueba rigurosa a nivel internacional el pasado mes de Junio, momento
en el cual nuestro país recibió el informe final del
GAFI, aceptando que la plaza uruguaya cumplía con las normas
y regulaciones apropiadas para el control y prevención del
lavado de dinero.
Regulación
del sistema financiero.
Permítanme
ahora referirme a las actuaciones del Banco respecto al sector de
intermediación financiera. No quisiera comenzar este capítulo
sin una breve referencia a la reciente reprivatización del
capital accionario del Banco La Caja Obrera. Ésta no es para
comunicarles la novedad, porque ustedes ya están en conocimiento
de la venta. Pero como esta decisión se enmarca en los compromisos
asumidos el año anterior en este mismo foro, es la oportunidad
de darlo de baja de la agenda y valorar la oportunidad en el camino
de la consolidación del sistema financiero. Constituye la
culminación de un largo proceso de 14 años de gestión
por el Estado, que incluyó varios intentos anteriores para
su venta y que hoy finaliza con éxito.
A su vez deseamos
destacar el positivo manejo del proceso de reprivatización
que nos ha tocado liderar, a lo largo del cual se mantuvo constantemente
informada a la opinión pública sobre las distintas
etapas que se iban cumpliendo, tanto a través de la prensa
como de nuestro sitio web.
En el plano
regulatorio, a pesar de enfrentar un año tan complicado como
éste en materia económica, hemos tomado una serie
de decisiones destinadas a perfeccionar la solvencia de nuestro
sistema financiero que, a la vez, resultan en mayor flexibilidad
normativa para enfrentar las dificultades a las que hacíamos
referencia. En ese sentido se incluyeron nuevas garantías
computables, a los efectos de la determinación de previsiones
y se extendieron los plazos de cómputo de las garantías
ya admitidas. Asimismo, se flexibilizaron las condiciones establecidas
para la reestructuración de deudas, particularmente en el
sector agropecuario. Sin embargo, la modificación más
importante estuvo referida a la incorporación del régimen
de previsiones estadísticas.
Éste
tiene por objeto que los bancos previsionen pérdidas por
incobrabilidad en función de los riesgos de largo plazo.
De ese modo, las pérdidas del ejercicio se logran desvincular
del ciclo económico, haciendo que los estados de resultados
de los bancos sean más estables a lo largo del tiempo y promoviendo,
simultáneamente, una mayor estabilidad en la oferta de crédito
al sector privado. De ahí que se acostumbre denominar a este
tipo de normas como anticíclicas, pues, de alguna manera,
contribuyen a atemperar el natural comportamiento procíclico
del crédito. En este plano, como ya lo hemos señalado
en alguna oportunidad, nos encontramos en la vanguardia internacional,
ya que no muchos países han comenzado a incorporar aún
este esquema regulatorio.
Simultáneamente,
el Banco Central ha perseverado en normas de prudencia dentro del
sistema mediante una mayor información sobre la gestión
de los propios bancos, en el convencimiento de que un mercado con
mayor información toma mejores decisiones. En este sentido,
se creó un Registro de Auditores Externos Habilitados para
la emisión de informes que requiere la autoridad monetaria
a sus regulados, estableciendo distintas normas y requisitos relativos
a la actuación del Auditor y al valor de sus informes.
La otra modificación
digna de señalar es la referida a la obligatoriedad de calificación
de riesgo para bancos y cooperativas de intermediación financiera.
En esta materia, también dentro de la misma filosofía,
la obligatoriedad de calificación se hace siguiendo estándares
internacionales y por entidades de reconocido prestigio mundial.
Este requisito nos parece natural: si queremos tener una plaza financiera
con una proyección más que regional, debemos apuntar
sin lugar a dudas a este tipo de estándares rigurosos. Para
ello, está previsto que la primera calificación deba
estar emitida antes del 31 de Marzo de 2002.
También
estamos considerando la posibilidad de incluir normas especiales
para que los bancos internalicen adecuadamente los costos y riesgos
de prestar en dólares a determinados segmentos del mercado
que tienen su suerte asociada a la coyuntura doméstica. Como
todos sabemos, el alto grado de dolarización de nuestro sistema
financiero incorpora al riesgo crediticio un cierto nivel de riesgo
cambiario implícito que es necesario gerenciar de un modo
adecuado. En su reciente visita, el Prof. Joseph Stiglitz, comentaba
que desde su punto de vista la dolarización excesiva debe
ser combatida, entre otros medios, a través de normas prudenciales
como las que estamos estudiando.
Para completar
el marco institucional del sistema financiero, continuamos estudiando
con la misma fuerza y el mismo compromiso, la forma jurídica
apropiada para poder pasar a un modelo de supervisión financiera
sobre una base consolidada, y sobre esta base poder avanzar en acuerdos
de cooperación a nivel internacional. Evidentemente, en un
mundo en el cual las empresas financieras trabajan internacionalmente
y con una lógica de conglomerado, no existe otra aproximación
posible a la supervisión que garantice una correcta evaluación
y gestión de los riesgos asumidos por las instituciones.
Finalmente,
no quisiera terminar este capítulo sin agregar una reflexión
sobre el comportamiento reciente de las tasas de interés.
Es claro que las tasas de interés integran de modo fundamental
el costo financiero de gestión de la empresa, y en consecuencia
son parte del costo país. Una baja en estos costos equivale
a un aumento en nuestra productividad. Las tasas de interés
han estado bajando sensiblemente en el mundo, pero esa baja sólo
se reflejó parcialmente en el mercado doméstico. Particularmente
han mostrado descensos significativos las tasas de prefinanciación
de exportaciones y las vinculadas a los créditos de clientes
de primera línea. Pero en otros casos, la evolución
desfavorable hace que nuestro costo financiero se encarezca, comparado
al resto del mundo en el área dólar. Especialmente
en lo que hace al financiamiento en dólares para préstamos
y descuento de documentos.
Ustedes son
conscientes de que en nuestra gestión hemos buscado contribuir
a disminuir estos costos, de modo de alinearlos con los niveles
internacionales. También hemos tenido iniciativas en este
sentido en las tasas de préstamos al consumo. Y recientemente
estamos planteando ajustar la normativa vigente para que los niveles
de las tasas máximas de interés de los administradores
y tarjetas de créditos y otros operadores financieros se
rijan por las disposiciones relativas a las instituciones bancarias.
No nos sentimos conformes con los resultados obtenidos ni, en particular,
con la evolución reciente de las tasas de interés.
En consecuencia, desearía enfatizar que buscaremos la forma
y los instrumentos disponibles, de modo de lograr que el mercado
financiero doméstico termine de internalizar estas condiciones
favorables y ofrezca tasas de interés internacionalmente
competitivas.
El Mercado
de Valores.
Déjenme
cambiar ahora el foco de atención hacia el mercado de valores.
Todos sabemos que uno de los sectores de nuestro sistema financiero
que tiene mayores perspectivas potenciales de desarrollo es el del
mercado de capitales. De hecho, sólo la creciente participación
de los Fondos de Ahorro Previsional, ya con unos 600.000 afiliados
y más de US$ 1.000 millones bajo administración, están
realizando una contribución decisiva en este sentido. Pero
el Banco Central está empeñado en fomentar aún
más ese desarrollo dentro de su ámbito legal. Los
caminos a seguir vienen por el lado de mejorar la estructura institucional
que hace al funcionamiento del mercado en sí, mientras que,
simultáneamente, se están preparando distintos proyectos
de iniciativas legales con el objeto de sustentar jurídicamente
actividades que hoy no existen.
En cuanto al
fortalecimiento del marco institucional, se inscribe la creación
de una Caja de Valores única para el mercado, que cumpla
las funciones de compensación, liquidación, custodia
y registro de valores. Hemos obtenido dos propuestas que están
siendo objeto de análisis, una presentada por la Bolsa de
Valores de Montevideo y otra por la Bolsa Electrónica de
Valores del Uruguay S.A., al tiempo que estamos invitando a trabajar
en conjunto para alcanzar un esquema único.
En materia de
desarrollo de mercado se está trabajando en varios proyectos.
Uno de ellos está referido a un anteproyecto de Ley sobre
Fideicomisos, una modalidad de negocio que ha tenido un significativo
desarrollo a nivel internacional, recogiendo y adaptando el instituto
del trust propio del derecho anglosajón. Este instrumento
resulta particularmente apto para la administración de portafolios,
canalización de inversiones públicas y privadas, procesos
de concesión de obras y servicios, etc. Este proyecto junto
con otros, los venimos discutiendo con el Ministerio de Economía
y Finanzas, y tenemos la convicción de que será un
buen vehículo para la canalización de inversiones.
También
los warrants y los certificados de depósito representan otro
de los valiosos aportes que el mercado de capitales puede hacer
a las transacciones comerciales. Éstos implican la incorporación
de un derecho sobre mercaderías y productos del comercio
a un documento y su circulación en el mercado. Facilitan
el acceso al crédito financiero otorgando mayor confiabilidad
en la garantía prendaria sobre bienes muebles, permitiendo
la fácil transmisión de la mercadería y de
los derechos reales de garantía que sobre la misma se constituyen.
En nuestra visión,
el desarrollo del mercado de valores requiere de una fuerte cooperación
entre el sector público y el sector privado. Por tal razón,
hemos considerado necesario superar los problemas que se identifican
en el mismo a través de un amplio acuerdo con los principales
actores, transitando el camino sobre la idea de algo similar a una
Comisión de Valores, dentro de las posibilidades normativas
de acción del Banco Central. Estos acuerdos deben formarse
sobre la base de una agenda que incluya no sólo los temas
que hemos enumerado, y muchos otros, sino también la organización
bajo una única entidad de todas las actividades del mercado,
separando los derechos de propiedad de los derechos de operación,
e identificando y reglamentando el papel de los diferentes tipos
de intermediarios de valores.
Como ustedes
ven, la agenda es amplia. En esta exposición he procurado
situar las distintas acciones y responsabilidades de la Institución,
en el contexto económico-financiero del año 2001,
pero principalmente, he tratado de transmitirles la orientación
que inspira nuestra política. Como a esta altura ya puede
resultar evidente, las claves para entenderla son la prudencia,
la predictibilidad y la búsqueda de la eficiencia, todo ello
con una clara orientación hacia el mercado".
Fotos: Robert
Mareco
Principal
del especial
Conferencia
de Ariel Davieux
Conferencia
de Alberto Bensión
Preguntas
y respuestas
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